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Obra financiada con el aporte de


Corporación Nacional Forestal

COLECCIÓN ACADÉMICA
Serie de Textos Editorial Universidad de Talca

Segunda edición 2021 (eBook)

Obra protegida por la ley N° 17.336 sobre Propiedad Intelectual

ISBN: 978-956-329-161-2

EDITORIAL UNIVERSIDAD DE TALCA

Talca - Chile, diciembre de 2021

Directora Editorial Universidad de Talca


Marcela Albornoz Dachelet

Autores
Luis Soto-Cerda
Ursula Doll
Christian Valdés-Reyes

Edición textos
Luis Soto-Cerda

Diseño Editorial
Carlos Osores

Corrección de textos
María Acevedo

Foto portada
Luis Soto-Cerda

Todos los Derechos de fotografías y textos son reservados.


Su reproducción parcial o total podrá ser realizada solo
con la autorización de la Editorial de la Universidad de Talca.
LOS BOSQUES OLVIDADOS Agradecimientos
Alejandro Troncoso Aguilar
Extractos del proyecto FIBN 012/2016 Gabriela Vizcarra Rebolledo
“Los bosques de quebrada de la costa maulina: Fondo de Investigación del Bosque Nativo – CONAF
Evaluación del impacto antrópico y propuestas de Corporación Nacional Forestal – CONAF
mitigación”, financiado por el Fondo de Investi- Carlos Reyes (Reserva Nacional Los Queules)
gación del Bosque Nativo - CONAF. Pedro Jara (Reserva Nacional Los Ruiles)
Alicia Marticorena (Universidad de Concepción)
Carmen Bravo (Universidad Católica del Maule)
Autores Juan Carlos Sepúlveda (Forestal Arauco)
Luis Soto-Cerda Arturo Otegui (Forestal Arauco)
Ursula Doll Carolina Rojas (Forestal Arauco)
Christian Valdés-Reyes Valentina Bobadilla (Forestal Arauco)
Ricardo I. Castro Cepeda (Universidad Autónoma
de Chile – Sede Talca)
Edición textos María José Dibán (Universidad de Chile)
Luis Soto-Cerda ONG Micófilos
Guacolda Cerda Aliste y familia Soto Cerda
Jorge Bustos Palma
Equipo de trabajo proyecto Yanet Galaz
Nathalia Valenzuela Molina Javier Miranda
Cristopher Acuña Guzmán Emilio Moraga
Matías Cabrera Fernández Eduardo Oyarce
Paulina Palacios Galaz Don Lalo
Javier Urzúa Baeza
Francisco Peña De La Fuente
Fabián González Lagos Fotografías
Solange Jara Ortega Christian Valdés-Reyes
Javiera Rojas Cárcamo Luis Soto-Cerda
Sara Mollà Borredà Javier Urzúa Baeza
Camila Espinoza Barahona Carlos Reyes González
Andrea Haro Velis
Jenifer Blanco Bravo
Justo Rebolledo Molina

Investigadores asociados al proyecto


Patricio Peñailillo Brito
José San Martín Acevedo
Darío Aedo Ortiz
Roberto Pizarro Tapia
John Gajardo Valenzuela
LOS
BOSQUES
OLVIDADOS
Autores
Luis Soto-Cerda
Ursula Doll
Christian Valdés-Reyes
LOS
BOSQUES
OLVIDADOS
Autores
Luis Soto-Cerda
Ursula Doll
Christian Valdés-Reyes
“La vida más pequeña vale mil veces más que la nación más grande
que se invente jamás”.

La Oreja de Van Gogh, Europa VII

“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar


solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que
enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no
fuera vida... para no darme cuenta, en el momento de morir, que no
había vivido”.

Henry David Thoreau, Walden


ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN 9

2. ASPECTOS GENERALES 11
2.1. Bosque 11
2.2. Bosque maulino 14
2.3. Bosques de quebrada 17
2.4. Bosques de quebrada en la actualidad 18
2.5. Bosques de quebrada de la costa maulina 21

3. BREVE DESCRIPCIÓN DE LOS BOSQUES DE QUEBRADA 24


3.1. Provincia de Talca 27
3.1.1. Sector Curepto 27
3.1.2. Sector Gualleco 30
3.1.3. Sector Ramal 37
3.1.4. Sector Empedrado 42
3.2. Provincia de Cauquenes 52
3.2.1. Sector Los Ruiles 52
3.2.2. Sector Los Queules 68

4. DIVERSIDAD DE FLORA 73
4.1. Los anfitriones 75
4.2. Trepadoras 98
4.3. Helechos 132
4.4. Arbustos 149
4.5. Especies emblemáticas de los bosques costeros 171
4.6. Árboles de los bosques templados 184
4.7. Especies esclerófilas y del bosque maulino presentes en los bosques de 212
quebrada
4.8. Resumen de los inventarios vegetacionales 228

5. DIVERSIDAD DE HONGOS: EL REINO INEXPLORADO, EL REINO FUNGI 230


5.1. Características de los hongos 231
5.2. Clasificación taxonómica 233
5.3. Importancia ecológica 236
5.4. Importancia cultural 239
5.5. Descripción de hongos 250
5.5.1. Phylum Ascomycota 251
5.5.2. Phylum Basidiomycota 255
5.5.3. Phylum Amoebozoa (Intrafilo Myxomycota) 286

6. IMPACTOS ANTRÓPICOS Y PROPUESTAS DE MITIGACIÓN 290


6.1. Principales impactos sobre los bosques de quebrada 290
6.2. Jerarquización de amenazas 290
6.3. Propuestas de mitigación de impactos 296

7. CONCLUSIONES 299

8. EPÍLOGO 301
8.1. Bosques olvidados 301
8.2. Pueblos olvidados 304
8.3. Un legado para no olvidar 306

9. BIBLIOGRAFÍA 310
9.1. Bibliografía general 310
9.2. Bibliografía hongos 317
9.3. Biliografía complementaria 322

10. ANEXOS 326


Anexo 1. Relación de los bosques de quebrada 326
Anexo 2. Inventario vegetacional 328
Anexo 3. Caracterización físico-química de suelos de los bosques de 333
quebrada
Anexo 4. Glosario 335
Anexo 5. Breve reseña de los autores 340
1. INTRODUCCIÓN

En este libro se presentan algunos extractos de la información recopilada y generada a


lo largo de la ejecución del proyecto de investigación “Los bosques de quebrada de la
costa maulina: Evaluación del impacto antrópico y propuestas de mitigación” (proyecto
FIBN 012/2016). Este proyecto fue financiado por el Fondo de Investigación del Bosque
Nativo de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), y ejecutado, entre los años 2016 y
2019, por la Universidad de Talca, a través de la Facultad de Ciencias Forestales, Facultad
de Ciencias Agrarias, Centro de Plantas Nativas de Chile, Centro Tecnológico de Hidrolo-
gía Ambiental, Centro de Geomática e Instituto de Ciencias Biológicas.

El capítulo “Aspectos generales” proporciona al lector una concisa revisión bibliográfica


de carácter introductorio. Se presentan, discuten y cuestionan elementos conceptuales
fundamentales para contextualizar la investigación realizada, su ámbito de aplicación,
relevancia y pertinencia.

El capítulo “Breve descripción de los bosques de quebrada” entrega información general


acerca de cada uno de los sectores visitados, con énfasis en la situación integral de cada
bosque y los principales hallazgos realizados.

El capítulo “Diversidad de flora” presenta la descripción botánica de una fracción de


la gran cantidad de especies documentadas en los bosques de quebrada durante la
realización de los inventarios vegetacionales. Se destacan especies exclusivas de estos
bosques, plantas de carácter prehistórico y otras que, actualmente, son comunes en
los bosques fríos del sur del país, pero que igualmente se encuentran en la costa del
Maule. El capítulo incluye una relación de indicadores de biocalidad para cada bosque
de quebrada.

El capítulo “Diversidad de hongos: el reino inexplorado, el Reino Fungi” es un aporte


realizado por el ingeniero forestal Christian Valdés-Reyes, consistente en la descripción
de una selecta muestra de hongos (y afines) observados en los bosques de quebrada. El
capítulo incluye, además, un marco conceptual y bibliográfico fundamental para com-
prender la importancia de estos organismos.

El capítulo “Impactos antrópicos y propuestas de mitigación” presenta una breve refe-


rencia de los principales daños observados en los bosques de quebrada, una categori-
zación de estos e incluye algunas propuestas generales para remediarlos y favorecer la
conservación y/o restauración de estos frágiles ecosistemas.

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Los capítulos finales retoman ideas, conceptos, hallazgos y propuestas realizadas. Así, el
apartado “Conclusiones” aborda estos aspectos desde un punto de vista estrictamente
técnico, mientras que en el “Epílogo”, estructurado como un ensayo de naturaleza más
crítica y reflexiva, se presentan apreciaciones, cuestionamientos y contextualizaciones
relevantes para completar este viaje por los bosques de quebrada desde una óptica
más integradora. La bibliografía, por su parte, invita a profundizar los distintos aspectos
relatados en la obra. Los “Anexos”, finalmente, contienen una relación de los bosques de
quebrada, un cuadro compilado de los inventarios vegetacionales y un resumen de los
análisis de suelo.

La escritura de estas líneas se ha realizado con la convicción de que uno de los ele-
mentos fundamentales para involucrar a todos los actores sociales posibles en la con-
servación del bosque nativo es la educación. Ésta, como eje central en la formación de
ciudadanos cultos, informados y reflexivos, debe ser una prioridad en una época como
la actual, en que tantas ideas y formas de pensar se cruzan con distintos fines, y donde la
información falsa es una fuente constante de distorsiones. Por ello, además de presentar
conceptos o resultados, varios pasajes del libro discuten y cuestionan lo expuesto, con
el fin de estimular la reflexión acerca de los temas tratados.

Es prioritario comprender que las acciones locales son tan relevantes como las globales
para asegurar la supervivencia de las formas de vida que habitan el planeta. El primer
paso para ello consiste en conocer, descubrir y redescubrir el patrimonio natural que se
encuentra a unos pocos kilómetros de las principales ciudades maulinas y, pese a ello, a
una enorme distancia.

Así, es de esperar que este libro sea una herramienta para divulgar el conocimiento acer-
ca de un tipo muy especial de bosque nativo, cuyos últimos fragmentos se encuentran
en rincones más o menos escondidos de la geografía maulina. Estos bosques, muchas
veces desapercibidos, forman parte de una gran dinámica ambiental y generan servi-
cios ecosistémicos fundamentales.

Todavía hay mucho por explorar, descubrir y proteger en lo que queda de la selva mau-
lina.

Luis Soto-Cerda

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2. ASPECTOS GENERALES

Por Luis Soto-Cerda

En este capítulo se presentan, discuten y cuestionan elementos conceptuales, legales y


técnicos relacionados con los bosques de quebrada de la costa maulina. El capítulo se
organiza en cinco apartados, que abordan desde los aspectos generales hasta los más
específicos.

El apartado Bosque desarrolla aspectos introductorios y conceptos generales, tanto des-


de la arista ecológica como desde la óptica legal.

El apartado Bosque maulino realiza un suscinto recorrido descriptivo por algunas biotas
representativas de distintos sectores de Chile, para luego enfocarse en los bosques de
la zona central.

El apartado Bosques de quebrada introduce el tipo forestal Roble-Hualo, para profundi-


zar en el subtipo Bosques higrófilos de quebrada, al que pertenecen los bosques que se
presentan en los siguientes capítulos de este libro. Se señalan las principales caracterís-
ticas de estos bosques, para comprender su particular disposición espacial, su composi-
ción florística y funciones ecológicas.

El apartado Bosques de quebrada en la actualidad presenta un panorama de la situación


del bosque maulino, incluyendo a los bosques higrófilos, y señala los principales impac-
tos que los afectan.

Finalmente, el apartado Bosques de quebrada de la costa maulina se enfoca en los bos-


ques que son objeto de estudio en este libro, destacando, por un lado, su relevancia
en términos biogeográficos, y mostrando, por otro, la concepción legal que se tiene de
ellos. Junto con ello, se enfatiza en las investigaciones que sirvieron como referencia y
aportaron información de contexto para la investigación en la que se basa este libro.

2.1. Bosque

Al observar, desde la lejanía, los cerros de la cordillera de la costa o de la precordillera


andina de la zona central de Chile, estos aparecen, generalmente, cubiertos de verde.
Al realizar un acercamiento, se podría distinguir el tipo de vegetación que cubre estos
lomajes.

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En muchos casos se verían zonas con cultivos agrícolas (como vides u olivos), aunque es
mucho más común observar grandes extensiones con pinos. Muchas personas podrían
pensar que estos conjuntos de árboles corresponden a un bosque, pero la verdad es
que no es así. Lo mismo ocurre en el caso de zonas donde hay eucaliptos o álamos. To-
das estas formaciones corresponden a plantaciones (vale decir, son cultivos estableci-
dos por el hombre, al igual que las zonas agrícolas) y, por lo tanto, no forman un bosque.

Entonces, ¿de qué se habla cuando se hace referencia a “bosque”?

Siendo rigurosos, un bosque es un ecosistema que queda definido y delimitado por la


presencia de árboles, pero que no solo incluye árboles. En un bosque coexisten diversas
formas de vida: arbustos, trepadoras, hierbas, helechos, musgos, hongos, bacterias, in-
sectos, aves, mamíferos, reptiles, anfibios, arácnidos, moluscos y muchos otros seres que
interactúan, se relacionan de diferentes maneras y mantienen un equilibrio especial.

Un aspecto relevante al hablar de bosque es el término “ecosistema”, el que hace refe-


rencia no solo a los seres vivos que lo componen, sino también a los elementos ambien-
tales que lo sustentan. Así, forman parte del bosque el suelo, la lluvia, el agua superficial
(ríos, quebradas, lagos), el agua subterránea (correspondiente a las napas o acuíferos) y
todos aquellos elementos inertes o abióticos que interactúan y permiten la existencia
de las formas de vida que se encuentran en él (Donoso, 2008). En resumen, un ecosiste-
ma cualquiera, como el bosque, queda definido como

“Ecosistema = Elementos bióticos + Elementos abióticos + Sus interrelaciones”

El bosque no ha sido plantado por nadie, sino que se ha desarrollado a lo largo de la


historia del planeta, como parte del proceso evolutivo, a través de largos períodos de
tiempo. Por lo tanto, bosques y plantaciones son conceptos completamente distintos,
ya que estas últimas, por ser plantadas y cosechadas, tienen un “ciclo de vida” mucho
más corto, por lo que, en términos generales, son ecosistemas mucho más simplificados
que un bosque en términos de historia, complejidad, biodiversidad y sustentabilidad;
por ello, una plantación no es capaz de cumplir con las funciones ambientales del bos-
que ni le es factible proveer los mismos servicios ecosistémicos. En otras palabras, se
trata de ecosistemas que no son comparables entre sí.

Un concepto clave es el de servicios ecosistémicos, y estos, de acuerdo con Cuche y


Guzman (2017), se definen como “aquellos procesos y propiedades ecológicas caracte-
rísticas de las estructuras y funcionamiento de los ecosistemas y que generan benefi-
cios materiales e inmateriales para los seres humanos”. Para los bosques del cono sur de
Sudamérica, entre los 35° y 48° S (más o menos entre Licantén, en la Región del Maule,
y Capitán Prat, en la Región de Aysén), que son parte de los bosques templados lluvio-
sos y se les considera como una de las ecorregiones más amenazadas del mundo por
WWF (World Wildlife Found), se dice que poseen roles importantes, ya que, de acuer-
do con autores como Daily (1997), Bishop (1999) y Pearce (2001), “soportan funciones
ecológicas fundamentales a nivel local y global, incluyendo el reciclaje de nutrientes, la

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protección de los suelos, la conservación de la biodiversidad, la regulación climática y
el control hidrológico”. Y, según los mismos autores, estas funciones sustentan servicios
ecosistémicos relevantes para diversas actividades económicas, como la producción de
agua para las ciudades, acuicultura, pesca deportiva y ecoturismo, además de proveer
productos forestales madereros y no madereros. Por ello, no se debe considerar al bos-
que solo como un proveedor de madera, sino como un ecosistema que cumple una
multiplicidad de funciones. No tomar en cuenta aquello, deriva en la aplicación de me-
didas irreponsables, basadas en una visión simplista y reduccionista.

