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O PROVÁRZEA E O SEU IMPACTO NO DESENVOLVIMENTO REGIONAL

Chapter · January 2011

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9 authors, including:

Marcelo Vidal Marcelo Raseira


Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade
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Long-term variability in estuarine fishes and their relationships with climate changes View project

Primates in Amazonian Protected Areas - Primatas em Unidades de Conservação da Amazônia (PUCA) View project

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Hernando Bernal Zamudio
Carlos H. Sierra
Miren Onaindia Olalde
Tirso A- González Vega
ISBN: 978-84-615-6723-2
BOSQUES DEL MUNDO, CAMBIO CLIMÁTICO & AMAZONÍA

Hernando Bernal Zamudio, Carlos Hugo Sierra, Miren Onaindia Olalde


& Tirso A. Gonzales Vega (Editores)

© Hernando Bernal et alii, 2011

Los editores desean dirigir un agradecimiento especial a la Cátedra Unesco-EHU de


Desarrollo Sostenible y Educación Ambiental y a la Keele University (Research Insti-
tute for Life Course Studies).
Esta obra ha sido financiada en su completitud por el Excelentísimo Ayuntamiento de
Basauri, institución a la que agradecemos nuevamente su decidida implicación en ma-
teria de sensibilización medioambiental.

Fotografía de portada: “Parque Natural del Gorbea”


Autor: Asier Larrazabal & Igone Palacios

Fotografías de contraportada:
“Udazkena” (Alrededores de Arantzazu), Toni Grimalt
“Bosque Amazónico”, Walter Apolo Berru
“Bosque de Palmeras en Oasis” (Valle del río Ziz - Oasis de Tafilalet), Pedro J. Escriche
“Paisaje Cafetero. Región Andina Colombiana”, Hernando Valdés
“Bosque de Frailejones-Páramo Andino”, René López
“Bosque amazónico (Várzea)”, Francisco Maldoneado (INPE, Brasil)
“Páramo de La Esperanza. Carchi, Ecuador”, Carlos Boada (EcoCiencia)
“Bosques construidos, Agroecosistema chagra”, Hernando Bernal

CÁTEDRA UNESCO / UNESCO KATEDRA

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni
registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni
por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o
cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de los editores. Las opiniones vertidas en esta ​publi-
cación son responsabilidad exclusiva de los autores participantes en la misma y no se corresponden
necesariamente con las de los editores e instituciones colaboradoras.​
BIOARTE AMAZÓNICO

Janauari. Acrílico sobre tela (145 x 200 cm), 2010

Muratuba. Acrílico sobre tela (145 x 200 cm), 2010

JANDR REIS (Óbidos/PA 1968) radicado em Lage, FUNARTE e Atualização em Introdução à


Manaus no ano 1980. É formado em Comuni- Museologia e Museografia, concepção, montagem
cação Digital Design e Multimídia na Univer- e ação educativa em exposições. Atualmente é um
sidade Paulista/UNIP, e Pós-graduado em Mu- dos responsáveis pelas curadorias e exposições de
seologia na Universidade Federal do Amazonas Galeria e Centros Culturais, Órgãos da Secretaria
(UFAM). Procurou aprimorar-se cada vez mais de Estado de Cultura do Amazonas. Participou de
nas pinturas (objetos/instalações), utilizando exposições coletivas nacionais e internacionais, e
modelo vivo, cinema e mídias contemporâneas, várias individuais. Artista mapeado Região Norte
através de cursos realizados no Rio de Janeiro, 99/2000 e 2001/2002, do Projeto Rumos Visuais
como no MAM, Escola de Artes Visuais – Parque Itaú Cultural. (jandrreis@hotmail.com)
Samauma. Acrílico sobre tela (123 x 153 cm), 2009

Xapuri. Acrílico sobre tela (145 x 200 cm), 2010

JANDR REIS (Óbidos / CP 1968), radicado en Lage, FUNARTE y la investigación en el campo


Manaos en 1980. Se formó en Diseño Multimedia de la Museología y Museografía, diseño, montaje
y Comunicación Digital en la Universidad Pau- y actividades educativas en las exposiciones. En
lista / UNIP, y obtuvo el posgrado en Museología la actualidad es responsable de las exposiciones
de la Universidad Federal de Amazonas (UFAM). en galerías y centros culturales de la Secretaría de
Su objetivo es mejorar cada vez más en las pinturas Estado de Cultura de la Amazonía. Ha participado
(objetos e instalaciones), utilizando modelos vivos, en exposiciones colectivas e individuales a nivel
cine y medios de comunicación contemporáneos, a nacional e internacional. Artista asignado Región
través de cursos celebrados en Río de Janeiro, como Norte 99/2000 y 2001/2002, del proyecto Rumbos
en el MAM, la Escuela de Artes Visuales - Parque Visuales Itaú Cultural. (jandrreis@hotmail.com)
Vernissage na floresta1

Vernissage na floresta2

JANDR REIS (Óbidos / PA 1968) lives in Manaus and Introduction on to Museology and Museo-
from 1980. He graduated in Multimedia Design graphy, design, development and educational ac-
and Digital Communication at the University tivities in exhibitions. He is currently responsible
Paulista / UNIP, and obtained the Post-graduate for one of the curators and gallery exhibitions and
degree in Museology at the Federal University of cultural centers of the Secretariat of Culture of the
Amazonas (UFAM). His purpose is to improve Amazon State. He has participated in group ex-
increasingly in the paintings (objects / installa- hibitions nationally and internationally, and has
tions), using live models, films and contempo- organized several individual exhibitions. He was
rary media, through courses held in Rio de Ja- Assigned Artist Northern Region 99/2000 and
neiro, as, for example, MAM, School of Visual 2001/2002, of Itaú Cultural Visual Directions
Arts - Parque Lage, FUNARTE and the Update Project. (jandrreis@hotmail.com)
Índice

Bosques del Mundo

Igone Palacios
Los Bosques del País Vasco y Cambio Climático 23
Marc Parren
Threats and Challenges to the Congo Basin: the case of Cameroon 35
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones
‘La Selva Zoque’. La gran selva ingnorada de México y su importancia 47
en la conservación de los mamíferos

Lado Kutnar & Andrej Kobler


What Might be the Effects of Climate Change on the Forest Vegetation 71
Pattern in Slovenia?

Luciana Spinelli & João Roberto dos Santos


A Paisagem com Bambus na Floresta Atlântica Brasileira: caracteri- 87
zação e mapeamento com imagens de alta-resolução

René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli


Historia Ecológica de la Degradación de los Bosques y Recursos Natu- 97
rales en la Araucaria Chilena

Tello Espinoza
Especies Forestales Amazónicas promisorias para la captura de CO2 119
Atmosférico como un nuevo marco para el desarrollo sostenible en
Iquitos-Perú

Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek


Forests of the Northern Korean Peninsula 125
Luis Eduardo Acosta
Bosques Amazónicas y la Sostenibilidad de la ‘Abundancia’, de los hi- 141
jos del Tabaco, la Coca y la Yuca dulce. La Chorrera, Amazonas

René Löpez Camacho & Nelly Rodriguez Eraso


Bosques Inundables de la Amazonía: Ambientes Acuáticos Estratégi- 147
cos
Armando Contreras
El Bosque Mediterráneo y la Dehesa Española 159
Antón Borja & Urtzi Mendizabal
El Bosque como Ecosistema Forestal y su Aprovechamiento sosteni- 171
ble: el Papel de las Plataformas tecnológicas

M. Luis Ruffino, M. C. Silva-Forsberg, M. Derzi, M. Bassols, A. Santos &


R. Queiroz 181
O Provárzea e o seu Impacto no Desenvolvimento Regional

N. H. Ravindranath, R. Kumar Chaturvedi & Indu K. Murti


Forest Conservation, Afforestation and Reforestation in India: Impli- 189
cations for Forest Carbon Stocks

Phillip da Silva
Mangroves in Guyana: Status, Management and Role in Coastal Pro- 201
tection in a Changing Climate

Tran Huu Nghi


Forest in Viet Nam 213
Cambio Climático & Amazonía

Juan Antonio Nieto Escalante


Humedales y Cambio Climático 223
Philip M. Fearnside
Cambio Climático y el Bosque Amazónico 227
Toni Jiménez Luque
Sociedades Tradicionales en América Latina: Soluciones a la Lucha 235
contra el Cambio Climático, la degradación Ambiental y la Pérdida de
Biodiversidad desde la interculturalidad

Tirso Gonzales
Peruvian Andean-Amazonian Indigenous Peoples and the Current 243
Climate Change Challenge

Joseba I. Arregi
Guerreros contra el Cambio Climático: entre la Frustación y la Esper- 253
anza
Sandra Jaramillo, Verenice Sánchez-Castillo & E. H. Durán-Castillo
El Pago por Captura de Carbono: ¿Oportunidades reales o falsas Ex- 261
pectativas para los Productores en la Amazonía?. El caso del Cultivo
del Caucho en la Amazonía Colombiana

Pedro José Escriche


Influencia del Turismo y del Cambio Climático en las Comunidades 269
Oasianas del Sudeste Marroquí: hacia la Adaptación o la Desaparición

Cecilia Gelabert, Ariel Zajdband & Hugo Centrángolo


Deforestación en Amazonía y Cambio Climático: una aproximación 281
desde la teoría de la Resiliencia

Asier Arcos & Ettore Papa


Cooperación al Desarrollo y Lucha contra el Cambio Climático: una 287
Estrategia de Buenas Prácticas en la Amazonía Ecuatoriana y en el
Sahel Senegalés

Martín Mantxo
Impactos en la Selva Indonesia de la Producción de Agrocombustibles 297
Vasca

Juán Carlos Arias


Los Gramalotales: Pasturas Acuáticas de Gran Importancia Ecológica 309
en la Amazonía

Denise M. Golden, M. A. (Peggy) Smith & S. J. Colombo


Forest Carbon Management and Carbon Trading: A Review of Cana- 313
dian Forest Options for Climate Change Mitigation

Autores 331
EL BOSQUE EN EL MUNDO

Tdoradicionalmente, el bosque ha recibido del hombre una consideración ambigua. Sien


una de las más refinadas y complejas manifestaciones del ecosistema natural, queda
en nuestro imaginario la idea de ser fuente proveedora primordial de la existencia hu-
mana, pero también, no lo olvidemos, la poderosa creencia de que en su densa y sombría
espesura se halla esencialmente lo salvaje y lo inhóspito. En ese sentido, el bosque se ha
caracterizado a lo largo de la historia bajo el modelo occidental globalizado como un valor
anatematizado que dificultaba, cuanto menos, un orden de civilización y progreso. Como
consecuencia de este antagonismo ontológico irreconciliable, el bosque se alza como
una realidad extraña que debía ser conquistada y dominada, neutralizada y sometida a
la triunfante racionalidad del hombre para pasar a instrumentalizarse como un recurso
económico útil y provechoso. No hay nada nuevo en ello. Se trata de un hito sociocultural
que hunde sus raíces en el tiempo, partiendo de las primeras talas, allá por el Medievo,
de los viejos bosques primarios europeos y terminando por las grandes deforestaciones
en las regiones templadas provocadas por la empresa colonizadora de ultramar o por la
acelerada revolución industrial. Hoy en día la situación se ha agravado en mayor medida
ya que, con la expansión de los modos de producción y de los movimientos de capitales a
gran escala, las amenazas que se ciernen sobre las masas boscosas adquieren una dimen-
sión planetaria. Si se da un repaso a la situación actual, se constata que el área total de
bosques en el mundo comprende aproximadamente 4.000 millones de hectáreas, lo que
corresponde al 31% del área total de la tierra. Pues bien, gran parte de esta masa forestal
se encuentra concentrada en los territorios de cinco estados nacionales de extraordinario
dinamismo económico: la Federación de Rusia, la República Federal de Brasil, Canadá,
la República popular de China y los Estados Unidos de América. Desde este punto de
vista, no parece un ejercicio de prospectiva extemporánea anticipar una creciente presión
antropogénica sobre estas áreas boscosas, además del impacto directo que el intercambio
comercial globalizado está ya ejerciendo sobre bosques tropicales y subtropicales de Asia,
África Ecuatorial y, en menor medida, de Suramérica. Ahora bien, este escenario se torna
realmente sombrío si atendemos a las previsiones de espacios agrícolas adicionales, en
detrimento de los bosques, que van a ser necesarios en los próximos cuarenta años para
responder a las demandas de materias primas y de alimentos en los mercados mundiales
(y que equivale a 109 millones de hectáreas de espacios naturales boscosos). Al mismo
tiempo, todo parece indicar que las masas arbóreas se hallan desprotegidas ante las exter-
nalidades negativas del sistema productivo imperante, cuyo modelo energético, altamente
contaminante, está incidiendo de modo substancial en una alteración térmica planetaria
y en la progresiva conversión de los bosques en sabanas y praderas. La implicación de
todo ello en la red co-dependiente de procesos de auto-regulación naturales es realmente
extraordinaria, en la medida en que la desaparición de los bosques contribuye a la conmo-
ción drástica del ciclo hidrológico a nivel mundial, al desequilibrio del balance energético
y a la intensificación del efecto invernadero en la atmósfera terrestre (los bosques albergan
aprox. 289 Giga toneladas (Gt.) de carbono, más que la atmósfera en su conjunto), a la
pérdida ininterrumpida de la biodiversidad existente (cerca de un 60% para el 2050) o a la
alteración de los ciclos biogeoquímicos.
Todas estas circunstancias, análisis y previsiones, apenas mencionadas en este escueto
introito, se encuentran profusamente tratadas, ya sea de un modo específico o haciendo
uso de un enfoque más panorámico, en el libro que se presenta aquí, Bosques del Mundo,
Cambio Climático y Amazonía. Coincidiendo con la declaración de la ONU del 2011
como Año Internacional de los Bosques que se celebra en 2011, el lector tiene la opor-
tunidad de conocer de mano de prestigiosos expertos a nivel internacional reunidos en
esta obra colectiva cuál es la situación presente de la práctica totalidad de los ecosistemas
boscosos del planeta. Guiados por una pretensión generalista, los editores han perseguido
intencionalmente que en las páginas que siguen se halle contenido un amplio espectro de
ecosistemas boscosos terrestres. De esta forma, quien se adentre en este enjundioso texto
encontrará trabajos acerca de los bosques templados radicados en el País Vasco, en los
Cárpatos, Chile o Canadá, pero también sobre bosques subtropicales y tropicales locali-
zados en territorios tan dispares como la cuenca del Congo, Vietnam, Indonesia, India,
Corea del Norte, Colombia, Perú o Brasil, sin dejar de prestar atención a otros ecosistemas
más particulares como, por ejemplo, las várceas amazónicas o los palmerales africanos.
Lejos de constituir exclusivamente una densa e interesante aproximación a los bosques del
mundo, la obra acoge también una segunda sección dedicada a analizar en profundidad
los efectos del cambio climático sobre el fértil y diverso ecosistema amazónico, tomado
como ejemplo prototípico de los cambios que están aconteciendo en los demás sistemas
boscosos y como bioma estratégico para la conservación de los ciclos naturales y la vida
en el planeta.
En definitiva, sirva esta relevante obra que el lector tiene entre manos para mejorar su
conocimiento de los entornos naturales que le rodean y, en especial, para contribuir a
desechar la primacía exclusiva de presupuestos economicistas y desvelar, como muchas
culturas tradicionales tienen presente desde hace milenios, la profunda identificación del
bosque con la existencia humana.

Hernando Bernal & Carlos H. Sierra


Lconstituye
a participación de la población rural en el análisis del uso de los recursos del bosque se
en el punto de partida que mejore las expectativas de mitigar los efectos del
cambio climático, entendiendo que esta población en su mayoría desarrolla agricultura de
sobrevivencia ampliando sus áreas de cultivo a costa del uso de dichos recursos que cada
vez es menos, amenazando su libertad absoluta como persona y que reduce cada vez más
sus opciones de desarrollo.
Debemos tomar conciencia de que el cambio climático, definido como la alteración del
clima, atribuida directa o indirectamente a la actividad humana, que afecta la composición
de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima, provocará
peligros crecientes, minando inclusive la resiliencia de muchos ecosistemas.
Experiencias de investigadores en el acompañamiento a comunidades indígenas y origi-
narias en el uso de los recursos del bosque, junto a modelos que permite simular el cam-
bio de la vegetación en relación a las alteraciones, así como su composición, por efecto
del impacto del cambio climático, permitieron plantear actuaciones fundamentales en la
construcción del paisaje natural y cultural que estarían influenciados por determinantes
económicas externas.

Sin embargo debemos valorar lo existente, la Amazonía, el ecosistema boscoso y su rol


relevante en la regulación del clima, juega un doble papel frente al cambio climático, los
bosques inundables y las especies vegetales que alberga son vitales para las comunidades
amazónicas por lo que su deforestación ha sido motivo de preocupación ya que constituye
una de las amenazas principales sobre la diversidad de la cuenca amazónica.
Considerando el “desarrollo sostenible”; (tema de mucha reflexión en la UNAMAZ) debe-
mos propugnar a una “gestión forestal sostenible” en todos los niveles. El Pago por Servi-
cios Ambientales; así como, programas de conservación y regeneración forestal relaciona-
dos con el stock de carbón en los bosques, la extracción de biomasa, y otros mecanismos,
deben constituirse pilares en este enfoque.
El gran reto; la adaptación o la desaparición en sus diversas formas, sean sociales por
el turismo, la interculturalidad, entre otros o de infraestructura para la satisfacción de
necesidades de agua, energía, comunicación, económicas como explotación de recursos
no renovables, etc. deberá tratarse cuidadosamente con políticas estratégicas ambientales,
considerando el tipo de sociedad y su cosmovisión. Reflexionemos de verdad en el cambio
climático como un desafío distinto, pensemos en quienes vienen, no debemos parar.

Alfredo Quinteros García


Presidente UNAMAZ
TAño
odos los momentos son buenos para hablar de los bosques, pero especialmente en este
Internacional de los Bosques vamos a intensificar la labor de conocimiento y di-
vulgación de la importancia de estos ecosistemas por su gran valor como un patrimonio
de la humanidad y por su contribución al bienestar humano. La diversidad de los bosques
y su complejidad es grande, pero hay muchos procesos fundamentales de estos ecosiste-
mas que son comunes en todos los lugares. Uno de estos procesos es el relacionado con el
ciclo hidrológico, de hecho la intensa evapotranspiración de la masa vegetal de los árboles
hace que se concentren en la atmósfera minúsculas gotitas de agua en forma de nubes, que
son transportadas por el viento y al enfriarse producen lluvias, contribuyendo así al ciclo
del agua. Si toda esta masa verde no transpirara cambiaría el ritmo y la cantidad de las
lluvias, lo que puede suceder por la deforestación y el cambio climático.
En los bosques amazónicos la biomasa lo ocupa todo, no hay hueco sin planta, todos
los pisos están ocupados, con tantas especies de árboles, helechos arborescentes, lianas,
orquídeas y otras epifitas. Todas estas plantas a su vez mantienen una trama de insectos,
tucanes, monos aulladores, etc. También en el suelo la cantidad de organismos es inmensa,
los organismos descomponedores hacen su trabajo reciclando para devolver al suelo los
restos de hojas y animales muertos mineralizados. La mayor parte del nitrógeno y demás
nutrientes que llegan al suelo con la hojarasca y restos de animales vuelve a mineralizarse
para ser tomado por las plantas y producir nueva biomasa, de manera que se completa el
ciclo de los nutrientes en el ecosistema. Si imitáramos a la naturaleza en estos procesos,
algunos problemas de nuestra sociedad podrían ser solucionados.
Otro papel importante que cumplen los bosques es la protección del suelo, como en el
caso de los manglares, que asientan fuertemente sus raíces en el fango costero sujetando
la costa y protegiéndola frente a los ciclones y fuertes vientos. Igualmente otros tipos de
bosque, realizan similares procesos tanto en el reciclado de los nutrientes como en el man-
tenimiento del suelo y protección frente a la erosión. El paisaje forestal es un escenario
de vida, que mantiene la biodiversidad de plantas y animales, y también de la especie
humana.
Con este libro BOSQUES DEL MUNDO, CAMBIO CLIMÁTICO Y AMAZONIA se con-
tribuye al conocimiento y valoración de los ecosistemas forestales, fundamentales y nece-
sarios para la vida.

Dra Miren Onaindia


Catedrática de Ecología
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
CAMBIO CLIMÁTICO Y RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

JUAN ANTONIO NIETO ESCALANTE


Secretario Distrital de Ambiente, Bogotá, Colombia.

Como introducción a esta excelente compilación de documentos sobre “Bosques del mun-
do, cambio climático & Amazonía”, creo conveniente plantear, desde una ciudad del
tercer mundo, la responsabilidad que le cabe a los países del primer mundo en el enorme
desafío que se plantea de cara a los problemas de adaptación, más que de mitigación, para
afrontar el cambio climático.
Se trata de tareas que implican un enorme esfuerzo técnico y de recursos, muy por encima
de la obligación que debería surgir de la participación de Bogotá y de Colombia en la
emisión de gases de efecto invernadero. Como bien se sabe, Colombia apenas contribuye
con el 0.37 % de las emisiones anuales en el mundo y, en el caso específico del Distrito
Capital, contribuye con menos de 3 centésimas.
El problema más grave que afrontaremos en el futuro y del cual se empezaron a dar las
primeras muestras en el reciente desastre por la ola invernal, son los catastróficos efectos
que el cambio climático podrá traer a nuestra región y, en especial, al Distrito, si no se rea-
lizan las acciones de adaptación necesarias, que requerirán inversiones multimillonarias.
Frente a este hecho real es imperativo recordar a los grandes países desarrollados que son,
a su vez, los grandes emisores de los gases de efecto invernadero, su responsabilidad moral
de apoyar los esfuerzos de los países en vía de desarrollo para adaptarse a las condiciones
climáticas que no han propiciado. Esta es una clara expresión del principio de responsabi-
lidades compartidas pero diferenciadas.
En síntesis, si se suman las exigencias de inversión relacionadas con la protección de las
fuentes de agua - situadas en los ecosistemas de páramos, la protección de suelos, hu-
medales, entre otros - se requerirán no menos de US$ 2.210 millones en los próximos 20
años en un programa básico de adaptación.
La financiación de esta inversión no sólo supera la capacidad del Distrito Capital, ya com-
prometido ampliamente en las labores de mitigación, sino que debe ser responsabilidad,
como atrás dijimos, de los grandes emisores mundiales de gases de efecto invernadero.
Constituir líneas de crédito y fondos no reembolsables para la realización de estas tareas
es la única manera efectiva de que los países desarrollados demuestren su sentido de soli-
daridad y responsabilidad internacional. Otra manera de actuar es simple retórica.
LA FAO Y SU VISIÓN DE LOS BOSQUES EN EL MUNDO

KAREN ANDRADE MENDOZA


FAO Ecuador

Losgestión,
millones de personas dependen de los bosques y desempeñan un papel vital en su
conservación y desarrollo sostenible en todo el mundo, pero se subestima su
derecho a usar los recursos forestales locales y a obtener beneficio de ellos, según el in-
forme de la FAO “Situación de los bosques del mundo” (2011). La necesidad de enfatizar
la conexión entre la gente y los bosques, y los beneficio que pueden devengarse cuando los
bosques son gestionados por la población local en formas sostenibles e innovadoras, debe
ser puesto en relevancia en todo el mundo. Los bosques, por lo general, son una óptima
cubierta vegetal para las cuencas de captación que suministran agua potable, protección
costera y del suelo. Los bosques y los árboles contribuyen a reducir los riesgos asociados
al agua, como los deslaves, las inundaciones locales y la sequía, y ayudan a prevenir la
desertificación y la salinización.
La buena gobernanza en el sector forestal es cada vez más importante en los países que
desean participar en los nuevos planes de mitigación del cambio climático. Para esto
es relevante la revisión y fortalecimiento de los marcos normativos, legales, institucion-
ales y políticos, los procesos de planificación y toma de decisiones, su implementación,
aplicación y cumplimiento. En este ámbito debe incorporarse criterios de responsabili-
dad, eficacia, eficiencia, equidad, participación y transparencia. En el 2011, La FAO y el
Banco Mundial, desde su programa de Bosques, buscan ofrecer propuestas para evaluar la
gestión sostenible de los bosques a través de un enfoque participativo que identifique las
acciones necesarias para el seguimiento de los flujos financieros en el sector y el reparto
equitativo de beneficios.
La continua demanda de tierra por parte de una población mundial creciente, con relación
al aumento de la frontera agrícola, actividades extractivas y explosión urbana, entre otras,
se suma a los graves problemas que implican los desafíos globales como el cambio climáti-
co, reduciendo la extensión de bosques prístinos, primarios, y pone en riesgo la biodiver-
sidad en ellos existentes. La conservación de los bosques es importante para la subsistencia
de las poblaciones cercanas a ellos, ya que el bosque permite obtener productos forestales
maderables y no maderables.
En los últimos años, la FAO ha realizado de forma extensiva evaluaciones sobre la tenen-
cia forestal en África, el Sudeste Asiático, Asia Central y Latinoamérica y su impacto sobre
la gestión sostenible de los bosques y la mitigación de la pobreza, ofreciendo orientaciones
prácticas para los responsables de las políticas gubernamentales y la sociedad en general.
Según la FAO, cerca del 80 por ciento de los bosques de mundo son de titularidad pública,
pero la propiedad y gestión de los bosques por parte de las comunidades, individuos y
empresas privadas está aumentando en algunos países más que otros.
Los bosques pueden ser cruciales para las estrategias de supervivencia de las mujeres
campesinas, pues los productos de bosque les permiten obtener ingresos que sostienen su
economía familiar y seguridad alimentaria. Al mismo tiempo, el sector encierra un gran
potencial para la retención de carbono y reducción de las emisiones de gases de efecto
invernadero. La deforestación y degradación de los bosques supone casi el 20 por ciento
de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y la mayoría de estas emisiones
tiene lugar en los países en desarrollo, el ritmo de deforestación anual se sitúa en los 5,2
millones de hectáreas, de un total de 4.000 millones en todo el mundo.
El convenio marco de de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático aborda este
problema mediante una iniciativa que se conoce como “Reducción de emisiones por de-
forestación y degradación de los bosques”, o REDD+. La idea básica es ofrecer incentivos
para reducir las emisiones de la deforestación e incrementar la retención de carbono a
través de la plantación de nuevos bosques, su conservación, la gestión sostenible y la me-
jora de las existencias forestales de carbono. La FAO participa activamente en esta inicia-
tiva, en compañía con otras agencias de Naciones Unidas.
Más esta es una de las múltiples acciones en las que FAO participa, así por ejemplo en Ec-
uador, esta agencia es parte del Programa para la Conservación y Manejo de Sostenible del
Patrimonio Natural y Cultural de la Reserva de Biosfera del Yasuní, y trabaja en brindar
alternativas de producción económica ligadas a la seguridad alimentaria, al aprovechami-
ento de los recursos forestales no maderables y a la conservación del bosque a través del
apoyo al control forestal que realiza el Estado Ecuatoriano. Este es uno de los muchos
ejemplos de conservación de los bosques que son ícono de la preservación de la naturaleza
y que reciben apoyo desde la opinión pública en el mundo.
BOSQUES DEL MUNDO
WORLD’S FORESTS
AS FLORESTAS DO MUNDO
LOS BOSQUES DEL PAÍS VASCO Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

IGONE PALACIOS

Resumen

Los socio-ecosistemas forestales vascos tienen un elevado potencial para garantizar el man-
tenimiento de las funciones y servicios de sus ecosistemas, y por lo tanto, para ayudar en
la mitigación del cambio climático y global. Estos ecosistemas forestales ocupan más de la
mitad del territorio, con dominio de las plantaciones de coníferas, si bien es cierto que en
los últimos diez años se observa una tendencia de aumento tanto de los bosques naturales,
como de las plantaciones de eucalipto. A fin de orientar las decisiones presentes que ayuden
en la búsqueda conjunta de soluciones positivas de cara al futuro, es importante fomentar
procesos de gestión democrática y participativa.

1. Introducción

Uglobal,
na de las mejores formas de afrontar el cambio climático; y en definitiva el cambio
consiste en dejar de obviar lo obvio y empezar a dar valor (importancia) y
significado a los ecosistemas globales y locales, con especial incidencia en los ecosistemas
forestales, dado su relevante papel como reservorios de carbono.
En este contexto, es evidente el importante papel que ejerce la amazonía a escala global
y por ende, es fundamental preservar estos y otros ecosistemas de alto valor para la po-
blación mundial. Sin embargo, en un mundo interconectado como es el mundo actual,
es de suma importancia ver la doble vía de interconexiones existente entre lo local y lo
global. En el contexto del País Vasco, este asunto es crucial por dos motivos: por un lado,
se trata de un territorio con una cobertura forestal elevada (más del 50% del territorio es
forestal) que aún conserva bosques naturales de gran interés; por otro lado, la población
vasca, en línea con las poblaciones de las mal-llamadas regiones desarrolladas, consume
por encima de la capacidad de su territorio, por lo que sus hábitos de producción y con-
sumo repercuten no sólo a escala local, sino que también a escala global.
El presente estudio analiza los socio-ecosistemas1 forestales vascos, centrándose en el
territorio de Bizkaia, que es la provincia más humanizada del País Vasco. Para ello, en
primer lugar, se caracteriza el paisaje forestal actual y se estudia su evolución en los últi-
mos diez años a partir de los Inventarios Forestales del Gobierno Vasco de 1996 y de 2005,
mediante la aplicación de herramientas de Sistemas de Información Geográfica (GIS).
Los resultados obtenidos en este estudio ecológico, se interrelacionan con la información
obtenida del análisis socio-económico y cultural del sector. Con todo ello, y mediante la
aplicación de metodología participativa que ha permitido recoger el conocimiento de ac-
tores clave del territorio, se han estudiado las funciones y los servicios de los ecosistemas
forestales y se han analizado las dificultades, amenazas, oportunidades y potencialidades
del sector.
24 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

En el contexto de cambio global, el objetivo de este trabajo es dar a conocer la situación


actual de los socio-ecosistemas forestales vascos y poner en valor la contribución que
estos ecosistemas hacen al bienestar de la población mediante el mantenimiento de sus
funciones y servicios; y vislumbrar así posibles caminos a seguir de cara a la consecución
de un futuro más sostenible.

2. Contexto socio-ecológico del País Vasco, y en concreto en Bizkaia

La comunidad Autónoma del País Vasco (en adelante Euskadi) está situada en el Norte
de la península ibérica (42º28’-43º27’ N; 1º44’W-3º27’W) y cuenta con una extensión
de 7.226 Km2 (ver figura 1). Su población es de 2.169.038 habitantes, repartidos de la si-
guiente manera por los tres Territorios Históricos que la componen: 1.151.704 en Bizkaia,
700.318 en Gipuzkoa y 317.016 en Álava (EUSTAT, 2009a). El 80% de la población vasca
se concentra en municipios de más de 10.000 habitantes, mientras que los municipios de
menos de 2.000 habitantes, que representan el 59% de los municipios vascos, tan sólo aco-
gen el 5% de la población (EUSTAT 2009a).
En lo que al clima se refiere, en Euskadi se pueden distinguir a grandes rasgos tres
zonas: la vertiente atlántica al norte, que presenta un clima templado oceánico o clima
atlántico, moderado en cuanto a las temperaturas y muy lluvioso (entre 1.200 y más de
2.000 mm de precipitación media anual); la zona media, que ocupa gran parte de Álava y
se presenta como una zona de transición entre el clima oceánico y el clima mediterráneo; y
por último, el extremo sur, entrando en la depresión del Ebro y la Rioja Alavesa, donde se
pasa ya a un clima mediterráneo con veranos claramente secos y calurosos (se superan los
22ºC en las temperaturas medias de algunos meses) e inviernos bastante fríos y de escasas
precipitaciones (EUSKALMET 2005). Las diferentes influencias climáticas dan lugar así
a un mosaico de microclimas en los que habita una flora especializada (Aizpuru et. al.,
1990).
Bizkaia, que tiene una extensión de 2.217 Km2 pertenece a la vertiente atlántica y pre-
senta un clima templado oceánico o clima atlántico. Con una densidad poblacional de 519
habitantes por kilómetro cuadrado (EUSTAT, 2009a), muestra en su conjunto un paisaje
muy humanizado.
La actividad industrial, los asentamientos urbanos distribuidos por todo el territorio,
con las infraestructuras que las comunican y las dotan de otros servicios comunitarios, y
los usos productivos intensivos establecidos en el medio rural han transformado inten-
samente el paisaje original. Así, la vegetación potencial del territorio, dominada por el
robledal bosque mixto en la vertiente atlántica (GESPLAN, 2002), ha sido sustituida en
gran medida por plantaciones forestales de especies alóctonas, por pastizales y prados de
siega e instalaciones auxiliares para la explotación del medio rural y, más recientemente,
por espacios para la práctica de actividades de ocio.
A principios del siglo XX, el desarrollo económico de Bizkaia se basaba fundamental-
mente en la industria metalúrgica, especialmente centrada en el hierro, la cuál caracterizó
el desarrollo socio-económico de Bizkaia hasta la década de los 80. Esta historia reciente
de Bizkaia, ha traído consigo una alta densidad poblacional en los estuarios industriali-
zados, con especial incidencia en el área de Bilbao Metropolitano, que cuenta con una
densidad poblacional de 2.197 habitantes por kilómetro cuadrado (EUSTAT, 2009).
Esta provincia que ha sido fuertemente industrializada, humanizada y transformada,
es muy heterogénea y conserva algunas zonas de gran interés ambiental, como es el caso
Igone Palacios 25

de los Parques Naturales de Gorbea, Urkiola y Armañón, así como la Reserva de la Bios-
fera de Urdaibai. Muestra de ello es que el 11,38% de Bizkaia (252 Km2) forma parte de la
Red Natura 2000.
Tras la crisis económica de principios de los noventa que sufrió España, el País Vasco
y Bizkaia en particular se sumergieron en un profundo proceso de transformación del
sector secundario hacia lo conocido como neoindustria y una clara apuesta por el sector
terciario, y apostando asimismo desde las instituciones vascas por reforzar las medidas
ambientales y trabajar por la sostenibilidad. El sector primario por su parte, que histórica-
mente ha sido el principal responsable del sistema de explotación del medio natural, ha
ido perdiendo peso específico en la economía de Bizkaia, y en la vasca en su conjunto.

Bizkaia

Euskadi

Figura 1. Localización del área de estudio (Euskadi con respecto a Europa y a España, y Bizkaia con
respecto a Euskadi).

En el contexto socio-ecológico actual se detecta la necesidad de enlazar, conciliar y


acercar el mundo rural vasco y el urbano, que posibilite la búsqueda de nuevas soluciones
de producción y consumo local que permitan mantener a largo plazo el sector primario,
además de implementar sistemas integrales de gestión sostenible que respetando el medio
ambiente y los valores socio-culturales, favorezca la conservación del patrimonio natural
y cultural.

3. Ecosistemas Forestales del País Vasco

El País Vasco por su historia y sus condiciones climáticas y geográficas ha estado


fuertemente ligado a sus bosques, siendo éstos un pilar muy importante de su sociedad,
cultura, economía y paisaje. Señal de esto es que el propio euskera (idioma local) guarda
en la raíz de muchas palabras significativas la palabra “basoa” o bosque; como por ejemplo,
“baserri” que significa caserío o barrio rural, cuya traducción literal vendría a ser “pueblo
en el bosque”; “basalore” que significa flor silvestre, o “basajaun” que es un personaje de
la mitología vasca. De los bosques, la sociedad vasca además de madera, ha obtenido
y obtiene setas, frutos, caza, recreo y otros muchos beneficios (tanto materiales como
inmateriales).
26 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Como consecuencia de la fuerte explotación llevada a cabo durante años (para hacer
carbón, para la industria naval, para la construcción), a principios del siglo XX apenas
quedaban bosques en el territorio vizcaíno. Para hacer frente a esta situación, y como con-
secuencia de la crisis agraria, se empezaron a hacer repoblaciones forestales con especies
alóctonas, es decir, especies traídas de fuera, con especial incidencia en el Pinus radiata.
Desde entonces, se ha llevado a cabo una fuerte actividad forestal en el territorio, que
ha traído consigo que en la actualidad el 57% de la superficie de Bizkaia esté cubierta por
sistemas forestales, de los cuales el 79% se corresponde con plantaciones forestales mayori-
tariamente dedicadas a la producción de madera, mientras que el 21% son bosques semi-
naturales. Si bien es cierto que las plantaciones de coníferas alóctonas pueden ayudar en la
recuperación de bosque natural (Onaindia ¬ Mitxelena, 2009), cabe señalar que durante
estas décadas de gran auge y desarrollo del sector forestal en Bizkaia, se ha primado el
criterio de la productividad. En los últimos años, por el contrario, se empieza a reconocer
la importancia de tener en cuenta otro tipo de aspectos socio-ambientales.
Los porcentajes de cobertura forestal que presenta Bizkaia son muy inferiores a su
porcentaje forestal potencial, que prácticamente supondría la totalidad del territorio
(GESPLAN 2002). Sin embargo, este valor es superior al de aquellos descritos para otros
paisajes templados tanto de la cornisa cantábrica (García et al., 2005) como de otros lu-
gares del mundo (Pan et al., 2001) donde la superficie forestal no supera el 30 % de la
cobertura. Comparando los datos de Bizkaia con los de la Comunidad Autónoma de Eus-
kadi, que engloba los territorios históricos de Álava y Gipuzkoa, además del de Bizkaia,
resalta el hecho de que a pesar de que el porcentaje de cobertura forestal de ambos se ase-
meja (57% del territorio en Bizkaia y 53% en Euskadi), el porcentaje de bosques naturales
dentro de esa cobertura forestal es muy superior en el conjunto de Euskadi (45,5% del área
forestal) que en el territorio de Bizkaia (21% del área forestal) (tabla 1).
Las plantaciones de coníferas, por lo tanto, son el componente principal del paisaje
forestal de Bizkaia (y de Euskadi, aunque en menor medida) en cuanto a la superficie
ocupada se refiere, ocupando un 39% de la superficie de Bizkaia y el 69% de su cobertura
forestal. Esto, junto con el elevado porcentaje forestal del territorio, se explica debido a
los cambios en los usos del suelo ocurridos en las últimas décadas. Entre estos cambios, el
más significativo ha sido la arriba mencionada plantación de coníferas, particularmente
de Pinus radiata D. Don. (Atauri et al., 1992a,b), las cuales han substituido cosechas, pra-
dos y bosques de especies frondosas autóctonas (Rescia et al., 1995). Este cambio fue im-
pulsado por las administraciones públicas a fin de poner solución a la crisis del mundo
rural (Groome, 1990), la cual surgió como consecuencia del proceso de industrialización
y provocó el abandono de tierras de cultivo. De esta forma, se pasó en un corto periodo de
tiempo de un modelo tradicional agro-silvo-ganadero a dedicar gran parte del territorio
de Bizkaia a monocultivos forestales de turno corto.
Los resultados del estudio muestran que el paisaje forestal ha evolucionado en los úl-
timos diez años, dándose un cambio en la ocupación del suelo en una quinta parte de la
superficie de Bizkaia. Más de un tercio de estos cambios (el 38%) se corresponden con
coníferas que han pasado a ser zonas no forestadas y viceversa, fruto de la intensa ac-
tividad forestal característica del territorio. Se observan sin embargo, ligeros cambios de
tendencia en esta actividad: se constata un descenso en la superficie de plantaciones de
coníferas y un incremento en la superficie de plantaciones de eucaliptos (del 25%), que
sustituyen a las plantaciones de coníferas y a zonas no forestadas.
Los ecosistemas del robledal constituyen la vegetación potencial de la mayor parte del
Igone Palacios 27

territorio, sin embargo en la actualidad su ocupación no llega al 7 % del área total y su


grado de fragmentación es elevado. En el periodo de tiempo estudiado, se muestra una
tendencia a la recuperación (como consecuencia de la sucesión ecológica del matorral), de
este tipo de bosque, ya que ha aumentado la superficie y el tamaño medio de tesela.

Tipos de Vegetación Bizkaia Euskadi


Forestal CA %CA % del área CA %CA % del área
Forestal Forestal
Zonas no forestadas 95.739,81 43,31 338.696,16 46,87
Plantaciones de coníferas 86.734,14 39,24 69,21 193.367,29 26,76 50,37
Plantaciones de eucalipto 11.110,60 5,03 8,87 11.497,71 1,59 2,99
Plantaciones de fron- 1.328,86 0,60 1,06 4.439,80 0,61 1,16
dosas
Bosques de ribera 1.496,78 0,68 1,19 4.790,35 0,66 1,25
Encinar 5.138,91 2,32 4,10 28.845,08 3,99 7,51
Quejigal 365,77 0,17 0,29 24.603,97 3,40 6,41
Robledal bosque mixto 14.506,00 6,56 11,58 48.896,12 6,77 12,74
Hayedos 4.338,68 1,96 3,46 54.759,09 7,58 14,26
Abedular 22,62 0,01 0,02 122,20 0,02 0,03
Torcomal o marojal 267,33 0,12 0,21 12.331,40 1,71 3,21
Bosque de cantil 4,27 0,00 0,00 246,94 0,03 0,06
Total Bosque Autóctono 26.140,36 11,83 20,86 174.595,15 24,16 45,48
Total Masas Forestales 125.313,96 56,69 383.899,94 53,13
Área Total (TA) 221.053,77 722.596,11

Tabla 1. Comparación entre los valores del área total (CA) (en ha.), porcentaje del área total (%CA)
y % del área forestal calculados en Bizkaia y en Euskadi para los doce tipos de vegetación forestal
considerados.

Por lo tanto, los cambios más destacados de los últimos 10 años son el aumento de los
bosques naturales, el descenso en las plantaciones de coníferas y el aumento de las plan-
taciones de eucalipto.
Se considera preocupante esta tendencia de aumento del eucalipto como especie selec-
cionada para la selvicultura, ya que al ser una especie de turno muy corto (incluso bastante
más corto que el del Pinus radiata que es de entre 30 y 35 años) (APFG, 2003), se da un
fuerte desequilibrio entre la extracción de nutrientes que conlleva la tala (madera extraída
y pérdidas por erosión) y los aportes de nutrientes al medio que se dan de forma natural,
de forma que estos suelos se encuentran cada vez más empobrecidos. En la planificación
y toma de decisiones se debe considerar que el turno de corta sostenible estimado para
los casos en los que se extrae únicamente el tronco del árbol supera los 45 años (Aber &
Melillo, 2001). Además, debido a la elevada tasa de evapotranspiración del eucalipto, éste
tiende a desecar los terrenos en los que es plantado, causando desajustes hídricos en su
área de actuación.
28 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

La gestión y el papel de las Administraciones

De cara a la gestión, es importante señalar que más del 62% del total del área forestal
del territorio de Bizkaia es de titularidad privada, y que este está repartido en muchos
propietarios con pequeñas extensiones. Sin embargo, la gestión llevada a cabo en los sue-
los de titularidad pública en los últimos años, ha estado, al igual que en el caso de los de
titularidad privada, principalmente orientada a la producción, como lo muestra el hecho
de que un 19% de la superficie que ocupa el eucalipto se corresponde con suelo público.
Por todo ello, y de cara a fomentar la multifuncionalidad de los bosques, es importante
que desde las administraciones públicas, además de desarrollar políticas que animen a los
propietarios a comprometerse con el medio ambiente, se lleve a cabo la gestión de los te-
rrenos públicos bajo criterios de responsabilidad social y ambiental, de forma que supon-
gan un ejemplo para las y los propietarios privados así como para la sociedad en general.
En este sentido, se considera aconsejable por un lado, el fomento de prácticas extractivas
respetuosas con el entorno, y por otro, la utilización de especies autóctonas en las repo-
blaciones de los terrenos públicos a fin de posibilitar la recuperación de los bosques natu-
rales; que además de un gran valor ambiental, conllevan un elevado valor sociocultural.

Contexto de cambio del sector forestal vasco

En la última década el valor económico de la producción final del sector forestal vasco
ha sufrido una notoria disminución, a pesar de los esfuerzos financieros realizados (Biz-
kaia es el territorio histórico de Euskadi que mayor apoyo económico da al sector forestal,
que sumando las subvenciones y las inversiones públicas alcanza en el 2006 los 6.603.000
euros -Gobierno Vasco, 2008-). En concreto, según los datos del Instituto Vasco de Es-
tadística (EUSTAT 2009b), entre los años 1995 y 2006 la producción final del sector fo-
restal de Euskadi ha disminuido por encima del 37% (y a partir del año 1998, por encima
del 50%) (Figura 2). En la actualidad, el sector agro-silvo-ganadero apenas supone el 0,6%
del Producto Interior Bruto (PIB) tanto de Euskadi como de Bizkaia (EUSTAT 2010).

Figura 2. Evolución de la producción final del sector forestal (millones de euros) entre los años 1995
y 2006 en Bizkaia y en Euskadi en su conjunto.
Igone Palacios 29

Entre las causas de la disminución de rentabilidad del sistema productivo forestal vasco
destaca la importante bajada de cortas ligada a la bajada de precios de las coníferas provo-
cada por múltiples factores externos (como son la importación de pino radiata de Chile,
la inusual importación de madera de Francia debida a los vendavales, o la caída del mer-
cado de mueble macizo de pino). Según los datos de la Mesa Intersectorial de la Madera
de Euskadi y del Departamento de Agricultura Pesca y Alimentación del Gobierno Vasco
(Gobierno Vasco, 2008), entre los años 2004 y 2007 el volumen de cortas ha descendido
un 13,5%, y se observa que la evolución de las cortas totales va ligada a las de pino radiata.
La complicada situación económica que afronta el sector forestal vasco, junto con la
necesidad de buscar nuevas vías de producción y consumo acordes con el contexto de
cambio global, hacen que resulte aún más importante poner en valor ante la sociedad
vasca los beneficios socio-ambientales y económicos del mantenimiento de la multifun-
cionalidad de los bosques.

4. Funciones y Servicios de los Ecosistemas

Los ecosistemas con integridad ecológica y resilientes, contribuyen al bienestar hu-


mano mediante la generación de una amplia variedad de funciones de los ecosistemas, las
cuales son definidas como la capacidad que tienen los ecosistemas de proveer servicios
que satisfagan a la sociedad (De Groot et al. 2002). Los servicios de los ecosistemas, a su
vez, se definen como los “beneficios obtenidos de los ecosistemas por los seres humanos,
que contribuyen tanto a hacer la vida posible como a que ésta merezca la pena” (Díaz et
al., 2006), o lo que es lo mismo, contribuyen a que la vida sea posible y digna de ser vivida.
Estos conceptos se basan en la idea de que la contribución que los ecosistemas hacen al
bienestar humano, mediante el mantenimiento de sus funciones capaces de generar un
flujo de servicios, debe ser mejor conocida y valorada por la sociedad.
Los ecosistemas, por lo tanto, constituyen un capital natural que es necesario conservar
para disponer de funciones y servicios como la regulación del clima, fijación de carbono,
fertilidad del suelo, polinización, filtración de contaminantes, provisión de agua limpia,
control de las inundaciones, ocio y valores estéticos y espirituales (Daily 1997). Estas fun-
ciones y servicios de los ecosistemas tienen consecuencias en la prosperidad de la socie-
dad humana, y no sólo en su economía, sino también en la salud, las relaciones sociales,
libertades o la seguridad (Millenium Ecosystem Assessment 2005).
La aproximación a la naturaleza desde las funciones y los servicios de los ecosistemas
viene dada desde una perspectiva antropocéntrica, que sin embargo, puede ayudar a la
conservación de la naturaleza ya que es útil tanto para científicos como para gestores, por
su aplicación en temas relacionados con la gestión de recursos (Reid, 2006), y dado su
enorme potencial de involucrar a distintos actores sociales.
Los ecosistemas forestales del País Vasco aportan un elevado y variado número de be-
neficios a sus habitantes. De nuestros bosques obtenemos desde los beneficios más tan-
gibles (como pueden ser la obtención de madera, el aprovechamiento de la leña en los
caseríos para generar calor, o la recolección de setas) hasta los más intangibles (disfrute
del paisaje, senderismo, o regulación del clima).
En la tabla que se muestra a continuación se presentan de forma resumida, las princi-
pales funciones y servicios de los ecosistemas forestales de Euskadi y de Bizkaia en par-
ticular, con algunos ejemplos:
30 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Servicios de abastecimiento
-Alimento:
•Recolección de frutos silvestres (moras,
castañas, nueces, avellanas, endrinas para hacer
pacharán)
•Recolección de setas (tradición muy extendida
en el País Vasco)
•Caza (Perdices, faisanes, ciervos, corzos, ja-
balíes, entre otros)
•Pasto para ganado
•Apicultura (miel)
-Madera (servicio potenciado en la actualidad:
elaboración de papel, palets, mobiliario, export- Fotografía: Jon Fernández Pérez
ación de madera, etc).
-Combustibles vegetales (la leña es utilizada en
muchos caseríos)
-Medicinas procedentes de plantas (hipérico,
hierbabuena, romero)
-Materiales para artesanía y ornamentación

Servicios de regulación
-Regulación del clima local
-Calidad del aire
-Regulación hídrica
-Retención de suelo / control de la erosión (espe-
cialmente importante en zonas de gran pendiente,
muy frecuentes en Bizkaia debido a su orografía).
-Protección frente a perturbaciones (tormentas,
incendios, inundaciones, riadas, sequía)
-Control de plagas
-Biodiversidad (además de su valor intrínsico,
sirve de soporte para otros muchos servicios) Fotografía: Jon Fernández Pérez

Servicios culturales
-Sentido y valores espirituales asociados al lugar
(personajes mitológicos como Mari o Basajaun)
-Artísticos (bosque de Oma)
-Ocio, turismo naturaleza, relajación y disfrute
-Estéticos (valor paisajístico)
-Educativos y científicos
-Sentido de lugar o de pertenencia (árbol de
Gernika)
-Conocimiento tradicional (plantas medicinales,
bosques trasmochos)
Fotografía: Asier Larrazabal Ugalde

Tabla 2. Funciones y servicios de los ecosistemas forestales de Euskadi y de Bizkaia en particular.

Cuanto menos agresiva es la acción del ser humano sobre los sistemas forestales y estos
mayor biodiversidad albergan, mayor potencial tienen de ofrecer servicios de regulación,
así como de abastecimiento y culturales. Por ello, cuanto más natural sea un sistema for-
estal, mayor capacidad tendrá de proporcionar múltiples servicios. Sin embargo, una plan-
tación forestal debidamente gestionada en base a criterios de sostenibilidad (como pueden
Igone Palacios 31

ser: evitar el uso de maquinaria pesada, mantener algunos árboles viejos, evitar retirar la
madera muerta, respetar la biodiversidad, no revolver en exceso el suelo para permitir que
se mantengan las micórrizas, llevar a cabo plantaciones mixtas), puede llegar a cumplir
importantes servicios de regulación, así como culturales, además de los de abastecimiento
propiamente dichos.
En este sentido, destacar que si en Bizkaia aumentase la cantidad y la calidad de bosques
seminaturales y/o se redujesen las practicas agresivas de gestión, muchos de los servicios
mostrados en la tabla 2 cobrarían mayor importancia en el territorio (producción de miel,
recolección de frutos silvestres, uso medicinal de plantas silvestres) e incluso otros que
en la actualidad no se dan podrían llegar a desarrollarse e adquirir cierta relevancia (por
ejemplo, cultivo de trufas o utilización del humus del bosque como fertilizante).
En lo relativo a mitigar los efectos del cambio climático, señalar que a menudo se de-
fiende que al tener las plantaciones de turno corto una tasa de crecimiento rápido, fijan
una elevada cantidad de carbono de la atmósfera en forma de biomasa. Sin embargo, en
los cómputos de fijación de carbono se debería de tener en cuenta el ciclo total del car-
bono, atendiendo al cómputo total de carbono fijado y emitido durante las labores silví-
colas, así como al origen final de esa madera (no siendo lo mismo que se dedique a un
producto de vida larga, como puede ser un mueble, o a un palet para construcción que
previsiblemente va a ser quemado tras su uso). Es decir, hay que ser conscientes de que
el stock (almacenamiento o retención) de carbono es muy diferente al flujo del mismo,
que tan pronto es fijado, puede volver a la atmósfera. Por lo tanto, a la hora de elegir qué
tipo de plantación primar en base al criterio de la regulación del carbono, las valoraciones
deben de ser realizadas con un prisma amplio e integral. Si nos inclinamos por primar el
stock o retención del carbono, tendremos que tener en cuenta el hecho de que la densidad
del roble o del haya es mayor que la de la conífera, por lo que en el mismo volumen ten-
dríamos mayor fijación de carbono.
Señalar finalmente, que la mayoría de servicios que proporcionan los ecosistemas
forestales vizcaínos se aprovechan localmente; pero que sin embargo, la población viz-
caína además de hacer uso de los servicios de los ecosistemas de su propio territorio, hace
uso de servicios ecosistemas de otros territorios, sean cercanos como lejanos. Muestra de
esto es que la Huella Ecológica del territorio de Bizkaia es de 4,84 ha/pers, mientras que
su biocapacidad es de 1ha/pers, por lo que la población vizcaína utiliza 3,8 veces más te-
rritorio del que dispone (EEMBIZKAIA, 2010). Al depender de recursos de otros países y
regiones, se reduce la disponibilidad de éstos en sus territorios de origen, disminuyendo
las opciones de desarrollo de sus poblaciones.

5. Búsqueda Conjunta de Soluciones Positivas

A la vista del periodo de cambios ante el que nos enfrentamos, destaca el hecho de que
Euskadi (así como Bizkaia, a pesar de ser la provincia más poblada) tienen un elevado
potencial para garantizar el mantenimiento de los servicios de sus ecosistemas forestales,
donde la Administración puede cumplir un papel relevante.
El momento actual es clave para el sector forestal vasco, ya que requiere de una profun-
da reflexión y transformación. Por lo tanto, las decisiones actuales sobre el camino a fo-
mentar desde los distintos ámbitos de incidencia en el sector (forestalistas, universidades
y centros de investigación, Administración pública, ciudadanía), determinarán el sentido
de esa transformación, cuestión que se encuentra actualmente en el centro del debate. Por
32 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

ello, y puesto que en los socio-ecosistemas forestales vascos hay diferentes opiniones e
intereses encontrados, es importante fomentar procesos de gestión democrática y partici-
pativa que ayuden en la búsqueda conjunta de soluciones positivas (win-win solutions).
Para mitigar los efectos del cambio climático (y en definitiva del cambio global) desde el
ámbito del País Vasco, por lo tanto, es importante, por un lado, buscar nuevas formas de
gestión de los socio-ecosistemas forestales locales que involucrando a diferentes actores
sociales, permita mantener la multifuncionalidad de los ecosistemas y además, reconfigu-
rar las relaciones entre el ámbito rural y el urbano. Por otro lado, es esencial hacer visibles
las interrelaciones existentes entre la conservación de la naturaleza, el bienestar humano y
la justicia social, tanto a escala local como global, potenciando con todo ello procesos en
red de cooperación multidireccional e interdisciplinares.

Agradecimientos

A Miren Onaindia, por todo su apoyo, confianza y enseñanza constante. A la Diputación


Foral de Bizkaia y, en especial, al Departamento de Medio Ambiente y a todos los políticos
y técnicos que participan en el proyecto de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en
Bizkaia (con especial mención a Iosu Madariaga y Xabier Arana por todo su apoyo y tra-
bajo); A Izaskun Casado, Gloria Rodríguez, Ibone Amezaga y todo el equipo de trabajo de
la UPV/EHU involucrado en el proyecto. Al equipo del Laboratorio de Socio-Ecosistemas
de la Universidad Autónoma de Madrid, a Aitana y Nekane Viota de UNESCO Etxea, y a
todas las personas que han participado en los talleres sobre las masas forestales de Bizkaia.

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Reid W.B. (2006): “Nature: the many benefits of ecosystem services”, Nature 443,749.

NOTAS

1 Los socio-ecosistemas o sistemas socio-ecológicos son aquellos que integran la perspectiva ecológica,
socio-cultural y económica, o lo que es lo mismo, el ser humano en la naturaleza (Anderies et al. 2004).
THREATS AND CHALLENGES TO THE CONGO BASIN: THE CASE OF CA-
MEROON

MARC PARREN

1. Introduction

TheDRCongo Basin covers six countries Cameroon, Central African Republic (CAR),
Congo, Equatorial Guinea and Republic of Congo with a total area of just
over 4 million km2. In 2005 the total human population was estimated at around 86 mil-
lion inhabitants and it should reach 99 million by the year 2010. DR Congo and CAR are
amongst the poorest countries in the world while they contain about 73% of the human
population of the sub-region. Cameroon and the Republic of Congo belong to the lower
middle income countries, while Gabon is classified as a higher middle income country
and Equatorial Guinea even as high income country. However, in the latter two countries
only 2% of the human population of the sub-region are confined. The majority of the
population lives from shifting cultivation to survive and uses the forests as a resource to
expand its living space and to collect forest produce as a source for food and fuelwood (de
Wasseige et al. 2009).
The main rain forest area in Africa is the Guineo-Congolian region that extends from
Senegal to western Kenya and northern Angola (White 1979). Although the rain forests
in this region are generally less diverse than those in the Neotropics and Indo-Malaysia
(Huston 1994), they are estimated to house more than half of Africa’s species (Sayer et al.
1992). For example, the region holds some 84% of the primate species, 68% of the pas-
serine bird species and 66% of the butterfly species found in Africa (Crowe & Crowe 1982,
Carcasson 1964, Sayer et al. 1992). In addition, an estimated 8 000 plant species are found
in the Guineo-Congolian region (Sayer et al. 1992). Some 41% of the total area of Central
Africa, or 162 million ha (2008 figures), is still covered by closed forest formations and
accordingly the Congo Basin forms the second largest forest block in the world, after the
Amazon Basin. They rank among the top conservation priority areas in the world (Davis
et al. 1994, Myers et al. 2000). While the characteristics and functioning of the African
rain forests are still poorly understood, they are increasingly subject to large-scale degra-
dation, fragmentation and deforestation (Sayer et al. 1992, Archard et al. 2002, de Was-
seige et al. 2009). In Central Africa, an estimated 0.16% of the rain forests are deforested
annually (1990-2000), mainly for agricultural purposes (de Wasseige et al. 2009) while
logging operations are estimated to affect another 0.7% (Laurance 1999). The annual fo-
rest loss for West and Central Africa over the period 2000-2005 was approximately 1.5
million ha (FAO 2007). With the steady decline in forest cover in the region, secondary
forests are be-coming increasingly important landscape elements. Central African forests
play a prominent role in conservation schemes aimed at the protection of global biodiver-
sity (Myers et al. 2000). Some 14% of the rain forests in the area or over 57 million ha are
presently protected by law of which almost 19 million ha with the national park status (de
Wasseige et al. 2009). Outside protected areas, human land use activities affect the rain
forest species by modifying and degrading their habitat.
36 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

For the present distribution and composition of African rain forests, the most impor-
tant historical large-scale disturbances were arguably the periods of severe aridity and low
temperatures during the last 40 000 years (Bonnefille et al. 1990, Sosef 1994, Ngomanda et
al. 2009). These periods, coinciding more or less with the glacial periods, resulted in strong
temporary reductions of the rain forest cover. At the height of the last glacial maximum
some 18 000 years ago, it has been hypothesised that only a few isolated rain forest frag-
ments (‘refugia’) remained, surrounded by savannah vegetation (Haffer 1969). During the
inter-glacials, the climatic conditions for rain forest species was generally more favourable
and resulted in the expansion of the rain forest cover. The repeated expansion and retrac-
tion of the rain forest cover has been hypothesised to explain the current distribution
patterns of slow dispersers and endemic species (Haffer 1969, Sosef 1994). Areas with
large numbers of endemics (i.e. species with small geographic distributions) are found in
Sierra Leone -Liberia, Côte d’Ivoire - Ghana, Cameroon – Gabon and the eastern part of
the Democratic Republic of Congo (former Zaire). While there is general agreement on
their approximate location, the processes that lead to high species accumulation in these
areas are much debated (e.g. Aubréville 1962, Maley 1991, Sosef 1994, Fjeldså and Lovett
1997). At present large-scale disturbances such as hurricanes, landslides, volcanic activ-
ity and large river dynamics, are very rare in large parts of the African rain forest biome
(Olivry 1986, Jans et al. 1993). The main natural disturbances in most African forests are
canopy opening by tree and branch falls. Such natural gaps are generally relatively small.
In African forests high diversity may be cultural artefacts as well created by Bantu migra-
tion over previous centuries (Laburthe-Tolra 1981, Schwartz 1992, Oslisly 2001). Present-
day biodiversity may exist in West- and Central Africa not in spite of human habitation,
but because of it (White and Oates 1999, Mbida Mindzie et al. 2001). Numerous stone age
and iron age human settlements have been discovered below extensive areas of rain forest
vegetation in West and Central Africa in the form of finds such as pottery, charcoal, oil
palm (Elaeis guineensis) kernels used as food source, and iron furnaces. Widespread and
significant human impact on African forests is noted (Schwartz 1992, White et al. 1996,
White and Oates 1999, Kahlheber et al. 2009). The exact nature of human impact may vary
between areas of the African rain forest, but what becomes very obvious is that many of
the timber species which are often dominant in the upper canopy are long-lived pioneers
who required much light during most stages of their life cycle.

2. Cameroon and its forests

Cameroon lies between latitudes 2° and 13°N and between longitudes 8° and 16°E and
covers an area of 475,440 km2. It is bound to the south by Equatorial Guinea, Gabon and
Congo, to the north by Chad, to the east by the Central African Republic and to the west
by Nigeria and the Atlantic Ocean. The coastal plain decreases in width from 100 km in
the north to 30 km in the south and hills rise abruptly from this plain to a vast plateau
block (500-1 000 m above sea level). A mountain ridge, oriented south-west to north-east,
continues inland from the oceanic volcanic ridge, extends along the north-western side
of the interior plateau, along the Nigeria border and then east across the country in the
Massif de I’Adamaoua. The highest point in Cameroon, which is part of the ridge, is Mt
Cameroon (4 095 m). Drainage is very complex, with nine major river basins. The largest
river in Cameroon, the Sanaga, drains much of the central highland region before reach-
ing the sea at a delta on the Bight of Biafra.
Marc Parren 37

Many of Cameroon’s forests are subject to an equatorial climate with four seasons per
year (a long and a short dry season and a long and short rainy season), but the coastal and
montane forests tend to have an anomalous climate with only two seasons (a long wet sea-
son and a short, albeit often severe, dry season). Most of the coastal plain has more than 4
000 mm of precipitation annually and at Debundscha, at the foot of Mt Cameroon, rainfall
regularly exceeds 10 000 mm. Mountains receive more rain than lowlands at similar lati-
tudes so that montane forest islands are often surrounded by relatively dry savanna. The
first attempt to classify the vegetation types of Cameroon was made by Letouzey (1968,
1985). Who adopted the phyto-geographical approach to map the vegetation of Cameroon
at a scale of 1: 500 000. These maps were based on aerial photos taken during the 1960s
with ground checking and descriptive observations during field trips in various parts of
Cameroon. Cameroon contains moist forest of two of Africa’s four major biogeographical
regions: the Afromontane and the Guineo-Congolian (White 1979). The Afromontane
region comprises two major domains, Afro-subalpine grassland and montane forest, both
of very limited extent. The Guineo-Congolian region, which includes submontane forest
and extensive dense, humid, evergreen forest as well as semi-deciduous forest of middle
and lower elevations, covers a total of 168 761 km2, or 36.2 per cent of the land area of the
country (Cerutti et al. 2009).
The montane forest is evergreen, and there are few lianas and covers about 177 km2.
The understorey tends to be open and lichens and mosses are common. Five species of
tree characterise the montane zone: Nuxia congesta, Podocarpus latifolius, Prunus afri-
canus, Rapanea melanophloeos and Syzygium staudtii. While levels of endemism are fairly
high, species diversity is low. It seems likely that this phenomenon may correlate with the
severe reduction in the area of the forest which occurred during dry climatic periods. The
submontane forest zone is found between 800 and 2 200 m in the south of the country
and from 1 200 to 1 800 m in the north and covers about 2 705 km2. It is characterised
by floral uniformity and an abundance of plants of the family Guttiferae. At lower alti-
tudes, the species structure of the forest is similar to that of the adjacent lowland forests,
as elevation increases the epiphytic flora, principally orchids and mosses, increases and
tree species not found in lowland forests (e.g. Erythrococca hispida, Prunus africanus and
Xylopia africana) begin to appear. The submontane forests are very poorly known biologi-
cally compared to both the lowland and montane types. Medium and low altitude forests
are found from sea level to 800 m in the south and from sea level to 1200 m in the north
of Cameroon. Within this domain, the dense, humid, semi-deciduous forest is often frag-
mented and it is seriously endangered by brush fires set during the dry season. This forest
type covers around 40 000 km2 or about 8.6 per cent of national land. The dense humid
evergreen forest covers about 27.5 per cent (128 000 km2) of the country’s land area and
is made up of two principal zones: evergreen Cameroon-Congolese forest and evergreen
Atlantic forest.
The evergreen Cameroon-Congolese zone of medium altitude forest covers about 81
000 km2 or 17.4 per cent of the national land. The floristic diversity of this zone tends to
be lower than that of the Atlantic coastal forests. Principal affinities are with the Congo
basin forests with such species as Lannea welwitschii, Cleistopholis patens, Xylopia staudtii,
Bombax buonopozense, Cordia platythyrsa, Swartzia fistuloides, Irvingia grandifolia and
Entandrophragma utile. With the notable exception of Gilbertiodendron dewevrei this fo-
rest, unlike parts of the Atlantic zone, is not characterised by gregarious Caesalpiniaceae.
Associations found within this zone include the swamp forests of the Upper Nyong
38 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

with Sterculia subviolacea and Macaranga spp., swamp forests with Phoenix reclinata and
Raphia newbultorum and flooded forests with Guibourtia demeusei.
The evergreen Atlantic zone of the low and medium altitude forest covers about 47 000
km2 or 10.1 per cent of national land. The floristic diversity here is very high and there is
marked endemism. Tchouto (2004) found in the Campo Ma’an area on the border with
Equatorial Guinea 114 narrow endemics (or 5% of total diversity) including Beilschmie-
dia cuspida, Monodora zenkeri, and Petchia africana. Moreover he noted that 540 species
(23% of total diversity) were endemic to the Lower Guinea centre of endemism, 1 123 spe-
cies (49%) were Guinea-Congolian endemics and 105 species (5%) were Guinea endemics
as described by White (1979). This zone is the centre of diversity for various plant taxa
including the genera Cola, Diospyros, Garcinia and Dorstenia. The forest shares species
with the Ituri forest of eastern D.R. Congo (e.g. Diospyros gracilescens), with the forests of
the Congo basin (e.g. Oubanguia alata, Afzelia bipindensis and Enantia chlorantha) and
with those of Upper Guinea (e.g. Diospyros kamerunensis and D. piscatoria). These species
shared with other regions are evidence of past connections between the forests. The flora
has affinities with the forests of South America. For instance, the trees Erismadelphus exsul
and Sacoglottis gabonensis belong to families poorly represented in Africa, but which are
abundant in South America. Andira inermis, which has a very local distribution in this
forest zone, is another species that is also found in South America.
Cameroon’s vascular plant species diversity with 7 850 species, including 100 endemic
species, is high considering its surface. Some 815 of the vascular plant species or 10.4% of
the total are considered to be threatened according to the IUCN criteria and form part of
Cameroon’s Red Data book (Onana and Cheek 2011). The South West Region bordering
Nigeria has the greatest concentration of threatened species in Cameroon and is also the
most species rich area with more than 2 300 species concentrated in Korup National Park
(Thomas et al. 2003), Mt. Cameroon, Mt. Kupe and the Bakossi Mountains (Cheek et al.
2004). Another hotspot is located near Bipindi and the Ngovayang Massif in the South
Region bordering Equatorial Guinea. Major threats to the rain forests, and to rare plants,
have been forest clearance for agriculture and timber.

3. Cameroon’s economy and the timber sector

Cameroon had, in 1990, a population of 11.1 million people while in 2010 it had in-
creased to 19.4 million, which at an annual growth rate of 2.6% implies it will double in
less than 25 years (Anon. 2010). Fifty per cent of the people are of working age (15-64),
while most of the rest are below it. Before 1977, the economy of Cameroon was based
principally on agriculture. The major exports were cocoa, coffee, timber, cotton, rubber,
palm oil, bananas, tobacco and tea. Conversion of c. 0.5 million ha of moist forests to
smallholder coffee and cocoa plantations from the 1950s to the 1970s resulted in rela-
tively equitable economic growth, averaging 3 to 4% per annum. By 1980, petroleum had
become the country’s primary export and in 1985 production peaked, bringing in US$ 1
617 million. However, by 1987 this income was more than halved to US$ 783 million. At
the same time the strength of agriculture was maintained and three quarters of the work-
ing population were engaged in this sector. With the exception of rubber and palm oil,
peasant farmers dominate agricultural export production. In more recent years, timber
exploitation has overtaken coffee and cocoa production as the most important economic
activity in the moist forests contributing 4.8% to the GDP of the country (2004 figures).
Marc Parren 39

Cameroon is now the leading African exporter of tropical timbers, with over $460 million
in annual export sales (Topa et al. 2009).
What made Cameroon to become the principal timber exporting country of Africa by
1999? In the tropics, commercial logging on a significant scale dates back to the end of the
nineteenth century. Since then, deforestation of unprotected forests in densely populated
West African countries (Nigeria, Ghana and the Côte d’Ivoire) has been almost complete.
The permanent forest estate (both timber production reserves and conservation areas) is
the last stronghold of forests in these countries. The actual allowable annual yield in each
of these countries equals approximately 1 million m3, a sharp drop compared to previous
figures of up to 6 million m3 (Martin 1989, Parren and de Graaf 1995). By the end of the
1980s Cameroon, located transitionally between west and central Africa, was still covered
by about 17 million ha of tropical moist forest or about 70% of the original moist forest
zone. When in the early 1990s the timber crises first appeared in these West African coun-
tries, an upsurge of logging activities could be seen in the Congo Basin, and Cameroon
more specifically. So what made Cameroon to fare better than other timber producers:
(1) the timber crisis in countries like Ghana and Côte d’Ivoire, which supplied the same
species, (2) the vast concessions (Cameroon, max. 200 000 ha) of unlogged forests still a-
ccessible in the Congo Basin, (3) the devaluation of the CFA Franc in 1994, (4) the increas-
ing demand for African timber in Asia at the time, and (5) Cameroon’s national policy to
become the principal timber exporter of Africa.
Cameroon’s production level in the late 1990s reached c. 3 million m3. Some two thirds
of this total production was exported as roundwood and over half to the Asian markets
(Eba’a Atyi 2000). The formal roundwood production has declined over time to just 2.2
million m3 in 2007, mainly consisting of Ayous (Triplochiton scleroxylon), Azobe (Lophira
alata), Iroko (Milicia excelsa), Sapelli (Entandrophragma cylindricum), and Tali (Eryth-
rophleum ivorense). However the big difference is that almost 75% is now locally processed
(de Wasseige et al. 2009). In addition, some 2.1 million m3 roundwood equivalents are
felled by small-scale operators without license (informal sector) to serve principally the
local market with cheap lumber. So the real production figure for Cameroon is some-
where close to 4.3 million m3 (Cerutti and Lescuyer 2011). The forest sector is nowadays
the second largest source of export revenue after petroleum, accounting for 26% of non-
petroleum exports in 2004. In addition the forest sector provides up to 13 000 formal and
perhaps 150 000 informal jobs and accordingly is Cameroon’s largest employer outside the
public sector.

4. Forest policy and management

Cameroon’s rain forest cover extends over 22.5 million ha of which only 40% which
are not affected by agriculture. Not only can the Cameroonian forests be characterised by
its high biological complexity but also by a notable presence of indigenous populations of
Baka (pygmies) and Bantu who live in and from these forests. The two most widespread
land uses in Central Africa are selective logging and shifting cultivation. Selective logging
entails the felling and extraction of a small number of large individuals of a few commer-
cial tree species. The proportion of the area that is physically affected by the logging opera-
tions depends on the logging intensity. In Cameroon, on average 0.7 trees are exploited
per hectare, which causes damage to 5% of the area (Jonkers and van Leersum 2000).
Logging gaps are generally larger than natural gaps (< ca. 100 m2, Jans et al. 1993), i.e. ca.
40 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

550 m2 (Parren and Bongers 2001). Shifting cultivation is a traditional form of agriculture
in which forest patches (generally 0.5 – 1.5 ha) are cleared, burned and interplanted with
a variety of crops (Nounamou and Yemefack 2002). Depending on soil productivity, the
tending and harvesting gradually stops after 2-3 years and the land is generally left fallow
for more than 10 years. With adequate recovery periods, shifting cultivation is generally a
sustainable form of land use (Nounamou and Yemefack 2002).
Cameroon has progressively adopted modern legislation integrating the notion of sus-
tainable forest management in the 1990s ever since the Earth Summit of 1992 that took
place in Rio de Janeiro, Brasil. The government’s strategy for forest use is laid down in
the 1994 Forest Law and has subsequently been elaborated in the Forest and Environ-
mental Sector Plan. Cameroon’s forest sector strategy gives priority to poverty reduction
as formulated in the Poverty Reduction Strategy Paper, which in turn is linked to the
Millennium Development Goals. The 1994 Forest Law had as major innovations the crea-
tion of council forests and community forests, as well as an annual area tax to be paid by
concessionaires. We will next discuss the three pillars of commercial forest exploitation
which demand a management plan and are oriented towards (1) industrial concession-
aires which operate at Forest Management Unit level, which in French are called Unité
Forestière d’Aménagement (UFA), and at a mere decentralised level they focus on (2)
council forests and (3) community forests. The former two belong to the permanent forest
estate while the latter does not and could in principle be converted into other land uses.
During the 1990s a national land use planning exercise aimed to reserve 30% of the na-
tional territory as permanent forest estate of which some 9 million ha of rain forest (Côté
1993). This is possible since the government abolished customary land tenure in 1974 and
became the ‘keeper’ and ‘manager’ of all land held under such tenure (Karsenty 2010). The
local population responded to this ‘nationalisation’ of customary land by clearing as much
forested land as they could to prove their occupancy of the lands and prevent allocation
for industrial timber concessions. In total 7.2 million ha are designated timber production
areas and 5 million of these are handed out as concessions.
Industrial timber concessions are attributed by a kind of bidding procedure which an
inter-ministerial commission is delegated to oversee. A single concessionaire is not a-
llowed to hold Forest Management Units (in French UFAs) surpassing 200 000 ha. When
an UFA is attributed temporarily the holder has to compile a management plan based on
sustainability principles within the next three years and which has to be endorsed by the
forest administration. Concessions last 15 years and are renewable (Cerutti et al. 2009).
The main taxes to be paid are the annual area tax or in French redevance forestière a-
nnuelle (RFA), as well as a stumpage fee for every cubic meter harvested. At least 70%
of the roundwood harvested should be locally processed and the rest of the logs can be
exported as such. All logs exported above this level of 30% is progressively heavier taxed.
The RFA is a kind of eco-tax of which 50% goes to the State, 40% to the councils and 10%
to the local communities surrounding the UFA. These form considerable amounts that
are entering the local economy and constitute a large proportion of the municipalities or
council budgets for their functioning and development.
Almost 4.5 million ha of industrial timber concessions are currently certified in Cen-
tral Africa, which according to Karsenty (2010) can largely be contributed by improved
workers’ conditions and the focus on the social agenda. In Cameroon almost 1 million ha
is now certified mainly during the last two years (see Table 1). All these certified conces-
sions have a largely European ownership and capital and have invested large sums to attain
Marc Parren 41

the required management plan which has been audited and certified by FSC. However,
since the global financial crisis of 2008-2010 a number of these European investors were
no longer able to able to recover these investment and even made a loss and were forced
to sell their companies. This is the case for the Danish DHL group which sold CIB in
northern Congo and CFA in Gabon to the Singapore based firm Olam International in
2010. The same happened with Leroy-Gabon in 2009 which was sold to Chinese interests.
The price premium for certified timber, which can be estimated at 15-25%, do under the
economic crises not outweigh all the additional costs involved. Asian companies can be
seen taking up an ever larger share of the timber business in Central Africa and it is still
too early to evaluate this new trend.

Table. 1 FSC certified concessions (UFA) in Cameroon as per April 2011

Company UFA Surface Date


Wijma UFA 09021 41.965 ha 08/12/05
UFA 09024 55.078 ha 03/07/07
TRC UFA 00004 125.490 ha 12/02/08
Pallisco UFA 341.708 ha 09/10/08
01030/31/39/41/42/43
SFIL - Decolvenaere UFA 10052 69.008 ha 19/01/10
CAFECO - Wijma UFA 11005 71.815 ha 19/03/10
SFID – Groupe Rogier UFA 10038/40/54/56 285.902 ha 03/02/11
990.966 ha

In Cameroon, decentralisation of forest management authority has proceeded to an


advanced degree. Community forests in Cameroon have been operating since 1997, with
numbers of new community forests established reaching a peak around 2004. At the end
of 2010 some 457 community forests are now at some stage in the application and a-
pproval process, of which 291 with an approved simple management plan (Cuny in press).
The same applies for council forests of which some 34 are at different stages of the required
process to be followed. These community and council forests are situated in diverse eco-
logical, political, economic and institutional landscapes, although between almost all are
confined to the lowland forest zone with timber exploitation as their major objective.
At the level of municipalities or councils the law gives them the right to create council
forests. At the moment only 11 councils have succeeded to get their forests gazetted as
such, actually six are even at the stage to extract timber according to a harvesting plan. To
qualify several steps have to be taken such the compilation of (1) a management plan, (2)
an environmental impact assessment and (3) a socio-economic study. However, the coun-
cils often face financial restrains and administrative hurdles that slow down and prolong
the procedure. For a good number of these municipalities or councils the timber produc-
tion in their council forest forms indispensable revenue for their functioning and to attain
the development goals proposed in the council development plan. An important local ins-
titution with legal responsibility in the management of council forest is the Village Forest
Management Committee (VFMC), whose composition, responsibilities and management
42 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

are clearly spelt out in an Act of the Ministry of Forests of 1999. However, an important
hurdle that still needs more attention is to determine responsibilities and how benefits are
shared. As for the latter a revenue distribution scheme for the rational usage of generated
income should take into account the following aspects: (1) equal revenue sharing between
the management partners (council and villages), (2) revenue allocation following priority
needs of each of the villages according to a village development plan, (3) revenue alloca-
tion following the council’s overall developmental priority needs (the whole council area),
(4) there should be a portion of the revenue allocated for operational cost of the council
forest management and should by far be less than the investment budget (Ngoma & Tatah
2008).
A community forest forms part of the non-permanent forest estate (agro-forestry zone)
in which the village community and the forest administration sign a management agree-
ment. The management of this forest, which is not to surpass 5 000 ha, is effected with the
technical assistance of the forest administration. The objectives are (i) to create employ-
ment and generate revenue in rural areas, (ii) improve living conditions of the population,
(iii) to manage sustainable the forest taking into account the basic needs of the rural com-
munities. It also aimed to enhance the access by rural communities to the forest resources,
to generate revenue which was almost absent at that level and to empower the develop-
ment by rural communities. To qualify several steps have to be taken, first a process of sen-
sitization has to take place and the boundaries of the forest to set apart have to be decided
upon. Next a simple management plan has to be compiled as well as an environmental
impact study to be conducted under the supervision of the forestry administration. This
would allow for temporary exploitation until the definitive convention of 25 years would
be signed. Almost 1 million ha of community forests have a simple management plan and
some 677 000 ha are already managed by 182 communities engaged in the extraction of
timber and non-timber forest products.
One of the most important services provided by rainforests for local people is wildlife
as an extractable resource. However, the first to suffer from high human pressure is forest
wildlife (Wilkie and Carpenter 1999, Robinson and Bennet 2004). Wildlife is a free com-
modity that is exploited in a ravaging way, hardly ever with any regulation to guarantee a
long-term sustainable yield. Animals caught in the forest (hereafter called bushmeat) do
not only provide local households with food, but are also traded with urban centres some-
times far away. The bushmeat trade from the forest interior to large urban settlements,
sometimes far away, is huge and difficult to control (Milner-Gulland and Clayton 2000,
Cowlishaw et al. 2005, Crookes et al. 2005). It is estimated that approximately 5 million
tons of bushmeat is harvested annually in the Congo basin alone (Fa et al. 2002), or on
average 645 kg of bushmeat per km2 per year (range 50-897 kg, Wilkie and Carpenter
1999). For the Amazon basin this is far less: 0.15 million tons annually. Fa et al. (2002)
calculated that Congo basin mammals should produce 93% of their total biomass annu-
ally to balance extraction rates, while this is only 4% for the Amazon. Harvest rates in the
Congo basin surpass by far the suggested sustainable harvest rate of 20% of the production
of long-lived species (production is immigration and reproduction, minus emigration and
deaths, Robinson and Redford 1991). Hunting often accompanies logging companies in
the forest interior (Auzel and Wilkie 2000, Putz et al. 2001). During extractive exploitation
hunters provide the labour force and their families with meat. Professional hunters follow
these labourers into the forests and apart from providing the local people with meat, also
transport large amounts of bushmeat to cities (Wilkie et al. 2000). When logging exploita-
Marc Parren 43

tion has ceased, more people turn to hunting as a source of income, increasing the pres-
sure on wildlife. Alternatives for bushmeat are scarce and underdeveloped (Fa et al. 2003),
or have a direct effect on the level of bushmeat exploitation (e.g., decline in fish supply
increases bushmeat consumption: Brashares et al. 2004).

5. Conclusions

By and large a poor nation, Cameroon has little choice but to develop its forest resour-
ces. From the standpoint of government policy, the critical question is whether Came-
roon’s rain forests will be turned into sustainable agricultural and forestry production sys-
tems or ‘mined’ into a state of degraded vegetation as can be seen in West African timber
producing countries such as Côte d’Ivoire and Ghana. Natural resources, such as timber,
minerals and wildlife are often exploited far above sustainable levels by national and in-
ternational operators. What is very encouraging though is that a major strive is made for
sustainable forest management by certification schemes with already almost 1 million ha
certified. Another major achievement is the 15 years of experience with decentralisation
of forests exploitation as community or council forests. Even though the experiences are
not perfect it means empowerment of local communities and a reverse of the claim made
in the 1970s of all ‘vacant land without a master’ to belong to the State. This decentrali-
sation process could slow down the deforestation process and even lead to more locally
driven development if well guided and supported. It is a phenomenon which demands no
short term solutions but rather a policy of long perspective and support. With its unique
flora and fauna biodiversity conservation will demand a major effort at fine, medium and
large grained levels. The major concern is that at the increased rate at which wildlife is
killed at the moment they will end up as bushmeat and might lead in the coming years to
a ‘silenced’ forest where the cries of major fauna elements will be something of the past.

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“LA SELVA ZOQUE”. LA GRAN SELVA IGNORADA DE MÉXICO Y SU IMPOR-
TANCIA EN LA CONSERVACIÓN DE LOS MAMÍFEROS

IVÁN LIRA, CARLOS GALINDO & MIGUEL BRIONES

Resumen

La Selva Zoque en el sureste de México contiene una de las coberturas forestales más grandes
y mejor conservadas de Mesoamérica. Con poco más de un millón de hectáreas, su territo-
rio abarca municipios en los estados de Veracruz, Oaxaca y Chiapas, México. No obstante,
debido a la complejidad de la tenencia de la tierra, problemas agrarios y colonización, las
propuestas que han sugerido el establecimiento de grandes Reservas de la Biósfera en esta
región han fracasado, siendo a su vez ignorada por la Legislación Mexicana. El presente
capitulo documenta una lista actualizada de los mamíferos de la Selva Zoque; población de
vertebrados más afectadas, analizando el estado de riesgo que presentan algunas especies
de acuerdo a las leyes Mexicanas e internacionales, y evaluando el uso que las comunidades
indígenas les dan.

1. Introducción

LaChiapas,
Selva Zoque, que incluye la Sierra Atravesada en Oaxaca hasta la Sierra Madre de
es considerada la segunda mayor extensión de selvas y bosques bien con-
servados al norte de Mesoamérica. Localizada en el Istmo de Tehuantepec, al oriente de
Oaxaca, en los Municipios de Santa María y San Miguel Chimalapa, así como en las comu-
nidades de la región de Nizanda; Santiago Laollaga, Ciudad Ixtepec, Chivela, La Ventosa,
Lázaro Cárdenas, La Venta, y Santo Domingo Ingenio, abarca áreas también en los estados
de Veracruz (Uxpanapa) y Chiapas (Reserva de la Biosfera Selva El Ocote) (Caballero
2000, Aparicio 2001).Esta región, ha sido considerada como un refugio pleistocénico, ya
que no sufrió cambios dramáticos durante la época de enfriamiento de la tierra hace miles
de años. Debido a esto, se considera que tiene un elevado índice de endemismos, y es
considerada como un centro de diversidad de plantas (Wendt 1989, Gobierno del Estado
de Oaxaca 1990, Pérez – García et al. 2010). No obstante, no se encuentra protegida por la
Legislación Mexicana (Chimalapas y Uxpanapa).
Actualmente los procesos de deforestación, conflictos agrarios, ganadería extensiva,
cacería de subsistencia, tráfico ilegal de fauna, incendios, así como el narcotráfico que
ocurren en la Selva Zoque, están dividiendo bosques y selvas en fragmentos aislados y
deteriorados. Esta pérdida de hábitat y deterioro disminuye fuertemente su capacidad de
mantener la diversidad genética de la flora y fauna silvestre, empobreciendo a su vez a los
pobladores de esta región (Gobierno del Estado de Oaxaca 1990, Cid 2001).
La información sobre flora y fauna es escasa; sin embargo, se presume que la riqueza
natural de la Selva Zoque es una de las más importantes de Mexico. Con respecto a los
mamíferos, existe información únicamente de los mamíferos asociados al Sistema Lagu-
nar del Istmo de Tehuantec (López et al. 2009), uso de vertebrados terrestres por Huaves
y Zapotecas (Vargas 2001); distribución y densidad de tres especies de zorrillos: Mephitis
48 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

tis macroura, Conepatus leuconotus y Spilogale gracilis (Lorenzo et al. 2005); el uso de hábi-
tat y la densidad poblacional de la liebre del Istmo (Lepus flavigularis) (Farías et al. 2006
y Sántiz 2006), y el nuevo registro de Conepatus semiestriatus para los Chimalapas (Lira y
Sánchez–Cordero 2006).
Por lo anterior, los objetivos son: 1) reunir una lista de los mamíferos de la Selva Zoque;
2) documentar su estado de riesgo en categorías nacionales e internacionales y 3) evaluar
el uso de las especies cazadas para consumo local.
Área de Estudio. Localizada en los municipios, congregaciones y ejidos: a) Oaxaca: Ca-
becera Municipal de Santa María Chimalapa y San Miguel Chimalapa, Congregación de la
Fortaleza y San Francisco La Paz, Ejidos La Esmeralda, y El Porvenir, Región de Nizanda,
abarcando los Municipios La Venta, La Ventosa, Santiago Laollaga, Santo Domingo In-
genio; b) Veracruz: Uxpanapa, Ejido de Tamayo y Poblados 12, 13, 14 y 15; c) Chiapas:
Reserva de la Biosfera Selva El Ocote y Rancho Los Ocotones, Cintalapa de Figueroa;
coordenadas 16º 00´32´´ a 17º 32´00´´ N y 93º 21´40´´ a 94º 53´53´´ W. (Fig. 1). El clima
predominante es cálido húmedo con lluvias en verano; Am(f) y (A)C(w2) (García 1973).
La precipitación y temperatura varían de 1 000 a 1 800 mm y de 18 a 22° C respectiva-
mente (Arriaga et al. 2000).
La Selva Zoque cuenta con diferentes tipos de vegetación: Bosque tropical perennifolio,
subperennifolio y caducifolio, bosque mesófilo de montaña, bosques de coníferas y saba-
nas (Rzedowski 1991). De la superficie total, el 78.3% corresponde a vegetación bien con-
servada. De ésta, el bosque tropical perennifolio cubre aproximadamente el 48%, seguida
del bosque tropical subperennifolia 14.4% y bosque mesófilo de montaña 13.5% (Salas et
al. 2001).