Ejemplo de lo anterior son las prácticas de silvicultura de bosque nativo que se enfocan
solo en las “especies dominantes” y en la calidad de los productos madereros que se
pueden obtener de ellas, dejando de lado el resto del bosque. En tales casos, desapa-
recen de todo propósito del bosque las hierbas, trepadoras y plantas de otros estratos,
muchas de ellas, según sea el caso, con usos alimenticios, medicinales o con proble-
mas de conservación (Shiva, 1998). Y este reduccionismo que lleva a observar al bosque
como un ecosistema simplificado, además de ignorar en su “modelo” a la vegetación
acompañante, deja fuera, también, a la fauna, los hongos y los servicios ecosistémicos.
Por lo tanto, para privilegiar una sola “variable” dentro de un sistema, se ignora todos los
demás componentes del bosque y sus interacciones. Y eso no es sustentable.

La ley 20.283 de Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal (CONAF, 2008)
define bosque como “sitio poblado con formaciones vegetales en las que predominan
árboles y que ocupa una superficie de por lo menos 5.000 metros cuadrados, con un
ancho mínimo de 40 metros, con cobertura de copa arbórea que supere el 10% de dicha
superficie total en condiciones áridas y semiáridas y el 25% en circunstancias más favo-
rables”. Esta definición pone énfasis en aspectos como superficie y cobertura de dosel,
pero no hace referencia al origen geográfico de las especies vegetales que lo compo-
nen, dejando de lado aspectos ecosistémicos fundamentales.

Adicionalmente, la misma ley define el concepto de bosque nativo como “bosque for-
mado por especies autóctonas, provenientes de generación natural, regeneración na-
tural, o plantación bajo dosel con las mismas especies existentes en el área de distribu-
ción original, que pueden tener presencia accidental de especies exóticas distribuidas al
azar”. Al no mencionar los servicios ecosistémicos asociados al bosque nativo en ningu-
no de sus apartados, la visión más amplia y sistémica del mismo queda fuera del marco
legal.

La omisión indicada en el párrafo anterior podría permitir que las plantaciones sean
consideradas como bosques, a pesar de que son ecosistemas completamente distintos,
de acuerdo con lo señalado previamente.

De acuerdo con lo expuesto en este apartado, se puede señalar que un bosque es mu-
cho más que árboles y madera: es un ecosistema. Forman parte de él seres vivos (plan-
tas, animales, hongos, bacterias, algas), elementos abióticos (suelo, agua, lluvia, hume-
dad ambiental, temperatura, luz) y las interrelaciones entre todos estos componentes.

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Y, desde un punto de vista antropocéntrico, algunos procesos y funciones del bosque
son considerados como servicios ecosistémicos. Teniendo presente estos elementos, se
tienen las siguientes reflexiones como consecuencias:

a. Una plantación (del tipo que sea), por mucho que pueda llegar a ser conside-
rada o catalogada como bosque (o como una especie de “bosque simplificado”
en el caso de que todas las zonas pobladas por árboles sean catalogadas como
“bosque”), no alcanza un grado de complejidad comparable al de un bosque, ni a
nivel de estructura, ni de composición, ni de interrelaciones, ni de generación de
servicios ecosistémicos. Por ello, en términos ecosistémicos, a una plantación no
le es posible cumplir con los mismos roles que un bosque (y esto no quiere decir
que las plantaciones no presten servicios, sino que estos no son homologables a
los de los bosques, en atención a sus escalas temporales y propósitos).
b. Lo expresado en el punto a da una idea de la relevancia de generar definiciones
claras para catalogar adecuadamente a las cubiertas forestales naturales, a las ar-
tificiales y a las situaciones intermedias (o mixtas). Esto, con el fin de generar un
marco legal consistente con el conocimiento científico y que permita describir
directrices claras y precisas para las diversas actividades que pueden desarrollarse
a expensas de cada ecosistema forestal.
c. Cualquier daño causado a un bosque (o su destrucción) no puede compensarse
con el solo hecho de plantar árboles en otro lugar.

Es momento de dejar un poco de lado estos callejones sin salida presentes en la legisla-
ción chilena (y cuya profundización escapa a los propósitos de este libro) para continuar
con este recorrido por el bosque. Atendiendo a lo referido previamente, y para todos los
efectos, en este libro, el término bosque se usa para referirse al bosque nativo, apelando
a la contextualización ecológica del término, y en vinculación con el concepto de servi-
cios ecosistémicos. Y las próximas páginas hacen referencia a un tipo muy especial de
bosque nativo que es posible encontrar en la Región del Maule.

2.2. Bosque maulino

En términos biogeográficos, Chile es una isla, ya que se encuentra apartado de otras tie-
rras emergidas por el desierto de Atacama, la cordillera de los Andes, los hielos australes
y el océano Pacífico. Esto ha significado que muchos seres vivos que se desarrollan en
el país sean completamente diferentes a los que se encuentran en otros lugares. Para el
caso de las plantas, el 50,3% de las especies son endémicas de Chile, es decir, exclusivas
del país y no se desarrollan, en forma natural, en ninguna otra parte del mundo (CO-
NAMA, 2008). Esta condición, junto al gran impacto que la actividad humana ha tenido
sobre la naturaleza, ha llevado a que la zona de Chile comprendida entre Coquimbo y
Valdivia haya sido considerada como una de las áreas más importantes del mundo para
la conservación de la biodiversidad según la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza (IUCN) (Mittermeier et al, 2004).

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A lo largo del país, y a consecuencia de sus diversos climas y condiciones topográficas,
se desarrollan distintas especies arbóreas. En el altiplano del norte destaca, por ejemplo,
la queñoa (Polylepis tarapacana), árbol pequeño capaz de desarrollarse a gran altitud.
Por su parte, en el desierto, se encuentra la Pampa del Tamarugal, donde crece el tama-
rugo (Prosopis tamarugo), un árbol perteneciente al grupo de las leguminosas, y que po-
see raíces muy profundas, permitiéndole obtener agua desde las napas, en el subsuelo.
Estas formaciones han sido importantes para los pueblos originarios del norte, ya que
representan una fuente de alimentación y de diversos recursos en un entorno en el que
no es fácil sobrevivir.

En el norte chico y en la zona central aparece el bosque esclerófilo, formado por espe-
cies que son capaces de vivir bajo condiciones de escasez estacional de agua y altas
temperaturas; en algunos sectores, se desarrolla más bien como matorral. A él pertene-
cen, como ejemplo, el espino (Acacia caven), el boldo (Peumus boldus), la palma chilena
(Jubaea chilensis) y el litre (Lithrea caustica), que presentan modificaciones morfológicas
y fisiológicas que les permiten minimizar la pérdida de agua por evapotranspiración.
En un contexto mayor, el bosque y el matorral esclerófilo son parte de las formaciones
xerofíticas.

Hacia la zona central comienzan a desarrollarse los bosques caducifolios dominados por
especies como roble (Nothofagus obliqua), hualo (Nothofagus glauca), raulí (Nothofagus
alpina) y ruil (Nothofagus alessandrii), que son representativos, por ejemplo, de la zona
del Maule.

A medida que se avanza hacia al sur de Chile aparece el bosque templado, en donde
destacan especies como ulmo (Eucryphia cordifolia), tineo (Weinmannia trichosperma),
araucaria (Araucaria araucana), alerce (Fitzroya cupressoides), ñirre (Nothofagus antarc-
tica) y lenga (Nothofagus pumilio). Estos ecosistemas se sitúan en la zona más húmeda
de Chile, formando los bosques del sur del mundo. En ellos son abundantes los grandes
helechos que pueblan el sotobosque, manteniéndose bajo condiciones de permanente
penumbra y humedad ambiental. Es la zona de los ventisqueros, canales, islas y turbe-
ras. Estos bosques son muy significativos para los pueblos originarios del sur de Chile:
han sido, a lo largo de la historia, fuente de materiales de construcción, alimentos, medi-
cina, inspiración y, también, forman parte integral de su cosmovisión.

Ahora corresponde volver a la zona central, ya que este libro propone un viaje por el
bosque de la Región del Maule, denominado comúnmente como “bosque maulino”,
aunque sus límites no coinciden exactamente con los de la región administrativa.

El bosque maulino se caracteriza, principalmente, por la presencia de bosques de roble


y hualo, especies arbóreas muy importantes desde el punto de vista forestal y ecológico.
El roble tiene una amplia distribución en el país, y se le encuentra también en Argentina,
mientras que el hualo es endémico de la zona mediterránea de Chile. Ambas especies
tradicionalmente han sido agrupadas en el género Nothofagus, junto con la lenga (No-

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thofagus pumilio), el ñirre (N. antarctica), el ruil (N. alessandrii), el raulí (N. alpina), los coi-
hues (N. dombeyi, N. nitida y N. betuloides) y el roble de Santiago (N. macrocarpa).

Junto a estas especies aparecen, como acompañantes, mayo (Sophora macrocarpa),


avellano (Gevuina avellana), radal (Lomatia hirsuta), murtilla (Ugni molinae), las chauras
y una gran diversidad de orquídeas y enredaderas, entre las que destacan el copihue
(Lapageria rosea, la flor nacional de Chile), la coilera (Lardizabala biternata), el quilo
(Muehlenbeckia hastulata) y el canelillo (Hydrangea serratifolia), entre otras. Todos estos
elementos son comunes en los bosques mediterráneos de la zona maulina.

También, esta región es el límite norte de la distribución de especies endémicas de la


cordillera de la costa y que se encuentran en peligro de extinción; es el caso de pitao
(Pitavia punctata), queule (Gomortega keule) y michay rojo (Berberidopsis corallina).

A todos estos elementos hay que agregar aquellos que son exclusivos de la Región del
Maule, como sucede con el ruil (Nothofagus alessandrii), cuya distribución actual abarca
un área restringida de la cordillera de la costa maulina, entre Curepto y Pelluhue. Por lo
tanto, corresponde a un endemismo regional y se encuentra protegido.

Por la precordillera andina del Maule también es posible apreciar singularidades botá-
nicas, y un caso dramático es el de la luma del norte (Legrandia concinna), una especie
arbórea que constituye una verdadera rareza. Sus pequeñas poblaciones, generalmente
asociadas a bosques de hualo (y a bosques esclerófilos en su límite norte) (Rodríguez et
al, 1983), solo se encuentran en unos cuantos lugares ubicados entre las localidades de
Molina y San Fabián de Alico, donde están expuestas a distintas amenazas (Altamirano et
al, 2007; Araneda et al, 2011). Una población ubicada en la zona de Upeo, en la provincia
de Curicó, que correspondía al límite norte de la distribución de la especie, no se ha vuelto
a localizar debido a modificaciones sucesivas en el uso del suelo. El único testimonio de
ella que existe en la actualidad corresponde a una muestra depositada en el Herbario de la
Universidad de Concepción, y que fue recolectada en 1975 (Martínez et al, 2013).

Además de todo lo mencionado, la Región del Maule es particularmente interesante


para la flora chilena, ya que en ella coexisten tipos de bosques muy distintos gracias a
su localización y clima. Así, esta región es considerada como una zona de transición, en
donde tiene su límite sur la distribución de muchas especies del norte; es el caso de la
palma chilena (Jubaea chilensis), en las cercanías de Pencahue, o el petrillo (Myrceugenia
correifolia), hacia Curepto. Por otro lado, en la Región del Maule aparecen las primeras
poblaciones de plantas nativas que son típicas de los bosques lluviosos del sur, como
tineo (Weinmannia trichosperma), fuinque (Lomatia ferruginea), mañío de hojas cortas
(Saxegothaea conspicua), murta negra (Rhamnus diffusus), matarratones (Coriaria rusci-
folia) y pelu (Sophora cassioides). Este diverso mosaico ha sido estudiado, a lo largo de
los años, por diversos autores que han documentado la situación general del bosque
maulino, en cuanto a fitodiversidad y ecología (San Martín & Doll, 1999; San Martín &
Sánchez, 2000; Stoll & Hahn, 2004; Stoll et al., 2006; Stoll & Hahn, 2007; Smith-Ramírez et
al., 2005; Stoll, 2008; García-González et al., 2008; Gómez et al., 2009; Gómez et al., 2010;

16
Gómez et al., 2011; Gómez et al., 2014; Gómez et al., 2016; Doll et al., 2018; Mollà, 2018;
Valenzuela, 2018).

Un aspecto adicional, y no menos importante, tiene relación con la naturaleza de la cor-


dillera de la costa en términos de conservación de la biodiversidad. Debido a la influen-
cia oceánica, que modera el clima, durante la última glaciación esta se mantuvo libre de
hielo (Villagrán y Armesto, 2005), razón por la cual las especies que ahí se encontraban
pudieron sobrevivir y repoblar otros sitios una vez que los hielos se retiraron. Esto signi-
fica que la cordillera costera ha sido un refugio para la biodiversidad. Si ya ha cumplido
ese rol en el pasado, otorgando una oportunidad de sobrevivir a las especies del bosque
nativo, en el futuro podría desempeñar un papel similar. Entonces, ¿qué especies sobre-
vivirían si actualmente la cordillera de la costa fuera el último refugio ante una nueva
catástrofe climática?

El bosque maulino, hasta el siglo XX, era conocido, también, como “la selva maulina”,
debido a su gran extensión y enmarañada composición. De eso, en la costa, hoy solo
quedan pequeños fragmentos.

2.3. Bosques de quebrada

El bosque maulino ha sido clasificado de diversas formas. Uno de estos criterios lo in-
serta dentro del “Tipo forestal Roble-Hualo” (Donoso, 1981; Donoso, 1993), en el cual se
pueden encontrar cinco situaciones o subtipos:

a. Bosques costeros septentrionales de roble o hualo.


b. Bosques andinos de roble de altura.
c. Bosques de hualo.
d. Bosquetes de ruil.
e. Bosques higrófilos de quebrada.

Los bosques higrófilos de quebrada son diferentes a los demás subtipos, que están
adaptados para existir de acuerdo con las condiciones ambientales de la zona medite-
rránea.

Los bosques higrófilos de quebrada no están relacionados con las condiciones ambien-
tales generales, sino que están estrechamente vinculados a situaciones puntuales que
se producen en determinados lugares: disponibilidad permanente de agua superficial,
cuya evaporación (y la evapotranspiración producida por las plantas) genera humedad
ambiental constante; condiciones de luminosidad reducida en comparación con la cima
de los cerros y; temperaturas más moderadas que en otros bosques.

Estas particularidades definen un microclima que proporciona condiciones ambienta-


les completamente diferentes a las de los otros subtipos del tipo forestal Roble-Hualo.
Estas condiciones se dan en los lugares donde se producen los afloramientos de las
aguas subterráneas almacenadas en las napas, en el borde de quebradas colectoras,

17
en las inmediaciones de vegas y en sectores pantanosos. Muchas veces estos sitios se
encuentran protegidos por escarpadas pendientes en cuyos fondos se encuentran las
quebradas que sustentan estos bosques especiales, por lo que, además del aislamiento
que les proporciona el microclima, cuentan con una protección adicional generada por
factores topográficos.

Debido a que estos sectores presentan condiciones ambientales que no son las típicas
de la zona mediterránea, en ellos se desarrollan comunidades que no son las habitua-
les de la zona maulina. Dado que estas condiciones de permanente humedad y menor
temperatura son más comunes en el sur de Chile, las especies que se pueden encontrar
en las quebradas de la Región del Maule son, en muchos casos, habituales en los bos-
ques australes. Este es uno de los elementos que sustenta la idea de que el Maule es una
“zona de transición”. En terminología técnica, estos bosques, que no corresponden a la
zona climática mediterránea, se denominan como “azonales”, siendo verdaderas rarezas
dentro del paisaje maulino, y es muy importante conocerlos y protegerlos, porque al-
bergan una diversidad de especies diferente a la de otros bosques.