Fig. 1. Delimitación del Área de Estudio.

Material y Métodos. Se realizaron 42 viajes de campo con duración entre seis a quince
días, durante el periodo de agosto del 2003 a agosto del 2010. Se registraron las especies de
mamíferos a través de métodos directos e indirectos, para conocer la riqueza especifica.
Los métodos directos incluyen registros visuales, auditivos, capturas físicas, capturas me-
diante trampas Sherman, Tomahawk y redes de niebla, fotografías, restos óseos y registros
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 49

de caza; los indirectos incluyen huellas y excretas. La identificación de las especies se hizo
con guías estándares (Hall 1981, Medellín et al. 1997, Reid 1997, Aranda 2000). Se consul-
taron bases de datos y publicaciones con ejemplares registrados de los estados de Oaxaca,
Veracruz, Chiapas y de la región en particular (Goodwin 1969, Hall 1981, López-W 2003,
Arita y Rodríguez 2004, Briones–Salas y Sánchez–Cordero 2004, Ceballos y Oliva 2005,
López et al. 2009, UICN 2010).
Para conocer el estado de conservación de las especies se revisaron tres fuentes, a nivel
nacional la lista de especies en riesgo (NOM-ECOL 059-2010; SEMARNAT 2010). A nivel
internacional la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Natu-
raleza (UICN) y la Convención Internacional de Tráfico de Especies de Flora y Fauna Sil-
vestres (CITES).
Para conocer el uso de los mamíferos, se aplicaron 50 cuestionarios a los cazadores
de: Cabecera Municipal de Santa María (5), Congregación de la Fortaleza (20), San Fran-
cisco La Paz (9), Ejido La Esmeralda (5) y en la Cabecera Municipal de San Miguel Chi-
malapa (11). En los cuestionarios se incluyó el número de animales cazados o capturados,
partes aprovechadas, sitios de captura y métodos de caza.
También se llevó el registro de los animales consumidos por diez familias de la con-
gregación de la Fortaleza, Municipio de Santa María, Chimalapa, Oaxaca, con la finalidad
de obtener la biomasa extraída (Robinson y Redford 1991, Naranjo et al. 2004).

2. Resultados

Riqueza de especies: La riqueza de mamíferos de la Selva Zoque está integrada por 149
especies, pertenecientes a 99 géneros, 30 familias y diez órdenes. Los órdenes mejor repre-
sentados son los murciélagos (79), los roedores (29) y los carnívoros (20) con un 86% del
total de las especies (Anexo 1).
Considerando que el total de especies de mamíferos para México es de 535 (Ceballos
et al. 2002, CONABIO 2009), la Selva Zoque cuenta con el 27.85% del total nacional, y
representan el 76, 78 y 73% con respecto a los estados de Oaxaca, Veracruz y Chiapas,
mismos que cuentan con 196, 191 y 204 especies (Retana y Lorenzo 2002, Briones–Salas y
Sánchez–Cordero 2004, González et al. 2006).
En la Selva Zoque se encuentran mamíferos con distribución amplia hacia Sudamérica,
y otras con distribución en Centroamérica o Norteamérica. Del total de los mamíferos, 71
especies (47.6%) son compartidas con Sudamérica; 27 especies (18.1%) son endémicas de
Mesoamérica; y 26 (17.4%) son compartidas con Norteamérica y Sudamérica. Finalmente,
Tlacuatzin canescens, Glossophaga morenoi, Rhogeessa gracilis, Spilogale pygmaea, Dasy-
procta mexicana, Oryzomys chapmani, Peromyscus melanophrys, Sigmodon mascotensis y
Orthogeomys cuniculus son endémicas de México. De acuerdo a listas de mamíferos de
otras regiones en el sureste de México, la Selva Zoque es la región con mayor riqueza de
especies en el área (Cuadro 1).
Estado de conservación: La Norma 059 considera a las especies en cuatro categorías de
riesgo, Extinta (0), En Peligro (11), Amenazada (15) y Protección Especial (9). La UICN
contempla varias categorías: Críticamente amenazada (1), Casi Amenazada (3), Amena-
zada (1), y Vulnerable (2). CITES incluye a las especies en tres apéndices de acuerdo a su
estado: I (6), II (2) y III (9) (Anexo 1).
Uso: En la región de la Selva Zoque, de las 50 entrevistas realizadas en las comunidades
circunvecinas, 41 de los entrevistados fueron hombres y nueve mujeres. El 74% tenían un
50 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

promedio entre 30 y 50 años, dedicándose 27% a la agricultura, 37% a la ganadería y 28%


a la caza y pesca. Del total de los entrevistados, 41.81% cazaron en los acahuales y 36.36%
en el río o lagunas, utilizando escopetas calibre 16, 20 y 22. Los pobladores realizan reco-
rridos de día con o sin perros, lampareo nocturno y arriadas. La finalidad es la obtención
de carne y vísceras para consumo local, así como para su comercialización al exterior.

Región Estado Número de especies Referencia


Selva Zoque Oaxaca, Chiapas, 149 Este trabajo
Veracruz
R.B. Montes Azules Chiapas 125 March y Aranda, 1992;
(Selva Lacandona) Medellín, 2005
R.B. El Triunfo Chiapas 112 Espinoza et al., 1998
R.B. La Sepultura Chiapas 98 Espinoza et al., 2004
R.B. El Ocote Chiapas 97 Navarrete et al., 1996
R.B. Calakmul Campeche 94 CONANP-SEMAR-
NAT, 2000
R.B. Los Tuxtlas Veracruz 90 Coates–Estrada y
Estrada, 1986
R.B. Sian Ka´an Quintana Roo 70 Pozo de la Tijera y
Escobedo, 1999
P.N. Cañón del Sumi- Chiapas 46 Gálvez, 1990
dero

Cuadro 1. Regiones con mayor número de especies de mamíferos en México. R.B. = Reserva de la
Biosfera, P.N.= Parque Nacional.

El total de biomasa extraída durante el año 2010 fue de 493.8 kg. Los ungulados cons-
tituyeron 73% del total de la biomasa cosechada, seguido por los roedores (14.94%), car-
nívoros (7.29%) y los armadillos (3.5%). Las ocho especies con más alta contribución fuer-
on: Pecarí de labios blancos (Tayassu pecari) con cuatro hembras y un macho (142.4 kg de
carne), venado temazate (Mazama americana) con una hembra y cuatro machos (130.5
kg), pecarí de collar (Pecari tajacu) con dos hembras y tres machos (87.5 kg), tepezcuintle
(Cuniculus paca) con dos hembras y siete machos (73.8 kg), mapache (Procyon lotor) con
una hembra y dos machos (24 kg), armadillo nueve bandas (Dasypus novemcintus) con
una hembra y cuatro machos (17.5 kg), tejón (Nasua narica) con un macho y una hembra
(12 kg), y un oso hormiguero (Tamandua mexicana) (6 kg).

3. Discusión

Logramos documentar que la Selva Zoque contiene la fauna de mamíferos más diversa
de todo el país (149 especies) (Cuadro 1). Esta elevada riqueza de especies es el resultado
de la diversidad de ecosistemas, así como de su buen estado de conservación y difícil acce-
so (Salas et al. 2001).
El grupo de los murciélagos (79 especies) es muy diverso en zonas tropicales. En la
Selva Zoque además se encuentran especies de hábitos templados en las partes altas de
las montañas. La mitad de las especies de murciélagos registradas pertenecen a la familia
Phyllostomidae, con hábitos alimenticios muy diversos, que incluyen frutos, néctar, in-
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 51

sectos y ranas. Otros grupos registrados en el área son más especializados en la captura de
insectos (Vespertilionidae y Molossidae). Por otro lado, se registraron pocos roedores (29
especies), a diferencia de las regiones áridas o templadas. Esto es común en los bosques
tropicales, debido a que estas especies se concentra en latitudes intermedias (Ceballos et
al. 2002, Briones–Salas y Sánchez–Cordero 2004).
El grupo de los carnívoros presenta una elevada riqueza debido a que en la Selva Zoque
ocurren especies de afinidad compartida, destacando en número los felinos que son tropi-
cales (Panthera onca, Leopardus pardalis, Leopardus wiedii, Puma concolor y Puma yag-
ouaroundi). Otros grupos bien representados son los marsupiales (Marmosa mexicana,
Tlacuatzin canescens, Caluromys derbianus, Chironectes minimus, Didelphis marsupialis,
Didelphis virginiana) y los primates (Alouatta palliata y Ateles geoffroyi) con afinidades
también tropicales (Álvarez y de Lachica 1991, Briones–Salas y Sánchez–Cordero 2004).
Es difícil describir el estado de conservación de las especies de mamíferos de la Selva
Zoque, ya que no existen estudios previos que evalúen este aspecto, sin embargo, muchas
de las especies están registradas en las listas nacionales e internacionales de especies en
riesgo. No obstante, no existe concordancia entre los criterios empleados por Norma 059,
la lista roja de la UICN o en CITES. De las 40 especies incluidas en alguna de las listas,
solamente el tapir centroamericano, el jaguar y el pecarí de labios blancos están incluidos
en las tres listas y catorce especies son compartidas por dos de ellas.
De forma similar a otros sitios en Centro y Sudamérica (Redford y Robinson 1987,
Robinson y Redford 1991, Escamilla et al. 2000), los principales usos que se les da a los
mamíferos silvestres en el área son: 1) carne de monte (siendo los tepezcuintles, pecaríes,
venados y armadillos los más buscados); 2) mascotas (aves canoras y de ornato, peque-
ños carnívoros, serpientes, lagartos y tortugas); 3) pieles (felinos, nutrias, cocodrilos y
serpientes); y 4) medicina tradicional (serpientes, zorrillos, coyotes y felinos) (Naranjo y
Cuarón 2010).
Así mismo, en las congregaciones, ejidos, cabeceras municipales y mercados regiona-
les de la Selva Zoque, la cacería de subsistencia y comercio de la misma está permitida
extraoficialmente para los campesinos por las autoridades correspondientes, obteniendo
de esta forma los productos de origen animal y recursos económicos que requieren (Bod-
mer y Robinson 2004, González-Pérez et al. 2004, Naranjo et al. 2004). Por lo que es fun-
damental realizar una evaluación del estado de conservación de las principales especies
aprovechadas, con la finalidad de estimar tasas de extracción adecuadas para cada una y
de esta manera asegurar la permanencia del recurso a largo plazo. Dado que es posible
que una extracción tan grande de biomasa como la ocurrida durante el año 2010 por diez
familias de la Congregación de la Fortaleza, Municipio de Santa María Chimalapa, Oaxaca
(493.8 kg, sin considerar las familias de otras congregaciones o ejidos que no quisieron
participar) puede llegar a afectar a estas poblaciones (Naranjo et al. 2004).
Durante casi ocho años (2003 a 2010) se ha obtenido información sobre el estado ac-
tual y distribución de las diferentes especies de la región:
El tepezcuintle (Cuniculus paca) es una de las especies más buscadas en los Municipios
de Santa María Chimalapa, Oaxaca y Uxpanapa, Veracruz, donde se cree que es abundante
por la topografía abrupta y húmeda de la zona. Su carne, piel y vísceras son muy cotizadas
y consideradas entre las más exquisitas (Álvarez del Toro 1991). Desafortunadamente, los
métodos de caza empleados no discriminan sexo, edad o estado reproductivo.
El pecarí de collar (Pecari tajacu); especie común y abundante, es cotizada por el sabor
de su carne y piel, pero también cazada como forma de control por los daños que ocasiona
52 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

en los cultivos y hortalizas (Bodmer & Sowls, 1996, Naranjo et al. 2004).
Actualmente las poblaciones de pecarí de labios blancos (Tayassu pecari), conocidos
localmente como “Marín o Marines”, se han ido recuperando de la sobreexplotación y
erradicación a la que estuvieron sometidas en la Reserva de la Biosfera Selva El Ocote,
Chiapas, en los años de 1970 y 1980´s (Villa 1951, Álvarez del Toro 1991, Navarrete et
al. 1996, March 2005, Reyna-Hurtado et al. 2008). Actualmente es frecuente observar pi-
aras de más de 100 individuos cruzando poblados o ejidos como en el Poblado 12, La
Horqueta, Uxpanapa, Veracruz (junio 2009), o en la Congregación de la Fortaleza, Muni-
cipio de Santa María, Chimalapa, Oaxaca (marzo 2010), alarmando a los pobladores. La
distribución y localización de esta especie se ha centrado en la parte norte de Santa María
Chimalapa, Oaxaca y en la Sierra del Espinazo del Diablo, misma que abarca parte de Ux-
panapa, Veracruz (March 2005, Reyna-Hurtado et al. 2008).
El venado mazate (Mazama americana) se distribuye ampliamente en la Selva Zoque,
pero al parecer su mayor abundancia está localizada en las zonas húmedas de los muni-
cipios de Santa María y los bosques mesófilos de montaña de San Miguel, Chimalapa,
Oaxaca y en la Sierra del Espinazo del Diablo. La carne de los mazates; nombre regional, es
también muy apreciada para la elaboración de platos típicos. Su piel es curtida y utilizada
como adorno local (Galina 2005). En general, donde abunda el mazate no hay presencia
de venado cola blanca (Odocoileus virginianus) mismo que se le ha observado con más
frecuencia en los bosques tropicales caducifolios y áreas fragmentadas del Municipio de
San Miguel, Chimalapa, la región de Nizanda y en los bosques de coníferas del Ocote y el
rancho Los Ocotones en el Municipio de Cintalapa de Figueroa en el Estado de Chiapas.
No obstante que en la región se localiza una de las mayores poblaciones del tapir (Tapi-
rus bairdii) a nivel de Mesoamérica, su distribución esta restringida a los bosques mesófi-
los de montaña del Municipio de San Miguel, zonas húmedas de Santa María Chimalapa,
Oaxaca y Sierra del Espinazo del Diablo (Lira et al. 2006). Sin embargo, similar a lo que
pasa en otras localidades en todo su rango de distribución, estas poblaciones podrían es-
tar en peligro de desaparecer si la caza indiscriminada continua. Tan solo en los últimos
ocho años, doce tapires han sido cazados en diferentes puntos de la región, ya sea para la
obtención de carne, o por diversión e ignorancia. Asociado a esta situación, la especie ha
sido erradicada de Uxpanapa, Veracruz y cada vez es más raro observarla en la Reserva de
la Biosfera Selva El Ocote, Chiapas.
Entre las especies que son cazadas por los daños que ocasionan a los agricultores están
el armadillo (Dasypus novemcinctus), tejón (Nasua narica), conejos (Syvilagus brasilien-
sis y Sylvilagus floridanus), mapache (Procyon lotor) y guaqueque (Dasyprocta mexicana).
Aun así, es común obsérvalos y no parecen tener problemas de conservación (Naranjo y
Cuarón, 2010).
De forma similar, los carnívoros silvestres suelen causar inconvenientes depredando
animales domésticos (equinos y bovinos), como consecuencia de la disminución en las
poblaciones de sus presas naturales. En aquellas situaciones donde se ven involucrados el
jaguar (Panthera onca) y el puma (Puma concolor), el riesgo y perjuicios económicos son
mayores respecto a los daños causados por otros carnívoros. Ante la falta de alternativas
para proteger su ganado, a menudo los ganaderos se ven forzados a cazar a estos depre-
dadores. Por lo que es fundamental establecer un programa de monitoreo y evaluación de
sus poblaciones para conocer su estado de conservación, así como modificar las prácticas
ganaderas extensivas a estabuladas para evitar los conflictos estos felinos (Lira y Ramos –
Fernández 2007).
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 53

La nutria de río (Lontra longicaudis) no es una especie apreciada por su carne, ni piel,
sin embargo se caza para controlar la supuesta competencia por peces y crustáceos en ríos
y lagunas. Aun así, es común observarla en las partes mejor conservadas de las cuencas de
los ríos Uxpanapa, Oaxaca, El Corte, El Frío, El Negro y La Venta en Oaxaca.
Los únicos primates del área; el mono araña (Ateles geoffroyi) y el mono aullador (Al-
ouatta palliata), aun son comunes, independientemente de que son comercializados
porque la gente local que cree que tienen propiedades medicinales. En la Sierra del Tolis-
toque, ubicada en la región de Nizanda, Oaxaca, se localiza el registro más norteño, en la
vertiente del Pacífico, del mono araña. Es prioritario implementar un proyecto de con-
servación que investigue el estado de conservación de estas poblaciones y el efecto de la
cacería sobre ellas (Pérez – García et al. 2010).
Finalmente, los efectos del cambio climático son cada día más evidentes en diversos
aspectos relacionados con la distribución de las especies, lo que sugiere que su permanen-
cia puede estar en riesgo. Especies como los roedores y las musarañas, habitantes de los
bosques de coníferas y bosques mesófilos de montaña de la Selva Zoque, y que tienen una
limitada capacidad de dispersión, podrían tener un riesgo adicional por la perdida y frag-
mentación de su hábitat, dado que éstas no responden al cambio climático desplazándose
a zonas más favorables, enfrentando con esto una pérdida de su área de distribución. Por
lo que la conservación y permanencia de esta región no sólo permitirá la permanencia de
estas especies, sino que evitara afectar el mantenimiento de la fertilidad de los suelos, el
transporte de nutrientes, el control biológico de plagas, la formación de suelo, el control
de la erosión y la polinización, en las cuales casi todos los mamíferos participan directa o
indirectamente y que afectaría notoriamente el balance ecológico de la región y el planeta
(García 2010).
La investigación en la Selva Zoque sobre fauna silvestre y en particular sobre los
mamíferos, debe abordar el conocimiento de la riqueza, abundancia, estado de conser-
vación y endemismo a un nivel regional. Esta región contiene una riqueza biológica ad-
mirable, pero también es necesario conocer más a fondo la sustentabilidad de la cacería
local y su impacto a largo plazo. Por lo que las estrategias de acción a recomendar para
la conservación de los mamíferos en esta área son: 1) Evaluación de la distribución, utili-
zación de hábitat y estado poblacional de las especies más aprovechadas y el impacto de
la cacería sobre ellas; 2) Diseño e implementación de programas de educación ambien-
tal; 3) Establecimiento de Unidades de Manejo y Aprovechamiento de la Vida Silvestre
(UMA´s) intensivas, con planes de aprovechamiento, manejo y monitoreo de las espe-
cies más aprovechadas, en particular de los venados cola blanca (Odocoileus virginianus),
mazate (Mazama americana) y el jabalí de collar (Pecari tajacu), cuyos costo / beneficio,
comparados con el tepezcuintle (Cuniculus paca) no son tan altos; 3) Implementación de
sistemas agrosilvopastoriles y agroforestales, con menor impacto a la biodiversidad de la
región y coadyuvando a reducir el cambio climático, 4) Implementación de programas de
ecoturismo a nivel regional enfocados a la observación de primates, psitácidos, rapaces,
grandes ungulados y cocodrilianos, y 5) Establecimiento de corredores biológicos (Los
Chimalapas – Uxpanapa - El Ocote) para mantener la viabilidad de poblaciones con re-
querimientos altos de espacio y otros procesos ecológicos.

Agradecimientos

Esta investigación no hubiera sido posible sin el apoyo constante de la gente de Chi-
54 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

malapas, Oaxaca y Uxpanapa, Veracruz. Agradecemos el acceso a las Colecciones: Na-


cional del Instituto de Biología y Museo de Zoología “Alfonso L. Herrera” de la UNAM,
Colegio de la Frontera Sur, Chiapas, Field Museum of Natural History, Chicago, Kansas
University, Colección Mastozoológica del CIIDIR, Oaxaca, del Instituto Politécnico Na-
cional (IPN), Texas Comparative Wildlife Collection, Department of Wildlife Science,
Texas A&M. Finalmente, agradecemos al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACYT), por la beca otorgada para realizar estudios de Posgrado (registro 239333),
y a la UICN/SSC Tapir Specialist Group, Idea Wild (Biodiversity Organization), Fondo
Mundial para la Naturaleza (WWF - México), Agencia de Desarrollo Internacional de Es-
tados Unidos (USAID) y el Parque Zoológico de León, Guanajuato, por el apoyo logístico
brindado, equipo de campo donado y financiamiento otorgado.

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54.

ANEXO1. LISTADO ACTUAL DE LOS MAMÍFEROS DE LA SELVA ZOQUE, MÉXICO

Los órdenes se mencionan en la secuencia filogenética propuesta por Wilson y Reeder (1993),
con una actualización sistemática y taxonómica propuesta por Ceballos, Arroyo - Cabrales y
Medellín (Ceballos y Oliva, 2005) y Ramírez-Pulido et al. (2005). Las familias, géneros y espe-
cies se listan en orden alfabético. Las abreviaturas en las columnas representan: INS: insularidad
(A= Acuático; I = Estrictamente Insular; C= Continental; IC Insular y Continental). DIST: Dis-
tribución. 1) Especies mexicanas compartidas con otros países norteamericanos (NA); 2) Espe-
cies mexicanas compartidas con otros países de Sudamérica (SA); 3) Especies con áreas de dis-
tribución amplias que incluyen tanto Norte como Sudamérica (ES); 4) Especies que son endémicas
a América Central, es decir, a México y Centroamérica (MA); y 5) Especies endémicas mexicanas
(MX). Nom: Conservación según NOM-059-ECOL-2010 (E = Extinta en Medio Silvestre; P =
Peligro de Extinción; A = Amenazada; PR = Sujeta a Protección Especial) UICN: Categoría según
UICN 2010 (EX = Extinta; EW = Extinta en Estado Silvestre; CR = Críticamente en Peligro; EN =
En Peligro; VU = Vulnerable; NT= Cercanamente Amenazado; LR / cd = En Menor Riesgo; DD =
Datos Deficientes; NE = No Evaluada; LC = Poco Concerniente).
CITES: Apéndice según CITES 2010 (I = podrían ser extinguidas por el tráfico; II = podrían
extinguirse si no se controla el tráfico; III = reguladas por algún socio del tratado). Las fuentes de
información son las siguientes:
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 59

N° ACRÓNIMO NOMBRE
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Cristóbal de las Casas. Chiapas.
2 CNMA Colección Mastozoológica del Instituto de Biología de la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México.
3 OAXMA Colección Mastozoológica del CIIDIR – Oaxaca.
4 MZFC Museo de Zoología “Alfonso L. Herrera” de la Facultad de Cien-
cias de la Universidad Nacional Autónoma de México.
5 FMNH Field Museum of Natural History, Chicago.
6 KU Kansas University, Museum of Zoology.
7 Texas A&M Texas Comparative Wildlife Collection. Departament of Wildlife
Science, Texas A&M.
8 CONABIO Arita, H, T. & G. Rodríguez. 2004. Patrones Geográficos de Diver-
sidad de los Mamíferos Terrestres de América del Norte. Instituto
de Ecología, UNAM. Bases de Datos SNIB-CONABIO proyecto
QO68. México, D.F.
9 CONABIO/FCE Ceballos, G. & G. Oliva, 2005. Los Mamíferos de México. FCE,
CONABIO, 986 p.
10 American Mu- Goodwin, G. 1969. Mammals from the state of Oaxaca, México,
seum of Natural in the American Museum of Natural History. Bulletin of the
History American Museum of Natural History. New York. Vol. 141: 1
11 IBUNAM / Briones–Salas, M. & V. Sánchez–Cordero. 2004. Mamíferos.
FOCN / WWF p 423-447. In A. J. García– Mendoza, M. J. Ordóñez y M. Bri-
ones–Salas (eds.) Biodiversidad de Oaxaca. Instituto de Biología,
UNAM, Fondo Oaxaqueño para la Conservación de la Natu-
raleza–Word Wildlife Fund. México.
12 IUCN IUCN 2010. 2010 IUCN Red List of Threatened Species. <www.
iucnredlist.org>.
13 UAM / Iztapalapa
14 Hall, E.R. López-W. R. 2003.Base de datos de los mamíferos de México
depositados en colecciones de Estados Unidos y Canadá. Univer-
sidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
Hall, E. R. 1981. The Mammals of North America. Vols. I, II. John
Wiley & Sons. New York, EUA. 1181 p.
60 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

# CATEGORIA TAXO- NOMBRE INS DIST NOM UICN CITES REG- ESTE ES-
NOMICA COMÚN ISTRO TUDIO
ANTE-
RIOR
ORDEN DIDELPHI-
MORPHIA
Familia Marmosidae
1 Marmosa mexicana Mer- Ratón tlac- C MA LR/lc MZFC
riam, 1897 uache
2 Tlacuatzin canescens J. Tlacuachín IC MX Fotogra-
A. Allen, 1893 fiado
Familia Caluromyidae
3 Caluromys derbianus Tlacuache C SA Pr VU ECO- Fotogra-
Waterhouse, 1841 dorado A1c SC-M fiado
Familia Didelphidae
4 Chironectes minimus Tlacuache C SA P LR/nt Obser-
Zimmermann, 1780 acuático vado
5 Didelphis marsupialis Tlacuache IC SA LR/lc ECO- Fotogra-
Linnaeus, 1758 común SC-M. / fiado
MZFC
6 Didelphis virginiana Tlacuache IC AM LR/lc ECO- Obser-
Kerr, 1792 común SC-M. / vado
MZFC
7 Philander opossum Lin- Tlacuache 4 C SA LR/lc ECO- Fotogra-
naeus, 1758 ojos SC-M. / fiado
MZFC

# CATEGORIA TAXO- NOMBRE INS DIST NOM UICN CITES REG- ESTE ES-
NOMICA COMÚN ISTRO TUDIO
ANTE-
RIOR
ORDEN CINGULATA
Familia Dasypodidae
9 Dasypus novemcinctus Armadillo 9 IC AM LC ECO- Fotogra-
Linnaeus, 1758 bandas SC-M. / fiado /
MZFC Obser-
vado
10 ORDEN PILOSA
Familia Myrmecophagi-
dae
Cyclopes didactylus Lin- C SA P LC Piel y
naeus, 1758 Craneo
11 Tamandua mexicana Hormigue- C SA P LC III Obser-
Saussure, 1860 ro vado
12 ORDEN INSECTIVORA
Familia Soricidae
Cryptotis parva Say, 1823 Musaraña C AM LR/lc ECO-
SC-M.
Sorex saussurei Merriam, Musaraña C MA LR/lc MZFC
1892
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 61

# CATEGORIA TAXO- NOMBRE INS DIST NOM UICN CITES REG- ESTE ES-
NOMICA COMÚN ISTRO TUDIO
ANTE-
RIOR
ORDEN CHIROPTERA
Familia Emballonuridae
13 Balantiopteryx io Murciélago C MA LR/nt ECO- Obser-
Thomas, 1904 SC-M. vado
14 Balantiopteryx plicata Murciélago IC SA LR/lc Obser-
Peters, 1867 vado
15 Diclidurus albus Wied – Murciélago C SA LR/lc MZFC
Neuwied, 1820
16 Peropteryx kappleri Murciélago C SA Pr LR/lc MZFC
Peters, 1867
17 Peropteryx macrotis Murciélago C SA LR/lc ECO-
Wagner, 1843 SC-M.
18 Rhynchonycteris naso Murciélago C SA Pr LR/lc MZFC
Wied – Neuwied, 1820
19 Saccopteryx bilineata Murciélago C SA LR/lc MZFC Obser-
Temminck, 1838 vado
Familia Noctilionidae
20 Noctilio leporinus Lin- Murciélago C SA LR/lc MZFC Cráneo y
naeus, 1758 obser-
vado
Familia Mormoopidae
21 Mormoops megalophylla Murciélago IC AM LR/lc Goodwin
Peters, 1864 1969 /
OAXMA
22 Pteronotus davyi Gray, Murciélago IC SA LR/lc MZFC Obser-
1838 vado
23 Pteronotus parnellii Gray, Murciélago IC SA LR/lc MZFC Obser-
1843 vado
24 Pteronotus personatus Murciélago IC SA LR/lc Obser-
Wagner, 1843 vado
Familia Phyllostomidae
25 Macrotus waterhousii Murciélago IC MA LR/lc MZFC
Gray, 1843
26 Glyphonycteris sylvestris Murciélago C SA LR/nt MZFC
Thomas, 1896
27 Micronycteris brachyotis Murciélago C SA LR/lc MZFC
Dobson, 1879
28 Micronycteris microtis Murciélago IC SA MZFC
Miller, 1898
29 Desmodus rotundus E. Murciélago C SA LR/lc MZFC Obser-
Geoffroy Saint - Hilaire, vado
1810
30 Diphylla ecaudata Spix, Murciélago C AM LR/nt Goodwin
1823 1969 /
OAXMA
31 Chrotopterus auritus Murciélago C SA A LR/lc Goodwin
Peters, 1856 1969 /
OAXMA
62 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

32 Trachops cirrhosus Spix, Murciélago C SA A LR/lc MZFC


1823
33 Lonchorhina aurita Murciélago C SA A LR/lc ECO-
Tomes, 1863 SC-M. /
MZFC
34 Lophostoma brasiliense Murciélago C SA A LR/lc MZFC
Peters, 1866
35 Lophostoma evotis Davis Murciélago C MA A LR/nt MZFC
& Carter, 1978
36 Mimon cozumelae Gold- Murciélago C SA A MZFC
man, 1914
37 Phyllostomus discolor Murciélago C SA LR/lc Goodwin
Wagner, 1843 1969 /
OAXMA
/ ECO-
SC-M
38 Anoura geoffroyi Gray, Murciélago C SA LR/lc Goodwin
1838 1969 /
OAXMA
/ ECO-
SC-M
39 Choeroniscus godmani Murciélago C SA LR/nt ECO-
Thomas, 1903 SC-M. /
MZFC
40 Choeronycteris mexicana Murciélago C NA A LR/nt Goodwin
Tschudi, 1844 1969 /
OAXMA
41 Glossophaga commissa- Murciélago C SA LR/lc ECO-
risi Gardner, 1962 SC-M.
42 Glossophaga leachii Gray, Murciélago C MA LR/lc ECO-
1844 SC-M.
43 Glossophaga morenoi Murciélago C MX LR/nt Goodwin Obser-
Martínez & Villa, 1938 1969 / vado
OAXMA
/ ECO-
SC-M
44 Glossophaga soricina Murciélago C SA LR/lc Goodwin Obser-
Pallas, 1766 1969 / vado
OAXMA
/ ECO-
SC-M
45 Hylonycteris underwoodi Murciélago C MA LR/nt MZFC
Thomas, 1903
46 Leptonycteris curasoae Murciélago IC AM A VU Goodwin
Miller, 1900 A1c 1969 /
OAXMA
47 Artibeus intermedius J. A Murciélago IC SA LR/lc MZFC Obser-
Allen, 1897 vado
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 63

48 Artibeus jamaicensis Murciélago IC SA LR/lc Goodwin Obser-


Leach, 1821 1969 / vado
OAXMA
/ ECO-
SC-M
49 Artibeus lituratus Olfers, Murciélago IC SA LR/lc Goodwin Obser-
1818 1969 / vado
OAXMA
/ ECO-
SC-M
50 Carollia sowelli Baker et Murciélago C MA Goodwin
al. 2002 1969 /
OAXMA
51 Carollia perspicillata Lin- Murciélago C SA LR/lc ECO- Obser-
naeus, 1758 SC-M. vado
52 Carollia subrufa Hahn, Murciélago C MA LR/lc Goodwin
1905 1969 /
OAXMA
53 Centurión senex Gray, Murciélago C SA Goodwin Obser-
1842 1969 / vado
OAXMA
/ ECO-
SC-M
54 Chiroderma salvini Dob- Murciélago C SA LR/lc ECO-
son, 1878 SC-M.
55 Chiroderma villosum Murciélago C SA LR/lc MZFC Obser-
Peters, 1860 vado
56 Dermanura azteca An- Murciélago C MA MZFC
dersen 1906
57 Dermanura phaeotis Murciélago IC SA Goodwin
Miller, 1902 1969 /
OAXMA
/ ECO-
SC-M
58 Dermanura tolteca Saus- Murciélago C MA Goodwin Obser-
sure, 1860 1969 / vado
OAXMA
/ ECO-
SC-M
59 Dermanura watsoni Murciélago C SA Pr MZFC
Thomas, 1901
60 Enchisthenes hartii Murciélago C SA Pr LR/lc MZFC
Thomas, 1892
61 Platyrrhinus helleri Murciélago C SA LR/lc MZFC
Peters, 1866
62 Sturnira lilium Murciélago C SA LR/lc ECO-
E.Geoffroy St.-Hilaire, SC-M.
1810
63 Sturnira ludovici An- Murciélago C SA LR/lc Goodwin Obser-
thony, 1924 1969 / vado
OAXMA
64 Uroderma bilobatum Murciélago C SA LR/lc Goodwin
Peters, 1866 1969 /
OAXMA
64 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

65 Uroderma magnirostrum Murciélago C SA LR/lc Goodwin Obser-


Davis, 1968 1969 / vado
OAXMA
66 Vampyresa thyone Murciélago C SA ECO-
Thomas, 1909 SC-M.
67 Vampyrodes caraccioli Murciélago C SA LR/lc MZFC
Thomas, 1889
Familia Natalidae
68 Natalus stramineus Gray, Murciélago IC SA LR/lc Goodwin
1838 1969 /
OAXMA
Familia Vespertilionidae
69 Corynorhinus towsendii Murciélago IC NA MZFC
Cooper, 1837
70 Eptesicus brasiliensis Murciélago C SA LR/lc Goodwin
Desmarest, 1819 1969 /
OAXMA
71 Eptesicus furinalis Murciélago C SA LR/lc Goodwin
d´Orbigny, 1847 1969 /
OAXMA
72 Eptesicus fuscus Beau- Murciélago C AM LR/lc Goodwin
vois, 1796 1969 /
OAXMA
73 Lasiurus blossevillii Les- Murciélago IC AM LR/lc MZFC Obser-
son & Garnot, 1826 vado
74 Lasiurus cinereus Palisot Murciélago C AM LR/lc Goodwin
de Beauvois, 1796 1969 /
OAXMA
75 Lasiurus ega Gervais, Murciélago C AM LR/lc Goodwin
1856 1969 /
OAXMA
76 Lasiurus intermedius H. Murciélago C NA LR/lc MZFC Obser-
Allen, 1862 vado
77 Myotis albescens E. Geof- Murciélago C SA Pr LR/lc Goodwin
froy, 1806 1969 /
OAXMA
78 Myotis fortidens Miller & Murciélago C MA LR/nt Goodwin Obser-
Allen, 1928 1969 / vado
OAXMA
79 Myotis keaysi J.A. Allen, Murciélago C SA LR/lc ECO-
1914 SC-M.

80 Myotis nigricans Schinz, Murciélago C SA LR/lc Goodwin


1821 1969 /
OAXMA
81 Myotis thysanodes Miller, Murciélago C NA LR/lc Goodwin
1897 1969 /
OAXMA
82 Myotis velifer J.A. Allen, Murciélago C AM LR/lc Goodwin
1890 1969 /
OAXMA
83 Rhogeessa gracilis Miller, Murciélago C MX LR/nt MZFC
1897
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 65

84 Rhogeessa tumida H. Murciélago C SA LR/lc MZFC


Allen, 1866
Familia Molossidae
85 Eumops underwoodi Murciélago C AM LR/nt MZFC
Goodwin, 1940
86 Molossus aztecus Saus- Murciélago C MA LR/nt MZFC Obser-
sure, 1860 vado
87 Molossus rufus E. Geof- Murciélago C SA MZFC Obser-
foy Saint – Hilaire, 1805 vado
88 Promops centralis Murciélago C SA LR/lc MZFC
Thomas, 1915
89 Nyctinomops aurispino- Murciélago C SA MZFC
sus Peale, 1848
90 Nyctinomops laticau- Murciélago C SA LR/lc MZFC
datus E. Geoffroy St.
Hilaire, 1805
91 Tadarida brasiliensis I. Murciélago C AM LR/nt Goodwin
Geoffroy St.- Hilaire, 1969 /
1824 OAXMA

ORDEN PRIMATES
Familia Atelidae
92 Alouatta palliata Gray, Mono aul- C SA P LC ECO- Obser-
1849 lador SC-M. / vado
MZFC
93 Ateles geoffroyi Kuhl, Mono araña C MA P LC ECO- Obser-
1820 SC-M. / vado
MZFC
ORDEN CARNIVORA
Familia Canidae
94 Canis latrans Say, 1823 Coyote IC NA LC Piel y
cráneo
95 Urocyon cinereoargen- Zorra Gris IC AM LC ECO- Piel y
teus Schreber, 1775 SC-M. cráneo /
Fotogra-
fiado
Familia Felidae
96 Puma yagouaroundi Leoncillo C AM A LC I MZFC Piel y
Lacépède, 1809 cráneo /
Fotogra-
fiado
97 Leopardus pardalis Lin- Ocelote C AM P LC I ECO- Piel y
naeus, 1758 SC-M. / cráneo /
MZFC Fotogra-
fiado
98 Leopardus wiedii Schinz, Tigrillo C AM P LC I ECO- Piel y
1821 SC-M. / cráneo /
MZFC Fotogra-
fiado
66 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

99 Puma concolor Linnaeus, Puma C AM NT ECO- Piel y


1771 SC-M. cráneo
100 Panthera onca Linnaeus, Jaguar C AM P NT I Piel y
1758 cráneo
Familia Mustelidae
101 Lontra longicaudis Olf- Nutria de C SA A DD I ECO- Obser-
ers, 1818 río SC-M. / vado /
MZFC Piel
102 Eira barbara Linnaeus, Viejo de C SA P LR/lc III ECO- Piel y
1758 Monte SC-M. / cráneo /
MZFC Fotogra-
fiado
103 Galictis vittata Schreber, Grison C SA A LR/lc III Piel y
1776 cráneo
104 Mustela frenata Lichten- Comadreja C AM LR/lc Obser-
stein, 1831 vado
Familia Mephitidae
105 Conepatus leuconotus Zorrillo C NA LR/lc MZFC Piel y
Lichtenstein, 1832 Espalda cráneo
Blanca
106 Conepatus semistriatus Zorrillo C SA Pr LR/lc CNMA Piel y
Boddaert, 1784 tropical cráneo /
Fotogra-
fiado
107 Mephitis macroura Zorrillo C AM LR/lc MZFC Piel y
Lichtenstein, 1832 listado cráneo
108 Spilogale gracilis Mer- Zorrillo C NA CNMA Piel y
riam, 1890 manchado cráneo
109 Spilogale pygmaea Zorrillo C MX A LR/lc Piel y
Thomas, 1898 pigmeo cráneo /
Fotogra-
fiado
Familia Procyonidae
110 Potos flavus Schreber, Martucha C SA Pr LR/lc III ECO- Piel y
1774 SC-M. cráneo
111 Bassariscus sumichrasti Cacomixtle C MA Pr LR/nt III ECO- Obser-
Saussure, 1860 tropical SC-M. vado

112 Nasua narica Linnaeus, Tejón C AM LR/lc III ECO- Piel y


1766 SC-M. cráneo /
Fotogra-
fiado
113 Procyon lotor Linnaeus, Mapache C AM LR/lc ECO- Piel y
1758 SC-M. cráneo /
Fotogra-
fiado
ORDEN PERISSODAC-
TYLA

Familia Tapiridae
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 67

114 Tapirus bairdii Gill, 1865 Tapir C SA P EN I Cráneo /


Fotogra-
fiado
ORDEN ARTIODAC-
TYLA
Familia Cervidae
115 Mazama americana Erx- Temazate C SA DD ECO- Piel y
leben, 1777 SC-M. cráneo /
Fotogra-
fiado
116 Odocoileus virginianus Venado IC AM LR/lc ECO- Piel y
Zimmermann, 1780 cola blanca SC-M. / cráneo
MZFC
Familia Tayassuidae
117 Tayassu pecari Link, 1795 Marín C SA P NT II Piel y
cráneo /
Fotogra-
fiado
118 Pecari tajacu Linnaeus, Jabalí de IC AM II ECO- Piel y
1758 collar SC-M. / cráneo /
MZFC Fotogra-
fiado
ORDEN RODENTIA
Familia Sciuridae
119 Glaucomys volans Lin- Ardilla C NA A LR/lc Obser-
naeus, 1758 voladora vado
120 Sciurus aureogaster F. Ardilla gris C MA LR/lc ECO- Obser-
Cuvier, 1829 SC-M. / vado
MZFC
121 Sciurus deppei Peters, Ardilla de C MA LR/lc III ECO- Obser-
1863 selva SC-M. / vado
MZFC
Familia Geomyidae
122 Orthogeomys cuniculus Tuza C MX A CR Cráneo
Elliot, 1905
123 Orthogeomys hispidus Le Tuza C MA LR/lc ECO-
Conte, 1852 SC-M.
Familia Heteromyidae

124 Heteromys desmares- Ratón C SA LR/lc Goodwin


tianus Gray, 1868 1969 /
OAXMA
125 Liomys pictus Thomas, Ratón C MA LR/lc MZFC Cráneo
1893

126 Liomys salvini Thomas Ratón C MA LR/lc Goodwin


1893 1969 /
OAXMA
Familia Muridae
68 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

127 Baiomys musculus Mer- Ratón C MA LR/lc Goodwin


riam, 1892 1969 /
OAXMA
128 Neotoma mexicana Ratón C NA LR/lc Goodwin
Baird, 1855 1969 /
OAX-
MA/
MZFC
129 Nyctomys sumichrasti Ratón C MA LR/lc MZFC
Saussure, 1860
130 Oligoryzomys fulvescens Ratón C SA LR/lc MZFC
Saussure, 1860
131 Oryzomys alfaroi J. A. Ratón C SA LR/lc Goodwin
Allen, 1891 1969 /
OAX-
MA/
MZFC
132 Oryzomys chapmani Ratón C MX LR/lc ECO-
Thomas, 1898 SC-M.
133 Oryzomys couesi Alston, Ratón IC AM LR/lc ECO-
1877 SC-M.
134 Oryzomys rostratus Mer- Ratón C MA LR/lc Goodwin
riam, 1901 1969 /
OAXMA
135 Peromyscus aztecus Saus- Ratón C MA LR/lc MZFC
sure, 1860
136 Peromyscus leucopus Ratón IC NA LR/lc Goodwin
Rafinesque, 1818 1969 /
OAXMA
137 Peromyscus melanophrys Ratón C MX LR/lc Goodwin
Coues, 1874 1969 /
OAX-
MA/
MZFC
138 Peromyscus mexicanus Ratón C MA LR/lc Goodwin Piel y
Saussure, 1860 1969 / cráneo
OAX-
MA/
MZFC
139 Reithrodontomys fulves- Ratón C NA LR/lc Goodwin
cens J.A. Allen, 1894 1969 /
OAXMA
140 Reithrodontomys mexi- Ratón C SA LR/lc Goodwin
canus Saussure, 1860 1969 /
OAXMA
141 Reithrodontomys sumi- Ratón C MA LR/lc Goodwin
chrasti, Saussure, 1861 1969 /
OAXMA
142 Sigmodon hispidus Say & Ratón C AM LR/lc Goodwin
Ord, 1825 1969 /
OAXMA
143 Sigmodon mascotensis J. Ratón C MX LR/lc ECO-
A. Allen, 1897 SC-M.
Iván Lira, Carlos Galindo & Miguel Briones 69

144 Tylomys nudicaudus Rata arborí- C MA LR/lc MZFC Piel y


Peters, 1866 cola cráneo
Familia Erethizonthidae
145 Coendu mexicanus Kerr, Puerco C MA A III Obser-
1792 espín vado
Familia Cuniculidae
146 Cuniculus paca Linnaeus, Tepescuin- IC SA III ECO- Cráneo /
1766 tle SC-M. / Fotogra-
MZFC fiado
Familia Dasyproctidae
147 Dasyprocta mexicana Guaqueque C MX LR/nt ECO- Cráneo /
Saussure, 1860 SC-M. / Fotogra-
MZFC fiado
ORDEN LAGOMOR-
PHA
Familia Leporidae
148 Syvilagus brasiliensis Conejo C SA ECO- Cráneo
Linnaeus 1758 SC-M. /
MZFC
149 Sylvilagus floridanus J.A. Conejo C AM LR/lc Cráneo
Allen, 1890
WHAT MIGHT BE THE EFFECTS OF CLIMATE CHANGE ON THE FOREST
VEGETATION PATTERN IN SLOVENIA?

LADO KUTNAR & ANDREJ KOBLER

Summary

By using an empirical GIS model, the potential spatial changes of forest vegetation in Slo-
venia driven by expected climate change have been analysed. Based on the three different
scenarios predicting climate warming in Slovenia (the mean, pessimistic and optimistic sce-
narios), the simulation showed that the vegetation pattern will be altered under the impacts
of climate change, and the shift of vegetation belts upwards might be expected. Nowadays
dominant forests, mostly mesic Fagus sylvatica forests, might be replaced by different ther-
mophilous, drought-tolerant forests. A significant part of the coniferous forest with Picea
abies and Abies alba predominating might be converted to deciduous forests.

1. Climate Change Forecasts for Europe

m T he results of climate research suggest that the risks caused by weather extremes
may increase considerably in future (McCarthy et al., 2001; Alcamo et al., 2007).
Warmer, drier conditions will lead to more frequent and prolonged droughts, as well as
to a longer fire season and increased fire risk, particularly in the Mediterranean region
(Alcamo et al., 2007). Beniston et al. (2007) estimated that countries in central Europe
would experience the same number of hot days as currently occur in southern Europe,
and that in the Mediterranean droughts would start earlier in the year and last longer.
The regions most affected could be the southern Iberian Peninsula, the Alps, the eastern
Adriatic coast, and southern Greece. The regions most prone to an increase in drought
risk are the Mediterranean and some parts of central and eastern Europe (Alcamo et al.,
2007). The Mediterranean and even much of eastern Europe may experience an increase
in dry periods by the late 21st century (Polemio and Casarano, 2004), and the longest
yearly dry period could increase by as much as 50%, especially over France and central
Europe (Good et al., 2006).
Forest ecosystems in Europe are very likely to be strongly influenced by climate change
and other global changes (Shaver et al., 2000; Blennow and Sallnäs, 2002; Askeev et al.,
2005; Kellomäki and Leinonen, 2005; Maracchi et al., 2005; Alcamo et al., 2007). Forest
area is expected to expand in the north (White et al., 2000; MNRRF, 2003; Shiyatov et al.,
2005), but contract in the south (Metzger et al., 2004; Alcamo et al., 2007). Native conifers
are likely to be replaced by deciduous trees in western and central Europe (Maracchi et al.,
2005; Koca et al., 2006). The distribution of a number of main tree species might decrease
in the Mediterranean (Schröter et al., 2005) and in central and southeast Europe (Geßler
et al., 2007; Mátyás et al., 2010; Czúcz et al., 2011).
At higher elevations in the Alps, net primary productivity (NPP) is likely to increase
throughout the century. However, by the end of the century (2071 to 2100) in continental
central and southern Europe, NPP of conifers is likely to decrease due to water limitations
(Lasch et al., 2002; Lexer et al., 2002; Martínez-Vilalta and Pińol, 2002; Freeman et al.,
72 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

2005; Körner et al., 2005) and higher temperatures (Pretzsch and Dursky, 2002). Negative
impacts of drought on deciduous forests are also possible (Broadmeadow et al., 2005).
Abiotic hazards for forests are likely to increase, although expected impacts are regio-
nally specific and will be substantially dependent on the forest management system used
(Kellomäki and Leinonen, 2005). Fire danger, length of the fire season, and fire frequency
and severity are expected to increase in the Mediterranean (Santos et al., 2002; Pausas,
2004; Pereira et al., 2005; Moriondo et al., 2006), and lead to the increased dominance of
shrubs over trees (Mouillot et al., 2002). Although to a lesser degree, the danger of fire is
also likely to increase in central, eastern and northern Europe (Goldammer et al., 2005;
Kellomäki et al., 2005; Moriondo et al., 2006).

2. Forests and Forestry in Slovenia

Slovenia, situated on the transition between the Mediterranean and central Europe,
between the mountain region of the Alps and the Dinaric range, is the under influence of
the Mediterranean and of the continental climate of the mountainous ranges and of the
Pannonia basin (Wraber, 1969).
In terms of relative forest cover, Slovenia is one of the most forested countries in Europe,
and its share is continues to increase. Despite rather favourable conditions, the country’s
forest cover has not always been so high. It began to increase approximately 130 years ago,
growing from 737,000 hectares (36%) in 1875 to 1.16 million hectares (58%) in 2006. Ac-
cording to FRA (2010) report, forests cover even 62% of the country, and broadleaf forests
are prevailing (near 55% of all forests), and the mean growing stock is 332 m3 per hectare.
Slovenia has an established tradition of planned management of forests. The first fo-
restry plans for this territory were made in the 18th century (Flamek, 1771), while indivi-
dual edicts for regulating forests were being made as early as the 15th century. Nowadays,
the forest management planning system in Slovenia covers all forest areas, regardless of
ownership (71% privately owned, 3% owned by local communities or other organisations,
26% in state ownership; Lesnik and Matijašić, 2006). Close-to-nature forestry, which has
been used in Slovenia for over 50 years, promotes the conservation of nature and forests,
as nature’s most complex creation, while deriving benefits from a forest in such a way
as to preserve it as a natural ecosystem of all the diverse life forms and relations formed
therein. The idea of forest planning and management oriented towards natural species
composition and a very limited share of non-indigenous tree species is widely applicable.
The number of naturally growing tree species determined in Slovenia is 71 (Kotar and
Brus, 1999). Among these, the following tree species have the highest share of the growing
stock: Fagus sylvatica L. (32%), Picea abies (L.) Karst. (32%), Abies alba Mill. (8%) and di-
fferent species of Quercus sp. L. (7%) (Lesnik and Matijašić, 2006).
Diverse vegetation patterns have been recognised in Slovenian forests: in periodically
flooded lowlands, in narrow strips along the rivers and brooks, forests of willows (Salix
sp.), alders (Alnus glutinosa (L.) Gaertn., Alnus incana (L.) Moench), ashes (Fraxinus ex-
celsior L., Fraxinus oxycarpa Willd.), and common oak (Quercus robur L.) grow. In the hilly
areas above the floodplains, where for the most part the forests have now been converted
to farmland, is the region of mixed forests of sessile oak (Quercus petraea (Matt.) Liebl.)
and hornbeam (Carpinus betulus L.). In the mountainous areas, these change gradually
into forests with predominantly beech (Fagus sylvatica L.) trees. The beech forests with
mixtures of different broadleaves (e.g. Quercus sp, Acer sp., Ulmus sp., Prunus avium L.,
Lado Kutnar & Andrej Kobler 73

Fraxinus sp.) and conifers (e.g. Picea abies (L.) Karst., Abies alba Mill., Pinus sp.) cover the
major part of the forested area of the country, and the Dinaric forest of common beech
and silver fir (Abies alba Mill.) is one of the most extensive forest communities in the
country. In the Alpine region, together with Norway spruce (Picea abies (L.) Karst.), and
European larch (Larix decidua Mill.), more or less pure beech forests reach up to the belt
of the dwarf mountain pine (Pinus mugo Turra) in the Dinaric range. On extremely warm,
steeper sites all over the country, mainly on limestone and dolomite terrain, forests and
woodland of different thermophile tree species (e.g. Ostrya carpinifolia Scop., Fraxinus
ornus L. Quercus pubescens Willd.) extend.
In its natural range, spruce grows more abundantly only on the high plateaus in the
Alpine area. To a small extent, natural spruce forests grow in cold valleys and sinkholes in
the Dinaric region. However, they also grow on Pohorje Mountain, where they are, for the
most part, not native, and throughout the country in which they have been disseminated,
mainly by man, for their useful wood. In these areas, the spruce is much more sensitive
to the rigours of the weather and to the more widespread bark beetles. Beside woodlands
of dwarf mountain pine in the high-alpine zone, the pine forests are composed of Scots
pine (Pinus sylvestris L.) and of Austrian pine (Pinus nigra Arnold). The Scots pine can be
found throughout the interior of the country on the poorest soils, and Austrian pine fo-
rests grow on some of the steeper slopes of the continental part and extend over the larger
part of south-western Slovenia, in the Karst area (Sub-Mediterranean region). Centuries
ago, the deciduous forests of this region were degraded by logging, burning and pasturing.
Intensive reforestation and afforestation of the Karst area with Austrian pine started in the
middle of the 19th century.
This study is focused on the potential forest vegetation, based on the forest-plant co-
mmunity system by Košir et al. (1974, 2003), described on 74,123 forest compartments
– the lowest level of the hierarchical forest-management system – which are sized from
10 to 30 hectares. Based on the similarity of site characteristics with a special emphasis on
climatic factors, the potential-forest-community types have been agregated together in 13
group or so-called vegetation types (Table 1, Figure 1).

3. Climate Change Projections

In Slovenia, the evidence on climate change can also be found in datasets of air tem-
perature and precipitation amounts (Bergant, 2007). In this paper, simulation of the fu-
ture forest vegetation in Slovenia driven by expected climate change is discussed. Taking
into consideration different climate-change scenarios for this region, changes of forest
vegetation pattern will be forecasted. For simulation of future vegetation states, the exist-
ing climate-change predictions for Slovenia have been used (Bergant, 2007; Kutnar et al.,
2009). To estimate the future temperature and precipitation conditions in different regions
of Slovenia by the end of the 21st century, empirical downscaling was used to project
the results of General Circulation Model (GCMs) simulations with four different models
(CSIRO/Mk2, UKMO/HadCM3, DOE-NCAR/PCM in MPI-DMI/ECHAM4-OPYC3)
to five selected locations in Slovenia. A combination of empirical orthogonal function
analysis together with a partial least squares regression was used to develop empirical
models based on local observations and NCEP/NCAR reanalysis in the large scale. As
GCM simulations are commonly based on a limited number of emission scenarios, in this
case SRES A2 and B2, local projections were additionally scaled to other marker SRES
74 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

A2 and B2, local projections were additionally scaled to other marker SRES scenarios
(A1Fl, A1T, A1B). The results of projections indicate the strongest warming in summer
(3.5°C to 8°C) followed by winter (3.5°C to 7°C), spring (2.5°C to 6°C), and autumn (2.5°C
to 4°C) (Bergant, 2007). No significant change in precipitation amounts is expected in
spring and autumn, while in summer a decrease in precipitation (-20%) and in winter an
increase (+30%) is expected. For the simulation of changes of potential forest vegetation,
the existing climate-change predictions for Slovenia (Bergant, 2007) have been used to
create three different scenarios.

4. Forecasting Model

Within the present forest area, a model was constructed, linking the vegetation type to
the climate factors, the relief and the soil at the spatial level of 100×100 m quadrants, in
order to provide the model-based predictions of potential vegetation distribution in case
of climate warming. The relationship was gleaned with the data mining tool SEE5 (www.
rulequest.com) from the empirical data (training dataset). The training data consisted of
equal numbers of randomly sampled records for each vegetation type. Each record con-
sisted of the current vegetation type at a particular 100×100 m quadrant, followed by the
corresponding climate data (average monthly and yearly temperature, precipitation and
evapotranspiration values for the 1970-2000 period), relief data (elevation, terrain slope,
terrain exposition), and soil data (FAO soil type). The model constructed with SEE5 took
the form of a decision tree. The accuracy of the model was estimated to be 71% (at the level
of 13 vegetation types) with 10-fold cross-validation on training data. The cross-validation
returns similar accuracy values as the validation using an independent control sample. Us-
ing the model and the existing predictions of the likely future climate (Bergant, 2007), we
predicted the shift of the forest vegetation in Slovenia for the years 2040, 2070 and 2100
under three climatic scenarios: the mean scenario (median predicted temperature T, me-
dian predicted precipitation R, median predicted evapotranspiration E), the pessimistic
scenario (max T, min R, max E), and the optimistic scenario (min T, max R, min E). For
comparisons of the predicted values to the present values, we used the potential present
values, i.e. modelled present values, and not the real present values. Therefore, the differ-
ences between the present and the predicted values were less influenced by the errors of
the model. Since the empirical model is only valid within the present forest area, it cannot
predict change of the forest area due to climate warming. Therefore, our predictions of
vegetation change were only made within the present confines of the forests.

5. Model-Based Simulation of Forest Vegetation in Slovenia

Taking into consideration the future climate changes (defined by three different climate
scenarios: the mean scenario, the pessimistic scenario and the optimistic scenario), the
simulation of the future potential forest vegetation showed significant changes of vegeta-
tion-type shares in Slovenia. By using all three climate scenarios in an empirical GIS mo-
del, the simulations showed the alteration of spatial pattern of 13 vegetation types (groups
of similar forest communities) under impacts of climate vary considerably (Table 1, Figure
2). The mesic forest vegetation may be adversely affected by such changing environmental
conditions. The decrease of the share of currently prevailing beech vegetation types, e.g.
groups of Acidophilic Fagus sylvatica forests (14.2%), of Submontane Fagus sylvatica fo-
Lado Kutnar & Andrej Kobler 75

rests (13.0%), and (Alti-) montane Fagus sylvatica forest in (Pre-)Dinaric region (11.2%),
could be expected (Table 1). By the year 2100, the share of Acidophilic Fagus sylvatica fo-
rests might be decreased to range between 0.0% (pessimistic scenario) and 5.0% (optimis-
tic scenario); and the share of Submontane Fagus sylvatica forests might be contracted to
range between 0.0% and 4.0% (Table 1). The constant decreasing of (Alti-)montane Fagus
sylvatica forest in the (Pre-)Dinaric region, among which Dinaric fir-beech forests prevail,
has been forecasted (Figure 3).

Table 1.Forest vegetation types (groups of similar forest communities) and forecast forest areas for
the year 2100 based on different scenarios

Actual forests Forecasted forest areas (in %)


in year 2000 in year 2100

Area Share Mean Opti- Pessimistic


Veg. (ha) (%) sce- mistic scenario
type Description of vegetation type nario scenario
1 Acidophilic Fagus sylvatica 168.591 14.2 0.7 5.0 0.0
forests
2 Acidophilic Pinus sylvestris 56.045 4.7 0.0 2.5 0.0
forests
3 Submontane Fagus sylvatica 154.624 13.0 0.1 4.0 0.0
forests
4 Montane Fagus sylvatica forests 113.116 9.5 4.3 6.4 1.4
5 (Alti-)montane Fagus sylvatica 103.438 8.7 0.2 3.2 0.0
forest in (Pre-)Alpine region
6 (Alti-)montane Fagus sylvatica 133.599 11.2 0.4 7.4 0.0
forest in (Pre-)Dinaric region
7 Thermophile Fagus sylvatica 78.109 6.6 4.8 11.7 1.3
forests
8 Collinar forests of Quercus pet- 101.964 8.6 18.6 17.8 11.8
raea and Carpinus betulus
9 Lowland forests of Salix species, 34.521 2.9 0.0 0.1 0.0
Alnus glutinosa and Quercus
robur
10 Thermophile forests of Ostrya 91.244 7.7 70.8 38.7 85.5
carpinifolia, Quercus species,
Pinus sylvestris and P. nigra
11 Abies alba forests 77.707 6.5 0.0 1.4 0.0
12 Picea abies forests 43.453 3.7 0.0 1.7 0.0
13 Pinus mugo woodlands 34.117 2.9 0.0 0.1 0.0
SUM 1.190.528 100.0 100.0 100.0 100.0
76 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Figure 1. Model of the present forest vegetation state in Slovenia (main eco-regions are marked)

Figure 2. Forecast of forest-vegetation distribution in the year 2100 according to the mean climate
scenario. The white color denotes currently non-forested areas, since the model only predicts vegeta-
tion changes within the forest areas.
Lado Kutnar & Andrej Kobler 77

Figure 3. Forecast share of (Alti-)montane Fagus sylvatica forest in (Pre-)Dinaric region based on
different scenarios for three periods

On the contrary, the warmer climate predicted by all three future scenarios will fa-
vour drought-tolerant forest species and vegetation types. It could be expected that di-
fferent thermophile forests, which are partly dominated by beech trees, but mostly by di-
fferent drought-tolerant tree species, like Ostrya carpinifolia, Fraxinus ornus, Sorbus aria,
Quercus pubescens, Q. cerris, Q. ilex and Q. petraea, and also Pinus sylvestris L. and P. nigra,
will expand over a larger area of the country. Even different Mediterranean evergreen
forests and maquis shrublands of the order Quercetalia ilicis, with dominant Quercus ilex,
Q. coccifera, Pinus halepensis or Carpinus orientalis, similar to current vegetation of the
Croatian coastal area (Trinajstić, 2008) could possibly be distributed over extreme warm
sites in Slovenia. By the end of century, the share of such thermophile vegetation might be
enlarged from 14.2% to range between 50.4% (optimistic scenario) to 86.8% (pessimistic
scenario) (Figure 4).
Beside this, the Collinar forests of Quercus petraea and Carpinus betulus, admixed with
various tree species, like Prunus avium, Acer campestre, A. pseudoplatanus, Tilia cordata,
Fraxinus excelsior, Abies alba, Picea abies, growing from plains to hilly areas, from the
Sub-Mediterranean to Sub-Pannonian regions, covering 8.6% of total forest cover, will be
spread over larger area. By the year 2100, the forecast share of these forests might be be-
tween 11.8% (pessimistic scenario) and 17.8% (optimistic scenario). However, even more
xerothermic vegetation with dominant oak species (e.g. Quercus cerris, Quercus frainetto)
might also be expected after such significant warming.
78 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Figure 4. Forecast share of different thermophile forests (vegetation types of Group 7 and Group 10
are aggregated) based on different scenarios for three periods

The more commercially interesting coniferous species, like Picea abies and Abies alba
are present in diverse forest types, and they have significant shares of the total growing
stock (Lesnik & Matijašić, 2006). However, taking into account potential sites of conife-
rous dominant vegetation types (including vegetation types 2, 11, 12, 13) the share of these
forests is less than 18% of the total (Table 1). Based on different climate scenarios fore-
casting the lower ratio between share of coniferous and broadleaves dominant vegetation
types (Figure 5), the negative impacts of climate warming and water limitations on the
coniferous forests of more humid and colder site conditions were estimated.

Figure 5. Forecast ratio between share of coniferous dominant vegetation types (2, 11, 12, 13) and
broadleaf dominant vegetation types (1, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10) based on different scenarios for three
periods
Lado Kutnar & Andrej Kobler 79

The simulation showed that under warmer conditions the shift of vegetation belts up-
wards could be expected (Figure 6). It means that Fagus-dominated communities in the
colline-submontane belt might eventually be replaced by oak-hornbeam communities,
and the shift of tree-line to higher elevation is predicted. A shift upward of mean average
of Pinus mugo woodlands by almost 400 metres by the year 2070 has been simulated with
the GIS model.

Figure 6. Predicted mean elevation height of vegetation, based on mean scenario (numbers corre-
spond to Table 1)

6. Discussion and Conclusions

Simulations of the future climate with general circulation models (GCMs) indicate an
even more intensive climate change than that detected in the last decades of the 20th cen-
tury (Bergant, 2007). Most of the current climate projections for central Europe predict
increased temperatures that are expected to cause an increase in the frequency and dura-
tion of intense summer droughts (e.g. McCarthy et al., 2001; Alcamo et al., 2007). Based
on the three different climate scenarios, the simulations showed that the spatial pattern of
forest vegetation types in Slovenia will be altered, and the vegetation type of major part
of forest sites might be changed in the following decades under the impacts of climate
change. Under warmer and wetter conditions, the vegetation shift might not be as drastic
as under warmer and drier conditions.
Nowadays, the most abundant and dominant tree species of the potential natural ve-
getation of central Europe is European beech (Fagus sylvatica) (Ellenberg, 1996); it is one of
the ecologically and economically most important forest tree species presently supported
by forest management in this area (Geßler et al., 2007). Beech forests of different types are
prevailing in Slovenia too, occurring on calcareous as well as on silicate and mixed bed-
rock, on very different soil types, from hills (150 metres a.s.l.) to the subalpine belt (1650
80 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

metres a.s.l.) (Lesnik and Matijašić, 2006; Dakskobler, 2008). In Slovenia, approximately
63% of all forests currently grow on the beech, fir-beech and beech-oak potential sites; a
reduction of beech sites is predicted to range between 7% (pessimistic scenario) and 42%
(optimistic scenario) by the year 2070 (Kutnar et al., 2009). The beech forests are likely to
be threatened, owing to beech sensitivity towards low water availability (Ellenberg, 1996)
and longer drought periods (Fotelli et al., 2002); the physiological performance, growth
and competitive ability of European beech may be adversely affected by such changing
climate conditions (Peuke et al., 2002; Geßler et al., 2007). In Slovenia, the situation may
be aggravated by the fact that the area of distribution of beech forests includes many sites
with shallow limestone- and dolomite-derived soils of low water storage capacity.
By the end of century, the distribution range of fir is likely to change (Anić et al., 2009),
and a decrease of the area of Dinaric fir-beech forests (Omphalodo-Fagetum) has been
forecasted (Kutnar and Kobler, 2007, 2011; Kutnar et al., 2009). According to the most
pessimistic hot-and-dry scenario and assuming that the actual ecological niche of this
vegetation type would not be changed in the future, this forest type might disappear com-
pletely from territory of Slovenia by the end of the 21st century. It seems that Dinaric fir-
beech forests might be the most threatened forest community in Slovenia.
Dinaric fir-beech forest is one of the most extensive forest communities in Slovenia
(Dakskobler, 2008), covering the Dinaric Mountain area, extended along the Adriatic coast
over the Balkan Peninsula. In Slovenia, the Dinaric mountain chain reaches the south-
eastern Alps; in term of diversity, the vegetation on the border zones of different ecological
influences is especially interesting. Beside their significant forest-management role, the
Dinaric fir-beech forests are among the most important timber productive forests; their
ecological and nature-conservation aspects are also significant. In area of these forests, the
central part of habitat of three large European beasts of prey, the brown bear (Ursus arctos
L.), lynx (Lynx lynx L.), and wolf (Canis lupus L.), and of many other species (Kutnar et al.,
2002; Ódor and Van Doort, 2002) that are of special interest (e.g. Habitat Directive, 1992),
and the major part of these forests has been designated as part of the Natura 2000 network
(Skoberne, 2004). Thus, the loss of habitat of Dinaric fir-beech forests is likely to mean the
potential extinction of many key species. Climate change has already caused numerous
shifts in species abundance and distribution within the last 50 years (Parmesan and Yohe,
2003) and it is presumed to be a major cause of species extinction in near future (Thomas
et al., 2004).
The share of different thermophile forests, which are less economically interesting and
more fire-prone, will increase significantly, replacing the currently predominant mesic
forests. The extension of thermophile forests all over the country would have very dra-
matic consequences and would affect forest-management, forest policy, and forest protec-
tion activities. The shift from dominant semi-natural mesic forests, mainly belonging to
order of Fagetalia sylvaticae, to low density forests or woodlands, potentially belonging
to orders of Quercetalia pubescentis, Erico-Pinetalia or even to Mediterranean evergreen
forests and maquis shrublands of order Quercetalia ilicis, is likely to happen by the end of
the 21st century. The production of high-quality wood is one of the main objectives of fo-
rest management at present, but forests provide a wide range of other benefits. The future
forest roles might be critically affected by redistribution and changed proportions among
the forest types.
Different types of thermophile forests of the Sub-Mediterranean region of Slovenia
have recently been damaged by forest fires (Mavsar et al., 2005; Jakša, 2006). Driven by
Lado Kutnar & Andrej Kobler 81

the warmer conditions and drought, similar as in the Mediterranean (Santos et al., 2002;
Pausas, 2004; Pereira et al., 2005; Moriondo et al., 2006), forest fire frequency and severity
are very likely to increase in the future.
In Slovenia, the coniferous forests might be affected by warmer climate (Ogris and
Jurc, 2010). As in western and central Europe (Kienast et al., 1998; Maracchi et al., 2005;
Koca et al., 2006), a significant share of potential coniferous vegetation might be replaced
by forests mainly dominated by deciduous trees. Native coniferous forests characterised
by humid site conditions and relatively lower average temperatures might even disappear
according to the most pessimistic scenario, which predicts a rapid increase of temperature
and a decrease of precipitation.
A shift upward of the treeline by several hundred metres caused by climate change
could be expected (Badeck et al., 2001; Grace et al., 2002); there is some evidence that this
process has already begun in some regions (Mindas et al., 2000; Kullman, 2002; Peńuelas
and Boada, 2003; Camarero and Gutiérrez 2004; Shiyatov et al. 2005). In harsh condi-
tions in Slovenia, where continuous forests are no longer able to exist, the Pinus mugo
woodlands are spread in the subalpine zone, while the scrubland scattered trees of Larix
decidua, Picea abies, Sorbus aucuparia subsp. glabrata, Fagus sylvatica and some other
more rare species form the upper treeline in this region. The shift upward of Pinus mugo
woodlands was simulated with the GIS model, and the change of treeline together with
the effect of abandonment of traditional alpine pastures is predicted as in other European
mountain areas (Guisan and Theurillat, 2001; Grace et al., 2002; Dirnböck et al., 2003;
Dullinger et al., 2004). For this reason, the composition and structure of alpine and nival
communities are very likely to change, and threatening of nival flora is predicted (Guisan
and Theurillat, 2000; Gottfried et al., 2002; Walther, 2003).
Although, many research findings support the clear impact of climate change to forests
vegetation (e.g. Alcamo et al., 2007), there is no doubt that the results of present climate
projections reflect some degrees of uncertainty (see, e.g. Rial et al., 2004; Von Storch et al.,
2004) that are due to the incomplete understanding of the climate as a system and its com-
plex interactions with the biosphere and oceans. Beside the relatively uncertain climate-
change model, a potentially changed ecological niche of existing forest vegetation types
under changed climate or even the ecological niche of future forest vegetation types with
other dominant tree species have not been considered. Moreover, the secondary effects of
climate change (e.g. higher frequency of forest fires, land use change, and especially effects
of tree diseases and harmful pests and their new appearances (Jurc and Ogris, 2006; Jurc et
al., 2006; Ogris et al., 2006; Piškur et al., 2011) have not been foreseen in the model.
On particular sites in the centre of the current area of distribution of beech in central
Europe, beech may lose its dominance and growing potential as compared to drought or
flood-tolerant species (Geßler et al., 2007). Since similar impacts are also likely to occur in
the studied area, forest policy and management need to take such risk into consideration.
Species-rich forests with a high resilience potential will reduce the risk for forestry related
to the prognosticated climate development in this region.

Acknowledgements

The study has been financially supported by national project “Adaptation of forest man-
agement to climate changes in relation to expected changes of forest traits and forest spa-
tial changes, V4-0494”, funded by the Ministry of Agriculture, Forestry and Food and by
82 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

the Slovenian Research Agency, and by the research programme P4-0107 funded by the
Slovenian Research Agency. The English language of the manuscript was checked by Terry
Troy Jackson.

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A PAISAGEM COM BAMBUS NA FLORESTA ATLÂNTICA BRASILEIRA: CA-
RACTERIZAÇÃO E MAPEAMENTO COM IMAGENS DE ALTA-RESOLUÇÃO

LUCIANA SPINELLI DE ARAUJO & JOÃO ROBERTO DOS SANTOS

Summary

The different vectors of the natural and anthropogenic disturbance caused changes in the
floristic composition and physiognomic-structural patterns of forest cover. The Atlantic
Forest shows, among the effects of such disturbance of the physical environment, the oc-
currence of bamboo formations. This study is based on a historical occurrence of this event
together with the analysis of high resolution satellite images. It demonstrates the investiga-
tive capacity for the characterization and mapping of bamboo enclaves in the forest types,
and provides information to understand the landscape dynamics of the Atlantic domain.

1. Introdução

A Floresta Atlântica é um expressivo conjunto de ecossistemas que abriga uma signi-


ficativa diversidade biológica, distribuída predominantemente ao longo de uma
faixa paralela à costa brasileira, desde o Estado do Rio Grande do Norte até o Estado do
Rio Grande do Sul, estendendo-se ainda para áreas interioranas nas regiões sudeste e sul
do país. Com uma extensão original de cerca de 1.3 milhões de Km2, o que correspondia
a 15% do território brasileiro, diferentes ciclos históricos de exploração - ouro, cana-de-
açúcar, café - tornaram esse domínio Atlântico bastante degradado e a pressão de novos
ciclos econômicos, de desenvolvimento e de integração nacional, com a instalação de
processos de urbanização e industrialização, reduziu a área a apenas 8% de seu domínio
(Fundação SOS Mata Atlântica; INPE, 2009). Resultados de pesquisas sobre cenários fu-
turos dos impactos das mudanças climáticas sobre a diversidade da Floresta Atlântica,
demonstrando a alarmante redução na área que algumas espécies poderão ocupar, bem
como um deslocamento da ocorrência atual em direção ao sul do Brasil (Colombo e Joly,
2010), evidenciam a necessidade de conhecimento e preservação desses remanescentes.
Altamente fragmentados, alguns trechos da Floresta Atlântica têm sido protegi-
dos como Unidades de Conservação, auxiliando na preservação da biodiversidade e do
patrimônio cultural das comunidades tradicionais ali existentes. Dentre essas áreas encon-
tra-se o Contínuo de Paranapiacaba, localizado ao sul do Estado de São Paulo e formado
por quatro unidades de conservação que somam cerca de 150 mil hectares de vegetação
composta quase que integralmente de Floresta Ombrófila Densa. Nessa região, contudo,
recentes diagnósticos em campo apoiados com fotos aéreas identificaram extensas áreas
de florestas com domínio de bambus (São Paulo, 2007), formações não consideradas em
levantamentos anteriores (Biota/Fapesp, 2008). Dentre as muitas particularidades da Flo-
resta Atlântica, a ocupação dominante por bambus nativos ganha evidência pelo impacto
que causa na regeneração da vegetação, reduzindo a diversidade local, e pela sua possível
expansão nesses fragmentos, indicando a necessidade de mapeamento da distribuição e
monitoramento dessas formações florestais em escala compatível com esta paisagem.
88 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Atualmente, dados de satélite têm sido ferramentas essenciais para o levantamento dos
recursos naturais do território brasileiro, otimizando trabalhos de campo e embasando
diretrizes de políticas públicas e tomadas de decisão no meio ambiental. Nessa oportu-
nidade apresentamos alguns dados enfocando a análise e discussão da potencialidade de
imagens de alta-resolução na caracterização e mapeamento dessa paisagem com bambus
na Floresta Atlântica, como parte de um projeto para a análise da distribuição espacial e
temporal das florestas com bambus nesse domínio.

2. A paisagem com bambus na Floresta Atlântica

Pertencentes à Família Poaceae, os bambus são componentes típicos da Floresta Atlân-


tica. Devido as suas características de rápida colonização a partir dos rizomas e aos hábi-
tos invasivos, bambus e bambusóides podem ocupar o nicho de arbustos e árvores pionei-
ras (Tabarelli e Mantovani, 1999), interferindo assim na regeneração florestal. Os bambus
possuem um longo período vegetativo, geralmente entre 20 e 60 anos, culminando na
etapa de reprodução sexuada com elevada produção de sementes e mortalidade maciça da
população (Janzen, 1976), o que restringe o conhecimento dos ciclos de vida dessas plan-
tas a poucas espécies. Essas características de propagação associadas possibilitam seu esta-
belecimento dominante, resultando em padrões diferenciados da paisagem, sendo funda-
mental o entendimento dos aspectos ecológicos associados a essas florestas com bambus
em estudos de dinâmica florestal. Conforme Griscom e Ashton (2002), nesse ambiente
a vegetação possui menor área basal, maior mortalidade de plântulas, menor biomassa
aérea e os solos apresentam menor teor de umidade comparado às florestas sem bambus.
Para esses autores, a competição das raízes e o atrito mecânico com os bambus são fatores
que afetam a dinâmica sucessional dessas florestas, impedindo o recrutamento das espé-
cies típicas pioneiras.
Pela extensão, estado de conservação e por abrigar rica biodiversidade, o Contínuo de
Paranapiacaba é considerada uma região bastante significativa da Floresta Atlântica. No
caso do Parque Estadual Intervales, incluso nessa região do Contínuo entre as coordena-
das 24o12’ a 24o32’ de latitude sul e 48o03’ a 48o32’ de longitude oeste, os cerca de 40 mil
hectares de vegetação apresentam intensas alterações associadas à ocorrência dominante
de bambus. Entre setembro e dezembro de 2006, um total de 110 pontos georreferencia-
dos foi coletado em Intervales para caracterização dos aspectos fisionômico-estruturais da
vegetação, tais como altura e dominância do dossel, número de estratos, ausência/presen-
ça de sub-bosque, e indicação da ocorrência ou não de bambu e sua condição fenológica,
permitindo assim uma adequada estratificação temática da paisagem local.
Para o levantamento detalhado dessa paisagem com bambus, foi selecionada uma
secção norte de 2300 hectares desse Parque (Figura 1), caracterizada por um intenso
histórico de perturbações naturais e antrópicas no período anterior a criação dessa Uni-
dade de Conservação. A precipitação média mensal nessa região é de 1500-1600 mm, com
ua temperatura anual média de 14º a 18º C, predominando a floresta ombrófila densa a-
ssociada aos neossolos litólicos.
Em uma breve descrição da paisagem pode-se mencionar que duas espécies de bambus
(Figura 2) predominam na área - Guadua tagoara (Nees) Kunth (localmente conhecido
como taquaruçu) e Chusquea oxylepis (Hack.) Ekman (criciúma). O hábito escandente
do Guadua tagoara causa danos físicos aos indivíduos arbóreos, modificando a estrutura
florestal, principalmente na ocasião do tombamento dos colmos. Já no caso de Chusquea
Luciana Spinelli de Araujo & João Roberto dos Santos 89

oxylepis, o sombreamento causado pela maior cobertura foliar, similar a um tapete sobre
o dossel, ocasiona variações de luminosidade e temperatura no interior da floresta, o que
pode interferir no processo de regeneração da vegetação.

Figura 1. (a) Representação do domínio original de Floresta Atlântica e atuais remanescentes com
limites do Brasil e estados (Fundação SOS Mata Atlântica; INPE, 2009), (b) localização do Parque
Estadual Intervales (PEI) no estado de São Paulo e (c) detalhe da área de estudo (em amarelo) na
imagem QuickBird (R4G2B1).

Em Intervales, as etapas de reprodução sexuada e mortalidade desta espécie de Guadua


ocorreram ao longo dos 4 anos de observação, havendo na ocasião grupos ainda em está-
gio vegetativo, enquanto que, para Chusquea oxylepis, o período de floração mais recente
ocorreu de 2005 a 2007 (Araujo, 2008). Ambas as espécies de bambus apresentam flo-
rescimento monocárpico, com abertura de extensas clareiras na floresta após mortalidade
maciça do bambuzal.

Figura 2. Bambus dominantes: (a), (b) e (c) Guadua tagoara (Nees) Kunth e (d) Chusquea oxylepis
(Hack.) Ekman.
90 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

As perturbações antrópicas que ocorreram no Parque, realizadas historicamente e de


modo intensivo e recorrente relacionadas às atividades de roça e exploração de palmito
(Euterpe edulis), parecem refletir nas características fisionômico-estruturais da tipologia
florestal atual, facilitando a colonização e o estabelecimento dos bambus e interferindo no
processo natural de sucessão. Um modelo generalizado (Figura 3) representa a associação
de fatores de perturbação, com eventos naturais e antrópicos funcionando como agentes
facilitadores do estabelecimento de bambuzais, enquanto a manutenção dessa dominân-
cia é facilitada pelas próprias características de crescimento e reprodução dos bambus
(Araujo, 2009). No caso de Intervales, eventos climáticos extremos como uma geada em
1975, que afetou bastante a vegetação da região, podem ter sido um dos catalisadores da
ampliação da área de abrangência natural dos bambus.

Figura 3. Modelo de dominância de bambus na Floresta Atlântica. Fonte: Araujo (2009).

3. Imagens de alta-resolução no mapeamento da paisagem com bambus

Dados de sensoriamento remoto especificamente para o estudo de áreas com presença


de bambus possibilitam o monitoramento das alterações contínuas dessa formação, sendo
a solução empregada para o inventário em regiões onde o acesso ao interior de florestas é
dificultado pela alta densidade de bambus (RMSI, 2004). No Brasil, trabalhos utilizando
técnicas de sensoriamento remoto em estudos de bambus vêm sendo realizados no su-
doeste da Amazônia, onde são extensas as áreas dominadas pelo gênero Guadua (Nelson
et al., 2006). Essa paisagem ocupa mais da metade do Estado do Acre, com duas espécies
dominantes - Guadua weberbaueri Pilger e Guadua sarcocarpa Londoño & Peterson (Sil-
veira, 1999). Utilizando uma série temporal de imagens MSS e TM/Landsat e MODIS/
TERRA, Nelson e Bianchini (2005) monitoraram o ciclo de vida da população de bambus
do gênero Guadua no Estado do Acre, acompanhando dois eventos de mortalidade da
população, em 1976 e em 2003-2004, possibilitando o conhecimento sobre os ciclos re-
produtivos dessas espécies.
No Contínuo de Paranapiacaba, por sua vez, observações de campo evidenciam cla-
Luciana Spinelli de Araujo & João Roberto dos Santos 91

reiras ocupadas por diferentes espécies de bambus, ocorrendo juntamente com áreas de
floresta densa. Este mosaico da paisagem, aliado às características da topografia da região,
extremamente montanhosa, dificultam o mapeamento com o emprego tradicional de i-
magens de média resolução espacial. Assim, imagens de alta-resolução surgem como um
produto importante no estudo dessas áreas florestais com ocorrência de bambus.
Nessa região de Intervales, as atividades de caracterização e mapeamento com as ima-
gens de alta-resolução QuickBird (modo Standard 2A, com 5 bandas espectrais – 1 PAN,
resolução espacial de 0,6m e 4 MS com resolução espacial de 2,4m, datada de 19 de maio
de 2006) foram apoiadas por um banco de dados formados por registros históricos da
área (1962-2000) e um conjunto descritivo de campo com levantamento das paisagens
dominantes, referentes a quatro anos de coleta e monitoramento (2004-2008), conforme
descrito em Araujo (2008).
No processamento das imagens QuickBird, realizado no software ENVI 4.1, foi em-
pregado o método de fusão de imagens, através de Principais Componentes, permitindo
integrar a alta-resolução espacial da banda pancromática com as informações espectrais
das demais bandas. Essa imagem fusionada, gerada com resolução espacial de 0,6 m, foi
posteriormente registrada através do procedimento de reamostragem pelo vizinho mais
próximo, para se obter uma acurácia de 3 pixels, tendo como base um mosaico semi-
controlado de fotografias áreas na escala de 1:35.000.
A partir das informações do banco de dados, foi então estabelecida uma chave de inter-
pretação considerando os diferentes padrões encontrados na imagem QuickBird, baseado
em parâmetros de interpretação visual, através da análise dos aspectos de textura e cor,
associados às informações estruturais da vegetação, como porte e densidade do dossel,
além da informação sobre dominância de bambus. Essas informações nortearam a inter-
pretação visual da imagem, realizada no ArcGis 9.2 com escala aproximada de 1:5.000, e
geração do mapa temático. O desempenho do mapeamento foi avaliado a partir da análise
da matriz de confusão, conforme Congalton et al.(1983) e Landis e Koch (1977), com o re-
spectivo coeficiente Kappa gerado em função de 45 pontos de campo utilizados para teste.
Nessa paisagem fragmentada da Floresta Atlântica, reflexo das diversas perturbações
históricas, diferentes estágios de sucessão secundária, por vezes com dominância de bam-
bus, ocorrem juntamente com áreas de floresta mais densa. Considerando esses diferentes
padrões identificados em campo, a caracterização da paisagem na análise do produto fu-
sionado QuickBird foi elaborada com 9 classes de cobertura da terra (Figura 4).
Em relação às classes com estrutura florestal, a dominância do dossel por bambus ou
indivíduos arbóreos acarreta em variações nos padrões tonais e texturais da imagem de
alta-resolução. As áreas de florestas mais densas, associadas em grande parte às formações
da Floresta Ombrófila Densa Montana, apresentam-se na imagem fusionada QuickBird
com variações de intensidade de coloração vermelho-escura e textura rugosa, devido aos
diversos estratos e presença de indivíduos emergentes e ao efeito do sombreamento oca-
sionado pela localização nos topos e encostas de morros e pela heterogeneidade do do-
ssel. A classe capoeirão, localizada em áreas menos inacessíveis, apesar de características
florísticas similares às florestas densas, apresenta o dossel ligeiramente mais homogêneo
pela ausência de indivíduos emergentes, com textura menos rugosa e com coloração mais
clara.
Em situações que os bambus atingem e dominam o dossel florestal, tem-se um aspecto
mais homogêneo, de textura mais fina, possibilitando a identificação de esparsas manchas
com bambus em meio à floresta mais densa. As variações de tons e texturas nas classes
92 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

com bambus são relacionadas, principalmente, às suas fases fenológicas. As áreas domina-
das por bambus em estágio vegetativo representam a classe mais crítica para mapeamento
por possuírem características por vezes próximas às classes de vegetação sem bambu.