El primer paso para conocer estos bosques es tener una idea acerca de cuál es su organi-
zación espacial. Para eso se debe tener presente que siempre estarán localizados donde
hay agua superficial, por lo que no son bosques muy extensos ni continuos. Así, se trata
de bosques fragmentados por definición. En el caso de los sectores pantanosos, los
árboles crecen en el suelo saturado de agua. En las quebradas, el bosque se desarrolla
en los márgenes del curso de agua, extendiéndose a una distancia variable, que depen-
de del tipo de suelo, de las especies, de las pendientes, así como de la profundidad y
disposición de las napas. Si se observan desde gran altura, aparecen como manchones
verdes alargados y de ancho reducido que siguen la trayectoria de los cursos de agua,
por lo que son buenos indicadores de la localización de fuentes de agua.

2.4. Bosques de quebrada en la actualidad

Alrededor de los bosques de quebrada del bosque maulino se desarrollaban los otros
subtipos del tipo forestal Roble-Hualo, formando lo que se conoce como matriz circun-
dante. Esta matriz tiene un gran impacto sobre los bosques de quebrada, ya que regula
la escorrentía superficial (controlando los procesos de erosión y sedimentación) y ofrece
un colchón térmico adicional permanente, protegiendo a las especies de las quebradas
del calor intenso del verano. En gran parte de la Región del Maule esta matriz circun-
dante formada por bosque nativo ha sido destruida y reemplazada por plantaciones
forestales de pino radiata (y otras especies en menor proporción, además de cultivos
agrícolas y zonas de pastoreo), lo que ha significado que la mayoría de los bosques de
quebrada se encuentren desprovistos de todos los beneficios que le entregaba la matriz
circundante original. Esta relación, delicadamente equilibrada, que se calibró durante
largos períodos de tiempo, fue desmantelada súbitamente, en favor del desarrollo de
iniciativas de subsistencia o de interés económico de corto plazo, como las señaladas
previamente.

18
Como consecuencia de esto, muchos bosques de quebrada han quedado completa-
mente descubiertos, exponiéndose a condiciones ambientales distintas a aquellas para
las cuales se encuentran adaptados. Eso significa que muchas especies han disminuido
su presencia (habiendo muerte de individuos) o pierden masa foliar (los árboles sacrifi-
can hojas para mantenerse vivos), con lo que disminuye la sombra, traduciéndose en un
aumento de la temperatura al interior del bosque y pérdida de la humedad ambiental.
Ante este cambio en el microclima, puede disminuir la producción y germinación de
semillas y el prendimiento de plántulas, lo que pone en riesgo la continuidad del bos-
que a lo largo del tiempo. Y esta cadena no termina ahí: si desaparecen los bosques de
quebrada, se afectará la disponibilidad de agua de las napas, de los afloramientos y de
las quebradas. Es importante reconocer que los elementos de un ecosistema cualquiera
están conectados entre sí y que todos los cambios, por menores que sean, tienen con-
secuencias.

Como se mencionó previamente, la matriz circundante original que protegía a muchos


bosques de quebrada ha sido reemplazada por otros elementos. En el caso de la Región
del Maule, en lugares donde antes había bosques dominados por roble y hualo, en la
actualidad es muy común encontrar plantaciones de pino radiata (Pinus radiata), espe-
cie originaria de algunos sectores de la costa oeste de Estados Unidos y México (no es
nativa de Chile, por lo tanto, se dice que es una especie introducida o exótica) y cuya
madera es la principal materia prima de la industria forestal.

En Chile, las plantaciones forestales de pino radiata se encuentran, principalmente, en-


tre las regiones de O´Higgins y La Araucanía. Así, las regiones de la Araucanía, Biobío y
Maule tienen las mayores superficies plantadas. Hacia el sur aparecen plantaciones de
otras especies introducidas, como el pino oregón (Pseudotsuga menziesii) o la secuoya
(Sequoia sempervirens).

El establecimiento de plantaciones de pino radiata ha sido expansivo en la zona cen-


tro-sur de Chile, a tal grado que, en grandes extensiones de superficie, la cobertura ori-
ginal de bosque nativo ha sido completamente reemplazada. Este proceso, consistente
en eliminar un tipo de bosque para establecer otro elemento en el paisaje, se denomina
sustitución. Este proceso se llevó a cabo intensamente durante la segunda mitad del
siglo XX, disminuyendo dramáticamente la superficie y calidad del bosque nativo y fa-
cilitando la expansión de las plantaciones. Entre 1978 y 1987, unas 50 mil hectáreas de
bosque nativo fueron convertidas en plantaciones de pino radiata en las regiones de
Maule y Biobío (Carrere, 1998). La legislación forestal actual no menciona el concepto de
sustitución; se supone que es una práctica en retroceso, que aún persiste (Echeverria et
al., 2006; Altamirano & Lara, 2010).

La sustitución por plantaciones forestales no es la única causa de la disminución de la


superficie del bosque nativo. Otra práctica común desde el siglo XIX ha sido eliminar el
bosque usando fuego, para habilitar zonas con diversos fines, como sucedió a comien-
zos del siglo XX, con la “fiebre del trigo” (Aguilera y Benavides, 2005).

19
En el libro “La huella del fuego”, Luis Otero (2006) señala que, de acuerdo con los regis-
tros de Federico Albert, hacia la década de 1850 en Chile existían entre 24 y 28 millones
de hectáreas de bosque nativo, mientras que hacia 1914 estas se contabilizaban en casi
16 millones, habiéndose eliminado, en el intertanto, alrededor de 13 millones. Esta des-
trucción intensiva del bosque habría generado, en los suelos desnudos, intensos proce-
sos erosivos que provocaron sedimentación en muchos ríos, haciéndolos innavegables.

Otro factor que ha disminuido la calidad de los individuos que forman el bosque nativo
es la sistemática extracción de los mejores árboles (en términos de tamaño, forma y con-
dición sanitaria) sin ningún criterio silvícola (Aguilera y Benavides, 2005). Esta actividad
se denomina floreo y disminuye las probabilidades de que los árboles de mejores ca-
racterísticas produzcan descendencia. Lógicamente, esto genera bosques más pobres,
menos resilientes y con menor variabilidad genética.

Todos estos procesos, que han ocurrido principalmente en los bosques que domina-
ban el paisaje, terminaron afectando a los bosques de quebrada, por disminución de
cobertura, por el aumento de la escorrentía superficial en desmedro de la recarga de
acuíferos, por aumento de los procesos erosivos y, también, porque facilitaron el ingreso
de especies ajenas a los ecosistemas de las quebradas y que comenzaron a competir por
recursos (especies invasoras, tanto nativas como introducidas).

Estos eventos, además, han terminado configurando un paisaje en el que el bosque na-
tivo perdió continuidad y, actualmente, se encuentra reducido a pequeñas superficies
sin conexión espacial entre sí, como ocurre en la cordillera de la costa. Estas pequeñas
superficies se denominan fragmentos y el proceso mediante el cual se han generado se
conoce como fragmentación, y considera todos los procesos señalados previamente.

La fragmentación es una de las grandes amenazas para el bosque nativo, ya que la pér-
dida de continuidad afecta todos los procesos del bosque. Esto también tiene conse-
cuencias a nivel de los bosques de quebrada. Por ello, y usando el concepto referido
por Javier Simonetti en 2006, se hace necesario desfragmentar el bosque nativo, y los
bosques de quebrada son los mejores “puentes” o “corredores biológicos” para reco-
nectarlo.

En esta misma línea, la necesidad de recuperar la conectividad en el bosque costero


es uno de los ejes de las propuestas de conservación de los bosques nativos de la cos-
ta del Maule, de acuerdo con lo señalado por la Iniciativa Darwin (Arnold et al., 2009).
Estas directrices se corresponden con lo planteado en los resultados del proyecto de
infraestructura ecológica para la Región del Maule, después de los incendios forestales
de 2017, liderado por el Laboratorio de Ecología del Paisaje, de la Universidad de Con-
cepción. Se plantea, también, la necesidad de considerar el paisaje en su conjunto
para el diseño e implementación de estrategias de restauración (Forest Stewardschip
Council, 2014).

20
2.5. Bosques de quebrada de la costa maulina

Como se mencionó previamente, la cordillera de la costa es un lugar clave para la conser-


vación de la biodiversidad. De acuerdo con Carolina Villagrán y Juan J. Armesto (2005),
especialistas en botánica, en esta franja costera existen cuatro puntos especialmente
relevantes. El primero de ellos corresponde a Altos de Cantillana, en la Región Metropo-
litana, donde hay bosques de roble (Nothofagus obliqua) y matorrales altoandinos. Por
el sur destaca la Cordillera Pelada, en la Región de los Ríos, en el área de distribución del
alerce (Fitzroya cupressoides) y las turberas subantárticas. También se señala la cordille-
ra de Nahuelbuta, entre las regiones del Biobío y la Araucanía, donde predominan los
bosques de araucaria (Araucaria araucana). Finalmente, se identifica a la cordillera de
la costa de la Región del Maule al sur de Constitución, que con su gran variedad de
microhábitats favorece el desarrollo de una gran diversidad de especies.

Hacia la década de 1980 el bosque maulino aún no se había explorado por completo.
Entre los años 1984 y 1987 se realizaron prospecciones a bosques pantanosos ubicados
entre Curepto y Tregualemu para documentar su fitodiversidad. Los resultados de esta
investigación se dieron a conocer en el artículo “Estudio fitosociológico de los bosques
pantanosos de la Cordillera de la Costa en Chile central”, publicado en la revista “Bosque”
en 1988. Los autores de esta publicación son los botánicos José San Martín, Alejandro
Troncoso y Carlos Ramírez.

La zona de estudio señalada coincide, en su mayor parte, con el área de distribución del
ruil, y esto tiene una explicación. De acuerdo con el testimonio del investigador Alejan-
dro Troncoso, la hipótesis originalmente planteada por ellos era que, dada la restringida
distribución espacial del ruil y su supuesto carácter de especie primitiva dentro de su
género, la vegetación acompañante en sus bosquetes podría ser distinta a la de los bos-
ques de roble y hualo.

Las prospecciones realizadas en los bosquetes de ruil los llevaron a rechazar la hipóte-
sis. A medida que exploraban los bosques, se dieron cuenta de que las singularidades
no ocurrían en las laderas o cimas de los lomajes, sino en las partes bajas y sombrías,
donde se encuentran las quebradas colectoras y los afloramientos de las napas. En esos
lugares localizaron poblaciones de especies que, hasta ese entonces, estaban descritas
solamente para los bosques australes, desde el Biobío al sur.

Como ejemplo de estos hallazgos, se puede mencionar que, en una quebrada localizada
en Tregualemu, en el extremo sur de la región, los botánicos encontraron una enredade-
ra escasa y con problemas de conservación: el michay rojo (Berberidopsis corallina). Este
sector sería el nuevo límite norte de la distribución de la especie, ya que hasta ese mo-
mento no se había descrito su presencia en el Maule. Pocos años después de la publica-
ción del estudio fitosociológico, parte de esa quebrada, y el bosque nativo circundante,
pasaron a formar parte de la Reserva Nacional Los Queules, creada en 1995.

21
Estos hallazgos, además de ampliar la distribución de diversas especies (Troncoso & San
Martín, 1988), permitieron perfilar a la Región del Maule como zona de transición bio-
geográfica. Todo esto se convirtió en un aporte relevante para conocer y reconocer la
fitodiversidad presente en el patrimonio natural de la región.

Casi treinta años después de la publicación de 1988, en 2016, se dio inicio al proyec-
to “Los bosques de quebrada de la costa maulina: Evaluación del impacto antrópico y
propuestas de mitigación”, financiado por el Fondo de Investigación del Bosque Nativo
(FIBN) de CONAF. Esta iniciativa retomó el trabajo realizado por San Martín, Troncoso
y Ramírez, volviendo a los bosques de quebrada visitados en la década de 1980, para
evaluar su situación actual en el contexto de sucesivos impactos humanos y de cambio
climático, con el fin de proponer medidas de mitigación de los daños sufridos, para in-
tentar protegerlos.

Este proyecto se inserta en la tercera línea de investigación del VII concurso del Fondo
de Investigación del Bosque Nativo: “Determinar y evaluar los impactos ambientales de
la actividad antrópica en ecosistemas cuyo objetivo es la Conservación y/o Preserva-
ción”. En términos operativos, se definió, como objetivo general “Determinar y evaluar
el impacto antrópico sobre los bosques de quebrada de la cordillera de la costa de la
Región del Maule”.

Para contextualizar la situación de estos bosques es importante recurrir a un par de defi-


niciones consideradas en la ley 20.283, y que son la de bosque nativo de conservación
y protección y la de bosque nativo de preservación. El primer caso corresponde a
“aquél, cualquiera sea su superficie, que se encuentre ubicado en pendientes iguales o
superiores a 45%, en suelos frágiles, o a menos de doscientos metros de manantiales,
cuerpos o cursos de aguas naturales, destinados al resguardo de tales suelos y recursos
hídricos”. En el segundo caso, se trata de “aquél, cualquiera sea su superficie, que pre-
sente o constituya actualmente hábitat de especies vegetales protegidas legalmente
o aquéllas clasificadas en las categorías de “en pelígro crítico de extinción”, “en peligro
de extinción”, “vulnerables”, “raras”, “insuficientemente conocidas” o “fuera de peligro”; o
que corresponda a ambientes únicos o representativos de la diversidad biológica na-
tural del país, cuyo manejo solo puede hacerse con el objetivo del resguardo de dicha
diversidad”. De acuerdo con estos lineamientos, todos los bosques de quebrada corres-
ponden al primer caso, y según su diversidad de flora, algunos pueden ser considerados
en el segundo.

Por otro lado, el Reglamento de Suelos, Aguas y Humedales de la misma ley, define, en
su título preliminar, la zona de protección de exclusión de intervención como aquella
que “corresponde a los 5 metros aledaños a ambos lados de cursos naturales de agua,
cuya sección de cauce, delimitada por la marca evidente de la crecida regular, es supe-
rior a 0,2 metros cuadrados e inferior a 0,5 metros cuadrados. Tratándose de manan-
tiales y cuerpos naturales de agua, esta zona tendrá un ancho de 10 metros. En cursos
naturales de agua de sección de cauce mayor a 0,5 metros cuadrados, el ancho de esta
zona será de 10 metros a ambos lados de éste. Las distancias previamente señaladas se

22
miden en proyección horizontal en el plano, desde el borde del cauce, cuerpo de agua
o manantial y perpendicular al eje, o a la línea de borde de éstos”. También, se define la
zona de protección de manejo limitado, como la que “corresponde al área contigua
a la zona de exclusión de intervención de cuerpo de agua, manantial y cursos naturales
de agua de sección de cauce mayor a 0,5 metros cuadrados. Esta zona de manejo tiene
un ancho de 10 metros para pendientes entre 30 y 45% y de 20 metros para pendientes
superiores a 45%”.

Según estos extractos tomados de la ley vigente, cualquier actividad que atente contra
estos bosques está prohibida. Queda claro que la superficie de estos bosques es un
factor crítico, y su delimitación es fundamental para dar cumplimiento a lo señalado
en la ley. Lamentablemente, lo que no queda claro es la disparidad de criterios entre la
ley y el reglamento, ya que la primera señala una zona de 200 metros de distancia de
cuerpos de agua como la que identifica a estos bosques como de conservación y protec-
ción (independiente de su superficie), mientras que el reglamento indica que la zona de
exclusión puede tener un ancho máximo de 10 metros por lado del cauce y la zona de
protección de manejo limitado entre 10 y 20 metros por lado. ¿Cómo se aborda en esa
reducida superficie la protección de un bosque cuya función es el resguardo del suelo y
el agua? ¿Son los metros libres de intervención suficientes para la regeneración natural
del bosque, incluyendo la reproducción y circulación de la fauna que lo compone, y que
cumple muchas veces roles en la polinización de las flores y en la dispersión de semillas?

Por todo lo mencionado, esta investigación se orientó a estudiar el impacto antrópico


sobre los bosques de quebrada de la costa maulina que fueron descritos en la década de
1980. Parte de los resultados del proyecto, incluyendo algunos de los descubrimientos
realizados en estos años de exploraciones, junto con propuestas generales de mitiga-
ción de impactos, se presentan en los siguientes capítulos, con la esperanza de que es-
tos hermosos y particulares ecosistemas sean conocidos y valorados por la comunidad,
y que no sean más unos “bosques olvidados”.