Figura 4. Caracterização da paisagem nas imagens QuickBird (composição R4G2B1 – banda 4 no


vermelho, banda 2 no verde e banda 1 no azul). Fonte: Araujo (2008).

Nesse estágio, o bambu muitas vezes ainda não domina integralmente o dossel flores-
tal, havendo influência de indivíduos arbóreos na sua resposta espectral. Durante o estágio
reprodutivo, período de floração e frutificação, as folhas dos bambus ficam amareladas,
sendo facilmente discriminadas na imagem pela cor alaranjada e textura menos rugosa.
Com o término do ciclo reprodutivo há maciça mortalidade da população, resultando em
amplas clareiras com grande volume de biomassa seca, que posteriormente são recoloni-
zadas por outras espécies de bambus, recomeçando o ciclo de dominância.
Apesar das estratégias de estabelecimento distintas, ambas as espécies de bambus domi-
nantes originam um padrão estrutural semelhante, caracterizado por dossel descontínuo
e baixa densidade de indivíduos arbóreos de médio e grande porte. A similaridade estru-
tural da vegetação, aliada à sobreposição dos ciclos reprodutivos dessas espécies, dificulta
o estabelecimento de padrões distintos para as espécies na imagem QuickBird.
O resultado da interpretação da imagem fusionada QuickBird apresentou um desem-
penho temático adequado, com valor de Kappa de 0,85 e variância de 0,0035. O mapa de
cobertura da terra gerado (Figura 5) possibilita avaliar a espacialização das classes, que
forma um mosaico composto pela vegetação em diferentes estágios de sucessão, muitas
delas com ocorrência dominante de bambus em diferentes fases de vida.
A delimitação das manchas com bambus na imagem QuickBird, associadas pre-
dominantemente às presenças de G. tagoara e C. oxylepis, demonstram a formação de
‘blocos’ com bambus em diferentes fenofases, que se expandiriam lentamente de forma
Luciana Spinelli de Araujo & João Roberto dos Santos 93

agregada, conforme características de rizomas paquimórficos (Makita, 1998). Diferente


da Amazônia, onde cada população de bambus internamente sincronizada ocupa exten-
sas áreas, entre 102 a 104 km2, detectadas quando da mortalidade maciça com imagens
TM/Landsat e MODIS (Nelson et al., 2006), em Intervales as manchas com domínio de
bambus ocupam áreas de 0,15 a 0,30 km2, não sendo portanto passíveis de identificação
com sensores de média resolução, independente do estágio fenológico.

Figura 5. Distribuição espacial das classes de cobertura da terra em secção do Parque Estadual Inter-
vales. Fonte: Araujo (2008).

4. Considerações Finais

A Floresta Atlântica é formada por um mosaico de paisagens distintas referentes às


suas diversas fisionomias, incluindo formações identificadas apenas em escalas detalha-
das de trabalho, como as florestas com bambu recentemente diagnosticadas no Contínuo
de Paranapiacaba, estado de São Paulo. No Brasil, de modo geral, há uma escassez de
informações sobre os bambus existentes, principalmente em relação à taxonomia, à eco-
logia e aos registros de ocorrência nas diversas fisionomias de vegetação, dados essenciais
para análises da sua distribuição, dinâmica e estratégia de ocupação. Os recentes levanta-
mentos evidenciaram a necessidade de conhecimento das características peculiares dessa
formação, importante para o planejamento de políticas públicas visando à conservação e
preservação dos fragmentos da Floresta Atlântica já naturalmente vulneráveis.
Os padrões da paisagem relacionados à ocorrência e dinâmica das diferentes espé-
cies de bambus acarreta uma diversidade de padrões espectrais identificados nas ima-
gens QuickBird, possibilitando delimitar grandes clareiras ocupadas por populações de
bambus internamente sincronizadas e acompanhar os ciclos fenológicos das espécies
94 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

dominantes. O conhecimento dos aspectos ecológicos da tipologia florestal com bambus,


aliado às informações históricas e documentais da área, é fundamental ao entendimento
da dinâmica da vegetação dessa região de Floresta Atlântica, concomitante ao uso de ima-
gens de alta-resolução, que são ferramentas úteis nesses estudos, auxiliando nos processos
de inventário e monitoramento florestal, em escala compatível à expansão desse evento
estudado.

Agradecimentos

Os autores agradecem o suporte recebido da FAPESP através dos processos 03/12485-7,


04/13047-6 e 99/09635-0, além do apoio da ESALQ/USP, Fundação Florestal de São Paulo
e Instituto Florestal de São Paulo.

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HISTORIA ECOLÓGICA DE LA DEGRADACIÓN DE LOS BOSQUES Y RECUR-
SOS NATURALES EN LA ARAUCANÍA CHILENA

RENÉ MONTALBA, LEONARDO VERA & LORENA VIELI

Resumen

Se realizó una deconstrucción holística del proceso de creación del paisaje cultural de la
Araucanía, determinando los objetivos y metas (determinantes de orden) de las actuaciones
sobre los bosques, recursos naturales y el territorio, su origen y el impacto de éstas en la vida
de la población mapuche. Se considera que las actuaciones más relevantes en la construc-
ción de este paisaje cultural estarían influenciadas por determinantes de orden económicas
y de producción, externos a los mapuche. Estas actuaciones habrían generado una pro-
funda degradación de los bosques, transformación del paisaje y un alto impacto en la forma
de vida mapuche, quebrando el acoplamiento estructural entre estos y su paisaje e iniciando
procesos degradativos en sus predios. Contradiciendo la versión de organismos interna-
cionales, se concluye que la principal causa degradación ambiental de La Araucanía no ha
sido una alta población empobrecida, sino que más bien actuaciones relativas al desarrollo
de actividades económicas con metas y objetivos externos a esta población.

1. Introducción


Tcomo
ras poco más de 100 años La Araucanía ha pasado de tener un paisaje descrito
“selva impenetrable” (Bengoa, 1898; Peri, 1989; Verniory, 2001) a otro
que muestra evidentes signos de deterioro ambiental, “de aspecto agónico” (Vera, 2009).
En general los organismos internacionales (e.g. CMMD, 1991) consideran la pobreza, el
atraso tecnológico y el aumento de la población como las principales causas de degra-
dación ambiental en países en desarrollo. En Chile, los organismos públicos concuerdan
con aquel argumento para explicar el deterioro ambiental en la Araucanía, y en especial en
los terrenos de las comunidades mapuches (pueblo originario) (MIDEPLAN, 1999). Sin
desconocer la relevancia que estos factores pudieran tener, se considera que existen otros
elementos que explican de mejor forma este proceso y que permitirían ser más efectivos
en la búsqueda y aplicación de soluciones.
Los seres humanos han desarrollado técnicas de adaptación y uso del territorio, cre-
ando los patrones específicos de los campos, granjas, arboledas, áreas urbanas etc., lo cual
dependió tanto de las condiciones naturales de territorio como de las condiciones socio-
económicas y culturales (Grigg, 1974). De esta forma, los objetivos y las actuaciones que
se llevan a cabo sobre el territorio no son neutras: son el producto de una cultura y una
organización social que al actuar sobre la organización natural, genera nuevos escenarios
para la vida, lo cual a la vez afecta la vida misma. Los “paisajes culturales”, pueden enton-
ces verse como el resultado contingente e históricamente variable de la interacción entre
las fuerzas socioeconómicas y biofísicas en el territorio (Wrbka et al., 2004), o una coevo-
lución entre lo humano y lo natural.
Dado lo anterior, esta investigación pretende hacer una deconstrucción holística del
paisaje cultural en la Araucanía, desde un paradigma ecológico (Röling, 2000; Mc Evoy,
98 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

1993). Para el planteamiento científico de la deconstrucción del paisaje cultural, consi-


deramos axiomáticamente que la naturaleza y el hombre se determinan recíprocamente
en un contexto coevolutivo de “acoplamiento estructural” (Maturana y Mpodozis, 2000;
Röling, 2000). Este acoplamiento se mantiene, o se destruye, por determinaciones mu-
tuas que se articulan entre ambos a través de la tecnología (Gastó, 1980). Sin embargo,
aunque el hombre construye el paisaje mediante el uso de la tecnología, estas actuaciones
están determinadas por motivaciones y metas, que a su vez se expresan en el estilo de uso
y ordenación del territorio. Estas “determinantes de orden” pueden ser diferenciadas en
tres tipos: económicos de producción, ecológicos de la naturaleza y sociales de los actores
(Gastó et al., 2009).
Desde esta perspectiva, la comprensión del proceso de construcción del paisaje cultural
de La Araucanía, en los distintos períodos históricos, se lograría a partir de la contextuali-
zación de la sociedad de La Araucanía (mapuche y chilena) en una realidad tecnológica y
territorial determinada; y de la identificación del determinante de orden, su origen y del
paisaje cultural resultante. De esta forma, resulta fundamental el esclarecer si el deter-
minante de orden y las causas del deterioro de los agroecosistemas mapuches, emergen
del desarrollo de la consistencia interna de su sociedad, y de la correspondencia entre su
forma de actuar y la estructura de su medioambiente, o si es foráneo y afecta el acoplami-
ento estructural entre los mapuches y su entorno. No obstante a que el estudio se limita a
un territorio particular, se considera que tanto el marco teórico como el enfoque utilizado,
resultan particularmente útiles para analizar y buscar soluciones a temas intrínsecamente
complejos como son los relativos al medio ambiente y desarrollo sustentable en áreas de
interacción cultural y transformación del paisaje.

2. Metodología

Desde el punto de vista metodológico, este estudio fue realizado utilizando en forma
complementaria técnicas de investigación cuantitativas, cualitativas y participativas. La
recopilación de información estadísticas socioeconómicas, estado de los recursos, e his-
toria en las distintas etapas analizadas, fue desarrollada durante los años 2001 y 2002. El
trabajo en terreno referido a la verificación de información y trabajo con las comunidades
mapuche fue realizado entre 2002 y 2004.

Consideraciones respecto del territorio estudiado

Ubicada aproximadamente a 700 km al sur de Santiago de Chile se encuentra la Región


de La Araucanía. Esta Región correspondió al último territorio mapuche autónomo (hasta
1883) y es el que concentra la mayor población rural mapuche del país (MIDEPLAN, en-
cuestas CASEN 1996 y 2000; INE, Censo 2002). Cabe hacer notar que pese a que se trabaja
en el contexto del territorio que geopolíticamente comprende la Región de La Araucanía,
el principal foco de atención se refiere a un conjunto de “comunidades indígenas” que no
alcanzan a ocupar siquiera un 10% de su superficie (Figura 1). Del mismo modo, parte
importante de la información se obtuvo al nivel territorial de “sistema predial” y “locali-
dades” y es proyectada hacia un nivel regional.
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 99

Figura 1: Mapa de ubicación de La Araucania en Chile, en el cual se muestra la superficie ocupada


actualmente por comunidades mapuche. Elaboración propia.

Análisis bibliográfico

Se revisaron los relatos de cronistas, historiadores e investigadores para establecer


el marco general histórico del estudio y buscar particularidades de la historia ecológica
de los agroecosistemas y del paisaje cultural, privilegiándose información testimonial y
fuentes históricas de primer orden. Para el análisis de la componente ecológica, se recopiló
información acerca del territorio, sus características climáticas, geomorfológicas, edáficas
y de cobertura vegetal, así como información respecto de su evolución en el período de
estudio. El análisis de la dimensión económico-productiva se realizó utilizando fuentes
testimoniales y bibliográficas relacionadas con la caracterización de los agroecosistemas
y sus transformaciones, tanto en el propio sistema como fuera de éste. Por otro lado, para
obtener los datos requeridos en relación con los cambios técnico-productivos de los siste-
mas estudiados y sus efectos, se hizo un análisis de los registros, documentos y estadísticas
de organismos públicos, de informes y estudios del estado de la agricultura (en distintas
épocas) en La Araucanía y de libros y documentos elaborados por colonias europeas luego
de su llegada a la zona.

Memoria histórica mapuche y antecedentes estructurales

Para conocer la visión mapuche de este proceso de transformación ecológica, en gene-


ral, y de su paisaje cultural, en particular, se realizaron entrevistas semiestructuradas a 40
ancianos de diez comunidades mapuche de la zona de estudio. Esto fue complementado
100 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

con entrevistas grupales con integrantes de quince comunidades del territorio, y la partici-
pación en reuniones y asambleas con otras comunidades de la zona de estudio.

Corroboración empírica de la información

Por último, se realizó una observación directa cualitativa y cuali-cuantitativa en terre-


no como una forma de contrastar, complementar y verificar parte de la información obte-
nida con las entrevistas y la revisión de los distintos relatos, trabajos e investigaciones. Se
dio énfasis especial al estado de los agroecosistemas en lo referente a la topología de sus
componentes, su vulnerabilidad, la conservación de sus recursos naturales y su progresión
y retrogradación.

3. Resultados

Transformaciones del paisaje cultural de La Araucanía

Antecedentes respecto del periodo pre-reduccional

A la llegada de los colonizadores españoles (1550) las 3.180.000 hectáreas del actual
territorio de La Araucanía contaban con una población de aproximadamente de 300.000
habitantes, pertenecientes principalmente al pueblo mapuche (Guevara, 1898; Bengoa,
1991). A rasgos muy generales podemos considerar que la mayor parte del territorio se en-
contraba cubierto por bosques. Estos bosques “templados húmedos”, poseen abundantes
hongos silvestre, plantas saprofitas y parásitas, frutos, tallos, pecíolos, etc., los cuales son
comestibles (Valenzuela, 1981; Smith, 1997). Siendo los mapuche notables conocedores
y consumidores de éstos (Guevara, 1898; Coña, 1973; Valenzuela, 1981; Smith-Ramirez,
1997). Entre los productos que recolectaban la semilla de la conífera Araucaria Araucana
tuvo un rol fundamental, siendo considerado por cronistas e historiadores como la ha-
rina básica de la alimentación mapuche (Guevara, 1898). Esta especie se encontraba pre-
sente en gran parte de La Araucanía, alcanzando una superficie mayor a 250.000 hectáreas
(CONAF-CONAMA, 1999). Además, si se considera la alta productividad de esta especie
(hasta 400 kg por hectárea al año) y el valor nutricional de su semilla (232 cal/100g; 9,6%
proteína; 2,3% lípidos), su relevancia como fuente energética y nutricional es comparable
a la del trigo (Muñoz, 1984; Caro, 1995; Tacón, 1998; Schmidt-Hebel et al.,1990). Como
Guevara (18989) y Bengoa (1991) mencionan, la caza también jugaba un rol importante
en la alimentación de los mapuches lo cual es plausible dada la alta abundancia y diver-
sidad de animales existentes en los bosques (pudú, huemul, guanacos, perdices, tórtolas,
torcazas, loros, etc.)(Rozzi et al., 1997). La pesca, por su parte, constituía otra actividad
relevante. Los mismo autores mencionan que además de pescar, mariscar, y recoger algas
marinas (cochayuyo, luche), los mapuches poseían botes de hasta 30 remeros, con los que
incursionaban en las islas y recorrían fluidamente el litoral. Así también, la ganadería de
llamas para crianza doméstica y autoconsumo estaba bastante expandida. En relación a la
actividad agrícola, los mapuches se encontraban en un estado de desarrollo protoagrario,
esto es, conocían la reproducción de vegetales en pequeña escala, pero no habían desa-
rrollado aun una agricultura propiamente tal. Cultivaban patata, frijoles, maíz, quínoa, ají,
y algunos cereales nativos menores. Al parecer, ellos habrían cultivado muy pequeñas su-
perficies, destinadas sólo a suplementar los alimentos obtenidos por la caza y recolección.
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 101

Estos antecedentes estarían indicando que los mapuches se desarrollaban en un am-


biente rico en recursos naturales, con suficientes medios alimenticios para sustentar una
alta densidad de población, obteniéndolos mediante la recolección, caza, pesca, ganadería
de subsistencia y agricultura en pequeña escala. En base a las crónicas y textos históricos
revisados en este estudio, es posible reconocer numerosos indicadores que explicarían el
bajo impacto de la actividad económico productiva en los recursos naturales. Tales indica-
dores son: (i) simpleza de las herramientas utilizadas(carecían de tracción animal, hacha,
metal, ni uso del fuego para despeje de terrenos); (ii) las dimensiones y características de
sus sistemas agrícolas, agroforestales y ganaderos, (iii) la abundancia de recursos naturales
(alimenticios principalmente); (iv) la carencia de diferenciación o formas de acumulación
en su sistema social; (v) los referentes cosmovisionales en relación a la integración del
mapuche con la naturaleza y el medio que lo rodea; (vi) y el estado de conservación de
recursos naturales que hasta varios siglos después presentaba la Araucanía.
La llegada de los “españoles” (1550) marca el inicio de la renombrada “Guerra de Arau-
co” (que duraría 300 años) y de un proceso de cambio en el sistema social y económico
que se presentaba en La Araucanía mapuche (Guevara, 1898; Bengoa, 1991). En relación al
sistema económico, entre los factores clave que impulsaron la transformación de estos sis-
temas se encuentra la incorporación de nuevas especies animales y vegetales que se adap-
taron muy bien a las condiciones de la Araucanía. Dentro de las especies que adquieren
mayor importancia en estos cambios destaca el caballo, el ganado vacuno y las ovejas y el
trigo (Guevara, 1898; Bengoa, 1991).
Con el tiempo se incrementó el comercio fronterizo entre “españoles” (o criollos) y
los mapuches, utilizándose como medio de pago principal el ganado y en grado menor el
trigo. El contacto con la sociedad colonial influyó en los gustos y costumbres mapuches,
incorporándose una serie de productos provenientes del comercio. De esta forma, las se-
menteras adquirieron mayores dimensiones para dedicar el sobrante a la venta (intercam-
bio), y la ganadería comienza a transformarse en la principal actividad mapuche, posey-
endo un carácter mercantil. En definitiva, el sistema económico basado en la recolección
de frutos, en la caza y la pesca, y en pequeñas superficies agrícolas, fue reemplazado por
una economía fundamentada en el ganado vacuno, ovino y equino (Guevara, 1898; Ben-
goa, 1991).
Tal como se puede deducir de este período, el uso de los recursos naturales se intensi-
fica en forma progresiva. El aumento de la presión por los recursos no estaría dado por un
aumento de la población, ya que ésta había disminuido violentamente por enfermedades
desde casi 300.000 personas a la llegada de los “españoles” a cifras cercanas a las 60.000
(aumentando aproximadamente a 120.000 a mediados del siglo XIX) (Bengoa, 1991). Este
aumento de la presión por los recursos puede explicarse por el aumento de las necesi-
dades que trajo consigo el contacto con los españoles, y por la connotación que pasa a
tener el ganado como medio de enriquecimiento y símbolo de estatus, permitiendo por
tanto la “acumulación” de recursos. Pese a esta intensificación y expansión de la actividad
económica, no hay registros que indiquen problemas de degradación de bosque, agua o
suelo, a no ser en los alrededores de poblados españoles los cuales rápidamente eran de-
forestados, abiertos a la agricultura y paulatinamente sus suelos erosionados.
No obstante que la economía y sociedad mapuche se encontraba profundamente trans-
formada tras 300 años de contacto con españoles y criollos, al parecer la cosmovisión
mapuche actuaba a favor de la conservación ambiental. Pese a la gran importancia que
adquirió la crianza de ganado, no se tienen registros o relatos que indiquen que los ma-
102 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

puches despejaran zonas considerables de bosques para habilitar praderas o áreas de cul-
tivo. Tampoco hay registros de que hubieran sobrepastoreado las praderas ni que hayan
producido degradación de suelos por esta razón. Dentro de sus referentes cosmovisio-
nales, no todo lo que produce el “mapu” debe ser para el hombre, sino que el hombre es
sólo una parte de este “mapu” y se debe dejar parte de los recursos a los otros seres (natu-
rales y sobrenaturales) que lo habitan (Quidel y Jineo, 1999; Caniullan, 2000).
Pese a lo anterior, no se puede dejar de mencionar que la introducción de nuevas es-
pecies (tanto animales como vegetales) sin duda ocasionó graves pérdidas en cuanto a la
ecodiversidad de los agroecosistemas mapuches. Esto debido al reemplazo de las especies
autóctonas y sus sistemas de cultivo-crianza, por las introducidas (Torrejón y Cisternas,
2002). En algunos casos se produjo la desaparición de los sistemas tradicionales y sus
principales especies cultivadas (Latcham1936; Bullock 1958). Así también, la expansión
de la actividad ganadera debió producir alteraciones en los patrones de regeneración del
bosque y de las especies asociadas a éste, ya sea por daños directos, competencia con otros
herbívoros, u otros mecanismos (Díaz et al., 1987; Torrejón y Cisternas, 2002).

Periodo reduccional

Al momento de declararse la independencia de la República de Chile (1810), el terri-


torio mapuche gozaba de un estatus jurídico particular como consecuencia de los parla-
mentos realizados entre las autoridades mapuches y españolas, considerándose un reino
independiente, aliado de España (Bengoa, 1991). Terminada la Guerra de la Independen-
cia el gobierno chileno, preocupado de consolidar el país en el centro del territorio, dejó
pendiente la cuestión indígena y la inclusión de La Araucanía al Estado de Chile (Vidal,
2000).
Desde el comienzo de la fiebre del oro en California (1848) y en Australia, Chile comen-
zó a ampliar sus superficies sembradas de trigo para abastecer estos mercados (Bauer,
1970). Pese a que este mercado sólo duró hasta que California y Australia comienzan a
autoabastecerse (a fines de la década de 1850), en 1865 comienza un nuevo período de
alta demanda determinado por la Revolución Industrial y la necesidad de alimentar al
naciente proletariado urbano. La principal demanda externa en este período proviene de
Europa Occidental, especialmente de Inglaterra (Sepúlveda, 1959). Del mismo modo, la
demanda interna aumenta bruscamente debido a la próspera actividad minera del desierto
de Atacama, vinculada a la extracción y exportación del salitre, y las florecientes ciudades
de Santiago y Valparaíso (Cariola y Sunkel, 1991). Las exportaciones de trigo durante toda
la década de 1860 alcanzaron cifras de alrededor de los 1.5 millones de quintales anuales,
llegando a 6,2 millones de quintales anuales en 1874 (Bauer, 1934). Esta producción no es
el resultado de la tecnificación ni de cambios estructurales importantes en los métodos de
cultivo, es la resultante de un notable aumento de los terrenos cultivados.
Según datos aproximados (Bauer, 1970), entre 1850 y 1875 en Chile se pasó de unas
120.000 ha a unas 450.000 ha destinadas a este cultivo. De esta forma, los requerimientos
de más tierras para dedicarlas al cultivo del trigo y la existencia de terrenos vírgenes en La
Araucanía, fueron los factores que determinaron la anexión de definitiva de estos terri-
torios a Chile.
El 4 de Febrero de 1866 todos los terrenos al sur del Bío-Bío fueron declarados, por
ley, como fiscales, sin embargo dicha ocupación sólo se pudo hacer efectiva tras la derrota
militar definitiva de los mapuches. De acuerdo a la Ley de Radicación de 1883, el Estado
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 103

de Chile, inspirado en California, decidió rematar, subastar o entregar esas tierras a


colonos nacionales, extranjeros y miembros del ejército. (Guevara, 1898-1902; Bulnes,
1985; Bengoa, 1991; Vidal, 2000). Así también se establece para los mapuches la política
de reservas indígenas, es decir, se los radica en pequeños asentamientos (reducciones)
a través de un título llamado “Título de Merced”. Entre 1884 y 1919 se entregaron 3.078
Títulos de Merced sobre 475.000 ha, lo cual benefició a 78.000 mapuches (en promedio
6,1 ha por persona). Se estima que otros 40.000 no fueron radicados (Guevara, 1898-1902;
Bengoa, 1991; Aylwin, 2000; Vidal, 2000).
La derrota militar y la radicación provocaron la transformación de la sociedad ma-
puche en una sociedad de campesinos pobres, implicó la pérdida de miles de cabezas de
ganado, el despojo de los territorios de pastoreo y el fin de la actividad ganadera a gran
escala. Pese a la reducción territorial y la eliminación de amplias zonas de bosques por
los nuevos colonos, en gran parte del territorio mapuche las zonas boscosas residuales
continuaron ocupándose para la recolección, la caza (siendo una fuente importante de ali-
mentos) y como forraje de invierno para el escaso ganado que lograron mantener. Según
relatos actuales de ancianos de la zona:

F.C.N., 2001. Comunidad de Pantano: “Cuando éramos chicos salíamos a buscar
muchas comidas naturales que salían solas por lo natural. Salíamos a buscar “naos”,
“dihueñes”, nalcas, maquis, boldos, tallos de los colihues, avellanas, unas como habas
y otras como arvejas silvestres, papas silvestres, rábanos y muchas otras cosas que no
se sembraban. Antes también había venados libres, “luan” que estaban sueltos como
pajarito, hartos pajaritos silvestres, gansos silvestres. Las quilas también eran muy im-
portantes para los animales como forraje”.

S.C.R., 2001. Comunidad Francisco Llanquinao: “Los más antiguos siempre nos con-
versaban que un dueño de casa guardaba no más un fardo o dos fardos. Mantenían a
los animales detrás del campo no más y los llevaban a las montañas por las quilas y la
usaban como forraje”.

Con la llegada de los colonos y la transformación de terrenos forestales y ganaderos en
cerealeros, en un comienzo se obtienen muy buenos rendimientos, independientemente
de la pendiente del terreno. Esto indica la gran fertilidad presente originalmente en estos
sitios. Sin embargo, luego el rendimiento decrece por el agotamiento de los recursos (prin-
cipalmente la fertilidad de suelo), la erosión y la desertificación (Correa, 1938). La pro-
ductividad de cereales fue decayendo en un comienzo en los sitios de altas pendientes, en
los que se abandona forzosamente la actividad cerealera. En los sitios de menor pendiente,
menos vulnerables, se continuó con el cultivo del trigo pero se hizo necesario aumentar
progresivamente el input tecnológico (principalmente en lo referente a la fertilidad) para
mantener los rendimientos. Según el relato actual de un nieto de los primeros colonos del
sector cordillerano de Río Blanco:

L.P., 2004. Valle de Río Blanco, Curacautín: “El trigo al comienzo nos rendía mucho.
Más del 40 por uno. Independiente de si se sembraba en el faldeo o el llano. El primer
potrero lo terminamos de limpiar en 1940 (plano y aluvial), y alrededor de 1955 el
trigo ya no rendía. Entonces lo empezaron a abonar con guano rojo (estiércol de aves
mineralizado) y comenzó a rendir igual que al principio. En 1965 había bajado el
104 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

rendimiento de nuevo y comenzaron a abonarlo con salitre. En 1970 comienzan a


echarle además superfosfato triple. En 1985 había que echar el doble de abono, Aldrín
y DDT pero ya no rendía y se abandonó mayoritariamente el cultivo porque ya no
convenía”.

Principalmente esto se debe a que la fertilidad original de los ecosistemas climácicos


que encontraron los primeros colonos es finita, y se descarga mediante la apertura del
bosque y el desarrollo de la agricultura (Nava et al. 1996). De esta forma, se produce
una simplifica el sistema, y una pérdida irreversible de información (a escala de espacio-
tiempo humana) (Margalef, 1975; Gastó et al., 2002), los ciclos biogeoquímicos se abren y
se produce una extracción neta de la fertilidad del suelo con cada cosecha sin que se pro-
duzcan aportes significativos (Gastó, 1980; Odum y Sarmiento, 1998). Según las palabras
de un agricultor del secano interior de la región:

O.B., 2004. Curacautín. “El trigo crecía al comienzo con la fuerza de la tierra. Después
crecía sólo con la fuerza del abono. Hoy día el abono es muy caro y el trigo da muy
poco, por lo que ya no se puede poner trigo”.

Múltiples relatos actuales indican que, en la gran mayoría de los casos, la explotación
de los recursos forestales de los terrenos reduccionales mapuches, así como su aprove-
chamiento agrícola inicial (en la etapa de mayor fertilidad), no fueron realizados por los
propios mapuches. Éstos no poseían herramientas ni animales de trabajo para hacerlo.
Fueron las empresas forestales y los colonos vecinos quienes arrendaron a precios módi-
cos el terreno y la mano de obra indígena. Ellos hicieron uso de las prácticas agrícolas que
conocían, las que resultaron especialmente inadecuadas para estos terrenos reduccionales,
naturalmente frágiles por su excesiva pendiente y baja retención de nutrientes de sus sue-
los. Según lo relatan mapuches en la actualidad:

F.M.C., 2001. Comunidad de Chanco: “Después que llegaron los chilenos los más an-
tiguos arrendaban a la colonia. La colonia arrendaba y rozaba. La colonia empezó a
explotar y a explotar y así se llevaron toda la fuerza de la tierra y se hizo loma. Las
tierras estuvieron arrendadas mucho tiempo y sembraron muchas veces la tremenda
loma.”

DCH, 2001. Comunidad de Liucura: “Contaban los antiguos que al principio prefe-
rían trabajar al día a los gringos (extranjeros) que trabajar su tierra porque no tenían
bueyes para trabajar, ni herramientas como arado, carreta, yugos, lanzones y cadenas.
Todas esas cosas ellos no las tenían, las tenían los gringos. La gente vivía trabajando
para los gringos y recolectando las cosas naturales.”

S.P.C., 2001. Comunidad Collipulli: “Los mapuches de estos lados no sabíamos tra-
bajar la tierra, ni teníamos herramientas ni animales, así que al principio fueron los
gringos los que nos arrendaban los terrenos. A veces nos daban comida como pan o
cuero de chancho; otras un poco de trigo, y otras un poco de plata. Ellos limpiaron los
terrenos para sembrar y lo hicieron hasta que los mapuches aprendimos; pero ya el
suelo tenía poca fuerza y la siembra no rendía igual.”.
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 105

En esta nueva situación los mapuches terminaron aprendiendo e imitando las técnicas
y métodos agrícolas de los colonos que los rodeaban La Araucanía (Montalba, 2002), que
se basaban en instrumentos muy básicos, barbechos muy largos y no se aplicaban fertili-
zantes (Gay 1973). Tanto estas prácticas como las herramientas que se utilizaban estaban
hechas para la agricultura del valle central de Chile, de mayores extensiones y condiciones
de distritos planos u ondulados menos vulnerables a la intensificación agrícola. Contraria-
mente, en la mayoría de los casos los mapuches estaban reducidos a pequeños terrenos
con pendientes pronunciadas y alta vulnerabilidad. Respecto de la ganadería, pese a la uti-
lización de estrategias como robar talaje a predios vecinos, buscar talaje en “los montes”,
o la mediería; la tecnología de manejo ganadero (de carácter extensivo) fue aplicada en
pequeñas superficies (generalmente colinas) que rápidamente se sobre pastorearon y ero-
sionaron, perdiendo buena parte del poco valor productivo que aún conservaban. Los ma-
puches dejaron de arrendar sus tierras, pero siguieron ocasionándole los mismos daños
que les ocasionarían los colonos al imitar su tecnología y sobre pastorearlas.
No obstante lo anterior, se debe mencionar que este proceso degradativo fue mucho
más intenso en los terrenos de los colonos nacionales y extranjeros. Mediante un proceso
de roce a fuego y eliminación de los bosques, que aún cubrían la mayor parte de la región,
los colonos comenzaron a limpiar grandes extensiones de terreno para acondicionarlas
para la agricultura y sembrar trigo. Entre 1880 y 1910 en La Araucanía se devastaron más
de 500.000 ha de bosque nativo y se degradaron gran parte de sus suelos (Opazo, 1910).
Este período de colonización es uno de los procesos de deforestación más masiva y rápida
registrados en Latinoamérica antes de la década de 1980 (Veblen, 1979). Conjuntamente
con el proceso de deforestación, el uso continuado de prácticas inadecuadas (como el
barbecho) erosionó de tal forma los suelos que la mayoría de las tierras agrícolas desa-
parecieron de la región en un plazo de alrededor de 30 años (Opazo, 1910). De esta forma,
sólo en las primeras décadas de control chileno del territorio el impacto en los recursos
naturales de la Araucanía (principalmente suelo, bosque, agua y diversidad) fue mucho
mayor que al de toda la historia mapuche, aun considerando la época de contacto con los
españoles.
Tras la crisis de los años treinta hasta los años sesenta se aplica, a nivel nacional, el
modelo de nacional desarrollismo. Este modelo busca fundamentalmente sustituir las
importaciones nacionales por producción industrial interna para desarrollar al país. La
Araucanía asumió el rol de abastecedora de mano de obra a bajo precio, con lo cual se da
continuidad a un intenso ciclo extractivo, de degradación de los recursos naturales y de
empobrecimiento de las condiciones de vida de su población.
En los años sesenta, conjuntamente con el auge de la renombrada “revolución verde”,
ocurre un cambio en la situación internacional y en el modelo político-económico de
Chile. Mediante sistemas de transferencia tecnológica, créditos y subsidios estatales se
produce una intencionada y profunda transformación en la gran, mediana y pequeña
propiedad agrícola. Los mapuches adoptaron en mucha menor medida que los colonos
estos paquetes tecnológicos, dado que eran altamente inadecuados para sus condiciones
y características. Aunque una buena parte de los mapuches incorporaron rápidamente las
“semillas mejoradas”, no disponían de capital para acceder a los otros insumos asociados
al paquete tecnológico (fertilizantes, herbicidas, hormonas, maquinaria agrícola, redes de
comercialización, etc.) ni disponían de los conocimientos para su adecuada utilización
(Montalba, 2002). En general cultivaron estas variedades de cultivos (de semilla mejora-
da) confiando en sus prácticas tradicionales de mantención de la fertilidad y en la “fuerza
106 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

de la tierra”, con lo que agudizaron la degradación de sus recursos naturales prediales. Al


igual que lo que ocurre en el caso de los mapuches, múltiples estudios desarrollados en
distintas zonas de Latinoamérica, Asia y África, han mostrado que los primeros años tras
la adopción de las nuevas “semillas mejoradas” los rendimientos se incrementan significa-
tivamente, provocando que su utilización se extienda rápidamente entre los agricultores;
sin embargo, transcurridos algunos ciclos anuales bajo las mencionadas condiciones de
cultivo, la situación se revierte en forma drástica ya que estas variedades dependen de al-
tos niveles de insumos y capital y se llega a niveles productivos bastante inferiores a los de
partida (Grigg, 1982; Hobbelik, 1992; Evans, 1993; Chrispeels y Sadava, 1994).
A excepción de la incorporación de las semillas mejoradas y el uso, no generalizado,
de algunos fertilizantes y pesticidas que éstas imponen, los niveles de tecnología agrícola
mapuche no han variado notablemente en las últimas cinco ó seis décadas (fuerza de tra-
bajo familiar o comunitaria, tracción animal, implementos agrícolas rústicos, pequeñas
extensiones de cultivo, etc.). Sin embargo, lo que sí ha variado notablemente es el estado
de conservación de los recursos naturales prediales, los que se han degradado y desertifi-
cado aceleradamente (Vera, 2009). A esto se suma un aumento de la población mapuche y
un fuerte proceso de disminución y fragmentación de la superficie utilizable por ellos. De
las aproximadamente 6 ha por persona asignadas en la radicación, en la actualidad se ha
disminuido a sólo 2 ha por persona (Aylwin, 2000; Vidal, 2000).
Otra de las aristas de los sistemas desarrollados tras la revolución verde es el aumento
progresivo de los costos de producción y de los niveles de endeudamiento al exigir un
nivel progresivamente mayor de insumos tecnológicos (especialmente fertilizantes, pesti-
cidas y combustibles) sólo para mantener la producción (Altieri, 1999). Los agricultores
de La Araucanía (descendientes de colonos y mapuches) que adoptaron estas prácticas y
sistemas de cultivo no fueron la excepción (Figura 2). Aumentaron considerablemente los
costos de producción y se gigantizó la escala de explotación, dejando al margen a los pro-
ductores que no pueden crecer y que terminan vendiendo su mano de obra y, finalmente,
vendiendo sus predios y emigrando a las ciudades (Vidal, 2000).
Tras el golpe militar de 1973, la Junta Militar de Gobierno convirtió a Chile en el pri-
mer país latinoamericano en llevar a cabo una liberalización amplia de su mercado y en
abrirse a la economía internacional. Se implementaron una serie de medidas económicas
dirigidas a la privatización de las actividades productivas del sector público y la dismi-
nución del gasto de dicho sector, la apertura al comercio exterior, la atracción de capital
extranjero y la liberalización de los precios internos y del sistema financiero. Se inició una
total transformación de la economía, implementando el llamado “modelo exportador”. El
éxito de este modelo se basó en la extracción masiva de productos derivados de la minería,
la agricultura, la pesca y la explotación forestal, y su exportación como productos de bajo
costo y bajo valor agregado (Altieri y Rojas, 1999).
Entre otros muchos efectos en la economía nacional, la liberalización del mercado pro-
vocó una disminución de los precios internos del trigo (debido a que debe competir con
los mercados internacionales, muchas veces subsidiados y con ventajas comparativas). Por
otro lado, el brusco aumento del precio del dólar y del petróleo en los ochenta eleva los
precios de los insumos y con ello los costos de producción. Con todo esto, la rentabilidad
se deteriora a tal punto que la situación se torna insostenible hasta para la mediana y gran
propiedad ganadero-cerealera. Con el 75% de la superficie erosionada y miles de hectáreas
deforestadas, el ciclo extractivo de biomasa vegetal y fertilidad de suelo parece llegar a su
límite. Sin embargo, las nuevas condiciones institucionales y macroeconómicas alentaron
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 107

el desarrollo de industrias forestales basadas en monocultivos para exportación, de espe-


cies exóticas de alto crecimiento. En Octubre de 1974 se dicta el Decreto Ley 701 de fo-
mento forestal. Por medio de este instrumento, el Estado subsidia en un 75% los costos de
las plantaciones forestales en terrenos calificados como preferentemente forestales. Estos
estímulos al sector privado forestal, junto con la liberalización del comercio de la ma-
dera, produjeron un extraordinario crecimiento de las tasas de plantación. En este nuevo
escenario, los vastos territorios degradados de La Araucanía fueron lugares ideales para
el negocio forestal. Los endeudados agricultores vendieron grandes extensiones a las em-
presas forestales. Coherente con lo anterior, Según datos de INFOR (2002), en 2001 La
Araucanía presentaba más de 366.000 ha de plantaciones forestales.

Figura 2: Esquema general del proceso de degradación de suelo y pérdida de rentabilidad de los pre-
dios de la región de La Araucanía. Se entienden como factores determinantes de este proceso la re-
ducción de la calidad y fertilidad natural del suelo, lo cual incrementa el requerimiento de nutrientes
y otros insumos para mantener un nivel productivo. La diferencia en niveles de producción entre
latifundio (empresarial) y minifundio mapuche estarían dado por potencial productivo de sus pre-
dios y acceso a capital y tecnología. La reducción de la calidad del suelo y requerimiento de insumos,
incrementa los requerimientos de inversión por unidad de ingreso, lo cual se expresa en la reducción
del “Retorno Marginal”. Elaboración propia.

Pese a que se podría considerar que el incremento de las superficies con especies
forestales ha favorecido la conservación del medio ambiente, cubriendo el suelo durante
largo tiempo y protegiéndolo así de la erosión, lo cierto es que estas grandes y concen-
tradas extensiones de cultivos forestales han sido asociadas a una serie de externalidades
negativas, que superan con creces los posibles beneficios ambientales que pudieran traer
(Cuadro 1). Gran parte de estas externalidades negativas, por su parte, han afectado seria-
mente las condiciones de vida de los mapuches y su cultura (Figura 3).
108 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Externalidad Causa
Destrucción del bosque nativo La sustitución de bosque por plantaciones de es-
pecies exóticas es una de las principales causas de
destrucción del bosque nativo de Chile. Solo en La
Araucanía (entre 1985 y 1994) esta sustitución ha
afectado 30.958 hectáreas (Emanuelli 1997).
Disminución de la biodiversidad El establecimiento de plantaciones de pinos y eu-
caliptos, muchas veces reemplazando bosque na-
tivo, produce una gran reducción de la diversidad,
ya que cambia sistemas que presentan más de 20
especies arbóreas y múltiples estratos, por extensas
zonas de monocultivos.
Disminución de fuentes de agua superficiales y Es un hecho probado por múltiples estudios (Bosch
subterráneas y Gadow, 1990; Duncan 1980, Huber y López, 1990;
Huber et. al. 1998, van Lil et. al. 1980; Smith, 1987)
que las plantaciones de pinos producen una reduc-
ción en las fuertes superficiales de agua que puede
llegar a una reducción de hasta un 60% de los cau-
dales en comparación a praderas y 30% compara-
dos con bosque nativo. Del mismo modo, la napa
subterránea de agua puede disminuir hasta 4 met-
ros más en verano (comparado con pradera) (Hu-
ber y López, 1990).
Degradación de suelos Contrapesando los mencionados efectos de pro-
tección contra la erosión, han sido estudiados una
serie de problemas asociados con las plantaciones
forestales que van desde problemas como la acidifi-
cación de suelos hasta su compactación (principal-
mente en la tala) y erosión (entre la tala y hasta los
8 años de la nueva plantación .

Cuadro 1: Algunas externalidades negativas asociadas a las plantaciones forestales en el sur de Chile.
Elaboración propia.

Figura 3: Impactos de la expansión forestal en las vidas de las familias mapuche de La Araucanía.
Modificado de Montalba et al. 2005.
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 109

Junto con su alto impacto ambiental y social, la actividad forestal también ha produ-
cido un fuerte impacto en las frágiles economías mapuches, ya que junto con no incluirlos
en la recepción de los beneficios económicos ofrecidos por el modelo, se ha producido un
quiebre en las estrategias de subsistencia adoptadas en las distintas etapas del proceso de
transformación del paisaje (Cuadro 2).

Estrategia de subsistencia Factor que determina su ruptura


Recolección de productos del bosque para con- Tala y sustitución del bosque nativo por planta-
sumo y venta ciones forestales (Emanuelli, 1997)
Sistemas de mediería con predios vecinos El uso de pastos de vecinos de predios con superfi-
cies mayores o la siembra en la cual el mapuche
utiliza su mano de obra y animales a cambio de la
mitad de la producción, se ve cortado por la venta
de estos predios a empresas forestales, las cuales
cierran el terreno y prohíben el paso .
Trabajo asalariado en predios vecinos La venta de campos a empresas forestales y su
subsecuebte reforestación hace perder fuentes de
trabajo agrícola al solo requerir mano de obra en
períodos determinados (plantación y tala) y el que
esta sea especializada. Las extensiones de pinos
que rodean las comunidades las aíslan y reducen
sus posibilidades de obtención de recursos (Mon-
talba et al., 2005).
Cultivos, horticultura Al disminuir fuertemente la disponibilidad de
agua para cultivos u hortalizas, se imposibilita
pensar siquiera en esta actividad como medio para
la comercialización
Ganadería La dificultad de algunas zonas de conseguir agua
incluso para consumo familiar, hace muy difícil la
manutención del ganado en verano.

Cuadro 2: Estrategias de subsistencia utilizadas por los mapuche luego de la reducción y los factores
que están ocasionando su quiebre. Elaboración propia.

Por su parte, el quiebre de las estrategias de subsistencia y de otras alternativas económi-


cas como la empleabilidad (venta de mano de obra), ha producido una mayor presión
sobre los recursos prediales ya que son éstos los que mayormente deben dar el sustento
familiar, lo cual ha incrementado los niveles de degradación de los recursos naturales
prediales, especialmente de las comunidades asentadas en sitios vulnerables y con bajo
potencial productivo. Por su parte, la degradación de recursos naturales incrementa los
niveles de pobreza y de migración de población mapuche a las ciudades, donde pasan a
formar parte de otro paisaje cultural: los periurbanos marginales.

Causas de la degradación ambiental en la Araucanía y desacoplamiento estructural
entre los mapuches y su paisaje

En base al proceso de deconstrucción del Paisaje Cultural de La Araucanía, podemos


sintetizar de la siguiente forma los aspectos más relevantes en relación a los determi-
nantes de orden de las actuaciones sobre el territorio y su origen:
110 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Previo a la ocupación del estado de Chile, los mapuches tenían una lógica desarrollada
y determinada por el acoplamiento estructural entre el actor social mapuche y su terri-
torio originario. Los principios básicos de esta lógica operaban basados en los referentes
cosmovisionales, reflejados tanto en su sistemas socioeconómico como en el estado de
conservación de sus recursos naturales (Figura 4).

Figura 4: Esquema del acoplamiento estructural de los mapuches con su territorio. Se consideran
como factores determinantes el desarrollo en un territorio rico en recursos y actuaciones humanas
realizadas en función a determinantes de orden natural y social, basadas en referentes cosmovision-
ales. Elaboración propia.

La derrota militar mapuche, y la reducción de éstos en las reservas indígenas, marcan


el cambio en su relación con el medio ambiente y su lógica de utilización de los recur-
sos naturales. Desde que fueron asignados los terrenos reduccionales, los mapuches han
tenido que aprender a vivir como campesinos y practicar una actividad agrosilvopastoril
con una tecnología intensiva que no les es propia en territorios marginales, vulnerables y
con una capacidad sustentadora muy inferior a la que su población necesita para satisfacer
sus necesidades mínimas de subsistencia. Esto ha determinado una presión desmedida
sobre los recursos naturales prediales, cuya resultante ha sido una degradación extrema, la
pauperización de la economía mapuche y, en muchos casos, el colapso y abandono de los
agroecosistemas. En esta transformación de su paisaje, los mapuches se han visto forzados
sucesivamente a romper las estrategias de subsistencia que han ido desarrollando desde la
radicación, por lo que aún no pueden desarrollar acciones efectivas en el dominio de su
cambiante existencia (Figura 5). Sin embargo, es necesario destacar que en algunas zonas,
con características de menor vulnerabilidad y ritmo menos acelerado de cambio, se han
producido interesantes adaptaciones que otorgan a los sistemas mapuches niveles consid-
erables de sostenibilidad (Contreras y Montalba, 1998; Montalba, 2001, 2002).
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 111

Figura 5: Esquema del quiebre del acoplamiento estructural de los mapuche con su territorio. Se
consideran como factores determinantes de este quiebre la imposición de patrones de vinculación-
uso con el medio natural, restricciones al uso de recursos, quiebre de estrategias de subsistencia, re-
ducción de superficie, inadecuación tecnológica. Como producto e interactuando con este desacople
se tiene a la pobreza y degradación de los recursos prediales. Elaboración propia.

No obstante a lo anterior, cabe destacar que el grueso de la degradación que presen-


ta el paisaje cultural de la Araucanía, no fue mediada por la presión sobre los recursos
por parte de una población mapuche pobre y destructiva, sino que más bien desde un
comienzo esta degradación ha obedecido a demandas de mercados externos a la región y
al país (determinantes de orden económico de producción, externos). Quienes abrieron el
bosque para labrar la tierra y degradaron los recursos en su etapa inicial más rica, no fuer-
on tampoco las comunidades mapuches, sino que una pequeña fracción de la población
chilena y colonos extranjeros que buscaron nuevas oportunidades de negocio. Primero
fue la actividad triguera con fines de satisfacer mercados internacionales (Estados Unidos,
Australia e Inglaterra principalmente) y luego otras zonas de Chile. Tras de la aplicación
del modelo exportador y del colapso de los sistemas trigueros, se implanta una nueva
actividad con características de mayor concentración de la propiedad y capital, así como
también con serios efectos sobre el medioambiente, los recursos naturales y la calidad de
vida de la población originaria: la industria forestal de exportación a gran escala.
Tal como se muestra en la Figura 6 el proceso de transformación del paisaje (vincu-
lado de los procesos de “apertura” del bosque y paso a actividades silvoagropecuario) está
mucho más fuertemente ligado al modelo económico-social dominante que a la densi-
dad poblacional. Utilizando un indicador biofísico de sustentabilidad territorial como el
HANPP (Apropiación Humana de la Produtividad Primaria Neta: Gari, 1998; Martinez-
Alier y Roca, 2000) es posible observar cómo en el período de mayor población mapuche
en el territorio (1500 a 1600) se utilizó una fracción muy baja de la productividad total de
los vegetales (4%), lo cual implica que su impacto fue mínimo (Gari, 1998). De la misma
112 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

forma, es posible observar como en la actualidad el HANPP presenta valores cercanos al


60%, (Osorio, 2009) lo cual es considerado muy alto (Gari, 1998), e implica que el hombre
se está apropiando de gran parte de la productividad del territorio, con fuertes implican-
cias en el estado de los recursos naturales y de la sustentabilidad del mismo. Finalmente,
cabe destacar que en base al requerimiento per cápita de productividad primaria del terri-
torio (lo cual se relaciona con niveles de consumo y riqueza material), los períodos con
menor impacto ambiental presentaron una población que en términos relativos era mu-
cho más pobre que en períodos de mayor impacto. De esta forma, podemos considerar
que la creación del actual paisaje cultural estaría mayormente vinculado al crecimiento
de una población más rica y no al de una población pobre que busca satisfacer sus necesi-
dades básicas. Este indicador cobra más relevancia si consideramos aproximadamente un
25% de los habitantes de la Araucanía corresponde a población mapuche pobre (con un
HANPP per cápita mucho menor), lo cual a su vez evidencia una fuerte desigualdad so-
cial.

Figura 6: Uso del territorio en distintos periodos históricos de La Araucania, en función a los siste-
mas socio-económicos predominantes, población y requerimiento de recursos naturales. El HANPP
de los periodo pre reduccionales (1500-1883) fueron estimados a partir de la cubierta vegetal del
periodo y su productividad, población, consumo en base a requerimientos nutricionales y estructura
socioeconómica. HANPP del año 2000 corresponde al trabajo de Osorio, 2009. Elaboración propia.

4. Reflexiones Finales

Al considerar La Araucanía como un paisaje cultural, y por tanto como el resultado


contingente e históricamente variable de la interacción entre las fuerzas socioeconómicas
y biofísicas en un territorio, fue posible analizar en forma holística el proceso de trans-
formaciones del territorio y del estado de sus recursos naturales. De esta misma forma, la
René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 113

identificación de los determinantes de orden dominantes en cada período y el origen de


éstos, permitió esclarecer las causas y grupos humanos vinculados a las distintas actua-
ciones en el territorio.
La inclusión de la Araucanía al territorio del Estado de Chile fue el hito más importante
en casi 500 años de creación de su paisaje cultural (1550-2000), dado que esto genera una
dominancia de determinantes de orden económico y de producción por sobre los deter-
minantes de orden ecológico y social que predominaban anteriormente.

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René Montalba, Leonardo Vera & Lorena Vieli 117

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ESPECIES FORESTALES AMAZÓNICAS PROMISORIAS PARA LA CAPTURA
DE CO2 ATMOSFÉRICO COMO UN NUEVO MARCO PARA EL DESARROLLO
SOSTENIBLE EN IQUITOS - PERÚ

TELLO ESPINOZA

Resumen

El estudio fue realizado en el bosque de la llanura aluvial temporalmente inundable del río
Nanay, Iquitos- Perú con el objetivo de determinar las especies promisorias en la captura
de CO2 para el manejo sostenible del bosque, se usaron datos de árboles (DAP≥ 10 cm)
inventariados al 5,7% de intensidad de muestreo. La densidad básica de las especies fue
recopilada en el laboratorio de tecnología de maderas de la UNAP y artículos científicos,
para las especies sin datos de densidad se asumió el valor de 0,62 gr/cm3. La biomasa aérea
total se calculó con la metodología para inventarios forestales de árboles (DAP ≥10 cm.)
empleada por Dauber et al (2005). Son bosques ricos en biomasa (313,23 t/ha) y carbono
(156,62 t/ha); las especies promisorias para la captura de CO2 atmosférico según su abun-
dancia, distribución y gremio ecológico son Aspidosperma rigidum Rugby para madera
redonda, Caraipa densifolia Mart., Cariniana decandra Ducke, Sapium glandulosum (L.)
moroni, Ocotea cernua (Nees) Mez, Vochysia lomatophylla Standl., para madera aserrada,
Theobroma glaucum Karst. Campsiandra angustifolia Spruce ex Benth, Eschweilera coriacea
(A.DC.) S.Mori y Licania harlingii Prance en maderas para leña y carbón

1. Introducción

Lasconllanuras aluviales en la amazonia peruana que representan más del 12% del área,
más de 60 000 km2, (Kvist y Nebel, 2000) sostienen un bosque de capital im-
portancia en la captura de CO2 atmosférico y para el mantenimiento de los humedales
naturales, fuente de vida de la poblaciones rurales, cuya alimentación proviene de los
recursos hidrobiológicos existentes. La presencia del agua es la clave del sistema, unos
cuerpos de aguas son de color blanco de origen andino ricos en nutrientes y otros son de
color negro de origen amazónico pobres en nutrientes. Durante la creciente de los ríos,
se produce el desborde formando la llanura aluvial, donde el volumen de madera de este
bosque, refleja el aprovechamiento eficiente de la energía solar para acumularlo en bio-
masa. La energía se almacena en forma de compuestos orgánicos de alta energía, que re-
sulta de la naturaleza de los enlaces que unen a los diferentes átomos (Binkley, 1993) y este
depende de cada especie. El carbono en la biomasa se acumula mediante la absorción de
CO2 atmosférico, (Vickery, 1987), y cuando la tasa de captura disminuye ocurren grandes
cambios en el mundo que tienen efectos en los bosques tropicales maduros. Lewis et al.
(2004), observando el incremento de la biomasa sobre el suelo, sugieren que agentes de
cambios globales pueden estar causando cambios predecibles en el bosque tropical. La
mayor parte de biomasa de los bosques se encuentra en los árboles, bien sea, en la raíz,
fuste y copa, por lo que se puede agrupar en biomasa aérea y biomasa subterránea. El uso
de la biomasa aérea se incrementa más con el aumento de la densidad poblacional de las
zonas rurales y urbanas. Por estas razones y porque el bosque de la llanura aluvial del río
Nanay (de aguas negras) y para conservar la diversidad biológica es necesario buscar en
120 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

ese ecosistema especies de árboles promisorios para la captura de CO2 atmosférico cuyo
manejo adecuado constituya un nuevo marco para el desarrollo sostenible de la amazonía
que ayude a la conservación del ambiente, mantener la cobertura vegetal y las grandes
zonas de alimentación de peces.

2. Material y métodos

La zona de estudio está situado en la llanura aluvial inundada temporalmente en el


Centro de Investigación y Enseñanza Forestal (CIEFOR) de la Universidad Nacional de la
Amazonía Peruana localizado en Iquitos, provincia de Maynas, región Loreto, en las co-
ordenadas 3°49’ de Latitud Sur y 73°25’ de longitud Oeste (PACHECO y TORRES, 1981).
Al que se llega por la ramal carretera Quisto cocha - Puerto Almendra. El clima es de un
bosque húmedo Tropical (Bh T) (ONERN, 1976).
Se describen las principales especies amazónicas promisorias para la captura CO2 at-
mosférico. El muestreo fue sistemático en fajas al 5,7% de intensidad. El DAP fue medido
con el calibrador forestal (Forcípula) con exactitud de 0,5 mm.
Para el cálculo de la biomasa, la densidad básica de las especies se obtuvo de los docu-
mentos del laboratorio de tecnología de maderas de la UNAP y artículos científicos, y,
para las especies sin datos se asumió una densidad básica de 0,62 g/cm3. La biomasa aérea
total (bat) = Volumen (DAP≥ 10 cm.)*densidad promedio*factor de expansión (Dauber
et al, 2005), la mitad de este valor es carbono.

3. Resultados y discusión

En el dosel la copa del árbol está a una altura que asegure su requerimiento energé-
tico de acuerdo al gremio ecológico de la especie (esciófitas o heliófitas), muy útil para el
manejo sostenible del bosque y captura de carbono. El carbono almacenado en las espe-
cies esciófitas es 69,2 t/ha, en las heliófitas durables 73,01 t/ha, en las heliófitas efímeras
4,14 t/ha y en las esciófitas de sotobosque 9,18 t/ha. Según la escala usada por Dietz (2002)
el bosque es rico en biomasa (313,2 t/ha), está dentro del rango 300 a 400 t/ha reportada
para el noreste de la amazonia incluyendo la costa Brasilera y Guyana en zonas relativa-
mente intactas y baja densidad poblacional (Laurance, et al. 1998, Saatchi, et al. 2006), y
ligeramente inferior al valor reportado por Nebel et al (2000c) para el bosque de la llanura
aluvial del río Ucayali (344,9 – 486,9 t/ha). Las especies para leña y carbón (con 93,7 tC/
ha) se usa en cocinas, secadores, hornos, etc. constituyendo la principal fuente de emisión
de CO2 a la atmósfera. Según Baluarte (1995) el 81% de la producción controlada de
madera rolliza se destina a leña y carbón, estas especies forestales están siendo sobreex-
plotadas. Adicionalmente de los 32,3 tC/ha que fijan las especies para madera aserrada,
una fracción se almacena como parte de las viviendas (muebles, vigas, columnas, etc.) y
el resto es desperdicio (varia entre 49 a 85%), adiciona CO2 y/o C a la atmósfera por la
quema del material. La proporción de desperdicios depende del tipo de sierra y tecnología
para el aserrado, son mayores en trozas de diámetros menores (Quinteros, 1981; Quirós
et al,. 2005; Guevara et al. 1993; Bellido et al., 2003). En suma, más del 50% de la madera
por aserrío se quema o se descompone al aire libre, lo que liberaría unas 16 tC/ha, Baluarte
(1995) indica que los desperdicios considerando el árbol entero hasta el producto termi-
nado es del 80% con lo que esta cifra es mayor. Por la quema de madera redonda usada en
las viviendas al término de su vida útil aportaría 8,6 tC/ha.
Tello Espinoza 121

Uso de Aserrada Leña y Postes Redondas Otros Total


madera carbón
Biomasa 64,6 178,5 31,3 17,1 12,7 313,2
Carbono 32,3 93,7 15,6 8,6 6,3 156,6

Tabla 1.-Biomasa (B) y carbono (C) agrupado por el uso de la madera. Fuente: Elaborado por el
investigador

La dinámica del bosque está influenciada por la extracción selectiva de las especies
forestales, fragmentando el bosque y decae el almacenamiento de carbón, por la presencia
de especies de baja densidad y por la pérdida de los grandes árboles (Nascimento y Law-
rence, 2004). El aumento poblacional de Iquitos, incrementa la presión sobre los bosques
sobre todo del río Nanay, disminuyendo la cobertura arbórea y el secuestro de carbono;
deteriora el ambiente y la calidad de vida de la población. La fijación de carbono es un
servicio ambiental que hace posible que los propietarios de los bosques y de plantaciones
forestales puedan recibir un beneficio por el pago por servicios ambientales. El bosque de
la llanura aluvial contiene especies forestales promisorias para la captura de CO2 atmosfé-
rico (Tablas 2 y 3). Para madera redonda figuran Aspidosperma rigidum Rugby (6,3 árbo-
les/ha) y Zygia sp (3 árboles/ha) juntas almacenan 5,6tC/ha de las 8,6 t/ha, son heliófitas
durables que aprovechan los claros naturales del bosque; la regeneración, densidad y creci-
miento se favorecería con el aumento de claros producidos por la extracción selectiva de
maderas para aserrío y para postes. Las seis especies de la tabla 2 concentran 27,6 tC/ha de
32,3tC/ha que contienen todas las especies usadas para aserrío. Caraipa densifolia Mart.,
Cariniana decandra Ducke, Sapium glandulosum (L.) moroni, Ocotea cernua (Nees) Mez
que son especies esciófitas, tienen suficiente regeneración natural (alta densidad/ha) para
asegurar la producción sostenida de madera, siempre y cuando la entrada de luz causado
por la caída de estos árboles no afecten demasiado su desarrollo. Las nueve especies usa-
das como leña y carbón con alta densidad por hectárea (D/ha), también pueden ser extraí-
dos sosteniblemente, son abundantes y su distribución diamétrica en forma de J invertida
indica que existe regeneración natural suficiente para garantizar las próximas cosechas.

ESPECIE G.E. D/ha Biomasa Carbono


Caraipa densifolia Mart. E Alta 13,99 6,99
Cariniana decandra Ducke E Alta 9,88 4,94
Vochysia lomatophylla Standl. H. D Media 8,77 4,39
Hymenaea courbaril L. H. D Baja 6,10 3,05
Vatairea erythrocarpa (Ducke) Ducke H. D Media 5,63 2,82
Sapium glandulosum (L.) moroni E Alta 5,20 2,60
Ocotea cernua (Nees) Mez E Alta 3,49 1,74
Iryanthera tricornis Ducke H. E Alta 2,21 1,10
Sub total 55,27 27,63
Otras especies de madera aserrío 9,37 4,68
Total para madera de aserrío 64,6 32,3

Tabla 2.- Biomasa y carbono en las especies promisorias para captura CO2 usados como maderas
para aserrío (t/ha). Fuente: Elaborado por el investigador
122 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

ESPECIE G.E. D/ha Biomasa Carbono


Theobroma glaucum Karst. H. D Alta 51,22 25,61
Campsiandra angustifolia Spruce ex Benth E Alta 21,95 10,97
Eschweilera coriacea (A.DC.) S.Mori E Alta 20,75 10,37
Licania harlingii Prance E Alta 14,82 7,41
Sub total 108,74 54,36
Sub total otras especies 78,73 39,37
Total 187,47 93,73

Tabla 3.- Biomasa y carbono de las especies promisorias para captura de CO2 atmosférico usados
como maderas para leña y carbón (t/ha). Fuente: Elaborado por el investigador

4. Conclusiones

1) Los bosques de la llanura aluvial inundada del río Nanay son ricos en biomasa y
carbono, con un potencial de 313,23 t/ha y 156,62 t/ha respectivamente. El carbono alma-
cenado en esciófitas es 69,20 t/ha, en heliófitas durables 73,01 tC/ha, en heliófitas efímeras
4,14 tC/ha y en las especies de sotobosque 9,18 tC/ha. Las especies para leña y carbón con
93,7 tC/ha, constituyen la principal fuente de emisión de CO2 a la atmósfera
2) Las especies promisorias para la captura de CO2 atmosférico según su abundancia,
distribución y gremio ecológico son Aspidosperma rigidum Rugby para madera redonda,
Caraipa densifolia Mart., Cariniana decandra Ducke, Sapium glandulosum (L.) moroni,
Ocotea cernua (Nees) Mez, Vochysia lomatophylla Standl., para madera aserrada, Theo-
broma glaucum Karst. Campsiandra angustifolia Spruce ex Benth, Eschweilera coriacea
(A.DC.) S.Mori y Licania harlingii Prance en maderas para leña y carbón.

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JIŘÍ KOLBEK & IVAN JAROLÍMEK

Summary

North Korean forest and shrub vegetation was studied in 1984–1990. In total, 270 phyto-
coenological relevés were sampled. According to Braun-Blanquet methods of vegetation
classification, 17 plant associations with 29 subassociations or variants were distinguished
and classified within 8 alliances. Zonal forest and shrub vegetation is divided into three geo-
graphically differentiated regions: 1) Northern alpine and subalpine region in the Chinese-
Korean boundary mountains with coniferous forests dominated by Larix olgensis, 2) Middle
mountain region in the central and partially in southern part of the territory with variable
mixed Pinus densiflora-Quercus mongolica forests, 3) Southern warm and precipitation-
rich region, mainly in Kumgangsan Mts with species-rich thermophilous pine-oak forests.
Azonal clearing vegetation and stands of alien woods are briefly characterised.

1. Introduction

Ccommunities.
limate conditions of Korean Peninsula are crucial for distribution of natural plant
They are much more important than geological bedrock. Quantity
of precipitation and favourable temperatures in the course of vegetation period play the
most important role in creation and differentiation of vegetation cover. Climate of Korean
Peninsula is typical by summer monsoon (circa in the last half of June and July). Conse-
quently, the summer is typical by humid and warm weather, while winter is cool and dry.
Spring and autumn periods are relatively shorter than summer and winter. Mean annual
temperature in Korean Peninsula varies from 3 °C (alpine northern belt) to 16 °C (Cheju
Island) and mean annual precipitation from 600 to 1,600 mm. According to Box and Choi
(2003) mean annual precipitation varies in most of Korean Peninsula between 1000–1500
mm. Only in wider surrounding of Pyongyang and north-eastern part of North Korea a-
nnual precipitation is lower and attains 500–1000 mm. Annual moisture index (defined
as annual precipitation divided by annual potential evapotranspiration) is in larger part of
northern Korea higher than >1.4. Value 1.0–1.4 is bounded to region of north-eastern sea-
cost up to the Russian border and westward from the line Taedong-Haeju (Box and Choi,
2003). Thanks to this, the forest vegetation of the Korean Peninsula may be ordered into
the warm temperate, cool temperate and cold zones (Oh et al., 2000). Warm temperate
and southern cool temperate forest zones do not overlap to the north part of the Korean
Peninsula.
In addition, the large part of the North Korea lies at Proterozoic formations background.
Only near the China border in Changbaishan Mts and in the Eastern Kaema volcanic in-
trussions occur. The large areas of North Korea are composed of Pre-Cambrian gneisses
and granites, metamorphic rocks, and partially Triassic (mainly calcareous) formations,
granite gneisses along with metamorphic amphibolites, schists and phyllites (Košťák et al.,
126 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

2003), the North Korea belongs to geographical region with occurrence of 636 genera and
of 1,767 species.
North Korea is part of temperate deciduous forest biome. Forests prevail mainly in
northern mountain part of the country and southward mountains are less frequent. In
planes, forests are replaced by farmed fields and orchards. Forests at planes are rare, fo-
rests at ravines scree and slopes with boulders of various sizes prevail. In lower mountains
forests cover also tops of ridges. In altitudes above 1,700 m a.s.l., sparse forest stands are
without high tree layer, which is substituted by low woods (Betula ermanii, Pinus pumila,
Thuja koraiensis). In lower altitudes of the north part of North Korea coniferous forests
prevail, in the central and south parts forests are dominated by oaks and Pinus densiflora
with numerous woody species in tree and shrub layers. Natural lowland and alluvial fo-
rests were nearly not preserved and their stands were replaced by field farm cultures or
survive only in small fragments. In the part of drier lowlands culture forests are planted,
mainly of pine (Pinus densiflora) (Fig. 1), which is economically favoured to naturally
prevailing oaks (mainly Quercus mongolica).

Fig. 1: Pinus densiflora plantations in many places replace original pine-oak forests, periphery of
capital city Pyongyang (Photo J. Kolbek).

The variability of natural forest and shrub vegetation is considerable: in spite of limited
research opportunities in the territory 17 forest associations and communities with 29
lower units (subassociations and variants) were distinguished. They are classified within
8 alliances. Real number of communities is probably much higher (Kolbek et al., 2003).
Forest soils appertain to three groups:
• Podzolized brown mountain soils, known from montane areas near the Korean-
Chinese boundary, typical for Larix olgensis forests,
• Podzolized soils, occurring in foothills and mountains, covered by Picea koraiensis
and Abies nephrolepis as dominant trees,
• Skeletal soils, occurring in foothills and lower mountains, optimal for azonal forest
vegetation
Generally, the soils are nutrient-poor, (very) skeletal, humus-rich and fresh to moist
Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek 127

(Kolbek et al., 2003).

2. Methods

During the numerous expeditions (1986–1990) complementary data on the woody


species in various mountain ranges, accessible to the research teams, were collected in
successive steps. Research was carried out at limited parts of country in following regions:
Changbaishan Mts (Mt. Paektusan and wider surrounding), Chonmasan Mts, Kumgang-
san Mts, Ljongaksan Mts, Myohyangsan Mts, Sujangsan Mts, Taesongsan Mts and in su-
rrounding of Hedju, Kaesong, Kail, Naegok, Nampo, Onjong, Pyongyang, and Samjiyon
Lake. Phytocoenological and ecological evaluation is based mainly on analysis of 270 phy-
tocoenological relevés of forest vegetation in North Korea, sampled and processed follo-
wing Braun-Blanquet methods, numerical classifications and synthesis (Braun-Blanquet,
1964; Westhoff and van der Maarel, 1978; Podani, 1993; Jarolímek and Schlosser, 1997).
The nomenclature of taxa follows mostly the Flora Coreana - Appendix (Anonymous,
1979), Ri and Hoang (1984) and Choe (1980). Sometimes, the names given by other
authors (Anonymous, 1972–1976, 1978, 1986; Charkevicz, 1985–1989; Menickij, 1984;
Ohwi, 1965; Rehder, 1962; Sokolov, 1977, 1980, 1986; Vorobjev, 1968; Voroshilov, 1982;
Zaikonnikova, 1966) must have been used. The nomenclature of syntaxa follows mainly
Kolbek et al. (2003).

3. Zonal forest (and shrub) vegetation of the northern Korean Peninsula

The forest vegetation of the North Korea can be divided into three basic vegetation
zones (Kolbek et al., 2003): 1) Northern alpine and subalpine region in the Chinese-Ko-
rean boundary mountains with coniferous forests dominated by Larix olgensis, 2) Middle
mountain region in the central and partially in southern part of the territory with variable
mixed Pinus densiflora-Quercus mongolica forests, 3) Southern warm and precipitation-
rich region, mainly in Kumgangsan Mts with species-rich thermophilous pine-oak forests.

1) The northern part near Chinese-Korean boundary represents high mountains


ridges and mountains plateau. The landscape of Changbaishan Mts is covered by conife-
rous forests with Larix olgensis, Picea jezoensis, P. koraiensis, and subdominant Abies neph-
rolepis in tree layer. The shrub layer consists mainly of Rhododendron aureum, and Ledum
sp. div. The taiga forest is in contact with alpine tundra vegetation on the volcano Paektu-
san (Kolbek and Jarolímek, 2007). In mixed forests of northern region species like Betula
platyphylla, Dasiphora fruticosa, and taxa of the genus Sorbus, Sambucus, Lonicera, Clema-
tis etc., are common.
Northern alpine and subalpine region is represented mainly by data from Paektusan
Mt. Its flora is characterised by numerous coniferous and taiga evergreen broadleaved
plants (Larix olgensis, Phyllodoce coerulea, Ledum decumbens, Rhododendron aureum, R.
parvifolium). Some of the species are endemic in this region e.g. Ledum palustre var. maxi-
mum, Juniperus sibirica, Dryas tschonoskii. During detailed study of zonation of forest
vegetation, many phytosociological relevés have been obtained (Kolbek et al., 2003). The
knowledge on hypsometrical distribution of numerous taxa was significantly extended
e.g. Abies nephrolepis, Acer barbinerve, Clematis ochotensis, Ledum palustre var. maximum,
Linnaea borealis form. arctica, Sorbus amurensis etc. (Tab. 1). For some other species no
128 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

comparable data were found e.g. Clematis nobilis or Lonicera edulis (Kolbek et al., 2001).
Coniferous taiga forests in Changbaishan Mts., covered mostly by larch forests (Larix ol-
gensis), were divided into three groups:
a) light-taiga: forests with lower cover of larch tree canopy are situated in 1740–1950 m
a.s.l. (Fig. 2),
b) dark-taiga: evergreen coniferous forests with closed tree canopy, dominated by Picea
jezoensis and P. koraiensis, and typical by continuous dense and thick moss layer with
Ptilium crista-castrensis grow in 1630–1770 m a.s.l.,
c) light-taiga with Larix olgensis and Betula paishanensis and many species of broad-
leaved trees occupies altitudes 1190–1600 m a.s.l. (Fig. 3).

Tab. 1: Vertical distribution of selected woody species in the northern alpine and subalpine region
(larger area of the Paektusan Mt.).

The soils are high to moderate acidic with pH 3.3–5.2.


Coniferous (cold) forest zone occurs in the north part of the peninsula in the mountain
region with mean annual temperature below 5 °C. Mean annual temperature is lowest in
Paektusan (-5–0 °C) and in wider surrounding of the Changbaishan mountain range (0–5
°C).
Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek 129

Fig. 2: Spring aspect of light taiga with Larix olgensis and Rhododendron aureum (Rhododendro
aurei-Laricetum olgensis), Paektusan Mt. (Photo I. Jarolímek).

Fig. 3: Autumn aspect of the light taiga forest dominated by Larix olgensis in lower altitude (Ledo
decumbentis-Laricetum olgensis and Carici peiktusani-Abietetum nephrolepidis), Naegok near
Paektusan Mt. (Photo J. Kolbek).

The northern region is characterised by following species and phytocoenological units:


(Note: Species mentioned in tree layer may occur also in shrub and herb layers; shrubs
also in herb layer.)

Coniferous forests: Laricion olgensis

Tree layer: Abies nephrolepis, Betula platyphylla, Larix olgensis, Picea jezoensis, P. ko-
130 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

raiensis, Prunus padus, Sorbus amurensis, Usnea longissima

Shrub layer: Betula paishanensis, Clematis ochotensis, Dasiphora fruticosa, Juniperus


sibirica, Lonicera edulis, Rhododendron aureum, R. dahuricum, R. parvifolium, Ribes
horridum, R. komarovii, Rosa davurica, Vaccinium uliginosum

Herb layer: Artemisia stolonifera, Calamagrostis langsdorfii, Calypso bulbosa, Carex


nanella, C. peiktusani, Cerastium frucatum, Clintonia udensis, Festuca ovina, Gentiana
jamesii, Goodyera repens, Ledum decumbens, L. *maximum, Linnaea borealis, Lonicera
edulis, Lycopodium complanatum, L. cryptomerianum, L. *nipponicum, Majanthemum
dilatatum, Phyllodoce coerulea, Potentilla coreana, Pyrola incarnata, Sanguisorba parvi-
flora, Solidago japonica, Tofieldia nuda, Vaccinium vitis-idaea, Viola sachalinensis

Moss layer: Cladonia rangiformis, C. stellaris, Dicranum polysetum, Hylocomium splen-


dens, Peltigera lepidota, Pleurozium schreberi, Ptilium crista-castrensis

Phytocoenological units:
Rhododendro aurei-Laricetum olgensis
Goodyero repentis-Piceetum jezoensis
Carici peiktusani-Abietetum nephrolepidis
Ledo decumbentis-Laricetum olgensis

Distribution: Changbaishan Mts, along the boundary between North Korea and China
and Paektusan volcano near Samjiyon Lake (Kolbek et al., 2003).

Communities of light coniferous forests, shrubs and surroundings of ventarols: Rhodo-


dendro dahurici-Acerion barbinervi

Tree layer: Abies nephrolepis, Betula platyphylla, Larix olgensis, Sorbus amurensis
Shrub layer: Acer barbinerve, Rhododendron dahuricum, Rosa davurica

Herb layer: Dryopteris fragrans, Ledum *maximum, Polypodium viriginianum

Moss layer: Cladonia amaurocraea, C. furcata, C. *grisea, Hylocomium splendens, On-


cophorus wahlenbergii, Pleurozium schreberi, Ptilium crista-castrensis, Sphagnum gir-
gensohnii

Phytocoenological units:
Dryopterido fragranti-Rhododendretum dahurici

Distribution: around Naegok Village in the Changbaishan Mts (Kolbek et al., 2003).

2) Various mixed Pinus densiflora-Quercus mongolica forests are the most frequent vege-
tation type in the central and partially also in southern part of the territory (Fig. 4). In the
shrub layer species Rhododendron schlippenbachii, R. mucronulatum, Acer pseudosieboldi-
anum, Weigela florida, and species of the genus Lonicera usually dominate. The herb layer
is species rich and various. Large areas in this part of country are afforested or artificially
Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek 131

changed into agricultural land. Many forests have hardly changed species composition.
In the tree layer, fast growing Pinus densiflora is preferred instead of naturally prevailing
Quercus mongolica (Nakagoshi, 1995; Yim, 1995).
Middle mountain region contains all areas from lower hills near towns Kail, or Pyong-
yang City (e.g. Taesongsan and Ljongaksan Mts). Most typical representatives are Sujang-
san Mts northward from town Haeju and Chonmasan Mts near Kaesong, where the alpine
species are subsided. On the other hand, this region can be regarded as transition zone to
the South Korean vegetation. The typical woody species of the region are endemic Junipe-
rus rigida and Pinus rigida (Tab. 2).

Fig. 4: Most frequent pine-oak forest in the hilly country of the North Korea (Lychno-Quercetum
mongolicae), Sujangsan Mts (Photo I. Jarolímek).

Unfortunately, only scarce data for comparison were found. Boratyński (1984) publi-
shed woody distribution data from Sujangsan Mts, Taesongsan Mts, and from surroun-
dings of Anju, Pyongyang, Sariwon and Haeju. All his data originated from low altitudes,
whereas our data on many woody species come from altitudes from 100 to 650 m. There-
fore we enlarged information on altitudinal ranges also for some stand-building species,
such as Acer pseudosieboldianum, Benzoin obtusilobum, Fraxinus rhynchophylla and
Quercus mongolica. For species like Rhododendron mucronulatum, Vaccinium korea-
num, Viburnum dilatatum and some others this information is completely new (Tab. 2).

Mixed forests of evergreen coniferous and broad-leaved deciduous trees prevail south-
wards, in the central and southern part of North Korea:

a) shrub vegetation dominated by Pinus pumila and/or Betula ermanii in the highest
summits of mountains (Fig. 5),
b) mixed (coniferous) forests on rocky slopes with Abies nephrolepis and Pinus ko-
132 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

koraiensis in tree layer, and with endemic Thuja koraiensis in shrub layer in some places
(Fig. 6),
c) mixed and broadleaved forests in lower elevations – at convex slopes Quercus mongoli-
ca and Pinus densiflora predominate with many species in shrub layer; at concave valleys
the scree forests with Carpinus laxiflora, Fraxinus rhynchophylla and several species of the
genus Acer dominate. Castanea crenata, Carpinus cordata, Benzoin obtusilobum, Magnolia
sieboldii and various species of the genus Tilia and Cornus are typical for warmer forests at
the foothills and southern slopes.
The soils in the mountain coniferous forests are high to moderate acidic with pH 3.9–
5.1; in the pine-oak and broadleaved forests soils are acidic to almost neutral (pH 4.7–6.2)
In the middle zone of the North Korea mean annual temperature varies between 5–10 °C
and in the south part of the North Korea between 10–15 °C.

Tab. 2: Vertical distribution of selected woody species in middle mountain region (Ljongaksan, Tae-
songsan, Chonmasan and Sujangsan Mts)

This region is characterised by following list of species and phytocoenological units:

Coniferous forests and shrubs in higher altitudes: Abieti nephrolepidis-Piceion jezoensis


Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek 133

Tree layer: Abies nephrolepis, Picea jezoensis

Shrub layer: Actinidia polygama, Betula ermanii, Pinus pumila, Rhododendron schli-
ppenbachii, Syringa wolfi, Thuja koraiensis

Herb layer: Aconitum villosum, A. triphyllum, Adenophora koreana, A. mandshurica,


Calamagrostis *hirsuta, Carex siderosticta, Cimicifuga davurica, Dryopteris crassirhi-
zoma, Galium kamtschaticum, Geranium dahuricum, Ligularia fischeri, Lycopodium se-
rratum, Paeonia japonica, Paris verticillata, Phegopteris decursive-pinnata, Polystichum
tripteron, Primula jezoana, Scabiosa *alpina, Swertia veratroides, Trisetum sibiricum

Phytocoenological units:
Taxo-Pinetum pumilae
Thujo koraiensis-Piceetum jezoensis

Distribution: Mt. Wonmanbong and Mt. Pirobong (Myohyangsan Mts) (Kolbek et al.,
2003).

Fig. 5: Shrub vegetation dominated by Pinus pumila and Betula ermanii covers tops of moun-
tain ranges in central part of North Korea (Taxo-Pinetum pumilae), Myohyangsan Mts (Photo M.
Valachovič).

Species rich thermophilous pine-oak forests and scree forests on mineral richer and
deeper soils: Pino koraiensis-Quercion mongolicae
134 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Tree layer: Acer pseudosieboldianum, Actinidia arguta, Betula schmidtii, Carpinus cor-
data, Castanea crenata, Cornus controversa, Fraxinus rhynchophylla, Larix olgensis,
Magnolia sieboldii, Micromeles alnifolia, Pinus densiflora, P. koraiensis, Populus davidia-
na, Prunus leveilleana, Quercus mongolica, Styrax obassia, Tilia amurensis

Shrub layer: Acer mono, Actinidia polygama, Benzoin obtusilobum, Codonopsis pilo-
sula, Deutzia glabrata, Euonymus alata, Kalopanax pictus, Lespedeza hedysaroides,
Rhododendron mucronulatum, R. schlippenbachii, Sorbaria stellipila, Sorbus amurensis,
Staphylea bumalda, Stephanandra incisa, Tilia taquetii, Vitis amurensis

Herb layer: Ainsliaea acerifolia, Artemisia keiskeana, Aster scaber, A. tataricus, Astilbe
koreana, A. thunbergii, Calamagrostis arundinacea, Carex nanella, C. siderosticta, Cau-
lophyllum robustum, Diarrhena japonica, Geranium *hirsutum, Isodon excisus, Lychnis
cognata, Melampyrum roseum, Parthenocissus tricuspidata, Peucedanum terebintaceum,
Primula jezoana, Pseudostellaria palibiniana, Rubia hexaphylla, Saussurea conandrifo-
lia, Solidago japonica, Spodiopogon sibiricus, Viola acuminata, V. collina, V. keiskei

Phytocoenological units:
Lychno-Quercetum mongolicae
Vaccinio-Quercetum mongolicae
Parthenocisso tricuspidati-Fraxinetum rhynchophyllae

Distribution: Myohyangsan Mts, several localities in Kumgangsan Mts, rather rare in


Sujangsan Mts (Kolbek et al., 2003).

Fig. 6: Coniferous forest of low canopy near the tree line with Thuja koraiensis and Pinus koraiensis
(Thujo koraiensis-Piceetum jezoensis), Myohyangsan Mts (Photo J. Kolbek).

Species rich thermophilous pine-oak forests on mineral poorer and shallower soils:
Rhododendro mucronulati-Pinion densiflorae
Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek 135

Tree layer: Fraxinus rhynchophylla, Pinus densiflora, Quercus acutissima, Q. dentata, Q.


mongolica

Shrub layer: Benzoin obtusilobum, Clematis mandshurica, Euonymus alata, Fagara


schinifolia, Indigofera kirilowii, Juniperus rigida, Lespedeza daurica, Prunus leveilleana,
P. nakaii, Rhododendron mucronulatum, Vitis amurensis

Herb layer: Artemisia keiskeana, Asparagus oligoclonus, Aster scaber, Atractylodes ko-
reana, Carex lanceolata, Festuca ovina, Iris rossi, Lilium *partheneion, Lysimachia
clethroides, Meehania urticifolia, Miscanthus sinensis, Patrinia villosa, Platycodon
grandiflorus, Polystichum polyblepharon, Potentilla fragarioides, Prunella asiatica, Rha-
ponticum uniflorum, Rubia *pratensis, Saussurea eriophylla, Sophora flavescens, Spodio-
pogon sibiricus

Phytocoenological unit:
Festuco ovinae-Pinetum densiflorae

Distribution: Ljongaksan Mts and Taesongsan Mts (Kolbek et al., 2003).

3) In the southern warm and precipitation-rich subpacific regions, mainly in Kum-


gangsan Mts, taxa such as Acer sp. div., Quercus sp. div. and Magnolia sieboldii are repre-
sentatives of trees. Species of the genus Lespedeza, Smilax, Viburnum or Weigela are the
most frequent dominant shrubs.
Subalpine region in North Korea is represented predominately by Myohyangsan and
Kumgangsan Mts. Beside coniferous trees (Abies nephrolepis, Juniperus sargentii, Pinus
koraiensis, Thuja koraiensis) and evergreen broad-leaved plants also woody bamboo
(Sasamorpha purpurascens var. borealis), and stenoecious endemic species, such as For-
sythia ovata or Pentactina rupicola occur there.Limited data on vertical distribution of
species provide Kolbek and Kučera (1989, 1999), Kong and Watts (1993), Kolbek et al.
(2001) and herbarium collections by Boratyński (1984). Altitudinal ranges of selected spe-
cies, evincible extended based on our data, are illustrated in table (Tab. 3), e.g. Acer pseu-
dosieboldianum, Carpinus cordata, Fraxinus rhynchophylla, Magnolia sieboldii, Syringa
palibiniana and Weigela florida. The table shows also new floristic findings, e.g. Marlea
macrophylla, Schizandra chinensis, and common species Rhododendron mucronulatum.
Semi-deciduous forests with Zelkova serrata, several species of Quercus and many spe-
cies in the shrub layer (e.g. Codonopsis lanceolata, Callicarpa dichotoma, Rhus javanica,
R. verniciflura and Solenolantana carlesii) are the representative type of vegetation in the
central part of the Peninsula, near the border with South Korea.
The soils of thermophilous pine-oak forests are very to moderate acidic with pH 3.9–
5.2; the soil of clearings is also very acidic (pH = 3.8).