23
3. BREVE DESCRIPCIÓN DE LOS BOSQUES DE QUEBRADA

Por Luis Soto-Cerda

Este libro describe 19 bosques de quebrada de la costa maulina, 11 de ellos ubicados


en la provincia de Talca y 8 en la provincia de Cauquenes. Estas descripciones conside-
ran, principalmente, situación general del bosque, diversidad y regeneración de flora,
naturaleza de la matriz circundante, aspectos topográficos y atributos físico-químicos
del suelo.

Los bosques de la provincia de Talca se encuentran entre Curepto y Empedrado; los de


la provincia de Cauquenes, entre Chanco y Tregualemu. Solo en la provincia de Talca
algunos bosques de quebrada descritos en este libro fueron afectados por los incendios
forestales que ocurrieron durante el verano de 2017 en la Región del Maule.

Para la provincia de Cauquenes se consideró dos bosques de quebrada pertenecientes


a unidades del SNASPE, mientras que en Talca se incluyó solo un bosque protegido, co-
rrespondiente a una iniciativa privada de conservación.

Los bosques de la provincia de Talca corresponden a Nini-Piragua y Los Cruceros (sector


Curepto); Carrizal de Putú, Loma Limpia y Agua Buena (sector Gualleco); Camino a Toco-
ney, Manquimávida y Costa Azul (cerca de localidades asociadas al ramal ferroviario Tal-
ca-Constitución) y; el grupo compuesto por Los Coihues, Pellines y Porvenir (sector Empe-
drado).

Los bosques de la provincia de Cauquenes son La Matanza, La Aguada, Paso Mora, Los
Tepúes, Reserva Nacional Los Ruiles y Río Curanilahue (sector Los Ruiles, entre Chanco y
Pelluhue); además de Canelillos y Tregualemu (sector Los Queules, al sur de la localidad
de Chovellén).

El bosque más septentrional es Nini-Piragua y el más meridional es Tregualemu (Reser-


va Nacional Los Queules), separados por alrededor de 95 km. El bosque más cercano
al valle central es Camino a Toconey y el más próximo al borde costero es Costa Azul;
entre ambos la distancia es de 54 km. Estos dos bosques, junto con Manquimávida, se
encuentran prácticamente en la misma latitud, pero en condiciones ambientales dife-
rentes, lo que implica la presencia de especies vegetales completamente distintas.

En cuanto a altitud, el bosque situado a menor elevación es Camino a Toconey, a 222


m.s.n.m., mientras que en el extremo opuesto se encuentran La Matanza (549 m.s.n.m.)
y el origen de la quebrada La Aguada (546 m.s.n.m.), ambas muy próximas entre sí.

24
Con respecto al ancho del bosque, el menor valor lo tiene La Matanza, con 6,4 m y los
máximos lo ostentan Paso Mora con 168 m y Tregualemu (Reserva Nacional Los Queu-
les) con 134 y 205 m (aunque estas últimas son situaciones extremas y atípicas si se
considera que el ancho promedio no supera los 40 m).

Las pendientes del curso de agua son diversas, existiendo desde sitios planos (La Matan-
za, Paso Mora), hasta terrenos con inclinaciones cercanas a 100% (La Aguada, Porvenir).

Por su parte, debido a la variabilidad en las pendientes de las laderas de los cursos de
agua, se presentan diferentes situaciones en los bosques asociados a ellos. Donde coin-
ciden cursos de agua de pendiente reducida y laderas relativamente planas, suelen apa-
recer zonas donde se producen anegamientos permanentes (pantanos) o esporádicos
(vegas). En el primer caso se desarrollan bosques densos dominados por mirtáceas y
canelos, mientras que en el segundo aparecen zonas en que predomina la vegetación
herbácea. Ejemplos de bosques pantanosos son el origen de La Aguada y un tramo de
Paso Mora donde crece la pitra (Myrceugenia exsucca) junto con el pitao (Pitavia punc-
tata). Por el otro lado, casos en que se forman vegas son la quebrada Pellines y la parte
central de Paso Mora, donde entre la vegetación herbácea dominante, aparecen man-
chones aislados de mirtáceas.

En la mayor parte de los casos, la matriz circundante está intervenida, correspondien-


do principalmente a plantaciones forestales de pino radiata (Pinus radiata), que forman
parte del patrimonio de grandes empresas forestales y, ocasionalmente, de pequeños
y medianos productores. En menor proporción aparecen plantaciones de eucaliptos,
zonas habitadas, áreas agrícolas y/o ganaderas y, finalmente, restos de bosque nativo
fragmentado.

Finalmente, un aspecto relevante en todos los bosques de quebrada quemados es la


gran capacidad de rebrote de las plantas nativas después de los incendios (incluyendo
helechos), lo que permite facilitar las estrategias de restauración de estos ecosistemas.

25
Localización de los bosques higrófilos de quebrada explorados en el marco del proyecto FIBN 012/2016.
Cartografía elaborada por Christian Valdés-Reyes.

26
3.1. Provincia de Talca

3.1.1. Sector Curepto

En el extremo norte de la provincia, entre los ríos Mataquito y Huenchullamí, se ubican


los bosques de Nini-Piragua y Los Cruceros, en terrenos que pertenecen al patrimonio
de Forestal Arauco. El primero de ellos se sitúa cerca del cerro Huelón, límite norte de
la distribución del ruil (Nothofagus alessandrii), lugar catalogado como “de alto valor de
conservación” por los propietarios.

La mayor parte de la cordillera de la costa de este sector se encuentra cubierta por plan-
taciones de pino radiata (Pinus radiata). Así, muchos poblados han quedado rodeados
por una matriz de pinos, al igual que algunos fragmentos menores de bosque nativo;
por lo tanto, la matriz circundante de estos bosques de quebrada está formada, esen-
cialmente, por elementos alóctonos.

Nini-Piragua presenta un bosque degradado e intervenido. En un tramo se conser-


va algo de estructura boscosa, dominada por pitra (Myrceugenia exsucca), siendo más
abundante la presencia de un matorral bajo, con presencia de especies introducidas
e invasoras como mora (Rubus ulmifolius) y aromo del país (Acacia dealbata). Este sitio
destaca porque entre el bosque de quebrada y la plantación de pino radiata se mantuvo
un cordón con restos de bosque de Nothofagus como zona de transición entre ambas
coberturas; sin embargo, durante la última visita realizada (en el verano de 2019) se ob-
servó que algunos árboles de este cordón habían sido recientemente cortados.

Se contabilizó un total de 31 especies: 27 nativas (de las cuales 7 son endémicas) y 4


introducidas. Se observó la presencia de regeneración de especies esclerófilas al interior
del bosque de quebrada, como peumo (Cryptocarya alba), romerillo (Baccharis linearis)
y maqui (Aristotelia chilensis), lo que puede modificar la composición del bosque en el
futuro.

En este bosque, los botánicos, en 1988, identificaron el límite norte de la distribución del
pelu (Sophora cassioides), árbol que pertenece a la familia de las leguminosas y que es
común en los bosques del sur de Chile. En las prospecciones realizadas por los autores
de este libro, entre los años 2017 y 2019, se pudo localizar un individuo solitario de esta
especie, al igual que hace 30 años atrás.

En el interior del bosque de quebrada se contabilizó la regeneración de 11 especies, de


las cuales 3 son endémicas y 2 introducidas. Destacan maqui (Aristotelia chilensis), voqui
blanco (Boquila trifoliolata) y pitra (Myrceugenia exsucca).

El suelo es de textura franco arenosa hasta los 30 cm de profundidad y es moderada-


mente ácido, con una baja dotación de nutrientes en el estrato superior y que disminu-
ye en profundidad.

27
Situación general del bosque Nini-Piragua.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Interior del bosque


Nini-Piragua.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

28
Los Cruceros presenta un curso de agua de pendiente reducida y, para llegar a él, el
último tramo debe transitarse a pie, entre plantaciones de pino radiata. El bosque higró-
filo se encuentra completamente rodeado por un matorral de mora de entre 2 y 3 m de
altura, volviéndolo impenetrable. Este matorral se estableció encima de la vegetación
nativa del borde de la quebrada, por lo que arrancar la mora para acceder al bosque
implicaba destruir plantas nativas. En consecuencia, no fue posible acceder a este sitio,
por lo que solo se tienen datos parciales de él.

Entre las especies vegetales que se observaron en este sitio hay esclerófilas (maqui (Aris-
totelia chilensis), tabaco del diablo (Lobelia tupa), peumo (Cryptocarya alba)), trepadoras
y semitrepadoras (copihue (Lapageria rosea), quila (Chusquea quila)), especies propias
de las quebradas de la zona (arrayán (Luma apiculata), chilco (Fuchsia magellanica)) y
algunos helechos. También se registró la presencia de pino radiata (Pinus radiata), inva-
diendo el bosque de quebrada.

No fue posible completar el inventario vegetacional, registrar regeneración ni realizar


muestreo de suelo. Adicionalmente, al momento de realizar la visita para tomar mues-
tras de agua, la quebrada se encontraba sin agua superficial (verano de 2019, por prime-
ra vez desde que comenzaron las prospecciones a este sector, en 2016).

Situación del bosque de quebrada de Los Cruceros en relación con la matriz circundante de pino radiata.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

29
3.1.2. Sector Gualleco

Este sector se ubica entre los ríos Huenchullamí y Maule (accediendo a través de la ruta
K-68-M, que conecta Gualleco con Putú), y en él se localizan los bosques de Carrizal de
Putú, Loma Limpia y Agua Buena, que se emplazan en dos situaciones espaciales dife-
rentes, siendo el primero de ellos distinto a los otros. Los tres bosques fueron afectados
por los incendios forestales del verano de 2017.

 Carrizal de Putú se encuentra más próximo a la costa que los otros dos y se ubica
en la transición entre la zona de plantaciones de Forestal Arauco y la localidad de Carri-
zal de Putú, por lo que cuenta con una matriz circundante mixta, en la que es posible
observar monocultivos de pino radiata, plantaciones de eucaliptos y agrícolas, restos de
bosques de Nothofagus, zonas de pastoreo y sectores habitados.

El bosque se encuentra junto al camino de acceso a la localidad y a unos 200 m de la vi-


vienda más cercana, en un sector de lomajes suaves por el norte, mientras que por el sur
existe una zona casi plana donde, a pocos metros de la quebrada, aparece vegetación
hidrófila. Por este sector se accedió al bosque, el cual siempre se encontraba inundado
(condiciones pantanosas).

En este bosque se observaron dos situaciones distintas: un tramo pantanoso con una
población de helechos costilla de vaca (Parablechnum chilense) y nalcas (Gunnera tinc-
toria) de grandes dimensiones y; un tramo con suelo más estable, donde se desarrolla
un bosque higrófilo de reducidas dimensiones, con presencia de temu (Blepharocalyx
cruckshanksii), pitra (Myrceugenia exsucca) y canelo (Drimys winteri), entre otras especies.

Se documentó la presencia de 40 especies: 32 nativas (14 de ellas endémicas) y 8 in-


troducidas. Destaca la presencia del ifelcón (Vestia foetida), arbusto endémico de Chile
centro-sur, perteneciente a la familia de las solanáceas y que ha sido descrito como poco
frecuente. En una superficie muy reducida de este bosquete se encontraron varios indi-
viduos creciendo y fructificando. No hay registros de este arbusto en los inventarios de
la década de 1980, lo que indicaría cambios en la composición florística del bosque a lo
largo del tiempo (o que pasó inadvertida en los estudios de esa época).

En cuanto a la regeneración de especies, se observaron varias situaciones:

a. Una importante capacidad de rebrote pos-incendio de especies como helechos, nal-


ca y trepadoras nativas, que poseen estructuras subterráneas que permiten regene-
rar la parte aérea.

b. Canelo y mirtáceas producen rebrotes a distintas alturas del fuste.

c. La regeneración de pino radiata se sitúa en el borde de la quebrada.

30
El suelo es de textura franca en superficie, y la proporción de arcilla aumenta en profun-
didad. El pH es moderadamente ácido y la dotación de nutrientes como K y Mg es alta
en superficie y disminuye en profundidad, mientras que, en el caso de P y Ca, es media
en superficie y muy baja a baja en profundidad.

Bosque de quebrada de Carrizal de Putú después del incendio forestal del verano de
2017. La imagen corresponde a marzo de 2017.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Población de Parablechnum chilense (=Blechnum chilense) quemada. Se aprecian prime-


ros rebrotes (fines del verano de 2017).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

31
Regeneración de Gunnera tinctoria y Parablechnum chilense (=Blechnum chilense) después de los
incendios forestales de 2017 (mayo de 2018).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Por otro lado, los bosques de Loma Limpia y Agua Buena, muy próximos entre sí, se
encuentran completamente inmersos en una zona de plantaciones forestales. El prime-
ro se situaba en medio de plantaciones en pie al momento de los incendios (cosecha-
das posteriormente) y, el segundo en un sitio cosechado, quedando el bosque higrófilo
completamente expuesto al sol. En ambos casos se mantuvieron algunos pinos aislados
en el borde del bosque de quebrada, como pantalla protectora, pero su efecto es cues-
tionable ya que con los temporales invernales estos terminaron siendo derribados y
cayeron sobre las quebradas.

Loma Limpia corresponde a un bosque angosto y alargado, delimitado por lomajes


de pendientes moderadas. Luego de los incendios forestales, varios troncos de pino ra-
diata (Pinus radiata) cayeron sobre el bosque de quebrada, dañando a la vegetación na-
tiva. Junto con estos troncos cayeron conos con semillas, por lo que en visitas sucesivas
se observó abundante germinación de esta especie.

En este bosque son preponderantes las especies nativas higrófilas, aunque también hay
presencia de especies esclerófilas y del bosque maulino (de la matriz circundante origi-
nal que fue sustituida por plantaciones). Se contabilizaron 31 especies, de las cuales 28
son nativas (con 11 de ellas endémicas) y 3 introducidas. En Loma Limpia, al igual que
en otros bosques de quebrada quemados, se pudo observar la presencia de la hepática
Marchantia sp.

32
En cuanto a la regeneración, la germinación más abundante es la de maqui (Aristotelia
chilensis) y pino radiata (Pinus radiata), mientras que mirtáceas y canelo (Drimys winteri)
figuran con rebrotes, al igual que las trepadoras (géneros Cissus y Muehlenbeckia).

Vista general del bosque de quebrada de Loma Limpia después del incendio forestal.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Marchantia sp. Hepática observada en Loma Limpia y en otros bosques de quebrada quemados.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

33
Agua Buena, por su parte, se encuentra en un sector con pendientes inferiores a
las de Loma Limpia, por lo que el bosque higrófilo es un poco más ancho que aquel, y
presenta características pantanosas por tramos. El bosque se encuentra interrumpido
por una zona donde se establecieron pinos y en la que se aprecian rebrotes de tocón de
mirtáceas.

En este bosque se registraron 30 especies, de las cuales 27 son nativas (8 de ellas endé-
micas) y 3 introducidas. Se destaca la presencia de fuinque (Lomatia ferruginea) y kata-
lapi (Lomariocycas magellanica), siendo el bosque más boreal donde se documentó la
presencia de estas especies.

En esta quebrada se estableció una parcela permanente cercada, para evaluar el impac-
to de la herbivoría sobre la regeneración natural de la vegetación nativa en bosques de
quebrada afectados por incendios forestales.

En cuanto a la regeneración de especies vasculares, se observó que:

a. En el área no quemada al interior de la parcela permanente la regeneración por semi-


lla de Escallonia sp. fue muy abundante después de los incendios, con un conteo total
de 984 plantas/m2 en mayo de 2018; este valor disminuyó posteriormente, llegando
a 351 plantas/m2 en enero de 2019 y; 73 plantas/m2 en agosto de 2019. También se
contabilizó regeneración por semilla de chequén (Luma chequen) en 2018. Las trepa-
doras, por su parte, figuran con regeneración por rebrote y por semilla.

b. En el área no quemada fuera de la parcela permanente es importante la regenera-


ción por semilla de chequén (Luma chequen), habiendo sobre 20 plantas/m2 y rebro-
tes de voqui blanco (Boquila trifoliolata).

c. En el área quemada al interior de la parcela permanente es relevante la regeneración


de canelo (Drimys winteri) por semilla y rebrote. También, llama la atención la escasa
regeneración de temu (Blepharocalyx cruckshanksii), observándose solo unos pocos
rebrotes, junto con la presencia de plántulas de Escallonia sp.

d. En el área quemada fuera de la parcela permanente la situación es similar a lo obser-


vado en la situación “c” destacando, además, la regeneración de maqui (Aristotelia
chilensis).

34
Situación del bosque de quebrada de Agua Buena antes de los incendios forestales del verano de
2017. Imagen tomada en diciembre de 2016.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Situación del bosque


de quebrada de Agua
Buena después de los
incendios forestales del
verano de 2017. Imagen
tomada en el otoño de
2017.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

35
Cerco de la parcela permanente en el bosque de quebrada de Agua Buena.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

Caída de pinos, que fueron mantenidos en el borde de la quebrada Agua Buena, sobre el bosque higrófilo.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

36
3.1.3. Sector Ramal

Este sector se dispone a lo largo del río Maule y considera tres bosques de quebrada que
se sitúan cerca de localidades asociadas al ramal ferroviario Talca-Constitución: Camino
a Toconey, Manquimávida y Costa Azul.

Los tres bosques se encuentran prácticamente en la misma latitud, pero en situaciones


longitudinales completamente distintas. Camino a Toconey se ubica cerca del valle cen-
tral, Manquimávida está inserto en plena cordillera costera y Costa Azul se localiza al sur
de la ciudad de Constitución, en el borde costero. Los dos primeros están al norte del río
Maule, mientras que el último se sitúa al sur de la desembocadura del río.

Camino a Toconey se encuentra en la ruta que conecta Pencahue con Toconey, a


orilla de camino, por lo que, de todos los bosques descritos en este libro, es el de más
fácil acceso. Está inserto en una matriz compuesta por plantaciones forestales, zonas
habitadas, cultivos agrícolas y caminos de distintas calidades. La quebrada porta agua
superficial solo en invierno y, esporádicamente, durante algunos días de la primavera,
por lo que la mayor parte del tiempo es apreciable el lecho seco, que es usado como
basural clandestino. Aparentemente, el único daño que no ha sufrido este sitio es el de
los incendios forestales.

Por su ubicación, las condiciones climáticas son muy similares a las de las localidades de
Talca y Pencahue, con estaciones marcadas y lluvias cada vez más escasas.

En términos de diversidad de flora, se trata de un sitio completamente intervenido, en el


que la mayor parte de la vegetación de quebrada ha desaparecido. Los pocos represen-
tantes de este grupo que persisten, figuran más que nada como acompañantes de las
especies predominantes, que son, esencialmente, de carácter esclerófilo.

Se registraron 29 especies, de las cuales 21 son nativas (siendo 10 de ellas endémicas) y


8 introducidas. Destaca la presencia de arrayancillo (Myrceugenia lanceolata) y patagua
(Crinodendron patagua), especies asociadas a los bosques higrófilos que solo se encon-
traron en esta quebrada. Esto indica que, a pesar del alto nivel de degradación de este
bosque, aún conserva elementos distintivos, lo que se relaciona con el grado de frag-
mentación natural de estos enclaves y la importancia, en términos biogeográficos y de
conservación, de cada uno de ellos.

En cuanto a la regeneración, se documentó rebrotes de arrayancillo y germinación de


plantas esclerófilas. A pesar de que el único ejemplar de patagua observado produce
flores y frutos, no se localizaron plántulas de la especie.

El suelo, por su parte, es moderadamente ácido y pobre en nutrientes (N, P, K). La satu-
ración de bases del complejo de intercambio catiónico, que supera el 50% en todo el
perfil, da cuenta de que el suelo permanece seco gran parte del año, existiendo poco
lavado de las bases.

37
Aspecto general de la quebrada Camino a Toconey (diciembre de 2016).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Situación general de la quebrada Camino a Toconey y matriz circundante (diciembre de 2017).


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

38
Tramo de la quebrada Camino a Toconey usado como basural.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Manquimávida se encuentra en plena cordillera de la costa, inmerso en una matriz


de plantaciones de pino radiata (Pinus radiata) y cerca de las estaciones del ramal ferro-
viario de Pichamán y Forel. La ruta de acceso es una de las más complicadas y precarias
que se debió recorrer para llegar a los bosques de quebrada, lo que habla del grado de
aislamiento de estos poblados y pone de manifiesto la relevancia de la vía férrea para
conectarlos. A dos horas de distancia de la capital maulina, la situación general cambia
por completo y se observa la pobre señalética en caminos mal mantenidos y que conec-
tan caseríos rodeados por plantaciones forestales.

Este bosque fue parcialmente afectado por los incendios forestales del verano de 2017 y
en la matriz circundante, también parcialmente quemada, se pudo observar abundante
germinación de pino radiata. El bosque presenta helechos y especies arbóreas típicas de
los bosques húmedos australes. Un impacto antrópico observado en este bosque es la
desviación del agua de la quebrada para evitar dañar un camino.

Se contabilizó un total de 38 especies, de las cuales 37 son nativas (con 13 de ellas en-
démicas) y 1 introducida (pino radiata). Podría plantearse la hipótesis de que la baja
diversidad de especies introducidas se debe a la condición de aislamiento del bosque,
que restringe el acceso de personas, situación contraria a lo que sucede en Camino a
Toconey, que cuenta con un alto número de especies introducidas.

39
La regeneración está representada por maqui (Aristotelia chilensis), arrayán (Luma apicula-
ta) y murtilla (Ugni molinae) al interior del bosque, mientras que en la periferia se encontró
germinación de pino radiata. Al igual que en otros sitios quemados, se pudo verificar la
capacidad de rebrote de las plantas nativas, incluyendo las especies del estrato herbáceo.

El suelo es franco arenoso en todo su perfil, presenta un pH moderadamente ácido y


baja dotación de nutrientes (N, K). El complejo de intercambio catiónico presenta una
baja saturación de bases, dando cuenta del lavado a que está expuesto el suelo.

Lomariocycas magellanica (=Blechnum magellanicum) y Coriaria ruscifolia, antes y después de los incendios
forestales, en el bosque de quebrada de Manquimávida.
Fotografías: Luis Soto-Cerda.

Regeneración de pinos en la matriz circundante quemada del bosque de quebrada de Manquimávida.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

40
Costa Azul, por su parte, presenta condiciones completamente distintas a los sitios ante-
riores. Localizado en el borde costero de Constitución y perteneciente a la Universidad Cató-
lica del Maule, corresponde a un predio que cuenta con plantaciones de eucaliptos, ensayos
de establecimiento de ruil (Nothofagus alessandrii), un área de conservación de teresa (Scu-
tellaria valdiviana) y diversos bosquetes de quebrada. Debido a su emplazamiento, el sitio
cuenta con la influencia oceánica que modera las condiciones climáticas. Aquí se desarrollan
especies endémicas de los bosques costeros, como el pitao (Pitavia punctata), y otras comu-
nes en los bosques higrófilos, como las mirtáceas. También se observó especies esclerófilas.

Se registró la presencia de 32 especies: 27 nativas (de las cuales 11 son endémicas) y 5


introducidas.

La regeneración por semilla es escasa, quizá debido a la alta densidad del bosque, destacando
únicamente el olivillo (Aextoxicon punctatum). También se observó rebrotes de trepadoras nati-
vas. En la periferia del bosque se encontró regeneración de especies introducidas y esclerófilas.

El suelo presenta un alto contenido de arena, lo que explica su baja dotación de nutrien-
tes en todo el perfil. El pH es moderadamente ácido. El alto contenido de arena se tradu-
ce en un sustrato muy permeable, favoreciendo el lavado de las bases (K, Ca, Mg y Na).

Situación del predio Costa Azul y coberturas más comunes. En la imagen, Cristopher Acuña y Ursula Doll.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

41
Trabajo de campo en Costa Azul. En la imagen, Nathalia Valenzuela.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

3.1.4. Sector Empedrado

Los bosques de este sector se encuentran en las inmediaciones de las localidades de


Empedrado y Santa Olga, correspondiendo a Los Coihues, Pellines y Porvenir. Los tres

42
bosques fueron afectados por los incendios forestales del verano de 2017, pero en dis-
tinto grado. Los Coihues en un sector muy menor, Pellines tiene daños significativos y
Porvenir se quemó por completo.

Los Coihues corresponde a un bosque de quebrada situado al poniente de Santa


Olga, localidad que fue completamente devastada por el fuego, durante los incendios
forestales del verano de 2017. El curso de agua atraviesa la ruta M-30-L, que conecta
Santa Olga con Constitución. El bosque está inmerso en una matriz completamente an-
tropizada: plantaciones de pino radiata (Pinus radiata) y eucalipto (Eucalyptus sp.), zo-
nas de pastoreo, zonas habitadas y restos de bosques de Nothofagus. El bosque en sí
se encuentra severamente intervenido, a tal punto de que en un tramo la vegetación
imperante corresponde al aromo australiano (Acacia melanoxylon, Sector Aromos), en
otro sector el bosque ha sido eliminado y la quebrada convertida en un reguero agríco-
la (Sector Coihues) y en un tercer punto el curso de agua forma una especie de laguna
rodeada de algunos restos de bosque de quebrada (Sector Canelos).

Se documentó la presencia de 50 especies en este bosque, de las cuales 45 son nativas


(incluyendo 16 endémicas) y 5 introducidas; en este bosque, los endemismos constitu-
yen una gran proporción del total (32%). Destaca la presencia de mañío de hojas largas
(Podocarpus saligna), avellano (Gevuina avellana), katalapi (Lomariocycas magellanica)
y yerba loza (Sticherus squamulosus). Para el caso de katalapi, se observó individuos de
más de 1 m de altura y con desarrollo de tronco aéreo. Con respecto a yerba loza, este
es el único bosque de quebrada en donde la especie fue observada; se localizó en un
tramo de la quebrada al que no se pudo acceder luego de la cosecha de las plantacio-
nes de pino de la matriz, ya que los desechos de las faenas cayeron sobre el bosque de
quebrada. Las cuatro especies señaladas son de gran importancia para la recolección de
follaje y frondes con fines ornamentales, siendo una práctica común en ese sector, de
acuerdo con el testimonio de lugareños. Este tipo de actividades podría ser otro factor
relacionado con la degradación de la vegetación nativa del sitio.

En cuanto a la regeneración, se observaron plántulas de maqui (Aristotelia chilensis) y co-


pihue (Lapageria rosea). Hacia la matriz, se observó germinación de coihue (Nothofagus
dombeyi) y roble (Nothofagus obliqua), lo que da cuenta de la matriz original del bosque
de quebrada.

El sustrato es moderadamente ácido, con textura principalmente franco arenosa. La do-


tación de nutrientes (N, P, K) es baja a muy baja.

Durante la última visita realizada al sector, en el verano de 2019, se observó daño foliar
por radiación solar en varios ejemplares de katalapi. Esto podría ser consecuencia de las
faenas de cosecha de pinos en la matriz circundante. De ser así, esta situación pondría
de manifiesto la relevancia de la matriz circundante de los bosques de quebrada para la
mantención de las condiciones microclimáticas, a la vez que hace patente la necesidad
de discutir acerca del ancho ecológico mínimo de las áreas de protección.

43
Situación general predio Los Coihues.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Situación en las inmediaciones del curso de agua.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

44
Apertura del bosque producto de la cosecha de los pinos que forman la matriz circundante.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Daño foliar en katalapi (Lomariocycas magellanica), producto, probablemente, del aumento de la radiación
solar a consecuencia de la eliminación de la matriz circundante.
Fotografías: Luis Soto-Cerda.

45
Pellines se encuentra a medio camino entre las localidades de Santa Olga y Empedra-
do, en una zona limítrofe entre territorios de Forestal Arauco y lugareños. Por tanto, la
matriz circundante está formada por plantaciones de pino radiata y eucalipto (en pie y
cosechadas), zonas habitadas y de pastoreo.

Se documentó la presencia de 22 especies, de las cuales 17 son nativas (incluyendo 4 en-


démicas) y 5 introducidas. Es el único bosque donde se encontró la especie introducida
peumo extranjero (Crataegus monogyna).

Con respecto a la regeneración, se observó que árboles adultos afectados por el fue-
go, presentan rebrotes a distintas alturas del fuste (es el caso de temu (Blepharocalyx
cruckshanksii), pitra (Myrceugenia exsucca) y canelo (Drimys winteri), por mencionar al-
gunos ejemplos), mientras que, para otras especies, la regeneración vegetativa se pro-
duce principalmente a nivel del cuello, como en el caso del arrayán (Luma apiculata). En
cuanto a la regeneración por semillas, el elemento más abundante es la pitra (Myrceu-
genia exsucca). Para esta misma especie, se destaca también el rol como nodriza de los
ejemplares adultos, ya que bajo su dosel se encontró la mayor cantidad de plántulas de
distintas especies.

El sustrato (muestreado en un tramo no quemado del bosque) es de tipo franco, mode-


radamente ácido y con baja dotación de nutrientes (N, P, K).

Hay tramos del bosque de quebrada con daño total, producto de los incendios fores-
tales, y otros con daños parciales. Se pudo observar que el daño causado al bosque es
anterior a los incendios, ya que en parte importante de la quebrada no se encontraron
restos de vegetación nativa en un borde del curso de agua, lo que indica deforestación
previa.

Durante las prospecciones realizadas después de los incendios forestales del verano de
2017, se observó que se plantaron pinos hasta el borde del curso de agua, a pesar de
que las especies nativas estaban rebrotando (lo que va en contra de lo estipulado en la
ley de bosque nativo); en este caso, se descarta la germinación espontánea de los pinos,
debido a que se trataba de individuos solitarios, establecidos a espaciamientos más o
menos regulares. Posterior a ello, se observó regeneración de otras especies introduci-
das en la quebrada, compitiendo con las nativas. También se produjo ramoneo en los
rebrotes de plantas nativas y remoción del suelo por parte de ganado porcino.

46
Impacto parcial del incendio sobre el bosque de quebrada Pellines (otoño de 2017).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Pitra quemada en Pellines (otoño de 2017).


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

47
Pinos establecidos inmediatamente después de los incendios forestales en el borde de la quebra-
da Pellines. Se descarta germinación espontánea ya que los pinos están situados a espaciamien-
tos regulares. Imagen captada en el otoño de 2017.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Rebrotes en altura en la quebrada Pellines.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

48
Regeneración vegetativa de canelo en la quebrada Pellines.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Regeneración de Teline monspessulana en la quebrada Pellines. En la imagen, Christian Valdés-Reyes.


Febrero de 2019.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

49
Porvenir se encuentra al sur de la localidad de Empedrado y corresponde a un área de
conservación de ruil (Nothofagus alessandrii) perteneciente a Forestal Arauco. Es un sitio
de pendientes pronunciadas (cercanas al 100%) y con una matriz circundante compues-
ta por plantaciones de pino radiata; en las inmediaciones de este sector se encuentran
otras áreas de conservación de ruil, como Los Desprecios y El Fin.

El inventario vegetacional, por su parte, permitió detectar un limitado número de es-


pecies (15 registros, con 14 nativas (de las cuales 7 son endémicas) y 1 introducida),
debido, muy probablemente, al efecto del fuego. La regeneración por semilla está com-
puesta casi exclusivamente por pino radiata, lo que evidencia la favorable relación entre
los incendios y la germinación de la especie. Por su parte, las especies nativas fueron
observadas regenerando, principalmente, por rebrotes.

Acceso Porvenir (diciembre de 2016).