This region is typical by following list of species and phytocoenological units:

Species rich thermophilous oak forests (including the most North localities of Sasamor-
pha *borealis): Lindero-Quercion mongolicae

Tree layer: Acer pseudosieboldianum, Carpinus cordata, C. coreana, C. laxiflora, Cas


136 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

tanea crenata, Fraxinus rhynchophylla, Micromeles alnifolia, Pinus densiflora, Quercus


acutissima, Q. dentata, Q. mongolica, Q. serrata, Q. variabilis

Shrub layer: Benzoin obtusilobum, Callicarpa dichotoma, Corylus mandshurica, Deut-


zia prunifolia, Lespedeza hedysaroides, L. maximowiczii, Palura paniculata, Kalopanax
pictus, Rhododendron mucronulatum, R. schlippenbachii, Stephanandra incisa, Styrax
obassia, Viburnum wrightii, Weigela florida

Herb layer: Ainsliaea acerifolia, Artemisia keiskeana, Asperula maximowiczii, Aster


scaber, Carex lanceolata, C. siderosticta, Disporum smilacinum, Galium trifloriforme,
Melampyrum roseum, Osmunda claytoniana, Pteridium aquilinum, Sasamorpha *bo-
realis, Smilax nipponica, Solidago japonica, Spodiopogon sibiricus, Syneilesis palmata,
Vaccinium koreanum

Phytocoenological units:
Saso-Quercetum mongolicae
Artemisio-Quercetum mongolicae
Syneilesio palmatae-Carpinetum laxiflorae

Distribution: Kumgangsan Mts, Chonmasan Mts and Sujangsan Mts, Myohyangsan


Mts, Ljongaksan Mts, surrounding of Kaesong (Kolbek et al., 2003).

Substitute communities after pine-oak forests: Weigelo floridae-Fagarion schinifoliae

Shrub layer: Acer pseudosieboldianum, Benzoin obtusilobum, Fagara schinifolia, Indigo-


fera kirilowii, Juniperus rigida, Lespedeza bicolor, Micromeles alnifolia, Pinus densiflora,
Quercus mongolica, Rhododendron mucronulatum, R. schlippenbachii, Rhus javanica,
Rosa multiflora, Securinega suffruticosa, Stephanandra incisa, Vaccinium koreanum,
Weigela florida

Herb layer: Agrimonia pilosa, Artemisia keiskeana, Asplenium sarelii, Aster ageratoides,
Atractylodes ovata, Boehmeria spicata, Carex nanella, C. siderosticta, Chrysanthemum
coreanum, C. indicum, Hemerocallis minor, Ligusticum obtusifolium, Lilium lancifolium,
Miscanthus sinensis, Paraixeris denticulata, Polygonatum humile, Rubus crataegifolius,
Saussurea nivea, Smilax sieboldii, Spodiopogon sibiricus

Phytocoenological units:
Lilio lancifolii-Rhododendretum schlippenbachii
Indigofera kirilowii-Securinega suffruticosa community

Distribution: Sujangsan Mts (Kolbek et al., 2003).

4. Azonal forest and shrub vegetation of the northern Korean Peninsula

In the North Korea, beside the zonal vegetation mentioned above, probably numerous
forest and shrub communities occur, which were not studied. Marginally were analysed
communities of riverside willows and artificial stands of locust tree. In lower and middle
Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek 137

altitudes in natural habitats of pine-oak forests the monoculture stands of pine Pinus den-
siflora are commonly cultivated.

Tab. 3: Vertical distribution of selected woody species in the high mountain ranges of the middle
mountain region and southern warm region (Myohyangsan and Kumgansan Mts)


Willow shrubs of (mountain) riversides: Salicion gracilistylae

Shrub layer: Salix gilgiana, S. gracilistyla, S. koriyanagi, S. rorida, S. siuzevii

Herb layer: Agropyron *transiens, Artemisia asiatica, A. feddei, Cassia nomame, Com-
melina communis, Cuscuta japonica, Oenothera lamarckiana, Phragmites japonica,
Rumex acetosella, Stachys japonica, Viola yezoensis
138 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Phytocoenological unit:
Artemisio feddei-Salicetum gracilistylae

Distribution: Changbaishan Mts, Chonmasan Mts, Ljongaksan Mts, Myohyangsan


Mts, Sujangsan Mts, Taesongsan Mts, Kumgangsan Mts (Jarolímek and Kolbek, 2006).

Artificial stands of locust tree: Chelidonio-Robinion

Tree layer: Robinia pseudo-acacia

Shrub layer: Humulus japonica

Herb layer: Agrimonia pilosa, Agropyron *transiens, Ambrosia artemisifolia, Calama-


grostis arundinacea, Carduus crispus, Carex lanceolata, Cleistogenes hackelii, Com-
melina communis, Chelidonium majus, Chenopodium album, Chrysanthemum indicum,
Diarrhena japonica, Erigeron annuus, Lactuca raddeana, Persicaria mitis, Rubus cratae-
gifolius, R. parvifolius, Viola mandshurica

Phytocoenological unit:
Commelino communis-Robinietum pseudoacaciae

Distribution: capital city Pyongyang and larger outskirts; southern of Hedju; Kum-
gangsan Mts, near monument Ponghari (Kolbek and Jarolímek, 2008).

5. Conclusion

Even though the research was performed on the limited territory of the North Korea
only, relatively wide spectrum of founded and floristically well characterised forest and
shrub vegetation units provides the sound basic information on variability of the forest
vegetation. Broadleaved deciduous forests are comparable to the similar vegetation in the
north-east Asia (e.g. Krestov et al., 2006). Coniferous forests dominated by Larix olgensis
belong to wider group of the Siberian larch forests with Larix sibirica agg.

Acknowledgements

We thank colleagues S.-H. Li, H.-D. Hoang and G.-S. An (Institute of Botany, Pyong-
yang) for help in the field with collection of relevés, M. Valachovič (Institute of Botany,
Bratislava) for kindly provision of photo (5) and comments on previous version of the
text, and I. Rajznoverová for technical assistance. The participation of the first author was
possible due to research project of Academy of Sciences of the Czech Republic AV0Z
60050516, and its Grant Agency (projects No. A6005807 and A60554).
Jiří Kolbek & Ivan Jarolímek 139

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BOSQUES AMAZÓNICOS Y LA SOSTENIBILIDAD DE LA “ABUNDANCIA”,
DE LOS HIJOS DEL TABACO, LA COCA Y LA YUCA DULCE. LA CHORRERA,
AMAZONAS

LUIS EDUARDO ACOSTA MUÑOZ

Resumen

Se presentan las reflexiones adelantadas con los pueblos indígenas Uitoto, Okaina, Bora y
Muinane de La Chorrera, Amazonas; donde se señalan las actuales dificultades existentes
sobre el uso y manejo de los espacios cultivados, que afectan a la población indígena y a su
sistema de autosuficiencia alimentaria; se resalta como la intensificación de esa problemáti-
ca, generaría mayores en consideración a la sostenibilidad de sus modos de vida y por ende
a la sustentabilidad de los bosques amazónicos. De igual forma se recogen los derroteros de
parte de los pueblos indígenas, encaminados a fortalecer las representaciones culturales que
permiten la práctica de los espacios cultivados, en el marco de su cosmovisión como es la
de contar con la fuerza del tabaco, la coca y la yuca dulce, para la superación de los mismos.

1. Introducción

Los sistemas de producción de las actuales sociedades indígenas de la Amazonía co-


lombiana, se basan en la interrelación y complementariedad de actividades como la agri-
cultura, la pesca, la caza y la recolección; labores que se ejecutan de acuerdo a pautas cul-
turales tradicionales. Es considerado un sistema adecuado a las características del medio
ambiente, en el que la disponibilidad de los recursos está sujeta a la oferta ambiental (La
Rotta, 1982; Schroder, Castro, Román & Jekone 1987; Garzón & Macuritofe, 1992; Van der
Hammen (1992); Acosta, 2000; Acosta, Mazorra, 2005).
La agricultura de subsistencia indígena se caracteriza por la gran variedad de especies
cultivadas, asegurando una alimentación humana adecuada y equilibrada y un menor
riesgo de plagas, ya que la mezcla de diferentes especies hace difícil la dominación y
propagación explosiva de insectos y plagas mono específicos (Schroder, Castro, Román
& Jekone 1987; Garzón & Macuritofe, 1992). En esta dirección, Garzón & Macuritofe
(1992) afirman que la chagra es el manejo más adecuado del ecosistema amazónico, ya
que permite el mantenimiento del equilibrio en la regeneración del bosque; lo cual es
posible gracias al conocimiento cultural acumulado sobre los recursos y el manejo de los
espacios cultivados. Según Gainza, Acosta, Bernal (2008), el sistema de cultivo tradicional
indígena, se considera como un agroecosistema que copia los ciclos y flujos de materia y
energía del bosque natural, además de reforzar valores sociales y culturales milenarios de
los pueblos indígenas amazónicos. Por eso, las especies cultivadas sirven para garantizar la
seguridad alimentaria, así como para conservar la agrobiodiversidad amazónica.
De acuerdo con Van der Hammen (1992), se considera que la chagra no es un intento
de imitar la selva que la rodea, sino un espacio estructurado según modelos espaciales y
sociales indígenas. En general, se coincide en afirmar que éste sistema permite a los indí-
genas manejar la selva de manera que este no se desestabiliza, siendo más bien su tenden-
cia a conservarla y utilizarla de una manera racional.
142 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

2. Los pueblos indígenas hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce, de la Chorrera,
Amazonas

El complejo cultural de la Chorrera corresponde a la presencia de los grupos étnicos


Uitoto, Bora, Okaina y Muinane, los cuales se autodenominan los hijos del tabaco, la coca
y la yuca dulce; este se localiza en el centro del departamento del Amazonas. Tiene una
extensión aproximada de 13.078 km2 (Gutiérrez, Acosta, Salazar, 2004) y cuenta con una
población de 2.510 habitantes (DANE, 2005). La población se distribuye en 20 cabildos,
siendo los Uitoto la etnia más representativa con una presencia de 344 familias (78%).
En menor número se encuentran las etnias Bora (11%) con 48 familias, Okaina (6%) con
25 familias, Muinane (2%) con 7 familias y otras etnias (3%) con 13 familias. Sus territo-
rios se vieron envueltos en los rigores de la economía extractiva del caucho natural desde
comienzos del Siglo XX y que culminó hacia el año 1932, con el conflicto colombo – pe-
ruano, mediante el cual Colombia recupero la soberanía de los territorios del sur de la
Amazonia (Farekatde (2004). En este periodo histórico los pueblos indígenas fueron ob-
jeto de intensos y dramáticos procesos de esclavitud, genocidio y desplazamiento forzado,
extinción de linajes, clanes y tribus enteras, generados por la Casa Arana como formas
para la obtención y acopio del caucho natural.

Figura 1: Localidad de la Chorrera. Río Laará-Paraná

3. Conocimiento tradicional asociados a los bosques amazónicos

Los pueblos indígenas de La Chorrera iniciaron un proceso de reconstrucción social


y cultural en sus territorios ancestrales, que se vió fortalecido por la declaratoria del Res-
guardo Predio Putumayo en 1988 por parte del Estado colombiano. Desde ese año, los
pueblos indígenas se adentran a fortalecer su autonomía cultural y territorial, a partir de
la conformación del Plan de Vida y Ordenamiento de los Hijos de Tabaco, Coca y Yuca
dulce vigente (Azicatch, 2006).
En ese marco, se puede afirmar que las comunidades indígenas poseen un extenso co-
nocimiento no solo del medio natural, sino de los procesos productivos tradicionales que
se despliegan para un aprovechamiento óptimo de los recursos naturales; permite contar
no solo, con la abundancia de alimentos y bienestar para las familias, sino también el cui-
Luis Eduardo Acosta Muñoz 143

dado y sostenimiento del medio natural, así como la reproducción de los conocimientos
y prácticas tradicionales básicas para el manejo de los espacios cultivados. La existencia
de normas y/o principios tradicionales, necesarios de asumir y practicar a nivel familiar,
permiten hacer una buena chagra y obtener una buena producción que sustenta el comer
y vivir bien. Conocer y practicar dichos principios, facilita a las familias indígenas, saber
el estado del ecosistema para la realización de las prácticas de uso y manejo en las chagras.
Los principios fundamentales tradicionales para la práctica de uso y manejo de las
chagras, se sustentan en la existencia de unos indicadores del ecosistema, que representa
los periodos a tener en cuenta para la apertura, manejo y aprovechamiento de los produc-
tos de las chagras. Se parte por exigir a las familias indígenas: la revisión de la palabra de
abundancia comprometida con la naturaleza, respecto del periodo anterior de produc-
ción, con el propósito de renovar el convenio con la naturaleza; control al trabajo familiar
por medio de las dietas (dietar), que permita una concentración para hacer chagra y los
tipos de chagras que se esperan abrir; una adecuada elección del terreno y las labores de
socala, tumba, picada, quema, siembra, cuidado y aprovechamiento. Los principios igual-
mente precisan, que es necesario compartir los productos de las chagras y tener buena
disponibilidad de alimentos para la práctica de la minga, como una estrategia de trabajo
colectivo para lograr la sostenibilidad de los espacios de cultivo.

4. Estado de las prácticas sociales y culturales que afianzan la capacidad productiva


de las chagras

En la actualidad las familias indígenas que hacen parte del complejo cultural de La
Chorrera, asumen con mayor frecuencia una vinculación con las economías locales, las
instituciones del Estado, Ong y la sociedad nacional. Se observa una tendencia en la cual
no todas las familias indígenas cumplen con las normas tradicionales, tendiendo a des-
cuidar e incumplir el conocimiento tradicional en el uso y manejo de las chagras que son
necesarias de practicar para hacer una buena chagra y obtener una buena producción, que
garantice la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y que aseguren comer y vivir bien.
Lo anterior, es un indicio de que ciertas prácticas culturales como la de efectuar una buena
revisión de las experiencias espirituales y materiales de los convenios con la naturaleza
anteriores, no se realizan en su momento. La no práctica de las enseñanzas tradicionales
para el uso y manejo de los espacios cultivados, conlleva a no manejar adecuadamente los
cambios climáticos que podrían afectar algunas de las prácticas de la chagra.
Algunas familias indígenas tienden a desconocer la autoridad tradicional; así como
también parece existir una cierta descoordinación entre los ancianos que manejan los
indicadores del ecosistema y que asimismo, no ponen en práctica sus conocimientos en
las labores de la chagra. El no tener en consideración el manejo del tiempo y los cambios
climáticos, se viene propiciando un descontrol entre los chagreros. Estaría indicando un
proceso en marcha de pérdida del conocimiento tradicional asociado con la sostenibilidad
del sistema alimentario, que podría considerarse como una situación que reviste cierta
gravedad en los procesos de transmisión de los conocimientos tradicionales; lo anterior,
en el marco de una de las características demográficas del departamento del Amazonas,
como es la de contar con una mayoría de población muy joven y que además el segmento
de población de mayor de 45 años sobre el que se sustenta la reproducción de los cono-
cimientos tradicionales, tiende a ser muy baja.
De otra parte, se observa como algunas familias tienden a generar otros usos y manejos
144 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

de las chagras, dando mayor énfasis a la venta de productos de subsistencia que le per-
miten contar con un ingreso económico para cubrir ciertas necesidades impuestas (Figu-
ra 2); lo anterior, con profundas repercusiones tanto en la relaciones internas familiares,
como el descuido de la práctica de los bailes tradicionales que contribuyen también a un
deterioro de la identidad indígena. Lo anterior, frente a la tendencia de la menor práctica
de la solidaridad, que se evidencia en la pérdida de la costumbre para el intercambio de
los productos obtenidos, la menor participación en el trabajo asociado, y una mayor dedi-
cación a la venta de los productos obtenidos de las chagras en el comercio local.

Figura 1. Destino de la producción por tipo de chagra indígenas. Complejo cultural de La Chorrera,
Amazonas. Fuente: Encuesta caracterización chagras, SINCHI – AZICATCH. 2007

Es notable como la presencia de algunas instituciones públicas y privadas (Ong), ges-


tionan y ejecutan proyectos para los pueblos indígenas, desconociendo tanto sus Planes de
Vida como su organización cultural, sus modos de vida y de producción. Son programas y
proyectos que por no ser consultados y concertados previamente con las comunidades, no
responden a sus necesidades y demandas reales. No se respetan los derechos de los pue-
blos indígenas, así como desconocen tanto la realidad sociocultural, política y económica,
como sus planes de vida y gobierno propio. Junto a lo anterior, un fuerte impacto de
las políticas públicas sobre los planes de vida indígenas, lo que trae una inadecuada pla-
neación e inversión de los recursos destinados para la ejecución de los proyectos con una
frustración de las comunidades por actividades inconclusas, entre otros.

5. Reconocimiento tradicional para el fortalecimiento del conocimiento tradicion-


al asociado a las chagras y la sostenibilidad de los bosques amazónicos

En los Encuentros de Intercambio de Saberes que se adelantaron en el corregimiento


de La Chorrera entre los pueblos indígenas Uitoto, Okaina, Bora, Muinane y el Instituto
Amazónico de Investigaciones Científicas - Sinchi, entre los años 2007 a 2009; abrió un
espacio para adelantar una reflexión con las autoridades tradicionales, cuyas memorias
Luis Eduardo Acosta Muñoz 145

recogen la postura frente a las problemáticas que se viven en torno al estado del cono-
cimiento tradicional que sustenta el uso y manejo de la chagra como ordenadora ambien-
tal en los territorios ancestrales. Se parte por aseverar, que es necesario profundizar un
diálogo y empalme entre ancianos, familias y jóvenes, para que no se presente el descon-
trol y el desequilibrio con el conocimiento tradicional. El comprometer una interacción
entre los ancianos y familias jóvenes, reafirma la voluntad por la sostenibilidad de los
aspectos simbólicos de una ética indígena actuante para asumir el manejo de los indica-
dores del ecosistema. Por eso, la necesidad de adelantar un proceso de fortalecimiento
de las representaciones culturales, de uso y manejo tradicional de las prácticas del ciclo
de chagras, con jóvenes y familias; así como las capacidades para la sostenibilidad de la
diversidad de semillas propias, base de su alimentación de subsistencia. Lo anterior, por
que se prevé que en el largo plazo podría presentarse una pérdida del conocimiento tradi-
cional, asociado al uso y manejo de sus propias chagras.
A modo de conclusión, la sustentabilidad de los bosques amazónicos y los modos de
vida de los pueblos indígenas que los habitan, compromete a las políticas públicas en Co-
lombia, a ser acordes con el rol de las prácticas culturales que se despliegan en sus sistemas
alimentarios de subsistencia; en el marco de entender que la práctica de la agricultura
tradicional se garantiza, por la práctica del conocimiento tradicional que se tiene sobre
el ecosistema. Se podría afirmar que los procesos de cooperación entre las instituciones
del Estado, Ong y los pueblos indígenas en la Amazonia colombiana, amerita una alta
coordinación, con las autoridades tradicionales. Este aspecto es relevante, en la medida de
poder conformar convenios y alianzas de cooperación, analizados y revisados de acuerdo
con el plan de vida y ordenamiento territorial, previa concertación y consultas con las
Autoridades tradicionales. Las alianzas entre las instituciones del Estado, Ong, entre otros,
con los pueblos indígenas, se sustentan en sus derechos constitucionales, así como en el
reconocimiento de las autoridades tradicionales y sus organizaciones.

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BOSQUES INUNDABLES DE LA AMAZONÍA: AMBIENTES ACUÁTICOS ES-
TRATÉGICOS

RENÉ LÓPEZ CAMACHO & NELLY RODRIGUEZ ERASO

Resumen

Los bosques inundables constituyen ambientes acuáticos estratégicos dentro de la gran


cuenca amazónica, ya que se comportan como ecosistemas terrestres y acuáticos influen-
ciados por los diferentes tipos de agua que le dan origen (blancas, negras, claras y mixtas),
que hacen que existan cambios profundos y constantes sobre las plantas y animales que allí
coexisten, desarrollando adaptaciones especiales para su crecimiento. Este escrito resalta
la importancia ecológica de estos bosques y demuestra que el agua representada por los
pulsos de inundación es factor importante en su modelación y funcionamiento y gran parte
de las especies vegetales son vitales para las comunidades amazónicas, pues de allí obtienen
una gran diversidad de productos forestales maderables y no maderables. Se han registrado
cerca de 250 especies de plantas empleadas como alimento, medicinas, artesanales, madera-
bles, fibras, tintes, entre otros. La actual destrucción y transformación de estos ecosistemas
puede ser una de las amenazas principales sobre la diversidad de la cuenca amazónica ya
que no sólo puede ocasionar una pérdida a nivel de peces de agua dulce, sino de muchas
plantas exclusivas de estos ambientes inundables y de las cuales no se tiene aún claro su
dinámica poblacional y su funcionalidad.

1. El gran mar de agua dulce

El majestuoso río Amazonas, que se extiende desde las partes altas de Perú hasta la
costa atlántica de Brasil en un recorrido cercano a 6.500 kilómetros, muestra un paisaje
dominado por el agua, el cual se prolonga más allá de su canal principal. No fue en vano
que tan sólo hace una década en Expolisboa 98, fuera denotado como “el mar de agua
dulce” debido a que en su desembocadura llegan aproximadamente 100.000 metros cúbi-
cos de agua por segundo, dando vida a unos 2,5 millones de km2 del ecosistema terrestre
más significativo del planeta: el bosque húmedo tropical.
La cuenca amazónica, que abarca 6.878.761 Km2, es caracterizada por la presencia del
recurso hídrico en cada uno de sus componentes: atmósfera, suelo y vegetación, creán-
dose a nivel de ecosistemas adaptaciones hidrófilas especiales que caracterizan su flora
y su fauna. Como lo anotaba Marlier en 1967, existen tres características fundamentales
para la biota relacionada a estos ambientes: i) la composición química del agua asociada
a las características geomorfológicas y geoquímicas y responsable de los tipos de agua
presentes; ii) la suave inclinación de 1 a 2 cm/km de la región central de la cuenca que
permite la formación de un complejo sistema de ríos meándricos y áreas periódicamente
inundadas; y iii) la ausencia total de viejos y típicos lagos con la presencia de recientes
lagos de “várzea”, combinados con áreas inundables y “lagos de cuenca” de ríos de aguas
claras (Junk 1980).
Estas características dan paso a la formación de zonas de la pluviselva que se compor-
tan como ecosistemas acuáticos y ecosistemas terrestres y son llamados bosques inunda-
148 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

bles, los cuales representan aproximadamente cerca del 3% del total de la selva amazónica
(180.000 Km2), con profundidades que puede variar de 7 a 13 metros por año y exten-
siones de hasta 20 kilómetros selva adentro por ambos lados del cauce, constituyéndose
en ecosistemas clave para entender la dinámica de la pluviselva amazónica, donde los
regímenes de fluctuación del recurso hídrico son fundamentales para su mantenimiento
y evolución.
Los bosques inundables juegan un papel importante en los ecosistemas amazónicos, a
manera de corredores biológicos, y cumplen diversas funciones como almacenamiento de
agua, recarga de agua subterránea durante el periodo de inundaciones, lugar de reciclaje
constante de nutrientes, hábitat de una alta diversidad de especies de plantas y un am-
plio rango de fauna, fuente de alimento para la fauna acuática y fuente de abastecimiento
para la obtención de beneficios y provisión de alimento y recursos económicos a sus po-
bladores.
Estos bosques, al igual que la mayoría de los ecosistemas, cambian a través del tiempo,
pero su singularidad consiste en que su dinámica y procesos asociados están influenci
dos por el elemento imprescindible para la vida: el agua, factor decisivo para que estos
bosques sigan cumpliendo con su funcionalidad y puedan ser conservados en el tiempo.

2. El agua: modelador de paisajes y estructuras en los bosques inundables

Si bien la estructura de la selva húmeda tropical era ya floreciente por la época en que
se formó el río Amazonas, su evolución y la distribución de la flora que conocemos hoy
en día en los bosques inundables esta íntimamente ligada a la historia del río. Carina
Hoorn (2006) sugiere que el río Amazonas no existía antes del Mioceno medio, es decir,
hace unos 16 millones de años y que su nacimiento constituyó un proceso complejo que
ha ejercido una influencia determinante en la evolución de su biota; paralelamente, los
trabajos de Dobson et al. (2001) han mostrado que el río tardó al menos seis millones de
años en convertirse en el actual sistema de drenaje transcontinental donde la trayectoria
ininterrumpida del río, junto con sus afluentes y sus dinámicas en cambios de curso, da
inicio a la expansión del bosque inundado, fomentando la diversidad en flora y fauna, y
constituyéndose en un en medio para el transporte de semillas de los árboles asociados a
la llanura inundable (semillas de los géneros Hevea, Euterpe, Macrolobium, Clusia, Mau-
ritia). De otra parte, los continuos cambios en el curso de los tributarios y el labrado de
su lecho han sugerido que los bosques han estado sujetos a continuas perturbaciones,
logrando promover fenómenos de especiación (Gouldin 2004).
Existen condiciones únicas que permiten que las especies arbóreas de los bosques i-
nundables suelan ser diferentes a las presentes en bosques de tierra firme, y que las comu-
nidades vegetales sometidas a inundación presenten adaptaciones para sobrevivir largos
periodos a la anegación. Esta vegetación, sujeta a una fase terrestre y una fase acuática,
presenta factores, procesos y características únicas que conforman su estructura y que se
pueden resumir en:
Tipos de aguas e inundación: Prance (1979) realizó una propuesta de clasificación de
los bosques inundables en función del régimen de inundación y el tipo de agua. El tipo
de inundación abarca bosques estacionalmente inundables (várzea e igapó estacional) y
bosques permanentemente inundables (igapó permanente y pantanos permanentes). Los
bosques de várzea baja están influenciados por inundaciones anuales entre 3 y 7 m., con
una duración entre 50-240 días por año, mientras que en los bosques de várzea alta los
René López Camacho & Nelly Rodríguez Eraso 149

niveles de inundación son menores a los 3 m. en promedio y la duración es menor a 50


días por año (Wittmann et al. 2002). Duque et al. (1997), por su parte, reconocen en la
Amazonia colombiana cuatro tipos de aguas: i) aguas blancas (várzea) de origen andi-
nense que forman los ambientes más altos de productividad primaria de la región, donde
el agua es turbia, amarilla arcillosa, rica en nutrientes, con alto contenido de sedimentos y
baja transparencia; ii) aguas negras (igapó), que nacen en las peniplanicies muy antiguas
de las tierras bajas, con poca cantidad de nutrientes y con una coloración negra dada
por la presencia de los ácidos húmicos formados cuando la tasa de fijación de carbono
por la fotosíntesis y la conversión parcial de compuestos del carbono en ácidos orgánicos
solubles excede la tasa de descomposición total en dióxido de carbono; iii) aguas claras,
originadas en el Escudo de Brasil y las Guyanas y en la Amazonia central, con sedimentos
terciarios de origen fluvial o lacustre, con baja fertilidad; y iv) aguas mixtas o intermedias,
que se forman por la confluencia de las aguas claras con cualquier otro tipo de agua; en
este sentido las aguas claras o las aguas negras logran un enriquecimiento de las aguas
blancas, produciendo un medio óptimo para la productividad primaria (Tabla 1 y Fig. 1).

Tipo de agua Paisaje Ubicación


Aguas blancas Llanuras aluviales andinenses Río Amazonas
de aguas barrosas con régimen Río Putumayo
meándrico y control estruc- Río Caquetá
tural. Presentan varios niveles
inundables: vegas; sobrevegas,
terrazas bajas, medias y altas
con amplitud de 10 a 50 km y
valles hasta de 60 m de profun-
didad.
Aguas negras Llanuras aluviales erosionales Río Vaupés
de ríos amazonenses de aguas Río Taraira
negras con fuerte control es- Río Inírida
tructural. Conformadas por un Río Apaporis
plano de inundación y uno a
varios niveles de terrazas.
Aguas mixtas o Llanuras aluviales de ríos ama- Río Cotuhé
intermedias zonenses de aguas mixtas e in- Río Igará-paraná
termedias. Conforman vegas y Río Puré
terrazas estrechas.

Aguas claras Llanuras de pedimentos on- Afluentes del río


dulada con valles estrechos a Guainía y río
medios (> 200m) y llanuras Vaupés
aluviales menores con régimen
meándrico y localmente rectilí-
neo controlados por fracturas
del Escudo Guyanés.

Tabla 1. Tipos de ríos de la Amazonia colombiana y características de paisaje.


150 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Figura 1. Tipos de ríos en la Amazonia.colombiana (a) Confluencia del Rio Cothue (aguas mixtas)
al Rio Putumayo (aguas blancas) y (b)Confluencia del Caño Arzamasa (aguas claras) al Río Guainía
(aguas negras) en la Amazonia colombiana.

Topografía: Las variaciones topográficas de la cuenca, junto con la combinación de


altos contenidos de sedimentos y materiales en suspensión en los ríos, principalmente
los de aguas blancas, producen unos paisajes acuático-terrestres con una alta variedad de
microhábitats (Campbell et al. 1992). Las planicies o planos de inundación generalmente
con formas planas, plano cóncavas y plano convexas (0°-3°) presentan una diversidad en
su relieve, con una estructura que cambia de manera ligera, durante y después de cada
periodo de crecida, creando diversos procesos deposicionales que dan lugar a playas, cres-
tas, depresiones, pequeñas cuencas inundadas y cauces abandonados y a todo un mosaico
de diversos tipos de vegetación (Puhakka y Kalliola 1993). Con el avance de la sucesión
vegetal, los árboles reducen la velocidad del flujo de agua y favorecen la deposición de
sedimento y a medida que se forman las terrazas, la disección es mayor y el grado de inun-
dación se reduce (Salo et al. 1986; Kalliola et al. 1991; Terborgh y Petren 1991). En las te-
rrazas bajas se presentan encharcamientos ocasionales, un drenaje moderado a lento y las
cimas conservan huellas de antiguos meandros mientras que en las terrazas medias a altas,
las formas son ligeramente onduladas y el drenaje es moderadamente rápido (Jiménez y
Botero 1999) (Fig. 2).

Figura 2. Vegetación sucesional en el río Putumayo ocupando planos de inundación.La vegetación


de borde conformada por gramineas y cyperaceas, seguidas por Senna reticulata (Caesalpiniaceae) y
finalmente Cecropia membranacea
René López Camacho & Nelly Rodríguez Eraso 151

Modificaciones en raíces: La continua fluctuación de las inundaciones y los procesos


de sedimentación reducen la difusión de oxígeno en el suelo e inciden en modificaciones
morfológicas, principalmente a nivel de las raíces de las especies arbóreas. Aparte de que
la raíz cumple su función de soporte de la planta, juega un papel importante en el aporte
de oxígeno y como respuesta en la obtención de nutrientes en los bosques de inundación,
siendo claves para el establecimiento de la planta y su sobrevivencia. Wittmann y Parolin
(2005) del Instituto de Limnología del Max-Planck, han estudiado estas relaciones, en-
contrando que la ocurrencia de las diferentes formas de las raíces está relacionada con el
tiempo de inundación y la dinámica geomorfológica de los hábitats. La presencia de raíces
aéreas y adventicias constituye la respuesta ideal ante la escasez de oxígeno en la zona de
radicación y se asocia a áreas donde se producen mayor tiempo de inundación y altas tasas
de sedimentación. La formación de contrafuertes y raíces de zanco es otra estrategia que
emplean los árboles en áreas donde el periodo de inundación es más corto y la sedimen-
tación es menor (Fig. 3). Ayres (1993), en los bosques de várzea, notó que la presencia
de especies de árboles que forman contrafuertes van ligados al gradiente de inundación,
sugiriendo que estas estrategias aumentan el soporte de planta como una adaptación a
la velocidad del agua y a las altas tasa de sedimentación o erosión y, por ende, son efi-
caces para reducir el peligro de caída del árbol (Henwood 1973; Crook et al. 1997). Otra
modificación es la producción de mayor cantidad de biomasa de raíces finas durante la
fase acuática (Witman y Parolin 2005), observándose por ejemplo en individuos de Senna
reticulata (Caesalpiniaceae) y Himatanthus sucuuba (Apocynaceae), que la producción de
sistemas de raíz subterráneos y de superficie aumenta con la inundación (Ferreira 2000;
Parolin 2001).

Figura 3. Desarrollo de raíces adventicias y tablares como estrategias de adaptación de bosques in-
undables. Symphonia globulifera (palo brea) y Minquartia guianensis (Acapú)

Ecofisiología y productividad: Un aspecto interesante de los árboles en los bosques i-


nundables es que su ecofisiología está ligada a los pulsos de inundación (Junk et al. 1989),
presentando en términos generales una estación de crecimiento principal en la fase te-
rrestre y una reducción de crecimiento en la fase acuática, lo que se corrobora en el incre-
mento anual de los anillos presentes en la madera (Worbes 1997). La fenología de muchas
especies es provocada por el pulso de la inundación, especialmente en los sitios bajos
(Wittmann y Parolin 1999, Parolin et al. 2002, Schongart et al. 2002), y muchos árboles
pierden sus hojas durante el periodo de aguas altas (Worbes et al. 1992), reduciéndose la
152 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

actividad fotosintética y el nivel de producción de hojas durante la fase acuática. Hau-


gaasen y Peres (2005), en bosques de várzea e igapó, han mostrado que las inundaciones
estacionales son un factor determinante de los patrones fenológicos de estos ecosistemas,
diferente a lo que ocurre en los bosques de tierra firme, donde la precipitación y la irradia-
ción parecen ser los factores más importantes. Así mismo, han encontrado que muchas
especies exponen un ciclo supra anual reproductivo, por ejemplo Ceiba pentandra pro-
duce flores y frutos cada tres años (Gribel et al. 1999) y especies como Sloanea guianensis
no florecen cada año (Ayres 1993). La combinación de los bosques inundables con los
bosques adyacentes de tierra firme y sus asincronías en los tiempos de floración y fructi-
ficación, producen un mosaico de disponibilidad de alimentos, tanto en tiempo como en
espacio, para polinizadores y frugívoros. Finalmente, Revilla (1990) identifica los bosques
de várzea como una fuente de alimento para los peces con una producción de 15-20 tone-
ladas/hectárea/año de semillas, constituyéndose en uno de los ecosistemas más produc-
tivos de la Amazonia.
Diversidad: El tiempo de inundación o los flujos periódicos, que algunas veces alcanzan
hasta los 10 metros en promedio y hasta 230 días por año, influencian la diversidad de
especies de árboles y la estructura de los bosques inundables (Junk 1989; Ayres 1993; Witt-
mann et al., 2004), resultando una clara zonación a lo largo del gradiente de inundación.
Se reconoce en forma general que la riqueza y diversidad de especies de árboles es menor
en los bosques inundables que la encontrada en los bosques de tierra firme (Prance 1979;
Balslev et al., 1987; Junk 1989) y que los bosques que permanecen con mayor tiempo de
inundación son más bajos y la diversidad no llega a ser tan alta como en los bosques mejor
drenados (Urrego 1997).
Para los bosques de várzea central amazónicos, Worbes (1997) y Parolin (2000) han
estimado la riqueza total de especies de árboles entre 250-300 especies y estudios a nivel
fitosociológico adelantados por Urrego (1997) en bosques inundables del medio Caquetá
en Colombia lograron distinguir 16 grupos que caracterizan siete asociaciones vegetales,
en las cuales el número de especies varía entre 315-480 especies en sitios bien drenados de
terrazas bajas y plano aluvial con inundación anual, hasta 61 especies en terrazas bajas mal
drenadas. En sitios menos disturbados, los bosques son multiestratos y la riqueza de espe-
cies se incrementa a cerca de 50-100 especies por hectárea (Worbes et al. 1992; Worbes
1997; Wittmann et al. 2002) presentándose una estructura en los bosques de várzea alta,
similar a los bosques de tierra firme donde la riqueza de especies se logra incrementar
entre 90–150 especies/ha (Nebel et al., 2001; Wittmann et al. 2002).

3. Aprovechamiento forestal y potencialidades de uso

Debido a su alta productividad, los bosques inundables, especialmente los de várzea,


son uno de los ecosistemas más influenciados por actividades humanas en la Amazonia
(Junk 2000). Los bosques son talados para diferentes actividades agrícolas como susten-
to para grandes centros poblacionales y establecimiento de ganadería; pese a ello, estos
bosques son el hábitat de varias plantas que ofrecen recursos de alimentos para peces y
otros grupos de organismos (Klenke y Ohly 1993; Barros y Uhl 1999). Los bosques de
inundación y de tierra firme siempre han estado ligados al uso y tradición de las comu-
nidades locales; si bien se ha enfocado una mayor atención a su diversidad íctica, la cual
sólo en el sector de Leticia (Colombia) alcanza 364 especies de peces (Mojica et al., 2005),
estos bosques albergan un potencial a nivel de su flora que aún no ha sido valorado en su
René López Camacho & Nelly Rodríguez Eraso 153

totalidad.
Según Parolin (2002), el 60-90% de madera explotada en la Amazonia central y occi-
dental proviene de bosques várzea, donde se extraen especies como Caraipa guianense,
Ceiba pentandra, Virola calophylla, Calophyllum brasiliense y Ocotea cymbarum. La tala
selectiva de estas especies puede conllevar a poner en riesgo la diversidad biológica de
los ecosistemas inundables, por lo que es imprescindible efectuar cambios a las actuales
formas de extracción y aprovechamiento, orientando acciones hacia un manejo integral
tanto de los recursos maderables y no maderables, sin socavar sus poblaciones naturales.
De acuerdo con la OTCA (1995) existen cerca de 2.000 especies de plantas útiles en la
Amazonia y la gran mayoría de ellas están asociadas con el uso tradicional por parte de
las comunidades indígenas que allí habitan. Los bosques inundables proveen un rango de
productos y servicios de uso humano que contribuyen al beneficio de las comunidades
amazónicas. Junto al beneficio que presta la biodiversidad existente en estos bosques, se
asocian servicios ambientales como la regulación del ciclo del agua, control de erosión del
suelo y la estabilización microclimática, entre otros. Estudios para la Amazonia colom-
biana muestran que el número de especies útiles que albergan estos ecosistemas puede
superar las 250 (Urrego, 1997, López et al., 2006, López 2008), y gran parte de ellas son
empleadas en la obtención de productos forestales no maderables, los cuales requieren ser
mirados en detenimiento y ser incorporados en programas de manejo y aprovechamiento,
teniendo en cuenta las características ecológicas del área.
Las palmas, en sectores donde la inundación tiene mayor duración, constituyen uno de
los grupos más importantes en la obtención de productos no maderables para las distintas
comunidades. Especies como la canangucha (Mauritia flexuosa), asai (Euterpe precatoria)
y milpesos (Oenocarpus bataua) que forman comunidades muy homogéneas conocidas
como cananguchales, aguajales o buritizales, son fuente de recursos que actualmente re-
quieren la aplicación de técnicas en la obtención de productos de valor agregado como
palmito, artesanías, grasas o aceites. Así mismo, el manejo integral de estas poblaciones,
permite la obtención de otro tipo de beneficios directos como la obtención de proteína
animal, pues se reconoce la importancia de este grupo de palmas como fuente de ali-
mento para muchos ungulados (Bodmer 1990; Aquino 2005). Una especie que ha repre-
sentado beneficios a las comunidades locales es el camu-camu (Myrciaria dubia), debido
a que forma asociaciones homogéneas en algunos sectores a lo largo del río Putumayo; el
aprovechamiento de su fruta en Perú logró en el 2007, una exportación que alcanzó los
4,98 millones de dólares, creciendo en un 127 % con respecto al 2006.
En otras áreas fisiográficas, como el plano aluvial bien drenado, se presentan espe-
cies de importancia medicinal como la caferana (Croton bilocularis), el ajo sacha (Man-
soa standleyi), y la huacapurana (Campsiandra angustifolia), la cual ha mostrado ser muy
efectiva como antibacterial (Fig. 4), o especies de potencial alimenticio como el madroño
(Garcinia madruno), los guamos (Inga ruiziana, Inga edulis) y hobo (Spondias mombin).
En las terrazas bajas es frecuente la presencia de especies como el chicle (Lacmellea cf. gra-
cilis), los cauchos o siringas (Hevea pauciflora, Hevea nitida), y especies medicinales como
la papa de monte (Dracontium spruceanum) y el oje (Ficus insipida).
El conocimiento y la comprensión de las especies con uso actual o potencial de los
bosques inundables, requieren del planteamiento de programas de seguimiento y toma
de información a largo plazo en los niveles de individuos, población, y ecosistemas. La
búsqueda del manejo adecuado de estos recursos y su orientación hacia la participación
de las comunidades locales, junto al establecimiento de formas de producción compatibles
154 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

con estos bosques como la implementación de sistemas agroforestales, permite hablar de


un verdadero manejo sostenible de estos recursos, como bien lo expresan Chambers y
Conway (1992) ”…un medio de vida es sostenible cuando puede afrontar y recuperarse del
estrés y mantener o fortalecer las capacidades y los bienes, tanto ahora como en el futuro, sin
socavar la base del recurso natural”

Figura 4. Aprovechamiento de productos forestales no maderables (a) extracción de corteza de Hua-


capurana (Campsiandra angustifolia), (b) extracción de frutos de Asai (Euterpe precatoria),(c) tubér-
culo de Papa de monte (Dracontium spruceanum) empleado como antiofidico.

Muchos de estos bosques inundables se encuentran en alguna situación crítica, con su


consecuente afectación a la regulación hídrica de la cuenca y a los efectos derivados de ella
como fluctuaciones extremas de caudales, inundaciones, erosión y pérdida de biodiversi-
dad. Nuestro conocimiento sobre estos ecosistemas no es aún satisfactorio; es indudable
que la deforestación de estas áreas sigue siendo el problema de mayor envergadura, por
lo que urge tomar acciones inmediatas, desde los frentes sociales, políticos y económicos
que impidan la desaparición de estos ambientes estratégicos. Pero estas acciones han de
estar enmarcadas en un verdadero desarrollo que armonice los aspectos culturales con las
características de oferta ambiental de estos ecosistemas.

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EL BOSQUE MEDITERRÁNEO Y LA DEHESA ESPAÑOLA

ARMANDO CONTRERAS HERNÁNDEZ

Resumen

En la cuenca que forman el sur de Europa y el norte de África el Bosque Mediterráneo fue el
paisaje característico, derivado de la presencia humana el bosque mediterráneo fue mode-
lado por las actividades humanas en la Dehesa; sistemas forestales, agrícolas y pecuarias
que ensamblan un sistema de producción múltiple de gran importancia forestal y base de la
vida rural en el sur de España. Frente a la problemática de transformación de los espacios
naturales, proteger los pequeños remanentes de vegetación original y los sistemas múltiples
es ahora una tarea urgente para la conservación de la biodiversidad.

1. Introducción

EMediterráneo
l trabajo que a continuación se presenta pretende destacar la importancia del Bosque
y los sistemas múltiples de producción como alternativa de uso y
conservación del patrimonio natural. Ahora se acepta que los seres humanos estamos
obligados a comprender los procesos ecológicos de la naturaleza y también se reconoce la
influencia de las actividades humanas en un proceso co-evolutivo.

2. El Bosque mediterráneo

Las zonas áridas ocupan alrededor de un tercio de la superficie terrestre, unos 49


millones de km2, de los cuales un 5% son desiertos extremos y un 15% estepas desér-
ticas, (Wickens et al., 1985). Estas zonas áridas y semiáridas se presentan bajo distintos
regímenes de precipitación y temperatura, pero todas tienen en común la escasez e irre-
gularidad de las precipitaciones; lo cual favorece que la cobertura vegetal sea escasa y que
la producción de fitomasa sea baja. Su flora está adaptada a esta sequía extrema y a sus
consecuencias -elevada insolación, alta transpiración, procesos de salinización, por men-
cionar sólo algunos factores-. Dichas zonas áridas se pueden dividir en dos tipos: las frías,
presentes en el continente Asiático y en Norteamérica y las cálidas, subdivididas a su vez
en estivales o invernales. Al último grupo pertenecen las de tipo Mediterráneo, definidas
por presentar una acusada sequía estival, y que están presentes no sólo en el Norte de
África y Europa, sino también en parte de Norteamérica, Sudamérica, Australia y Oriente
Próximo, entre otros sitios, (Correal, et al., 1992). Existe un límite superior entre los 500-
600 mm de precipitación media anual, por encima del cual aparecen, como vegetación
potencial, los bosques caducifolios de tendencia atlántica o eurosiberiana. El límite in-
ferior se sitúa entre los 80-100 mm, por debajo del cual aparece el Desierto Sahariano,
con una flora característica de gran influencia subtropical africana. Dentro de esta franja
mediterránea existen zonas de alta montaña donde las precipitaciones son muy superio-
res, mayores a 1000 mm presentado una vegetación caducifolia o bosque de coníferas
160 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

húmedos, que recuerdan a la del Norte y Centro de Europa, aunque a diferencia de éstas
siempre soportan un periodo de acusada sequía estival.
La vegetación mediterránea contiene no menos de 100 especies arbóreas, con unas
15.000 especies, alrededor de tres veces más del número de especies que se encuentra en la
zona templada europea, la cual abarca condiciones ecológicas cuya diversidad oscila entre
100-2500 mm de lluvia, entre –10 a +10º C de media mínima del mes más frío, entre -300
a 4000 m de altitud y entre suelos podzólicos lavados y ácidos a suelos calcáreos ricos en
bases, (Zohary, 1972; citado en Correal, et al., 1992; Miller, 1982.)
El origen de la diversidad de recursos presentes en la península ibérica se debe tanto
a su clima, como a la posición geográfica que ocupa; situación intermedia entre Eurasia
y África con la presencia de especies de diferente origen. También ha contribuido su an-
tigüedad como territorio emergido y haber quedado libre de los hielos en la última gla-
ciación, lo que permitió, la evolución de un gran número de taxa. Su quebrada orografía y
la existencia de prácticas agrícolas y ganaderas milenarias, que hoy se reflejan en sistemas
productivos complejos, han contribuido a la presencia de diversos ecosistemas.
En la última mitad del siglo pasado, en el área mediterránea de España, se presentan
diferentes procesos vinculados al cambio en el uso de la tierra. En algunos sitios con la
acción permanente de las actividades productivas se ha simplificado la estructura y di-
versidad de los bosques. Las perturbaciones como los incendios forestales también han
contribuido a su deterioro, y el establecimiento de masas forestales de la misma edad (por
plantaciones y debido al abandono de áreas productivas) ha acelerado un desequilibrio
fitosanitario. No memos importante resulta también la pérdida de especies acompañantes
de alto valor ecológico, dando lugar a procesos de matorralización de muchos bosques.
Para entender mejor el tema que nos ocupa conviene hacer una breve descripción de
las formaciones vegetales que pudieron haber dado origen a la Dehesa y que actualmente
coexisten en complejas estructuras de vegetación discontinua, se reconocen dos estruc-
turas forestales:
-Bosques Esclerófilos. Está dominada por especies del género Quercus, como Q. ilex,
Q. suber, acompañada de especies arbustivas como (Quercus coccifera, Arbutus unedo,
Phyllirea spp., Pistacea terebinthus, P. lentiscus) y de matorral (Cistus spp., Ulex spp.,
Rosmarinus officinalis, entre otras). La vegetación presenta una gran plasticidad y una
alta resistencia a las limitaciones hídricas del mediterráneo. La adaptación al estrés
climático está asociada a su capacidad de soportar perturbaciones intensas tales como
la acción de los herbívoros y el fuego.
-Bosques Subesclerófilos. Estos bosques tiene requerimientos bioclimáticos y edáficos
más estrictos, con periodos cortos de sequía y sobre suelos desarrollados. Las especies
dominantes son Quercus faginea, Q. canariensis, acompañada de especies arbóreas de
los géneros Sorbus spp., Acer spp., Fraxinus spp. Y arbustivas como Arbutus unedo, Vi-
burnun tinus, entre otras.

Estas formaciones vegetales se distribuyen en parches. En unos casos el mosaico podría


representar diferentes estados de evolución (niveles de madurez) producidos por fuego,
pastoreo, cultivo, etc., sobre la matriz tipo. En otros casos, el mosaico refleja variaciones
de suelo, o condiciones particulares de estrés (Rivas Martínez, 1987).
Los matorrales son formaciones vegetales que están presentes en los procesos de suce-
sión de los bosques. San Miguel, (1994) la define como formaciones vegetales constituidas
por plantas leñosas ramificadas desde la base, pudiendo tratarse de arbustos o incluso
Armando Contreras Hernández 161

arboles de porte arbustivo. Dentro de estas comunidades, que han sido modeladas por
sucesivas perturbaciones pueden encontrarse diferentes tipos de vegetación, caracteriza-
das tanto por su composición específica, como por sus características estructurales. En
Andalucía, los tipos de matorral correspondientes a la primera etapa de degradación se
caracterizan por presentar un estrato principal de gran diversidad son: Mancha con espe-
cies dominantes (Quercus suber, Q. ilex, Q. faginea, Olea europaea, Ceratonia siligua, Arbu-
tus unedo, Adenocarpus spp, Juniperus oxycedrus, Myrtus communis, etc.) el Madroñal, con
especies dominantes como (Arbutus unedo, Phillyrea angustifolia, P. media, Erica arborea,
Viburnum tinus, Pistacea terebinthus) Garriga con especies como (Quercus coccifera, Pista-
cia lentiscus, Juniperus oxycedrus, Genista spp., Ulex spp., Retama sphaerocarpa, Phillyrea
angustifolia, etc.) Brezal mixto con especies dominantes como (Erica australis, E. arborea,
E. scoparia, Cistus ladanifer, C. laurifolius, Genista spp.). Le siguen los matorrales con una
especie dominante en el estrato principal: matorral de encina con (Quercus ilex, acom-
pañado de Crataegus monogyna, Cystus scoparius, Pistacia terebinthus, etc.). Coscojares
(Quercus coccifera), Retamales (Retama sphaerocarpa) y Arteales (Zizyphus lotus). Acom-
pañada de herbáceas, gramíneas bajas y leguminosas.
La progresiva degradación de los sistemas arbustivos y subarbustivos puede suponer
un segundo proceso de alteración en la composición, tamaño y estructura de estos tipos
de vegetación denominados Romerales (Rosmarinus officinalis), Jarales (Cistus ladanifer,
acompañado de Genista hirsuta, Thymus vulgaris, etc.) y Aulagares (Ulex parviflorus, U.
Ericladus, Genista scorpius).
El matorral además de optimizar el uso de la energía, y el espacio al ocupar los dose-
les inferiores del sistema, así como los nutrientes y el agua que toman de la parte menos
profunda del suelo, tienen una función protectora del suelo, y participan algunos de ellos
en el reciclado de nutrientes como es la fijación de nitrógeno en el suelo, efectuado por el
componente leguminoso tanto de los pastos (tréboles, medicagos, serradelas) como del
matorral (retamas, escobas).
En la actualidad queda poco del antiguo Bosque Mediterráneo, la mayor parte de su
área no cultivada está ocupada por matorrales más o menos degradados (Ruíz de la Torre,
1981). Estas formaciones fundamentalmente arbustivas, están dominadas por especies de
poco valor pastoral, bien por su excesiva lignificación, bajo contenido proteico o la pre-
sencia de defensas antiramoneo -espinas, glándulas viscosas, olores, metabolitos tóxicos,
etc.- que limitan la ingestión por parte del ganado. A pesar de estos inconvenientes, la
vegetación mediterránea ha sido secularmente aprovechada.
En la cultura española se reconoce una tradición ganadera. En particular la ganadería
extensiva ha jugado un papel importante en el aprovechamiento de diferentes recursos
pasícolas, agrícolas y forestales. Estos sistemas muestran dependencias y relaciones que
evidencian su complementariedad; con diferentes grados de eficiencia en el uso de los re-
cursos naturales; variaciones en su adaptación a los cambios ecológicos; y distinto poten-
cial en el uso de la biodiversidad de especies animales y vegetales de la península Ibérica.
La relevancia de la ganadería extensiva se puede resumir en los siguientes aspectos:
mantiene importantes agro ecosistemas con elementos arbóreos como la Dehesa, pastos
de montaña, matorrales y los barbechos agrícolas con influencia en cerca de 15 millones
de ha, (Garzón, 1996). Genera producciones de especies autóctonas como: 11 razas de
porcino, 35 razas de vacuno, 20 de cabras, 41 de ovejas, 22 de aves, (Saraza et al., 1995).
Contribuye a mantener hábitats de especies silvestres en los distintos sistemas produc-
tivos, (Valero, 1991; Hernández Bermejo, 1997). Y lo más importante ayudan a mantener
162 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

los servicios ecológicos de agua, suelo fértil, cubierta vegetal, estabilidad climática, entre
otros aspectos indispensables para las zonas de producción intensiva y áreas urbanas.
El aprovechamiento de formaciones arbóreas abiertas, así como sus componentes, que
son ramoneados, aportan bellota, suelen servir como reservorio de forraje para el ganado
durante las épocas de mayor sequía. Dichos recursos deben interpretarse a la par que la
trashumancia. Antiguamente la red de vías pecuarias constituyó un extenso, rico y diverso
camino que recorría de Norte a Sur la Península Ibérica. Los pastores conducían sus reba-
ños en busca de los pastos de verano o “agostaderos” en Sierras y Montañas, regresando
en otoño al Sur en busca de los pastos de invierno o “invernaderos”, (Rubio et al., 1993;
Landmann, G. 1994). En el pasado las vías pecuarias eran parte de una estrategia para
asegurar la subsistencia de la población, para ello se obtenía la máxima energía posible
del conjunto del territorio, con una enorme inversión de trabajo humano. Poco a poco
la trashumancia se fue perdiendo y las ganaderías se fueron estableciendo en territorios
específicos, afrontando cada una las limitaciones de alimento impuestas por la condición
de mediterraneidad.
El proceso de atención al arbolado del Bosque Mediterráneo, surge a raíz de la dismi-
nución de la cubierta vegetal, con la reforestación de importantes superficies, sin embargo,
gran parte de los sitios atendidos sustituyeron los bosques de quercíneas por especies de
otros géneros de crecimiento rápido. En otro sentido, las medidas de atención centraron
su interés en la protección de grandes masas forestales, lo que no llevó a proteger la mayor
representatividad de la vegetación arbórea. Así la Dehesa permanece como un sistema
de producción de zonas deprimidas y en tierras marginales para la agricultura. Esta mar-
ginalidad causada por razones de tipo físico (baja calidad de los suelos, clima extremoso,
etc.,) o por factores económicos (cambios en las condiciones del mercado, infraestructura
deficitaria, falta de mano de obra, etc.,) conduce a una baja rentabilidad y por tanto de
viabilidad económica, (Navarro y Martínez, 1996).
La Dehesa es uno de los sistemas de producción múltiples que aprovecha parte de la
diversidad del Bosque Mediterráneo, en beneficio de distintas culturas locales con una
distribución geográfica amplia. Sin embargo, hoy en día la Dehesa es un sistema pro-
ductivo que presenta problemas de muy diversa índole, como son: diferentes criterios de
manejo; altos costos de mantenimiento; baja rentabilidad económica y problemas de tipo
ecológico. Aunado a lo anterior los cambios en las políticas agrarias han llevado a acciones
en distintos sentidos. Algunas Dehesas han perdido la esencia misma del sistema; otras
políticas han favorecido la intensificación de la producción, mientras que otras tendían al
reemplazo de productos y al abandono del uso múltiple. Así los problemas en la compren-
sión de la Dehesa, y sobre todo en su futuro lo colocan como un sistema frágil en crisis.

3. La Dehesa

La Dehesa es el resultado de interacciones entre los seres humanos, su ganado y la vege-


tación mediterránea. Es una forma de explotación múltiple de los recursos naturales, ya
que combina en un mismo espacio los productos del bosque, los de tierras de cultivo y los
de pastizales. Se comenzó a hablar de Dehesa -refiriéndose a los territorios que quedaban
al margen del régimen común de pastoreo en beneficio de un usuario privilegiado para el
descanso y la alimentación del ganado de labor de los pueblos-. Se trata de un estrato her-
báceo de pastos, otro de quercíneas como la encina (Quercus ilex), los quejigos (Quercus
faginea), los alcornoques (Quercus suber) y ocasionalmente el quejigo andaluz (Quercus
Armando Contreras Hernández 163

canariensis), con una densidad entre 5 y 70 árboles por ha. Fundamentalmente con una
producción simultánea y combinada de cerdo ibérico, ganado ovino, alguna ganadería de
vacuno que se ha hecho ahora predominante; caza -mayor y menor-; leña, carbón y de
forma eventual corcho, así como la recolección de un conjunto vasto de plantas con dife-
rentes usos, (De Miguel y Gómez, 1992; García y Lasanta, 1992; Martín, 1992; San Miguel,
1994).

Figura 1. Aspecto de la Dehesa de Córdoba en primavera

Se distribuye en la zona occidental de Salamanca, una porción al Sudeste de Zamora,


Extremadura, la Sierra Morena Occidental y Central (Huelva, Córdoba y Sevilla) y el Sur
de Ciudad Real con pequeñas representaciones en Toledo, Ávila y Cádiz. De menor im-
portancia y en forma aislada aparece la Dehesa en Castilla-La Mancha, Castilla-León y
Madrid. Supone una extensión entre 1.5 y 3.0 millones de ha según la fuente, (Martín,
1996; Olea y Viguera, 1998; Olea y San Miguel, 2006; Daza, 1998). Para ciertas forma-
ciones de acebuches (Olea europea), algarrobos (Ceratonia siliqua), fresnos (Fraxinus an-
gustifolia), así como olmedas, choperas, saucedas, alisedas, sabinares, hayedos, castañares
etc., se puede hablar de sistemas adehesados cuando los recursos herbáceos que crecen
bajo el estrato arbóreo son aprovechados por el ganado. En la Tabla 1 se presenta la super-
ficie de Dehesa por comunidad Autónoma.
164 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Comunidad Dehesa Total


Autónoma Encinar Alcornocal
Extremadura 832.110 40.80 % 110.985 34.56 % 943.095 39.95 %
Andalucía 735.671 36.00 192.452 59.93 928.123 39.32
Castilla-La 297.848 14.70 17.701 5.51 315.549 13.37
Mancha
Castilla-León 173.934 8.50 173.934 7.37
Total 2.039.563 100.00 321.138 100.00 2.360.701 100.00

Tabla 1. Distribución en España de la Dehesa por Comunidad Autónoma (ha). Fuente: Martín, 1996;
Contreras et al., 1999.

Los substratos donde se asienta la Dehesa son de origen volcánicos, formados princi-
palmente por granito, pizarras, esquistos, y cuarcita entre otros, originados en el paleo-
zoico, y por los derivados de su erosión en forma de arenas más o menos gruesas, sobre
los cuales se han formado suelos muy variados que van desde ácidos a neutros, pobres en
nutrientes, especialmente fósforo y calcio y con bajos niveles de materia orgánica. Ocupa
generalmente terrenos de relieve ondulados, aunque la podemos encontrar en zonas es-
carpadas así como en valles abiertos, (Cabo, 1998).
El clima de la Dehesa varía entre el mediterráneo oceánico más benigno, hasta el con-
tinental más seco y frío, con precipitaciones que oscilan entre 300 a 800 mm anuales,
concentradas principalmente en primavera y otoño, pero con una alta variabilidad no sólo
entre años sino entre meses de un mismo año. El verano es seco y cálido con temperaturas
máximas que superan los 40º C, lo cual impide prácticamente el crecimiento de los pastos.
El invierno es fresco con una temperatura media de 10º C y aunque no es frecuente que
se produzcan heladas, es lo suficientemente frío para también limitar el crecimiento del
pasto, (Granda et al., 1991; Hernández, 1998).
En su origen el ganado se caracterizó por su rusticidad y adaptación al medio, seleccio-
nándose por estas características. Las ovejas solían producir un cordero al año, los partos
tenían lugar en otoño, a fin de aprovechar la parte fresca del año y sus mejores pastos.
El ritmo de la Dehesa exigía la trashumancia en verano. Las formas autóctonas de ovi-
nos, porcinos, y en menor grado bovinos fueron alimentados en parte con la producción
vegetal de la Dehesa y complementada con los restos de los cultivos. Cabe señalar que el
merino utilizado para la producción de lana y carne y el cerdo ibérico, en sus múltiples
variedades fueron característicos de la Dehesa. Pero fue este último el que condicionó la
forma tradicional de explotación de la bellota y el tratamiento del arbolado.
La gestión del ganado ovino en las Dehesas tradicionales se hace frecuentemente me-
diante el uso de rediles durante la noche, lo que permite la fertilización de la finca, y da
lugar a la formación de majadales, y también el abonado de las tierras de cultivo. La bello-
ta y el ramón de encina constituyen un alimento importante en el invierno. El pastoreo
se hace por medio de recorridos acompañado de pastores y perros. La carga ganadera de
la Dehesa fue en el pasado de un ovino por ha, pero actualmente pueden ser dos o tres
cabezas con alimentación complementaria.
En España, las Dehesas mantienen una gran cantidad de ganado: por ejemplo se cal-
cula que el 38.9 % de la cabaña ovina; el 34.1 % del vacuno; el 44.1 % de cabras y casi la
Armando Contreras Hernández 165

totalidad del cerdo Ibérico pastorean en explotaciones de Dehesa, (Martín, 1992; MAPA,
1997; Porras et al, 1997; UPAG, 1999), ver tabla 2.

Tipo de ganado España Dehesa


Ovino 24.615.285 9.589.547 38.90 %
Porcino 21.715.000 155,799 * 0.72
Vacuno 4.975.577 1.698.841 34.10
Caprino 2.836.703 1.250.104 44,10
Totales 54.142.565 12.694.291 29.45
Otras producciones %
Miel (Tm) 23.958.5 10.117.9 42.2
Cera (Tm) 1.243.2 585.2 47.1
Setas (Tm) 6.087 416 6.8
Castañas (Tm) 21.698 4.970 22.9
Corcho (Tm) 55.454 46.791 84.4
Leña (Estéro X 103 2.549.076 1.656.900 65.3
* Solo cerdo Ibérico puro y cruzas inferiores al 25 %
Tabla 2. Censo de las principales ganaderías en España y proporción de la cabaña en Dehesa. Fuente:
Martín, 1996; MAPA, 1997.

Sin embargo, en los últimos tiempos las formas de Dehesa tradicional han sufrido
cambios sustanciales, producto del llamado proceso modernizador que emprende el país,
caracterizado por la intensificación de la agricultura, con la penetración de capital en el
campo; el dominio de la agroindustría y la mercantilización de la actividad agraria. Di-
cho proceso modificó las relaciones entre precios agrícolas e industriales cada vez más
favorables a éstos, acompañadas del aumento del costo de la mano de obra, así como la
emigración de los obreros agrícolas hacia las ciudades, que vivían en situación de miseria,
junto al resquebrajamiento del sistema económico latifundista bajo el cual se desarrollo la
Dehesa tradicional, (Acosta, 1996). Las explotaciones al entrar en crisis buscaron su su-
pervivencia sustituyendo mano de obra por tecnología, aumentando las cargas ganaderas
y reduciendo su diversidad o abandonando labores que ya no le resultaban rentables.
Entre las funciones ecosistémicas que realizan las Dehesas bien establecidas están: la
optimización de la energía disponible mediante la producción de biomasa, la preservación
del suelo, la circulación de nutrientes, la conservación del agua, la regulación biótica y la
estabilidad del microclima, aspectos de los que hablaremos más adelante y que son la jus-
tificación para la realización de la presente investigación.
Los estudios sobre los aspectos ecológicos de la interacción entre la ganadería y la vege-
tación son escasos. Contrariamente, la información que proporciona la cultura tradicional
sobre la actividad del ganado en las Dehesas como son los desplazamientos, zonas de
querencia, refugio, abrevaderos, comederos, puertas, recursos alimentarios, ponen de
manifiesto la importancia de éstos en las interacciones establecidas entre la vegetación
y herbívoros. Es común, por parte de los productores señalar hábitat como son los cu-
caderos, mosquiles y descansaderos. El ganado organiza su actividad de acuerdo con la
estructura espacial del territorio, entendiendo el paisaje como la configuración general de
la cubierta vegetal y el relieve de la zona de Dehesa. Una Dehesa puede estar compuesta
por árboles dispersos entre pastos y con escaso matorral. No obstante la diversidad paisa-
166 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

jística y formaciones vegetales como manchas de montes densos, formaciones densas de


matorral, y tierras de cultivo sin arbolado en conjunto pueden ser aprovechadas para la
ganadería.

4. El arbolado

El arbolado es un elemento fundamental en la Dehesa, tanto por su importancia es-


tructural como por su aptitud forrajera al producir ramón y frutos. El arbolado de cre-
cimiento y de velocidad de reciclaje normalmente lentos también tiene una función es-
tabilizadora. Contribuye en el mantenimiento de la diversidad de especies vegetales y
animales, que presenta una alta complementación e interacción entre sus componentes y
que conjuga funciones ecosistémicas y productivas. Existe una bibliografía amplia sobre
el papel ecológico del arbolado en la Dehesa (González Bernaldez et al., 1969; Escudero
et al., 1981; Montoya, 1982; Montoya et al., 1988, Manion y Lachance, 1992; Fernández
et al, 2008, por mencionar algunos trabajos). El arbolado presenta diferentes funciones:
intercepta la radiación solar y evapora agua lo que reduce la temperatura ambiente y del
suelo debajo de su copa; la cubierta arbórea retiene parte de las precipitaciones y redis-
tribuye el resto, concentrándolo en las inmediaciones del tronco y en el perímetro de la
copa, transcolación; reduce el impacto de las gotas de lluvia sobre el suelo, escurrimiento;
e incrementa, por lavado, el contenido del agua en nutrientes: debajo de su copa aumenta
el contenido de materia orgánica del suelo, sus propiedades físico-químicas mejoran, así
como la retención de humedad.
El sistema de raíces pivotantes profundas, y sus raíces superficiales compiten en la cap-
tación del agua de las precipitaciones ligeras y los nutrientes con las raíces del pastizal,
(González y Allue, 1982) todo lo cual habla de la competencia entre el arbolado y la pro-
ducción pascícola, que puede estar acompañada de reducciones en la producción frutera
de la encina. Sin olvidar que el arbolado también extrae cantidades importantes de nutri-
entes de los horizontes profundos del suelo, y los deposita en la superficie a través de sus
productos (bellotas, hojas, tallos), recursos que no son accesibles a la vegetación herbácea,
lo que puede favorecer el crecimiento del pasto y su composición; la mejora de las condi-
ciones físicas del suelo junto con su sistema radicular mejoran la penetración del agua en
el suelo y su almacenamiento, reduciendo la escorrentía superficial y la erosión. También
modifica el viento, reduciendo su velocidad dentro del arbolado lo cual ayuda a reducir las
pérdidas de agua, (San Miguel, 1994).
Según Hernández (1998), cuando el arbolado tiene entre 10 y 50 pies/ha, estos efectos
son locales o en forma de islas, pero cuando son mayores de 50 pies/ha existe una homo-
geneización de estos efectos en toda el área. Si la densidad de árboles se reduce por debajo
de 10 pies/ha, se considera un pastizal arbolado, los efectos se concentran debajo de las
copas, con el consiguiente aumento de la presión de pastoreo en esta zona por exceso de
pisoteo de los animales.
Aunque exista un buen arbolado en la Dehesa (60-80 pies/ha), y donde la superficie
cubierta por el árbol puede ser del 30%, los pastos pueden ocupar hasta un 96% de la su-
perficie del suelo, sobre todo si los árboles son podados convenientemente, pues estos al
igual que el matorral crecen bien bajo las copas de las encinas y alcornoques. La misma
compatibilidad no existe entre pastos y matorral, pues los primeros no crecen bajo los
últimos.
Todas las funciones que se han mencionado con antelación, son atributos que favore-
Armando Contreras Hernández 167

cen la sustentabilidad ecológica de la Dehesa, sin embargo en la actualidad la intensifi-


cación a que ha sido sometida y los cambios de manejo, están afectando la regeneración
del arbolado, lo cual pone en peligro la supervivencia de la Dehesa española, (Montoya,
et al., 1988).
En cuanto a la importancia del arbolado en la producción se destacan tres elemen-
tos: su aporte como forraje, su producción de fruto y su producción de leña. El ramón
puede ser obtenido directamente por el ganado (ramoneo) o indirectamente, a través de
las podas o las ramillas que caen durante los vareos de la bellota. Una Dehesa típica de
encina puede permitir el aprovechamiento de unos 300 – 500 Kg/ha año de materia seca
de ramón equivalente a unos 550 – 900 Kg en fresco; mientras que el vareo de la bellota
puede aportar, adicionalmente, otros 60 – 90 Kg/ha año lo que equivale a unos 90 – 140
Kg en fresco, (Cañellas et al., 1991). El ramón puede considerarse una reserva permanente
de alimento, que preferentemente se aprovecha a finales de verano y sobre todo durante
el invierno.
La bellota es el fruto típico de la Dehesa, de mayor calidad en la encina, seguida por
el quejigo, después el alcornoque y finalmente la de rebollo. Su valor alimenticio esta en
los hidratos de carbono, fácilmente transformables en grasa por lo que suele emplearse
para animales cuyo desarrollo corporal haya finalizado. El ganado que mejor aprovecha
la bellota es el porcino, que puede transformar 9 Kg de bellota en 1 Kg de peso vivo, y que
consumen aproximadamente 8 – 10 Kg de bellota diarios por cada 100 kg de peso vivo.
Para el resto de las especies ganaderas, la montanera es sólo un complemento en su ración,
(San Miguel, 1994).
La producción de leña se clasifica en dos clases: leña fina (2-7 cm de diámetro) des-
tinada para la producción de picón y leña gruesa (mayor de 7 cm de diámetro) usado
en general en la producción de carbón. En la medida que se ha reemplazado el uso de la
leña por combustibles fósiles su demanda ha disminuido y su producción obedece más
al aprovechamiento de la biomasa como resultado de las podas de mantenimiento y for-
mación del arbolado. Otros factores que han influido en la reducción del uso de la leña
son el alto costo de la mano de obra cuando se contratan podadores y en el caso de que
lo realice el propio ganadero, supone una buena organización del trabajo en la finca para
mantener los turnos de corta por parcelas.
El manejo del arbolado en la Dehesa supone un conjunto de prácticas, todas ellas de
gran importancia para modelar la tendencia natural de la sucesión vegetal: buscando una
mayor canalización antrópica de los recursos.

5. Conclusión

Frente a los impactos de la relación entre los seres humanos y la naturaleza un futuro
promisorio es aquel que comprometa a las sociedades a valorar las prácticas tradiciona-
les de bajo impacto que en diferentes territorios brindaron la posibilidad de resolver las
necesidades humanas y conocer el entorno natural; igualmente estas formas de aprove-
chamiento y conservación de los bosques apoyadas en aportes científicos y tecnológicos
pueden permitir ajustes en la comprensión de los procesos ecológicos de la sustentabili-
dad; ahora no podemos eludir el compromiso de que todos los pueblos tengan acceso a los
mínimos de bienestar en la condición humana que permita convivir con la mayor diver-
sidad biológica posible, aunque sabemos que la evolución del hombre es obligadamente
dependiente del futuro del planeta.
168 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

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EL BOSQUE COMO ECOSISTEMA FORESTAL Y SU APROVECHAMIENTO
SOSTENIBLE: EL PAPEL DE LAS PLATAFORMAS TECNOLÓGICAS

ANTÓN BORJA & URTZI MENDIZABAL

1. Introducción

Eldeconcepto de “desarrollo sostenible” tiene su origen en el Informe de la Comisión


las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Económico llamado “Nuestro Futuro
Común” (1987) y conocido como Informe Brundtland, donde se definió como el desa-
rrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la ca-
pacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades, y como un
desarrollo que se basa en el equilibrio e interrelación entre el aspecto económico, social y
medioambiental. Este concepto adquirió impulso y dimensión mundial en la Conferencia
de la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro (Brasil) en el
año 1992, también conocida como “Cumbre de la Tierra”, donde se reunieron 4.000 dele-
gados de 178 países, de los que 120 eran Jefes de Estado o de Gobierno, inducidos por la
conservación del medio ambiente y la necesidad de concentrar y coordinar los esfuerzos
al nivel más alto posible. Así, a partir de esta cumbre se comenzó a utilizar el concepto
“gestión forestal sostenible”.
El impulso de Río de Janeiro se transmitió a Europa en la Conferencia de Helsinki
(Junio 1993), que representa una respuesta común y un compromiso político de los países
europeos en relación con la gestión sostenible y la conservación de los recursos forestales,
como se proponía en el Programa 21 y en la Declaración de principios que se adoptaron en
Río. A través de esta y otras conferencias (denominadas también “proceso paneuropeo”)
la Unión Europea se asocia a un proceso político precursor en materia de reflexión y de
compromiso sobre la gestión sostenible de los bosques. La adopción de resoluciones en
estas conferencias y su posterior aplicación aspiran a desarrollar la cooperación, la inves-
tigación y la gestión forestal internacional. (Angelidis, A; 1998) El compromiso firme de
los Estados signatarios y de la Comunidad Europea demuestran la fuerza y la importancia
del proceso. Se definió la gestión forestal sostenible como la administración y el uso de los
bosques y los terrenos forestales en forma e intensidad que permita mantener su biodiver-
sidad, productividad, capacidad de regeneración, vitalidad y potencial para desempeñar,
ahora y en el futuro, importantes funciones ecológicas, económicas y sociales, a escala
local, nacional y mundial, y sin causar perjuicio a otros ecosistemas.
A raíz de las conferencias interministeriales de Helsinki y Lisboa (1998) en las que los
ministros europeos adoptaron los criterios e Indicadores Paneuropeos de la Gestión sos-
tenible, se materializó la certificación forestal, como sistema que asegura la aplicación de
la gestión sostenible en el bosque: El “Programme for the Endorsement of Forest Certifica-
tion schemes”, conocido con las siglas PEFC. Este logo garantiza que el producto forestal
proviene de un bosque gestionado con criterios de sostenibilidad. Así, los sistemas de cer-
tificación forestal y de etiquetado son instrumentos basados en el mercado y dirigido pri-
mordialmente a fomentar la gestión sostenible de los bosques y la utilización de productos
forestales procedentes de fuentes renovables y sostenibles. La certificación forestal es una
172 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

herramienta que pretende vincular de forma directa el comercio de productos forestales


con la gestión sostenible de los bosques. El homólogo del PEFC europeo a nivel mundial
es el “Forest Stewardship Council” o FSC (Consejo de Administración Forestal), una or-
ganización independiente no gubernamental y sin ánimo de lucro que fue creada en 1993,
un año después de la Cumbre de Río, con el propósito de aplicar las resoluciones de la
misma a las masas forestales de todo el planeta.
En este sentido, diversos grupos empresariales y cadenas de distribución están apos-
tando por incluir productos con certificados forestales en sus políticas estratégicas am-
bientales. Es el caso de Lafarge Cementos, colaborando con WWF en el apoyo a la gestión
sostenible de los bosques del planeta. Lafarge Cementos ha implantado un programa
de compra responsable de productos forestales con certificación FSC consumidos en su
proceso productivo (madera para palets y papel para sacos de cemento) (Durandegui, J;
2010). En el marco de la política industrial europea, las directrices más importantes se
vehiculan a través de la política de innovación. Tanto el VI como el VII Programa Marco
han primado los apoyos a las Plataformas Tecnológicas de diversos sectores y actividades
industriales.

2. El ecosistema forestal como servicio ecosistémico global

Es importante notar en este sentido que con el termino “bosque” se denomina una am-
plia gama de agrupaciones forestales muy diferentes entre sí, con consecuencias muchas
veces de sentido contrario. Así, Según datos de la FAO, El 20% de las emisiones de gases
efecto invernadero a la atmósfera proviene de los bosques mal gestionados, la deforesta-
ción y la degradación de suelos. Al mismo tiempo, los bosques del mundo son capaces de
fijar el 15% de las emisiones mundiales. Por tanto, el asegurarnos una gestión adecuada y
una puesta en valor de los productos y servicios obtenidos permitiría una mejora conside-
rable de dichos porcentajes. Y una gestión adecuada debe diferenciar las plantaciones de
cultivo forestal de turno corto con fines puramente económicos, donde los servicios eco-
sistémicos se ven muy reducidos, e incluso se dan efectos perjudiciales para el medio am-
biente, de las plantaciones forestales de gestión sostenible, que tratan de paliar los efectos
negativos y potenciar los positivos, hasta llegar al bosque natural no transformado por la
acción humana, también conocido como ecosistema forestal natural, donde los servicios
ecosistémicos se manifiestan de forma adecuada.
Los ecosistemas forestales constituyen, seguramente, los ecosistemas terrestres más
productivos, superados tan sólo por los manglares (que se encuentran en las regiones
donde desembocan los ríos y forman lagunas costeras). La importancia que tienen en la
producción de oxígeno atmosférico, la conservación y estabilidad del suelo, la regulación
del clima y el agua y la biodiversidad mediante el albergue de un sin número de especies
tanto de animales como de vegetales, hace de los ecosistemas forestales indispensables
para la preservación de los procesos ecológicos esenciales que sostienen la vida en la Bios-
fera terrestre, esto es, la existencia de los seres vivos, incluido la humanidad, en el planeta.
Los ecosistemas forestales forman parte fundamental de la Ecosfera, que consiste en
la agrupación de los ecosistemas de la Tierra, de la cual dependemos para nuestra sub-
sistencia ya que la Ecosfera nos provee de recursos naturales indispensables para cubrir
nuestras funciones vitales como especie, esto es, respirar aire limpio, beber agua potable
y comer alimentos. Este es un aspecto que muchas veces se olvida o infravalora en las
políticas de gestión, quizá debido a que la mayor parte de la humanidad vive en las ciu-
Antón Borja & Urtzi Mendizabal 173

dades, aislados físicamente de los ecosistemas, pero paradójicamente sigue dependiendo


de estos ecosistemas para vivir, como lo muestra el índice de la “huella ecológica”(Rees
1996; Wackernagel 1996) o superficie de ecosistemas productivos por persona necesarios
para satisfacer las necesidades básicas de producción y consumo de la población humana
(fundamentalmente suelo para ocupación directa, materias primas y productos forestales)
y soportar los residuos derivados y el calor disipado de dicho consumo. Así, tenemos
que la huella ecológica de un ciudadano mundial promedio es de 2,9 hectáreas, la de un
alemán promedio de 6,0 hectáreas, y la de un estadounidense promedio de 12,5 hectáreas.
La huella ecológica de la población humana habitante de Euskadi, por ejemplo, supera su
superficie. Esto quiere decir que tomamos “prestado” de otros países o áreas del mundo el
resto de superficie que utilizamos. Lo mismo sucede a nivel mundial, en la Tierra existen
solamente 2,1 hectáreas de ecosistemas biológicamente productivos para cada persona,
superficie inferior a las 2,9 hectáreas que utiliza un ciudadano promedio a nivel mundial,
por lo que la huella ecológica de la humanidad excede la capacidad ecológica de la Tierra,
lo que significa que la gestión sostenible de nuestros recursos naturales es imprescindible
para que podamos disminuir nuestra huella ecológica y asegurar la satisfacción de nues-
tras necesidades básicas.
Así, los servicios de los ecosistemas forestales son fundamentales para la supervivencia
humana y pueden agruparse en las siguientes tipologías:

• Servicios de abastecimiento: que se producen como consecuencia de las funciones de


producción: alimentos, agua fresca, madera y fibra, energia o combustible.
• Servicios de regulación: que se producen como consecuencia de las funciones de regu-
lación climática y regulación del caudal hídrico. La regulación climática se da a través
de diversos procesos que se dan en el seno del ecosistema forestal. Por un lado, la foto-
síntesis, que suministra oxigeno a la atmósfera, y absorbe el exceso de dióxido de car-
bono presente en el aire, disminuyendo la contaminación atmosférica y propiciando
un efecto tampón del cambio climático o efecto invernadero que esta calentando el
planeta. Por otro lado, la evapotranspiración, que colabora en el mantenimiento de la
humedad del aire y consiguientemente de las precipitaciones lluviosas, tan necesarias
para la disponibilidad de agua potable. La regulación del caudal hídrico incluye el con-
trol de inundaciones, control de enfermedades, purificación y mejora de la calidad del
agua. Así, muchos puntos de abastecimiento de agua potable para uso humano suelen
encontrarse en ecosistemas forestales de alto valor naturalístico.
• Servicios culturales: que se producen como consecuencia de las funciones de infor-
mación incluyendo los servicios de recreo, educación, estética, lúdica, que garantizan
mejor salud mental y física.

3. Las Plataformas Tecnológicas

Las Plataformas Tecnológicas europeas son una agrupación de entidades interesadas


en un sector concreto, lideradas por la industria, con el objetivo de definir una Agenda
Estratégica de Investigación (siglas en inglés: SRA) sobre temas estratégicamente impor-
tantes y con una gran relevancia social, en los cuales lograr los objetivos europeos de cre-
cimiento, competitividad y sostenibilidad dependen de los avances tecnológicos y de in-
vestigación a medio y largo plazo. Las Plataformas Tecnológicas se basan en la definición
de una Agenda Estratégica de Investigación y en la movilización de la masa crítica de
174 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

de investigación y de esfuerzo innovador necesarios.


En un número reducido de casos, la envergadura de determinado objetivo tecnológi-
co o de investigación y los recursos implicados justifican que se establezcan asociaciones
público-privadas a largo plazo en forma de Iniciativas Tecnológicas Conjuntas. Estas ini-
ciativas, que serán principalmente el resultado del trabajo de las Plataformas Tecnológicas
Europeas y que cubrirán un aspecto o un pequeño número de aspectos determinados de
la investigación en un campo dado, combinarán inversiones del sector privado y finan-
ciación pública europea y nacional, incluidas subvenciones del Programa Marco de Inves-
tigación y préstamos del Banco Europeo de Inversiones.
La industria juega un papel de liderazgo en la iniciación de cada plataforma tec-
nológica y en su desarrollo. Sin embargo, para ser eficaces, las plataformas han de implicar
a otros participantes. En total, en 2010 hay 35 Plataformas Tecnológicas en funcionamien-
to.

Participantes habituales en las plataformas:

Industria: grande, media y pequeña, implicando a toda la cadena de producción y


suministro, incluyendo a los suministradores y usuarios de componentes y equipos.
También participarán entidades relacionadas con la transferencia de tecnología y el
desarrollo comercial de tecnologías.
Autoridades públicas: en su papel de creadores de políticas y como agencias financia-
doras, así como de promotores y consumidores de tecnologías. Debido a su natu-
raleza estratégica, las plataformas tendrán un nivel europeo, sin embargo, los niveles
local, nacional y regional también deben ser tenidos en cuenta.
Institutos de investigación y comunidad académica (especialmente para fomentar la
relación industria/universidad)
Comunidad financiera: bancos privados (incluyendo el BEI), el Fondo Europeo de
Inversiones, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), in-
cubadoras de empresas, etc.
Sociedad civil, incluyendo usuarios y consumidores: asegurando que las agendas de
investigación incluyen a los consumidores futuros. En algunos casos, la partici-
pación de sindicatos puede considerarse.

La estructura de la plataforma ha de ser flexible, garantizando un buen balance entre


los intereses de todos los participantes y evitando la burocracia. Se debe emplear un en-
foque de red.

El papel de la Comisión Europea:

• La Comisión Europea no es la “propietaria” de las plataformas tecnológicas ni está


dirigiendo la forma en que éstas desarrollan sus actividades.
• Está propiciando el enfoque “abajo-arriba” liderado por la industria, para definir las
necesidades de investigación a medio y largo plazo a través de:
o Su participación activa como observadora en muchas plataformas
o Si es necesario actuará como guía.
o Dotará de financiación comunitaria limitada a entidades operacionales (ej. Secre-
tariado) de algunas plataformas cuyos objetivos y actividades están estrechamente
Antón Borja & Urtzi Mendizabal 175

relacionados con las áreas temáticas del VI PM y manteniendo el papel de patroci-


nador a través de la financiación continuada, cuando sea apropiado, de proyectos de
investigación en otras áreas implicadas.

• Aunque los servicios de la Comisión no están vinculados a las opiniones de las Plata-
formas Tecnológicas, están coordinando sus actividades en este tema, siguiendo el
desarrollo y utilizando los entregables en los casos apropiados durante el desarrollo
de la política de investigación.

Implementación de las Agendas Estratégicas de Investigación:

• Instrumentos existentes: la mayoría de las SRAs podrán ser financiadas a través de los
instrumentos ya existentes y que tendrán continuidad durante el VII PM. Por tanto,
el apoyo de la Comisión para la implementación de estas Agendas se realizará a través
de convocatorias abiertas de proyectos de investigación colaborativos (proyectos in-
tegrados, etc.).

Mecanismo de apoyo específico en el VII PM - Iniciativas Tecnológicas Conjuntas:

• En los casos en los que las SRAs sean tan ambiciosas que requieran la movilización
de grandes inversiones públicas y privadas y una gran masa crítica de investigadores,
será necesaria creación de estructuras a gran escala que permitan establecer y coordi-
nar los consorcios públicos-privados para implementar las SRAs.
A través del artículo 1712 se podrán crear dichas estructuras, especialmente “joint
undertakings” (empresa común). A partir del examen de las plataformas y sus SRAs,
se identificarán qué agendas se pueden implementar de esta forma.
Dichas agendas se incluirán en la propuesta del VII PM de la Comisión bajo el epí-
grafe:
Iniciativas Tecnológicas Conjuntas (Joint Technology Initiatives), siendo necesaria la
aprobación del Consejo y el Parlamento Europeo.
Las Iniciativas Tecnológicas Conjuntas necesitarán crear consorcios entre las enti-
dades públicas y privadas implicadas y movilizar fuentes y mecanismos de finan-
ciación publica y privada, europea y nacional. Se podrán establecer entidades legales
capaces de administrar los fondos destinados a cada Iniciativa Tecnológica Conjunta
y el gran número de participantes. Dichas entidades supervisarán la combinación
y utilización de financiación pública y privada para implementar los programas de
investigación indicados. La participación activa de las PYME debe ser posibilitada y
se deberán tomas medidas para asegurar una difusión amplia de los resultados a la
industria.

Aspectos clave de la estructura financiera:

• Los socios deberán demostrar su compromiso financiero. Referencia: 1/3 inversión


pública, 2/3 inversión privada.
• Fuentes de financiación complementaria, a escala comunitaria (programa Marco,
Fondos Estructurales) o no comunitaria (Eureka, Cost), o a escala regional o na-
cional.
176 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

• Potencial para movilizar préstamos y otros instrumento financieros del BEI, EIF y
bancos privados.
• Estudio del tipo de asociación más apropiada.