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

50
Ruta de acceso a Porvenir desde el sector Name, luego de los incendios forestales.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Acceso a Porvenir luego de los incendios forestales.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

51
Regeneración de pino radiata (semilla) y rebrotes de especies nativas en altura.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

3.2. Provincia de Cauquenes

3.2.1. Sector Los Ruiles

A estos bosques se accede, en principio, por la ruta M-50, que conecta la ciudad de
Cauquenes con la costa. Todos los sectores se encuentran insertos en matrices circun-
dantes con distintos grados de intervención antrópica, siendo preponderantes las plan-
taciones de pino radiata (Pinus radiata) pertenecientes a Forestal Arauco; la excepción
corresponde a las quebradas que se encuentran al interior de la Reserva Nacional Los
Ruiles, que están rodeadas por bosques dominados por roble (Nothofagus obliqua), hua-
lo (Nothofagus glauca) y ruil (Nothofagus alessandrii). Todos los bosques siempre fueron
encontrados con agua superficial, excepto Río Curanilahue, durante el verano de 2019.
La mayor parte de estos bosques se encuentra a menos de 6 km al N o NE de la Reserva
Nacional Los Ruiles, a excepción de Río Curanilahue, que está al sur de aquella, pero a
una distancia similar.

52
La Matanza corresponde a un bosque de quebrada perteneciente a Forestal Arauco y
que limita con terrenos de los pocos lugareños que aún residen en el lugar. En la matriz
circundante alternan plantaciones de pino radiata (Pinus radiata), pino pinaster (Pinus
pinaster) y eucaliptos (Eucalyptus spp.), zonas habitadas y restos de bosques de roble
(Nothofagus obliqua) y hualo (Nothofagus glauca).

En este bosque se exploraron tres sectores. El primero corresponde al afloramiento de


la napa, donde se forma un bosque pantanoso dominado por mirtáceas. El segundo es
un angosto bosquete ribereño en el que hay presencia de ñirre (Nothofagus antarctica).
El tercer punto es la unión de los cursos anteriores, en una zona encajonada por laderas
pronunciadas, donde se desarrollan varias especies higrófilas, destacando la presencia
del mañío de hojas cortas (Saxegothaea conspicua), siendo la única quebrada donde se
observó esta especie.

Muchos individuos de canelo (Drimys winteri) fueron observados con pérdida de hojas,
debido, probablemente, a condiciones de estrés (hídrico y/o térmico); lo que genera
perturbaciones en las condiciones microclimáticas del bosque, afectando al sistema en
su conjunto.

Se registró la presencia de 45 especies para este bosque, de las cuales 39 son nativas
(incluidas 12 endémicas) y 6 introducidas. Entre estas últimas destaca el aromo del país
(Acacia dealbata), de gran capacidad invasora.

Con respecto al ñirre (Nothofagus antarctica), se puede mencionar que:

a. No se observó regeneración de la especie, pero sí de otras plantas, por lo que puede


plantearse una hipótesis que relacione la inexistente regeneración de la especie con
la baja cobertura del dosel de este bosquete (inferior a 30%), lo que, sumado al redu-
cido ancho del bosque higrófilo, no permitiría generar las condiciones microclimáti-
cas adecuadas para la germinación y establecimiento de plántulas.

b. También, en el sector se observaron tocones de la especie, lo que indica floreo del


bosque con énfasis en el ñirre. Por lo tanto, además, esta población está bajo amena-
za debido a la extracción de los individuos adultos mejor desarrollados.

El sustrato presenta cambio de textura en profundidad, lo cual puede ser interpretado


como indicio de acumulación sucesiva de sedimentos de diferentes procedencias. En
el segundo sector el suelo es moderadamente ácido y pobre en nutrientes; en el tercer
sector es fuertemente ácido entre los 10 y 30 cm de profundidad, evidenciando un posi-
ble proceso de podzolización, lo que se respalda por la acumulación de materia orgáni-
ca en profundidad y la baja saturación de bases del complejo de intercambio catiónico.

53
Ñirre en el borde del curso de agua (en verde claro) de La Matanza. Delante de él, ejemplar de Teline
monspessulana; detrás, plantación de pinos.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Canelos con pérdida de masa foliar en La Matanza.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

54
Tocón de ñirre, evidencia del floreo de la especie llevado a cabo en la quebrada La Matanza.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

La Aguada es un sector que se encuentra cerca de La Matanza y a similar altitud, pero


el bosque presenta particularidades botánicas que lo hacen muy distinto a su vecino. El
curso de agua pasa por tierras pertenecientes a pequeños propietarios antes de inser-
tarse en plantaciones de pino radiata (Pinus radiata) que forman parte del patrimonio
de Forestal Arauco.

En el origen de este bosque, donde se produce el afloramiento de la napa, se forma un


ancho bosque pantanoso dominado por canelo (Drimys winteri) y mirtáceas. Luego, la
situación cambia, las pendientes se hacen más pronunciadas, el agua se encajona y el
bosque higrófilo se hace ribereño; en este nuevo escenario, las mirtáceas y el canelo
comparten sitio con especies esclerófilas y con el tayú (Archidasyphyllum diacanthoides).
Más abajo, al cambiar el sentido del curso de agua hacia el SE y aumentar las pendien-
tes de las laderas, el suelo se hace más profundo, con mayor proporción de hojarasca
y humedad; en esas condiciones se desarrolla un denso bosquete dominado por keule
(Gomortega keule), especie endémica de los bosques costeros de las regiones del Maule,
Ñuble y Biobío y con problemas de conservación (esta población no se encontraba do-
cumentada previamente). A continuación, el bosque de quebrada continúa con espe-
cies siempreverdes por unos 200 m más, para luego desaparecer por completo a lo largo
de los siguientes 200 m (aproximadamente), en un tramo en donde toda la vegetación
arbórea nativa ha sido talada, a excepción de un laurel chileno (Laurelia sempervirens)
y algunos ejemplares arbustivos de huillipatagua (Citronella mucronata) y pitao (Pitavia

55
punctata). Finalmente, el curso de agua continúa su recorrido, con algunas plantas hi-
grófilas en su ribera, pero sin llegar a formar algo que parezca bosque, entre plantacio-
nes de pino radiata.

La matriz circundante de este bosque está formada por plantaciones forestales (de eu-
caliptos, pino radiata y pino pinaster), bosquetes de hualo (Nothofagus glauca) y zonas
desprovistas de vegetación arbórea, en las que prolifera Teline monspessulana.

Se documentó la presencia de 51 especies: 48 de ellas son nativas (incluyendo 19 endé-


micas) y 3 introducidas. Se observó regeneración de trepadoras y de tayú (Archidasyphy-
llum diacanthoides). Es el bosque más boreal donde se encontró la murta negra (Rham-
nus diffusus), arbusto cuya distribución se extiende desde el Maule hacia el sur y cuya
presencia ya había sido descrita por los botánicos en la década de 1980. Para los casos
de tayú (Archidasyphyllum diacanthoides) y queule (Gomortega keule), ninguna de estas
especies se encontraba registrada en los inventarios previamente informados. El queule,
además de su presencia en el bosquete mencionado, se inserta en el bosque de hualos
próximo a la quebrada, con individuos de distribución esporádica.

Hay regeneración de canelo y mirtáceas en el origen de la quebrada, y de trepadoras


en el bosquete de queules; en este último tramo, además, se evidenció regeneración de
tayú tanto en el interior como en el borde del bosque.

En ambas situaciones (origen de la quebrada y bosquete de queules) se observó, tam-


bién, regeneración de especies introducidas y esclerófilas hacia la periferia del bosque
higrófilo.

En este bosque, la regeneración natural de las especies que lo componen aseguraría su


persistencia, en el caso de no acentuarse las amenazas externas asociadas a la matriz
circundante.

El sustrato es de textura franco arenosa y su pH varía de fuertemente ácido en el origen


de la quebrada a moderadamente ácido en el bosquete de queules. Ambos sectores
poseen baja dotación de nutrientes (N, P, K), pero el suelo del bosquete de queules con
una mayor saturación de bases intercambiables que el origen de la quebrada, presenta
condiciones un poco más favorables para el crecimiento vegetal.

56
Aspecto general del bosque de La Aguada y la matriz circundante (diciembre de 2016).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Bosquete de queules de La Aguada, vista general (septiembre de 2019).


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

57
Situación bosque de quebrada de La Aguada a continuación del bosquete de queules (diciembre de 2016).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Tala de Luma apiculata (arrayán) en el borde del bosque de quebrada de La Aguada (diciembre de 2016).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

58
Tramo de la quebrada La Aguada desprovisto de vegetación nativa. Se observa ejemplar solitario de Laurelia
sempervirens. Hacia el fondo, ladera desprovista de vegetación arbórea con abundante regeneración de
Teline monspessulana (septiembre de 2019).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

59
Tramo de la quebrada La Aguada desprovisto de vegetación nativa. Se observa acumulación de desechos so-
bre el cauce y, en la parte alta, lomajes poblados con especies invasoras (Teline monspessulana a la izquierda
y Pinus radiata a la derecha).
En primer plano, y alejados de la quebrada, algunos ejemplares de Nothofagus glauca, correspondientes,
probablemente, a remanentes de la matriz circundante original (septiembre de 2019).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Paso Mora se encuentra cerca de los bosques referidos y su caudal está conectado
con el de La Aguada. El bosque es parte del patrimonio de Forestal Arauco y la matriz cir-
cundante está compuesta principalmente por plantaciones de pino radiata, habiendo,
en un solo sector, restos de bosques de hualo delimitando la quebrada.

Este bosque cuenta con grandes y antiguos ejemplares de coihue (Nothofagus dombe-
yi), junto a los cuales se desarrollan distintas especies. También aparecen sectores pan-
tanosos, donde predominan el pitao (Pitavia punctata) y la pitra (Myrceugenia exsucca),
junto con una vega donde hay vegetación herbácea y manchones de mirtáceas. Esta
diversidad de situaciones puede producirse debido a que este bosque se sitúa en un
sector casi plano, delimitado por pendientes suaves y es uno de los bosques higrófi-
los de mayores dimensiones entre los que se describen en este libro. También, en un
tramo del bosque se observó destrucción de la vegetación higrófila para despejar un
antiguo camino que se dispone en forma paralela a la quebrada, habiéndose cortado
varios ejemplares juveniles de pitao (Pitavia punctata); misma situación se observó en la
periferia, con el aparente fin de ampliar la superficie plantada con pino radiata.

60
Se documentó la presencia de 47 especies para este bosque, de las cuales 43 son nativas
(incluyendo 17 endémicas) y 4 introducidas. Destaca la presencia del tribillo (Griselinia
jodinifolia), arbusto endémico que tiene el límite norte de su distribución en la costa
maulina. Entre las especies invasoras, están pino radiata (Pinus radiata) y dedalera (Digi-
talis purpurea). Es importante destacar que en este bosque se registró una gran diversi-
dad de hongos, siendo especialmente abundante Amanita muscaria, que se asocia con
las raíces de los pinos, formando micorrizas (véase capítulo de hongos).

Los indicadores más importantes de regeneración se obtuvieron para trepadoras, vio-


leta silvestre (Viola portalesia) y maqui (Aristotelia chilensis). Es favorable para la conti-
nuidad temporal del bosque la regeneración de las mismas especies que lo componen
actualmente; sin embargo, la alteración de la matriz circundante y el cambio climático
pueden favorecer la introducción de especies invasoras, cuya regeneración es abundan-
te en la periferia del bosque.

El sustrato, por su parte, es de textura franca (favorable para el crecimiento de las plan-
tas), aunque de pH fuertemente ácido, con una baja dotación de nutrientes y una muy
baja saturación de bases en el complejo de intercambio catiónico (5 a 6%), presentando
una situación restrictiva para muchas especies, pero favoreciendo a aquellas de lento
crecimiento. Esta situación también es el origen de la gran diversidad fúngica encontra-
da en este bosque.

Vega con mirtáceas en Paso Mora (verano de 2018).


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

61
Corta de pitaos en la quebrada Paso Mora.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Reducción del bosque de quebrada Paso Mora en el exterior, donde el bosque nativo limita con el
área destinada a plantaciones de pino radiata (otoño de 2019).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

62
Flores de la dedalera (Digitalis purpurea), especie introducida e invasora, presente en el
bosque de quebrada de Paso Mora.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Los Tepúes es una angosta quebrada en la que se desarrolla un bosque pantano-


so formado por especies higrófilas. Se encuentra completamente rodeada por planta-
ciones de pino radiata (Pinus radiata), propiedad de Forestal Arauco, y cruzada por un
camino rural de uso forestal. En la parte alta de la quebrada (desde el camino hacia
arriba) existen ejemplares de pitao (Pitavia punctata) y desde el camino hacia abajo hay
fuinque (Lomatia ferruginea). Ninguna de las dos especies pasa al otro lado del camino.

Se documentó la presencia de 38 especies, de las cuales 34 son nativas (incluyendo 13


endémicas) y 4 introducidas. Destaca la presencia del voqui bejuco (Campsidium valdi-
vianum), trepadora nativa típica de los bosques australes y que encuentra el límite norte
de su distribución en la costa maulina. No se observaron ejemplares de tepú (Tepualia
stipularis) en este bosque.

A pesar de las pequeñas dimensiones de esta quebrada, existe gran diversidad en cuan-
to a regeneración, siendo importantes los renuevos de canelo (Drimys winteri), chequén
(Luma chequen) y fuinque (Lomatia ferruginea). Para esta última especie, Los Tepúes re-
sultó ser la única quebrada donde se observó regeneración por semilla. Las condiciones
pantanosas del bosquete probablemente imponen una restricción para la germinación
y el establecimiento de especies esclerófilas e introducidas que componen la matriz cir-
cundante.

63
El sustrato es de textura franco arenosa, el pH es fuertemente ácido en superficie y la
dotación de nutrientes es baja en todo el perfil.

Situación general bosquete Los Tepúes.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

La Reserva Nacional Los Ruiles corresponde a la unidad del SNASPE en que se pro-
tege al ruil (Nothofagus alessandrii), en el límite sur de su distribución. Abarca lomajes
donde se conserva el bosque nativo costero, alrededor de los cuales se presenta la típica
matriz de la cordillera de la costa maulina, dominada por extensas y continuas planta-
ciones de pino radiata (Pinus radiata) y otros usos de suelo en menor proporción.

Se exploraron dos sectores, uno en la parte baja de la reserva (Sector Reserva), próximo
al acceso principal, y otro en la parte alta, abarcando un tramo ubicado entre dos casca-
das (Sector Cascada). El primer sector es sombrío y de altas pendientes, con una matriz
compuesta por bosques de hualo y ruil. El segundo sector es un bosque pantanoso con
pendientes moderadas y una matriz compuesta por plantaciones de pino radiata y bos-
que de hualo siendo, además, atravesado por un camino.

Se registró un total de 52 especies, de las cuales 49 son nativas (18 de ellas endémicas)
y 3 introducidas. La presencia de tepú (Tepualia stipularis) en el sector Cascada, es indi-
cador de condiciones de anegamiento permanente. Es importante mencionar que no
se observó presencia de peumo (Cryptocarya alba), especie endémica y esclerófila de

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gran capacidad invasora, como sí se pudo registrar en otras quebradas. Ejemplares de
pino radiata solo se encontraron en el Sector Cascada, como consecuencia del efecto
de borde en ese tramo del bosque. Estas observaciones dan cuenta del buen estado de
conservación de este bosque de quebrada y de la relevancia de la matriz circundante
formada por el bosque nativo original.

En el Sector Reserva se cuantificó numerosa regeneración de especies nativas y endémi-


cas, incluyendo especies arbóreas, mientras que en el Sector Cascada es más abundante
la regeneración de especies arbustivas.

El suelo en el sector Reserva es de textura areno francosa con pH moderadamente ácido


y baja dotación de nutrientes, relacionada con el alto contenido de arena del suelo. Esto
indica una condición de gran fragilidad, que en caso de pérdida de cobertura vegetal
podría traer consigo problemas de erosión y un grave deterioro del ambiente.

El Sector Cascada presenta un suelo más profundo que el sector Reserva. El pH del estra-
to superior es fuertemente ácido y con una dotación de nutrientes aún menor que la del
sector Reserva, lo que indica, también, condiciones de gran fragilidad.

Reserva Nacional Los Ruiles: bosque higrófilo y, al fondo, matriz de plantaciones.


Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

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Sector Reserva. Vista general.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Sector Cascada. Vista general.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Sector Cascada. Se aprecia el camino que atraviesa el sector y el paisaje dominado por plantaciones de pino
radiata.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Mariposa del chagual, observada en el sector Cascada.


Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

67
Río Curanilahue se encuentra en las cercanías de la Reserva Nacional Los Ruiles y se
inserta en un paisaje antropizado, rodeado de sitios poblados, caminos, plantaciones
forestales y bosque nativo intervenido. El bosque de quebrada presenta especies escle-
rófilas, roble (Nothofagus obliqua) y plantas introducidas.

Se registró la presencia de 50 especies, de las cuales 40 son nativas (incluyendo a 13


endémicas) y 10 introducidas. Este es el único sector donde se observó ejemplares de
matico (Buddleja globosa). Además, es el único bosque de quebrada de la provincia de
Cauquenes que fue observado sin agua superficial (en el verano de 2019).

La regeneración observada contiene una participación importante de especies escleró-


filas, lo que sugiere la transición hacia condiciones ambientales más secas.

El suelo, de textura franco arenosa, presenta un pH moderadamente ácido y baja dota-


ción de nutrientes, a excepción del fósforo, cuyo valor es alto y supera al contenido de
P encontrado en todas las demás quebradas. La capacidad de intercambio catiónico es
bastante elevada a consecuencia del alto contenido de materia orgánica del perfil, aun-
que contiene, sin embargo, una baja saturación catiónica.

3.2.2. Sector Los Queules

A este sector corresponden dos bosques de quebrada, ubicados en el extremo sur de la


costa maulina, en la comuna de Pelluhue, al sur de la localidad de Chovellén.

Canelillos es un bosque que se sitúa en la localidad del mismo nombre, en una zona
con baja densidad poblacional, donde las pocas familias residentes se dedican a activi-
dades agrícolas y forestales menores. Algunos grupos extraen agua de la quebrada con
fines de subsistencia, sin mermar significativamente los caudales.

El bosque de quebrada está rodeado por una matriz mixta, compuesta de bosque nati-
vo, algunas plantaciones de eucaliptos y zonas con viviendas y cultivos agrícolas.

La quebrada está parcialmente encajonada por lomajes suaves a pronunciados y el bos-


que higrófilo es denso, aunque hay evidencia de extracción de individuos de roble
(Nothofagus obliqua) y canelo (Drimys winteri). En los claros dejados por esta activi-
dad se observa que el tupido sotobosque formado por el helecho costilla de vaca
(Parablechnum chilense) presenta daño foliar causado por el aumento de la radiación so-
lar. El bosque es ribereño, con tramos pantanosos y semipantanosos en la ladera de los
helechos; probablemente la combinación de estas condiciones impide la proliferación
de especies esclerófilas en el bosque.

Se contabilizó un total de 44 especies, de las cuales 40 son nativas (incluyendo 16 en-


démicas) y 4 introducidas. Este es el único bosque donde se encontraron individuos de
murta negra (Rhamnus diffusus) produciendo frutos.

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En el interior del bosque la regeneración está compuesta por especies higrófilas, mien-
tras que hacia la periferia aparecen plantas esclerófilas e introducidas.

El suelo, de textura franco arenosa, presenta un alto contenido de materia orgánica, inclu-
so hasta los 30 cm de profundidad, lo que da cuenta de un bosque que no ha sido pertur-
bado profundamente. El alto contenido de materia orgánica se traduce en altos valores de
capacidad de intercambio catiónico, pero con una muy baja saturación de bases.

Densidad del bosque y sotobosque de helechos.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Tregualemu corresponde al bosque de quebrada que se desarrolla asociado a la


quebrada Ramadillas y se encuentra parcialmente protegido en la Reserva Nacional Los
Queules.

El área corresponde a un bosque de protección perteneciente a empresas Masisa y es


administrado por CONAF. Se trata de laderas opuestas de lomajes con pendientes muy
pronunciadas que protegen la profunda quebrada, albergando comunidades de espe-
cies nativas y endémicas de carácter higrófilo y de distribución muy restringida en la
Región del Maule.

La matriz circundante del bosque corresponde a una comunidad dominada por anti-
guos hualos de grandes dimensiones. El bosque de quebrada es del tipo siemprever-
de con presencia de especies higrófilas y con diversos endemismos con problemas de
conservación, como el queule (Gomortega keule), el pitao (Pitavia punctata) y el michay

69
rojo (Berberidopsis corallina); para la última especie mencionada, esta es la única quebra-
da donde fue localizada y corresponde al límite norte de su distribución. También, esta
es la única quebrada donde se encontró el helecho ampe (Lophosoria quadripinnata),
ejemplares con flores de murta blanca (Ugni candollei) e individuos arbóreos de tineo
(Weinmannia trichosperma). Un detalle interesante es que, a diferencia de otros bosques
higrófilos, en el tramo recorrido de esta quebrada no se observaron coihues (Nothofa-
gus dombeyi).

La matriz circundante de la reserva corresponde a una zona severamente intervenida


donde predominan las plantaciones de pino radiata y el bosque nativo está reducido
a fragmentos pequeños y aislados. Hay, también, gran cantidad de caminos y algunas
zonas pobladas.

Se registró la presencia de 48 especies, de las cuales 47 son nativas (incluyendo 19 en-


démicas) y 1 introducida. La baja proporción de especies introducidas puede explicarse
por la situación de aislamiento del bosque (similar a lo observado en Manquimávida,
provincia de Talca); así, dado que los accesos son complejos y no aptos para todas las
personas, este bosque mantiene bajos niveles de perturbación. Las condiciones topo-
gráficas, además de dificultar el acceso, conservan las condiciones microclimáticas ade-
cuadas para la persistencia del bosque de quebrada. A ello, hay que sumar el favorable
efecto que genera el bosque nativo que forma la matriz circundante (amortiguación
térmica y restricción de acceso a especies invasoras introducidas y esclerófilas). Final-
mente, tanto en la Reserva Los Queules como en la Reserva Los Ruiles, se debe conside-
rar el rol crucial de los guardaparques (Carlos Reyes y Pedro Jara, respectivamente) en la
protección de estos ecosistemas.

Para distintas condiciones ambientales asociadas a este sector, la regeneración de espe-


cies es diferente, lo que evidencia la naturaleza de cada situación:

a. En el bosque de quebrada existe regeneración de especies higrófilas, nativas y endé-


micas, pertenecientes a todos los estratos.
b. En el bosque siempreverde de la matriz circundante aparece regeneración de peumo
(Cryptocarya alba), especie esclerófila cuya presencia ha aumentado en distintos bos-
ques de la región.
c. En las inmediaciones de la reserva, en una plantación cosechada de pino radiata (Pi-
nus radiata) la regeneración es limitada, predominando la mora (Rubus ulmifolius, in-
troducida) y algunos rebrotes de arrayán (Luma apiculata, nativa).

El suelo es de textura franca arenosa en superficie y franca en profundidad, presentando


un alto contenido de materia orgánica, incluso hasta los 30 cm de profundidad (superior
a 12%), lo que se traduce en una capacidad de intercambio catiónica que supera los 40
cmol (+)/Kg y altos valores de saturación de bases.

70
Quebrada Ramadillas.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

Bosque de hualos en la matriz del bosque de quebrada de Tregualemu (Reserva Nacional Los Queules).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

71
Situación del paisaje antropizado en que se inserta la Reserva Nacional Los Queules. Las plantaciones de
pino radiata son el elemento que ocupa mayor superficie.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

72
4. DIVERSIDAD DE FLORA

Por Luis Soto-Cerda

Reserva Nacional Los Ruiles.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

En este capítulo se entrega una breve descripción de algunas plantas nativas y endémi-
cas que están presentes en los bosques de quebrada de la costa maulina.

Nativo y endémico son conceptos relevantes a la hora de hablar de la flora chilena. La


diferencia entre ambas categorías radica en que las especies endémicas son exclusivas
de algún lugar o biota en específico. Así, el pitao es endémico de Chile, pues se desa-
rrolla en forma natural solo dentro de Chile. Por otro lado, el canelo es nativo de Chile,
ya que además de crecer naturalmente en Chile, también está presente en Argentina.
Del mismo modo, es posible decir que el canelo es endémico de los bosques templados
del cono sur de Sudamérica, lo que abarca tanto a Argentina como a Chile. Para efectos
prácticos, el término endémico se tratará, en este libro, en directa relación con Chile, a
menos que se mencione explícitamente lo contrario (por ejemplo, al hacer referencia,
en el texto, a endemismos regionales o de zonas muy específicas, ya que no es lo mismo
referirse a un endemismo nacional que a uno de la zona costera del Maule).

73
Del mismo modo, aquellas plantas que no son nativas o endémicas son, por tanto, exó-
ticas o introducidas (y potencialmente invasoras), como sucede con pinos, eucaliptos,
álamos, aromos, moras y rosas, por nombrar algunos ejemplos.

Como ya se mencionó, en términos de plantas, en un bosque hay no solo árboles: for-


man parte de él, también, los arbustos, las enredaderas o trepadoras, las epífitas y las
hierbas (entre las cuales se catalogan algunos helechos).

Los árboles generalmente alcanzan grandes dimensiones cuando adultos (sobre 10 m


de altura) y presentan un tronco único en toda su extensión o único en una parte y
luego ramificado. Los arbustos son de menores dimensiones que los árboles y, general-
mente, se ramifican desde el nivel del suelo, por lo que no es posible identificar un tron-
co principal. Las trepadoras presentan estructuras especiales que les permiten adherirse
a los troncos de los árboles y arbustos para ascender en busca de luz; este mismo efecto
logran las enredaderas, pero simplemente enroscándose en un sustrato, ya que carecen
de estructuras especiales para afirmarse de otras. Por su parte, las hierbas y los helechos
se encuentran a nivel del suelo, con tallos y hojas tiernos, y no suelen alcanzar grandes
alturas. Existen, también, otros grupos de plantas, como las epífitas, que crecen sobre
otras plantas y que no tienen sus raíces ancladas al suelo, como sucede con algunas
bromeliáceas.

Para cumplir con el objetivo de dar a conocer las principales especies vegetales que se
encuentran en los bosques de quebrada de la costa maulina, en este capítulo se incor-
pora, también, la descripción de algunas plantas que, sin pertenecer en rigor a estos
ecosistemas, fueron encontradas en ellos, dada la condición de refugio que ostentan
estos enclaves.

Al final del capítulo, en el apartado 4.8., se presenta una relación de indicadores de bio-
calidad calculados para los bosques de quebrada y, en los Anexos del libro, se incluye
una tabla resumen de los inventarios vegetacionales.

Para aspectos taxonómicos y de distribución, se consultó a Rodríguez et al. (2009), Ro-


dríguez et al. (2018) y al Catálogo de Plantas Vasculares del Cono Sur, del Instituto Darwi-
nion (disponible en http://www.darwin.edu.ar/Proyectos/FloraArgentina/fa.htm). Para
la descripción de usos, nombres comunes e indígenas de muchas especies, se consi-
deró antecedentes recopilados y reportados por De Mösbach (1992), Marticorena et al.
(2010), Riedemann & Aldunate (2011), Donoso (2013), Riedmann et al. (2014), Riede-
mann & Aldunate (2014) y Cordero et al. (2017).

Muchas de las descripciones de las plantas que aquí se presentan incluyen información
morfológica que ha sido tomada de la cátedra de Dendrología, dictada en la Univer-
sidad de Talca por el profesor Alejandro Troncoso Aguilar, uno de los coautores de los
estudios fitosociológicos de los bosques de quebrada de 1988, y de quien el autor de
este capítulo tuvo el privilegio de ser aprendiz y ayudante.

74
4.1. Los anfitriones

Flores de tepú (Tepualia stipularis).


Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

Los bosques de quebrada descritos en este libro corresponden a formaciones en donde


las especies más representativas son el canelo y las mirtáceas. El canelo (Drimys winteri)
es un árbol de gran valor ecológico y etnobotánico. Las mirtáceas, por su parte, forman
una gran familia compuesta de muchas especies; la mayor parte de ellas crece siempre
cerca del agua, como el arrayán (Luma apiculata), el temu (Blepharocalyx cruckshanksii),
el chequén (Luma chequen), la murtilla (Ugni molinae) y la pitra (Myrceugenia exsucca). A
esta familia pertenecen, también, los eucaliptus (que son originarios de Oceanía y, por
lo tanto, en Chile son especies introducidas).

En las hojas del canelo es poco evidente la venación, destacando generalmente la vena
media, que a veces es de color rojizo. En las mirtáceas, en muchas ocasiones la venación
es muy notoria, haciéndose fácil observar la vena intramarginal, que corre paralela al
borde de la hoja y a la cual llegan las venas secundarias.

Todas las especies que se muestran en este apartado son perennifolias o siempreverdes
(tienen hojas durante todo el año), y se desarrollan en lugares húmedos o en sus cer-
canías, por lo que se las considera como indicadoras de la presencia de agua. Por ello
es común encontrarlas en vegas, pantanos, en el borde de cursos y cuerpos de agua,

75
así como en las inmediaciones de los afloramientos de las napas, donde se originan las
vertientes y las quebradas.

Nombre común: Canelo.


Nombres indígenas: Foique, foye, voique, fuñe.
Nombre científico: Drimys winteri J.R. Forst. et G. Forst.
Familia: Winteraceae.
Distribución: Desde Limarí hasta el Cabo de Hornos.
Origen geográfico: Nativo (presente en Chile y Argentina).

Descripción

Es un árbol presente en zonas húmedas (quebradas, ñadis, pantanos) que puede alcan-
zar hasta 30 m de altura. Sus hojas son de color verde claro opaco en el haz y plomizo
brillante por el envés; en ellas son poco notorias las venas secundarias y solo es clara-
mente visible la vena media, que a veces es roja. Las hojas son más anchas hacia el ápice
(obovadas). Desde lejos, el follaje del canelo se ve de color gris claro.

Las flores son blancas y tienen de 8 a 14 pétalos. El fruto corresponde a una polibaya
compuesta de bayas de color negro violáceo que contienen semillas negras de forma
arriñonada.

Usos

En etnobotánica, este árbol es uno de los más importantes para el pueblo mapuche; es
una especie sagrada que simboliza paz, y es considerado protector de las quebradas y
del agua.

En etnobotánica se le usa para combatir el reumatismo y el escorbuto (su corteza con-


tiene más vitamina C que los cítricos). Las semillas son un sucedáneo de la pimienta.

Su madera presenta aptitudes para la industria papelera, además de su resistencia a la


tracción y al rajado.

Es un árbol de buenas características ornamentales y para protección de cauces.

Finalmente, es importante aclarar que este canelo no es el árbol del que se obtiene la
canela que se usa como condimento (esta especia corresponde a la corteza de Cinna-
momun verum, originario del sur de Asia).

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Hojas y brotes.
Fotografías: Luis Soto-Cerda.

Flor y frutos.
Fotografías: Luis Soto-Cerda.

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Nombres comunes: Arrayán, Palo colorado.
Nombres indígenas: Quëtri, Colimamal, Cuthú.
Nombre científico: Luma apiculata (DC.) Burret
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Entre Valparaíso y Aysén.
Origen geográfico: Nativo (presente también en Argentina).

Descripción

Es un árbol que muchas veces se desarrolla como arbusto bajo. Una de sus principales
características es que la corteza es de color rojo ferrugíneo (como si estuviera oxidado),
de textura relativamente suave y se desprende ligeramente en capas pequeñas.

Las hojas miden menos de 3 cm de largo y son casi redondas con una pequeña punta
aguda (acumen o mucrón), que a veces puede clavar. A contraluz es apreciable la ve-
nación, donde destaca la vena intramarginal. Cuando están expuestas al sol, se hacen
revolutas.

Las flores son blancas, de cuatro pétalos, y atraen a polinizadores. Cuando el arrayán
florece, lo hace profusamente.

El fruto es una baya de color negro violáceo que conserva el cáliz de cuatro sépalos (esto
es importante para diferenciarlo de Amomyrtus luma, cuyos frutos poseen cinco sépa-
los). Es comestible y apetecida por pájaros, que dispersan las semillas; estas son de color
verde a negro, pequeñas, con forma de riñón y germinan sin dificultad luego de algunos
días. En algunos casos las semillas comienzan a germinar dentro de los frutos.