4. Plataforma Tecnológica Europea de la Foresta (ETPF)

La ETPF se constituyó en 2002. La plataforma española se formó en 2005, y cuenta,


entre otros, con el apoyo de ASPAPEL y CONFEMADERA y de más de cuarenta aso-
ciaciones empresariales sectoriales, centros tecnológicos y departamentos universitarios.
Está realizando una profusa labor de información y divulgación y actúa de enlace con
la plataforma europea. Incluye el sector forestal primario y las industrias de primera y
segunda transformación (silvicultura y aprovechamientos madereros, aserrío, tableros,
carpintería y mueble, pasta y papel, envases y embalajes y cadena bioenergética). Entre
los objetivos del nodo español de la plataforma tecnológica forestal europea, además de
proporcionar apoyo e información, destaca el de consensuar y transmitir a la plataforma
las conclusiones derivadas del tejido español en cuanto a I+D+i para contribuir a su desa-
rrollo posterior, así como la difusión de la plataforma tecnológica forestal en la sociedad
en general.
Partiendo de la importancia del sector forestal y derivados en Europa la dinámica de
la ETPF ha estado marcada por los siguientes pasos:

-Visión común del sector (año 2030)


-Establecimiento de una Agenda Estratégica de Investigación para el sector
-Coordinación de las Agendas Estatales de Investigación
-Realización de Conferencias y eventos (una anual como término medio)
-Implementación de Programas, Proyectos y actividades complementarias.

Respecto a la “Visión 2030”, hay un acuerdo general sobre la importancia del sector
desde la perspectiva del desarrollo sostenible, el impacto de las actividades del sector en
el cambio climático, y su estrecha relación con el desarrollo científico en la esfera de las
biociencias. Respecto a los objetivos estratégicos, señalemos los siguientes:

-Realización de encuentros y conferencias sobre los recursos forestales, sus demandas


multifuncionales y la gestión sustentable de dichos recursos.
-Aumento de la utilización de la biomasa forestal en productos nuevos y en el con-
sumo energético.
-Desarrollo de procesos de fabricación eficientes e inteligentes, incluyendo la reduc-
ción del consumo energético.
-Desarrollo de productos innovadores para responder a los cambios que se producen
en el mercado y en las necesidades de los consumidores
-Establecer un sistema de innovación más eficiente, incluyendo mejores estructuras de
investigación comunitaria con alta eficiencia.
-Profundizar en las ciencias básicas relacionadas con el sector
-Establecer planes educativos y formativos de alto nivel
-Realizar una buena comunicación con la sociedad y con los decisores públicos.

En lo que se refiere a la Agenda de Investigación Estratégica, se contempla el análisis de


Antón Borja & Urtzi Mendizabal 177

cinco cadenas de valor:

-Silvicultura (los bosques)


-Productos de madera
-Papel y pasta de papel
-Bioenergia
-Nuevos negocios y especialidades

El análisis de los cinco grandes campos citados se efectúa desde la perspectiva de los
objetivos estratégicos ya señalados, tales como:

-Desarrollo de productos innovadores


-Desarrollo de procesos manufactureros eficientes e inteligentes, con reducción de
consumo de energia
-Incremento de la disponibilidad y de los usos de la biomasa forestal para fabricar
nuevos productos y en la esfera del consumo energético
-Perspectiva de la gestión sostenible en la utilización de los recursos forestales
-Perspectiva societal (aspectos socioeconómicos) de las actividades del sector

Con los criterios ya señalados, combinando los cinco grandes campos junto con los
objetivos estratégicos que se buscan cumplir, se establecieron las siguientes pautas de ac-
tuación.

Para la silvicultura (bosques):

-Comercialización de recursos forestales “blandos”


-Árboles para el fututo
-El bosque para múltiples necesidades
-Adaptación de los bosques al cambio climático

Para los productos forestales:

-Nueva generación de empaquetamiento funcional


-Construcción con madera
-Nueva generación de compuestos y productos químicos
-Tecnologías avanzadas para procesado primario de madera
-Nuevas tecnologias manufactureras para los productos de madera
-Reciclado de productos de madera, como fuente de nuevos materiales

Para el papel y pulpa (pasta de papel):

-Nueva generación de empaquetamiento funcional


-El papel como recurso en la comunicación, educación y formación
-Higiene avanzada y cuidados sanitarios
-Pulpa, energía y productos químicos del biorefinado de la madera.
-Nueva generación de “composites” (compuestos)
-Cadena de valor basada en la reingeniería de la fibra
178 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

-Mejores resultados de inputs secundarios en productos de papel.


-Reducir consumo de energía en la fabricación de papel y de pasta de papel.
-Reciclado de papel.

Para la bioenergía:

-Biocarburantes
-Pasta de papel, energía y productos químicos del biorefinado de la madera
-Reducir consumo de energía en la fabricación de papel y de pasta papel

Para las nuevas especialidades:

-Pasta de papel, energía y productos químicos del biorefinado de la madera


-Productos químicos “verdes”
-Nueva generación de “composites”

5. Conclusion

En la primera parte hemos señalado los aspectos que diferencian las superficies
forestales mal gestionadas o utilizadas, del ecosistema forestal como proporcionador de
servicios ecosistémicos globales, necesarios para la supervivencia del planeta y de la hu-
manidad. Así, una adecuada gestión sostenible debe prevenirse de diversos sectores en el
área forestal que, respondiendo a intereses económicos, muestran como sostenible el sis-
tema tradicional de explotación forestal de especies de turno corto y beneficio económico
a corto plazo, considerando al mismo nivel estas explotaciones convencionales y los eco-
sistemas forestales naturales bajo el termino “bosque”. Así, siguiendo las pautas del desa-
rrollo sostenible, que se basa en el equilibrio entre el aspecto económico, social y medio-
ambiental, tan importante como el factor económico son los servicios de abastecimiento,
regulación del clima y del agua, conservación y estabilidad del suelo y los servicios cul-
turales/sociales que nos proporcionan los ecosistemas forestales.
Posteriormente hemos desarrollado la importancia e interés de la utilización de la
Plataforma Tecnológica de la Foresta como metodología y armazón de una nueva forma
de aprovechar los bosques dentro del paradigma del desarrollo sostenible que propugna
la Unión Europea. Esta “nueva forma de hacer” supone una mayor complejidad, en tanto
en cuanto los actores que intervienen, son heterogéneos, con diversidad de intereses, con
diversidad de tradiciones culturales, pero que tratan de buscar acuerdos dentro de la sos-
tenibilidad general y se apoyan en el desarrollo de la sociedad de conocimiento y, por tan-
to, en el desarrollo científico-tecnológico. ¿Hasta qué punto las sociedades desarrolladas
europeas están a la altura de los grandes retos, como son el cambio climático, la preser-
vación de los procesos ecológicos esenciales, la superación de la visión economicista y
cortoplacista de diversos sectores del área forestal que obstaculiza la utilización y gestión
sostenible forestal, la revisión del modelo de crecimiento económico vigente, las exigen-
cias de la sostenibilidad, los desequilibrios sociales, entre otros aspectos a considerar?
Creemos que se tienen los elementos fundamentales, tanto humanos como tecnológi-
cos, físicos y materiales, como para obtener riqueza de nuestros bosques, manteniendo la
sostenibilidad, defendiendo el clima y distribuyendo la riqueza generada de una manera
Antón Borja & Urtzi Mendizabal 179

equitativa. Esta perspectiva junto con el desarrollo científico-tecnológico e institucional


puede abrir vías para que nuestros boques y nuestros recursos materiales sean aprovecha-
dos con una visión de sostenibilidad. Los retos son importantes y la responsabilidad
colectiva es enorme.

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Zingari, P.C. y M. Achouri 2007; ‘Cinco años después de Shiga: acontecimientos re-
cientes e implementación de las políticas relativas a los bosques y el agua.’ Unasylva 229,
Vol. 58. Pag 56-61
O PROVÁRZEA E O SEU IMPACTO NO DESENVOLVIMENTO REGIONAL

MAURO LUIS RUFFINO, MARIA CLARA SILVA-FORSBERG, MARCE-


LO DERZI VIDAL, MARCELO BASSOLS RASEIRA, ALZENILSON SAN-
TOS DE AQUINO E RAIMUNDA QUEIROZ DE MELLO

1. Introdução

O Projeto Manejo dos Recursos Naturais da Várzea (ProVárzea) é o projeto que o


Ibama submeteu ao Programa Piloto para a Proteção das Florestas Tropicais do
Brasil (PPG7), coordenado pela Secretaria de Coordenação da Amazônia do Ministério
do Meio Ambiente com o objetivo de estabelecer as bases científica, técnica e política para
a conservação e manejo ambiental e socialmente sustentáveis dos recursos naturais das
várzeas da região central da bacia amazônica com ênfase em recursos pesqueiros. A ênfase
na pesca é consistente com o objetivo geral de promover o uso racional dos recursos da
várzea, uma vez que esta atividade é base da dieta e principal fonte de renda da população
ribeirinha. Além disso, o recurso pesqueiro representa a síntese das interações entre os
diversos componentes do ecossistema de várzea.

Os principais problemas abordados pelo ProVárzea foram:

1. Degradação ambiental. A várzea é um ecossistema ameaçado pela destruição de ha-


bitats, pesca não manejada e exploração madeireira predatória. A destruição de habitats
(especialmente, remoção da cobertura florestal) para implantação de fazendas de gado
bovino e criação de búfalos reduz a oferta de alimento e abrigo para os peixes, afetando
severamente a cadeia produtiva do ecossistema através do impacto sobre a vegetação mar-
ginal, principalmente macrófitas aquáticas. Tanto o consumo direto pelo búfalo, como o
pisoteio, reduz a área desta vegetação, importante como habitat para os peixes, principal-
mente durante a seca nas áreas alagáveis.
2. Sobrepesca. Particularmente nas espécies de peixe que têm sofrido maior esforço
pesqueiro como a piramutaba (Brachyplatystoma vailantii), o tambaqui (Colossoma ma-
cropomum) e o pirarucu (Arapaima gigas). Essas espécies têm em comum o fato de ser-
em muito apreciadas para o consumo, atingirem tamanhos relativamente grandes, e po-
ssuírem uma baixa taxa de crescimento.
3. Conflitos sociais. A redução dos estoques do pescado tem causado conflitos entre os
pescadores profissionais e ribeirinhos pelo direito de uso dos recursos. A escassa presença
governamental na região tem contribuído para agravar esses conflitos. Na ausência do
Governo, as organizações locais (comunidades ribeirinhas) estão desenvolvendo sistemas
de manejo fora do sistema formal de gestão. Embora essas iniciativas tenham aspectos
positivos e inovadores, faltam amparo legal, embasamento científico e mecanismos para
integrá-las em um modelo para a gestão dos recursos naturais na várzea.
4. Escassez de sistemas de manejo. Embora haja vários estudos básicos sobre a ecologia
de várzea (estrutura, funcionamento e biodiversidade), há uma escassez de estudos apli-
cados e sistemas de manejo efetivos para esse ambiente. Como conseqüência, as práticas
182 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

atuais de uso dos recursos naturais são largamente não manejadas e extensivas. Por exem-
plo, apesar de seu potencial agronômico, a agricultura da várzea continua em crise, sem
alternativas para resolver os problemas de degradação ecológica, baixa rentabilidade e
ausência de mercados para a sua produção.
5. Ausência de políticas específicas. As políticas públicas elaboradas para a Amazônia
têm negligenciado a especificidade do ecossistema de várzea. Em geral, essas políticas
(planejamento, desenvolvimento rural, conservação, monitoramento e controle etc.) são
excessivamente genéricas e voltadas às florestas de terra firme. Em parte isto é devido à
área de várzea ficar reduzida quando se trata a Amazônia na escala regional, o que não é
proporcional à sua importância ecológica e econômica.
6. Gestão Ineficiente. Na várzea, a extensão territorial, a complexidade do meio am-
biente e a diversidade de atividades econômicas impõem um grande desafio para a gestão
pública. O sistema atual, centralizador e pouco participativo, tem se revelado incapaz de
ordenar o processo de ocupação e utilização dos.

2. Estratégias de Intervenção

Para enfrentar os problemas de uso e conservação dos recursos naturais da várzea, o


ProVárzea trabalhou com três intervenções:

• Geração de informações estratégicas para auxiliar a elaboração de políticas públi-


cas mais específicas e coerentes para a várzea através de Estudos Estratégicos.
• Desenvolvimento de sistemas inovadores de manejo dos recursos naturais da várzea
que sejam economicamente, socialmente e ambientalmente sustentáveis através
do apoio a Iniciativas Promissoras desenvolvidas e executadas por moradores da
várzea, comunidades ribeirinhas, organizações não governamentais e grupos de
pescadores organizados, e pela promoção de troca de experiências, assistência téc-
nica e multiplicação das experiências.
• Desenvolvimento e teste de um sistema piloto integrado de monitoramento e con-
trole, descentralizado e participativo, do uso dos recursos naturais da várzea em
duas áreas piloto para produzir e promover conhecimento que possa ser utilizado
no manejo dos recursos naturais da várzea.

3. Principais Resultados

A atuação do ProVárzea passou a assumir um papel inovador no contexto das estraté-


gias governamentais, e sobretudo, rompendo um paradigma institucional, no momento
que passa a investir nas pessoas como elementos transformadores e que podem dar sus-
tentabilidade ou não ao uso dos recursos naturais.
O principal avanço na influência de políticas públicas foi, sem dúvida, a busca da trans-
versalidade da questão ambiental nas diversas políticas que afetam a várzea amazônica,
com destaque para:
• A regularização fundiária em áreas de várzea cujas propostas apresentadas pelo es-
tudo executado pelo ProVárzea foram discutidas e internalizadas pela Secretaria de
Patrimônio da União (SPU), Instituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária
(INCRA) e Ibama, estabelecidos as normas e procedimentos e iniciado o processo
nos estados do Amazonas e Pará.
M. L. Ruffino, M. C. Silva-Forsberg, Marcelo Derzi, Marcelo Bassols, A. Santos de Aquino & R. Queiroz 183

• Áreas prioritárias para a conservação da biodiversidade da várzea foram identifi-


cadas pelo estudo realizado pelo ProVárzea. Com base nos resultados se propôs
que para a maior parte das comunidades biológicas sejam representativas em áreas
protegidas, recomendou-se a criação de Unidades de Conservação distribuídas ao
longo de toda a várzea da calha do Solimões-Amazonas, assssim como definiu-se
as áreas mínimas recomendadas em: a) estuáriso – 4 milhões e 200 mil hectares;
b) Almeirim-Santarém – 1 milhão e 300 mil hectares; c) Santarém-Manaus – 2
milhões e 250 mil hectares e d) Manaus – Tabatinga – 4 milhões e 600 mil hec-
tares. Posteriormente essas áreas foram discutidas em consultas públicas realizadas
em seminários municipais promovidos pelo projeto, com a indicação de 18 áreas
no seminário de Parintins/AM, seis áreas em Tabatinga/AM, e sete áreas em San-
tarém/PA, totalizando 31 propostas de Unidades de Conservação. Tais resultados
foram diponibilizados ao Programa Áreas Protegidas da Amazônia, assim como
ao Conselho Nacional de Populações Tradicionais (CNPT) e vem subsidiando o
Ministério do Meio Ambiente (MMA) na revisão e atualização do “Mapa de Áreas
Prioritárias para a Conservação, Uso Sustentável e Repartição de Benefícios da Bio-
diversidade Brasileira, no bioma Amazônia”.
• Novas propostas de ordenamento pesqueiro para a Amazônia froam disponibili-
zados pelos estudos do setor pesqueiro e dos grandes bagres migradores e outras
espécies de peixes de valor comercial, culminando com a publicação de uma séries
de Instruções Normativas espefíficas para os períodos de defeso, para o tambaqui,
culminando com a recente criação do Comitê de Gestão do Uso Sustentável dos
Recursos Pesqueiros da Bacia Amazônica (CGBA) com posto por órgão e enti-
dades da administração pública, do setor privado e das organizações não governa-
mentais com as atribuições de: i) discutir, propor e monitorar a aplicação de medi-
das de gestão do usos sustentável dos recursos pesqueiros da bacia Amazônica; ii)
manter sistemas de análise e informação sobre os dados bioestatísticos dos recursos
pesqueiros da bacia Amazônica, bem como da conjuntura econõmica e social da
atividade pesqueira; iii) propor e opinar sobre termos de cooperação técnica, in-
clusive no âmbito de reuniões internacikonais sobre gestão do usos dos recursos
pesqueiros ou assuntos correlatos; e iv) acompanhar a implementação dos traba-
lhos dos Subcomitês Científico e de Acompanhamento e dos Grupos de Gestão dos
estados e outros instrumentos de assessoramento e apoio aos trabalhos do CGBA.

Através de apoio a subprojetos o ProVárzea promoveu e fomentou o desenvolvimento


de sistemas inovadores de manejo dos recursos naturais da várzea que sejam ambiental-
mente, socialmente e economicamente sustentáveis, e fortalecendo as organizações so-
ciais de maneira que esses subprojetos sirvam como catalisadores de mudanças nas suas
regiões e possam gerar metodologias e lições que possam ser multiplicadas em outras
áreas e regiões. Assim, o ProVárzea promoveu a sustentabilidade nas suas múltiplas di-
mensões: social, ambiental, econômica, cultural e ética.
Ao todo foram 25 subprojetos apoiados pelo ProVárzea com recursos da ordem de
R$ 10 milhões de reais destinados a atividades de capacitação, manejo de recursos, es-
coamento e comercialização da produção. Podemos destacar como principais indicadores
de desempenho e impactos monitorado até o presente momento:
• Ao todo, 115.486 pessoas foram atingidas (o equivalente a cerca de 13% da popu-
lação residente na várzea amazônica) diretamente em 32 municípios dos estados do
184 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Amazonas e Pará por meio das ações dos projetos apoiados.


• Cerca de 100.266 hectares de área manejada em ecossistemas terrestres e aquáticos.
Uma parcela significativa das áreas aquáticas manejadas está sendo regida por Ins-
truções Normativas regulamentando acordos de pesca comunitários.
• No que tange ao processo de associativismo/cooperativismo, relevantes impactos
também foram observados. Novas instituições foram criadas a partir das ações dos
projetos ou de suas parcerias estabelecidas.
-cooperativa de produtos aromáticos naturais, que está comercializando os produ-
tos para os estados do Rio de Janeiro e São Paulo, tendo colocado amostras de seus
produtos, por meio de exposições, em feiras em países como a Irlanda, Alemanha
e EUA.
-criadas duas Colônias de Pescadores no rio São Francisco, fruto da disseminação
do projeto executado pelo Movimento dos Pescadores do Oeste do Pará e Baixo
Amazonas (Mopebam); e quatro associações comunitárias que foram fortalecidas
com o apoio do projeto executado pela Federação de Órgãos para Assistência So-
cial e Educacional (Fase) e que hoje recebem recursos por meio destes últimos
grupo de subprojetos aprovado pelo ProVárzea/Ibama.
• Formação de capital social através do fortalecimento de Colônias de Pescadores
com incremento na sua movimentação financeira e importantes conquistas sociais
e políticas - representadas por quatro vereadores eleitos que saíram dos quadros
das diretorias das Colônias de Pescadores de Santarém (Z-20), Juruti (Z-42), Prain-
ha (Z-31) e Óbidos (Z-19), um secretário de pesca e 12 conselheiros municipais de
saúde.
• Maior participação das mulheres - aumento de 32% no número de mulheres ocu-
pando cargos de direção em associações comunitárias apoiados pelo ProVárzea.
• 156 cursos de capacitação realizados pelos projetos, sobre cozinha regional para
cooperados e comunitários, legislação ambiental, destilação e extração de óleos e-
ssenciais, manejo de lagos e implantação das unidades demonstrativas de manejo
florestal madeireiro, entre outros, atingindo cerca de 2.300 pessoas.
• Novas e técnicas de manejo forma desenvolvidas e aperfeiçoadas, com destaque
para:
-o manejo e comercialização do camarão de água-doce (Macrobrachium amazoni-
cum), que possibilitou a duplicação do tamanho médio do camarão capturado,
diminuição dos custos da oescaria e incremento de 67% na renda familiar.
-o manejo de abelhas sem ferrão nativas da Amazônia, Mellipona spp objetivando
a produção de mel e melhoria da polinização natural da floresta, existindo hoje
cerca de 1.200 colméias acondicionadas em caixas padronizadas que foram di-
sseminadas e replicadas em Parintins, Alvarães, Careiro da Várzea, Altazes, Maués
e Silves no Estado do Amazonas.
-extração, beneficiamento e comercialização de onde óleos essenciais de plantas da
várzea - tais como o Cumaru, o Pau Rosa, o Breu Branco, o Puxuri, a Andiroba e
a Copaíba - são utilizados para produzir sabonetes, velas, óleos corporais, cremes
anti-reumáticos, incensos e saches aromáticos. No total foram gerados 10 novos
produtos que estão sendo comercializados e gerando renda.

No que tange ao desenvolvimento e teste de sistemas de co-gestão dos recursos naturais


da várzea, o ProVárzea promoveu a participação e o controle social como formas de com-
M. L. Ruffino, M. C. Silva-Forsberg, Marcelo Derzi, Marcelo Bassols, A. Santos de Aquino & R. Queiroz 185

partilhar responsabilidades com a sociedade nos processos de tomada de decisões como


por exemplo, através do manejo comunitário de pesca, mas também fortaleceu o Sistema
Nacional de Meio Ambiente – SISNAMA visando a gestão compartilhada e descentrali-
zada da política com os estados e municípios através do desenvolvimento de mecanismos
de controle e fiscalização, abrindo à participação da sociedade através dos Agentes Am-
bientais Voluntários, e na busca de maior eficiência pelos órgãos ambientais através da
implementação das Unidades Integradas de Defesa Ambiental (Unidas) que congrega o
Ibama, as Polícias Militar e Civil, a Secretaria Municipal de Meio Ambiente e a Capitania
dos Portos.
Avanços significativos foram alcançados nas políticas e legislação relacionadas com
o manejo comunitário. Em geral, as mudanças foram no sentido de fortalecer a gestão
participativa e o manejo comunitário. O ProVárzea consolidou o processo de manejo co-
munitário de pesca como instrumento de ordenamento pesqueiro para a bacia amazônica
dentro do Ibama, com a publicação da Instrução Normativa No. 29 que regulamenta e
reconhece os acordos de pesca como instrumento de ordenamento pesqueiro e de gestão
compartilhada de recursos pesqueiros para a Amazônia. Capacitou mais de 400 pessoas
entre analistas ambientais do Ibama, órgãos estaduais de meio ambiente, ONGs e lide-
ranças comunitárias, buscando promover a expansão deste sistema para outros estados
da Amazônia. Os principais pontos limitantes são: a capacidade organizacional do grupo
e não a capacidade técnica, pois com uma base social forte, o grupo terá melhores con-
dições para resolver as questões técnicas. O problema do manejo sustentável dos recursos
naturais é raramente um problema de falta de conhecimento das limitações ambientais. A
questão é organizacional e o desafio está na capacidade das comunidades se estruturarem
e criarem as condições necessárias para as ações coletivas sustentadas.
Além do apoio a projetos, o ProVárzea testou novos modelos de gestão compartilhada
de recursos naturais da várzea com excelentes resultados:
• criação de um sistema inter-institucional de controle e fiscalização – a chamada
Unidade Integrada de Defesa Ambiental (Unida) - que nasceu em Santarém, mas
que atualmente está se multiplicando para outros municípios do oeste do Pará.
• promoção da participação popular e controle social através de:
-institucionalização do Programa de Agentes Ambientais Voluntários pelo Ibama
através das lições extraídas do projeto, e
-criação e fortalecimento de Conselhos Municipais de Desenvolvimento Rural
Sustentável com a implementação de Planos Municipais de Desenvolvimento Ru-
ral Sustentável.

4. Conclusões

O ProVárzea investiu mais no ser humano, porque apesar de o objetivo do projeto ser
o de estimular uma utilização mais adequada e sustentável dos recursos vegetais da região,
dificilmente ele seria alcançado com as ações voltadas só para esse tema. O trabalhador
da várzea não se mobiliza em torno do assunto por este estar distante de seus interesses
maiores de produzir, se alimentar e viver com dignidade frente à situação em que se en-
contram. A aproximação do mundo técnico com a comunidade não se dá sem conflitos
silenciosos, embora haja um objetivo comum, fazer com que as plantas e animais nativos
cumpram múltiplas funções: econômicas, ecológicas, sociais, técnicas, culturais e estéti-
cas. O manejo sustentável nada mais é do que ações baseadas em planejamento e pesquisa
186 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

para uso e exploração equilibrada dos recursos naturais da várzea.


O manejo sustentável dos recursos naturais da várzea se baseia no fato de que os
maiores interessados na biodiversidade sempre são aqueles que dependem dela. Tanto que
a lida diária da população rural da Amazônia construiu uma intimidade surpreendente
com a vegetação local, sendo ela nativa ou não. A família rural busca nas plantas remédios,
alimentos para pessoas e animais, materiais para a construção de casas e abrigos para ani-
mais domésticos, combustíveis e até produtos ornamentais.
Dessa forma o ProVárzea conseguiu iniciar o intercâmbio do saber popular com o
saber científico, procurou reunir, organizar e conferir as informações dessas duas fontes e
também repassou esse conhecimento de uma esfera a outra. No âmbito do ProVárzea, o
manejo, de uma forma ou de outra, resultou em aumento da renda das famílias envolvidas.
O ProVárzea, de uma forma geral, incentivou a co-gestão dos recursos naturais da várzea,
que, diretamente, são a fonte de subsistência e renda das comunidades da região. Em algu-
mas áreas já são percebidos impactos na qualidade de vida das pessoas, com melhora na
alimentação das famílias e também aumento na renda, especialmente com a organização
dos meios de produção de maneira sustentável.
No que se refere ao fortalecimento do recurso social da região, o projeto proporcionou
a oportunidades de troca de experiências. Fortaleceu também as organizações da socie-
dade civil, com a capacitação de lideranças, mobilização das organizações de base, incen-
tivou aos acordos de pesca e capacitação dos agentes ambientais voluntários. O ProVárzea
promoveu também a aproximação dos órgãos governamentais com a comunidade. Recu-
perou a cidadania e fortaleceu o caráter de cidadão, especialmente dos pescadores.
O projeto investiu nas pessoas e não só nas instituições, com a promoção do conheci-
mento através de capacitações. Houve o aprimoramento técnico na agricultura, na captura
de peixes, na gestão de projetos e no incentivo à participação. O impacto nessa área foi o
empoderamento das pessoas e a otimização das atividades de ecoturismo, pesca, educação
ambiental, manejo de lagos, manejo de espécies vegetais e animais, tendo como exemplo
o camarão. Não houve o apoio direto na área de infra-estrutura. Embora, tenha havido o
investimento em equipamentos para instituições responsáveis por subprojetos do com-
ponente iniciativas promissora. No entanto, espera-se, no futuro, um impacto previsto
de investimento em infra-estrutura por parte do poder público, por pressão das comuni-
dades. Especialmente porque haverá cobrança da comunidade que buscará mais presença
do estado nas áreas de saúde, educação e saneamento básico.
O projeto não conseguiu ainda resultados significativos no aumento dos recursos fi-
nanceiros dos habitantes da várzea. Embora esteja engatilhado o aumento da renda com o
ecoturismo e óleos essenciais em Silves, manejo de camarão e madeira em Gurupá. Além
de geração de renda com a criação de abelhas sem ferrão e criação de búfalo de forma sus-
tentável. Essas experiências poderão contribuir com a geração de renda de outras regiões
da várzea devido ao intercâmbio de informações apoiado pelo projeto. No entanto, ressal-
tamos que tais experiências exitosas saõ locais e pontuais e somente poderão ter sustenta-
bilidade no momento em que conseguirem ganhar escala de produção, desenvolverem
estratégias de escoamento da produção e acessibilidade ao mercado, uma vez que a co-
mercialização é um dos principais pontos de estrangulamento dos sistemas de produção
desenvolvidos.
Em conclusão, o ProVárzea é um projeto que já conquistou as comunidades da várzea,
que apontam resultados positivos dos trabalhos implantados. Inclusive, com o perigo de
o projeto ser visto como instituição e não como um conjunto de ações com começo e fim.
M. L. Ruffino, M. C. Silva-Forsberg, Marcelo Derzi, Marcelo Bassols, A. Santos de Aquino & R. Queiroz 187

De uma forma geral, o projeto rompeu com o paradigma de projetos ambientais que se
preocupam somente com fauna e flora e conseguiu contribuir para a melhoria da quali-
dade de vida das comunidades da região e minimizar algumas situações de desconforto.
Nos casos em que isso não foi possível, está contribuindo para o empoderamento das pes-
soas e instituições. O impacto disso será o aumento da capacidade de reivindicação desses
grupos o que será uma fonte de cobrança para o poder público no futuro.
A gestão da várzea tem ligação direta com a redução da pobreza e diminuição da vul-
nerabilidade da população. Constrói também a equidade social e melhora a qualidade de
vida. No entanto, os impactos maiores estão fora do horizonte temporal do projeto, como
a melhoria da qualidade de vida dos pescadores, fortalecimento institucional sustentável,
redução de vulnerabilidades e efetivação da governança. Além disso, o ProVárzea deixa
como herança a esperança, a construção de parcerias e a promoção da estabilidade.

5. Lições Aprendidas

• O projeto teve sucesso em discutir as questões da várzea com seus habitantes, socie-
dade civil, setor privado e o governo através da diversificação de metodologias e ins-
trumentos adequados aos diversos públicos (seminários, estudos, diversos materiais
de divulgação e inclusão das organizações de base dentro das discussões, etc.)
• Houve um grande fortalecimento das organizações de base nas várias áreas, incluindo
as organizações dos pescadores e aumento da participação das mulheres.
• Práticas de manejo dos recursos naturais na escala das comunidades e dos municípios
estão sendo implementadas.
• O uso de diferentes instrumentos e ações – pesquisas, seminários, workshops, publi-
cações e mídia – permitiu um maior conhecimento sobre o projeto em escala regional.
• A integração entre os componentes do projeto deixou a desejar em função de atrasos
de implementação e execução de alguns componente e sub-componentes, mas tam-
bém pela pesada carga de trabalho da equipe, mudanças dos doadores e as demandas
locais.
• A filosofia de gestão empreendida pelo projeto e a disponibilidade de recursos fizeram
com que, às vezes, o projeto fosse identificado como uma instituição aparte e não
como parte de uma agência governamental - Ibama.
• As conexões entre as várias escalas da co-gestão evoluiram, porém mais lentamente do
que o esperado e muito esforço ainda deve ser investido no sentido de ampliar essas
escalas.
• Projetos grandes e ambiciosos, com um número significativo de subprojetos se asse-
melham mais a um Programa do que um projeto propriamente dito e podem ser bem
sucedidos mas requerem mais tempo, especialmente quando o projeto tem diversos
sub-projetos e contratos.
• A multiplicidade de doadores permitiu:

-uma maior legitimidade ao projeto frente aos diversos níveis incluindo os gover-
nos e sociedade civil;
-diferentes aportes em termos de ênfases, habilidades e pontos das vista;
-maior cobrança um dos outros quando em situações problemáticas de desembol-
sos, permitindo a continuidade do projeto;
-maiores custos das transações em termos de recursos financeiros e humanos, pois
188 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

cada doador tem seu próprio sistema financeiro, acordos e procedimentos com o
governo brasileiro;
-arranjos para o gerenciamento do projeto muitas vezes inconsistentes entre doa-
dores, incluindo as datas para início e término;
-identificar que doadores precisam ser mais flexíveis em relação aos seus próprios
procedimentos administrativos e financeiros quando na cooperação com outros
doadores;
-identificar que doadores com diferentes níveis de flexibilidade, especialmente em
termos de execução financeira, permitem maior flexibilidade no gerenciamento do
projeto, mas também pode deixar o projeto dependente demais de um doador sem
resolver o problema;
-sugerir as necessidade de incluir as questões sobre doadores no Marco Lógico
dentro da coluna dos riscos.
FOREST CONSERVATION, AFFORESTATION AND REFORESTATION IN IN-
DIA: IMPLICATIONS FOR FOREST CARBON STOCKS

N. H. RAVINDRANATH, RAJIV KUMAR CHATURVEDI & INDU K.


MURTHY

Summary

This article presents an assessment of the implications of past and current forest conserva-
tion and regeneration policies and programmes for forest carbon sink in India. The area
under forests, including part of the area afforested, is increasing and currently 67.83 mha of
area is under forest cover. Assuming that the current trend continues, the area under forest
cover is projected to reach 72 mha by 2030. Estimates of carbon stock in Indian forests in
both soil and vegetation range from 8.58 to 9.57 GtC. The carbon stock in existing forests
is projected to be nearly stable over the next 25 year period at 8.79 GtC. However, if the cu-
rrent rate of afforestation and reforestation is assumed to continue, the carbon stock could
increase from 8.79 GtC in 2006 to 9.75 GtC by 2030 – an increase of 11%. The estimates
made in this study assume that the current trend will continue and do not include forest
degradation and loss of carbon stocks due to biomass extraction, fire, grazing and other
disturbances.

1. Introduction

India is a large developing country known for its diverse forest ecosystems and is also
a mega-biodiversity country. Forest ecosystems in India are critical for biodiversity,
watershed protection, and livelihoods of indigenous and rural communities. The National
Communication of the Government of India to the UNFCCC has reported1 that the fo-
rest sector is a marginal source of CO2 emissions. India has formulated and implemented
a number of policies and programmes aimed at forest and biodiversity conservation, a-
fforestation and reforestation. Further, India has a goal2 to bring one-third of the geo-
graphic area under forest and tree cover by 2012. All forest policies and programmes have
implications for carbon sink and forest management. This article presents an assessment
of the implications of past and current forest conservation and regeneration policies and
programmes for forest carbon sink in India. It also estimates the carbon stocks under cu-
rrent trend scenario for the existing forests as well as new area brought under afforestation
and reforestation for the period 2006–30.
We have primarily relied on published data from the Ministry of Environment and
Forests (MOEF), Government of India (GOI); Food and Agricultural Organization of
United Nations (FAO), and Forest Survey of India (FSI). We have used the Comprehensive
Mitigation Analysis Process (COMAP) model for projecting carbon stock estimates. The
article is based only on past trends from 1980 to 2005 and uses the assumption – ‘if the
current trend continues’. We feel that such an assumption is well justified because, despite
the increase in population and industrialization during 1980–2005, forest area in India
not only remained stable but has marginally increased. This is due to favourable policies
190 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

and initiatives pursued by GOI. We expect that India will not only keep pursuing aggre-
ssive policies of afforestation and forest conservation, but also go a step forward. A case
in point is the Prime Minister’s recently announced ‘6 mha greening programme’. If the
assumptions of continuation of current rates of afforestation, forest conservation policies
and no significant degradation of forest carbon stocks are changed, the future carbon
stocks projected will also change.

2. Area under forests

According to FSI, ‘all lands, more than one hectare in area, with a tree canopy density
of more than 10 per cent are defined as Forest’. The total forest cover in India according
to the latest3 State of Forest Report 2003 is 67.83 mha and this constitutes 20.64% of the
geographic area. The distribution of area under very dense, dense and open forest is given
in Table 1. Dense forest dominates, accounting for about half of the total forest cover. Tree
cover (which includes forests of less than 1 ha) is 9.99 mha (3.04%). The total area under
forest and tree cover is 77.82 mha, which is 23.68% of the geographic area (Table 1).
FAO4 defines forests as ‘Land spanning more than 0.5 ha with trees higher than 5 m
and a canopy cover of more than 10%, or trees able to reach these thresholds in situ’. And
other woodlands as ‘Land not classified as “Forest”, spanning more than 0.5 ha; with trees
higher than 5 m and a canopy cover of 5–10 per cent, or trees able to reach these thresh-
olds in situ; or with a combined cover of shrubs, bushes and trees above 10 per cent. Both
of these categories do not include the land that is predominantly under agricultural or
urban land use’. According to FAO, the area under forests and other wooded land in India
has increased from 63.93 mha in 1990 to 67.70 mha in 2005. Thus FAO estimates do not
significantly differ from FSI estimates.

3. Trends in area under forest and tree cover

The FSI has been periodically estimating the forest cover in India since 1987, using
remote sensing techniques. The forest cover reported5 for 1987 was 64.08 mha and a-
ccording to the latest assessment3 for 2003, the forest cover is 67.83 mha. This indicates an
increase in forest cover of 3.75 mha over a period of 15 years (Figure 1). It can be observed
from Figure 1 that the forest cover in India has nearly stabilized and has been increasing
marginally over the years3,5–12. FSI has included the tree cover in the 2001 and 2003 a-
ssessments3,6, in addition to forest cover. The area under tree cover reported is also found
to be marginally increasing (Figure 1).

4. Afforestation and reforestation programmes

India has been implementing an aggressive afforestation programme. The country ini-
tiated large-scale afforestation under the social forestry programme starting in the early
1980s. Figure 2 shows the progress of afforestation in India for the period 1951–2005. It
can be seen from Figure 2 that the cumulative area afforested in India during the period
1980–2005 is about 34 mha, at an average annual rate2 of 1.32 mha2. This includes com-
munity woodlots, farm forestry, avenue plantations and agro-forestry. Afforestation and
reforestation in India are being carried out under various programmes, namely social fo-
restry initiated in the early 1980s, Joint Forest Management Programme initiated in 1990,
N. H. Ravindranath, Rajiv Kumar Chaturvedi & Indu K. Murthy 191

afforestation under National Afforestation and Eco-development Board (NAEB) pro-


grammes since 1992, and private farmer and industry-initiated plantation forestry.

Tree crown class Area (mha) Area (mha) Per cent geographic area
geographic area
Very dense forest (>70%) 5.13 1.56
Dense forest (40–70%) 33.93 10.32
Open forest (10–40%) 28.78 8.76
Mangroves 0.45 0.14
Total forest cover 67.83 20.64
Tree cover 9.99 3.04
Total 77.82 23.68
Forest cover according to FAO 67.7 _

Table 1. Status of forest cover in India

Figure 1. Trends in area under forest and tree cover

5. Future trends in area under forests and afforestation

The projections for area under forest as well as area afforested are based on current
trends or what is generally termed the ‘current trend scenario’. The current trend scenario
is based on the past, current and short-term afforestation plans. The projections exclude
the tree cover component as reported in 2001 and 2003 by the FSI.

Projections for area under forest cover based on current trend scenario

The forest cover is projected up to 2030, based on the past and current trends, as re-
ported by the periodic reports of the FSI. It can be observed from Figure 3 that the forest
cover will continue to increase all the way up to 2030. The forest cover is projected to reach
72.19 mha by 2030, assuming that the current trend scenario will continue.
192 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Figure 2. Cumulative area afforested2 during 1951–2005

Figure 3. Projected trend in forest cover under the current trend scenario

Projected afforestation rates based on current trends

The long-term average annual rate of afforestation over the period 1980–2005 is 1.32
mha. Assuming the average rate2 of 1.32 mha for the period 2006–30, the total area that
would be afforested is 33 mha. The cumulative area afforested would be 70.5 mha by 2030
(Figure 4). This includes short- and long-rotation plantation forestry as well as natural
regeneration. It is important to note that some of the afforested area, particularly short-
rotation plantations, is likely to be periodically harvested and replanted or left for coppice
regrowth.

6. Carbon stocks in forests

The forest sector could be a source or a sink of carbon. Forest carbon stock includes
biomass and soil carbon pools. Biomass carbon can be further disaggregated into above-
ground and belowground biomass and dead organic matter. Change in forest carbon stock
between two time periods is an indicator of the net emissions of CO2 from the sector.
Carbon stocks are estimated and projected for the period 2005–30.
N. H. Ravindranath, Rajiv Kumar Chaturvedi & Indu K. Murthy 193

Methodology

The COMAP model13 is a set of versatile models with the ability to analyse the mitiga-
tion potential as well as costeffectiveness of diverse activities such as forest conservation
(e.g. Protected Areas and halting forest conversion), natural regeneration (with no log-
ging) and afforestation / reforestation through plantation forestry, including short- as well
as long-rotation forestry (with logging or harvesting).

Figure 4. Projected afforestation under the current trend scenario

Assessment of mitigation activities using the COMAP model would involve considera-
tion of the following:
• Land availability for different mitigation activities during different years.
• Wood product demand and supply to ensure that socioeconomic demands are met
with and real additional mitigation is feasible.
• Developing a baseline or current trend scenario to enable estimation of incremen-
tal carbon mitigation.
• Developing a mitigation scenario incorporating the extent of area to be covered for
meeting different goals.
Data required for assessing different activities: The data required for assessing the miti-
gation potential of afforestation and reforestation include land area-related information,
baseline carbon density (tC/ha) in above-ground vegetation and soil, rotation period,
above-ground woody biomass accumulation rate (tC/ha/yr), soil carbon enhancement
rate (tC/ha/yr), and cost and benefit flows. Input data were obtained from the literature.
Outputs of the COMAP model: These include mitigation potential estimates per ha and
aggregate tonnes of carbon benefit, annual carbon stocks, carbon stocks for a given year
such as 2008 and 2012 and cumulative over a period, and cost-effectiveness parameters.

Carbon stock estimates

Estimates for the forest carbon stocks, including biomass and soil carbon from pre-
vious studies are given in Figure 5. According to an earlier estimate by Richards and Flint
the biomass carbon stock in Indian forests was 7.94 MtC during 1880. This study does not
194 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

provide soil carbon estimates. Further estimates by the same authors for 1980 showed that
forest biomass carbon stock had declined by nearly half over a period of 100 years. Esti-
mates17–19 of forest carbon stock, including biomass and soil carbon for the year 1986,
are in the range 8.58–9.57 GtC. According to a latest estimate by FAO4, total forest carbon
stock in India is 10.01 GtC. Thus, the carbon stocks in Indian forests have not declined,
and in fact seem to have increased, over a period of 20 years (1986–2005). Forest soil car-
bon accounts for over 50% of the total forest carbon stock.

Figure 5. Trends in carbon stock estimates for Indian forests

Carbon stock projections under current trend scenario

Carbon stock projections for the existing forests as well as new area brought under af-
forestation and reforestation for the current trend scenario are made for the period 2006–
30. The carbon stock projections are made using the COMAP model. The forest cover
data were obtained from the projections made using the FSI area trends (Figure 3) and
afforestation rates were obtained from the past trends (average annual rate of 1.32 mha).
The biomass and soil carbon stock and growth rates were obtained from published litera-
ture14,15. The afforestation rate of 1.32 mha/annum was allocated to short- and long-ro-
tation and natural regeneration at 63.7, 32.2 and 4.1% respectively, based on the previous
years’ trend.
The carbon stock projections for the period 2006–30 are given in Figure 6. The carbon
stock in the existing forests is projected to be nearly stable over the 25-year period at
8.79 GtC (Figure 6 a). When afforestation and reforestation is included, the carbon stock
is projected to increase from 8.79 GtC in 2006 to 9.75 GtC by 2030, about 11% increase
(Figure 6 a). It is important to note that COMAP model accounts for harvests and the re-
sulting emissions. Thus, Indian forests will be a net sink over the next 25 years. Figure 6 b
shows the dominance of soil carbon in the total forest carbon stock.
N. H. Ravindranath, Rajiv Kumar Chaturvedi & Indu K. Murthy 195

Figure 6. Projected forest carbon stocks. a, Under the current trend scenario for existing forests and
area afforested (short- and long-rotation and natural regeneration). b, According to biomass and
soil carbon.

7. Factors contributing to stabilization of carbon stocks in Indian forests

India is one of the few countries where deforestation rate has been reduced and regu-
lated and forest cover nearly stabilized, unlike most other tropical countries. Further, the
pr jections of carbon stocks for the period 2006–30 showed that the carbon stock will in-
crease. Thus, it is important to understand the likely factors contributing to the observed
and projected stabilization of forest cover as well as forest carbon stocks in India. The
factors include legislations, forest conservation and afforestation programmes, and com-
munity awareness and participation.

Forest Conservation Act, 1980

This Act is one of the most effective legislations contributing to reduction in deforesta-
tion. This was enacted to reduce indiscriminate diversion of forest land for nonforestry
purposes, and to help regulate and control the recorded forest land-use changes.

Compensatory afforestation
196 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

According to Forest Conservation Act, 1980, when after careful consideration forest
land is released for any infrastructure projects, it is mandatory for compensatory planta-
tions to be raised on an equivalent non-forested land or equal to double the area on de-
graded forestland.

Wildlife parks and protected area

In India, 15.6 mha is Protected Area, where all human intervention or extraction is
banned.

Afforestation

India has been implementing large-scale afforestation/ reforestation since 1980 under
social forestry, Joint Forest Management, silvi-pasture, farm forestry and agro-forestry
programmes, covering over 30 mha. This may have reduced pressure on the forests.

National Forest Policy, 1988

It envisages people’s participation in the development and protection of forests. The


basic objective of this policy is to maintain environmental stability through preservation
of forests as a natural heritage.

Joint Forest Management (JFM), 1990

The Forest Policy 1988 set the stage for participatory forest management in India. The
JFM programme recognized the rights of the protecting communities over forest lands.
The local communities and the Forest Department jointly plan and implement forest re-
generation programmes and the communities are rewarded for their efforts in protection
and management. The total area covered under the JFM programme is over 15 mha. This
has enabled protection of existing forests, regeneration of degraded forests and raising of
forest plantations, potentially contributing to conservation of existing forests and carbon
stocks.

8. Significance of stabilization of forest carbon stocks in India

India is one of the few countries in the world, particularly among the tropical countries,
where carbon stock in forests has stabilized or is projected to increase. This has implica-
tions for reducing the carbon emissions from forest sector, potentially contributing to sta-
bilization of CO2 concentration in the atmosphere. This Indian achievement is significant
due to the following.

High population density and low per capita forest area

India is a large developing country with a population density of 363 persons/km2. Even
more significantly, the forest area per capita is only 0.06 ha, compared to the world average
of 0.62 ha/capita and Asian average of 0.15 ha/ capita. A comparison of key developing
countries and Western European countries4 is provided in Table 2. Forests and wooded
N. H. Ravindranath, Rajiv Kumar Chaturvedi & Indu K. Murthy 197

land area per 1000 population in Germany and France is nearly two and five times that
of India. Similarly, forest and wooded land in other major developing countries such as
Brazil, China and Indonesia are also higher by 3 to 40 times, as compared to India.

Low deforestation rate compared to other developing countries

According to the Global Forest Resources Assessment4, countries such as India and
China are experiencing an increase in forest area since 1990 (Table 3). However, majority
of the other tropical countries with large area under forests are experiencing deforestation
on a significant scale since 1990 (Table 3). Majority of the countries (42– 65%) are expe-
riencing reduction in forest area or net deforestation4 (Table 4).

High dependence of human population on forests

In India, nearly 196,000 villages are in the forests or on the forest fringes. Fuelwood is a
dominant source of cooking energy for the rural population with forests contributing sig-
nificantly to this. Apart from fuelwood, village communities depend on forests for small
timber, bamboo and nontimber forest products.

High livestock density

India accounts for 2.3% of the world’s geographic area, but accounts for 15% of the
global livestock population. The cattle (cows, bullocks and buffaloes) population density is
nearly one per hectare. When sheep and goats are included along with cattle, the livestock
population density further increases to 1.5 per hectare. However, if only forest land is
considered, the livestock density is 7 per hectare, which is among the highest in the world.

Country Population Forest area Other Wooded Total area under Forest and Wood-
(million) (‘000 ha) land (‘000ha) forest and ded Land (ha / 1000
wooded land population)
(‘000ha)
India 1079 67,701 4110 71,811 66
China 1326 197,290 87,615 284,905 215
Brazil 178 477,698 0 477,698 2673
Indonesia 217 88,495 0 88,495 406
Germany 82 11,076 0 11,076 134
United King- 59 2845 20 2865 48
dom
France 59 15,554 1708 17,262 287

Table 2. Comparison of total forest area and forest area/1000 population


198 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Table 3. Comparison of forest area change and deforestation (in ‘000 ha) in other major developing
countries

Region Total Number Countries Countries Countries with Countries with no


of Countries with negative with positive zero net annual significantnet annual
rate of net rate of net change in forest change in forest area
annual change annual change area (2000-05) (2000-05)
in forest area in forest area
(2000-05) (2000-05)
Asia 48 20 13 12 3
Africa 58 38 8 8 4
South 15 8 2 3 2 (not available)
America

Table 4. Countries with positive, negative and zero or marginal annual rate of change in forest area

Dominance of agrarian economy

Rural areas in India are characterized by large dependence of the population on land
resources, particularly cropland and forest land, leading to more human pressure on land.

9. Implications of Indian forest conservation and development programmes and


policies for global change

India is a large developing country with a high population density and low forest area
per capita. The livestock population density is among the highest in the world. Further,
nearly 70% of the population residing in rural areas depends on forest and other biomass
resources for fuelwood, timber and non-timber forest products for its energy needs and
livelihood. In such a socio-economic scenario, one would have expected the forest area to
decline, leading to large emissions of CO2 from the forest sector.
The analysis of forest cover, afforestation and reforestation has shown that the forest
cover has stabilized in the past 15 years (64–67 mha). Projections under the current trend
scenario indicate that the forest cover is likely to increase in the period 2006–30. Further,
model-based projections of carbon stocks in the Indian forest sector show a likely increase
(from 8.79 GtC in 2005 to 9.75 GtC in 2030). This is a significant achievement for a deve-
N. H. Ravindranath, Rajiv Kumar Chaturvedi & Indu K. Murthy 199

loping country such as India, despite high human and livestock population density, high
dependence of rural communities on forests for biomass resources and low per capita fo-
rest area. The factors contributing to the current and projected trends of stable or increas-
ing carbon stocks in the forests are progressive and effective forest conservation legisla-
tions, afforestation and reforestation programmes and community participation in forest
protection, regeneration and management.
The progressive conservation-oriented forest policies and afforestation programmes
are contributing to reduction in CO2 emissions to the atmosphere, stabilization of carbon
stocks in forests and conservation of biodiversity. Thus, the Indian forest sector is project-
ed to keep making positive contributions to global change and sustainable development.
This projected estimate and conclusion excludes any potential decline in forest carbon
stocks due to forest conversion, forest degradation, biomass extraction, fire, etc.

ACKNOWLEDGEMENTS

We thank the MOEF, GOI for supporting this project as well as climate change research
activities at the Centre for Ecological Sciences, Indian Institute of Science, Bangalore. We
also thank Jayant Sathaye and Ken Andrasko for their support in our climate change re-
search over the years.

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MANGROVES IN GUYANA: STATUS, MANAGEMENT AND ROLE IN COAST-
AL PROTECTION IN A CHANGING CLIMATE

PHILLIP DA SILVA

Summary

The Guyana coastline is a narrow strip of land of varying width that stretches approximately
425km from the Waini River to the Corentyne River. Over time the mangrove belt has been
severely depleted but the natural cycle of erosion and recovery and mangrove degradation
are not fully understood. It is generally assumed that anthropogenic impacts, the deteriora-
tion and loss of groynes and increases in sea level and wave energy are the principal factors
contributing to this depletion. Recently there has been a concerted effort to include climate
change considerations in public policy by the Government of Guyana. This has been en-
shrined in the Low-Carbon Development Strategy wherein there is a central focus on forest
conservation, including the protection of the mangrove belts along the coast and estuaries.
Policy decisions, backed by detailed studies into the response mechanisms required to adapt
to the adverse effects of climate change, are required. The essential role that mangroves
could play in the defence of the coastal zone, their role in carbon sequestration, and the
increased risks posed by the predicted rise in sea level and the rising cost of maintenance of
the sea defense structure, have prompted a commitment on the part of the Government of
Guyana to the conservation, restoration and protection of the mangrove forest.

1. Guyana: Location and Landscape

Guyana is located in the northeastern corner of South America, between 1o 10’ and
8o 33’ North latitude 56o 20’ and 61o 22’ West longitude and is bordered on the
North by the Atlantic Ocean, on the East by Suriname, on the West and North-West by
Venezuela and South and South-West by Brazil. It is one of eight countries that share the
vast Amazon River Basin and is the westernmost of the three countries along the Atlantic
coast commonly known as the “Guianas” that constitute a part of a phytogeographic area
called the Guiana Shield (Daniel, 1984; Daniel, 1990).
The country is divided into five main bio-physical regions: the Low Coastal Plain, the
Pre-cambrian Lowland Region, the Pakaraima Highlands, the Southern Upland Region
and the Interior Savannahs. The coastline is not continuous but is interrupted by the
mouths of the Pomeroon, Essequibo, Demerara, Mahaica, Mahaicony, Abary and Berbice
Rivers which all drain into the Atlantic Ocean. The Low Coastal Plain, a narrow strip of
land of varying width, between 26km-77km, is about 1.4m below mean high tide levels
and stretches approximately 425km from the Waini River to the Corentyne River. Mud-
flats, sandy deposits, cheniers and localized shell deposits cover much of the foreshore
of the Coastal Plain in Guyana. This flat low-lying coastal region consists of natural and
man-made sea-defenses, mud banks, mangroves and sand flats all of which serve to pro-
tect the coast from inundation and flooding (Daniel, 1990). Earthen dams and embank-
ments were used in the past to reclaim coastal lands which lie at levels between 0.5 – 1
meter below high spring tide level of the Atlantic Ocean, making them particularly vul-
nerable to flooding, erosion and salinization. Together with an extensive drainage, irriga-
202 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

gation and flood control network, the sea defences make the coast habitable and culti-
vable. However, inspite of these protective features, most coastal areas are still prone to
flooding and are very likely to be affected by sea level rise.
The coast is a major population centre since more than ninety percent of the popula-
tion of Guyana live along the coastal plain. This area is considered by many to be economi-
cally and socially the most important region. It is on this strip of fertile soil that most of
the industrial cultivation of sugarcane, rice and other crops is carried out. Guyana there-
fore cannot afford to ignore the threat of inundation if coastal protective structures fail.

2. Mangroves and Coastal protection in Guyana

Mangroves,often called ‘courida’ by many local coastal inhabitants, were once a major
vegetation type along much of Guyana’s coast. In recent decades, the mangrove belt has
been severely depleted and the natural cycle of erosion and recovery is apparently at dise-
quilibrium and not fully understood. It is generally assumed that anthropogenic impacts,
the deterioration and loss of groynes and increases in sea level and wave energy are the
principal factors contributing to this depletion. Increasing pressure on the stability of the
coastal zone, loss of protective mangrove vegetation, collapse and overtopping of existing
sea defences has increased, leading to renewed construction and rehabilitation of concrete
dykes and sea defences to offer added protection to the coast. Current and projected rates
of sea level rise associated with global climate change are major threats to the coastal area.
The essential role that mangroves play in the defense of the coastal zone, their role in
carbon sequestration, and the increased risks posed by predicted rise in sea level and the
rising cost of maintenance of the sea defense structure, have prompted a commitment on
the part of the Government of Guyana to promote and be actively involved in the conser-
vation, restoration and protection of the mangrove forest. Given the above there is a con-
certed effort to include climate change considerations in public policy by the Government
of Guyana. This has been enshrined in the Low-Carbon Development Strategy wherein
there is a central focus on forest conservation, including the protection of the mangrove
belts along the coasts and estuaries. More specifically, the Sea and River Defense Policy
calls for alternative solutions to traditional hard engineering options including the re-
establishment of mangroves for effective flood defence and to protect environmental re-
sources (NMMAP, 2010).

3. Global Distribution of Mangroves

Mangroves are found between the latitudes of 32ºN and 38ºS of the globe and also in
the mouths of estuaries and in intertidal areas. Approximately 1/4th of the world’s tropi-
cal coastline comprise mangrove ecosystems which are estimated to extend along an area
of between 167,000 and 181,000km2, in 112 countries (Spalding et al., 1997; Kathiresan
& Bingham, 2001). Essentially mangroves occupy two separate hemispheric regions, and
are more abundant in the Old World than in the New World tropics. The two hemispheric
regions of mangrove distribution and abundance are the Eastern Hemisphere and the
Western Hemisphere. The Eastern Group includes East Africa, India, Southeast Asia, Aus-
tralia and the Western Pacific. There is a total of 40 true mangrove species in this group.
The Western Group includes West Africa, Atlantic South America, the Caribbean, Florida,
Central America and Pacific North and South America. This group has a total of eight true
Phillip Da Silva 203

eight true mangrove species. In addition to these eight species there is a local concentra-
tion of species that are incipient mangroves in western Colombia (Tomlinson, 1994).
The total global mangrove coverage is 18 million hectares, representing approximately
0.45% of world forests and woodland (Spalding, 1997). Of the total mangrove coverage,
27.1% exist in the Americas. Mangroves in South America currently cover slightly less
than 2 million hectares, down from some 2.2 million hectares in 1980. About half of the
mangrove area of the region is found in Brazil – which also has the third largest mangrove
area in the world. More than 90 percent is found in five countries: Brazil, Colombia, the
Bolivarian Republic of Venezuela, Ecuador and Suriname. Guyana, French Guiana and
Peru share the remaining 140 000 hectares. The relatively small mangrove area in these
countries might be explained by the relatively small land area or by the narrow and in
some zones arid or rugged coasts of Peru and French Guiana, which are not well suited to
the development of mangroves (FAO, 2007).
An early attempt at estimating the total mangrove area in the world was undertaken
as part of the FAO/United Nations Environment Programme (UNEP) Tropical Forest Re-
sources Assessment in 1980, where the world total was estimated as 15.6 million hectares.
More recent estimates have ranged from 12 to 20 million hectares. Countries with small
areas of mangroves have been excluded from many studies because of lack of information
and because their combined area of mangroves would not significantly affect the world to-
tal. The results obtained indicate that global mangrove area is currently about 15.2 million
hectares, with the largest areas found in Asia and Africa, followed by North and Central
America. An alarming 20 percent of mangrove area, or 3.6 million hectares, has been lost
since 1980. More recently, the rate of net loss appears to have slowed down, reflecting an
increased awareness of the value of mangrove ecosystems, but the annual rate of loss is still
disturbingly high (FAO, 2007).

4. Mangrove Species and Some Mangrove associates in Guyana

Most of the literature recognizes three major species of mangroves that occur in Guya-
na; the black mangrove (Avicennia germinans), the red mangrove (Rhizophora mangle),
and the white mangrove (Laguncalaria racemosa). Recent research by Tom Holowell
(2000) has listed Rhizophora racemosa as occurring in the Barima-Waini region of the
country. Herbarium records show a possible fourth species, Rhizophora harisonii. Howe-
ver since one collection was reportedly made of a single specimen no further collections
of this species have been recorded. While it is also reported in ‘The World’s Mangroves
1980-2005’ that Avecennia schaueriana is also present in Guyana FAO (2007) there is no
herbarium evidence of this species. There is also the buttonwood mangrove, Conocarpus
erectus, which is not a true mangrove but is a major mangrove associate in Guyana among
other mangrove associates including Pterocarpus officinalis, Acrostichum aureum, Machae-
rium lunatum, Crinum commelynii and Tillandsia spp., the rapidly spreading Nypa palm in
riverine areas making up the other main mangrove associate vegetation species. In general
coastal mangrove ecosystems in Guyana comprise primarily of trees and shrubs, with a
limited number of palms and lianas (Evans, 1998).
Mangroves in Guyana occur in both mixed and monospecific stands. Most of the mo-
nospecific stands are Avicennia germinans and such stands are found in many areas along
the coast. There are fringe type mangrove forests and basin type mangrove forests that
are monospecific stands of Avicennia germinans. Mixed stands are also found along the
204 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

coastal and riverine areas. The dominant species in the mixed stands vary from place to
place. Along the coast the dominant species is Avicennia germinans and in some instances
the dominant species is Laguncularia racemosa. In riverine areas the dominant species is
usually Rhizophora mangle.

5. Regional Distribution and Change in Coverage of Mangroves in Guyana

Guyana is endowed with forests that cover nearly 76.7% (21.5 million hectares) of its
surface area and is a mix of seasonal, dry evergreen, montane, swamp, marsh, mangrove
and mixed forests. Approximately 80,432 hectares, just about 1%, are classified as man-
grove forests (Guyana Forestry Commission, Forest Resources Information Unit, 1999).
There are ten Administrative Regions in Guyana and six of these have an association with
the coastline with various extents of coastal and riverine mangroves. The total hectares of
mangroves have shown a declining trend over the past 25 years (FAO 2007). A number
of reasons for the decline have been advanced among which are: natural causes inclusive
of coastal erosion, anthropogenic harvesting for fuelwood, tannins, drainage and cutting
to reduce mosquito breeding grounds, generally unfavorable environmental conditions
and poor drainage leading to the development of hypersaline conditions. It is important
to note that no new data on mangrove estimates is available in the country after 2005.
Updated inventories would contribute to a better estimate of the extent of Guyana’s man-
groves.

Mangrove area changes between 1980-2005 in Guyana (Data from FAO 2007; NMMAP 2001;
NMMAP 2010)

6. Mangrove Especies Zonation Pattern-The Guyana Anomaly

Zonation of mangrove species in a community is a spatial phenomenon and species


zonation patterns is commonly observed in typical mangrove forests (Smith, 1992). In
the Guianas, there is a distinct pattern of zonation that categorizes species into seaward,
landward and riverine zones. Guyana has very good representative stands of both riverine
and coastal mangroves. In the past almost the entire coastline of Guyana was covered
with mangrove formations, dominated by Avicennia germinans. Mangrove forests in
Guyana are found on different sections of the Atlantic Coast, from the Corentyne River to
the Waini River. Fanshawe (1954) first described Riparian Vegetation along the Berbice,
Phillip Da Silva 205

Corentyne and Canje Rivers and included mangrove forests as one of the vegetation types.
Rhizophora mangle and Avicennia nitida (Avicennia germinans) formed the major species
of the primary and secondary forest of the vegetation zones that were described.

Zonation patterns and composition of mangrove forests in Guyana (NMMAP, 2010)

In Guyana Avicennia germinans predominates along the seaward coastal areas whereas,
Laguncularia racemosa decrease in dominance and presence on the seaward side but in-
crease in dominance and abundance towards the landward side. The presence of Rhizo-
phora mangle is highest along riverine edges and declines as one proceeds toward inland
areas and also along coastal seaward areas. Monospecific stands of Avicennia germinans
are found along the seaward coast. As one moves inland the progression changes to mixed
stands of Avicennia germinans and Laguncularia racemosa. Riverine areas have mixed
stands with Rhizophora mangle as the dominant species.

7. Value, Uses and Functions of Guyana’s Mangroves

Mangroves have always been important to the Guyanese people, providing a range of
products and services. More people are becoming aware of the role mangroves play in
cushioning the impacts of natural storm events and the demands placed on these eco-
systems by communities for daily subsistence. Healthy intact mangrove ecosystems still
provide vital goods and services to many Guyanese and are also a source of biological
productivity in terms of fisheries, aquaculture and forestry and are also rich in biological
diversity. Mangrove ecosystems also function as genetic reservoirs and habitats for some
migratory species.

8. Climate Change and Guyana’s Mangroves

Given its peculiar characteristics the coastal zone of Guyana is an area that is very vul-
nerable to the effects of climate change and related impacts such as sea level rise. Marine
ecosystems are sensitive to climate change, thus low lying coastal wetlands in Guyana will
be seriously threatened and this may lead to habitat loss and promote inland migration
of species. The prospect of creating setbacks to accommodate the migration, and also the
developing of increased saline and higher temperature resistant species are two of several
options available for planners to mitigate against the projected adverse effects of climate
206 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

change on these ecosystems (NMMAP, 2010).

ROLE OF MAN- SUMMARY STATEMENT


GROVES
Aquatic nurseries for Mangrove ecosystems are the breeding and feeding grounds for many
offshore fisheries for many commercial off shore fish and shrimp species.
Wildlife Habitat Wildlife in mangrove ecosystems in Guyana is abundant and varied.
Coastal Protection and Guyana’s coast is below sea level and is vulnerable to inundation and
Shoreline Stability flooding. Mangrove vegetation has played and still plays a very im-
portant role in protecting sections of Guyana’s coast
Harvesting of Crabs Crab harvesting is an important economic activity for some rural
communities especially in Region 1, Region 2, Region 3 and Region 6.
Harvesting of Fish Fishing in mangrove ecosystems is an important subsistence econom-
ic activity for many communities.
Water quality Mangroves can incorporate, trap or immobilize inorganic nutrients,
heavy metals or pesticides that would otherwise flow to the sea, de-
grading the quality of coastal waters.
Carbon sequestration Guyana’s Low Carbon Development Strategy seeks to provide insights
on how to stimulate a low-deforestation, low carbon, climate resilient
economy.
Recreation, Cultural Mangroves provide aesthetic services and visitors to mangrove areas
Services and Tourism have increased. and people now value the uniqueness of mangrove
ecosystems.
Poles and construction Poles from mangroves are known to be strong and durable and use-
materials ful in the artisanal fishing industry for the mooring of boats and for
supporting fishing nets. Poles from mangroves are also used for sawn
timber, fencing materials, pulpwood and manufacture of crab and fish
traps.
Fuel for ‘Burnt earth’ or Mangrove wood is used as the fuel wood in production of this fired
‘red brick’ production clay. It is reported that approximately 35-50 cords of wood are burnt
to produce 500 cubic yards of burnt earth
Charcoal Production The species reportedly used is the Rhizophora mangle
Fuel wood for household Wood from both the red and black mangrove is used for fuel wood for
use. brick making and domestic use in some rural communities.
Honey production Black mangrove flowers are known to produce a high quality honey.
Production of Tannins. A major commercial use of red mangrove is the harvesting of the bark
for the production of tannins for use in the local leather tanning in-
dustry.
Art and Craft A consumptive use that utilizes the stems of dead trees.
Animal fodder The leaves and fruits of the Avicennia germinans is often used as fod-
der.
Fish and shrimp nursery Many commercial species of fish and shrimp use mangrove ecosys-
grounds Poles for fish tems as nursery grounds.
traps and seines

The most recent flooding event of 2005 and 2011 and recent overtopping of sea de-
fenses during spring tides in 2004 and 2010 have clearly demonstrated the threat to coastal
areas and have exposed the increasing vulnerability of the drainage system and the short-
comings of the current infrastructure. The most efficient approach to deal with the threats
Phillip Da Silva 207

of sea-level rise is integrated coastal zone management. This must include a master plan
for sea defense management and measures to reduce human stresses on mangrove ecosys-
tems (Da Silva, 2002; Dalrymple, 2004).

While there have not been much research on the impact of sea level rise on Guyana’s
mangroves, if one is to extrapolate from other studies it is obvious that there will be losses
in Guyana’s mangrove forests. The impact is likely to be greater where anthropogenic and
other factors have already affected mangroves. The capacity of mangroves to adapt to sea-
level rises by landward migration will be severely hindered if human activities continue to
reduce the land area over which mangroves can expand. The table shows some potential
impacts on mangrove ecosystems and associated biodiversity.
Guyana’s greatest vulnerability to climate change therefore, is the risk of flooding and
inundation deriving from sea level rise in the coastal zone. Most of Guyana’s population
and economic activities are concentrated in this narrow, fragile, and currently stressed
zone. The area is already, for the most part, below the high tide water level. An increase
in sea level of about 60 cm as projected by AO-GCMs, would further exacerbate the vul-
nerability of this already fragile zone (EPA, Guyana National Vulnerability Assessment
to Sea Level Rise, 2000). Policy decisions, backed by detailed studies into the response
mechanisms required to adapt to the adverse effects of climate change, are required. These
decisions ought to address the direction in which development in the coastal zone devel-
208 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

opment will proceed in the future. That is, should coastal Guyanese ACCOMMODATE,
PROTECT OR RETREAT?.

Potential Impact Comment


Change in extent and composi- Inundation of mangrove ecosystems from climate change and sea
tion level change can affect the extent and composition of mangrove
species.
Salt water intrusion A rise in sea level will increase the salinity of estuaries of rivers
especially the Demerara, Berbice and Corentyne rivers, eventually
affecting the extent and composition of mangrove species.
Loss of coastal mangroves Sea level rise may accelerate the rate of coastal erosion resulting
in direct destruction and loss of coastal and riverine mangroves.
Loss of habitats Loss of mangroves will mean loss of habitats for various species of
resident, migratory or transient flora and fauna.
Inundation of coastal wetlands: While mangroves are likely to play an important role in reducing
the impacts of sea-level rise by protecting the coast, this ecosys-
tem may find it hard to cope with rapid sea level rise. If sea level
rise is more rapid than the mangrove ecosystem’s ability to keep
pace, there would be a net loss of mangrove wetlands.
Erosion and change in beach Greater wave energy associated with higher sea levels will cause
profile increased rates of beach erosion and coastal land loss. The poten-
tial erosion from a rise in sea level could be particularly impor-
tant to recreational beaches, which include some of Guyana’s most
economically valuable and intensively used land.
Flooding and Storm Damage A rise in sea level could increase flooding and storm damages in
coastal areas since erosion caused by sea level rise would increase
the vulnerability of coastal areas communities; higher water le-
vels would provide storm surges with a higher base to build upon;
higher water levels would decrease natural and artificial drainage.
Impacts on Fisheries Disruption of coastal mangrove ecosystems will have an effect on
fish and shrimp species. Fishermen may have to conduct their
fishing activity nearer to the shore since most of the target species
may also move closer to the shore.

9. A Low Carbon Development Strategy

’The Government of Guyana has embarked on a national programme that aims to pro-
tect and maintain all forests in an effort to reduce global carbon emissions and at the same
time attract resources to foster growth and development along a low carbon emissions
path. There has been a relatively low deforestation rate in Guyana estimated at 0.1% to
0.3% per annum; that is expected to be maintained or reduced in the future depending
on financial incentive provided. Guyana is committed to provide a contribution to ad-
dress the second most important source of carbon dioxide emissions world-wide coming
from deforestation and forest degradation and is estimated at approximately 18% of global
emissions.
The Governments of Guyana and Norway, through a cooperation agreement, have ex-
pressed a willingness to work together to provide the world with a relevant, replicable
model for how REDD-plus can align the development objectives of forest countries with
Phillip Da Silva 209

the world’s need to combat climate change. The initiative will require the development
of capacities for monitoring, reporting and verification (MRV) of forest carbon stocks
and changes. Thus, climate change mitigation activities currently under discussion seek to
encourage the long-term conservation of forests to maintain its current or natural carbon
reservoir, change the impact of human activities in forests to stabilize or increase terrestrial
carbon stocks in the long-term and promote a change in current anthropogenic activities
towards reforestation to increase the terrestrial carbon sink’ (http://www.forestry.gov.gy).

10. A Cry for Help

In today’s world where natural impacts are easily induced and exacerbated by hu-
man activities, mangrove ecosystems have not been spared. Some of the factors that pose
threats to mangroves in Guyana include:

Fires Poor drainage and poor water regime


Clearance for road construction Coastal erosion
Pollution Unsustainable harvesting methods
Clearance for aquaculture Inadequate legislation and limited en-
forcement
Climate change and sea level rise Unclear policy and poorly defined agency
roles
Limited research agenda Poor balancing of development options
Inconsiderate deforestation of mangroves Improper waste disposal

Conservation and management of mangroves in Guyana is in its preliminary stages


and the current programme focuses on mangrove habitat rehabilitation, research and
planning options to identify the most effective means of achieving the sustainable utiliza-
tion and conservation of this resource. The second National Mangrove Management Plan
(2010) is the most recent policy document to address the management and conservation
of mangroves in Guyana. The first one was developed in 2001 and recommended among
other measures the use of multiple approaches for managing mangroves. The NMMAP
(2001) was not as successful as anticipated because of the limited financial and human
resource capacities of key agencies and also mainly because of the approach taken. Man-
grove management was not assigned to one agency but was to be managed by an integrated
group of agencies. These limitations affected proper implementation of the management
plan. Based on the limitations and the need for a new management approach the NM-
MAP (2010) seeks to use a co-management approach which involves greater stakeholder
and community involvement. This approach also incorporates a greater research agenda
to inform decision making in mangrove management and conservation.
A system of collaborative coastal monitoring is another possible means of addressing
resource constraints that hinder effective monitoring in the agencies responsible for mana-
gement of mangroves. There is scope and opportunity for improved interagency collabo-
ration but there must be established protocols with clearly defined responsibilities. Some
of the main agencies currently involved in mangrove management in Guyana include:
210 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

National Agricultural Research Designated Lead Agency for the development, implementation,
Institution management and monitoring of the new national Mangrove Man-
agement Action Plan 2010 – 2012.
Guyana Forestry Commission Overall responsibility for managing State Forests.
Sea and River Defense Division Responsible for both man-made and natural sea defenses. Man-
groves constitute a form of natural sea defense.
Fisheries Division Manages, regulates and promotes the sustainable development of
the nation's fishery resources for the benefit of the participants in
the sector and the national economy.
Environmental Protection Agency Overall management of the environment, coordinating role in
ICZM and the coastal zone.
University of Guyana Education, research and technical advice on issues relating to en-
vironmental and biodiversity issues and mangrove management.
Lands and Surveys Commission, Survey and map land and water resources , to be custodians of
public lands and administer these in the national interest, and to
provide land-based information to public and private sector enti-
ties and interests.
The Central Housing and Planning The CHPA plays a major role in the acquisition and allocation of
Authority (CHPA) of the Ministry lands for housing purposes and urban development; the design,
of Housing and Water, survey and development of schemes on its own and in collabora-
tion with various groups; the regulation of town and country plan-
ning and the management of government public rentals.
Hydrometeorological Service The Department’s general responsibility is to monitor and evaluate
the weather and water resources in Guyana and to actively support
the government in disaster risk management and aeronautical,
water, agriculture, engineering and other agencies for the socio-
economic development of the country. It is the official provider of
weather, water and climate information and related products and
services for Guyana.
National Drainage and Irrigation This is the nation’s apex organization dealing with all public ma-
Board tters pertaining to management, improvement, extension and pro-
vision of drainage, irrigation and flood control infrastructure and
services in declared areas of the country.
Regional Democratic Councils Operates as decentralized offices of central government delivering
(RDCs) and National Democratic services on its behalf. RDCs have an oversight role with regards to
Councils (NDCs) the NDCs. NDCs carry out the responsibilities allocated to then in
the Local Government Act and manage at the local level.

11. What is currently being done to Protect Guyana’s Mangroves?

The overall objective of the NMMAP (2010) calls for renewed activity regarding man-
grove management in Guyana “to respond to climate change and to mitigate its effects
through the protection, rehabilitation and wise use of Guyana’s mangrove ecosystems
through processes that maintain their protective function, values and biodiversity while
meeting the socio-economic development and environmental protection needs in estua-
rine and coastal areas” (NMMAP (2010). The specific objectives of the National Mangrove
Management Action Plan (2010) are:
Phillip Da Silva 211

• To establish the administrative capacity for the management of mangroves in Guyana


• To promote sustainable management of mangrove forest.
• To establish and complete a legal framework for mangrove ecosystem management
which encourages community-based participation.
• To support research and development of Guyana’s mangrove forest
• To develop effective protection and/or rehabilitation of mangrove ecosystems
• To increase public awareness and education on the benefits of the mangrove forests

Since the conception of the mangrove action project, a Mangrove Action Commit-
tee (MAC) has been established. The MAC is made up of stakeholders who represent
inter-agency commitment to the restoration and management of mangroves. The function
of the committee is to oversee the progress towards meeting the goals of the Mangrove
Management Action Plan. Having established its Terms of Reference, the committee will
focus towards maintaining implementation momentum between all agencies (NMMAP,
2010). The future of Guyana’s mangroves is of paramount importance especially with the
looming threat of global climate change. Their loss and reduction can have grave conse-
quences for Guyana, especially the low lying Coastal Plain. Food security in Guyana is also
of paramount importance especially since the most fertile agricultural lands are located
within the low lying coast thus there is the need to pay careful attention to mangroves and
their role in coastal protection of property, infrastructure and agricultural lands. The key
to effective management and conservation of mangroves in Guyana therefore is to first
acknowledge their importance to the livelihoods of coastal communities. A community
involvement approach to mangrove management is therefore relevant and timely. Protec-
ting Guyana’s mangrove resources will require a conscious effort by all Guyanese.

REFERENCES

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FORESTS IN VIET NAM

TRAN HUU NGHI

Summary

Viet Nam is located in Southeast Asia, with a total area of 331,698 km2, a population of
about 86 million (statistical book 2009), and a total forest area of about 13.26 million hec-
tares, and 39.4% forest cover as of 2010 (General Department of Forest, 2011). Forests con-
sist of a wide variety of species, including: broad-leaf monsoon forest; deciduous and semi-
evergreen; conifer; mixed bamboo; limestone forest; and mangrove in coastal area.

1. Introduction

Viet Nam is located in Southeast Asia, with a total area of 331,698 km2, a population
of about 86 million (statistical book 2009), and a total forest area of about 13.26 million
hectares, and 39.4% forest cover as of 2010 (General Department of Forest, 2011). Forests
consist of a wide variety of species, including: broad-leaf monsoon forest; deciduous and
semi-evergreen; conifer; mixed bamboo; limestone forest; and mangrove in coastal area.

1.1 Forest status

According to the Ministry of Agriculture and Rural Development (MARD) as of 2010


the total forest area in Viet Nam is about 13,2 million hectares, and the forest cover is
39.4% of the country’s total land area. Forested areas are concentrated mainly in the up
214 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

land and mountainous area which occupy two thirds of the country. Viet Nam’s forests
contain high degrees of biodiversity thanks to its complex geography the diverse climate.
However, both the quantity and quality of forests have been degraded rapidly in the past
few decades due to overexploitation, inadequate management, and illegal logging. His-
torical changes in forest cover are as reflected in the following chart:

50
45
40
35
30
25 Forest cover %
20
15
10
5
0
1945 1976 1980 1985 1990 1995 1999 2005 2010

Source: General Department of Forestry (GDoF), 2011.

Forest cover declined from 43% in 1945 to 27.8% in 1990, then increased to 39.4%
by the year 2010 thanks to successful government-led afforestation and reforestation
programs, such as the 5 Million Hectare Reforestation Project and the Forest Land
Allocation program.
The total forest volume is about 811.7 million cubic meters, of which 93.4% is from
natural forests and 6.6% from plantation forests, according to the national forest inventory
and monitoring program for 2001-2005. High-volume forests are located mainly in the
central and central highlands regions of the country (GDoF, 2010).

1.2. Forest management system

In Viet Nam land is owned by the state, but the state allocates land to different user
groups (including state-owned companies and local communities) with land-use
certificates based on the revised land law of 2003. The management system of forestland is
also based on the land law and Forest Development and Protection Law of 2004.
The structure of the forestry organization in Viet Nam is established from the central
to the grassroots level with functions and responsibilities based on the set of related laws
and regulations. Government bodies manage all forestry activities and related fields in the
forestry sector. At the national level, the Ministry of Agriculture and Rural Development and
its subsidiary agencies such as the General Department of Forestry (GDoF), Department
of Science Technology and Environment are responsible for overseeing the forestry sector
country-wide. At the provincial level, there are Departments of Agricultural and Rural
Development (DARD) responsible for forestry activities within each province, each of
which reports back to MARD. The system is structured similarly down to the district and
commune level.
Forestland is classified into three categories based on the purpose of its use: production
forests make up about 6.2 million hectares (47.4%) allocated mainly to state-owned
companies and local people; protection forests make up about 4.8 million hectares (36.4%)
and are managed mainly by Forest Protection Management Boards in watershed areas,
Tran Huu Nghi 215

reservoirs, sloping areas, rocky mountains, and coastal areas; and special-use forests make
up about 2 million hectares (15%) for the purpose of research, genetic conservation and
biodiversity conservation in national parks and nature reserves.
Although the government has allocated forestland to local communities, major fo-
rested areas are still managed by state-owned companies and government organizations.
The Forest Land Allocation program has so far shown promising signs for the process
of decentralization of forest management in the early stages of the 2000s; however, cha-
llenges and constraints remain. Excessive bureaucracy, poor cooperation among govern-
ment agencies, and low levels of participation by local people all slow the progress of Fo-
rest Land Allocation. Even so, the program has contributed significantly to rural poverty
alleviation over the past ten years (GDoF, 2011). The following chart shows the result of
forest land allocation as of 2010.

2. Forest development strategy to the year 2020

The primary document governing Viet Nam’s forestry sector is the “Viet Nam Forestry
Development Strategy for 2006 – 2020” (FDS). This is a unique document in the country’s
history, as it represents the first attempt to comprehensively reform the political, social,
legal, and economic framework of the Vietnamese forestry sector. The goals of this policy
are to sustainably increase the contribution of the forestry sector to the nation’s economic
development, while safeguarding its rich biodiversity. This is accomplished through a se-
ries of policies and programs which build on the primary goals of afforestation, reforesta-
tion, and decentralization of land governance structures.

2.1 Achievements and shortfalls in the first 5-year period

In its evaluation of the first 5-year period of implementing the FDS, MARD found that
government objectives were met in two of three overall indicators. According to the sta-
tistics directorate, the rate of increase in forest production value in 2010 was 4.7 percent,
and the combined import-export value of forest products was 3.4 billion USD, both well-
above targets set out at the time of FDS’s promulgation. The current total forest cover of
39.4 percent falls short of growth targets, nevertheless the average annual increase of 0.36
percent over the past five years is a significant achievement (MARD Forest Sector Plan for
2010 – 2015).
The dramatic increase in forest production value is attributable to a steady increase in
the total volume of production forests, at a rate of approximately 150 – 200 thousand ha/
216 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

year. Planting operations of special-use forests have also borne fruit, providing valuable
raw materials for the country’s diversifying forest product export industry. In 2010, pro-
duction forests accounted for 90 percent of the total volume of harvested timber, and total
incidences of illegal logging declined.
Despite these achievements, constraints and shortcomings still hamper further pro-
gress in forestry sector development, particularly regarding forest quality. Certain types
of indigenous tree species which declined in numbers during and immediately after the
French and American wars have not sufficiently recouped their numbers, largely due to
a preference among land managers for faster-growing, heartier tree species. In addition,
the scattered and fragmented nature of forests in many areas has made effective govern-
ance rather difficult. Areas with the worst rates of forest degradation tend to be remote
and underdeveloped, making it difficult for agricultural extension agents and government
officials to monitor.

2.2 The future of Vietnamese forest development

The current policies of forest decentralization, afforestation, and reforestation are still
relatively young, and face issues related to the implementation of a basic framework to
serve as a foundation for further progress. For example, the classification system of Viet-
namese forestland is not well-understood among all forestry sector actors, and progress in
leasing new plots of land for allocation to local communities has been slow. There is also
a disturbing tendency for some government officials to blame marginalized communities,
particularly ethnic minorities, for their own underdevelopment and poor education. The
Vietnamese government has planned steps to ameliorate these issues and is working to
establish a comprehensive and just legal framework, for this is the first step to enabling
further reforms.
While continuing in these directions with renewed vigor, MARD and other related
government agencies will continue to implement educational and capacity building pro-
grams as outlined in the FDS. This is an important step to empowering local communities
and curbing both extreme rural poverty and forest degradation.
One persistent problem for development of Viet Nam’s forestry sector has been a lack
of capital and investment in important projects. This will become a crucial issue in the
near future, as we are likely to see a decrease in contributions to the forestry sector from
both provincial budgets and Official Development Assistance (ODA). With regard to the
latter, the total number of projects has fallen dramatically over the last five years as donors
pull out due to Viet Nam’s rapid pace of economic development.
This has the potential to severely constrain progress in the forestry sector, as ODA ac-
counted for 17 percent of total investment in the forestry sector from 2005 to 2009. It will
thus be crucial for policymakers to make up this gap in funds from other revenue sources.

3. Forest development in the climate change regime

Viet Nam is often cited as among the countries most susceptible to the negative impacts
of global climate change. Major development organizations such as Oxfam International
and the World Bank have expressed concern that climate-change related issues could re-
verse the country’s notable progress in social and economic indicators. National policy-
makers are taking this issue very seriously, and have taken steps to raise Vietnam’s adaptive
Tran Huu Nghi 217

capacity to the effects of climate change through participation in global efforts to combat
climate change, such as UN-REDD+. The scale of the forestry sector as a component of
this effort is still rather small, but there is great potential for future projects in this field.

120 Number of the


108
100 project
83 Amount (mill.USD)
80
60
40
17
20 11 11 9 10
5 3 4 5 7
0
2005 2006 2007 2008 2009 2010

Number of projects and ODA funding volume during 2005 – 2010. Source: GDoF, 2010.

3.1 Government will and preparation

Due to its long coastline and diverse topography, global climate change poses a direct
threat to the integrity of Viet Nam’s natural resources as well as the livelihoods of its
people. Recognizing this grave existential threat to the nation, policymakers have taken
significant steps in recent years to mitigate the impacts of climate change, particularly
for the nation’s poorest, most at-risk populations. The national Climate Change Working
Group was established in 2008, and several comprehensive partnership agreements have
been concluded with countries such as Japan, the UK, and the Netherlands in order to
boost cooperation on this issue.
The government of Viet Nam has also taken steps to adopt the framework of the UN-
REDD programme as a valuable component of the nation’s climate change mitigation
strategy. Formally approved in 2009, the programme is currently in its inception and
implementation phase under the guidance of the Viet Nam REDD Network. Increasing
the REDD-readiness of Vietnam, especially among local forest-dwelling communities,
will be of crucial importance to Viet Nam’s overall climate change mitigation strategy
going forward.

3.2 Forest development scenario

In the near future, the government of Viet Nam plans to take substantive steps to align
the objectives of forest development more closely with the overall goal of mitigating the
effects of global climate change. These will involve a number of initiatives at the national,
bilateral, and multilateral levels, including but not limited to:

• Region-specific projects such as the Coastal Forest Development Programme in


Response to Climate Change, Phase 2010-2015. This programme will consist mainly
of targeted afforestation projects in coastal areas to prevent soil erosion, provide a
habit for more diverse ecosystems, and stimulate local economies where livelihoods
218 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

have been damaged by the effects of climate change.

• Increased cooperation with foreign countries and multilateral aid institutions such as
the Asian Development Bank (ADB). Through such programs as “Forests for Liveli-
hood Improvement in the Central Highlands,” the ADB has contributed to capacity-
building and institutional strengthening in the forestry sector and has also helped
boost Viet Nam’s ties with its regional neighbors.

• In addition to the UN-REDD program, Vietnam is also a signatory to the United


Nations Convention on Combating Desertification (UNCCD), and United Nations
Framework Convention on Climate Change (UNFCCC). The FDS contains measures
to boost participation in these important treaty regimes and thus improve the status of
Vietnam in the world and in the region, while also seeking out new sources of funding
such as the Global Environment Facility (GEF) and Clean Development Mechanism
(CDM).

REFERENCES

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restry Development for 5 years 2011-2015”.
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CAMBIO CLIMÁTICO & AMAZONÍA
CLIMATE CHANGE & AMAZON
MUDANÇA CLIMATICA & AMAZÔNIA
HUMEDALES Y CAMBIO CLIMÁTICO

JUAN ANTONIO NIETO ESCALANTE

Lloa Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)


define como la alteración del clima atribuida directa o indirectamente a la ac-
tividad humana que afecta la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la
variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables; es así
como el incremento en cantidad e intensidad de las actividades humanas se traduce en la
transformación de fenómenos naturales como el efecto invernadero y el cambio climático
natural, convirtiéndose en eventos con fuerte influencia antropogénica, especialmente en
los últimos 50 años. Los efectos más evidentes del aumento de temperatura han sido: la
elevación del nivel del mar, la disminución de las extensiones de hielo y la nieve, tanto en
glaciares de montaña como en los polos.
Así mismo, entre 1900 y 2005 la precipitación ha aumentado especialmente en las
partes orientales del norte de América del Sur, Europa Septentrional, en Asia Septentrio-
nal y central y disminuyó en el Mediterráneo, en el Sahel, en el sur de África y en ciertas
partes del sur de Asia (IPCC. 2007).
Por otra parte, los cambios, que se han observado, en la dinámica de los ecosistemas
terrestres y acuáticos, en los que el aumento de temperatura ha hecho que las condiciones
físicas, químicas y microbiológicas hayan variado, afectan en diferentes grados a las espe-
cies animales y vegetales que estos medios albergan.
Algunos de los ecosistemas más vulnerables son los humedales, se calcula que si au-
menta en 3 °C la temperatura media global, podría haber una pérdida aproximada del
30% de los humedales costeros, así mismo cambios en las dinámicas tróficas por la pérdi-
da de especies. Según Mora et al., 2005, “Todavía existe una gran incertidumbre sobre los
efectos del reciente cambio climático sobre los humedales, no obstante se cree que estos
ecosistemas, por sus características, presentan una elevada vulnerabilidad a variaciones
del clima y fenómenos extremos del tiempo”.
De acuerdo con lo planteado por la Secretaría del Convenio de Ramsar (2000) los hu-
medales son ecosistemas muy importantes que sirven de sumidero de aproximadamente
el 40% del carbono que se genera en el planeta. “Por tal motivo la destrucción de estos
ecosistemas evitaría que grandes cantidades de gases efecto invernadero se transfirieran
a la atmosfera, lo cual aumentaría la capacidad de retener calor por parte de ésta” (Mora
et al. 2005). De igual manera, estos ecosistemas no son sólo sumideros de carbono sino
también de otros compuestos como el metano y por tal motivo son sensibles a los cambios
hidrológicos en el planeta (IPCC. 2008).
Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por
su sigla en inglés), los humedales interiores de agua dulce son los ecosistemas en donde
esta variación tendrá efectos más acentuados, debido a la alteración de la precipitación y
a perturbaciones más frecuentes o intensas como lo son las sequías, tempestades o inun-
daciones. La fauna y la flora pueden verse afectadas en las diferentes etapas de su ciclo
vital por el aumento en la variabilidad de la precipitación, lo cual podría traer consigo la
224 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

disminución en la población de algunas especies o la extinción de éstas.


Por otro lado, se cree que los humedales de agua dulce tendrán una tendencia a la
sequía por las alteraciones en el nivel del agua. De igual manera, en algunas regiones el
aumento de la temperatura favorecerá las crecidas y generará erosión en las cuencas y en
los humedales (IPCC. 2008).
El grado de afectación de los humedales por cambio climático depende de muchos fac-
tores entre los que se pueden encontrar la posición del humedal respecto a la topografía
local y el gradiente de los sistemas freáticos regionales, siendo este último muy importante
ya que puede determinar la variabilidad y estabilidad del almacenamiento de acuosidad
en las zonas climáticas en que la precipitación no es mucho mayor que la evaporación
(IPCC. 2008).
Desde 1974 a nivel mundial se han declarado 1.923 humedales de importancia inter-
nacional con el objetivo de hacer uso racional y mantener las características ecológicas
de estos ecosistemas. El desecamiento, pérdida y terrificación de los humedales hace que
cambien los servicios que estos brindan lo cual afecta el bienestar humano. Los efectos del
cambio climático sobre los recursos de agua dulce podrían afectar al desarrollo sostenible
y poner en riesgo, por ejemplo la reducción de la pobreza y la mortalidad infantil (IPCC.
2007).
En Colombia existe variedad de ecosistemas entre los cuales los humedales son de gran
importancia para la preservación de especies y la regulación hídrica entre otros, por lo
cual Colombia adhirió a la Convención de Ramsar mediante la Ley 357 de 1997, y a la
fecha ha declarado cinco (5) humedales Ramsar, los cuales ocupan 458.525 hectáreas del
territorio nacional. Para el caso del Distrito Capital1, se consideran dentro de la categoría
de Parque Ecológico Distrital de acuerdo al Decreto Distrital 190 de 2004, doce (12) hu-
medales que hacen parte del sistema de áreas protegidas y se ubican en las localidades
de Bosa, Kennedy, Fontibón, Engativa, Suba y Usaquén. Estos ecosistemas en el Distrito
Capital brindan los servicios de hábitat de fauna y flora, lugar de reproducción de especies
de aves endémicas y migratorias, reservorio de biodiversidad, recreación pasiva, valor cul-
tural y en algunos casos puede ayudar a amortiguar inundaciones y depurar naturalmente
el agua.
Entre los impactos y efectos del cambio climático en Bogotá D.C., se destaca entre otros
los relativos a su mayor riqueza natural, los humedales y su biodiversidad, particularmente
vulnerable a causa de la presión y la fragmentación a que se ven sometidos estos ecosis-
temas por efecto de la densidad de población y la intensidad de los usos, que reducen su
capacidad natural de adaptación. Dado que sus atributos y funciones son reconocidos
como fundamentales en el equilibrio ecológico y ambiental global, ya que son el hábitat
de muchas especies de fauna y flora, y elementos vitales en la estructura ecosistémica, so-
ciocultural y económica de las ciudades y naciones del mundo, resulta necesario adoptar
medidas de mitigación y adaptación directamente relacionada con este fenómeno.
Razón por la cual y en el marco de los instrumentos y acuerdos voluntarios y de man-
dato, instituidos desde 2008 en la ciudad y bajo la premisa de que la estrategia de ciudad
frente al Cambio Climático se articula sobre dos áreas específicas: 1). actuaciones de miti-
gación de emisiones y 2). Estrategia de adaptación para minimizar los impactos negativos
producidos por el Cambio Climático. La secretaría Distrital de Ambiente como paso pre-
vio a estas actuaciones inició la construcción de la línea base de las emisiones y emisores
de Gases Efecto Invernadero -GEI, así como la captura de carbono, adoptando las direc-
trices metodológicas del IPCC, revisión 2006; acogiendo como año base referente el 2008.
Juan Antonio Nieto Escalante 225

Las emisiones GEI y la captura del carbono del ecosistema humedales se contabilizaron
según la metodología IPCC en el módulo de Agricultura, Silvicultura y Usos del suelo
- ASUS, para el periodo, 2008 en la categoría de tierras y la subcategoría humedales; la
cual incluye todo tipo de tierras que estén cubiertas o saturadas por aguas todo el año o
la mayor parte y que no entran en las categorías de Tierras forestales, Tierras de cultivo o
Pastizales. Los humedales gestionados se limitan a aquellos en los que el nivel freático se
modifica artificialmente, los creados por la actividad humana.
Se obtuvo como resultado de emisiones de CO2eq. 3.905 toneladas, lo que representa
el 0,1566% del total de las emisiones del módulo de ASUS que fue de 2.492.347 tCO2eq.,
donde se tuvieron en cuenta los humedales que cuentan con mayor información, para la
aplicabilidad de la metodología seleccionada para su cuantificación, así: Suba, Engativá,
Fontibón, Kennedy, Usaquén y Bosa.
En la última década el Distrito ha aumentado su inversión tanto en recursos físicos
como financieros para la recuperación, administración y manejo de estos ecosistemas.
Con este esfuerzo se requiere dar continuidad a las acciones con el fin de garantizar la
supervivencia de estas áreas de especial interés ecológica y ambiental y contribuir en el
entorno urbano en la mitigación de impactos propios de una urbe densamente poblada.
Es de vital importancia que en el Distrito siga realizando acciones para la protección
de los Parques Ecológicos Distritales de Humedal, adoptando decisiones intersectoriales
donde la planeación de estos se aborde desde un enfoque integral donde no sólo se mire
al humedal como un ecosistema, si no que éste se planee a nivel de cuenca. Para ello es
necesario que las diferentes entidades púbicas y privadas que tengan que ver directa o
indirectamente con estos ecosistemas trabajen en armonía y cumplan tanto con sus obli-
gaciones como con los compromisos adquiridos para la gestión integral de estos ecosis-
temas.
Actualmente en el marco de las acciones directas sobre cambio climático de la Secre-
taría Distrital de Ambiente (SDA) y para la subcategoría de humedales se construyen los
escenarios de emisiones A2 y B2 según IPCC para la formulación de los lineamientos del
Plan Distrital de Mitigación y Adaptación la estrategia y acciones para este ecosistema, en
caso de que la inacción y aplicación de escenarios incrementen las emisiones de GEI.

BIBLIOGRAFÍA

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Inventario de Emisiones de Gases Efecto Invernadero, Bogotá, año base 2008 (Docu
226 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

mento de trabajo)

NOTAS

1 Bogotá es una de las pocas ciudades del mundo atravesada por humedales y el impacto del cambio
climático, es la principal amenaza para dichos ecosistemas.
CAMBIO CLIMÁTICO Y EL BOSQUE AMAZÓNICO

PHILIP M. FEARNSIDE

Resumen

La selva amazónica se enfrenta a serias amenazas para su sobrevivencia debido a los cam-
bios globales proyectados los cuales convirtieran a la Amazonía en una región más caliente
y seca. Este efecto es mucho más intenso en simulaciones de clima global usando modelos
que incluyen la conexión entre el calentamiento del agua en el océano Pacifico y la ocur-
rencia del fenómeno El Niño.Eventos como los incendios en Roraima en 1997/1998 y 2003
indican que la conexión con El Niño es real. Los impactos son peores en modelos que inclu-
yen las retroalimentaciones bioesfericas, como son la muerte del bosque y el calentamiento
de los suelos llevando a la emisión de carbono que, a su vez, calienta más el clima y destruye
más bosque. Una amenaza climática que antes no era apreciada se reveló posteriormente en
el 2005, cuando una sequía devastadora afecto a la Amazonía. Este tipo de sequía se debe
a un gradiente de temperatura del agua superficial del mar entre el Atlántico Norte y el del
Atlántico Sur, que forma parte de una oscilación que se esta intensificando. La formación
de la mancha de agua caliente en el Atlántico Norte se esta agravando debido a la reducción
de las cargas de aerosol sobre el mar en esta área, situación que debe intensificarse en las
próximas décadas como resultado de la continuación del calentamiento global. La concre-
ción o no de un escenario de este tipo depende de decisiones humanas sobre la limitación
de las emisiones de gases de efecto invernadero, tanto de la quema de combustibles fósiles
como del continuar la deforestación. Brasil es uno de los países que perdería más con el
calentamiento global, a partir del impacto sobre su propia selva amazónica.

1. Predicciones de Modelos de Clima

Ddos
iferentes modelos climáticos producen una gama extensa de resultados relaciona-
con el futuro del clima en la Amazonía. Un modelo en particular, el modelo del
Centro Hadley, del Centro de Meteorología del Reino Unido, indica un cambio catastró-
fico para un clima más seco y caliente en la Amazonía, daría como resultado la muerte
de casi toda la selva hasta 2080 (Cox et al., 2000, 2004). En la época del Cuarto Informe
de Evaluación (AR-4) del Panel Inter-gubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de
2007, otros modelos indicaban que la Amazonía se haría significativamente más seca, en-
tre éstos el modelo del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAR), de los
EEUU, y el modelo ECHAM del Instituto Max Planck, de la Alemania. Algunos modelos,
como el del CSIRO, de Australia, no indicaban ningún cambio en la Amazonía, mientras
otro modelo, del Laboratorio Geofísico de Dinámica de Fluidos (GFDL), en los EEUU,
indicaba más lluvia en la Amazonía (veáse Kundzewicz et al., 2007, p. 183). Se atrinuía
el aumento de la lluvia en la Amazonía en el modelo del GFDL a un error en el mode-
lo, el cual ya fue arreglado (S.M. Griffies, comunicación personal, 2009). Así mismo, los
resultados son bastante variados, y es importante evaluar los diferentes modelos para el
propósito específico de poder representar el clima futuro en la Amazonía, así como tam-
228 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

bién considerar la mejor manera de poder interpretar para la política el significado de la


incertidumbre restante.
Los resultados catastróficos del modelo del Centro Hadley fueron publicados por
primera vez en la revista Nature en 2000. Es extremamente inquietante que en diez años
de trabajo intensivo de varios grupos de investigación no se haya identificado un error
específico que invalidaría este resultado, aunque los resultados de los otros modelos sean
comparativamente menos catastróficos. Es tranquilizador el hecho de que el modelo Had-
ley indique que el clima actual en la Amazonía es más caliente y más seco, es decir, el
clima real que predomina al día de hoy (Cândido et al., 2007). Esto significa que, probable-
mente, son exagerados también los valores numéricos para la simulación de temperatura
y la sequedad en el clima futuro. Sin embargo, en dicha simulación del comportamiento
del clima del futuro se va más allá de los limites de tolerancia para los árboles de la selva
amazónica, así sean obedecidos por cambios menos extremos como lo indica el pronós-
tico según las simulaciones. De todas maneras, estos cambios también causarían una gran
mortalidad.

2. El Niño y el efecto Invernadero

La pregunta central al respecto de los resultados del modelo del Centro Hadley para
la Amazonía es si su representación de los efectos del fenómeno El Niño son correctos.
En este modelo, la continuación del calentamiento global lleva al sistema climático a per-
manecer en un “El Niño permanente”, generando severas sequías y altas temperaturas en
la Amazonía. Solamente parte de esta secuencia es mostrada por otros modelos.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climática (IPCC) observó en su Segundo
Informe de Evaluación, de 1995, que la frecuencia de eventos El Niño fue mucho más alta
desde 1976 en comparación con los años anteriores, lo cual arrojó una diferencia estadís-
tica altamente significativa (Nicholls et al., 1996, pág. 165). Eventos recientes, como los
Niños de 1997 y 2003, causarían importantes impactos en la Amazonía.
El Cuarto Informe de Evaluación del IPCC (AR-4), de 2007, concluyó que al conti-
nuar el calentamiento global éste conduciría a la formación de “condiciones tipo El Niño”
(Meehl et al., 2007, pág. 779). Esto se refiere a las aguas superficiales más calientes en el
Océano Pacífico, que es el detonante para que se dispare el fenómeno del El Niño. Sin em-
bargo, el informe del IPCC observa que varios modelos de clima aún no concuerdan en
una conexión entre el calentamiento global y El Niño en sí (Meehl et al., 2007, pág. 780).
Esto se refiere a las sequías e inundaciones en diferentes localidades alrededor del mundo.
Desgraciadamente, sabemos de forma directa que las condiciones fenómeno del Niño
conducen a las sequías e incendios forestales en la Amazonía; ésta no es una conclusión
que depende de los resultados de modelos climáticos. Las sequías del fenómeno de El
Niño en 1982, 1997 y 2003 son ejemplos que son recordados por la mayoría de las perso-
nas en la Amazonía. El gráfico de las temperaturas de la superficie del mar en el Océano
Pacífico (Hansen et al., 2006; McPhaden et al., 2006) es un retrato perfecto de los eventos
de sequía que se produjeron en la Amazonía. La ilustración usada por Al Gore en su
película “Una Verdad Inconveniente” es altamente pertinente. De la misma manera que
los continentes de África y de América del Sur se ajustan demasiado para ser una coin-
cidencia, los gráficos de CO2 atmosférico y de temperatura global son un espejo uno del
otro, también se puede considerar que debe haber una relación entre estos dos. Lo mismo
se aplica para temperatura de la superficie del mar en el Pacífico y las sequías amazónicas.
Philip M. Fearnside 229

Esto significa que una tabulación simple de los resultados de diferentes modelos de clima
no es suficiente. Si un modelo muestra el agua superficial calentándose en el Pacífico, y
no sucede nada en la Amazonía, entonces significa que hay algo que esta fallando en el
modelo, no es que estemos más seguros en la Amazonía.
El Niño es un fenómeno que es difícil de representar en modelos de circulación glo-
bal (GCMs), en parte por causa de la resolución espacial aproximada (“grosera”) que es
dictada por la capacidad de procesamiento de la mayoría de los supercomputadores de
hoy. Sin embargo, es inquietante que el Simulador de la Tierra, un complejo enorme de
computadores en Yokohama, Japón, también produzca resultados catastróficos cuando
es programado con una perspectiva física del clima semejante a la del modelo del Centro
Hadley. Los picos de temperatura en la Amazonía central de más de 50°C se harían co-
munes a partir de 2050 en escenários business-as-usual. El Simulador de la Tierra repre-
senta el planeta en células grandes (“pixeles”) de 10 × 10 km, cuando otros computadores
que ejecutan GCMs usan células grades de aproximadamente 300 × 300 km.
El Niño produce un padrón de inundaciones y sequías alrededor del mundo, con in-
tensas lluvias en la costa del Perú, sequía en la parte Norte de la Amazonía (por ejemplo,
el causante del Gran Incendio de Roraima de 1997-1998), e inundaciones en el Estado
de Santa Catarina, sequías en Borneo (que también provocó incendios en 1997-1998),
sequía en Etiopia (que mató más de 200,000 personas en 1982) y la ola de calor en Eu-
ropa (que mató aproximadamente 40,000 personas en 2003). Lograr un modelo de clima
para representar todos estos efectos simultáneamente cuando el agua del Pacífico calienta
es una tarea difícil, y esta dificultad se explica porque los modelos son diferentes actual-
mente y por eso no se corresponden entre sí. Sin embargo, desde el punto de vista de la
sequía amazónica, solamente necesitamos representar esta parte del padrón global correc-
tamente, y no el resultado en todos los otros impactos locales que también son afecta-
dos por El Niño. En esto, el modelo del Centro Hadley hace la mejor reproducción de la
conexión entre agua caliente en el Pacífico (i.e., “condiciones tipo El Niño”) y las sequías
amazónicas. Entre los 21 modelos testados para interpretar la capacidad para el Proyecto
en Conjunto de Inter-Comparación de Modelos (CMIP2), el modelo del Centro Hadley
fue clasificado en primero lugar (vea Cox et al., 2004).

3. Oscilación Atlántica

Una amenaza climática que antes no era apreciada se reveló en 2005, cuando un perio-
do de sequía devastador golpeó la Amazonía. Los caudales en los afluentes del lado Sur
del Río Amazonas fueron tan bajos que las embarcaciones no pudieron navegar en los
ríos, y comunidades riberiñas quedaron aisladas de hospitales y otros servicios esenciales.
También la serie de incendios forestales que arrasaron el Estado de Acre y partes vecinas
del Estado de Amazonas,fue un evento sin precedentes (Brown et al., 2006; Vasconcelos
& Brown, 2007). La foresta perdió biomasa por causa de la disminución del crecimiento
y del aumento de la mortalidad de árboles (Phillips et al., 2009). El año de 2005 no fue un
año de El Niño: el agua más caliente de lo normal no estaba en el Pacífico, sino que tam-
bién había agua caliente en la parte Sur del Atlántico Norte y, almismo tiempo, agua fría
en la parte Norte del Atlántico Sur. El agua caliente en el Atlántico Norte aportó energía al
Huracán Katrina, que golpeó la ciudad de Nueva Orleans en ese año. También contribuyó
en la sequía de la Amazonía por causar una mayor subida de aire caliente cuando la Zona
de Convergencia Intertropical (ITCZ) se encontraba sobre el área de agua caliente. El aire
230 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

en la ITCZ sube hasta una altitud de aproximadamente 1800 m, se divide en flujos para el
Norte y para el Sur, y entonces se mueve en el sentido de los polos aproximadamente 30º
de latitud antes de descender al nivel del suelo y retornar para el Ecuador en baja altitud,
formando la célula de Hadley. Cuando el aire sube, su contenido de humedad se condensa
y cae como lluvia, y después, cuando el aire baja al nivel del suelo, es seco, y reseca el área
alcanzada por el aire descendiente. Con más aire caliente y húmedo subiendo en la ITCZ
en 2005, hubo también más aire frío y seco descendiente 30º más al Sur. Con el gradiante
de temperatura entre el agua caliente en el Atlántico Norte y el frío en el Atlántico Sur,
la ITCZ fue jalonada más al Norte que lo habitual y, en la época del año cuando el movi-
miento estacional de la ITCZ estaba cerca de su extremo Norte, el aire seco estaba descen-
diendo sobre las nacientes de los afluentes del Río Amazonas, del lado Sur de la cuenca
(e.g., Fearnside, 2006; Marengo et al., 2008).
El agua caliente del Atlántico Norte en 2005 fue el resultado combinado de varios fac-
tores. Uno era la Oscilación Multi-Decadal del Atlántico (AMO), que produjo agua más
caliente que la media en esta área en intervalos de aproximadamente 40 años. Sin em-
bargo, esta oscilación explica, en el máximo, 11% de la anomalía de temperatura en 2005,
en cuanto que 50% del aumento de la temperatura podrían ser directamente atribuidos
al calentamiento global (Trenberth & Shea, 2006). Hubo también una contribución in-
directamente conectada al calentamiento global, de 22%, proveniente de vestigios de un
período de El Niño en los años anteriores. Además, la reducción de la carga de aerosoles
atmosféricos sobre el Atlántico produjo una menor protección de esta área de océano
contra la radiación solar. La carga de aerosoles está disminuyendo tanto debido a la reduc-
ción de la contaminación atmosférica industrial en Europa y América del Norte (Cox et
al., 2008) como también debido a la reducción de la carga de polvo oriundo de la África
(Evan et al., 2009). Las cargas reducidas de aerosol son responsables del 69% de la ten-
dencia ascendente en la temperatura de la superficie del mar en esta región entre 1985 y
2005, período en que la temperatura del agua aumentó en 0.6ºC (Evan et al., 2009). Esta
reducción de aerosol es consistente con los resultados de los modelados de calentamiento
global, que indican que la duplicación del CO2 atmosférico pre-industrial (prevista para
ocurrir en 2070, o antes, presumiendo emisiones en los niveles de business-as-usual) re-
duciría la cobertura de polvo sobre el Atlántico en 40-60% y aumentaría las temperaturas
da superficie del mar en 0.3 a 0.4°C adicionales (Mahowald & Luo, 2003).
El gradiente Norte-Sur de temperatura en el Atlántico está significativamente corre-
lacionado con las lluvias en la porción Sudoeste de la Amazonía y, en 2005, tanto el gra-
diente en el Atlántico como la sequía en el sudoeste de la Amazonía llegaron hasta niveles
extremos (Cox et al., 2008). Resultados del modelo del Centro Hadley indican un au-
mento enorme en la amplitud del gradiente de temperatura en el Atlántico y en las sequías
asociadas en la Amazonía, si las emisiones de gases de efecto invernadero continuasen su
rumbo actual (Cox et al., 2008). Los resultados de simulación indican que la probabilidad
de una sequía tan grave como la de 2005 fue del 5% (1 año en 20) en 2005, pero esto au-
mentaría para 50% (1 año en 2) hasta 2025 y 90% (9 años en 10) hasta 2060. La probabili-
dad de ocurrencia de estas sequías se dispara si la concentración atmosférica de CO2 fuera
superior a 400 partes por millón por volumen (ppmv), un nivel solamente poco superior
al nivel de 2010 de 390 ppmv. Las concentraciones atmosféricas de CO2 están aumen-
tando en cerca de 2.4 ppmv al año. En 2010 una segunda sequía causada por la oscilación
atlántica, junto con el fenómeno del El Niño, llevó a incendios y a un nivel de los más bajos
que se haya registrado del río Negro (Lewis et al., 2011).
Philip M. Fearnside 231

4. Sabanización de la Amazonía

La perdida de grandes áreas de bosque amazónico debido a los cambios climáticos no


depende del modelo del Centro Hadley pero es la mejor representación del futuro del
clima. Salazar et al. (2007) testaron 15 modelos diferentes para las implicaciones relacio-
nadas con la “sabanización” en la Amazonía. Más del 75% de los modelos indican que una
franja que hoy es bosque a lo largo de las latitudes Este y Sur de la región será climatica-
mente inadecuada para el bosque hasta 2100, llevando a la substitución de árboles por
otro tipo de vegetación, generalmente denominado como “sabana”. Al menos 25% de los
modelos indican un cambio de este tipo en toda la parte de la región amazónica al Este de
Manaos. El modelo del Centro Hadley, es claro, mostraría que la sabanización ocurriría en
toda el bosque amazónico brasileño en este tiempo.
Los varios modelos de clima, inclusive el modelo del Centro Hadley, omiten varios pro-
cesos críticos que pueden hacer que los eventos reales sean más desastrosos que aquellos
indicados por los modelos. Los modelos solamente muestran los efectos del calentamien-
to global, pero el bosque amazónico está sujeto a otros factores de tensión. El más obvio
es la deforestación directa, con tala de árboles por moto-sierras en lugar de muerte por
falta de agua. Esto no solamente elimina los árboles que son derribados directamente, sino
que también contribuye con los otros cambios climáticos a reforzar las mismas tendencias
relacionadas con las característica de un clima más caliente y más seco para el resto del
bosque, por lo tanto contribuyen con la muerte del bosque como un todo. La perdida de
árboles reduce la evapotranspiración, reduciendo la lluvia sobre el resto del bosques (e.g.,
Lean et al., 1996). Dos recientes simulaciones indican que la perdida continua de bosque
conduciría a un clima más caliente y más seco en el resto de la región (Foley et al., 2007;
Sampaio et al., 2007). Si la deforestación continua los parámetros espaciales proyectados,
consideran una caída abrupta de la cantidad de lluvia en la estación seca, la cual ocurriría
después de que la deforestación llegue al 40% (Sampaio et al., 2007). Hasta el 2009, la de-
forestación había eliminado el 18.6% del bosque original en la Amazonía brasileña (Brasil,
INPE 2010). La estación seca es el período crítico del año, es decir, cuando árboles pueden
morir por falta de agua.
Los incendios forestales representan una gran amenaza para los bosques amazónicos
y, son omitidos por los GCMs como el modelo del Centro Hadley. Especialmente en los
años en los que se produce el fenómeno del El-Niño, donde el fuego pueden moverse
por el sub-bosque de la selva, matando grandes árboles. En el Gran Incendio de Roraima
de 1997-1998, una área calculada en 11-13,000 km2 de bosque fue quemada (Barbosa &
Fearnside, 1999). Áreas grandes de bosque también se quemaron en el Estado de Pará
(Alencar et al., 2004, 2006; Cochrane et al., 1999). Los árboles muertos por el fuego sumi-
nistra combustible para fuegos subsecuentes, así se conduce a procesos de retroalimenta-
ción positiva que destruyen el bosque completamente a lo largo de un período de varios
años (e.g., Nepstad et al., 2001). Una vez que el cambio de clima aumente la frecuencia y la
severidad de los incendios, el bosque podría morir más rápidamente de lo que los mode-
los indican. Un estudio reciente indica que la pérdida significativa de bosque causado por
incendios antes de 2030 se sustenta bajo la suposición optimista de que los patrones de
clima de los últimos 10 años continuaran inalterados (Nepstad et al., 2007). Los actuales
padrones de variación climática en la Amazonía implican en riesgo para grandes áreas de
bosque (Hutyra et al., 2005; Nepstad et al., 2004). El riesgo de incendios aumenta mucho
con los cambios climáticos previstos en este siglo (Justino et al., 2011).
232 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

AGRADECIMENTOS

Este texto es una traducción abreviada y actualizada de Fearnside (2009). Las investi-
gaciones del autor son financiadas por el Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia–
INPA (PRJ13.03) y el Conselho Nacional do Desenvolvimento Científico e Tecnológico–
CNPq (305880/2007-1; 573810/2008-7). Karina Moreyra hizo comentarios.

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SOCIEDADES TRADICIONALES EN AMÉRICA LATINA: SOLUCIONES A LA
LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO, LA DEGRADACIÓN AMBIENTAL
Y LA PÉRDIDA DE BIODIVERSIDAD DESDE LA INTERCULTURALIDAD

TONI JIMÉNEZ LUQUE

Resumen

Hoy en día vivimos una grave crisis medioambiental que está afectando a millones de perso-
nas en todo el planeta y que en gran medida ha sido motivada por un modelo de desarrollo
que se sustenta en una lógica de dualismo occidental, en la que la naturaleza no forma parte
del ser humano y debe ser explotada sin límite. Sin embargo, existen otras cosmovisiones en
el mundo que rompen esa idea y que deben ser visibilizadas con urgencia porque, además de
tratarse de una cuestión de justicia, son posibles soluciones a nuestra crisis ambiental actual.


1. Introducción

Ellacambio climático en América Latina y el Caribe es una de las principales causas de


degradación ambiental que sufre la región y que a día de hoy afecta a 600 mi-
llones de habitantes que experimentan ya de manera dramática sus efectos: sequías o i-
nundaciones, derretimiento de glaciares, aumentos de temperatura, nuevas plagas agrí-
colas y enfermedades, etc. Según el informe “Cambio climático y desarrollo en América
Latina y el Caribe: una reseña”, publicado a inicios de 2009 y coordinado por el investiga-
dor chileno José Luis Samaniego, las emisiones de gases de efecto invernadero en la región
fueron equivalentes al 11,78% del total mundial en el año 2000, y lo que distingue a la
región es la gran contribución a las emisiones por pérdidas en la cubierta forestal debido
a la expansión de la frontera agropecuaria. Paradójicamente, América Latina y el Caribe
contribuyen poco a la generación de emisiones, pero es, y todavía lo será más, una de las
regiones de mayor vulnerabilidad por estar localizada dentro de una franja de huracanes
y tener numerosos Estados insulares y zonas costeras bajas; por depender de los deshielos
andinos para suministro de agua a los sectores urbano y agrícola; y por estar expuesta a
inundaciones e incendios forestales. Esta crisis ambiental, unida a otros problemas me-
dioambientales como son la contaminación del aire y el agua con desechos industriales, o
la destrucción de los bosques para la producción de agrocombustibles, ha irrumpido en
la vida actual provocando graves conflictos y una total transformación del tejido social
que se traduce en el desplazamiento forzado de personas; la agudización de la pobreza; la
erosión cultural y lingüística de sociedades tradicionales; la crisis alimentaria y la escalada
de conflictos violentos.

1.1 Desplazados ambientales

Como consecuencia directa del cambio climático, hoy en día nos encontramos en
todas partes con comunidades, pueblos y naciones que se enfrentan a la perspectiva de
una emigración forzada.Por otro lado, la modificación dramática del ambiente causada
236 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

por procesos de degradación (desertificación, pérdida de biodiversidad, contaminación


de aguas, etc.) o por grandes obras de infraestructura (grandes presas, autopistas, insta-
lación de cinturones industriales, etc.) sitúa a las comunidades indígenas, a las culturas
minoritarias y a las sociedades tradicionales en general, en situaciones críticas.De aquí
se ha derivado una problemática que, a medida que la degradación ambiental aumenta,
será imparable a nivel mundial. Estamos hablando del fenómeno de los refugiados am-
bientales, un problema muy grave que supone la pérdida de lo que podríamos definir
como “etnodiversidad”1. Los pueblos desarrollan su cultura en función del medio en el
que viven. De esta manera, si están obligados a cambiar de medio muere su cultura con
todo lo que ello comporta. Muchas comunidades y pueblos autóctonos poseen un saber
y una cultura profundamente anclados en su ambiente que, con la emigración forzosa,
desaparecerían para siempre de forma irreparable. Y no se trata únicamente de que lo que
representa esta pérdida para la humanidad es la muerte de una cultura singular y única,
sino también de una cuestión de justicia. Porque son claramente las emisiones de gases de
efecto invernadero a escala planetaria, y no un accidente natural o fatalidad cualquiera, lo
que está conduciendo a la desaparición de pueblos que, en su gran mayoría, prácticamente
no contribuyen de ninguna manera al calentamiento.

1.2 Pérdida de biodiversidad

El término biodiversidad se refiere a la variedad de organismos vivos que es esencial


para sustentar los sistemas que nos brindan agua, alimentos, aire puro y combustibles.
Los seres humanos dependemos de esa biodiversidad y tenemos el poder de protegerla o
destruirla. Actualmente, nos encontramos ante la mayor crisis de extinción desde que los
dinosaurios desaparecieron del planeta hace 65 millones de años. Y esta extinción actual
se debe en gran parte a actividades humanas: cambio climático, destrucción de hábitats,
sobreexplotación agrícola, contaminación, propagación de especies invasoras, etc. Hasta
los alimentos de los que dependemos están hoy amenazados por esta crisis de extinciones.
Esa diversidad de plantas y animales que es tan importante para nuestra existencia es el re-
sultado de siglos de domesticación, cría y mejora de razas animales o de cultivos de varie-
dades vegetales que aseguran una dieta nutritiva, son muy productivas, resistentes a plagas
y enfermedades, o poseen la capacidad de soportar condiciones climáticas muy adversas.
El ser humano, a fuerza de confundir la utilización de la naturaleza con su depredación,
destruye lo vivo cada vez a mayor velocidad. Las tasas actuales de extinción de especies,
comparadas con las que se registraban en los tiempos geológicos antiguos, son de 100 a
1.000 veces superiores2. Así que, en vista de este panorama actual, y teniendo en cuenta
que la definición de biodiversidad biológica dice que consiste en “la variedad de orga-
nismos vivos que es esencial para sustentar los sistemas que nos brindan agua, alimentos,
aire puro y combustibles” y que “los seres humanos dependemos de esa biodiversidad”
¿alguien piensa que, de seguir por este camino, existe un futuro en la Tierra para las próxi-
mas generaciones?

2. Amenazas medioambientales sufridas por las sociedades tradicionales

Hoy en día, las sociedades tradicionales están en la primera línea del cambio climático.
Viven en lugares del mundo donde el impacto de éste es mayor y dependen en gran parte,
o exclusivamente, del medio ambiente natural para su medio de vida, su cultura y sus vi-
Toni Jiménez Luque 237

das, por lo que son los más vulnerables a sus efectos.


De la misma manera, estas sociedades, que son quienes menos han contribuido al cam-
bio climático y, por el contrario, los más afectados por éste, se enfrentan en la actualidad
a nuevas amenazas que, paradójicamente, en nombre de la lucha por detenerlo, está vio-
lando sus derechos y destruyendo su territorio.

Entre las principales destacan las siguientes:

• Biocombustibles: Éstos se están promoviendo como una fuente de energía “verde”


alternativa a los combustibles fósiles, pero mucha de la tierra destinada a cultivarlos es
la tierra ancestral de pueblos indígenas3, campesinos y afrodescendientes;
• Energía hidroeléctrica: Ésta ha sido señalada como una fuente principal de energía al-
ternativa a los combustibles fósiles, pero la construcción de grandes presas hidroeléc-
tricas en nombre de la lucha contra el cambio climático está destruyendo las tierras
de indígenas, campesinos y afrodescendientes, y expulsando a la gente de sus hogares;
• Conservación de la selva: con el fin de “contrarrestar los estragos” del calentamiento
global y salvar la selva se está obligando a muchas comunidades indígenas y afrodes-
cendientes que viven allí de manera sostenible a abandonar lo que ha sido su hogar
durante cientos de años;
• Compensación de las emisiones de carbono: En los esfuerzos por detener la defores-
tación se han propuesto varios programas conocidos como “Reducción de Emisiones
Derivadas de la Deforestación y la Degradación Forestal” (REDD), con el principio
básico de animar a los países “en vías de desarrollo” a que protejan sus bosques a cam-
bio de que los países “desarrollados” les paguen4.

Sin lugar a dudas, habrá que estar atentos a estas nuevas amenazas (y a las antiguas) que
se ciernen sobre las sociedades tradicionales y tener claro que aquellas medidas para miti-
gar el cambio climático que, tanto de manera directa como indirecta, les afecten, deberán
implicar completamente a éstos y reconocer y respetar sus derechos según recoge el Dere-
cho Internacional, y en especial el derecho a la propiedad de su tierra y su derecho a dar
o no su consentimiento a los proyectos que se piensen ejecutar en sus territorios. Como
hemos podido observar, hasta el día de hoy solamente se están proponiendo soluciones
para luchar contra el cambio climático que actúan con la misma lógica que nos ha llevado
a esta situación, es decir, la lógica imperante del crecimiento sin fin, el sistema mercanti-
lista donde todo puede ser comprado y vendido, y acciones tecnológicas que simplemente
suponen soluciones parciales y superficiales al problema de fondo. De esta manera, los
acuciantes problemas ambientales a los que se enfrentan el mundo y sus habitantes no
estarán efectivamente resueltos hasta que instituyamos otra forma de interacción de los
seres humanos con la naturaleza, modificando la forma en que tomamos decisiones sobre
cuánto y cómo producimos. O dicho de otra manera, necesitamos una nueva conciencia
global que tome en cuenta las necesidades humanas fundamentales, y que cree condi-
ciones justas y sustentables para generaciones presentes y futuras. Ha llegado la hora de
rechazar la idea de que el progreso tiene un precio.
Y algo que se ha construido se puede deconstruir, y para cambiar esta situación no
partimos de cero, sino que contamos con la sabiduría tradicional de aquellos pueblos cuya
cosmovisión fue invisibilizada durante siglos y que simplemente se trataría de rescatar y
darle voz. Estamos hablando de la sabiduría ancestral de las culturas tradicionales: indíge-
238 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

nas, afrodescendientes y campesinos.

3. Sociedades tradicionales: una cosmovisión de respeto por la vida y la naturaleza

Las sociedades tradicionales parten del cuestionamiento del concepto de desarrollo


dominante y proponen avanzar hacia un concepto de sociedad armónica entre la natu-
raleza y la cultura, mediada por relaciones de reciprocidad, equidad social, respeto, en la
que se permita, establezca y garantice una participación activa y plena de los pueblos en
las decisiones de la vida económica, social y política. En definitiva, proponen un cambio
radical en el modelo productivo y de consumo: Se debe cambiar el sistema no el clima.
Las sociedades tradicionales parten del principio de la integralidad como elemento que
garantiza la vida, por eso nada está suelto, es un tejido equilibrado que armoniza la vida en
todo su conjunto. Si algo se rompe genera un desequilibrio y, por tanto, se coloca en riesgo
a la vida El desarrollo significa aprender a caminar con los demás en el marco del respeto
mutuo, y también implica que la producción y los desarrollos tecnológicos se sustenten
en el respeto por el planeta, por lo sagrado, por el río, por todos los seres vivos, por los
primeros habitantes de estas tierras, por nosotros mismos.
De esta manera, su propuesta es la de fortalecer las alternativas que desde América
Latina y el Caribe se construyen, rechazando el modelo económico dominante que genera
la crisis actual y uniendo los esfuerzos hacia un modelo de vida en equilibrio e integrado.
En este sentido, entre otras ideas se hace énfasis en las siguientes5:

• Los países llamados desarrollados y emergentes deben cambiar sus modelos económi-
cos de desarrollo, los patrones de consumo y el sistema de vida;

• No sólo se debe considerar la reducción del riesgo de los impactos del cambio climáti-
co sino también la erradicación de la pobreza, la equidad de género, el empleo justo,
el respeto a la sabiduría tradicional, y la reducción del deterioro de la biodiversidad;

• Una reducción inmediata de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países
industrializados de 40% respecto de 1990 para 2020, así como el reconocimiento y
pago de la deuda generada por el consumo excesivo del espacio atmosférico y los efec-
tos sobre las poblaciones afectadas;

• Una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, que en su contenido


contemple los derechos, deberes y obligaciones fundamentales de los seres humanos
con la Madre Tierra y el Consejo Global de Defensa de los Derechos de la Madre
Tierra;

• Un referéndum mundial de los pueblos sobre el cambio climático;

• El Tribunal Ético para el cambio climático o Tribunal de Justicia Climática que juzgue
crímenes climáticos y con capacidad vinculante de juzgar y sancionar a los Estados y
a las empresas que contaminen y provoquen el cambio climático.

• Que se transfiera el gasto de las guerras para defensa del Planeta Tierra;
Toni Jiménez Luque 239

4. Sociedades tradicionales: El enfoque agroecológico

La agroecología es una ciencia que incluye a diversas disciplinas y que se nutre de la


experiencia y del saber milenario de sociedades agrícolas tradicionales que la agricultura
moderna (cosmovisión occidental mercantil) invisibiliza, margina, excluye y desarticula,
por no encontrarse dentro de sus intereses. Dicha ciencia constituye un nuevo paradigma
para el desarrollo rural y sostenible de nuestras sociedades.
De esta manera, y dentro del contexto de una estrategia de desarrollo, la agroecología
practicada por las sociedades tradicionales es esencial para optar por sistemas equitativos,
sostenibles y productivos, y su enfoque integra y permite operar en las tres dimensiones
básicas de sostenibilidad que propone Robert Goodland6:

• La producción simple o de subsistencia, base de la práctica agrícola y cultural tradi-


cional, es una actividad que no deteriora el ambiente natural, ya que los actores se
sienten sujetos y parte de la naturaleza. La agroecología tradicional incorpora en su
economía al factor ecológico, que busca el uso y preservación del capital originario:
la naturaleza. Su ciclo económico productivo no destruye el ciclo ecológico sino que
lo respeta de manera mágico-ritual;

• La estrategia agroecológica es holística, pues toma en consideración a la tierra, a la


organización comunal y a su dinámica en torno a la dimensión local, lo que permite
la co-evolución de la biodiversidad y lo sociocultural;

• La agroecología tradicional es aquella forma de producción agrícola de autoconsumo


que no altera un ecosistema de manera irreversible; se basa en el policultivo disperso
en una misma área, donde se interrelaciona una serie de actividades agrícolas, tales
como la siembra de tubérculos y plantas, como el maíz, junto a árboles frutales, cítri-
cos y plantas medicinales, que permiten regenerar un ecosistema natural, con una
rica diversidad de animales.

La variedad geográfica, ecológica, biológica y genética es el principal rasgo de la pro-


ducción tradicional, porque representa un mecanismo que evita la especialización para
reducir el riesgo. Además, se mantiene y favorecen dos características ambientales: la hete-
rogeneidad y diversidad biológica.
Por otro lado, se favorece la productividad, medida no sólo por el volumen extraído
del ecosistema, sino en su variedad de productos y permanencia durante el ciclo anual,
dos rasgos que son ignorados en la visión económica (productivista, mercantil) y, por úl-
timo, destacar el uso mínimo o nulo de insumos externos que evitan la contaminación y
favorece la autosuficiencia.

5. Conclusiones finales e Interculturalidad

En cuanto al concepto “amplio” de biodiversidad que se propone desde las sociedades


tradicionales, no sólo engloba a flora y fauna, es decir, a animales y plantas. Este concepto
planteado tiene como base fundamental el reconocimiento de la diversidad humana, la
aceptación de que somos diferentes y que cada pueblo y cada persona tienen la libertad
240 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

aceptación de que somos diferentes y que cada pueblo y cada persona tienen la libertad
para pensar y para ser. Estamos hablando de culturas, sistemas productivos, relaciones
humanas y económicas, formas de gobierno, etc. En esencia, cuando se habla de biodiver-
sidad desde la cosmogonía de las sociedades tradicionales estamos hablando de libertad.
Es de esta manera que dentro del concepto de biodiversidad caben las diferentes especies
de animales y plantas, pero también todos y cada uno de los seres humanos que habitamos
la Tierra con nuestras diversas culturas, cosmovisiones, formas de vida, modelos de de-
sarrollo, etc., que sumados nos aportarán riqueza cultural y, especialmente en la cuestión
que nos ocupa en este artículo, soluciones a nuestra grave crisis medioambiental. Y en eso
consiste la interculturalidad, en la suma de muchas ventanas que las diferentes culturas del
mundo tenemos para ver la realidad. Porque tenemos que ser conscientes de que nuestra
visión del mundo es limitada y necesitamos que ésta sea contrastada y complementada
con las otras que existen y que han existido durante miles de años.
Porque, y volviendo al tema de este artículo, solamente será así, construyendo desde
la interculturalidad y aprovechando ese acervo de todas las culturas que durante siglos
quedaron invisibilizadas, como se podrá alcanzar el derecho real a un medio ambiente
adecuado, implicando la supremacía de los derechos de las personas, las comunidades y
la madre tierra por encima de los intereses meramente comerciales que esclavizan nuestra
cosmovisión occidental actual y que nos llevan a la irremediable desaparición de nuestra
especie.

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NOTAS

1 Según los estudios del profesor Norman Myers de la Universidad de Oxford, en 2050 el planeta podría
llegar a tener cerca de 200 millones de refugiados climáticos: “Environmental refugees: a crisis in the ma-
king”.
2 Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible, disponible en: www.iisd.ca.
3 Se estima que si continúa la expansión de los biocombustibles según está planeada, sesenta millones de
indígenas de todo el mundo están amenazados con perder su tierra y sus medios de subsistencia.
4 De esta manera, el carbono almacenado en estos bosques generará “créditos” que los países “desarrolla-
dos” podrán comprar para compensar sus emisiones de carbono. Este mecanismo, ha suscitado la preocu-
pación de muchas comunidades indígenas y afrodescendientes porque se otorgaría un valor económico
enorme a sus bosques y podría ser la chispa para que se apropiaran de sus tierras.
5 Resumen de las propuestas de las comunidades indígenas de América Latina basada en la Declaración
del Consejo Regional Indígena del Cauca – CRIC durante la Conferencia Mundial de los Pueblos frente al
Cambio Climático (19-22 de abril, Cochabamba, Bolivia).
6 Ecologista y científico medioambiental.
PERUVIAN ANDEAN-AMAZONIAN1 INDIGENOUS PEOPLES AND THE CU-
RRENT CLIMATE CHANGE CHALLENGE

TIRSO A. GONZALES VEGA

Summary

This article provides a brief historical background and overview of key issues (food secu-
rity, biodiversity and Indigenous Peoples, IPs) that underlie the climate change situation
in the Peruvian Andes. Next, I outline a conceptual framework on the issues in question
and then I summarize the Andean Project for Peasant Technologies (PRATEC2 ) and their
over twenty year of groundbreaking experience in accompanying a number of Peruvian
Andean-Amazonian indigenous communities. I conclude by calling the attention of local,
national and international stakeholders regarding PRATEC’s unique solid proposal for a
new generation of culturally sensitive projects by, for, and with Andean IPs on food security,
biodiversity conservation and climate change

1. From a Top-Down Exclusive, Euro-American-Centered Paradigm of Develop-


ment to an Inclusive, Inter-cultural Approach to Agriculture, Biodiversity, Climate
Change and Development

How can the perspectives of Indigenous Peoples be included in, and/or complement
the assessments and proposed national and international strategies concerning food secu-
rity and biodiversity conservation, in the context of the on-going climate change? Current
and previous national and international strategies concerning these areas have failed to in-
clude the perspectives of Indigenous Peoples communities within both their assessments
and proposed solutions to address these challenges. Indigenous Peoples should be strate-
gic and crucial partners in the development and implementation of regional and national
strategies on the aforementioned issues.
For the Latin American region the recent decisions made by Canada, New Zea-
land, Australia and the USA to support the 2007 UN Declaration on the Rights of Indige-
nous Peoples, other key United Nations covenants and the Latin American states’ slow
transition from a politics of exclusion to one of inclusion creates challenges for major key
stakeholders: Latin American Nation-States, Latin American Indigenous Peoples, inter-
national and national non-governmental organizations, as well as multilateral and inter-
national development organizations (Chase 2003). The Latin American region is slowly
moving from exclusive Euro-American centered paradigms to those that are inter-cultural
and promote conservation and development.
Latin America’s indigenous lands host two major centers of origin of genetic diver-
sity and native crops, key biodiversity hot spots, as well as various secondary centers.
Indigenous Peoples are key contributors to food output worldwide. This biodiversity has
co-evolved very closely with the local indigenous cultures, their spirituality and respec-
tive systems of knowledge. According to conservative estimates, the core of the world’s
indigenous population consists of some 370 million individuals. The total Latin American
indigenous population represents 55 million people, comprising more than 700 native
244 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

languages and ethnic groups, each one with their own modes of production, unique ways
of knowing (epistemology), ways of being (ontology) and ways of being related to the
world (worldview). If a new census were implemented in Latin America, the indigenous
population would be at least twice the current estimate. The indigenous “peasant” popula-
tions in the Central Andes (Peru, Bolivia, Ecuador) is more than 15 million. Most pea-
sants3 are Indigenous Peoples (Sain and Calvo 2009, IAASTD 2009a, Deruyttere 1997,
Hall and Patrinos 2005).
Indigenous Peoples are major supporters, past and present, of food security, climate
change and biodiversity strategies. They are under siege and encroachment due to inter-
locking forces of climate change, development and the nation-state. The UN Food and
Agriculture Organization’s definition of agriculture encompasses hunting, gathering, fish-
ing and farming. Indigenous agri-cultures and biodiversity are intimately intertwined in
spite of historical and current corporate and nation-state encroachment of their lands, the
threat of modern unsustainable monocrop agriculture and genetically modified crops. To-
day, bio-cultural landscapes and agricultural diversity are the result of Indigenous Peoples’
ancient ingenuity, knowledge/”saberes”4 and place-based agri-cultures5. The interrelations
that this worldview sustains take place within each rural community. Their agricultural
systems are largely informed by a world-view based on place, balance, interdependence,
nurturance, reciprocity and respect.
Climate change, is currently challenging 3 billion indigenous and non-indigenous
small-scale food producers (farmers, hunters, gatherers, pastoralists, fishermen) world-
wide (including their families). Indigenous ecological knowledge is what has made it po-
ssible for indigenous farmers to contribute significantly to food output. Today, “peasants
feed at least 70% of the world’s population” (ETC Group 2009:1). In the case of Latin
America, indigenous peasant farmers produce 60% of the total food output (Altieri and
Koohafkan 2008, Toledo and Barrera-Bassols 2008, The Development Fund 2010).
The Global Forum on Agricultural Research (GFAR 2010) and the Global Conference
on Agricultural Research for Development (GCARD 2010) are the two most important
recent efforts seeking to reposition international agricultural research. However, they have
failed to incorporate unequivocally in their goals, activities and reports, epistemic inclu-
siveness/plurality on an equal footing regarding two out of the three major systems of agri-
culture: Indigenous/Traditional Agriculture and Agroecology. Both GFAR and GCARD’s
theme was “agriculture for the poor”. In regards to the “small-scale farmers” they omitted
the essential corollary of “agricultural research for, with and by the poor”. (Lele et al 2010,
Pimbert 2009).
Colonial and neo-colonial development in the “New World” and critical theory have
poorly understood, and therefore ignored, the significance of both Indigenous Peoples’
knowledge and their underlying worldviews. As a result, their unique indigenous agricul-
tural systems and their associated indigenous ecological knowledge, technologies and rich
native seed genetic diversity continue to be under threat. In particular by contemporary
corporate agriculture, and top-down dominant international agricultural research and
government policies. Despite the more than 60 years of the erosive environmental and
cultural effects of the Western, mono-ethnic “Green Revolution”, three billion small far-
mers (most of them with an indigenous background and many of them self-identified as
indigenous peasant farmers) still practice indigenous farming in differing degrees. From
a critical and culturally sensitive perspective, it is extremely important to approach the
small farming sector in the “Third World” from culturally sensitive approaches. This is
Tirso A. Gonzales Vega 245

This is illustrated by the case of the Nuclei for Andean-Amazonian Affirmation, NACAs,
and PRATEC, in Peru.
Valladolid’s work in the Peruvian Andes reminds us that earth’s history reveals that cli-
mate change is related to long-term periods of glaciation and deglaciation. Climate change
is not new to Indigenous Peoples. Their Indigenous Ecological Knowledge hosts multiple
strategies6. For instance, pre-colonial cultures adapted to the long-term climatic cycles in
the Andes. Regional cultures adapted to and followed the expansion and contraction of
the snow line during periods of glaciation, when the snow line moved down (cold season-
dry-crops diminished), Pan-Andean cultures such as Chavin, Pucara-Tiahuanacu-Wari,
and Inca flourished and when the line of snow moved up (Warmer season-rainy- crops
climbed up) regional cultures flourished, (e.g. Mochica, Nazca, Chincha, Chancas, Huan-
cas, Lupacas) (Valladolid 2010). The most important underlying premise of these Andean
Indigenous Peoples strategies is that through nurturing life as a whole, within place and
procuring balance among all living beings, visible and invisible, food is produced by de-
fault. Regarding food security and climate challenges in the pre-colonial Andes, Grillo
(1990) suggests that, due to the type of weather in the Andes and despite all the know-
ledge and organizational efforts at that time, it was not possible to count on secure har-
vests every year. Consequently, the Tawantinsuyo Confederation, under the leadership of
the Keswa/Quechua, created a proposal that argued that the union of ethnic groups in
a large administrative structure increased the possibility for food self-sufficiency. In or-
der to increase local capacity and take advantage of the years of good weather additional
work would be provided, expanding areas of cultivation and storage within the confines of
each ethnic group. This maximized surplus capacity and redistribution within Confedera-
te territory between those in need. The additional work that each ethnic group brought
to the multiethnic organization was reciprocated by the security of having enough food
each year, regardless of the weather conditions that were presented in their own territory
(Grillo 1990: 62).
Past and present global and national assessments7 of climate change mitigation and a-
daptation strategies, biodiversity, agriculture and food security (Global Biodiversity Strate-
gy, Millennium Ecosystem Assessment, Intergovernmental Panel on Climate Change Re-
ports (IPCC 2007), International Assessment on Science, Knowledge and Technology for
Agriculture (IAASTD 2009) have often failed to consult and include the perspectives of
indigenous communities and their organizations. In general, the approach adopted has
been top-down, heavily scientific and Euro-American centered. These assessments are ex-
clusive and suggest an apparent epistemic superiority, one that is associated to “coloniality
of power” (Quijano 2000), “coloniality of knowledge” (Lander 2000) and Euro-American
centrism (Battiste and Henderson 2000).

2. Conceptual framework

Concepts are embedded within a particular language, culture, paradigm and world-
view. For instance, development planning, food security, biodiversity conservation, agri-
culture, place, sustainability, nature, knowledge, seed, kinship and environment do not
have the same meaning in every culture (Pimbert 1994a, Forbes 2001, Pilgrim and Pretty
2010, Gonzales and Gonzalez 2010).
Three major associated explanatory concepts are relevant for this research. First, Euro-
centrism theoretically, ‘postulates the superiority of Europeans over non-Europeans’ (Bat-
246 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

tiste and Henderson 2000). Second, “coloniality of power”, which is considered as an eco-
nomic exploitation and race classification (Quijano 2000). Third, “coloniality of know-
ledge” constitutes knowledge and truth as generated by science (Lander 2000). These
concepts allow us to deconstruct and analyze current national and international assess-
ments on climate change, food security, biodiversity etc. They also facilitate the decon-
struction of the colonial past and present, their associated cognitive system, development
paradigms and worldviews, as well as their dominant presence today in Latin American
society, politics, culture and related institutions; in particular, at the nation-state level.
“Within the past four decades, as the international community codified its norms regard-
ing human and civil rights, Latin American states began moving away from their politics
of exclusion regarding indigenous peoples, and, in varying degrees, towards a new politics
of inclusion” (Chase 2003: 46) (Stavenhagen 2002, 1990; Iturralde and Krotz 1996).
For the last 60 years, international development and Latin American rural and agri-
cultural development agencies have worked with concepts and paradigms that have been
unsustainable and foreign to indigenous peoples’ ‘agri-cultures’ (IAASTD 2009, Escobar
1995, Gonzales et al 2010). This has precluded intercultural dialogue between Western
scientific knowledge and Indigenous knowledge systems and the recognition of the po-
tential of Indigenous Peoples’ worldviews and systems. It has also precluded the relevance
of community-based mechanisms and cultural practices, based on traditional knowledge,
from fostering the revitalization of food security, and biodiversity conservation. In order
to overcome such a situation, it is extremely important to understand that when dealing
with Indigenous Peoples, key issues such as food security, climate change and biodiversity
conservation have to be approached from the indigenous perspective. From the perspec-
tive of the Andean Indigenous Worldview of Ever, culture and nature are not separate. This
is a fundamental distinction from the dominant, Western Worldview (Pretty and Pilgrim
2010, Forbes 2001, Ishizawa 2009). Andean life revolves around agriculture. The Andean
indigenous proxy for development is synthesized in the complexity of the term Sumaq
Kawsay8, in Quechua, and Suma Jakaña or Qamaña in Aymara (good living) (Tauli-Cor-
puz et al 2010:118-149; Walsh 2010). (see figure).
Through dialogue/conversation, Andean indigenous peasants have developed sophis-
ticated responses to the variety of beings inhabiting a particular agricultural place or cha-
cra, the small field crop at the centre of everyday practices and rituality. The chacra is
harbored within pacha, the bio-cultural landscape that Andean indigenous peoples have
become intimate with, the landscape that they have come to know in all its expressions
over time. Through ritual, the Andean worldview purports to sustain the creation and
recreation of diversity in all of its expressions and practices. The contemporary concept of
sustainability is intrinsic to this millenary worldview; the Andean cosmovision is devoted
to the procurement of balance and harmony among all living beings demonstrated both
in daily and ritual practices. This unique approach to life has rarely been understood by
the colonizer mentality and its dominant Euro-American centered view of the world that
has dominated for the last 500 years, thus marginalizing and threatening the Andean way
of life (Chuyma 2006; Huizer 2000; Van Kessel and Condori 1992; Valladolid and Apffel-
Marglin 1991).

3. Towards the next generation of Indigenous, community-based generated pro-


jects: NACAs and PRATEC proposal for the Andes
Tirso A. Gonzales Vega 247

Source: Valladolid 1992, Gonzales and Gonzalez 2010, IAASTD 2009a

For seventy years, mainstream agricultural development projects have failed when deal-
ing with Indigenous communities. Today, we are witnessing emerging alternative eco-cen-
tered, sustainable, intercultural, interdisciplinary models/paradigms. Among others (e.g.
Agroecología Universidad Cochabamba, AGRUCO and Asociación Andes, Cusco-Perú),
the case of NACAs, and PRATEC in Peru situates itself at the cutting-edge of emerging
indigenous, culture-based paradigms for indigenous research and development (Tauli-
Corpuz et al 2010, Haverkort and Reijntjes 2006, Ishizawa 2009). This contrasts with the
mainstream mono-cultural Euro-American approach (Escobar 1995, Noorgard 1994).
The Peruvian Andes are among the most vulnerable regions to climate change (IPCC
2007). In Peru, the Indigenous population is over 9 million. As of July 2001, there were
5,827 Comunidades Campesinas, CCs, (Peasant Communities)9. Today, however, CCs own
only 10 per cent of the total agricultural land, despite peasant communities comprising 90
per cent of the agricultural and pastoral units in the Peruvian Andean territory and pro-
ducing between 45 and 60 percent of the country’s total food output. (Maffi and Woodley
248 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

2010)
The main characteristic of the Peruvian Andes is their ecological diversity. Of the
planet’s 103 life-zones Peru contains 82 or 80 percent of the eco-climate zones that exist
on the planet (Valladolid 1998). Such complexity and uncertainty is matched by the An-
dean worldview, which informs and enhances Andean indigenous farmers’ ingenuity and
sophisticated decision-making process involved in the management of their bio-cultural
landscape. The challenges posed by this environment are met by these Indigenous Peoples
communities with a repertoire of knowledge that allow them to ‘converse’ with any kind
of climate in such a way that agricultural produce is always generated (Valladolid l994).
This unique complexity has not been considered yet, in full, by international development
agencies and the Latin American Andean State.

4. Emerging “invisible” and culturally-sentive alternative approaches to Indigenous


Peoples endogenous development: NACAs and PRATEC’s proposal

NACAs and PRATEC’s proposal takes up the challenge by focusing on Andean com-
munity-based mechanisms, traditional knowledge and cultural practices that contribute to
the conservation of biodiversity and food security as the foundation and engine for Ande-
an-Amazonian cultural affirmation and the affirmation of life as a whole. This foundation
is rooted in the Andean Cosmovision of Ever. This is precisely what is already informing
the next generation of groundbreaking culturally sensitive projects with external play-
ers (e.g. international development agencies, nation-state, and multilateral organizations).
The outcomes of NACAs-PRATEC’s accompaniment of Andean-Amazonian communi-
ties are already contributing to a fundamental reconsideration of mainstream rural deve-
lopment, biodiversity conservation and food security strategies in the context of climate
change. They also recognize the centrality and soundness of the Andean indigenous com-
munity. For the last 20 years, NACAs and PRATEC have worked patiently and diligently
in order advocate how respectful dialogue between different knowledge systems and “sa-
beres” require moving beyond false epistemic superiorities, Euro-American centrism, the
six imperial languages and their Western epistemology10, as well as acknowledging other
epistemologies, such as those of the Andean-Amazonian Indigenous Peoples.
The perspectives of Indigenous communities in their assessments and proposed solu-
tions to address climate change, food security and biodiversity conservation challenges
are grounded in (i) their own diagnoses of the issues involved in the regeneration of bio-
diversity and food security, (ii) livelihood strategies based on their traditional knowledge
and practices and (iii) their own understanding of community governance and modali-
ties of consultation for consensual decision making. NACAs and PRATEC have gathered
and systematized crucial information that has generated in-depth, ground-based data.
Through this data it is possible to build strategies for including indigenous communities
as key global partners in the discourse of mitigation and/or adaption to climate change
and to assure food security and the sustainability of global biodiversity. (Ishizawa et al
2010, Ishizawa 2009).
NACAs and PRATEC’s goal is to strengthen the Andean-Amazonian cosmovision,
the nurturer of bio-cultural diversity. This takes shape in four ways: (1) by strengthen-
ing the nurturance of the local pacha (chacras/crop fields, mountains, and natural pas-
tures) through community work (Ayni, Minga, Choba Choba); (2) by strengthening the
nurturance of the Ayllu’s organically through traditional governance (traditional authori-
Tirso A. Gonzales Vega 249

authorities); and, (3) through the recovery of respect and love for deities and nature,
through the strengthening of the nurturance of rituals and festivities. Lastly, by strengthe-
ning regional spaces (seed’s paths), where seed diversity and saberes regenerate through
visits among indigenous peasants at the local, regional and national levels. In the An-
des, without the strengthening of respect and affection for the diversity of Kawsay Mama
(Mother-Seed) there will not be Sumaq Kawsay (good living in community) (Valladolid
2010:20).
Movements of cultural affirmation such as PRATEC and NACAs are also an affirmative
form of deprofessionalized intellectual labour and the firm assertion of the existence of
other worldviews and paradigms which do not conform the Western dominant worldview
and related paradigms. PRATEC and NACA’s movement of cultural affirmation is one con-
cerned with the affirmation of life as a whole to nurture a culturally diverse world through
the recovery and revitalization of the agricultural/cattle raising and cultural practices of
Andean-Amazonian IPs. It is aligned with the interests of Indigenous communities in a
process of acompañamiento, walking side by side with, and facilitating the collection and
systematization of, indigenous epistemologies. These epistemologies are grounded in a
deep sense of pacha, place, time that is, the world, but also pacha mama, the portion of the
world visible on the surface of the earth (Ishizawa 2009, PRATEC 2001, Valladolid 2001).

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NOTES

1 Most western(ized) scholarly and non-scholarly work views the Andes longitudinally. From an Andean
indigenous perspective, the “Andean biocultural order is shared amongst Quechua, Aymara and other sixty
one indigenous nationalities. It marks a pathway which traverses the coastal region, the Andean highland
region, and the Amazonian region. The Quechua order implies that every living being lies along this trans-
versal pathway, cyclically regenerating all life, in response to all beings”. (Gonzales and Gonzalez 2010:87)
The Tawantinsuyo Confederation articulated the vast Andean territory through the Qhapaq Ñan a road
system that connected the Andes from North to South and from West to East.
2 PRATEC is a Peruvian NGO established in 1986 in Urubamba, Cusco. It works with 22 Nuclei for An-
dean-Amazonian Cultural Affirmation, NACA. Their activity is carried out in 53 districts, which included
154 communities in 12 regions of Peru. Further information about PRATEC: http://www.pratecnet.org/
3 This concept, campesino, is a translation of the concept “peasant” or “peasantry” and its translation
is a superimposition which renders under erasure a distinct and different historical actor. This inadequate
translation is one register of the coloniality of knowledge practices diffused throughout the region since the
colonial encounter. More importantly, it dislocates the primary labour of indigenous communities organi-
zed in accord with an understanding of the ecological landscape of these territories, while it obviates the
integrating knowledge practices of indigenous spirituality as they emerge from a worldview, or cosmovi-
sion--- as they emerge from an intimate knowledge of a natural order.
4 The notion of Saberes are something different than Western scientific knowledge. “The Andean pea-
sant’s learning is not the result of a separation between subject and object. In the Andean world, los saberes
(knowing) is a result of the here and now, of living in conversation with and between everyone and every-
thing. (Gonzales and Gonzalez 2010:92)
5 “Eighty-five percent of the world’s food is grown and consumed – if not within the ‘100 mile diet’ –
within national borders and/or the same eco-regional zone. Most of this food is grown from peasant-bred
seed without the industrial chain’s synthetic fertilizers. Peasants breed and nurture 40 livestock species and
almost 8000 breeds. Peasants also breed 5000 domesticated crops and have donated more than 1.9 million
plant varieties to the world’s gene banks. Peasant fishers harvest and protect more than 15,000 freshwater
species. The work of peasants and pastoralists maintaining soil fertility is 18 times more valuable than the
synthetic fertilizers provided by the seven largest corporations.” (ETC Group 2009:1)
6 Indigenous Ecological Knowledge, IEK, is part and parcel of the intricate cultural and spiritual warp
present in every indigenous community. IEK can not be fragmented nor isolated.
7 For example national and international assessments such as, UNEP 2009, 2007, 2006, 2003; Comuni-
dad Andina 2008, Pimbert 1994b, GCARD 2010, Lele et al 2010, PACC 2009, IAASTD 2009, 2009a.
8 Sumaq Kawsay unfolds within place, the local pacha (local bio-cultural and ritual landscape; macro-
cosm at the microcosm level). At the core of the Andean cosmovision is the nurturing of life as a whole.
Such nurturance takes place within the local pacha and comprises a natural collectivity of equivalent beings:
runas (humans), sallqa (nature) and apus/huacas (deities). Humans, nature and deities make up Ayllu, a
kinship group. It is not restricted to human lineage/blood kinship, but includes each member of the local
pacha. Learning how to nurture and letting oneself be nurtured with respect, empathy, reciprocity and joy
are primordial principles and practices in the Andes.
9 Out of the 5,827 CCs, 4,224 had their property land titles registered at the Public Registrar and claimed
ownership of land, covering a geographic area of more than 18 million hectares. (Gonzales and Gonzalez
2010:86).
10 Greek, Latin and the six modern European and imperial languages constitute the linguistic base of

Western epistemology (Mignolo 2008). This linguistic base constrains the “other invisible” indigenous epis-
temologies.
GUERREROS CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO: ENTRE LA FRUSTACIÓN Y
LA ESPERANZA

JOSEBA I. ARREGI

Hodei-ri urrunean ere mundu seguru bat izan dezazun, natura zaindu, mai-
tatu eta babestu egin behar duzula gogoratuz

Resumen

Desde el comienzo de su actividad internacional como un actor internacional emergente y


relevante los Pueblos Indígenas (PIs) han mantenido la lucha contra la amenaza del cambio
climático en el centro neurálgico de su agenda política hasta el punto de que su especial
relación con la naturaleza constituye un indicador étnico que les diferencia del resto de
pueblos del planeta. La paradiplomacia indígena ha conseguido impulsar una nueva visión
internacional de los PIs y su relación con la Naturaleza. Esta nueva visión, presente en im-
portantes documentos internacionales, reconoce la importancia de reconocer los derechos
sobre la tierra y el territorio de los PIs como punto de partida para cualquier iniciativa com-
partida de Desarrollo Sostenible y de lucha contra el cambio climático que amenaza la per-
vivencia de los Pis y el planeta. Cualquier iniciativa a favor en contra del cambio climático
debe contemplar la rica y compleja relación entre el este recurso natural y los PIs.

1. Introducción

Para los Pueblos Indígenas (de aquí en adelante PIs) la defensa de su singular relación
con la naturaleza, su territorio y los ecosistemas con los que comparten su existencia
constituye un pilar básico y sagrado de sus culturas (Daes, 1997) y es objeto de especial
protección dentro de su agenda de reivindicación de derechos indígenas a nivel mundial
(Anaya, 1996). Es más, desde los albores de dicho movimiento en 1974, la defensa de una
visión indígena, alternativa al ecocentrismo y antropocentrismo dominantes, ha sido una
constante de su quehacer político internacional (Arregi, 2010).
Durante su prolongado activismo político, en multitud de discursos y declaraciones los
indígenas han hecho patente su honda preocupación ante la destrucción de la naturaleza1
, tanto a nivel local como global, avisando de las consecuencias de alterar el equilibrio
ecológico del planeta y poner en peligro las condiciones que hacen posible la vida en el
planeta en pie. Este discurso, que durante la década de los 80 fue considerado apocalíptico,
ridiculizado y rechazado por el status quo, fue paulatinamente confirmado por la inves-
tigación científica y las instituciones internacionales en la década de los 90 y posterior-
mente. Tanto el informe Brudtland como la posterior cumbre de Río de 1992, reconoci-
eron la gravedad de una amenaza comparable con la entonces recientemente superada
amenaza nuclear de la Guerra Fría. Este peligro global, anunciado por los pueblos indíge-
nas, ha sido definido por la comunidad científica internacional como cambio climático y
sus consecuencias amenazan tanto la pervivencia del planeta como la supervivencia de los
miles de pueblos indígenas.
Así pues, está claro que los PIs sufren a escala global los efectos devastadores del cam
254 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

bio climático2. Por ejemplo, en las islas del Pacífico, en Kirabati y Tubalu, la subida de
las aguas amenaza con sumergir sus territorios y expulsar a sus poblaciones a otras tie-
rras, con todos los problemas de reasentamiento que ello conlleva. Además, los atolones
de coral, fundamentalesel mantenimiento de los ecosistemas y culturas indígenas de esta
zona del mundo, sufren un gran deterioro, impactando negativamente en los bancos de
pesca, que constituyen una de las fuentes principales de la dieta indígena en esta parte del
mundo (IPCC, 2008).
Mientras tanto los PIs de Alaska, Groelandia y el Ártico sufren las consecuencias del
deshielo, que genera bruscos e inesperados cambios de clima, difíciles de predecir, que in-
validan el conocimiento tradicional y que afectan tanto a la fauna como a la supervivencia
cultural indígena en esta gran región Ártica (Ibid.).
En Asia, resulta preocupante la reducción de lluvias que afectan al mantenimiento de
los frágiles ecosistemas húmedos de este continente y ponen en peligro los recursos tradi-
cionales utilizados por los PIs. Asimismo, esta falta de lluvia afecta a los cosechas y au-
menta el peligro de incendios. Por otro lado, el aumento de los niveles del mar ocasiona
una invasión de las zonas de costa y los ríos con el consiguiente peligro de salinización
y reducción del agua potable disponible. Esta escasez de agua potable a nivel continental
se ve incrementada por la desaparición de los glaciares del Himalaya que impactan en la
compleja red fluvial que surca el continente asiático (IPCC, 2009).
En África, los efectos del cambio climático ponen en peligro los ganados de vacas y
cabras de los que dependen las distintas culturas nómadas. Además, el avance del desier-
to y la creciente escasez de agua potable amenazan con hacer aún más difíciles las condi-
ciones de supervivencia de pueblos que como los Shan habitan en el desierto sudafricano
(IPACC, 2009).
Los PIs de América, principalmente los que habitan en los grandes bosques, tampoco
son una excepción. El cambio climático tiene como efecto la escasez de nieve y la dismi-
nución de lluvia que termina por afectar a la calidad de agua potable existente. La nueva
climatología va a tener un impacto directo en la salud, cubierta forestal, vida salvaje, dere-
chos tribales sobre el agua de los PIs de las Américas. Además, son cada vez más fre-
cuentes las tormentas violentas, las ventiscas, las inundaciones, los cortes eléctricos, los
problemas de transporte y cortes de energía que afectan gravemente a las comunidades
indígenas. El aumento de temperaturas también se refleja en un avance de la desertización
y en una desaparición de variedades tradicionales utilizadas en la medicina indígena y los
alimentos que complementan la dieta indígena (Gamble, 2010) .
Junto con todas estas consecuencias climatológicas, los PIs observan con impotencia
cómo sus territorios son invadidos por proyectos internacionales de desarrollo, que explo-
tan intensivamente sus territorios con el objeto de hacer frente a una demanda mundial
creciente. Todo ello en el marco de planes estatales que consideran los recursos de sus te-
rritorios como materia prima vital para impulsar el desarrollo nacional (Arregi, 2010) y de
sus planes de lucha contra el cambio climático que ignoran sus intereses.

2. Pueblos Indígenas y Reconocimiento Internacional

La acción política internacional indígena en las áreas de los Derechos Humanos y de


la Ecología ha posibilitado un reconocimiento internacional de la importancia de las cul-
turas indígenas (Anaya, 1996) y su contribución al mantenimiento de la diversidad cultur-
al y biológica del planeta (Daes, 1997). Esta visión queda plasmada en la Declaración de
Joseba I. Arregi 255

Rio de 1992, en Agenda 213, en el Convenio de Biodiversidad de 19934 y en los mecanis-


mos posteriores de vinculados al Desarrollo Sostenible. Estos importantes referentes in-
ternacionales han sido complementados con una visión alternativa indígena plasmada
en las siguientes declaraciones: the Charter of the International Alliance of Indigenous and
Tribal Peoples of the Tropical Forests; the Mataatua Declaration; the Santa Cruz Declaration
on Intellectual Property; the Leticia Declaration of Indigenous Peoples and Other Forest De-
pendent Peoples on the Sustainable Use and Management of All Types of Forests; the Charter
of Indigenous Peoples of the Arctic and the Far East Siberia; the Bali Indigenous Peoples
Political Declaration; and, the Declaration of the Indigenous Peoples of Eastern Africa in
the Regional WSSD Preparatory Meeting. También la Declaración de Kimberly, Indigenous
Peoples´ Plan of Implementation on Sustainable, o la más reciente Declaración de Munbai
o las directrices Akwé: Kon. Todos ellos son documentos de referencia para aprehender la
propuesta indígena sobre medioambiente.
Los documentos anteriormente mencionados constituyen el marco internacional den-
tro del cual se desarrollan las iniciativas indígenas de lucha contra el cambio climático
que tienen como eje central la defensa de los derechos de los pueblos indígenas sobre sus
tierras y territorios. A todos ellos hay que ligar la Declaración Internacional de Derechos
de los Pueblos Indígenas de 2007 (de aquí en adelante Declaración). Estos documentos
han conseguido vincular el futuro del medio ambiente global con la salud de los ecosis-
temas locales indígenas, que deben ser administrados mediante proyectos que reconocen
los derechos y participación indígenas, todo ello en el marco de un renovado diálogo
intercultural que pretende combinar tradición y modernidad y donde el derecho de auto-
determinación constituye su pieza fundamental (Arregi, 2010). Los documentos resultan
fundamentales para entender la postura indígena y su petición de reconocimiento como
protectores y gobernantes de los bosques, que usan para cubrir sus necesidades vitales y
asegurar su pervivencia política y cultural como pueblos singulares, así como para reivin-
dicar todos los derechos que de aquí se derivan (Galdu, 2007).
A pesar de todo, las reivindicaciones indígenas no han tenido el eco deseado en la
postura de los gobiernos que negocian los grandes marcos internacionales. Así pues, el
Convenio Marco sobre Cambio Climático limita la participación de actores no guberna-
mentales y, en consecuencia, los indígenas pueden asistir en calidad de asociaciones, pero
no como PIs con plenos derechos. Esta postura obstruccionista choca frontalmente con
los numerosos reconocimientos internacionales anteriormente citados que identifican a
los PIs como “grupos principales” (major groups) en las estrategias de defensa de la di-
versidad biológica y cultural, de impulso del desarrollo sostenible y de combate contra el
cambio climático.

3. Cambio Climático, Pueblos Indígenas y Bosques

Los bosques ilustran como ningún otro ecosistema este carácter poliédrico de elemento
vital para la supervivencia del planeta, para la viabilidad futura de PIs y para el desarrollo
de los estados. El 80% de la biodiversidad del planeta se encuentra en bosques que están
en territorio indígena (Sobrevila, 2008). Estos bosques resultan fundamentales tanto para
la supervivencia y viabilidad futura de los pueblos indígenas como para el desarrollo de
estrategias de lucha contra el cambio climático a nivel mundial. Hasta ahora, los intentos
por participar en temáticas que, como los bosques o el cambio climático afectan grave-
mente a sus intereses, han resultado baldíos y han sido reiteradamente bloqueados por los
256 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

estados que siguen controlando el desarrollo de instrumentos tales como la Convención


Marco de la ONU sobre el cambio climático (de aquí en adelante Convención) y el Panel
Intergubernamental sobre los Bosques (Arregi, 2010). En ambos casos la visión estato-
centrista considera que la soberanía sobre los recursos es total y no puede ser compartida.
Esta visión choca frontalmente con la visión indígena y su reivindicación de derechos
sobre el territorio, sobre todo con el derecho de autodeterminación indígena, que vincula
territorio, participación y consentimiento previo constituyendo el corazón de la agenda
política indígena (Salick & Big, 2007).
Aunque la propuesta indígena ha conseguido influenciar la posición de algunas ONGs
internacionales, los estados no renuncian a considerar a los bosques como un motor de
desarrollo nacional bajo su absoluta y única soberania. Esta visión centralista se encuentra
presente en los mecanismos REDD, vinculados a la Convención, que tienen como obje-
tivo definir un cambio adaptativo y poner en marcha políticas de mitigación capaces de
contrarrestar los efectos negativos del cambio climático, sobre todo en los países del Sur
(Estebancio, 2009). La importancia de los bosques resulta fundamental, aún más cuando
los países se niegan a reconocer los objetivos de reducción de Kyoto, y es necesario prote-
ger e incluso aumentar las superficies boscosas existentes a nivel planetario, por ser estas
mecanismos de absorción y retención del CO2 (Arregi, 2010). Conscientes de este valor
estratégico, los estados han conseguido imponer una visión economicista que incluye y
fomenta los bosques de monocultivo industrial (Zueras, 2010). Las soluciones contempla-
das por los estados para hacer frente al cambio climático han sobrevalorado e impulsado
el desarrollo de grandes proyectos tales como plantaciones de biofuel, proyectos de ener-
gía renovables que apuestan por la construcción de presas o medidas para promover los
bosques como mecanismos de absorción de CO2 (Monbay, 2008). Todas estas iniciativas
tienden a disparar el precio de la tierra e incrementan la posibilidad de que los indígenas
sean desplazados de su territorio. Además, la presión de los estados ha conseguido que im-
portantes instrumentos internacionales consideren a los PIs y poblaciones locales como
destructores del bosque mientras se ignora el papel de las agroindustrias multinacionales
(desarrollo de alimentos, fibra y producción energética alternativa) en este proceso de
deterioro ecológico (Arregi, 2010). De hecho, los PIs han denunciado que la ocupación de
bosques nativos y su sustitución por especies comerciales en régimen de monocultivo de-
terioran el ecosistema y reducen la capacidad de los bosques nativos de absorber mayores
cantidades de CO2 (IUCN, 2008). De hecho, los PIs han denunciado que las propuestas
actuales del REDD para contrarrestar el cambio climático afectan negativamente a sus
pueblos y ecosistemas (Estebancio, 2009). Especialmente, han criticado los mecanismos
de mercado que resultan muy lesivos para ellos por causar gran parte de las violaciones
de derechos humanos que sufren, estando relacionados con la ocupación y sobre explo-
tación de sus bosques. También, los mecanismos de mercado presentes en el intercambio
de emisiones, el impulso de los biocombustibles y los proyectos para combatir emisiones
a menudo conllevan serias violaciones de los derechos indígenas.
En definitiva, PIs ven como sus bosques son ocupados y asisten a su deforestación
completa, a su degradación, erosión y sustitución paulatina por especies foráneas. Además
sufren los impactos negativos derivados del uso de pesticidas (Monbay, 2008) y de la per-
dida de acceso a estos bosques que tradicionalmente les han proporcionado comida, me-
dicinas, materiales y un espacio donde desarrollar su especificidad cultural y religiosa
(Daes, 1997).
A pesar de esta negativa realidad, los pueblos indígenas han mostrado su deseo de par
Joseba I. Arregi 257

ticipar en estos marcos y contribuir a la lucha contra el cambio climático que afecta tan
gravemente a nuestro planeta. Su carácter de guardianes de los bosques, su conocimiento
tradicional, fundamental para la gestión de estos ecosistemas así como para el desarrollo
de la biotecnología en el siglo XXI (Chivian & Bernstein 2008) resulta fundamental para
el desarrollo de políticas efectivas, basadas en el derecho de autodeterminación indígenas
(Galdu, 2007) y demás derechos reconocidos por la Declaración Indígena. Es por ello que
existe un amplio consenso en torno a considerar el respeto al derecho de autodetermi-
nación indígena como el fundamento básico sobre el que articular cualquier estrategia de
cooperación con los Pis. Es sobre este pilar donde se deben construir las nuevas relaciones
de colaboración y respeto. Es por ello que:

Cualquier estrategia de Desarrollo Sostenible en territorio indígena debe partir del


reconocimiento del hecho indígena como una realidad cultural y política viva, activa,
capaz de tomar las riendas de su desarrollo y de decidir qué tipo de contribución pue-
den y desean hacer a la comunidad mundial. Los agentes de desarrollo trabajando en
zonas indígenas deben tener en cuenta que, para los indígenas, el vínculo entre identi-
dad, biodiversidad y Naturaleza es una cuestión vital para su supervivencia étnica. Y
que si se quiere mantener el medio ambiente es necesario apoyar los derechos, la super-
vivencia y el robustecimiento cultural de estos pueblos, y no, como se ha hecho hasta
ahora, centrar el interés en el mantenimiento de zonas ecológicas, ignorando y aislando
a las personas que viven allí. Este punto debe estar en la base del entendimiento de los
pueblos indígenas y del valor de sus comunidades y culturas (Arregi, en Nesti 1999).

4. Conclusión

En estos procesos ONU de naturaleza intergubernamental, la participación de actores


no estatales resulta muy complicada. En consecuencia, las críticas y contribuciones indí-
genas no han conseguido influir en estos foros de decisión. Todo ello a pesar de constituir
uno de los grupos principales de Agenda 21, ser los primeros en sufrir las consecuencias
del deterioro de sus ecosistemas, mantener además un vinculo singular con el territorio
y los ecosistemas existentes, y tener ampliamente reconocidos sus derechos a nivel inter-
nacional
Sin embargo, la participación indígena resulta fundamental para garantizar una efec-
tiva defensa de los ecosistemas y la prevención de las violaciones de derechos humanos.
Es por ello que consideramos fundamental integrar la visión indígena y garantizar su
participación en los mecanismos que afecten a los PIs. Esta plena participación resulta
vital para la protección de ecosistemas, formas de vida, conocimiento tradicional, visión
sobre el medio ambiente, sistemas de gestión de los bosques y producción y defensa de la
seguridad alimentaria de los PIs.

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Joseba I. Arregi 259

NOTAS

1Como muestra del éxito conseguido, destacar que esta visión indígena se encuentra en el origen de
Green Peace que se hizo eco de la leyenda de los guerreros del Arco Iris como símbolo de denuncia y activis-
mo político multirracial en defensa del medio ambiente. “Llegará el día en que la codicia del hombre blanco,
del Yo-ne-gi, hará que los peces mueran en las corrientes de los ríos, que las aves caigan de los cielos, que
las aguas ennegrezcan y los árboles ya no puedan tenerse en pie. Y la humanidad como la conozco dejará de
existir”…”Llegará el tiempo en que habremos de necesitar a los que preservan las tradiciones, las leyendas,
los rituales, los mitos y todas las viejas costumbres de los pueblos” para que ellos nos muestren cómo recu-
perar la salud, la armonía y el respeto a nuestros semejantes. Ellos serán la clave para la supervivencia de la
humanidad, y serán conocidos como “Los Guerreros del Arco Iris”.
2 Los efectos del cambio climático en los pueblos indígenas así como las contribuciones a la lucha contra
este desafio medioambiental han sido protagonistas de la edición 2008 del Foro Permanente de Cuestiones
Indígenas.
3 El capitulo 26 de Agenda 21 está dedicado a los PIs en general pero en concreto el Capítulo 8 (5):
“Adoptar sistemas integrados de gestión, especialmente para la ordenación de los recursos naturales; se de-
berían estudiar los métodos tradicionales o autóctonos y utilizarlos cuando resultaran ser útiles”.
4 Artículo 8 (j): “Cada Parte Contratante, en la medida de lo posible y según proceda: (…) con arreglo
a su legislación nacional, respetará, preservará y mantendrá los conocimientos, las innovaciones y las prác-
ticas de las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la
conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica y promoverá su aplicación más amplia,
con la aprobación y la participación de quienes posean esos conocimientos, innovaciones y prácticas, y
fomentará que los beneficios derivados de la utilización de esos conocimientos, innovaciones y prácticas se
compartan equitativamente”.
EL PAGO POR CAPTURA DE CARBONO: ¿OPORTUNIDADES REALES O FAL-
SAS EXPECTATIVAS PARA LOS PRODUCTORES EN LA AMAZONIA? EL CASO
DEL CULTIVO DE CAUCHO EN LA AMAZONIA COLOMBIANA

SANDRA JARAMILLO-POVEDA, VERENICE SÁNCHES-CASTILLO


& ERVIN H. DURÁN-CASTILLO

1. Introducción

Si bien los esquemas de Pago por Servicios Ambientales (PSA) son hoy una clara opor-
tunidad para contribuir a la conservación de los recursos naturales, las particularidades
de cada caso, el tipo de servicio por el que se paga, el diseño mismo del esquema, los ac-
tores involucrados y la realidad frente al uso, acceso y tenencia de la tierra, son variables
que condicionan claramente los alcances reales que pueden tener los PSA y, tal como lo
presentan Muradian et al. (2010), en Pascual y Corbera (2011), “… los PSA no deberían
considerarse una panacea sino más bien una opción adicional y potencialmente complemen-
taria a los programas de desarrollo rural y otros instrumentos normativos para la protección
de la naturaleza ya existentes…”.
Pese a la disyuntiva teórica que existe frente a los alcances reales de las estrategias para
valorar los servicios ambientales y generar modelos para conservarlos -a través de su co-
mercialización a diferentes niveles-, así como a los muchos ejercicios piloto que existen en
Latinoamérica -como una región en donde este tipo de iniciativas prolifera ampliamente-
(Pascual y Corbera 2011, Muñoz-Piña et al. 2011), la realidad sobre el impacto de estas
estrategias en la disminución de los niveles de degradación ambiental y pérdida acelerada
de los ecosistemas producto de los modelos socioproductivos imperantes no es clara. El
reflejo de esto se presenta en una gran cantidad de documentos cuya referencia es el My-
llenium Ecossitems Assesments (publicado en el año 2005), en el cual se reafirma que los
niveles de degradación ambiental de los últimos 50 años supera los niveles históricos y
deja el cuestionamiento frente al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio
si no se tomasen las decisiones correctas en las políticas, instituciones y comportamien-
tos. Más recientemente el documento GEO Amazonia (PNUMA, OTCA y CIUP 2009),
presenta un balance real frente al estado ambiental de la Amazonia y a las perspectivas o
estrategias para lograr su conservación, sin que ello vaya en detrimento de las dinámicas
socioeconómicas.
En este ensayo se presenta un pequeño análisis sobre las posibilidades, potencialidades
y retos principales a la hora de diseñar e implementar estrategias de conservación, asocia-
das a los esquemas de PSA, que lleven a la conservación de zonas boscosas amazónicas a
través de la viabilización de modelos productivos sostenibles, como el cultivo del caucho
en agroforestería, que frenen la ampliación de la frontera agropecuaria y recuperen zonas
que ya se encuentran altamente degradadas.

2. La Amazonía y los PSA’s

Uno de los aspectos que más se resalta a nivel global sobre la amazonia es el ecosistema
boscoso que sustenta y su rol relevante en la regulación del clima. En este sentido, esta
región juega un doble papel frente al cambio climático. Por una parte, es afectada por
el aumento en la temperatura global del planeta y, simultáneamente, es considerada una
262 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

zona de interés frente a las estrategias de mitigación de ese aumento, por su capacidad de
captura, retención y almacenamiento de carbono. Este papel fundamental frente a uno
de los grandes problemas ambientales globales de la actualidad, está siendo amenazado
por la acelerada deforestación que podría llevar a que en el año 2.030 el 55% del total
del bosque húmedo tropical presente desaparezca, con los impactos sociales, culturales,
económicos y ambientales que ello generaría a escala local, regional y global (PNUMA,
OTCA y CIUP 2009; Nepstad 2007; SINCHI 2007).
Cuando se hace mención a la deforestación, se hace siempre referencia, de manera di-
recta, a los modelos productivos que se desarrollan en el territorio. Para el caso de la Ama-
zonia, este aspecto no puede ser visto de manera homogénea, pues la realidad de cada uno
de los países es diferencial y varía de acuerdo a las dinámicas socioeconómicas de cada
uno (Salazar-Holguin, et al. 2010). En este mismo sentido, las estrategias de mitigación
para frenar y/o reversar el deterioro ambiental deben ser diferenciales y responder de
manera específica al tipo de impacto, sus causas y la dimensión del mismo; sin embargo,
es justo en este punto en el que se inscribe la fuerte disyuntiva relacionada con los alcances
de los PSA´s como esquemas que permitan llegar a la mitigación de la deforestación.

3. El Cultivo del Caucho en el Departamento del Caqueta, Amazonía Colombiana,


su Potencial frente a la Captura de Carbono y su rol en la recuperación de Zonas
Degradadas

El departamento del Caquetá se encuentra localizado en la República de Colombia,


con sus 88.965 km2, forma parte de la gran cuenca Amázonica, se caracteriza por ser una
zona rica en biodiversidad, con pisos altitudinales que van desde los 300 msnm hasta los
3000 msnm. Sus suelos varían de arcillosos, francos y arenosos, con alto contenidos de
aluminio y bajo PH (SINCHI 2007).
El renglón principal de la economía de los Caqueteños, se basa en el sector primario:
producción agropecuaria, donde la ganadería constituye la principal fuente productiva del
departamento, seguida de la actividad agrícola, la cual se fundamenta en los cultivos tradi-
cionales de subsistencia, tales como el maíz, plátano, yuca, caña panelera, arroz secano,
palma africana, cacao, arroz secano mecanizado, fríjol y sorgo y una escala poco repre-
sentativa la hortalizas y frutales (SINCHI 2007). En este sentido, el hecho de tratarse de
suelos muy frágiles, con bajo contenido de materia orgánica, pobres en aportes minerales,
con PH ácido, alto contenido de aluminio e hidróxidos de hierro, implica que la aptitud
de uso de estos suelos es agroforestal y la ganadería se convierte en una opción que atenta
contra la conservación del suelo e incrementa la deforestación de cara al aumento de las
zonas de pastizales para el sustento del modelo.
El caucho en el Caquetá tiene una connotación cultural importante, pues allí se recoge
gran parte de la historia del territorio, que data incluso de la época precolombina, cuando
su explotación se hacía sobre las especies naturales; hoy el cultivo del caucho es una op-
ción productiva muy importante para el departamento, siendo los arreglos agroforestales
la mejor estrategia para su producción, sumado a los beneficios de este modelo frente a la
conservación y buen manejo del suelo y del entorno. Por su característica de ser caducifo-
lio, en la mayoría de los clones que se implementan en la zona, ayuda al ciclaje constante
de nutrientes y, por su amplio requerimiento de espacio entre árboles, presenta un poten-
cial bien interesante para ser manejado en modelos agroforestales asociado con especies
Sandra Jaramillo, Verenice sánchez, Ervin H. Durán 263

maderables y con otros productos que favorecen la diversidad en los cultivos.


Por otro lado, el tratarse de un cultivo arbóreo con el que se logran establecer arreglos
agroforestales y que, en la mayoría de los casos, se implementan en zonas degradadas o
anteriormente utilizadas para ganadería, representa una estrategia clara de cara a esta-
bilizar la frontera agropecuaria, a recuperar zonas potrerizadas y con potencial para la
implementación de esquemas de PSA´s por captura de carbono.
El departamento se caracteriza por ser el primer productor de caucho a nivel nacional,
a la fecha se cuenta con 7350 has hectáreas de caucho, propiedad de cerca de 950 familias
campesinas. Sin embargo, de este gran número de hectáreas establecidas, tan sólo el 30%
está en producción, pues en su gran mayoría se hallan en etapa de crecimiento, la cual
dura 7 años y económicamente es improductiva, adicionando los costos que implican su
correcto mantenimiento (ASOHECA 20111). De hecho, este modelo tiene dos momentos
económicamente fuertes en términos de su mantenimiento: 1) su periodo improductivo
(entre los 0 y los 7 años –aproximadamente-, cuando puede empezar a ser rayado para
extraer el látex), lo cual, de alguna manera, se mitiga con la incorporación de especies
de ciclo corto dentro del sistema que, en cierta medida, representan beneficios para las
familias generalmente para autoconsumo (como el plátano y otros cultivos de pan coger),
aunque no de manera representativa en términos económicos a la hora de cubrir los cos-
tos de sostenimiento del sistema agroforestal; 2) los efectos de la variabilidad climática,
donde la precipitación ha incrementado sobre los históricos, lo cual ha hecho que muchas
familias no puedan realizar sus labores diarias de sangría2, poniendo en riesgo los ingresos
de las familias que ya tienen caucho en producción y que les interesa renovar sus planta-
ciones, pues se podría pensar que los ingresos generados por la plantación coadyuvarían a
financiar en alguna forma los costos de mantenimiento de las nuevas hectáreas al mismo
tiempo que a sufragar los gastos de la familia, sin embargo, esto no ocurre por las limita-
ciones para realizar las tareas de sangría.
De acuerdo con Durán-B. y Duque-C. (2010) en su estudio realizado para la genera-
ción del modelo alométrico que permita la estimación de captura de carbono en caucho
en esta región, existen en el departamento del Caquetá 3.679 hectáreas plantadas que
cumplen con el rango de edad entre 1 y 7 años, cuya biomasa aérea total es de 54.005 to-
neladas, lo que representa un almacenamiento de carbono de 25.507 toneladas, siendo el
promedio por hectárea de biomasa y carbono almacenado de 14,67 ton ha-1 y 6,93 ton C
ha-1 respectivamente (en la tabla 1 se define el almacenamiento de carbono según la edad
del cultivo con respecto número de hectáreas plantadas). El estudio también demostró
una tendencia creciente del carbono almacenado por las plantaciones de uno, dos, tres,
cuatro y siete años, y una disminución en los años cinco y seis.

4. EL Esquema de PSA en Caucho

De acuerdo con Wonder (2006), los PSA son transacciones voluntarias que están con-
dicionadas por servicios ambientales entre, al menos, un proveedor y un usuario de di-
chos servicios. En este sentido, los beneficiarios de los servicios ecosistémicos deberán
compensar a quienes velan por su protección o por el mantenimiento de los usos del suelo
que favorecen su generación, por ello el secuestro de carbono, la protección de la biodi-
versidad y las funciones de regulación hídrica son los principales servicios ambientales
incorporados en los mecanismos de PSA (Pagiola y Platais 2007; Jack et al., 2008, citados
por Gómez-Bagethun 2011).
264 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Este esquema de que “el contamina paga”, a juicio de algunos investigadores del tema,
ha permitido la construcción de experiencias innovadoras tanto para la conservación de
la naturaleza como para el desarrollo rural. Lo anterior cobra más sentido, si se tiene en
cuenta la crisis mundial de alimentos que se vive actualmente, en donde el sector agrí-
cola de los países en desarrollo necesita crecer para lograr el desafío de alimentar a una
población mundial en aumento (Lipper y Neves 2011). En este sentido, la recuperación de
áreas degradadas para la producción de alimentos es una opción clara que puede lograrse
mediante la adopción de modelos agroforestales que, además de fortalecer el tema alimen-
tario, genere ingresos constantes a las familias, sean concordantes con la vocación de los
suelos del vulnerable ecosistema amazónico y se acompañe con estrategias que desestimu-
len la ampliación de la frontera agropecuaria.

Tabla 1. Carbono almacenado en el área de estudio de acuerdo con la edad del cultivo y el número de
hectáreas (Fuente: Durán-B y Duque-C. 2010)

A nivel mundial, se ha visto el interés de fomentar el desarrollo agrícola sostenible,


unido a una búsqueda de políticas e innovaciones institucionales que lo favorezcan. La
FAO estima que el número de personas que padecen hambre crónica en el mundo ha
alcanzado un total de 925 millones, pues cada vez se producen menos alimentos y hay
menos disponibilidad de los mismos para las personas (Lipper y Neves 2011). En el caso
del departamento del Caquetá, el tema de inseguridad alimentaria es dramático y está
asociado principalmente con las zonas ganaderas (que además ocupan un porcentaje sig-
nificativo del territorio en producción), donde el 80% de la tierra se encuentra en pasturas,
un 15% en reservas y, si acaso, el 1% en productos de pancoger.
De acuerdo con Lipper y Neves (2011) citando al Banco Mundial (2008), incrementar
la productividad y los beneficios para los pequeños agricultores son la clave fundamen-
tal para reducir la inseguridad alimentaria y la pobreza, en las economías basadas en los
sectores primarios, como es el caso de los departamentos amazónicos. Sin embargo, esta
estrategia sólo será una realidad si se cuenta con recursos económicos adicionales que
permitan sostener los sistemas productivos en el tiempo. En este sentido, los esquemas
de PSA podrían coadyuvar como parte de la estrategia, pues configuran un sistema en el
cual los beneficiarios de los servicios ambientales contraen acuerdos de forma voluntaria,
con los gestores de las tierra, para mejorar la provisión de externalidades positivas para
el medio ambiente a partir de una base de referencia o en el contexto habitual (Lipper y
Neves 2011).
Algunos autores consideran que los proyectos de PSA pueden dividirse en dos cat-
egorías principales: tierras cultivadas o tierras convertidas a otros usos (Lipper y Neves
2011). En las primeras, el servicio ambiental se produce conjuntamente con los productos
Sandra Jaramillo, Verenice sánchez, Ervin H. Durán 265

agrícolas bajo el mismo modelo; en la segunda, cabrían las iniciativas de reconversión


de hectáreas de pasturas, dedicadas principalmente a la ganadería, por sistemas agro-
forestales con caucho natural.
Recogiendo las anteriores ideas, el diseño y la implementación de esquemas de PSA´s
para los sistemas asociados a la producción de caucho natural, podrían permitir superar
los obstáculos que actualmente se presentan en la adopción de estos modelos agrícolas
sostenibles, pues se generarían ingresos económicos en el periodo improductivo del sis-
tema y la garantía de continuidad en el servicio ecosistémico estaría garantizada precisa-
mente por su fase productiva de generación de látex. (Lipper y Neves 2011).
En términos de los servicios ecosistémicos principales asociados al modelo se cuentan:
1) protección y mejoramiento de la calidad de agua, mediante la reducción de las sustan-
cias contaminantes y los sedimentos que entran en las corrientes hídricas; 2) captura de
C02; 3) aumento y conservación de la biodiversidad; entre otros, que deben ser claramente
identificados, cuantificados y valorados para efectos del diseño mismo del esquema. De
acuerdo con Lipper y Neves (2011), los potenciales mercados para este tipo de PSA serían
las redes municipales de abastecimiento de agua, los mercados voluntarios de carbono y
el turismo que se podría generar y potenciar en estas zonas.

5. Las Dificultades para la Implementación de Esquemas de PSA en este Contexto

Como primera medida, pensar en la implementación de esquemas de PSA´s asociados


con captura y retención de CO2, es hablar de estrategias asociadas a REDD (Reducción
de Emisiones por Degradación y Deforestación del Bosque, por sus siglas en inglés), sin
embargo, REDD se desarrolla a través de negociaciones y acuerdos entre los gobiernos de
diferentes países, y no hay aún consenso o claridad metodológica y económica frente a su
implementación, pese a todas las reuniones y acuerdos que ya existen al respecto (Kyoto,
COP 15, COP 16, entre otros eventos más técnicos). El caso de Colombia es aún más
dramático, pues si bien existe una propuesta de país frente a REDD (Estrategia Nacional
REDD, elaborada desde el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial),
ésta se asocia principalmente a la ampliación de zonas oficiales de conservación (Parques
Nacionales Naturales) y no existe una política clara frente a la distribución equitativa de
los beneficios económicos de este tipo de iniciativas para las comunidades que habitan
estas zonas.
Con relación a la posibilidad de implementar otros esquemas de PSA, tampoco existen
políticas claras que lo enmarquen jurídicamente y, hasta ahora, se ha tratado de iniciativas
muy comunitarias y locales, en donde se establecen acuerdos entre las diferentes partes
involucradas, donde la forma de pago está mediada por los actores que intervienen en la
transacción. Por ejemplo, cuando interviene un actor privado que se beneficia directa-
mente por el servicio, el pago se asocia a dinero en efectivo, pero cuando se trata de actores
comunitarios, el pago se puede transar a través de apoyo e incentivo para la realización de
actividades productivas que no pongan en riesgo la permanencia del servicio negociado.
Lo anterior plantea entonces un gran reto en términos de la sostenibilidad de los acuerdos
y, por ende, la conservación misma del servicio en el tiempo.
Otro reto fundamental, de cara a la implementación de esquemas de PSA en mode-
los productivos es la disponibilidad de información sobre los mismos. Para el caso del
Caquetá, la disponibilidad real de información que permita valorar, cuantificar y medir
los modelos productivos existentes, de cara al diseño de un esquema de PSA es muy limi-
266 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

tada, lo cual implica tener que realizar ejercicios de investigación que la generen y ello
implica que la posibilidad de implementar este tipo de estrategias no se puede plantear en
el corto plazo.
La posibilidad de realizar el monitoreo, en términos de la medición permanente del
impacto de la iniciativa de conservación, frente al estado del servicio ecosistémico objeto
de la iniciativa, que es fundamental para poder implementar cualquier tipo de esquema
de PSA, es otro de los grandes retos que se tienen en esta región. En el departamento
el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas -SINCHI, es la única institución
oficial de investigaciones, sumado con los grandes esfuerzos que hace la Universidad de
la Amazonia (institución de educación superior pública con alcance regional), en donde
los grupos de investigación que allí se han conformado buscan recursos económicos que
subsidien procesos de investigación de cara a suplir los grandes vacíos de información con
que aún se cuenta en esta región. En este sentido, el no contar con los recursos económicos
para darle continuidad a procesos de investigación que respalden y blinden iniciativas de
conservación, como las ya mencionadas, en un riesgo en sí mismo frente a la sostenibili-
dad real de ellas.
De otra parte, una problemática muy importante que se presenta en el departamento
del Caquetá, pero que no es exclusiva de él, es la legalidad de la tenencia de la tierra. En
este momento el SINCHI se encuentra haciendo una investigación que busca tener un
panorama claro frente a la realidad de la tenencia del tierra en el Caquetá, principalmente
asociado a las zonas de conflicto entre la tenencia real y la tenencia legal; lo anterior, mo-
tivado por la actual vigencia de la Ley 2 de 1959, donde se declara gran parte del territorio
del departamento como zona de Reserva Forestal, lo cual implica limitaciones enormes de
cara no sólo a la implementación de cualquier modelo o esquema de conservación como
éste, sino, lo más grave, es que hace ilegal la tenencia, presencia y uso del territorio que de
manera histórica han realizado los pobladores colonos que llegaron a este departamento.
Este tema de la tenencia de la tierra deja ver otro gran limitante que se tiene en el ter-
ritorio, y es la perversidad que pueden tener estrategias de conservación como REDD,
para las cuales debe demostrarse la existencia de un riesgo latente para la conservación
del bosque que se quiere proteger. Lo anterior implica que modelos de uso y manejo del
territorio, como el caso del uso que hacen las comunidades indígenas, no serían zonas
donde se podrían brindar incentivos para la conservación, por tratarse de zonas ya con-
servadas, con lo que se podría generar un efecto contrario al que se busca con este tipo
de iniciativas. En este mismo sentido, y trayendo de nuevo a colación el tema de las zonas
de Reserva Forestal (Ley 2ª de 1959), se tendría un inconveniente adicional y es que, en
principio, se trata de un territorio ya protegido por Ley, aunque la realidad sea completa-
mente diferente.
Frente a esta gran e ilógica disyuntiva, ¿cuál es la propuesta entonces para las comu-
nidades que habitan este territorio, que quieren hacer un uso correcto de él, pero que
también quieren y necesitan beneficiarse económicamente de su único recurso disponible
para la perviviencia: la tierra misma?, ¿cuál es la respuesta desde las autoridades nacion-
ales y los actores internacionales frente a la presión misma a que están sometidas las gen-
tes de esta región, que se encuentran inmersas entre la necesidad de vivir dignamente e
incluidos en un modelo de desarrollo justo y conservar los recursos disponibles en el terri-
torio?.... Probablemente en las respuestas a estas dos grandes preguntas esté la verdadera
salida a la problemática entre el desarrollo y la conservación.
Sandra Jaramillo, Verenice sánchez, Ervin H. Durán 267

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268 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

NOTAS

1 Planeación Prospectiva “El gremio cauchero del departamento 2020”. Florencia, Caquetá. 120 Págs.
2 La sangría es el proceso de aprovechamiento del árbol de caucho que consiste en hacer incisiones sobre
su fuste, para de esta manea obtener el látex, que escurre lentamente a un recipiente amarrado a cada árbol.
INFLUENCIA DEL TURISMO Y DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LAS COMUNI-
DADES OASIANAS DEL SUDESTE MARROQUÍ: HACIA LA ADAPTACIÓN O
LA DESAPARICIÓN

PEDRO JOSÉ ESCRICHE

Resumen

Las poblaciones del Sudeste de Marruecos se organizan en torno a la construcción y el


mantenimiento de las infraestructuras que captan el agua y la gestión de su reparto. En las
últimas décadas, el cambio climático ha provocado la disminución del régimen de lluvias y,
por tanto, del nivel del freático, ello agravado por las nuevas infraestructuras hidráulicas y la
llegada masiva de turistas. En este trabajo se analizan los cambios sociales y medioambien-
tales que, como consecuencia, afectan a estas poblaciones.

1. El Tafilalet: el Territorio y su Historia

ESen eltrata
Sudeste de Marruecos se encuentra la región histórica de Tafilalet (ver mapa 1).
de un conjunto de oasis que tradicionalmente fueron el punto de llegada a
Marruecos de las caravanas transaharianas. Hoy en día, el Tafilalet corresponde a las pro-
vincias de Errachidia y Tighir. Forma parte, desde 1997, de la región Meknès-Tafilalet. Su
mitad Sur está integrada en la Reserva de la Biosfera de los Oasis del Sur Marroquí (UN-
ESCO)1. En sentido histórico, el Tafilalet designa el palmeral que rodea la ciudad de Ris-
sani, extendiendo esta denominación a todo el valle de los ríos Ziz y Rheris. Esta región,
rica en el pasado gracias a la irrigación y a las caravanas, fue víctima a la vez de las sequías
y de las inundaciones. En ella surgió el próspero imperio de Sijilmassa en torno a 759
d.C., que llegó a contar con 200.000 habitantes y su riqueza y poder fue elogiada por Ibn
Battuta2. Su capital era el centro de un próspero comercio caravanero entre el Atlántico,
Sudán o Níger, y el Mediterráneo, con una importante base en el oro y la trata de esclavos
del África Negra hacia Europa.
Sin embargo, Sijilmassa había sido destruida ya en el siglo XVI, tal y como nos cuenta
León el Africano3, tras su visita a la región en 1511-1515. Su desaparición dio paso a
una sociedad dividida en pequeñas poblaciones fortificadas o “ksars” en constante com-
petición entre sí y contra las poblaciones bereberes y árabes nómadas por los recursos
naturales, lo que acaba forzando la creación de confederaciones en las que se integran po-
blaciones sedentarias y nómadas. Estas confederaciones, entre las que destaca la de los Aït
Atta, mantuvieron esta situación de enfrentamiento durante tres siglos que sólo termina
con la dominación completa del territorio por los franceses en 1932 (Hahiane, 2004).

2. La Población: la Cultura Amazigh

La región ha conocido la cohabitación de cuatro grupos étnicos principales que han


formado un verdadero mosaico social. En primer lugar, los imazighen o bereberes (pueblo
Amazigh), habitantes originales de la región, a los que se unen posteriormente africanos
originarios del África Subsahariana, judíos, cuya presencia tuvo un rol de gran importan-
270 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

cia en el desarrollo del comercio y la artesanía, y, en último lugar, los árabes, que llegan con
las conquistas islámicas del s. VII en diferentes oleadas invasoras, que siguieron hasta el s.
XIII. Mientras las poblaciones árabes son mayoritarias en las ciudades como Errachidia,
Erfoud o Rissani, los pequeños asentamientos oasianos están mayoritariamente habitados
por bereberes o imazighen. También suponen la inmensa mayoría de las poblaciones nó-
madas que todavía recorren la región. En la actualidad no existen datos fiables de la dis-
tribución porcentual de árabes y bereberes en la región, oscilando esta última comunidad
entre el 25% y el 60 % en función de las fuentes4, aunque sin duda son mayoritarios en las
pobres y duras regiones oasianas.

Mapa 1 : Oasis de Tafilalet en Marruecos. Fuente: Microsoft Maps.


Pedro José Escriche 271

Las poblaciones bereberes o amazigh, procedentes de Libia y Egipto, son las prime-
ras en ocupar estas tierras del Norte de África, que verán la llegada de fenicios, griegos
(quienes les dan el nombre de bereberes, indicado para todos aquellos que no hablaban
Griego), romanos y árabes. Cristianos y judíos en su mayoría, adoptan el Islam de forma
mayoritaria tras las invasiones árabes del s. VIII. En realidad, Bereber es un nombre gené-
rico dado a numerosos grupos étnicos heterogéneos que comparten prácticas culturales,
políticas, y económicas similares.
Estas poblaciones imazighen se caracterizan por mantener después de siglos su lengua
propia, el Tamazight, que es un conjunto de diferentes hablas en función de la región, y
que, aunque predominantemente oral, tiene una forma escrita, el líbico-bereber o Tifi-
nagh, conservado por los pueblos Tuaregs. También mantienen una rica y arraigada cultu-
ra tradicional. Estas sociedades, muy tradicionales, y que no han cambiado sus fundamen-
tos básicos durante siglos están en este momento viviendo importantes cambios.

3. Las Sociedades Oasianas

3.1. La base social: la gestión del agua

Las sociedades oasianas se estructuran y fundamentan en torno a la gestión del bien


más escaso y básico en la región: el agua. Y es que en esta región pre-sahariana la plu-
viometría es de menos de 200 mm. al año, y se distribuye de forma muy irregular en el
tiempo. Además, esta región no dispone de aguas superficiales. La desertificación y el
avance de las dunas representan igualmente un serio problema añadido para la super-
vivencia de las poblaciones de esta zona. No es de extrañar pues, que todos los aspectos
de la vida comunitaria estén regidos y orientados por estructuras y principios cuyo origen
está en la supervivencia en un territorio sumamente hostil y, por lo tanto, en la búsqueda,
reparto y aprovechamiento sostenible de los recursos hídricos. Para cubrir las necesidades
en agua, desde tiempos inmemoriales se utiliza en buena parte del territorio la técnica de
canalizaciones subterráneas denominada KHETTARAS.

3.2. Las khettaras

Evocar las khettaras es evocar la razón de ser de las sociedades y organizaciones que
son creadas para y por estos sistemas… Una Khettara es una canalización subterránea
construida para alimentar los huertos en los palmerales, cuando no es posible excavar po-
zos. Puede alcanzar entre 2 y 15 kilómetros. Las canalizaciones tienen una ligera pendien-
te (algunos milímetros de desnivel por metro lineal) y discurren a aproximadamente 5 o
10 metros bajo la superficie del suelo. La khettara propiamente dicha tiene un diámetro
suficiente (1 m a 1,20 m) para permitir el desplazamiento de un hombre inclinado, tra-
bajando desde abajo hacia arriba durante la perforación, o de un obrero circulando para
efectuar el mantenimiento.
En superficie, los conos de desmonte o las obras de albañilería jalonan el trayecto de la
khettara (y del agua) entre la capa freática y la balsa de recepción. Construidos cada 12 o
15 metros, estos conos protegen el orificio al tiempo que permiten vigilar la canalización
y, si es necesario, descender en la khettara para despejar el punto preciso de la galería ob-
turada. A la salida de cada canalización en el palmeral, el agua es recibida en una balsa o,
directamente, en la acequia. La gestión de las aguas canalizadas por las khettaras obedece a
272 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

a leyes de reparto, establecidas por el uso, llamadas « Derechos del agua ». Es el volumen
de trabajo invertido en la edificación de las khettaras lo que constituye la referencia de
apropiación de este recurso, el cual se transmite de generación en generación. Estas reg-
las sirven de base para la organización de los trabajos de mantenimiento y cuidado del
sistema. El poseedor de un derecho del agua puede utilizarlo, venderlo o alquilarlo por
un periodo determinado, igualmente puede asociarse con otros usuarios. El sistema de
reparto de las aguas predominante es el llamado « de partes », en el cual la unidad es lla-
mada «Nouba » o « Fardia » y corresponde a una duración de 12 horas durante las cuales
el o los poseedores de partes se beneficiarán de la totalidad del flujo de la khettara. El re-
corrido del agua se determina en función del número de Nouba, por ejemplo es de 15 días
si el número de nouba es de 30. El reparto del agua está asegurado entre los propietarios
según el recorrido del agua y está bajo el control del Cheikh y de los Mezrags que juegan el
papel de guardianes comunitarios.
El derecho de agua se traduce igualmente en obligaciones de mantenimiento y cuidado
del sistema de canalizaciones. Son los guardianes comunitarios los responsables de ase-
gurar el mantenimiento y funcionamiento de las khettaras, llamando la atención de los
usuarios siempre que es necesario. Los trabajos de mantenimiento, llevados a cabo bajo la
supervisión de estos guardianes, consisten en el desbloqueo, la obturación de fugas, etc.
Para la realización de este tipo de trabajos los poseedores de derechos de agua ponen a
disposición de los guardianes la mano de obra necesaria. En el caso de trabajos de cons-
trucción de muros, construcciones con hormigón o la extensión canal arriba, la fórmula
adoptada consiste en crear un fondo común en el que la aportación de cada propietario
será función de las partes que posean.La ingeniosidad del procedimiento reside en su con-
cepción y adaptación a las condiciones de vida y al clima saharianos: este sistema suprimió
las fatigantes faenas del agua que absorbían la mayor parte del tiempo de la población, y
aseguró el aprovisionamiento de un flujo constante de agua, sin riesgos de agotar la capa
freática y limitando la evaporación al mínimo.
Pero, ¿cuál es el origen de esta técnica? Algunas regiones del Sahara son ricas en aguas
subterráneas. Esto permitió, hacia el siglo I, la construcción de un extraordinario sistema
de captación y canalización del agua sobre el modelo existente en ciertas regiones de Me-
sopotamia denominado qanat. Las primeras noticias históricas de los qanats provienen
del Irán pre-Islámico, al menos hace 1.200 años, aunque algunos autores adelantan su
aparición hasta 2.500 a.C. Así, su presencia está ya acredita en el noroeste de Irán antes de
800 a.C. y en torno a 525 a.C. en las costas del Golfo Pérsico. Ya en esta época se habría
empezado a utilizar esta misma técnica en Egipto. De esta manera, hacia el Oeste, la técni-
ca se expandió desde Mesopotamia a las costas del Mediterráneo. Y hacia el Este de Persia,
se construyeron qanats en Afganistán, asentamientos de Asia Central a lo largo de la Ruta
de la Seda y en el Turquistán Chino. Durante la dominación Romano-Bizantina (64 a.C –
660 d.C.) se construyeron muchos qanats en Siria y Jordania. Desde aquí, la tecnología se
difundió hacia el Norte y el Oeste en Europa. Así, hay evidencias de qanats en lugares tan
alejados como Luxemburgo.
La expansión del Islam inició otro periodo de gran difusión de la tecnología de los
qanat, llegando a todo el Norte de Africa, Chipre, Sicilia, España y las Islas Canarias. Los
conquistadores españoles llevaron con ellos el sistema hasta el occidente de Méjico, la
región de Atacama en Perú o Chile. En la región que nos ocupa, se cree que la tecnología
fue introducida por tribus bereberes judaizadas que huyeron de la Cirenaica durante las
persecuciones de Trajano en 118 d.C. La importancia cultural de esta tecnología es tal que
Pedro José Escriche 273

UNESCO y FAO han declarado a los qanats como Sistemas Importantes del Patrimonio
Agrícola Mundial (SIPAM)5. El recuento del mes de Agosto 2000 muestra que el número
de khettaras en funcionamiento en la zona de Tafilalet es de 308 Khettaras de una longitud
de 1.190 km cubriendo 155 perímetros con una superficie total de 12.750 ha. La confron-
tación de estas cifras con los resultados del recuento general efectuado en 1967 muestra
que en la actualidad 262 khettaras de una longitud aproximada de 1.710 km se encuen-
tran abandonadas. Esta situación se explica por la frecuencia de los episodios de sequía
que han conducido al descenso de la capa freática. El éxodo rural y las dificultades de la
población han impedido las prestaciones de mantenimiento necesarias.
Destacar también que la construcción del embalse El Hassan Addakhil además del a-
condicionamiento hidro-agrícola desde 1971 ha contribuido a este descenso de la capa
freática por su falta de alimentación con las aguas del río Ziz principalmente, como de-
nunció el Dr. Dale R. Lightfoot de la Oklahoma State University (Lightfoot, 1996) y, a
partir de entonces, han aceptado todos los especialistas. A ello ha contribuido también la
popularización del uso de pozos con motobombas diesel, que extraen el agua del freático
sin control comunitario. Este descenso de la capa freática continúa produciendo en la
actualidad la muerte y abandono de khettaras y la desaparición de los asentamientos que
viven a su alrededor.

3.3. La organización social

Toda la población del oasis se estructura y organiza en torno a las instituciones de


gestión del agua. La zona habitada se localiza separada, a unos metros de la zona cul-
tivada. Esta zona, es donde desemboca la khettara y se reparte el agua por las acequias
o se deposita en un estanque. El oasis se encuentra perfectamente dividido en peque-
ñas parcelas separadas por las acequias que salen de la acequia principal, que cruza
longitudinalmente todo el oasis por su centro. Cada parcela se explota en tres niveles:
un primer nivel representado por las palmeras que aportan la sombra necesaria y los
dátiles, un segundo nivel de árboles como el almendro, el granado, algunos cítricos, el
olivo y otros y un tercer y último nivel en que se cultivan cereales, especias y hortali-
zas.
Cada parcela pertenece a una familia que aportó trabajo en el momento de construir
la khettara, y hay tantas parcelas iguales como familias participaron. Si hay agua para más
parcelas por familia, entonces comienzan de nuevo a dividir tierra comenzando un nuevo
ciclo de roturación que otorgará una segunda parcela a cada familia, y luego una tercera,
y así mientras llegue el agua. Los jefes de cada una de las familias, se reúnen en una espe-
cie de consejo comunal que adopta la fórmula tradicional de la Jama’a. Este consejo está
liderado por el cheikh, que es elegido por los miembros del consejo y tiene carácter rotato-
rio. Este consejo, formado por hombres ancianos y notables de la comunidad, toma todas
las decisiones relevantes en referencia al mantenimiento de las infraestructuras de riego,
el reparto del agua, etc, actuando también como tribunal dirimente de los conflictos que
por estos temas pueden surgir. Sin embargo, no se limita a estos temas su competencia,
sino que actúa en ámbitos civiles (reparto de herencias, litigios de tierras, …), velando, en
resumen, porque se mantenga el orden social tradicional.
Esta forma de organización comunitaria es muy propia de la tradición cultural Amazigh,
y al contar con la participación de todas las familias por medio de sus representantes, es
marcadamente igualitario y democrático. Aunque las mujeres de la comunidad no pueden
274 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

participar en este consejo, quedando totalmente excluidas del proceso de toma de deci-
siones.
La vida diaria de la comunidad se rige también por el agua que aporta la khettara. Así,
los trabajos de mantenimiento y posible prolongación de la misma corresponden a los
hombres, así como los trabajos agrícolas que producen más beneficio económico, como la
palmera datilera. Las mujeres se encargan de todos los demás trabajos agrícolas: cultivo de
hortalizas y cereales o de especias y henna.
En el caso de que el nivel del freático baje, es la comunidad y sus hombres la que tendrá
que prolongar la khettara, aumentando su profundidad o construir una nueva. Y, en el
caso de que estas soluciones fueran inviables, la comunidad se verá obligada a abandonar
el oasis y trasladarse a otros lugares donde sí haya agua.

3.4. Evolución

Hasta la colonización francesa, esta región, salpicada de pequeños pozos, era recorrida
por pequeños aunque numerosos grupos familiares, dedicados fundamentalmente a la
ganadería. Mientras, las poblaciones sedentarias de los diferentes oasis mantuvieron una
relación entre ellas basada en la desconfianza y la protección de los recursos naturales de
los posibles invasores. Con la colonización, concluida en 1934 (Lebefure, 1986) tras una
larga resistencia, las relaciones entre las poblaciones de los oasis se pacifican y acaba la
situación de inseguridad anterior. Al mismo tiempo, se mantiene una gran actividad de
nomadeo, que escapa más al control colonial.
El primer gran cambio en la vida de las poblaciones se va a producir con la descoloni-
zación de Marruecos y Argelia. El Sur del Tafilalet, justo en la frontera entre los dos nuevos
países, se convierte en zona de confrontación entre los ejércitos de liberación nacional
argelino, el francés y las recién nacidas fuerzas marroquíes. Este conflicto se prolonga
hasta mediados de la década de los años 80.
Las consecuencias son definitivas: el nomadeo prácticamente desaparece en la región,
forzando a las poblaciones a estabilizarse, en oasis ya existentes, o creando artificialmente
nuevos oasis, mediante la construcción de khettaras. Así, la construcción de la khettara
de Tazoulayt, a principios del siglo XX, viene unida a la construcción en este lugar de un
centro político-militar de resistencia contra la colonización francesa, mientras que en los
años 40 se creará la khettara de Ramlya, y a principios de la década de los 60, la de Hassi
Labiad, El Begaa, Haroum, Merzouga, etc., coincidiendo con los problemas fronterizos
entre Marruecos y Argelia. La adaptación de las comunidades fue, pues, muy rápida. Se
busca un territorio con el que haya vinculaciones familiares o tribales (cesión) o adquirido
por compra, y que cuente con agua subterránea. En segundo lugar, la comunidad nómada
construye una pequeña khettara que permita un mínimo caudal de agua potable. Con ella,
se inicia una pequeña actividad agrícola con la plantación de palmeras, y se mantiene la
actividad ganadera que sigue siendo la fundamental de la comunidad.
El segundo gran impacto en la vida de las poblaciones de esta región se va a producir en
1971 con la inauguración del embalse El Hassan Addakhil y sus sistemas de distribución
de aguas. Este embalse recoge, unos 150 kms. al Norte, junto a la capital de la provincia,
Errachidia, las aguas del río Ziz, que alimentan el gran oasis del Tafilalet. Estas aguas han
alimentado durante siglos el freático en esta zona, lo que permitió la creación de pequeños
oasis alimentados por khettaras y la subsistencia de multitud de pozos utilizados por los
nómadas. La construcción del pantano supuso la eliminación de las inundaciones que,
Pedro José Escriche 275

periódicamente, se producían en la región y que contribuían a la recarga del freático.


Además, el sistema de distribución de agua, construido con hormigón y cemento para
evitar pérdidas, también impide que llegue agua al sistema subterráneo. Todo ello im-
plicó un rápido e irreversible descenso del nivel del freático. Las primeras actuaciones
para paliar sus consecuencias, fueron la construcción de pozos con motobombas diesel,
pero sólo contribuyeron a agravar el problema. Como consecuencia se produjo el rápido
abandono de 262 khettaras con una longitud de unos 1.700 kms. (García, M. et al. 2008)
y, en consecuencia, la desaparición de otros tantos pequeños oasis. La población emigró
en masa hacia la proximidad del sistema dunar de Merzouga conocido como Erg Chebbi,
donde se seguía acumulando el agua por el efecto esponja de las arenas, hacia el oasis de
Tafilalet y hacia las grandes ciudades de Marruecos.También supuso una nueva y drástica
disminución del nomadeo que quedó como una actividad residual. Se estima que pudo
pasar de un 39% de la población total en 1951 a, aproximadamente, un 12% a mediados
de la década de 1970, según los datos de la administración colonial francesa (Joly, 1951).

4. Amenazas Actuales para la Pervivencia de las Sociedades Oasianas

Una vez revisado el contexto y la historia reciente de las sociedades oasianas del Sur
del Tafilalet, vamos a apuntar las últimas y graves amenazas que penden sobre estas so-
ciedades y que se pueden resumir en dos: (i).la desertificación: cambio climático y sobre-
explotación; (ii).la asimilación cultural como consecuencia del turismo y las comunica-
ciones.

4.1. La desertificación: cambio climático y sobreexplotación

El nivel de agua del freático se encuentra en claro retroceso en los últimos años lo cual
está favoreciendo el proceso de desertificación. Este hecho se debe, además de la dismi-
nución de aportes del río Ziz como consecuencia de la ya mencionada construcción del
embalse El Hassan Addakhil, a la grave sequía que ha venido sufriendo el país desde fi-
nales de la década de 1970. El Plan Nacional de Economía del Agua de 2007 ha intentado
abordar el problema sin efectos visibles hasta la actualidad, incidiendo en el ahorro de
agua en la Agricultura a través de la implantación de sistemas de riego por goteo.
En la región oasiana del Sur del Tafilalet, la consecuencia ha sido una aceleración del
abandono de las khettaras y la construcción de más pozos con motobombas. La agencia
gubernamental competente (Office Rural de Mise en Valeur Agricole du Tafilalet-ORMVA-
TF), con apoyo de organismos internacionales como la Japan International Cooperation
Agency (JICA), el PNUD y ONG europeas como la española Centro de Estudios Rurales
y de Agricultura Internacional (CERAI) ha realizado actuaciones de restauración y am-
pliación de las khettaras todavía en funcionamiento para asegurar su continuidad. Este
esfuerzo se ha visto apoyado por la declaración por la UNESCO el 10 de noviembre de
2000 de toda la región como parte de la Reserva de la Biosfera de los Oasis del Sur de Ma-
rruecos.
A pesar de todo, las actuaciones no han sido suficientes para frenar la desaparición de
más oasis como consecuencia de la inutilización de sus khettaras, provocando el despla-
zamiento de buena parte de la población a los oasis en los que se han realizado actuaciones
y se ha garantizado la continuidad del flujo de agua (Hassi Labiad, El Begaa, Ramlya…) o
su emigración hacia ciudades turísticas e industriales de Marruecos o incluso a Europa.
276 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Así, el agotamiento de la khettara de Tazoulayt, provocó que a finales de los años 90, su po-
blación pasara en sólo dos años, de cerca de 1.500 habitantes a los 230 aproximadamente
actuales (en este momento, este oasis está en fase de recuperación de su khettara con un
proyecto de CERAI y la Association Hassilabiad). Al mismo tiempo, la población de Hassi
Labiad, tras la rehabilitación de su khettara, finalizada en 2006 por CERAI y la Association
Hassilabiad, pasó de 950 habitantes aproximadamente a los cerca de 1.600 habitantes que
cuenta en la actualidad. De otra parte, otro factor que está afectando a la disminución del
freático y al avance de la desertización en buena parte de los oasis, es el creciente peso de la
actividad turística, que está teniendo como consecuencia la sobreexplotación del acuífero,
por un lado, y la contaminación del mismo, por otro.
El turismo en la región ha venido desarrollándose desde hace decenios como parte de
la medicina tradicional marroquí que recomendaba tomar los “baños de arena” en las zo-
nas de dunas. Este turismo sostenible, que todavía se mantiene, es ampliamente superado
a partir de los años 90 cuando comienza a llegar a la región el turismo internacional como
consecuencia de la inclusión de Merzouga como etapa del rally París-Dakar, con un gran
impacto medio-ambiental y cultural. El control comunitario de los sistemas tradicionales
de captación de agua ha intentado impedir, hasta el momento, la utilización del agua del
freático para alimentar los servicios turísticos (incluso piscinas) concentrados especial-
mente en torno al erg Chebbi. Sin embargo, al existir khettaras particulares (de una sola
familia) y hoteles alejados de los pueblos que han construido pozos, el control no es total,
y se ha entrado en un proceso de sobreexplotación del freático. Por otra, al no haberse pre-
visto sistemas de saneamiento, los vertidos se realizan a pozos negros que no se encuen-
tran bien aislados y que incluso llegan a rebosar, filtrándose al freático, y contaminándolo.
Los charcos de aguas negras han permitido, asimismo, la aparición de plagas de mosquitos
en época estival que favorecen la proliferación de enfermedades transmisibles del ganado
y de las personas, como la leishmaniasis. La consolidación del eje Merzouga-Hassi Labiad
como un importante centro turístico pone en peligro la sostenibilidad de todo el acuífero
situado bajo el Erg Chebbi.

4.2. La asimilación cultural como consecuencia del turismo y las comunicaciones

La llegada del turismo ha conllevado consecuencias socio-culturales de gran calado.


Por un lado, además de aportar riqueza a la región, muestra un modelo de consumo y de
vida totalmente diferente y a menudo incompatible con los modos de vida tradicionales
en un entorno frágil. Los estándares de confort y bienestar de los turistas, se encuentran
muy por encima de los acostumbrados por la población oasiana y también, muy por en-
cima de los márgenes de sostenibilidad. Por otro lado, también ha generado la aparición
de desigualdades económicas entre las distintas familias. Aquéllos que han optado por
construir un pequeño albergue u hotel han tenido acceso a divisas y a ingresos mayores
de los derivados de las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales. Ello ha supuesto
el surgimiento de tensiones en las comunidades oasianas y la ruptura de la tradicional
solidaridad.
A esto se une que la presencia cada vez mayor de turistas extranjeros ha favorecido los
contactos entre éstos y la población local. Estos intercambios han tenido efectos positivos,
por abrir a propios y extraños, a un mejor conocimiento mutuo, eliminando tópicos y
barreras culturales. Pero también han tenido efectos más complejos y con consecuencias
muy negativas, al favorecer el surgimiento de relaciones entre hombres locales y turistas
Pedro José Escriche 277

extranjeras. En la actualidad, muchos jóvenes bereberes que trabajan con turistas tienen
como aspiración encontrar una mujer extranjera que se los lleve a su país y les saque de su
pobreza. También ha tenido gran incidencia en este sentido la llegada de la televisión vía
satélite e Internet, cada vez más extendidas en la región.
La televisión muestra pautas de consumo totalmente insostenibles en las regiones ári-
das del Sur del Tafilalet así como una imagen estereotipada e idealizada de la vida en las
sociedades europeas. También, sin embargo, ha permitido el acceso libre a la información
(muy coartada en las televisiones marroquíes), fundamentalmente a través de las emisoras
pan-arabistas, como Al-Jazeera o Al-Arabiya, generando una mentalidad crítica hacia su
propio gobierno y, una visión unidimensional de los conflictos internacionales, en clave
de persecución y victimización de lo musulmán.
También Internet está contribuyendo al cambio social en la región. Internet llega a
Merzouga y Hassi Labiad al mismo tiempo que la carretera asfaltada, en 2002. A finales de
2002 ya se inauguraba el primer café Internet en Hassi Labiad y en los años subsiguientes
todos los hoteles y albergues del eje Merzouga-Hassi Labiad, así como las instituciones y
las asociaciones locales, se han dotado de Internet y de sus propias páginas Web.
Internet ha permitido la comunicación fácil y económica con los familiares y amigos
emigrantes. Por otro, se ha utilizado de forma masiva para la obtención de potenciales
clientes turísticos por parte de albergues y guías locales. Por otra parte, Internet ha per-
mitido también a los jóvenes locales contactar con personas de todo el mundo y mantener
las relaciones nacidas con ocasión de las visitas turísticas, facilitando el fenómeno antes
mencionado de búsqueda de pareja extranjera. La consecuencia de todo ello ha sido una
emigración masiva de los hombres jóvenes locales al extranjero, de manera que, unido a
la emigración económica, cada vez más, en los oasis sólo van quedando niños, mujeres y
viejos, sobre todo en los más apartados (Tazoulayt, El Begaa, …).
Un efecto colateral de la emigración de los hombres jóvenes es que las mujeres jóvenes
no se pueden casar a la edad tradicional (entre 14 y 16 años). Así, en la actualidad, se
produce el hecho sin precedentes de encontrar familias con hijas en torno a los 20 años
sin casar y, además, sin expectativas de poder hacerlo dada la escasez de varones locales.
Ello, a priori, es negativo puesto que tradicionalmente, la mujer no alcanza la plenitud de
derechos sociales hasta el matrimonio. Sin embargo, esta situación está enfrentando a las
familias ante la necesidad de que mujeres adultas puedan realizar aportes a la economía
familiar, con lo que, de forma indirecta, se está favoreciendo la integración de la mujer
oasiana en las actividades que más rendimiento económico producen, como el turismo,
mejorando su situación social y su posición en la familia.
El cambio social producido en la región es irreversible. La solidaridad de las comuni-
dades se rompe con los desequilibrios económicos. La emigración de los jóvenes deja sin
mano de obra el campo y satura las zonas turísticas con hombres que buscan su oportu-
nidad. Asimismo, las remesas de los emigrantes crean una mentalidad dependiente en
muchas familias, que se limitan a esperar que llegue la transferencia, mostrando una ex-
traordinaria pasividad y una escasa capacidad de iniciativa. La agricultura y la ganadería
tradicionales dejan de ser las actividades económicas principales y quedan relegadas a un
segundo plano tras la actividad turística.
Al mismo tiempo, los valores de respeto y tradición se han sustituido por los de afán
de consumo y búsqueda de todo lo que huela a modernidad. Ello ha supuesto la pérdida
de legitimidad y capacidad de las Jemaa tradicionales, dejando a las comunidades sin el
elemento de gobierno aglutinador del interés común, y haciendo que, cada vez más, las
278 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

familias velen exclusivamente por sus intereses y nadie se preocupe por los problemas
globales del oasis y de la comunidad.

5. Conclusiones: Hacia la Despoblación y la Desaparición de las Sociedades Tradi-


cionales

La situación medioambiental actual es grave en la región y, especialmente, en la zona


del Erg Chebbi, y el cambio producido en las sociedades oasianas tradicionales es de un
gran calado, con aspectos positivos y negativos al mismo tiempo, como ya hemos visto.
Cabe señalar como elemento positivo, que las tradicionales formas de toma de decisión
comunitaria se están adaptando a la modernidad a través de las asociaciones locales. En
todos los douares hay al menos una asociación que trabaja por el desarrollo local con
mayor o menor efectividad, honestidad y acierto. Algunas de ellas han conseguido aunar
el respeto tradicional a la Jemaa con las ideas modernas de democracia y participación y
han construido redes de trabajo en pos del desarrollo sostenible y del equilibrio entre la
tradición y la modernidad. Cabe destacar aquí el trabajo realizado por la Association Has-
silabiad pour le developpement et l’environnement (AHT). Sin embargo, el trabajo de estas
asociaciones se enfrenta de manera constante con la ineficacia de una parte del aparato
del Estado y con la presión del interés económico de los empresarios turísticos. Espera-
mos que no sea demasiado tarde. Para el patrimonio paisajístico y cultural del Tafilalet, el
tiempo avanza rápido y los cambios, para bien o para mal, no tienen marcha atrás.

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pdf

NOTAS

1 Ver Web: http://www.unesco.org/mabdb/br/brdir/directory/biores.asp?mode=all&code=MOR+02.


2 Ibn Battuta, nos cuenta en su “Rahla” la visita a la ciudad en enero-febrero de 1352, en su camino hacia
“el país de los Negros” o lo que hoy denominaríamos Africa Subsahariana.
3 Hassan Ibn El Ouazane, más conocido como León el Africano, describe su paso por Sijilmassa en 1511
en su “Historia Geográfica de África”. De aquella urbe de más de 100.000 habitantes, eterna rival de los sul-
tanes de Fez y Marrakesh, que contaba con centenares de castillos y fortalezas, los arqueólogos no han hal-
lado en la actualidad sino unos pocos precarios muros de adobe y guijarros, medio enterrados en la arena…
4 Hsain Ilahiane, en su estudio de 1994-95 (v. Bibliografía) y el Congreso Mundial Amazigh (Rapport
Alternatif du CMA: Les Amazighs du Maroc, 2006) hablan de un porcentaje de población bereber superior
al 60%, mientras que la información oficial, escasa y sin actualizar, reduce notablemente esta cifra a menos
del 20% (v. Analyse des systemes de production oasiens et des strategies des agriculteurs dans la province
d’Errachidia Maroc du 20 Avril au 19 Juillet 2002 ICRA-ORMVATF-CRRA).
5 Globally Important Agricultural Heritage Systems (GIHS) http://www.fao.org/nr/giahs/giahs-home/
en/.
DEFORESTACIÓN EN AMAZONÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO: UNA APROXI-
MACIÓN DESDE LA TEORÍA DE RESILIENCIA

CECILIA GELABERT, ARIEL ZAJDBAND & HUGO CETRÁNGOLO

Resumen

La deforestación de la Amazonía ha sido un proceso ampliamente estudiado. Sin embargo


sólo recientemente se ha incorporado al análisis, las relaciones de retroalimentación exis-
tentes entre las variables climáticas y los cambios en el uso de la tierra. Este capítulo pre-
senta una aproximación al análisis de las relaciones entre los procesos sociales y ecológicos
presentes en la región y su impacto en la degradación y deforestación de la Amazonía,
utilizando como enfoque la teoría de resiliencia.

1. Introducción

Lalasmitigación de los efectos del Cambio Climático impone la necesidad de reducir


emisiones de gases de efecto invernadero y a la vez, aumentar la capacidad del
secuestro de Carbono (C) a través de la restauración y regeneración de los ecosistemas. La
Amazonía tiene una importancia fundamental debido a su capacidad de secuestro de C.
La misma ocupa actualmente 5,4 millones de km2, almacena aproximadamente 120 Pg C
y es responsable del 15% de la fotosíntesis global terrestre (Malhi et al. 2008). Sin embargo,
el proceso de deforestación en la región, ha estado liberando cerca de 0,5 Pg C por año
desde 1990 (Malhi et al. 2008). En consecuencia, mientras la Amazonía contribuye a la
mitigación del Cambio Climático a partir de su capacidad de secuestro de C, también re-
presenta una fuente de liberación de C como resultado de su degradación y deforestación.
Aunque la deforestación de la Amazonía ha sido un proceso ampliamente estudiado,
sólo recientemente los modelos de Cambio Climático han incorporado las relaciones de
retroalimentación existentes entre las variables climáticas, como temperatura y precipita-
ciones, y los cambios en el uso de la tierra (Malhi et al. 2008). La vegetación se consideraba
una variable estática y el cambio climático era analizado en forma aislada, sin tener en
cuenta las relaciones que unen y refuerzan los procesos sociales y ecológicos.
Actualmente existe un consenso generalizado en la necesidad de combinar las distin-
tas disciplinas a través de teorías integradoras. En este contexto, la teoría de resiliencia
permite resolver problemas que emergen de la interacción entre los seres humanos y los
ecosistemas (Holling et al. 2002). La relación que se establece entre los mismos se convier-
te en un factor clave para la identificación y análisis de los impactos que derivan de su
utilización (Fairweather 1993).
El presente capítulo analizará las relaciones existentes entre los cambios en el uso de
la tierra y el cambio climático y su impacto en la degradación y deforestación en la Ama-
zonía, utilizando como marco teórico la teoría de resiliencia. A continuación, se procede
a presentar una introducción a los conceptos fundamentales de la teoría para luego apli-
carlas en este análisis.
282 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

2. Principales Conceptos para el Análisis de la Resiliencia

La resiliencia en los ecosistemas puede definirse como la capacidad que éstos posee
para experimentar disturbios mientras retiene esencialmente la misma función, estructu-
ra y relaciones de retroalimentación, y por lo tanto, la identidad. Un sistema con mayor
resiliencia será aquel que pueda absorber un disturbio mayor sin cambiar hacia otro régi-
men. Estos sistemas exhiben umbrales que, cuando son excedidos, resultan en un cambio
en las relaciones de retro-alimentación que conducen a modificaciones en su función y
estructura. Así, a medida que aumenta la resiliencia del sistema, mayor es el disturbio que
puede absorber sin cambiar hacia otro régimen alternativo (Gunderson y Holling 2002).
Las relaciones de retro-alimentación que generan regímenes estables pueden ser com-
prendidas, por ejemplo a partir de la dinámica entre las precipitaciones y la vegetación
(Scheffer y Carpenter 2003). A nivel local, la vegetación terrestre facilita el mantenimiento
de la humedad del suelo y de las precipitaciones. Esto conduce a la existencia de una
relación de retroalimentación positiva. Scheffer y Carpenter (2003) ilustran las conse-
cuencias de estabilidad potencial en un modelo gráfico simple basado en 3 supuestos:
(1) la precipitación en ausencia de vegetación es conducida por el clima global; (2) la
vegetación tiene un efecto positivo sobre las precipitaciones locales, y (3) la vegetación
desaparece cuando la precipitación cae por debajo de un nivel crítico determinado (Figura
1). En el modelo propuesto existen dos estados alternativos: uno para la situación sin ve-
getación y otra para la vegetada. Por encima de un nivel de precipitaciones crítico, la vege-
tación estará presente y las precipitaciones a escala loca serán superiores que en el estado
sin vegetación. (Scheffer y Carpenter, 2003).

Figura 1. Un modelo simple que muestra la existencia de estados alternativos estables generados por
las relaciones de retroalimentación positivas entre la vegetación y las precipitaciones locales. Las
flechas indican la dirección del cambio si el sistema no se encuentra sobre las líneas de equilibrio. La
línea punteada es inestable porque una pequeña desviación desde la misma resultará en el movimiento
del sistema hacia una de las líneas de equilibrio. Adaptado de Scheffer y Carpenter (2003).
Cecilia Gelabert, Ariel Zajdband & Hugo Cetrángolo 283

El objetivo del manejo de la resiliencia es prevenir que un sistema socio-ecológico se


mueva hacia una configuración no deseable. La resiliencia per se no es necesariamente
deseable ya que, configuraciones del sistema no deseables pueden ser muy resilientes. La
construcción de la resiliencia de una configuración deseable del sistema, requiere aumen-
tar la capacidad adaptativa de las estructuras y procesos (sociales, ecológicos y económi-
cos) que ayudan a mantenerla. Esto requiere de la identificación de las variables claves que
generan resiliencia en un sistema determinado y cómo ésta, puede disminuir o incremen-
tarse.

3. Aplicación del Concepto de Resiliencia para el Análisis del Cambio Climático en


Amazonía

La deforestación de la Amazonía ha sido reconocida como la principal amenaza para


su conservación. La tasa anual de deforestación durante la década de 1990 fue de 25.000
km2 y hacia 2001, aproximadamente el 13% de su superficie original había sido desmon-
tada (Betts et al. 2008). Este proceso estuvo acompañado por la expansión planificada
de caminos y el desarrollo de la cría de ganado bovino, producción de caña de azúcar y
recientemente del cultivo de soja en las regiones fronterizas. En los últimos años la tasa de
deforestación ha caído hasta los 11.000 km2 en 2007, debido a la caída de los precios inter-
nacionales de la soja en ese año y a la intervención del Gobierno Brasileño. Actualmente,
se identifican dos fuerzas motrices que conducen la deforestación: 1) la disminución de las
precipitaciones en la estación seca, que determina la muerte progresiva de la vegetación
y 2) los cambios en el uso de la tierra reducen la cobertura natural mediante la tala y la
quema.
Entre las principales fuerzas motrices, identificadas en el párrafo anterior, existen in-
teracciones que incrementan la complejidad del proceso y refuerzan la existencia de es-
tados alternativos. Algunos modelos sugieren que el sistema climático regional presenta
dos estados alternativos estables. El estado húmedo actual y un estado seco permanente,
que podría alcanzarse si se pasa el umbral ubicado entre el 30-40% de la remoción de la
cobertura selvática (Malhi et al. 2008). En consecuencia, las retroalimentaciones positivas
entre el Cambio Climático global, la mayor frecuencia de años secos, y la deforestación
serían las responsables del movimiento del sistema hacia el estado alternativo estable seco.
La Amazonía se encuentra adaptada a condiciones de elevadas precipitaciones y una
baja ocurrencia de incendios. El efecto directo de la sequía es la muerte de los árboles más
grandes como consecuencia del estrés (Brando et al. 2008). Además, de manera indirecta
la sequía aumenta la vulnerabilidad de la vegetación a los incendios, aún bajo intensidades
de fuego bajas. A su vez, esta situación es agravada a medida que se incrementa la frag-
mentación del paisaje. En las zonas que presentan un menor grado de fragmentación, la
resiliencia del sistema es mayor debido a la capacidad de las raíces profundas de acceder
al agua ubicada en la profundidad del suelo, durante los períodos de sequía, manteniendo
elevadas las tasas de transpiración y fotosíntesis. La existencia de sinergias entre la defo-
restación, la fragmentación y el fuego resultan en la retroalimentación de estos procesos
(Figura 2).
La dinámica de la degradación y deforestación en la Amazonía debe ser comprendida
a partir de la relaciones de retroalimentación entre las variables que actúan en diferentes
escalas. Tanto el cambio en el uso de la tierra como el Cambio Climático global son con-
ducidos por fuerzas económicas globales, sin embargo las formas en que se expresan va-
284 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

rían en ámbito local y regional. Entonces, si el objetivo es mantener al sistema en su estado


actual y evitar que pase a un estado seco permanente, el manejo debe estar orientado a
generar adaptaciones regionales y locales que permitan desarrollar alternativas producti-
vas sustentables que reduzcan las tasas de degradación y deforestación.

Figura 2: Fuerzas motrices y retroalimentación entre las variables que impactan en la degradación y
deforestación en la Amazonía. Elaborado en base a Betts et al 2008

Numerosas acciones se desarrollan en la Amazonía con el fin de disminuir las tasas de


deforestación y degradación. Entre las más destacadas se identifican aquellas asociadas
al “Programa Reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la degradación
forestal en los países en desarrollo (REDD)”. La reducción de la deforestación por medio
del pago de créditos de C, genera beneficios directos sobre la reducción de las emisiones
de C, a escala regional y la disminución en la tasa de la deforestación a escala local; e
indirectos como la reducción del riesgo de incendios y la conservación de la biodiversidad,
incrementándose la resiliencia del sistema. Cave preguntarse entonces, en que medida
las acciones que promueve el programa en la Amazonía se convierten en nuevas fuerzas
motrices y como estas impactan en las relaciones de retroalimentación vinculadas al uso
de la tierra (escala local y regional) y Cambio Climático (escala global) (Figura 3). Los
cambios en el uso de la tierra que el programa genera, impactarán sobre las prácticas
productivas y culturales de las comunidades locales, sin embargo no necesariamente estos
impactos conduzcan hacia alternativas productivas sustentables. Esto podría depender de
las estructuras de gobernacia existentes que limitan o potencian la ejecución del programa,
el nivel de participación de los actores involucrados, como también de la forma en que se
distribuyen los beneficios económicos entre los beneficiarios del programa.

4. Recomendaciones y Desafíos

Es de suma importancia reconocer las fuerzas motrices y sus relaciones de retroalimentación


Cecilia Gelabert, Ariel Zajdband & Hugo Cetrángolo 285

en el análisis de la degradación y deforestación de la Amazonía, dado que brindará herra-


mientas para el desarrollo de acciones tendientes a revertir este proceso. Sin embargo
los programas impulsados a escala regional imprimen nuevas fuerzas motrices, las cuales
generan nuevas relaciones de retroalimentación, que afectan a las existentes. Es por esto
que es necesario identificarlas y monitorearlas a fin de evaluar los resultados alcanzados
y en caso de que sea necesario adaptar las estrategias de manejo productivo y desarrollo
en la región.

Figura 3: Fuerzas motrices y retroalimentación entre las variables que impactan en la deforestación
en la Amazonía y su variación a partir del Programa REDD. Elaborado en base a Betts et al 2008

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COOPERACIÓN AL DESARROLLO Y LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTI-
CO: UNA ESTRATEGIA DE BUENAS PRACTICAS EN LA AMAZONÍA ECUA-
TORIANA Y EN EL SAHEL SENEGALES

ASIER ARCOS & ETTORE PAPA

Resumen

El presente articulo resume las actuaciones de lucha contra el cambio climático implemen-
tadas por “Nazioarteko Elkartasuna - Solidaridad Internacional”(NE-SI) describiendo los
proyectos de reforestación y promoción del desarrollo humano en la provincia de Orella-
na (Ecuador) y los de lucha contra la desertificación, seguridad alimentaría y protección
medioambiental en la región de Louga (Senegal), como experiencias eficientes, eficaces y
medioambientalmente sostenibles en contextos en los que la vulnerabilidad hacia el cambio
climático es de enorme magnitud.

1. Introducción

Eltedesarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades de la generación presen-


sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus
propias necesidades 1. Las actuaciones de NE-SI se ejecutan en el marco del desarrollo
sostenible y de la eficiencia ecológica entendida como: “la capacidad de un sistema de
producción para producir la máxima cantidad de bienes con el menor coste energéti-
co y de materiales, con la mayor capacidad de perdurar sin trastocar la estabilidad de
los ecosistemas” (Toledo 1985) y sin sobrepasar su capacidad de regeneración. Teniendo
en cuenta este enfoque que explícita el uso eficiente y racional de los recursos naturales
queremos destacar como en NE-SI trabajamos bajo la premisa de que una intervención
ecológicamente eficiente, además debe contemplar aquellos aspectos sociales y culturales
que definen una realidad especifica. Por lo tanto, toda aquella intervención que se lleve a
cabo en un ámbito natural especialmente vulnerable tiene que partir desde la concepción
de una estrategia de actuación holística que abarque todos aquellos factores que estén
interrelacionados entre si, y que sea respetuosa con el parecer de todos aquellos agentes
involucrados en ella. Así mismo, nos basamos en los principios agroecologicos y que-
remos especificar las interacciones existentes entre los procesos agronómicos, forestales,
económicos y sociales, reclamando la vinculación esencial que existe entre el suelo, la
planta el animal y el ser humano. (Guzman, Gonzales, Sevilla:2000) Estos principios son
la base de nuestras actuaciones que tratan de conservar y recuperar el medioambiente y
promover el Desarrollo Humano mediante proyectos ecológicamente sostenibles, social-
mente justos y económicamente viables.

2. Buenas practicas en la Amazonía Ecuatoriana

2.1. Contexto local de la Amazonía Ecuatoriana

Los datos oficiales sobre la realidad de los bosques en la Amazonía Ecuatoriana de-
muestran que no se está logrando la eficacia requerida por las definiciones de desarrollo
288 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

sostenible y eficiencia ecológica. Según el informe “Situación de los bosques del mundo
2011” (FAO2011) la tasa de variación anual de la extensión de los bosques de Ecuador
es de –1,8%, clasificando el Estado sudamericano como el mas afectado, en proporción
a su territorio, por la deforestación en su continente2. Si consideramos que los recursos
forestales, la utilización de madera y su transformación, representan el 2,3% del PIB del
país, (FAO 2011)3 nos damos rápidamente cuenta de la necesidad de encontrar nuevos
mecanismos generadores de ingresos que permitan a las comunidades locales avanzar
en el desarrollo humano sin afectar la sostenibilidad medioambiental, y que a la par, les
ayuden a conservar sus propias costumbres ancestrales. Cabe recordar que Orellana es
una de las provincias con mayor superficie de bosque y con mayor extensión de áreas pro-
tegidas del país (Parque Nacional Yasuní)4. Al mismo tiempo, Orellana es la tercera pro-
vincia del Estado con mayor tasa de aprovechamiento de madera en bosque nativo (con
109.600 m3 de promedio anual) tal y como lo presenta otro reciente informe (2010) del
MAE 5 sobre Aprovechamiento de los recursos forestales de Ecuador 2007-2009. Lamen-
tablemente este aprovechamiento no se realiza de forma sostenible sino que a través de
mecanismos que afectan enormemente al entorno natural.
Los proyectos se insertan en el Cantón Aguarico, los habitantes son en casi su totalidad
de etnia Kichwa Naporuna. La población está dividida en comunas disponiendo, por lo
general, de grandes territorios comunitarios. No existe la propiedad individual, aunque
en las comunidades se designa un espacio de tierra para el uso diario de cada socio. Los
poblados se encuentran ubicadas a lo largo de las riberas de los ríos Aguarico, Tiputini y
Napo, siendo este último el principal. No existen carreteras en la mayor parte del cantón,
por lo que el único acceso se da por vía fluvial.

2.2. Implementación de los proyectos

A continuación se enunciaran dos diferentes enfoques de actuación que se están imple-


mentando en la Amazonía Ecuatoriana por parte de NE-SI.
El primer proyecto se basa en el fortalecimiento de las capacidad de gestión y planifi-
cación de las autoridades locales competentes en relación al adecuado uso de los recur-
sos naturales, implementando una política “Top-Down” que engloba en sí mecanismos
participativos. El segundo se enmarca en una estrategia de generación de ingresos que
Asier Arcos & Ettore Papa 289

permita un desarrollo social y económico sostenible de las poblaciones beneficiarias apli-


cado desde la perspectiva “Bottom–Up”. Los dos enfoques se estructuran en una única
estrategia global que se direcciona a la preservación medioambiental y al fortalecimiento
de las capacidades locales.
El proyecto “Fortalecimiento de la gestión forestal en Orellana como mecanismo para un
mayor desarrollo humano local” se estructura en tres pilares: 1) fortalecer los organismos
públicos en planificación y gestión forestal, 2) elaboración de un Plan Forestal Provincial,
partiendo desde el nivel parroquial, a través de asambleas participativas y 3) desarrollo
de iniciativas piloto de aprovechamiento forestal sostenible y establecimiento de plan-
taciones en áreas degradadas. A pesar de que la provincia amazónica está cubierta por
ricos bosques, la falta de un Plan Forestal, tanto a nivel provincial como nacional no per-
mite que sus recursos contribuyan de forma efectiva al desarrollo de la población local.
La implementación del proyecto está supliendo dicha falta gracias a la elaboración de
un plan forestal por medio de procesos participativos comunitarios. La ejecución de ini-
ciativas de aprovechamiento forestal sostenible en áreas degradas se está implementando
aprovechando los conocimientos autóctonos tradicionales en complementariedad con las
nuevas tecnologías de lucha contra la deforestación. La reforestación no sería efectiva sin
el compromiso de las instituciones y de las comunidades locales que están preservando su
medioambiente de la tala excesiva de árboles. Asimismo, las comunidades locales deben
poder aprovechar de mecanismos generadores de ingresos adicionales y diversificados si
quieren resistir a las proposiciones de las empresas forestales y petroleras.
El proyecto “Fortalecimiento de la estructura y gestión turística comunitaria en el cantón
Aguarico” permite a las asociaciones de la zona ser parte integrante de un modelo de de-
sarrollo económico basado en el respecto y el aprovechamiento optimo de los recursos
ambientales. El uso y la gestión sostenible del medio ambiente como elemento generador
de recursos para la lucha contra la pobreza, estimulado por los círculos virtuosos puestos
en marcha por la aplicación de energías limpias, el mejoramiento de la infraestructura y la
profesionalización de los servicios turísticos, son elementos fundamentales del proyecto.
El fortalecimiento del contexto organizacional desde una perspectiva de género, la co-
rrecta administración territorial y el impulso para la creación de estructuras empresaria-
les, están permitiendo que veinte comunidades rurales del cantón Aguarico aprovechen
con modalidades ecosostenibles su contexto medioambiental e incrementen sus entradas
económicas. Sin pretender atribuir al turismo, y al conjunto de actividades que éste genera
con su desarrollo, un papel de “panacea” frente a los problemas de la pobreza, conviene
no obstante, precisar que estudios recientes han llegado a la conclusión que el ecoturismo
representa para algunas comunidades una fuente de beneficios reales. Es decir, diversifi-
cación de sus actividades económicas, ingresos adicionales, expresiones culturales reno-
vadas, lazos comunitarios fortalecidos y mejores condiciones de vida6.
El mayor potencial del que disponen estas comunidades es su riqueza natural. Las co-
munidades del cantón Aguarico están ubicadas en el corredor existente entre el Parque
Nacional Yasuní y la Reserva Faunística Cuyabeno7, dos de las más importantes maravillas
ambientales con las que cuenta el Ecuador. Conscientes de que el potencial turístico exis-
tente en la zona es muy grande, gracias al apoyo de varias entidades, las comunidades del
Cantón Aguarico han apostado para el turismo comunitario, entendiendo a este como una
actividad complementaria a las actividades tradicionales que realiza la población Kichwa
Naporuna. Después de algunos años durante los cuales la población ha participado en
un proceso de sensibilización, capacitación y desarrollo de infraestructura turística, las
290 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

comunidades Kichwas Naporuna se han asociado con la finalidad de impulsar colecti-


vamente las actividades turísticas. En ese contexto se ha conformado la Red Solidaria de
Turismo de la ribera del río Napo (REST), a través de la cual se proyecta una estrategia
que posibilite el encadenamiento entre la demanda y la oferta de los productos turísticos
comunitarios que ofrecen las comunidades que integran dicha organización. Así mismo
en cada una de las comunidades existen productos turísticos definidos y articulados entre
los mismos, lo que favorece la implementación de una estrategia de comercialización y
operación en red. El intercambio de experiencias, servicios y productos, ha generado un
gran aporte a la cultura, se ha logrado valorar el idioma, sus artesanías, su forma de vida y
su capacidad de prestar servicios de calidad. Demostrando de forma consecutiva que un
turismo responsable puede generar un buen proceso de desarrollo social y cultural.
La instalación de paneles solares en las iniciativas turísticas comunitarias ha evitado
la contaminación ambiental y generado un impacto positivo para el mantenimiento de la
biodiversidad del Cantón Aguarico, contribuyendo a las mejoras en la preservación de las
Reserva Faunística Cuyabeno y del Parque Nacional Yasuni. Las innovaciones tecnológi-
cas han aportado un avance en las posibilidades de desarrollo de las comunidades y les
han otorgado una mejor calidad de vida. Antes de la instalación de los paneles solares el
servicio se ofrecía durante 6 horas al día, por lo general 3 horas durante la mañana y 3
horas al anochecer, aunque, por contar con redes muy limitadas, solo las viviendas ubica-
das en los centros comunitarios podían disponer de dicho servicio. La cobertura eléctrica,
aunque se ofrecía de manera racionada, estaba por lo tanto limitada aproximadamente al
8% de las viviendas correspondientes a las comunidades. Los paneles solares están dis-
minuyendo la dependencia da los grupos electrógenos que funcionan a diesel, bajando la
dependencia energética y las emisiones de gases de efecto invernadero. La incorporación
de turismo mediante los proyectos ejecutados se enmarca en un amplio esquema de desa-
rrollo local y forestal que se estructura en un proceso sinérgico que engloba los aspectos
sociales, culturales y ambiéntales. Por ultimo, queremos destacar como estos elementos
se están fomentando también gracias a la institución de un museo de cultura kichwa, y
de un Centro Zoológico enfocado hacia la preservación de la Fauna y la Flora local8. Los
elementos ejecutados en nuestros proyectos fomentan el turismo, preservan la cultura, el
medioambiente y luchan activamente contra el cambio climático, creando sinergias pro-
motoras de desarrollo que permiten a las poblaciones locales aprovechar de fuentes de
ingresos complementarios a las actividades tradicionales, ya sean éstas mercantiles o de
autoconsumo, evitando que las comunidades se vean forzadas a talar sus bosques, per-
mitir la entrada de compañías petroleras, mineras y forestales en sus territorios, o emigrar
hacia las ciudades9.

3. Buenas Practicas en el Sahel Senegales

3.1. Contexto local del Sahel Senegales

El clima del norte de Senegal es de tipo sahariano y se caracteriza por la alternancia de


una época seca que transcurre, generalmente, de los meses de noviembre a mayo y una
época de lluvias de junio a octubre. La pluviométrica media anual presenta grandes dife-
rencias entre el norte y sur del país, de 300 Mm. al norte semi-desértico, a 1200 Mm. al sur,
con algunas variaciones de año en año. En cuanto a la pluviométrica se pueden diferenciar
claramente tres zonas climáticas: una zona de bosques al sur, sabana arbolada en el centro
Asier Arcos & Ettore Papa 291

y una zona semidesértica, que es la que nos atañe en nuestra intervención. Nazioarteko
Elkartasuna-Solidaridad Internacional lleva trabajando en Senegal desde el año 2003 cu-
ando implementó su primera iniciativa de cooperación al desarrollo. En el año 2008 se
empezó a ejecutar el proyecto “Seguridad Alimentaría y conservación medioambiental en
comunidades rurales de la Región de Louga”. El proyecto se localiza en el noroeste del país
y las acciones se realizan específicamente en Comunidades Rurales del Departamento de
Kébémer. Esta zona presenta una época de lluvias de 3 a 4 meses al año, que no permite
disponer de agua suficiente para realizar cultivos extensivos tradicionales, ni que las capas
freáticas se llenen lo suficiente para establecer, en época seca, un sistema de riego ade-
cuado que garantice el autoabastecimiento alimentario de la población.
Esta situación se agrava por las continuas sequías que se dan en la zona, la falta de
medios materiales (material agrícolas, semillas, fertilizantes, piensos, etc.) y tecnológicos
para la producción, el crecimiento no sostenible de la ganadería en los escasos pastos
existentes y, por ultimo, la degradación del medioambiente por los efectos de la deser-
tificación (avance de las dunas, destrucción de cultivos por falta de barreras naturales y
erosión eolítica).

El contexto es aun más crítico si tenemos en cuenta que en la zona hay grandes caren-
cias de infraestructuras básicas. Dado que la producción agrícola y ganadera no alcanza
para el autoabastecimiento de la población, y que estas son las principales actividades, es
lógico que no exista ningún tipo de excedente que permita a los/as productores/as ob-
tener ingresos extras. Además subrayar que las comunicaciones existentes con el mercado
principal se encuentran en muy malas condiciones. Es necesario reconocer los esfuerzos
de reforestación llevados a cabo por el Gobierno de Senegal durante los últimos años que
están permitiendo una recuperación progresiva de nuevos espacios propicios para rein-
troducir la fauna y flora que habían desaparecido de la zona. Cabe también señalar que
292 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

desde 1948 el Servicio de Agua y Bosques del Ministerio de Medioambiente ha venido


realizando un proceso de inmovilización de dunas marítimas o blancas (las que se forman
en el borde inmediato del mar) mediante la plantación de Casuarina Esquisetifolia. Por
otro lado, también se ha iniciado un proceso con las dunas amarillas interiores (situadas
a continuación de las blancas, un poco más al interior continental), que afectan princi-
palmente a las cuencas de cultivo de legumbres y hortalizas, zona en la que se localizan
nuestras actividades.

3.2 Implementación de los proyectos

En el frágil contexto subsahariano, la degradación de los suelos y a la totalidad de los


procesos de desertificación afectan principalmente a los sectores poblacionales mas vul-
nerables. Por lo que, desarrollar una aproximación integrada entre derechos humanos y
medio ambiente debe devenir una prioridad. El respeto de los derechos humanos no se
puede alcanzar plenamente sin valorar la dimensión ambiental de los servicios del ecosis-
tema, fundamental para el derecho a la vida y a todos los demás derechos (UNCCD 2008)
A la luz de la complejidad de los procesos de lucha contra la desertificación, queremos
destacar la importancia de un enfoque multidimensional que sepa abarcar las diferentes
dinámicas de desarrollo luchando activamente contra la desertificación. Son necesarios
enfoques caracterizados por una fuerte identidad transformadora, que incidan a las raíces
de la pobreza estructural, fortaleciendo los procesos endógenos y las capacidades en el
Sur y en el Norte, a través del acompañamiento prioritario de estrategias de desarrollo
local. Por todo esto, desde NE-SI promovemos estrategias integradas de lucha contra la
desertificación, que abarquen la utilización de métodos correctivos que apuntan a paliar
el fenómeno y a reparar las degradaciones por medio de técnicas de mejora del uso de los
recursos y de una mayor eficacia de los sistemas de explotación. A la luz de estas conside-
eraciones, no podemos obviar la necesidad de cuadros institucionales, socio-económicos
y políticos favorables, que permitan el establecimiento de modelos integrados de manejo
y uso sostenible, que a su vez sirvan para prevenir y/o reducir la degradación de las tier-
ras, fomentar la rehabilitación de las parcialmente degradadas y recuperar las desérticas.
El proyecto: “Seguridad alimentaría y conservación medioambiental en comunidades
rurales de la región de Louga” (Senegal), financiado por el FOCAD10 en 2008 y ejecutado
por NE-SI y la contraparte local FADEC11, se basa en tres estrategias y prioridades: el me-
dioambiente y la agricultura, la situación de genero, y la capacitación y asistencia técnica.
En 2010 se ha aprobado una segunda fase del mismo proyecto que resumimos de esta
manera:
•Garantizar a la población de las comunidades ribereñas mejores condiciones medio-
ambientales frenando el avance de la desertificación.
•Dinamizar de manera sostenible las actividades agropecuarias y forestales de auto-
abastecimiento.
•Implementar en paralelo, un proceso de aumento de las capacidades locales y par-
ticipación local, con especial énfasis en la mujer, consiguiendo crear condiciones que
garanticen y fortalezcan la seguridad alimentaría local, y al mismo tiempo brindar la
posibilidad de obtener excedentes que produzcan ingresos a los beneficiarios / as.

En este breve articulo no pretendemos explicar la totalidad del proyecto sino que
queremos resumir la “Metodología de protección medioambiental de Cuencas” que ha
Asier Arcos & Ettore Papa 293

producido y sigue produciendo, resultados concretos en la lucha a la desertificación y el


cambio climático. Se ha completado un proceso de regeneración forestal en 208 hectáreas
(104% del objetivo planificado) plantando unas 500.000 plantas autóctonas que frenan la
desertificación y preservan la producción agroecológica. La elaboración de Viveros para
la obtención de plantas, la creación de un substrato de materia orgánica y el aumento
del dinamismo de la economía agrícola local, son elementos centrales del proyecto, que
gracias a una correcta fertilización y lucha fitosanitaria ha permitido la reforestación de
una amplia zona en el norte del País. El aspecto novedoso de la intervención se debe a la
protección mecánica de las zonas de actuación por medio de paneles protectores hechos
de Nguer (Guiera senegalensis)12 Colocados en una disposición particular, perpendicular
al viento que arrastra la arena de las dunas, los paneles permiten:

•Disminuir considerablemente el efecto del viento sobre la fuerte movilidad de la arena;


•Proteger las plantas contra los vientos nocivos;
•Enriquecer el suelo descomponiéndose en el corto y medio plazo

La elección de las especies plantadas13, tiene en cuenta no sólo su capacidad de adap-


tación al entorno, sino que también su capacidad de secuestrar el carbono con relación a
la especificidad climática de la zona y a los intereses socioeconómicos de las poblaciones.
Desde el punto de vista medioambiental, estas especies presentan una gran capacidad de
captación del carbono y desempeñan un papel importante en la lucha contra el cambio
climático.

4. Conclusiones

Ambos proyectos a pesar de sus diferentes características sociales, ambientales y cul-


turales son muestra de cómo una intervención, en el marco de la cooperación al desa-
rrollo, puede aportar significativos avances en la lucha contra el cambio climático. Los
resultados alcanzados por los proyectos ejecutados se constituyen, bajo esta premisa, nos
sirven como ejemplo de eficaces experiencias reproducibles en contextos similares. Evalu-
ando dichas practicas como experiencias piloto eficientes, eficaces y medioambien-tal-
mente sostenibles, queremos divulgar, por medio de este articulo, los logros de la coope-
ración internacional y propiciar nuevas intervenciones en contextos en los que aún hay
mucho que hacer para paliar estos fenómenos.
Consideramos de fundamental importancia que dichos procesos se estructuren en un
enfoque multidimensional que sepa atacar las bases de los problemas de “arriba-abajo”
por medio de cuadros institucionales favorables14 y de “abajo-arriba” a través de mecanis-
mos participativos de las poblaciones locales, que involucren las ONGD como partenaire
y aglutinadotas de las diferentes visiones. Al mismo tiempo, queremos destacar, como las
buenas practicas aplicadas no pueden ser actividades aisladas, sino que la sociedad civil,
los gobiernos y todos los demás actores deben presionar para que estas mismas sean la
praxis de los mecanismos de desarrollo, de modo que el uso irracional de los recursos sea
reprobado, y el interés colectivo prevalezca sobre el interés particular. La deforestación y
la desertificación se pueden paliar, existen los medios, hace falta voluntad.
294 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

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NOTAS

1 Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, (1988) (Comisión Brundt-
land) Asumido por el principio 3 de la declaración de Rio (1992) En 1993 la CCAD ha ampliado el concepto
definiéndolo como: “Es un proceso evolutivo sustentado en el equilibrio ecológico y el soporte vital de la
región a través del crecimiento económico y la transformación de los métodos de producción y patrones de
consumo, con respeto pleno a la integridad étnica y cultural regional, nacional y local, así como en el forta-
lecimiento de la participación democrática de la sociedad civil, en convivencia pacífica y en armonía con la
naturaleza sin comprometer y garantizando la calidad de vida de las generaciones futuras.”
2 198.000 hectáreas deforestadas entre 2000 y 2010
3 Datos FAO 2006 recogidos en el informe “Situación de los bosques del mundo 2011”
4 El Parque Yasuní ubicado en la Región amazónica ecuatoriana, en las provincias de Orellana y Pastaza
Asier Arcos & Ettore Papa 295

6 Carlos Maldonado(2001), Síntesis de 19 estudios de casos sobre etno-turismo comunitario en Bolivia,


Ecuador y Perú, doc. de trabajo, OIT.
7 La Reserva de Producción Faunística de Cuyabeno (RPFC) fue creada en el 1979, con una extensión
inicial de 254.760 hectáreas (Acuerdo Ministerial 322 de 26 de julio de 1979) y sus límites incluyen su valio-
so y espectacular sistema lagunar y el bosque inundado de su curso medio.
8 Según estudios científicos publicados en la Revista PLoS ONE, se estima que en la zona puede haber
2.224 especies de árboles y arbustos, 271 especies de anfibios y reptiles, 567 especies de aves, y 167 especies
de mamíferos. De igual forma la lista CITES, menciona en su apartado para Ecuador, varias especies que
están en peligro de extinción y presentes en el libro rojo de especies amenazadas.
9 OIT: Turismo sostenible: Estado, comunidad y empresa frente al mercado. El caso de Ecuador, Lima
2001, doc. de trabajo N° 140; consultar también OIT: Gestión del turismo sostenible y competitivo. Alianzas
entre Estado, empresa y comunidad. Los casos de Bolivia, Ecuador y Perú, Lima 2002, doc. de trabajo N°
142.
10 Fondo de Cooperación al desarrollo del Gobierno Vasco.
11 Federación de asociaciones de desarrollo comunitario, Kébémer
12 Es una planta de amplitud ecológica que invade las zonas no explotadas en el ámbito de las dunas rojas
situadas a 20 Km. del mar. Sus especificidades residen en su facultad de regenerarse muy rápidamente y su
abundante disponibilidad .
13 El 80% de las especies elegidas son: Prosopis juliflora, Eucalyptus camaldulensis, Acacia mellifera,
Anacardum accidentale.
14 Es necesario que las instituciones publicas lleven a cabo su misión haciendo una contribución real a:
a) la reducción de la pobreza b) manejo ecológico de recursos productivos ubicados en ecosistemas frágiles
c) seguridad y autosuficiencia alimentaría a nivel local y regional d) conservación de los recursos naturales
incluyendo la agrobiodiversidad e) transformación de las comunidades rurales pobres en actores sociales
capaces de potenciar su propio desarrollo f) fomentar políticas que favorezcan el desarrollo sustentable.
Muchas instituciones se han forjado un nicho al adoptar el lema de «producir conservando y conservar
produciendo»; lo importante es que se aclare que no se trata de un intento más de cómo encajar la cuestión
ambiental dentro de regímenes agrícolas ya establecidos, sino de buscar una sinergia real entre ecología,
economía y ciencias silvoagropecuarias (Altieri , Nicholls 2000).

ANEXO 1

Ecuador Senegal
Población 14.306.876 (2010) 12 855 155(proyección
2011)
IDH(2010) 0.695 0.411
Área protegida(%) 25,1(%) 24.1 (%)
Área de Bosque(1000 He) y (% de área 8473 (44%) 9864 (36%)
total)
Tasa de variación anual del área de -1,8% -0,5%
bosque (%)
Contribución del sector forestal al PIB 2,3 0,9
Producción de leña para autoconsu- 4076 5366
mo (1.000 M3)
Producción de leña para autoconsu- 0,28 0,41
mo / población
Emisiones de Co2 (toneladas métricas 2,2 0,5
pro capita) (2007)

Tabla 1 Estadísticas medioambientales comparativas. Elaboración propia sobre base de datos: FAO
(2011) “Situación de los bosques del mundo 2011”
IMPACTOS EN LA SELVA INDONESIA DE LA PRODUCCIÓN DE AGROCOM-
BUSTIBLES VASCA

MARTÍN MANTXO

“Detrás del orangután hay todo un ecosistema muy diverso y único en el planeta
que está desapareciendo porque están plantando palma de aceite eliminado selva,
muchas veces selva primaria. Y la misma problemática de aquí está ocurriendo en
Sudamérica. Y luego van y le llaman biocombustible...”
(Karmele Llano, veterinaria en Indonesia. Gara 13-7-2007)

1. Introducción

Ltible
a demanda de aceite de palma en Euskal Herria (País Vasco) para producir combus-
ha procedido en un 96% de Indonesia. Esta producción tiene como objetivo
alcanzar niveles establecidos por la Unión Europea de acuerdo al Protocolo de Kioto, pero
también, dada la magnitud de su producción, se corresponde a intereses económicos.
El impacto en Indonesia de esta actividad es dramático ya que conlleva la deforestación
mayor en el mundo después de la Amazonía brasileña. La selva indonesia es hábitat de
una riqueza de biodiversidad y especies endémicas incalculable, un tesoro de la tierra.
Irónicamente su desaparición acelerada tiene lugar teóricamente para combatir el cambio
climático.

2. Políticas contra el Calentamiento Global en Euskal Herria

En Euskal Herria (País Vasco) como en los demás lugares en que se adoptaron los
compromisos del Protocolo de Kioto, se deben alcanzar una serie de metas establecidas
para paliar la contribución al cambio climático. Tanto a nivel regional como estatal no se
han alcanzado los resultados planteados. En cambio tenemos que en lugar de cubrirse
muchas de esas propuestas y objetivos se ha optado por mantener el modelo energético ya
existente exteriorizando las supuestas soluciones, sin materializar alternativas suficientes
localmente o se ha optado por las propuestas recogidas en el Protocolo que sólo suponen
financiación y que son más factibles desde una posición de potencial económico.
En una zona industrial y altamente demográfica sobre todo como la zona comprendida
por la CAPV (Comunidad Autónoma del País Vasco), se ha experimentado un deterioro
ecológico histórico de nivel impresionante afectando calidad de agua, aire, suelo, desa-
parición de hábitats y biodiversidad así como una contribución considerable al calen-
tamiento global desde emisiones por transporte, industrialización y consumo doméstico.
También añadir su ubicación como uno de los únicos pasos y conexión entre península
Ibérica y Europa lo que supone un gran flujo de vehículos dentro de la economía glo-
balizado y los flujos de materiales actuales. Lejos de buscar alternativas (potenciación de
economías locales, tasas, reducción, etc) éste se potencia aún más: aumento de redes via-
rias, desde autopistas a circunvalaciones, precio de combustible, etc, y menospreciando
298 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

el transporte público. Por otro lado la implantación de energías renovables ha sido muy
escasa en la CAPV mientras ha encontrado un gran desarrollo en la CFN (Comunidad
Foral de Navarra).
Sin embargo esas no son las únicas razones para que no se haya fructificado una políti-
ca seria de energía alternativa, si no que entendemos, como ya explicamos anteriormente,
que ha existido una falta de voluntad y una política equivocada optando por financiación
rápida y barata de proyectos exteriores en lugar de inversión a largo plazo y con el fin a
cambiar el modelo actual. Así se ha mantenido la producción enérgetica a partir de cen-
trales térmicas de carbón y gasóleo, incluso aumentando emisiones y contaminación en
una tergiversación maquiavélica de los términos recogidos en el Protocolo de Kioto.
Dentro de esas alternativas al cambio climático se incluyó la producción de agrocom-
bustibles que se presenta como una alternativa a los combustibles fósiles y además de
menores emisiones. Sin embargo son muchos los aspectos que no se tienen en cuenta para
su potenciación. Por otro lado las compañías productoras tienen el interés de diversificar
su producción, no depender del mercado petrolero y además añadir un aspecto ecológico
que dentro de tanta mala prensa (contaminación, derrames, cambio climático, etc) les es
de mucha utilidad.
Pero los agrocombustibles surgen en una economía globalizada y como continuación
de un modelo agroexportador e intensivo (y también como continuación de un modelo
energético), aumentando la demanda y de esa forma acrecentando aún más los problemas
ya asociados a ese modelo, y por tanto también la deuda ecológica de los países (post)
industrializados para con los países empobrecidos.
En este contexto de demanda energética, monopolio transnacional y requerimientos
internacionales para mitigar el cambio climático surge en Euskal Herria (País Vasco) un
eclosión industrial que se vería luego reducida a la mitad de lo proyectado por causa –
sobre todo- del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la crisis económica. En el estado
se construyeron 30 plantas de biodiesel y bioetanol que se encuentran en producción,
mientras 27 están todavía en construcción y 24 en proyecto, muchas que no se llegarán
a construir. En Euskal Herria existen 5, tres en la CPAV y dos en la CFN, con otras 4 y 2
respectivamente en proyecto.
El número de plantas demuestra la proyección del negocio que esperaban obtener las
empresas. Pero sobre todo, estas plantas iban a precisar un volumen extraordinario de
materia prima, aceites. Dentro de sus especificaciones sabemos que utilizarían soja (Bio-
diesel Bilbao, Biocombustibles de Ziérbana, Abencis Tudela, Biodiesel Caparroso), palma
(Biodiesel Bilbao, Biocombustibles de Ziérbana, Biodiesel Caparroso y Abencis Tudela)
y semillas oleaginosas (Biodiesel Caparroso). De ellas sólo las semillas oleaginosas (colza,
girasol) se producen localmente. Las demás son importadas, como decíamos, para sat-
isfacer la producción ganadera, y ahora su importación se desviaría para producir bio-
combustibles. Las estadísticas ya nos demuestran que desde que algunas de estas plantas
iniciaron su actividad las importaciones han incrementado considerablemente superando
ahora las 35.000 toneladas, de las cuales más de un 96% provenía de Indonesia.
De haberse construido las proyectadas en el puerto de Bilbo se tendría una producción
de 694.000 a sumar a las actuales de 230.000 Tms : un total de 924000 Tm al año. Este volu-
men choca con los objetivos planteados producción que contrastaba con la necesidad u
objetivos marcados y denotaban un interés claro de utilizarlo con un objetivo de beneficio
económico y comercialización externa. Pero antes de su construcción ocurrió la crisis de
la construcción y los proyectos no se materializaron, como ocurrió con muchos planes de
Martín Mantxo 299

construcción de centrales eléctricas que tenían entre otros Iberdrola. Esto no quita para
que tanto empresas eléctricas como sus financieras siguieran obteniendo grandes bene-
ficios, al igual que las constructoras que desde entonces se han embolsado más dinero
público.

Planta Producción en toneladas por Materia prima


año
Bionor Transformación (Ber- 30000 Aceite crudo (sin especificar) y
entevilla ) usado
Biocombustibles de Zierbana 200000 Palma y soja
Biodiesel Bilbao (de Bunge y 200000 Palma y soja
Acciona)
1Biodiesel De Los Arcos (So- 70000 Soja y Palma
lartia)
Biodiesel Caparroso de AC- 35.000 Palma, soja y oleaginosas
CIONA

Tabla 1: Producción propia a partir de datos de www.biodieselspain.com

De haberse construido las proyectadas en el puerto de Bilbo se tendría una producción


de 694.000 a sumar a las actuales de 230.000 Tms : un total de 924000 Tm al año. Este volu-
men choca con los objetivos planteados producción que contrastaba con la necesidad u
objetivos marcados y denotaban un interés claro de utilizarlo con un objetivo de beneficio
económico y comercialización externa. Pero antes de su construcción ocurrió la crisis de
la construcción y los proyectos no se materializaron, como ocurrió con muchos planes de
construcción de centrales eléctricas que tenían entre otros Iberdrola. Esto no quita para
que tanto empresas eléctricas como sus financieras siguieran obteniendo grandes bene-
ficios, al igual que las constructoras que desde entonces se han embolsado más dinero
público.
La localización de todas estas plantas en la zona costera (Superpuerto Bilbo y refinería
de Petronor de Muskiz, proyecto de planta para el Superpuerto de Pasaia) denota tam-
bién que el planteamiento era utilizar como materia prima aquella transportada por barco
desde el exterior, desde el extranjero. Por este puerto también se dará entrada a la materia
precisada por las plantas navarras que en muchos casos no se precisa, pero que en otros
requerirán materia de importación (palma, soja).
300 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

En la CFN (Comunidad Foral de Navarra) se encuentran las plantas de 2Biodiesel De


Los Arcos (Solartia) y Biodiesel Caparroso de ACCIONA que opera desde el 2005. La
primera con 70.000 toneladas de producción a partir de soja y palma, la segunda con ca-
pacidad de 35.000 toneladas. Existien también los proyectos de plantas de M+W Zander
en Olite para 100.000 toneladas y el de Abencis Tudela para 24.000 Tm. Estas sumarían
229.000 Tm.
La Unión Europea aspiraba a cortar las emisiones de gases de efecto invernadero e un
20% para el 2020, proponiendo entre otras que el 10% de los vehículos utilice agrocom-
bustibles en su combustión. Para el estado español se planteaba el alcanzar el 1,9% de uso
de agrocombustible para el 2008 (tanto de bioetanol como de biodiesel), de 3,5% en 2009
y de 3,5% para el 2010. El estado español además ha estado bajo presión porque está muy
por debajo de los índices planteados.
España se comprometió a aumentar sus emisiones un máximo del 15% en relación al
año base (1990) durante el periodo 2008-2012. Pero conforme avanza el tiempo esto se
prueba muy lejano a la realidad. En el 2005 éstas aumentaron un 52% y se ha mantenido
similar: un 49% en 2006; un 52% en 2007, y un 42,7% en 2008. Por ello su intento de
buscar soluciones sin que se afecte directamente la producción energética e industrial o la
carestía de éstas y que por lo tanto no son tales.

Autobús en Bilbao luciendo logo de uso de Biodiesel como aspecto positivo: «de calidad y sostenible
para el medio ambiente».

3. Consecuencias del cultivo de palma en otros países

La palma africana (Elaeis guineensis) produce un fruto que contiene cerca de un 56%
de aceite y ha sido consumido para alimentación desde tiempos inmemorables. Se cono-
cen distintas variedades así comi híbridos de estas: Pisifera, Dura, Tenera, etc
Las empresas vascas que usan palma aceitera informan que ésta procede de Indonesia
Martín Mantxo 301

y Malasia. Desde 2008 la importación de ésta ha experimentado un incremento considera-


ble coincidiendo con la implantación de procesadoras de agrocombustible. Así en 2010 se
superaron las 35.000 toneladas, de las cuales más de un 96% provenía de Indonesia (ver
cuadro “Importaciones vascas de aceite de palma).
El 83% de la palma de aceite producida en el mundo proviene de Indonesia y Malasia:
Malasia produce el 50% del que 85% es exportado e Indonesia produce el 30% del que 40%
es exportado. Hasta hace poco su destino era la industria alimentaria, pero como ocurre
con la soja y el maíz mucha de esa producción, y más que se está impulsando, tiene como
objetivo satisfacer el emergente mercado de los agrocombustibles.
El cultivo de la palma supone la deforestación correspondiente a la implantación del
cultivo así como el desalojo de comunidades asociado muchas veces a violaciones de dere-
chos humanos y represión de poblaciones indígenas o pequeños campesinos. Al tratarse
de un cultivo intensivo, conlleva un uso desmesurado de derivados del petróleo tanto en
la maquinaria utilizada como en los abonos y pesticidas químicos utilizados, provocando
gran contaminación atmosférica que incide en el cambio climático así como polución de
acuífero, aire y tierra por la aplicación aérea o desde grandes máquinas de los químicos. A
ellos sumar las emisiones asociadas a su producción como aceite y posteriormente como
combustible apto para vehículos, el transporte desde un lugar situado en nuestras antípo-
das, y la distribución posterior en el mercado.
La palma africana o palma aceitera se está difundiendo además mucho en otros países
de Asia, en Africa de donde es originaria (Madagascar, Nigeria, etc) y Sudámerica3. El
caso de Colombia es especialmente alarmante donde unido a los impactos antes citados
se añaden aquellos relacionados con el conflicto armado y el terrorismo de estado que allí
tiene lugar, yendo la implantación de los cultivos de palma unida a ofensivas paramilitares
y desplazamientos de comunidades enteras. Los propios paramilitares son los mismos que
la promueven y gestionan estos cultivos ya que dentro del plan del gobierno colombiano
para desmovilizar a esos batallones, la alternativa económica que se les proporcionó fue el
desarrollo de estos cultivos. Pero para ello necesitaban tierras que son arrebatadas por la
fuerza a comunidades. Ultimamente ha saltado a la opinión pública el caso sangrante de
la expansión de este cultivo en Honduras.
En Malasia, según datos de la FAO, el área de plantaciones de palma pasó de 0,4 a
3,6 millones de Ha en el periodo 1975-2005 a lo cual hay que añadir 0.4 millones de Ha
más de plantaciones de palma inmadura. Esto representa que en el año 2005 el 12% de la
superficie total de Malasia era de plantaciones de palma, mientras el resto de tierras agrí-
colas no alcanzaba el 7% de la superficie total. La industria malaya de aceite de palma ha
argumentado que las plantaciones de palma son beneficiosas para la biodiversidad y que la
expansión de estas plantaciones no se hace a costa de los bosques naturales. Sin embargo
estudios científicos demuestran lo contrario.

4. Deforestación, destrucción de turberas y otros impactos de la palma aceitera en


Indonesia

En Indonesia se pierden cada año 2,8 millones de hectáreas de selva: la selva equivalente
a 300 campos de fútbol por hora! Para el 2022 el 98% de la selva de Indonesia y Malasia
habrá desaparecido y con ellas unos de los ecosistemas más importantes de vida salvaje.
Además de 6,5 millones de hectáreas destinadas a plantaciones de palma aceitera en 2007
se había deforestado el triple de esa superficie (unos 18 millones de hectáreas de bosques,
302 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

en nombre de la expansión de dicho cultivo. Se espera que Indonesia alcance los 13 mi-
llones para el 2012/2015 y tres veces esa extensión (casi 20 millones de hectáreas) para el
2020. Entre el 60 % de los bosques tropicales de las tierras bajas de Kalimatan y Sumatra
fueron destruidos entre 1985 y 1997 por la expansión de palma (según el Banco Mundial).
La destrucción de la selva va unida a la tala por compañías madereras. Se estima que el 40
al 55 % de la madera cortada en Indonesia lo es de forma ilegal.
Por lo menos la mitad de la extensión actualmente utilizada para plantación de palma
aceitera se obtuvo por el procedimiento de quema de selva, según una investigación de
Wetlands International (Holanda) provocando grandes humaredas y los consecuentes
gases de efecto invernadero. Las emisiones estimadas provocadas por los incendios de
selva en Indonesia son de 1400 millones de toneladas de CO2 por año provocando crisis
ambientales como la de 1997 cuando los fuegos practicados para la erradicación de la
selva produjeron una densa y extensa nube de humo que cubrió importantes áreas tanto
de Indonesia como de Malasia.
En el año 2020 las emisiones resultantes del cambio de uso de la tierra por la expansión
del cultivo de palma podrían haber alcanzado entre 3.100 y 4.600 millones de toneladas
de CO2, lo que representa entre 46 y 68 veces el ahorro anual que la UE espera haber al-
canzado ese año a través del uso de los biocombustibles.
Por lo tanto el efecto en el cambio climático es por partida doble pues por un lado
se elimina selva que actúa como absorbente de CO2 y por el otro se produce más gases
con la combustión, al que luego se unirán los del transporte, producción, distribución y
posterior quema del combustible resultante. O triple, porque en muchos casos además de
selva se queman turberas que actúan como esponjas absorbentes de CO2 que al secarse
o destruirse lo desprenden de nuevo. Casi la mitad de los 22,5 millones de hectáreas de
turberas de Indonesia ya han sido taladas y drenadas para el aceite de palma.
En zonas como Kalimantan central se hallan muchas de esas turberas. Estas son tam-
bién secadas para la implantación de plantaciones de palma aceitera o lo que es peor, son
quemadas en los incendios de selva. Al desaparecer ésta, al secarse, despide también el
carbono almacenado. Sólo en Indonesia el carbono desprendido por impacto en turberas
alcanza los 600 millones de toneladas y el estimado por deforestación de 2.6 billones de
toneladas por año. Consecuentemente, uniendo el carbono desprendido por fuegos y des-
trucción de turberas, Indonesia se colocaría en tercera posición como productor de CO2
(tras China y los Estados Unidos) tras haber sido el 26º. Un factor terrible si entendemos
que el presunto objetivo subyacente a todo este desastre es el paliar el cambio climático.
La provincia de Riau de 9 millones de hectáreas (casi la extensión de Portugal) cuenta
con 4 millones de hectáreas de turberas que almacenan 14,6 gigatoneladas de carbono. La
quema de todas estas turberas emitiría el equivalente a las emisiones globales de dióxido
de carbono de un año o el equivalente a cinco años de emisiones de todas las centrales de
energía de combustibles fósiles. En Riau se encuentra una cuarta parte de las plantaciones
de aceite de palma de toda Indonesia de las que un tercio están asentadas sobre turba.
Una de las empresas activas en Riau con una planta procesadora de aceite de palma
es Murimi Samsam, filial de Wilmar International Ltd, el mayor grupo de la industria
agroalimentaria de Asia. Murimi Samsam tiene un largo historial de abusos de los dere-
chos humanos y escándalos socio-ambientales, entre ellos los provocados por esta planta
cercana a la reserva natural de Balai Raja donde se protegen los pocos elefantes de la
región. El gobierno también ha concesionado a la empresa tierras comunales que antes
cultivaban para otros fines. En Riau, el 70 por ciento de la tierra pertenece a la industria
Martín Mantxo 303

de las plantaciones y el 23 por ciento se considera como bosque protegido por lo que las
comunidades se han quedado sin tierra. Murimi Samsam fue incluida en el mercado de
MDL a través de un proyecto de energía de biomasa, que supuestamente genera energía
para la elaboración de aceite de palma a partir de sus mismos residuos. Por ello Murimi
Samsam esperaría obtener alrededor de 8 millones de dólares, sin abordar ninguno de los
impactos sociales ni ambientales de la producción de la palma y su aceite mencionados
así como la deforestación de que es también responsable en la zona. El pasado mayo del
2010 Greenpeace consiguió que el ministerio de Medio Ambiente indonesio firmara un
compromiso de no dar más licencias para desarrollar proyectos en zonas con turberas.
Otra contribución al cambio climático de la palma aceitera es la quema de restos de
palma en la producción de aceite. Para producir el aceite sólo se utiliza un 10 % de la
palma, el resto es deshecho. A nivel mundial se calcula que se producen por año 200 mi-
llones de toneladas de biomasa de este árbol y 25 toneladas de deshechos, según el Doctor
G. Pauli (Fundación Zeri, 1999). De estas 25 toneladas de deshechos una parte importante
es incinerada produciendo más CO2.
Los monocultivos de palma están asociados también con erosión pues tras eliminar
la selva los suelos quedan expuestos a las tormentas y los nutrientes barridos. Esta erosión
por otro lado incide en la contaminación y sedimentación en los flujos acuáticos afectan-
do el acceso a agua de ecosistemas y poblaciones.
Jakarta y Kalimantan son ahora además las zonas más contaminadas de Indonesia
(mayo 2010) como lo atestiguó el propio ministro de Medio Ambiente, con una pobre
calidad de agua, y contaminación de ésta y del aire. En Kalimatan (Borneo) las causas de
la degradación son las minas con vertidos a los ríos y acuíferos y las plantaciones de palma
aceitera que el ministro apuntó “usan fertilizantes químicos que contribuyen a la polu-
ción del agua”. Añadir a esta contaminación la provocada por la industria procesadora de
aceite a la que se le asignan 2,5 toneladas de residuos por tonelada procesada.
En parte una de las razones es la incapacidad para imponer la ley o asegurar proteccio-
nes ya establecidas. Además de su importancia ambiental, la degradación a la que se ha
llegado en estas zonas ha provocado desastres naturales como sequías, inundaciones y
deslizamientos de tierras. Las compañías productoras de aceite de palma obtienen del
gobierno contratos por tierras dentro de zonas de máxima conservación forestal. Arrasan
con la madera talando los árboles, atrapan o matan los animales para venderlos en el
excéntrico mercado de animales tropicales, luego queman el resto de la selva para con-
vertirla en un monocultivo.
Entre las principales empresas internacionales que encontramos en Indonesia en el
cultivo de palma y producción de aceite están las gigantes Cargill, ADM-Kuok-Wilmar
y Synergy Drive, la mayor comercializadora mundial de aceite de palma y exportadora a
otros gigantes del Norte como Cadbury’s, Nestlé y Tesco.
Si esto no era suficiente, debemos añadir a esta debacle casos de corrupción en los que
se incluyen las mismas compañías. El pasado mayo 2010 la Comisión para la Erradicación
de la Corrupción inició una investigación en el sector forestal a 470 compañías operando
en Borneo a las que se acusaban de costar al estado indonesio 100 billones de dólares. Esta
Comisión se refiere al sector forestal indonesio como “una fuente de corrupción infinita”.
La corrupción galopante instigada por empresas y gobiernos con el fin de asegurarse
tierras en países clave como Indonesia y Papua Nueva Guinea socava toda posibilidad real
de que se produzca un reparto de beneficios. Aunque la gobernanza es un verdadero prob-
lema, la presión original procede de actores del Norte, como bancos, instituciones finan-
304 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

financieras internacionales y comerciantes. Si no se reconocen estas estructuras desiguales


de poder global, todo programa mundial para la protección de los bosques, independi-
entemente de si se basa en el mercado o en la asignación de fondos, está destinado al
fracaso.
Otro aspecto a incluir es el impacto en la población. Comunidades indígenas demand-
an derechos de propiedad de terrenos ya que sólo un dos por ciento de los pueblos in-
dígenas en Indonesia tienen derechos legales sobre sus tierras. Las comunidades se ven
atrapadas asfixiadas por el avance de la palma, muchas veces convirtiéndose en esclavos
en las plantaciones.
Hasta julio de 2007, Sawit Watch llevaba registrados más de 500 conflictos aún sin
resolver vinculados a las plantaciones de palma en Indonesia. El Foro Permanente para
las Cuestiones Indígenas de la ONU alertaba en 2007 que 60 millones personas pertene-
cientes a comunidades indígenas en todo el mundo corrían el riesgo de perder sus tierras
y sustento de vida debido a la expansión de las plantaciones de agrocombustibles. Sólo en
Kalimatan Oeste, 5 millones de personas han sido desplazadas de sus tierras y hogares por
la expansión de las plantaciones de palma.
Como hemos mencionado en el caso de Riau y la empresa Murini Samsam, estas son
priorizadas por el gobierno a las poblaciones autóctonas a las que arrebatan sus tierras. La
población local, como ocurre en muchos otros casos de actividades extractivas de recur-
sos (minería, petróleo) pasan a engrosar la mano de obra de la empresa. En este caso, los
trabajadores de la fábrica Murini Samsam trabajan siete horas al día, seis días a la semana
y medio día el restante, pero algunas veces haciendo turnos dobles también. Los traba-
jadores ganan entre 800.000 y 1.000.000 rupias al mes (80-100 dólares). Estos han tenido
muchos conflictos con la empresa, sin estar lo suficientemente organizados por lo que
no son capaces de plantar cara. Informan de accidentes frecuentes, como quemaduras o
incluso casos de pérdida de brazo.

5. Indonesia: archipiélago de biodiversidad

Indonesia es un país único por configurarse de muchas islas, 17,508 de las cuales sólo
6,000 están habitadas. De éstas de la isla), Borneo, Sumatra, Sulawesi (Célebes) y Java son
las mayores. Por configurarse por tantas islas y ser estas espacios reducidos de ecosistemas
en los que se facilita la exclusividad de las especies, Indonesia cuenta una gran riqueza de
biodiversidad. Además se encuentra en camino entre los continentes de Asia y Oceanía
dividiéndose en dos zonas zoogeografías divididas por la línea imaginaria de Wallace en-
tre las islas de Borneo y Sulawesi: Sundaland al oeste y Wallacea al este. Al oeste de la línea
se encuentran especies sobre todo emparentadas con asiáticas y al este con oceánicas. Así
Indonesia es el país de mayor biodiversidad del mundo detrás de Brasil y es uno de los 17
países mega-diversos que contando con 10% de la superficie terrestre cuentan con 70% de
la biodiversidad4.
Indonesia cuenta con 7 familias y órdenes biológicos exclusivos. También con 48 Gé-
neros de plantas vasculares en las que se incluyen 10.000 especies distintas y entre su
fauna con 247 especies de mamíferos, 368 especies de aves , especies de reptiles 208, 136
especies de Anfibios, una familia exclusiva de peces como los Telmatherinidae y 363 es-
pecies de peces de agua dulce y 140 especies de peces marinos. Otras especies endémicas
de Indonesia incluyen distintas clases de pájaros del paraíso, 86 especies de mariposas del
algodoncillo, etc.
Martín Mantxo 305

La línea imaginaria de Wallace

En las pasadas eras glaciales el nivel del agua era más bajo y animales transitaron entre
las islas desde los continentes. Así se encuentran tigres, rinocerontes, elefantes, leopardos,
etc pero que evolucionaron como especies distintas: el tigre de Sumatra es el menor de
su clase. La especie endémica más famosa de Indonesia es el orangután que habita en las
islas de Borneo y Sumatra constituyendo dos especies distinta. Los orangutanes son pri-
mates de gran inteligencia que utilizan herramientas. En la zona Wallácea se encuentran
hasta 126 especies endémicas: tarseros (primates), macacos, anoas (búfalos), babirusas,
canguro arbóreo de manto dorado (bondegezou), el dragón de Komodo, el mayor lagarto
del mundo, etc.
Sin embargo en los últimos años toda esa biodiversidad está seriamente amenazada por
la desaparición de la selva y otros ecosistemas por el desarrollo principalmente de cultivos
de palma africana aceitera (Elaeis guineensis) aunque estas explotaciones van unidas a
otras actividades como tala de madera, captura y caza de animales, etc.

Deforestación en Indonesia: caso de Borneo (1950-2020)


306 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

Aunque toda esta biodivesidad no pertenece únicamente al medio selvático (Indonesia


es rica también en ecosistemas islas de coral de Sunda Islands, las Kapuas, los lagos de
Sulawesi central) pero sin ninguna duda la rápida y total deforestación que está experi-
mentando este archipiélago esta afectando y amenaza muchas de esta multitud de especies
únicas en el mundo.Indonesia es el segundo país en el mundo en deforestación detrás de
Brasil y muy por delante que otros pues en él ha tenido lugar del 2000 al 2005 el 17% de
la deforestación del mundo (en Brasil el 27%; el siguiente país, Myanmar (Birmania) es
del 4%). En Indonesia desaparecen casi 2.000 hectáreas por año mientras que en Brasil se
superan las 3.000.
La deforestación y destrucción ecológica producida por los monocultivos conlleva
otros problemas como desplazamientos de población, contaminación de suelo, agua y
aire, y emisiones de gas invernadero y por tanto calentamiento global. Indonesia es el ter-
cer mayor emisor de CO2, tras China y Estados Unidos. 80% de las emisiones de CO2 de
Indonesia provienen de la deforestación y 50% (unos mil millones de toneladas de CO2)
como resultado de la destrucción de turberas.
La deforestación es la segunda fuente mayor de contribución de CO2 en el mundo. Las
selvas tropicales de Indonesia junto aquellas de la Amazonía y del Africa ecuatorial Africa
son los pulmones del planeta. Los bosques contienen más carbono que la atmósfera en su
conjunto ya que almacenan más de 650.000 millones de toneladas de carbono: un 44 %
en la vegetación (árboles y otros), 11 % en madera muerta y hojarasca y 45 % en el suelo.

Por lo tanto, el objetivo de combatir el cambio climático usando biocombustibles se


pone por lo menos en cuestión con el caso de Indonesia, pero también en general pues el
alcanzar los niveles planteados sin reducir el consumo en transporte, producción energé-
tica, industria, etc. supondría los mismos impactos.
Desde 2008 las importaciones de palma aceitera en el País Vasco han experimentado
un incremento considerable coincidiendo con la implantación de procesadoras de agro-
combustible. Así en 2010 se superaron las 35.000 toneladas, de las cuales más de un 96%
provenía de Indonesia. Así, una de las empresas importadoras, Biocombustibles de Ziér-
bana iniciaba su actividad en enero del 2009 con 3.000 toneladas de aceite de palma pro-
cedentes de Indonesia.
Martín Mantxo 307

6. Impacto en fauna: primates y otros mamíferos

Dentro de estas selvas destruidas e incendiadas habitan muchas especies animales, mu-
chas de ellas endémicas. Entre ellos mamíferos únicos en el mundo que están sufriendo
gran riesgo por su continuidad como especies. Tales son los casos del elefante asiático,
el tigre de Sumatra, el orangután de Borneo, el rinoceronte de Sumatra, el oso de sol o el
mono proboscis
Sólo existen de 30 a 40 rinocerontes de Sumatra, que además están dispersos y aislados
en sus hábitats. La subespecie de elefantes también suma de 1,500 a 2,000. En la isla de
Sumatra habitan 400 tigres de esta especie. En 1980 había 1000.
El orangután de Borneo (Pongo pygmaeus morio) es endémico y se conocen unos
11,000 ejemplares que se han reducido en 90 % en los últimos 200 años (7,300 en Suma-
tra). Los bosques bajos en los que habitan los orangutanes son unos de los primeros en
desaparecer. Los propietarios de las plantaciones además han declarado la guerra al oran-
gután porque se come las plantas jóvenes de palma aceitera. Contratan cazadores a los que
les pagan unos 9 € por mano derecha de orangután, la muestra de que han matado un
ejemplar de este primate. Irónicamente, todas las especies de primates están protegidas
por la ley de Conservación de Especies en Indonesia.
La Fundación para la Supervivencia del Orangután de Borneo cuenta con dos centros
con unos 800 individuos rescatados sobre todo de plantaciones de palma aceitera. El cen-
tro de Kalimantan se ha visto incapaz de devolver orangutanes a la libertad por la falta de
ecosistemas que garanticen su supervivencia. En el centro de Kalimantan la situación es
todavía peor ya que no se ha devuelto ninguno en una década.
Al igual que la desaparición irrevocable de la selva indonesia, se estima que el orangu-
tán se extinga como especie antes del 2025. Su población es de 50,000 en Borneo y 7,000
en Sumatra. Pero son asesinados de 5,000 a 10,000 por año.

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308 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

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Red Indígena Ambientalista”.
http://indonesiaforest.webs.com/rehabilitation.html.

NOTAS

1 Accionistas: Eolia de Inversiones (25%), Caja Rural de Navarra (17,5%), Igor (8,75%), Bionor (20%),
Entaban Ecoenergía (20%) y Fórmula Intro (8,75).
2 En diciembre 2008 la crisis frenó inversiones de 210 millones en proyectos energéticos dejando dos de
las cinco plantas de biocombustibles de 180 millones del Puerto bilbaíno, en el aire.
3 Ecuador (150,000 ha), Colombia (130,000) y Brasil ( 100,000), Honduras (50,000), Venezuela (30,000),
Costa Rica (30,000), Peru (15,000), Guatemala (15,000), República Dominicana (9,000), Nicaragua (4,000),
México (4,000) (datos de la FAO: www.fao.org/docrep/005/y4355e/y4355e03.htm).
4 Estos se reunieron en México en 2002 para analizar políticas conjuntas de defensa de biodiversidad.
Como resultado concluyeron una declaración conjunta, la Declaración de Cancún.
LOS GRAMALOTALES: PASTURAS ACUÁTICAS DE GRAN IMPORTANCIA
ECOLÓGICA EN LA AMAZONIA

JUAN CARLOS ARIAS

Resumen

Los gramalotales son asociaciones de plantas acuáticas, especialmente conformadas por


pastos del género Paspalum, conocidos en la amazonia colombiana como gramalote. Estas
asociaciones vegetales se encuentran en las riberas de los ríos, lagos y lagunas de la amazo-
nia, y juegan un papel clave en la ecología de los ecosistemas acuáticos, al favorecer la re-
tención de nutrientes, brindar alimento, albergue y protección a especies de fauna acuática,
desde microorganismos acuáticos hasta grandes mamíferos. Los gramalotes también jue-
gan un papel fundamental en la conformación de lo paisajes acuáticos y su evolución hacia
ecosistemas terrestres, al acelerar procesos de sedimentación que permiten la creación de
playas, islas y bosques.

Loslasgramalotales o asociaciones de pastos acuáticos y otras macrófitas, se dibujan en


orillas y márgenes de ríos, riachuelos y lagunas de la región amazónica, donde
crecen al vaivén de las aguas, crecen cuando el río crece, permanecen firmes cuando los
ríos disminuyen y ayudan a dibujar el paisaje de las riberas al permitir el ciclaje de nutrien-
tes y brindar albergue y alimento a microorganismos, pequeños vertebrados y grandes
mamíferos.
Aunque los gramalotales son mucho menos diversos que los bosques amazónicos, pues
están compuestos por un pequeño número de especies, juegan un papel ecológico vital
para la salud y funcionamiento de los ecosistemas acuáticos, y en la transición de éstos
con los ecosistemas terrestres. Estas comunidades de macrófitas están conformadas por
varias especies de pastos del género Paspalum principalmente y otras plantas acuáticas.
Para Colombia se tiene el registro de las especies P. repens, P. conspersum, P. orbiculatum,
Echinochloa polystachya (Paoceae), Eichornia crassipes (Pontederiaceae), Salvinia sprucei,
S. auriculata (Salviniaceae), Azolla caroliniana (Azollaceae), L. helminthorrhiza, L. pep-
loides, L. peruviana (Onagraceae), Pistia stratoides (Araceae) (base de datos del Herbario
Amazónico Colombiano COAH, http://www.sinchi.org.co/herbariov). En lagos y lagu-
nas, donde las aguas presentan poca corriente presentan mayor número de especies por la
presencia de macrófitas flotantes, y en los ríos la diversidad se reduce a dos o tres especies
con capacidad de enraizamiento (Jiménez 1994). En ríos de aguas negras y caños secunda-
rios de aguas de origen amazónico, se presentan especies de la familia Cyperaceae.
Los gramalotes por ser plantas flotantes pero con sus raíces enclavadas en el lecho de
los ríos, ayudan a proteger las márgenes de los ríos contra la erosión causada por la acción
de las aguas; en la actualidad también ayudan a disminuir la fuerza con la cual impacta
el oleaje causado por los motores fuera de borda reduciendo su fuerza erosiva. Al reducir
la velocidad de la corriente, permiten la acumulación de sedimentos en las riberas y por
lo tanto la conformación de suelos ricos en nutrientes. Estos nutrientes son aprovechados
por especies animales y vegetales, e incluso por el hombre amazónico en épocas de aguas
310 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

bajas cuando utilizan estos suelos para la siembra de especies alimenticias como arroz
(Oryza sativa), yuca (Manihot esculenta), fríjol (Paspalum spp.), sandía (Citrullus lanatus),
melón (Cucumis melo), entre otras.
Los gramalotes, además de retener nutrientes que arrastran las aguas de los ríos, pre-
sentan una alta productividad. En época del ascenso estacional de las aguas de los ríos
desarrollan tallos que les permiten continuar flotando en las superficies; se ha llegado a
estimar tasas de productividad primaria neta (PPN) de 3,05 g/m2/día para P. repens (Sa-
batini 1985) y una biomasa total entre 6 y 25 ton/ha para comunidades de gramalotales
compuestas por P. fasciculatum, Oryza perennis, Luziola spruceana y Hymenachne amplexi-
caulis (Junk & Piedade 2003). Lewis et al (2001) plantean que los ecosistemas de plantas
acuáticas flotantes presentan una productividad primaria por unidad de área mayor que
la que presentan los bosques inundables, representada en forma de detritos y hojarasca.
Cuando el nivel de las aguas desciende, las raíces quedan sobre las playas y comienzan un
lento proceso de descomposición, que al llegar nuevamente la época de creciente, liberan
nutrientes y facilitan la generación de nuevos rebrotes.
En sí mismo, los gramalotales constituyen un ecosistema dinámico. Las raíces desarro-
lladas en época de aguas altas brindan soporte a organismos acuáticos que necesitan sus-
tratos para su subsistencia. Albergan en sus raíces y tallos a microorganismos, rizofauna
invertebrada y pequeños peces, que en época de inundación encuentran abundancia de
hábitat para su supervivencia, y en época de estiaje cuando se reduce la disponibilidad de
sitios de refugio, restringen su presencia a las limitadas áreas de macrófitas. Se ha encon-
trado que los invertebrados son más comunes y con mayor biomasa en los gramalotales
que en las zonas de aguas abiertas (Lasi 1993, citado por Lewis et al 2001, Neiff & Neiff
2006). A la vez que sirven de refugio y hábitat también ha sido planteado que los frag-
mentos de gramalotes que se desprenden de las riberas, y que son arrastrados por las co-
rrientes, pueden actuar como “balsas” que sirven de transporte para invertebrados, peces
y pequeños anfibios que se refugian en ellos, ayudando a dispersar especies a lo largo de
la cuenca (Schiesari et al 2003).
Las agrupaciones de macrófitas han sido reconocidas como un hábitat para la crian-
za y el desarrollo de juveniles de muchas especies de peces (Goulding 1980, Junk 1984,
Sánchez-Botero & Araujo-Lima 2001, citados en Correa 2005, Jiménez 1994). Las agrupa-
ciones de macrófitas brindan resguardo para los peces juveniles protegiéndolos contra el
ataque de peces depredadores y el fitoplancton zooplancton, perifiton y materia orgánica
en descomposición que se encuentran en las raíces sumergidas, son despensas de alimen-
to para los pequeños peces y estadíos juveniles. En los gramalotales se ha encontrado
que albergan principalmente especies de peces detritívoros e insectívoros; los bosques
inundables, en contraste, son más diversos en especies de peces frugívoras. En ecosistemas
acuáticos estudiados en Mamirauá (Brasil), se ha calculado que la productividad piscícola
de las agrupaciones de macrófitas superan la productividad de los bosques inundables de
aguas negras, con valores de 31,2 g de peces/m2/año (Correa 2005).
El papel que las agrupaciones de macrófitas desempeñan en el ciclo de nutrientes para
los organismos acuáticos, trasciende también hacia los grandes mamíferos. Las toninas
o delfines rosados (Innia geofrensis) se ven favorecidos por la presencia de estos hábitats,
pues allí se dan las condiciones favorables para la reproducción y el refugio de especies
de peces que le sirven de alimento durante todo el año (Rodríguez 2000), como el caso de
pirañas o caribes (Pigocentrus caribe, Serrasalmus rhombeus), curitos (Hoplosternum lit-
torale), tucunarés o pavones (Astronotus ocellatus, Cichla orinocensis) (Machado-Allison
Juan Carlos Arias 311

1990, Hurtado et al 1997; citados por Rodríguez 2000). Los habitantes ribereños de la
Amazonia, indígenas, colonos, caboclos, han aprendido la ventaja que estas zonas de gra-
malotales tienen como sitios de refugio de peces, y al igual que los delfines buscan allí sus
presas; los pescadores los utilizan como sitios para la pesca, extendiendo allí sus redes y
anzuelos. En el sector colombiano del río Amazonas, el 60% de las capturas de peces en el
gramalote tienen interés para los pescadores, especialmente como especies ornamentales
y de consumo (Jiménez 1994). Son también sitios donde se realiza la búsqueda y caza de
caimanes, los cuales encuentran allí refugio y alimentación.
Además de servir como despensa alimentaria para algunas especies de animales, tam-
bién son fuente directa de alimento para grandes herbívoros o consumidores de primer
orden. Los manatíes (Trichechus inunguis) uno de los grandes mamíferos acuáticos de la
Amazonia, son grandes consumidores de Paspalum, tanto en épocas de aguas altas cuan-
do el recurso alimenticio es abundante como en aguas bajas cuando el alimento escasea, y
este pasto es el principal elemento que ha sido encontrado en los contenidos estomacales
de esta especie (Montgomery et al 1981, Colares & Colares 2002). Similarmente, el roedor
más grande del mundo, el chigüiro (Hydrochaeris hydrochaeris), mamífero de carácter
anfibio, encuentra en Paspalum una alternativa alimentaria cuando escasean otro tipo de
pastos y plantas acuáticas, y en general es la segunda especie más abundante en su dieta
(Borges & Colares 2007).
Los grandes mamíferos herbívoros mencionados son tal vez el principal control bio-
lógico para los gramalotes, quienes pueden mantener en forma regulada la abundancia de
estos pastos acuáticos en las lagunas. Cuando la presión de caza afecta las poblaciones de
estos mamíferos puede darse un desarrollo desmesurado de las extensiones de gramalotes.
De esta forma los pastos acuáticos pueden señalar un estado de diagnóstico de la salud de
los ecosistemas acuáticos, donde el crecimiento desmesurado de gramalote implica la pér-
dida de la superficie efectiva del espejo de agua y el inicio de la transformación del paisaje.
Al favorecer la retención de sedimentos, los gramalotes ayudan a acelerar los procesos
de eutroficación de lagos y lagunas, favoreciendo el inicio de procesos sucesionales que
pueden llevar a la transformación de lagunas en pantanos. Su papel en la conformación de
suelos, producción de hojarasca retención de nutrientes y semillas, ayuda a reconfigurar el
paisaje de humedales y pantanos, siendo uno de los primeros pasos para la conformación
de nuevos bosques. También cumplen un papel fundamental en la sucesión vegetal de
islas (Sabatini 1985), permitiendo la expansión de su superficie terrestre.
Aunque a veces los gramalotales son considerados como un problema para la navega-
ción fluvial, cuando su crecimiento aparentemente desmesurado cierra la entrada a lagu-
nas y caños, se ha encontrado que desempeñan un papel de “filtros” que retiene gran parte
de la microbiota acuática de los lagos e impide su salida hacia la corriente principal del río,
manteniendo de esta forma la productividad de los lagos y las superficies de inundación
(Hamilton et al 1990). Esta característica es importante para la conservación de las redes
tróficas de los lagos amazónicos, especialmente aquellos de aguas negras cuyos niveles de
productividad primaria son bajos.
Como puede apreciarse, estas asociaciones vegetales, poco exuberantes a primera vista,
que se dibujan como simples velos que se extienden desde los bosques hacia las superficies
abiertas de lagos y río, desempeñan un papel fundamental para el equilibrio hidráulico y
biológico de los ecosistemas acuáticos. Por tanto, debe darse la importancia que merecen
y favorecer su conservación. Aunque sencillos y modestos, los gramalotes son una pieza
clave en el gran engranaje de la Amazonia.
312 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

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FOREST CARBON MANAGEMENT AND CARBON TRADING: A REVIEW OF
CANADIAN FOREST OPTIONS FOR CLIMATE CHANGE MITIGATION

DENISE M. GOLDEN, M.A. (PEGGY) SMITH & S.J. COLOMBO

Summary

The forestry sector has significant potential to mitigate climate change. The implementa-
tion of the Kyoto Protocol kick-started the commoditization of carbon on an international
scale. But, until recently, forestry offset credits were the “lesser” commodity in carbon tra-
ding. In spite of five years having passed since the KP came into effect, levels of anthropo-
genic greenhouse gas emissions reached record levels in 2008. To achieve Canada’s emission
reduction targets, and to mitigate climate change, contributions from all sectors will be
needed. As a result the sequestration of carbon by forests, and the potential of forest carbon
offset projects and forest carbon trading are being evaluated. However, forests remain a con-
tentious issue in international climate change negotiations and in domestic approaches for
climate change mitigation. Carbon trading and forest carbon management have economic
and policy implications. Canada has 30% of the world’s boreal forests and 10% of the world’s
forest cover. We discuss how carbon trading and management of forest carbon in this sig-
nificant terrestrial ecosystem can contribute to global efforts for atmospheric greenhouse
gas emissions reduction, by strategies of either utilization or conservation.

1. Introduction

Canada’s boreal forests, the practice of forestry in them, and the rules for forestry off-
sets and the accounting for forest carbon, can have large consequences for mee-
ting this country’s international commitments to mitigating climate change. The Uni-
ted Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC) is an international
mechanism through which concerns about anthropogenic causes of climate change are
addressed. The UNFCCC proposed action on climate change using the Kyoto Protocol
(KP), an agreement to address anthropogenic causes of global warming. The KP was rati-
fied by Canada in 2002, and the agreement entered into force internationally in 2005 (UN-
FCCC n.d.). As of 2009, 197 countries have ratified the Kyoto Protocol, the most notable
exception being the United States. By being a signatory country, Canada committed itself
to reducing emissions of six GHGs to a combined 6% below its 1990 emissions levels. The
intent of the KP is to mitigate anthropogenic climate change through the reduction of
greenhouse gas (GHG) emissions and the removal of GHGs in the atmosphere by carbon
sinks, including forests (UNFCCC n.d.). For the most part the KP focuses on reducing
emissions of six GHGs. Carbon dioxide (CO2) emissions caused by fossil fuel energy ge-
neration and use is the primary cause of anthropogenic climate change and therefore one
of its major objectives, however the difficulty of achieving emissions reductions means
that all targeted GHGs and their sources are important, including those related to forests
and forest management. Tracking emissions is clearly necessary to achieve emissions re-
ductions. For this reason, signatory countries agreed to submit annual GHG inventory
reports to the UNFCCC on anthropogenic emissions of the six identified GHG emissions,
such as those derived from national energy statistics in the types and amounts of fuels
314 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

combusted (Gupta et al. 2003).


Canada’s most recent National Inventory Report (NIR) (Environment Canada 2010) in-
dicates that emissions have risen by 24% since 1990, from 592,000 kt CO2 eq in 1990 to
734,000 kt in 2008 (Table 1). The emissions and emissions growth vary strongly by pro-
vince and territory. Ontario has historically been the largest emitter, but in 2008, Alberta’s
emissions exceeded those of Ontario by 54,000 kt CO2 eq (Table 1). Emissions growth
has been lar-gest in Saskatchewan and Alberta, rising by 72.8% and 42.7% respectively
between 1990 and 2008 (Table 1).

Carbon (kt CO2 eq)


Jurisdiction 1990 2008 Difference % increase 1990-
1990-2008 2008
Canada 592,000 734,000 142,000 24.0
Alberta 171,000 244,000 73,000 42.7
British Columbia 49,300 65,100 15,800 32.0
Manitoba 18,600 21,900 3,300 17.7
New Brunswick 15,900 18,000 2,100 13.2
Newfoundland and Labrador 9,450 10,100 650 6.9
Nova Scotia 19,000 20,900 1,900 10.0
Yukon, Northwest Terrritories, 2,051 2,160 109 5.3
and Nunavut
Ontario 176,000 190,000 14,000 8.0
Prince Edward Island 1,980 1,970 -10 -0.5
Quebec 82,800 82,000 -800 -1.0
Saskatchewan 43,400 75,000 31,600 72.8

Table 1. Greenhouse gas emissions for Canada, provinces, and territories in 1990 and 2008 (Environ-
ment Canada 2010).

NIRs include mandatory reporting of emissions and removals due to land use change
and optional (at present) reporting of emissions and removals due to forestry. Collectively,
these are referred to as Land, Land Use Change and Forestry (LULUCF). The inclusion
of removals by the LULUCF sector recognizes that biological carbon sinks store carbon
absorbed by plants and that human activity can increase the size of these sinks. Canada-
wide, the forest land component of the LULUCF sector was a net sink of 77.5 Mt in 1990
(forest LULUCF removals greater than forest LULUCF emissions) but a source during
2002 to 2007 (emissions greater than removals). The recent trend of forests in the LU-
LUCF sector being a source is due to natural disturbance, in recent years accentuated by
the large scale mountain pine beetle outbreak in British Columbia and Alberta (Kurz et al.
2008), but also attributable to forest fires and wood removed from forests by harvest. The
accounting of harvested wood as an emission of CO2 to the atmosphere is based on a de-
fault assumption of the KP, in which harvested wood counts as completely being emitted
at the time of harvest, even though it is known to be inaccurate as wood products in use
and in landfill are increasing (Chen et al. 2008, Kurz et al. 2008). While the KP recognises
the importance of forests as carbon sinks (Binkley et al. 2002), the use of forests to replace
reductions in emissions was so contentious that comprehensive forestry-based mitigation
activities were capped and limited in the early stages of KP negotiations (Purdon 2009).
Denise M. Golden, M. A. (Peggy) Smith & S. J. Colombo 315

The role of forests in climate mitigation is a subject of ongoing negotiations.


Under the KP, measures for reducing GHG emissions and GHG removal by sinks are to
be achieved primarily through national actions (UNFCCC n.d.). As an avenue for coun-
tries to meet their commitments, the KP established three international market-based
mechanisms : i) emissions trading (ET), also known as the carbon market, in which car-
bon emission reductions are treated as any other commodity that can be bought and sold,
ii) the Clean Development Mechanism (CDM), in which investment by an industrialised
country in a sustainable development project in a developing nation that reduces GHGs
can receive emission reduction credits, and, iii) Joint Implementation (JI) that allows
industrialized countries that have ratified the KP to receive credits for GHG reduction
projects in other developed or emerging industrialized countries that are also signatories
to the KP (UNFCCC n.d.). These three mechanisms established carbon as a commodi-
ty on a global scale. While viewed as a step forward in climate change mitigation, these
market-based mechanisms were not without their critics. Criticism of the KP included: i)
concern that market-based mechanisms may perpetuate the continuation of GHG emi-
ssions through the purchasing of carbon credits instead of actual emission reductions, ii)
uncertainty over whether carbon trading could achieve real and measureable emission
reductions and, iii) the lack of a strong role for forest sinks in climate change mitigation
(Binkley et al. 2002, Galatowitsch 2009, Purdon 2009).
As a country with a large forest area, Canada has a particular interest in the role of
forests and forestry in climate change mitigation. Canada’s forests are globally significant
carbon stocks. This country’s forests hold 30% of the world’s boreal forest biome, covering
552 million hectares, 307 million hectares of which are forested. For carbon accounting
purposes, only managed forests are counted, which in Canada totals 236 million hectares
in all forest biomes. Canada’s managed forest ranged from being a source of 137 million
tonnes CO2 eq in 1995 to a sink of 174 million tonnes CO2 eq in 1992 (NRCan 2009).
The carbon market is viewed as a significant tool for reducing emissions worldwide
(WB 2009); it is considered the most cost-effective measure to achieve emission reduction
targets (King 2008, Galatowitsch 2009, Purdon 2009). The forestry sector has significant
potential to act as a carbon sink (Binkley et al. 2002, IPCC 2007) and management of
forests for carbon uptake (sequestration) is seen as an important tool in climate change
mitigation (Hurteau et al. 2008, Nair et al. 2009). In Canada, there are many examples
of forests being used for climate change mitigation. The first forest carbon sequestration
project was established in Saskatchewan in 2002, consisting of both planting understocked
stands and creation of “Forest Carbon Reserves” where the harvesting of otherwise ope-
rable stands is prevented, with the calculation that not harvesting creates a larger carbon
stock than harvesting and converting the trees to wood products1 ( Lemprière et al. 2002).
In British Columbia, the Haida Gwai “Climate Forest” is a project to restore coastal tem-
perate rainforest to a carbon-rich old growth climax forest ecosystem2. In Ontario, large
areas of the Far North have been set aside from development as a means of protecting
their carbon stocks from management activities that might cause them to be reduced and
a “fifty million tree” afforestation planting goal for 2020 has been set. These examples,
although not an exhaustive list, demonstrate both the interest and willingness to make
financial investment in forest carbon projects for emission reduction credits in Canada.
This paper reviews current literature on forest carbon management as a measure to miti-
gate climate change relevant to Canadian forests and the evolution of forestry in the car-
bon marketplace. The literature review was based on governmental, non-governmental
316 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

and private sector websites, as well as a review of the academic, peer-reviewed literature
searched through Web of Science from 2007.

2. The Carbon Marketplace and the Evolution of Forest Carbon Credits

Carbon trading is unique in that there may be no tangible product being traded – ins-
tead of a two by four or a tonne of paper, the product is a reduction in GHG emissions or
an enhanced carbon sink. Carbon markets currently exist either because of governance
mechanisms or as a voluntary measure in response to expected GHG regulations (Knox-
Hayes 2009). Carbon credits, measured as one metric tonne of GHGs in CO2 eq are
generated through either: i) project-based activities, also called offsets, which do not emit
or emit less GHGs than would have occurred had the project not been undertaken, or ii)
un-used emission allowances achieved when there has been an investment that reduces
GHG emissions (examples include fuel switching and changes in industrial processes ) to
achieve compliance (King 2008). Carbon transactions in 2008 were valued at USD$125B
(Point Carbon News 2009, Purdon 2009). Thirteen emissions trading schemes, in both
regulated and voluntary market systems (which emerged to meet carbon credit demands
in the absence of regulated markets), either operate or are in the development or planning
stages worldwide (Point Carbon News 2009). Each trading scheme defines its own rules
for trading and standards for allowable carbon credits (Purdon 2009). In this paper, a de-
tailed review of trading schemes is not possible and only a discussion of forestry carbon
credits is presented.
Forestry has always been the lesser-cousin in the carbon trading market, suffering from
an image problem (Fehnse 2008), excluded from the European Union Emissions Trading
System (EU-ETS) considered the largest and most mature system in the offset marketplace
(Purdon 2009)-- or penalized as “temporary” credits thus depressing demand for forestry
offsets (WB 2009). Many issues hinder the implementation of forest sequestration pro-
jects. During negotiations of the KP it was assumed that forestry carbon projects would
reduce incentives to address the causes of climate change, especially the development and
adoption of low-carbon energy solutions (Tavoni et al. 2007), with some countries instead
claiming large C sinks in their managed forests (Kurz et al. 2008). The development of fo-
restry carbon trading was also hurt by indecision on the criteria and rules to manage and
account for C in forest projects funded under the CDM and JI (Schmidt 2009).
For forestry projects to be part of C trading, several issues needed to be resolved, in-
cluding: i) additionality – would the project not have happened otherwise, ii) permanence
– the longevity and stability of the C pool sequestered, as over time forests can switch be-
tween being a C source and C sink, iii) leakage – when emission reductions by an activity
occur in one area (i.e. conservation) inadvertently results in emissions in another location
(i.e. harvesting or changes in forested land-use), and iv) ownership – a difference between
rights to use the land (tenure) but not land ownership rights, thereby raising uncertainty
about who has the right to sell C credits (Binkley et al.2002, Neeff et al. 2009, Purdon
2009). Along with these complicating factors, over six years of carbon trading has brought
to light additional hindrances in the development of forestry offset projects, including: i)
barriers in financing offset projects, ii) complicated and onerous project documentation
and registration processes which adds to transaction costs and lengthy approval times,
and iii) incorporating sustainable development, social and community issues, and eco-
logical soundness (Binkley et al. 2002, Tavoni et al. 2007, Galatowitsch 2009, Purdon 2009,
Denise M. Golden, M. A. (Peggy) Smith & S. J. Colombo 317

WB 2009, RRI 2010). Van Kooten (2009) argues terrestrial ecosystem C sink activities,
such as forestry offsets, require cautious deliberation along with applicable institutions
and mechanisms in advance of their inclusion in a carbon trading system.
The current carbon marketplace, it has been argued, hinders forestry projects for small
forest-owners; forests are subject to disturbances (i.e., fire and insect outbreaks harvest
or land use changes) that reduce C stocks, exposing forest owners to a liability for C sold
but no longer held (Bigsby 2009). Permanence, as currently assessed in forestry offsets,
does not incorporate project specific risk analysis of potential C losses caused by forest
disturbance, and therefore may not reflect an appropriate project C value (Hurteau et al.
2009). Bigsby (2009) suggests an alternative to the current project-based offset system
(permanent stores of C on a defined land base with a one-time payment) to a system of
“carbon-banking.” These would be similar to capital investment mechanisms, in which
those delivering the C sequestered (a deposit) receive annual payments and those using
the C offset (a withdrawal) make annual payments.
Despite the challenges, the use of forestry as a mitigation measure and interest in for-
est offsets has risen. In 2007, 18% of voluntary carbon market trades (7.6 million cre-
dits) were forestry offsets, and in 2008, the volumes of forest offset trades increased ,with
many traders being first time buyers of forest offsets (Neeff et al. 2009). Along with gro-
wing interest in the voluntary market, forests are being addressed in regulatory and policy
frameworks for offsets. This attention is seen in pending inclusion of forestry offsets in the
EU-ETS, reduced restrictions within the KP for CDM forest projects, the consideration of
wood products C as an allowable offset , and in increased forest conservation efforts such
as the development of a mechanism to compensate for avoided deforestation in tropical
countries – the United Nations Programme - Reduced Emissions from Deforestation and
Forest Degradation (UN-REDD).

3. Carbon Trading and Forestry Offsets in Canada

In North America, the first mandatory emissions reduction scheme came into effect in
Alberta, July 1, 2007, (Government of AB 2009). The four mechanisms the scheme offered
were available to help large final emitters meet their emissions intensity targets. Alberta’s
scheme allows forestry offset projects with the restriction that the offset project be within
Alberta (C3 2009). Forestry offset protocols are under development with regard to wet-
lands (conservation and/or restoration) and direct emission reductions (i.e. changes in
wood processing technology or processes), but avoided deforestation and improved forest
management plans are not presently allowable as offsets3.
Several Canadian provinces are participants with other jurisdictions in GHG emissions
reduction networks. In 2007, Manitoba joined Iowa, Illinois, Kansas, Michigan, Minne-
sota, and Wisconsin in the Midwestern Greenhouse Gas Reduction Accord (termed the
“Accord”) and is promoting consistency and integrity for offset projects as an effort to in-
crease market confidence for offset projects within the participating jurisdictions (MGGR
2010). A second group of jurisdictions joined together in 2007, forming the Western Cli-
mate Initiative (WCI). This group is a collaboration between four Canadian provinces
(British Columbia, Manitoba, Ontario, and Quebec) and seven U.S. states (Arizona, Cali-
fornia, Montana, New Mexico, Oregon, Utah and Washington), whose goals are to address
climate change on a regional scale (WCI 2010a). In July 2010, the Accord, the WCI, and
a third similar initiative, the Regional Greenhouse Gas Initiative (RRGI) -- a mandatory
318 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

capped CO2 market-based scheme for the power sector in ten states in the Northeast and
mid-Atlantic of the United States, joined in a cooperative effort to share experiences in
the design and implementation of regional cap-and-trade programs (WCI 2010c). Affo-
restation, reforestation, forest management, forest preservation and/or conservation, and
forest wood products are being considered within this triumvirate of GHG emissions re-
duction networks (WCI 2010b).
Several Canadian provinces have introduced carbon taxes and fines for non-complian-
ce under regulated emission regimes. Alberta levies a fine of $15 CAD per tonne CO2 on
large emitters that fail to reduce their emissions intensity by 12%4. Quebec, in 2007, was
the first North American jurisdiction to introduce a tax on carbon, affecting fossil fuel
distributers in the province. In 2008, British Columbia introduced a provincial carbon tax,
with a plan to increase the tax to $30 per tonne CO2 by 2012 (Government of BC n.d.).
A carbon tax could work in concert with offset credits if emitters are allowed to purchase
offsets in lieu of paying the tax directly. In British Columbia, a form of cap and trade has
been implemented for public sector organizations, which are mandated to reduce GHG
emissions internally or purchase offsets from the Pacific Carbon Trust (PCT), a Crown
Corporation (Government of BC 2008). The offset projects must take place in B.C. and
can include afforestation, planting using select seed sources that have faster growth rates,
increased timber volume and carbon content, and resistance to insects and disease, and
forest fertilization (B.C. Ministry of Forests and Range 2010). In 2009, Ontario passed Bill
185, a bill to promote a cap-and-trade GHG trading scheme (OMOE 2009). Stakeholder
discussions are underway, with forestry carbon offsets in line with those identified by the
WCI (OMOE 2009).
Along with individual provinces developing carbon markets, the Canadian federal go-
vernment set out Canada’s federal Offset System in 2007 (Government of Canada 2009).
The federal system is being designed to encourage domestic reductions or removals and
therefore limits CDM credits to 10% of total credits to meet compliance (EC 2009b). A-
fforestation and reforestation projects conducted in Canada are being considered as a-
llowable offset projects (EC 2009a). However, CDM offsets will exclude credits from fo-
rest C sink projects as the Canadian government treats those credits as “temporary,” in
alignment with KP rules (EC 2009b).

4. Factors in Decision-Making for Forest Carbon Management and Carbon Trading

Along with regulating climate, forest ecosystems provide a wide range of services and
co-benefits to society. Forests cycle nutrients, provide flood control, supply timber, food
and medicines, as well as, social and cultural settings and recreational spaces (MEA 2003,
Seppälä et al. 2009). Dilemmas can arise if forest management is modified to maximize C
sequestration without preventing conflicts with the other ecological functions, social or
economic co-benefits (McCarney et al. 2008, Galatowitsch 2009).
Efforts to increase forest C may affect biodiversity (Krcmar et al. 2005). A number
of studies have demonstrated that forest management can achieve sustainability and in-
creased C storage, while also allowing logging (Colombo et al. 2007, Garcia-Gonzalo et
al. 2007, Neilson et al. 2007). Land ownership and cost-allocations-to-benefits faced by
forest-based communities can create barriers to implementing C offset projects (Pinker-
ton et al. 2008), and others conclude that local governance, not national or international
authorities, is more successful in delivering both C storage and co-benefits (i.e. food, flood
Denise M. Golden, M. A. (Peggy) Smith & S. J. Colombo 319

control) to forest communities (RRI 2010).


Decisions about how Canadian forests can contribute to mitigating climate change re-
quires an understanding of the size and mobility of carbon pools within forests. Forest
carbon is present in live tree biomass, dead organic matter above ground and in the forest
floor, and in forest soils (Kurz et al. 2008). Significant uncertainty exists about the size of
all forest C pools, except for that in above ground live trees. This reflects the fact that fo-
restry in Canada has used empirical measurements of forests for more than half a century
with the objective of determining the amount of merchantable volume in forest stands be-
fore they are harvested. Non-merchantable above ground live tree biomass, below ground
live tree biomass, understory vegetation, downed deadwood, the forest floor and forest
soil, while having been the subject of carbon research studies, are not normally assessed
in Canada’s extensive managed forests and consequently the size of these C pools is quite
uncertain. In addition, the changes in forest carbon after disturbance and the ability of C
sequestration to be increased by forest management are not well understood (Binkley et
al. 2002, Gupta et al. 2003). For these reasons, a major difficulty in determining the size of
allowable forestry offsets is the uncertainty about forest C sequestration potential (Nair
et. al 2009). So too is the one-size fits all approach to default accounting procedures, such
as that set by IPCC to count the carbon in harvested wood products as fully emitted at the
time of harvest, when in fact oxidation of wood products carbon can take years to centu-
ries (Chen et al. 2008).
Studies of carbon-pricing indicate preferences can arise in the choice of tree species
for afforestation, that if planted on a substantial scale, has the potential to impact global
forest C sequestration (Sohngen 2009). Changes in global forest C sequestration may also
be affected by “leakage” (Sohngen 2009) -- where activities to reduce or avoid GHG emi-
ssions in one location, such as forest conservation, adds pressure to log forests elsewhere
to meet timber or biofuel demands. Galika and Jackson (2009) discuss the use of fertili-
zation to increase forest C sequestration . Fertilization can increase forest biomass, but
in some trading programs and allowable offsets standards (i.e. Voluntary Carbon Stand-
ard), accounting must include total project emissions, including life cycle emissions from
synthetic fertilizer production and use, which lowers the net GHG benefit and discoura-
ges the project activity (Galika and Jackson 2009). Modeling energy strategies to reduce
GHGs using wood as a biofuel feedstock show a potential for the diversion of forest timber
supplies which may impact the availability of traditional forest products such as construc-
tion materials (Gustavsson et al. 2007, Nyström and Cornland 2003).
In the medium to long-term, understanding how climate change will alter forest car-
bon stocks will be important. Positive or negative change in forest C sequestration de-
pends on the nature of climate change within a specific region (Seppälä et al. 2009). Forest
specific information or factors influencing emissions or accumulation of C, such as eco-
site climate, soil, tree density, species composition, and management practices, improves
modelling accuracy (Chen et al. 2008, Nair et al. 2009). Using appropriate information is
particularly important for Canada, as the northern location of the boreal forest means it
will probably be the first forest biome to experience large changes in climate (Fischlin et
al. 2007, Bradshaw et al. 2009). Boreal forests are expected to shift poleward (Seppälä et al.
2009) and increase in forest growth through elevated temperatures and longer growing
seasons (Alam et al. 2008), provided other conditions, such as moisture and nutrients, are
not limited (Johnston et al. 2006).
320 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

5. Standing Trees, Timber, & Biofuel – Choices for Carbon Management

In Canada, the debate around using forests to mitigate climate change has fallen into
two major camps: i) those who see the potential for increased C storage through managing
forests, including logging, planting, more intensive silviculture, and the storage of carbon
in wood products, and ii) those who argue for forest “conservation” in which industrial
uses are reduced or prohibited and forested areas are treated as protected areas or parks
with restricted uses as the means to retain and continue C storage. In the debate on “what
counts” as a forest carbon credit, forestry sectors (e.g. industry associations) argue that a
number of management practices that increase C stocks should be considered, including:
i) flexible logging rotations, ii) the establishment of conservation areas, iii) C stored in
wood and other forest products, and iv) avoided emissions when wood products are used
in place of materials with greater GHG emissions (Binkley et al. 2002, Backeus et al. 2006,
Lawson 2008). In comparison, forest conservation relies entirely on the accumulation of
carbon in forests. Such a strategy excludes forest logging but presumably could employ fire
suppression and insect control to reduce the extent and intensity of natural disturbances.
Forestry activities to mitigate global warming hinge on the signals directed by climate
change policy and markets (Binkley et al. 2002). Management for timber and carbon cre-
dits has been shown to directly impact forest management decisions, with high carbon
prices leading to decreased timber harvesting (Backéus et al. 2006). When managing a
forest for timber is less profitable than managing the same forest for conservation, “carbon
investors will readily give away the potential financial returns from the timber investment
to get low-price carbon credits” (Binkley et al. 2002). Timber supply modelling under po-
tential climate change scenarios show that in the next 50 years, North American produc-
tion could decline as a result of climate induced die-back in forests, coupled with trends
in decreased investment in timber production due to low market prices (Johnston et al.
2006, Seppälä et al. 2009). Decreased North American timber production could shift log-
ging to other forest jurisdictions with less sustainable forestry practices, increasing global
emissions from deforestation, and/or missed opportunities for increased forest C storage
in managed forests.
When timber harvesting and carbon credits are directly linked, the economics of forest
C storage can change. For example, Colombo et al. (2007) estimate that between 2000 and
2100, managed Ontario forests would provide wood products storing over 360 million
tonnes of carbon, equivalent to 15.9 million tonnes CO2 annually. While conservation
in place of logging also increases C stocks, forest C eventually reaches a maximum and is
subject to loss by large scale disturbance, whereas C in wood products is a relatively secure
pool which continuously accumulates as forests re-grow and are harvested repeatedly.
In addition, reduced logging in one jurisdiction could have no net effect since demand
can shift elsewhere with an effect on C stocks in some other jurisdiction (NRCan 2007,
Sohngen 2009). Alternatively, if reduced harvesting affected the supply of timber for wood
products, this could increase pressure for other more energy intensive building products
in concrete and steel, or displace other wood products such as furniture (Lawson 2008;
NRCan 2007; Suttie 2008).This could unintentionally increase overall emissions since, as
reported for the United Kingdom, substituting one cubic metre of concrete/red brick with
timber saves 1 tonne CO2, and maximising timber materials in a typical house construc-
tion can reduce CO2 emissions from 20 tonnes to 2.4 tonnes (Suttie 2008).
There is also a carbon-price link between using forests for C storage and forest fuel
Denise M. Golden, M. A. (Peggy) Smith & S. J. Colombo 321

products (Backeus et al. 2006). The expansion of the biofuels industry, including fuels
from wood stocks, is anticipated to have substantial impacts on global C storage (Ne-
gra et al. 2008). The success of a sustainable bio-forest energy sector will depend on: i)
the economic viability of the biofuel supply, with secure markets and dependable sup-
ply chains, ii) demonstrated GHG emissions reduction, with reduced net CO2 emissions
when changes in forest C are taken into account along with life cycle emissions from fo-
rest operations and biofuel production, and the displacement of fossil fuel emissions, and
iii) greater social acceptance through stakeholder engagement in bio-plant development
(Elghalia et al. 2007). Biofuel obtained by harvest of forest that would otherwise not have
been harvested increases net GHG emissions for decades, if coal is replaced by wood pel-
lets (Manomet Center for Conservation Sciences 2010). Backéus et al. (2006) show that
as carbon prices increase, available biofuel feedstock decreases when feedstock is genera-
ted as a by-product after clear cutting. But when the biofuel feedstock is derived from
trees harvested from thinning, there is a potential GHG mitigation benefit through both
standing forest C storage and avoided emissions from fossil fuels. However, there is a tip-
ping point in total C mitigation potential: when carbon prices increase thinning activities
decreased more than clear-cut activities. (Backeus et al. 2006). In addition, different fo-
rest biofuel feedstocks have different carbon emission profiles. Dead wood obtained after
natural disturbance could provide more volume than woody residues obtained after clear
cutting (Dymond et al. 2010). Although bio-energy generated from wood left after natu-
ral disturbances will accelerate the release of GHG emissions compared to on-site decay,
the energy is renewable, is a substitute for fossil fuels, and should be judged based on the
combined changes in forest carbon and the life cycle emissions of each biofuel feedstock
type (Dymond et al. 2010).
In Canada, research has been conducted investigating afforestation with hybrid poplar.
Dominy et al. (2010) report that while there are not enough private lands available to fully
offset Canada’s emissions through C sequestration by tree planting in conjunction with
biomass to replace fossil fuels, afforestation is an option in the suite of possible mitigation
measures for addressing GHG emissions targets. At trading prices under $15/tCO2 eq
the rate of return on investment ( 8-12%) is relatively low, but at expected higher future
carbon prices ($16 to $32/tCO2 eq), in addition to benefits from wood fibre and other en-
vironmental services, the economics of afforestation could dramatically change (Dominy
et al. 2010).
Much of Canada’s forests have the potential for large scale forest disturbances from fire
or insect attacks. The recent transition of Canada’s forests from a C sink to a C source is a
result of large-scale insect outbreaks (Kurz et al. 2008). Current KP accounting practices
in forest C consider wildfire as a CO2 source and fires present a significant threat to re-
lease GHGs; in some years fires represent 45% of Canada’s GHGs (NRCan 2007). Hurteau
et al. 2008 argue that mechanical thinning could be used to reduce catastrophic stand-
replacing fires. Furthermore, without fuel reduction treatments such as thinning, wildfire
can result in higher direct C emissions (Hurteau et al. 2009). Should thinning be applied
to reduce fire extremes, thereby reducing GHG emissions, the use of the harvested trees
in biofuel production could, as demonstrated by Backeus et al. (2006) and Dymond et
al. (2010), emerge as a multi-pronged mitigation opportunity. Climate change mitigation
agreements and offset policies that do not include credit for forest C management benefits
(i.e. relative to baselines to account for natural disturbances from fires and insects, or C
storage in harvested wood products) will discourage changes in forest management to
322 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

mitigate climate change (Kurz et al. 2008, Galika and Jackson 2009).
A critical component in implementing any policy or program for forest C management
is to understand how economic incentives for C sequestration will affect policy and legis-
lation in sustainable forest management (McCarney et al. 2008). Key criteria for sustaina-
ble forest management in Canada include biological diversity and ecosystem productivity
(CCFM 2006). Literature on managing multiple objectives, in particular, combining forest
C management with timber and biodiversity is scarce (McCarney et al. 2008, Galika and
Jackson 2009). According to McCarney et al. (2008) land-use specialization for timber
and biodiversity, or timber and carbon, may be more effective in achieving management
objectives. However, the price of carbon credits has an influence. When carbon prices are
low, multiple-use forest management (timber, biodiversity and carbon) is the optimal use,
but when carbon prices are high, land-use specialization increases (McCarney et al. 2008).
Moreover, managing specifically for diversity, for either ecosystem productivity or mitiga-
tion objectives, may not in itself guarantee resistance or resilience to disturbance (Galika
and Jackson 2009).
One approach among the efforts to achieve both biological diversity and C sequestra-
tion is protecting ecosystems as conservation areas or parks. In 2009, the Ontario govern-
ment passed the Far North Act, An Act With Respect To Land Use Planning and Protec-
tion in the Far North (Legislative Assembly of Ontario 2010). The Far North Act legislates
50% “protection” of the northern boreal forest to uphold sustainable development of
natural resources, and through a network of connected conservation lands proposes to
provide habitat for species and “fight the effects of global climate change” (OMNR 2009).
Primary forests are generally more resilient (stable, resistant and adaptive to change) and
contain larger carbon pools, yielding both biodiversity and climate change mitigation
benefits (Thompson et al. 2009). In Canada, 27.6 million hectares has been set aside as
national parks, and Ontario provincial parks cover an area of 7.9 million hectares (NRCan
2009). There is also a commitment through the Canadian Biodiversity Strategy to extend
Canada’s network of protected areas (biologically and geographically) to include “natural
regions” not yet represented (Johnston et al. 2006). However, according to Johnston et al.
2006, “an interpretation of existing policy and planning frameworks in Canada suggests
that protected area management plans tend to support continued protection of current
ecological communities, while the definition of ecological integrity, in contrast, supports
protection of the processes that would facilitate ecosystem adaptation to climate change”.
Climate change impacts to forests could result in significant changes in the ecosystem
services provided by forests (Seppälä et al. 2009) and many terrestrial protected areas
are in locations not favourable for success under changing climatic conditions (Hannah
2010). Protected areas, not just exclusive to forests, face multiple stresses and synergies
between existing stresses (e.g. habitat loss, invasive species, moisture changes) that have
not been factored into ecological modelling for the potential impacts of climate change,
and fewer adaptation options exist for protected areas than for actively and extensively
managed lands and waters (Johnston et al. 2006). Conservation of forests as a climate
change mitigation strategy may require reassessment of the set aside land, and redefining
“natural regions” (ecological integrity vs. biogeography) and terms for protection (mana-
ged or unmanaged). To use protected forests for their ability to store carbon with the
changes brought about by climate change may well require management intervention,
rather than simply excluding management from them. Numerous options exist to manage
and maximize forests for C sequestration (Galika and Jackson 2009). Some are designed
Denise M. Golden, M. A. (Peggy) Smith & S. J. Colombo 323

for immediate or short-term benefit and others are intended for long-term C sequestra-
tion potential (Sohngen 2009). Sequestration through forestry does not create permanent
sinks, but it can provide time to perhaps delay global warming impacts (Backéus et al.
2006). Uncertainties with climate change will require robust, adaptive forest management
strategies, at multiple scales with broad management tools in order to be responsive to
changing conditions, mitigate adverse impacts or capitalize on opportunities (Baron et al.
2009, Innes et al. 2009).

6. Conclusion

Forests are essential both for sequestering C to moderate global warming and for pro-
viding ecological services and human benefits. International agreements to address cli-
mate change and protect forest ecosystems are complicated by the diversity and complexi-
ty of global forests and C dynamics. Potential changes in the ability and opportunity to
sequester C may result from policy decisions in sectors other than forestry or from various
levels of government. A silo perspective, or insufficient integration of decision-making
within the forestry sector or across sectors, does not provide a complete understanding
of forestry as a measure to mitigate climate change. National or regional GHG reduction
policies that do not take into consideration impacts on global forest C may not achieve the
intended results for mitigation of climate change.
Lessons learned from carbon trading have brought to light the complexities and gaps
in our understanding of forest C, inadequacies in institutional mechanisms, and the po-
tential for unintended effects when forestry climate change mitigation projects are imple-
mented. Furthermore, carbon markets and carbon pricing will influence forest manage-
ment decisions and forestry carbon trading . Flexibility in approaches to managing forest
C stocks and forest C accounting is needed given the diversity in forest ecosystems around
the world and across Canada.
In our view, both utilization and conservation of Canadian forests can be appropriate
climate change mitigation strategies. Utilization of forests to increase combined C stocks
in forests and wood products cannot be ignored, especially as it provides security against
the large and direct GHG emissions caused by forest disturbances. A strategy for forest
protection in Canada can also have a role in a national forest strategy for climate change
mitigation. However, despite protection of forests, large-scale disturbances are a reality
that will make forests managed using this strategy carbon sources for certain periods,
rather than sinks, while in the absence of protection such forests would over the long term
be, at best, small sinks. Furthermore, long-term protection from all forms of disturbance
may endanger the ecological integrity of disturbance-dependent Canadian forests.
Forest C sequestration and forestry offset activities may contribute to the goal of GHG
emissions reduction and the objective of slowing the rate of global warming. However,
forest C reductions cannot replace the need to reduce GHG emissions from the burning
of fossil fuels, the cause of anthropogenic climate change. Uncertainties about the timing
and extent of climate change will require robust, adaptive forest management strategies,
incorporating a suite of options needed to be responsive to changing climate. With the
potential loss of sustainability of Canadian forests due to climate change, uncertainties
about carbon markets and rules for forest carbon offset projects should not be allowed to
deter climate change mitigation efforts that use forest carbon sinks.
324 Bosques del Mundo, Cambio Climático & Amazonía

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NOTES

1A questionable assumption, according to Ter-Mikaelian et al. (2008) and references therein.


2 http://www.haidaclimate.com/content/view/37/27/
3 Maynes, T. Personal communication. Climate Change Central, Edmonton, AB. July 9, 2010.
4http://www.theglobeandmail.com/news/opinions/many-albertans-agree-a-carbon-tax-was-the-best-
solution/article1441309/

* Este artículo será también publicado en Forestry Chronicle del Canadian Institute for Forestry / Institut
Forestier du Canada.
AUTORES
Luis Eduardo Acosta Muñoz
Coordinador Sede Leticia. Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas – SINCHI.
lacosta@sinchi.org.co

Asier Arcos
Solidaridad Internacional
asier@sol-inter.org

Juan Carlos Arias


Unidad de Parques Nacionales. Ministerio de Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo
territorial, Colombia.
juancarias@yahoo.com

Joseba I. Arregi
Universidad del País Vasco / Euskal herriko Unibertsitatea (UPV / EHU).
josebasonia@yahoo.es

Antón Borja Alvarez


Profesor Titular.Depto Economia Aplicada 1.Universidad del País Vasco / Euskal herriko
Unibertsitatea.
jesusantonio.borjaehu.es

Miguel Briones-Salas
Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Unidad
Oaxaca (CIIDIR-OAX.), IPN. Hornos 1003, Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca.
miguelbrionessalas@hotmail.com

Hugo Alfredo Centrángolo


Facultad de Agronomía. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
cetrango@agro.uba.ar

S.J. Colombo
Ontario Forest Research Institute, Ministry of Natural Resources, 1235 Queen Street, Sault
Ste. Marie, ON P6A 2E5, Canadá.
colombs@gov.on.ca

Armando Contreras Hernández


Instituto Nacional de Ecología A. C., Veracruz, México.
armando.contreras@inecol.edu.mx

Marcelo Derzi
Analista Ambiental do centro Nacional de Pesquisa e Conservação da Biodiversidade
Amazônica (Cepam) do Instituto Chico Mendes de Biodiversidade (ICMBio).
marcelo.derzi.vidal@gmail.com
Ervin H. Durán-Castillo
Universidad de la Amazonia-Colombia.
ervinduranb@gmail.com

Pedro José Escriche Bueno


Universidad de Zaragoza.
pescrich@unizar.es

Tello Espinoza
Maestro en Ciencias de Plantas Tropicales. Universidad Nacional de la Amazonía Perua-
na. Iquitos-Perú.
rteunap@hotmail.com

Philip M. Fearnside
Instituto Nacional de Pesquisas da Amazonía (INPA). C.P. 478. Manaus, Amazonas, Brasil.
pmfearn@inpa.gov.br

María Clara Forsberg-Silva


Universidade do Estado de Amazona (UEA).
cforsberg@uea.edu.br

Carlos Galindo–Leal
Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. Ave. Liga Periférico
-Insurgentes Sur 4903. Col. Parques del Pedregal, Del. Tlalpan, México, D.F.
carlos.galindo@conabio.gob.mx

Cecilia Gelabert
Facultad de Agronomía. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
gelabert@agro.uba.ar

Denise M. Golden
PhD Student Faculty of Graduate Studies, Lakehead University, 955 Oliver Road, Thunder
Bay, ON, P7B 5E1, Canada.
mdgolden@lakeheadu.ca

Tirso A. Gonzales Vega


The University of British Columbia Okanagan.
tirso.gonzales@ubc.ca

Tran Huu Nghi


Program Director. Tropenbos International Viet Nam (TBI-VN).
nghi@tropenbos.vn

Sandra Jaramillo-Poveda
Agenda Ambiental para la Cooperación Internacional del Caquetá, Colombia.
sjaramillo1@gmail.com
Ivan Jarolímek
Institute of Botany, Slovak Academy of Sciences. Bratislava, Slovakia.
ivan.jarolimek@savba.sk

Toni Jiménez Luque


Fundación Solidaridad de la Universidad de Barcelona (UB).
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Andrej Kobler
Slovenian Forestry Institute, Department of Forest and Landscape Planning and Monito-
ring, Večna pot 2, SI-1000 Ljubljana, Slovenia.
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Jiří Kolbek
Institute of Botany, Academy of Sciences of the Czech Republic, 252 43 Průhonice, Czech
Republic.
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Rajiv Kumar Chaturvedi


Centre for Ecological Sciences. Indian Institute of Science. Bangalore, India.
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Lado Kutnar
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bljana, Slovenia.
lado.kutnar@gozdis.si

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Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Unidad
Oaxaca (CIIDIR-OAX.), IPN. Hornos 1003, Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca.
ilira_12@hotmail.com

René López Camacho


Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Facultad de Medio Ambiente y Recursos
Naturales. Bogotá, Colombia.
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Investigador doctorando en Biologia de Ecosistemas por la Universidad del Pais Vasco y
Educador Medioambiental. Asociación científica Amassunu.
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Departamento de Ciencias Agronómicas y Recursos Naturales e Instituto del Medio Am-
biente, Universidad de La Frontera. Casilla 54-D, Temuco. Chile.
mrene@ufro.cl

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despacho@secretariadeambiente.gov.co

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Ettore.papa@gmail.com

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Cameroun.
marcparren@hotmail.com

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Amazônia (TNC do Brasil).
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N. H. Ravindranath
Centre for Sustainable Technologies. Indian Institute of Science. Bangalore, India.
ravi@ces.iisc.ernet.in

Nelly Rodríguez Eraso


Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Unidad de
Sistemas de Información Geográfica. Bogotá, Colombia.
nrodriguez@humboldt.org.co

Mauro Luis Ruffino


Presidente de la Asociación Brasileira para las Ciencias de la Pesca (ABCPesca).
mauroluis.ruffino@gmail.com

Verenice Sánches-Castillo
Universidad de la Amazonia-Colombia.
mexicomermad05@gmail.com
João Roberto dos Santos
Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais - INPE, São José dos Campos, SP, Brasil.
jroberto@ltid.inpe.br

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Alzenilson.aquino@gmail.com

Phillip da Silva
Assistant Director and Senior Lecturer. Universiy of Guyana Berbice Campus.
nessie159@yahoo.com

M.A. (Peggy) Smith


Faculty of Natural Resources Management, Lakehead University, 955 Oliver Road, Thun-
der Bay, ON, P7B 5E1, Canadá.

Luciana Spinelli de Araujo


Embrapa (Empresa Brasileira de Investigación Agropecuaria) Monitoramento por Sa-
télite, Campinas, SP, Brasil.
spinelli@cnpm.embrapa.br

Leonardo Vera
Facultad de Agronomía Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Calle San Fran-
cisco S/N, La Palma, Quillota, Chile.
leonardo.vera@ucv.cl

Lorena Vieli
Donald Bren School of Environmental Sciences. University of California, Santa Barbara.
2400 Bren Hall, Santa Barbara, USA.
lvieli@bren.ucsb.edu

Ariel Zajdband
Facultad de Agronomía. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
zajdband@agro.uba.ar

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