Usos

La madera se utiliza para elaboración de herramientas menores. En Chiloé se usa como


cerco, para delimitar propiedades, y se observa que las varas producen brotes.

Los frutos tienen compuestos antioxidantes. El uso más importante que puede tener
esta especie es ornamental, dada la combinación de colores que ofrece (tronco rojizo,
flores blancas, frutos negro violáceo y hojas verde oscuro).

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Detalle hoja, mostrando venación (incluyendo vena intramarginal) y mucrón apical.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Rama con flores.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Frutos del arrayán con cuatro sépalos.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Aspecto y color del tronco.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Nombres comunes: Chequén, arrayán blanco, arrayán.
Nombre indígena: Regngelchiñchiñ.
Nombre científico: Luma chequen (Molina) A. Gray
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde Coquimbo hasta Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

El chequén es un arbusto que a veces alcanza tamaño arbóreo, con la corteza de color
café grisáceo y el extremo de sus ramas péndulo. Las hojas son similares a las del arra-
yán, aunque más pequeñas y aromáticas (hay que quebrarlas para sentir la fragancia)
y no poseen mucrón. Un detalle muy importante para reconocer la especie es que las
hojas tienen puntitos negros en el envés.

Las flores son blancas (con cuatro pétalos) y los frutos son negros (conservando el cáliz,
compuesto por cuatro sépalos). Ambos son de pequeñas dimensiones (miden menos
de 2 cm). Los frutos son apetecidos por distintas especies de aves, que dispersan las
semillas.

Siempre se le encuentra cerca de cursos de agua o en lugares inundados.

Usos

El chequén es un hermoso arbusto ornamental para lugares húmedos y sombríos. En


etnobotánica se usa contra enfermedades digestivas. El fruto posee compuestos an-
tioxidantes.

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Detalle de las hojas con puntitos negros en el envés.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Rama con flor y frutos con cáliz persistente.


Fotografías: Luis Soto-Cerda.

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Nombres comunes: Pitra, Peta, Petra Patagua.
Nombre indígena: Quellén-lahuén.
Nombre científico: Myrceugenia exsucca (DC.) O. Berg
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde Coquimbo hasta Chiloé y Palena.
Origen geográfico: Nativa (también está presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol que puede alcanzar unos 10 a 12 m de altura. El tronco es característico por su


color pardo a rojizo y corteza variable con deformaciones longitudinales y placas delgadas
que se desprenden, dando la impresión de ser varios troncos delgados fusionados.

Las hojas son verde oscuro por el haz y más claras por el envés, con puntos verdosos.
Son mucho más grandes que las hojas de arrayán y chequén, y no tienen mucrón en la
punta. Las flores son blancas, con cuatro pétalos y cuatro sépalos, y los frutos son carno-
sos, negro violáceos a la madurez, conteniendo varias semillas.

Rama con hojas y envés de la hoja.


Fotografías: Luis Soto-Cerda.

Flores y fruto en desarrollo.


Fotografías: Luis Soto-Cerda y Christian Valdés-Reyes.

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Usos

Es una especie con un gran potencial ornamental para zonas húmedas. Los autores de
este libro observaron en terreno que es eficiente como especie nodriza, por lo que de-
bería evaluarse su uso en estrategias de restauración de bosques higrófilos.

Los mapuches sureños y huilliches usaban sus ramas sobre el dintel de las puertas, con-
vencidos de que su olor impide que el demonio entre a sus casas.

Detalle de la corteza.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Ejemplar adulto.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Nombres comunes: Temu, temo, palo colorado.
Nombre indígena: Temu.
Nombre científico: Blepharocalyx cruckshanksii (Hook. & Arn.) Nied.
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde el norte chico hasta Llanquihue.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un árbol pequeño que puede alcanzar hasta 15 m de altura y generar varios troncos.
Estos últimos son de color rojo ferrugíneo, al igual que en el caso del arrayán. Las hojas
son de color verde oscuro, con el ápice escotado (no terminan en punta, como las hojas
de Luma apiculata, y esto es muy importante para distinguir ambas especies entre sí).

Las flores son blancas y muy fragantes (con cuatro pétalos y sépalos), lo que atrae a mu-
chos polinizadores. Los frutos son pequeños y oscuros, con varias semillas.

Usos

Es una especie con potencial ornamental. Su madera se ha usado principalmente como


leña debido a su gran poder calorífico.

Temu, detalle de hojas y frutos.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Flores del temu.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Nombres comunes: Luma, reloncaví, palo madroño.


Nombres indígenas: Lang-llang (=bien sumergido), luma.
Nombre científico: Amomyrtus luma (Molina) D. Legrand & Kausel
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule hasta la de Aysén.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Árbol que puede llegar a 20 m de altura. En la zona norte de su distribución presenta há-
bito arbustivo. Las hojas son simples y con la vena media menos notoria que la de Luma
apiculata. Al igual que esta especie, tiene un acumen en el ápice, pero no es clavador.

Las flores, aromáticas, son blancas y poseen cinco pétalos y sépalos (este detalle es muy
importante para diferenciarla de las especies del género Luma, Blepharocalyx y Myrceu-
genia, cuyas flores presentan cuatro pétalos y sépalos).

Los frutos, antiguamente denominados chauchau, son bayas redondeadas, que conser-
van los cinco sépalos, elemento que es de gran utilidad para reconocer la especie.

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Usos

Su madera es extremadamente dura, prácticamente imputrescible y adquiere gran du-


rabilidad en agua salada (por eso se le usó en la construcción de palafitos en Chiloé). Se
podría usar para muebles, aunque lo común es que se use para mangos, ejes de carretas,
bastones y las “lumas” de carabineros. También, es muy cotizada como leña por su alto
poder calorífico.

El fruto es comestible y se usa para elaboración de chicha. Es una especie de potencial


ornamental.

Detalle de fruto con cinco sépalos y hojas.


Fotografías: Luis Soto-Cerda.

87
Ramilla con frutos.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

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Nombres comunes: Murta blanca, murta, murtilla.
Nombres indígenas: Trautrau, tautau, chauchau.
Nombre científico: Ugni candollei (Barnéoud) O. Berg
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule hasta la de Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un arbusto no muy frecuente en la Región del Maule, y siempre se le encuentra cerca


de cursos de agua, formando parte de los bosques higrófilos.

Se caracteriza porque sus tallos son rojizos y cuando alcanzan cierta altura se hacen
péndulos, volviéndose apoyantes (se afirman sobre otras plantas). Además, la corteza se
desprende en capas papiráceas (tienen una textura similar al papel).

Las hojas son simples, miden más de 2,5 cm de largo y la venación es muy notoria en
ellas. Tanto las ramillas como las hojas están cubiertas por pelitos suaves.

La flor posee 5 pétalos de color generalmente blanco a rosado pálido y el fruto es car-
noso, con varias semillas.

Es una de las dos especies de murtilla que se encuentran en el país. Se puede diferenciar
de Ugni molinae observando los siguientes elementos:

a. Hojas: en U. candollei las hojas son más grandes, pilosas y con la venación notoria.

b. Tallos: en U. candollei son curvos, apoyantes y presentan desprendimientos de las


capas superficiales.

c. Pilosidad: U. candollei presenta pilosidad densa en pedicelos y ovario; esta pilosidad


es café-rojiza en U. candollei, mientras que en U. molinae es blanquecina.

Se diferencia de las demás mirtáceas de las quebradas de la costa maulina (a excepción


de Amomyrtus) por sus flores pentámeras y de color blanco a rosado (las demás mirtá-
ceas poseen flores tetrámeras y siempre de color blanco). Se diferencia de Amomyrtus
por los estambres: las anteras son 1/3 del largo de los filamentos, que son laminares; en
Amomyrtus las anteras son 1/5 a 1/10 del largo de los filamentos, y estos son cilíndricos.

Usos

La planta tiene uso ornamental y el fruto es comestible.

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Ramas con flores.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

90
Flores y fruto en desarrollo.
Fotografías: Luis Soto-Cerda.

Detalle hojas y desprendimiento de corteza en el tallo.


Fotografías: Luis Soto-Cerda.

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Nombres comunes: Murta, murtilla, murtillo.
Nombre indígena: Üñü.
Nombre científico: Ugni molinae Turcz.
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule a la de Aysén. Es una especie
introducida en el Archipiélago de Juan Fernández.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un arbusto frecuente en la Región del Maule, habitando en lugares expuestos al sol,


relativamente secos, y formando parte del sotobosque de los bosques de roble y hualo,
aunque también aparece en los claros de bosques higrófilos.

Se caracteriza porque sus tallos son café a plomizos y no han sido observadas con des-
prendimiento de corteza. Las hojas miden menos de 2,5 cm de largo y la venación es
muy poco notoria; a lo sumo es posible observar la vena media. Solo las hojas nuevas
presentan pelitos suaves, los que se pierden con el paso del tiempo.

La flor posee 5 pétalos de color rosado y el fruto es carnoso, con varias semillas.

Es una de las dos especies de murtilla que se encuentran en el país.

Usos

Esta especie es adecuada para su uso como ornamental, debido a su abundante flora-
ción.

Los frutos tienen uso comercial a causa de su sabor y alto contenido de antioxidantes. Se
comen frescos y son empleados en repostería, para hacer mermeladas, jugos, chichas,
jarabes y licores.

Con las semillas se prepara una bebida similar al café y de ellas se obtiene aceite de
buena calidad.

Es una especie melífera y en medicina alternativa la infusión de sus hojas se usa para el
tratamiento de la cistitis.

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Flores de la murtilla.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Rama con frutos.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Nombre común: Arrayancillo.
Nombre indígena: Ñipa.
Nombre científico: Myrceugenia lanceolata (Juss. ex J. St.-Hil.) Kausel
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo a la del Biobío.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un pequeño arbusto que siempre se encuentra en lugares húmedos. Los ejemplares


observados en la Región del Maule no alcanzan alturas superiores a los dos metros.

Sus hojas son alargadas y angostas (miden unos 3 a 4 cm de largo y nunca superan los
0,5 cm de ancho); muchas veces presentan unos engrosamientos esféricos rojizos que
desde lejos pueden dar la impresión de ser flores o frutos, pero en realidad correspon-
den a agallas. Las hojas son, además, discolóreas: el haz es verde oscuro y el envés es
muy claro.

Las flores son de pétalos blancos con estambres muy exsertos (sobresalientes) y los fru-
tos son carnosos, conteniendo varias semillas.

Usos

Por la forma del arbusto y el perfume de las flores, se recomienda su uso como orna-
mental.

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Arrayancillo, detalles de flores.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

Hojas con agallas.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Nombres comunes: Tepú, tepu.
Nombre indígena: Tepú.
Nombre científico: Tepualia stipularis (Hook. et Arn.) Griseb.
Familia: Myrtaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule al sur.
Origen geográfico: Nativa (presente también en Argentina).

Descripción

Es una especie arbustiva que a veces puede alcanzar dimensiones arbóreas. En el sur
forma densos bosques con troncos inclinados, que se denominan “tepuales”.

Las hojas son alargadas y presentan puntos traslúcidos (se observan a contraluz, y es un
elemento importante para reconocer la especie).

Las flores son de pétalos blancos. El fruto mide menos de 1 cm de largo y es leñoso (esto,
junto con los puntos traslúcidos de las hojas, la diferencia de todas las demás mirtáceas
chilenas).

Usos

La madera, dura y de gran poder calorífico, se usa como combustible.

Es una especie de gran potencial ornamental para zonas húmedas.

Tepú, flores después de la lluvia.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Detalle de hojas con pun-
tos traslúcidos.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

Rama con flores.


Fotografía: Christian
Valdés-Reyes.

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4.2. Trepadoras

Boquila trifoliolata.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Como ya se ha dicho, un bosque no solo está formado por árboles. En él hay distintos es-
tratos, desde los inferiores, donde prosperan hierbas y helechos, hasta los más elevados,
donde están los árboles, pasando por el de los arbustos. Todas estas plantas son usadas
como soporte mecánico por las trepadoras, lo que les permite desplazarse a través de
todos los estratos.

Las trepadoras comienzan su travesía vertical a nivel del suelo, en busca de la luz solar
en las alturas del bosque, donde los herbívoros no suelen llegar. Muchas veces, desde
la perspectiva humana, se puede apreciar una serie de troncos delgados que se elevan
hasta perderse en la copa de los árboles, enroscándose caprichosamente sobre sí mis-
mos o sobre el fuste de árboles añosos. Se trata del tallo de viejas enredaderas leñosas,
denominadas lianas (palabra que el lector asociará, sabiamente, y según su edad, con
Tarzán…, o con Mogwli).

Estas plantas usan distintas estrategias para aferrarse a sus huéspedes: ramillas modi-
ficadas (zarcillos, como las parras); raíces adventicias especializadas que se adhieren
fuertemente al soporte (como las hiedras que trepan los muros de los jardines); tallos
volubles herbáceos (enredaderas, como Bomarea salsilla) o leñosos (lianas, como en el
caso de la coilera) y que se enroscan en ramas de determinadas dimensiones; plantas

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apoyantes o semitrepadoras o; aquellas que recurren al desarrollo de ganchos y espinas
para aferrarse al sustrato (Marticorena et al., 2010). El copihue, la flor nacional de Chile,
es una trepadora de tallos volubles, finos y leñosos.

Es muy importante hacer una salvedad: las trepadoras usan a las demás plantas solo
como soporte mecánico para alcanzar las alturas; en ningún caso se comportan como
parásitas. De todos modos, no se debe ignorar que hay muchos ejemplos de plantas
parásitas en el bosque chileno: los quintrales (género Tristerix), los injertos (género Miso-
dendron) o los cabellos de ángel (género Cuscuta).

Para finalizar esta introducción, es preciso mencionar que las trepadoras no son las úni-
cas plantas que usan a otras como soporte. Existe otro grupo, el de las epífitas, que
se desarrolla por completo sobre otras plantas, sin tener sus raíces ancladas al suelo (y
tampoco se trata de plantas parásitas). Es el caso de la última especie que se menciona
en este apartado, y que pertenece a la familia de las bromeliáceas.

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Nombres comunes: Coilera, coguilera, coile (este último nombre se le da tanto a la
planta como al fruto).
Nombres indígenas: Ñupufoqui, voqui cógüil, cógüil (este último nombre se usa para
la planta y para el fruto), coguilvoqui, huipinga.
Nombre científico: Lardizabala biternata Ruiz et Pav.
Familia: Lardizabalaceae.
Distribución: Entre las regiones de Valparaíso y Los Ríos. También está presente
en el Archipiélago de Juan Fernández.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es una de las lianas más resistentes de Chile y puede trepar grandes alturas, hasta alcan-
zar la copa de los árboles. Se encuentra en matorrales y bosques. Mientras no encuentra
un soporte para trepar se comporta como rastrera.

Sus troncos leñosos pueden alcanzar más de 20 cm de diámetro en los ejemplares adul-
tos. Las hojas son grandes (pueden medir más de 10 cm de largo) y son compuestas,
teniendo entre 3 y 9 folíolos. El haz es verde oscuro brillante y el envés es verde claro
opaco. En la inserción de las hojas pueden aparecer estípulas coriáceas. En ejemplares
juveniles las hojas pueden ser simples o pueden alternar entre simples y compuestas.

Es una especie dioica, eso significa que hay ejemplares masculinos y otros femeninos.
Los masculinos tienen flores dispuestas en racimos y los femeninos tienen flores solita-
rias.

Las flores son de color púrpura oscuro, con las piezas florales dispuestas en múltiplos de
3. Los frutos son bayas de sabor muy agradable, de color amarillento a la madurez, que
miden entre 7 y 10 cm de largo y contienen, en promedio, unas 50 semillas de alrededor
de 1 cm de largo, de color café oscuro.

Usos

Las ramas se usan en cestería y el fruto es comestible (se comercializa en el mercado in-
formal), pudiendo consumirse fresco, integrado como ingrediente de repostería o como
base para licor artesanal.

También se usa para obtener fibras para amarras y, las hojas, para obtener tintura.

Se usa, también, como ornamental.

100
Rama con hojas.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Inflorescencia masculina en formación.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

101
Flor femenina y hoja.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Frutos inmaduros y maduros.


Fotografías: Luis Soto-Cerda.

102
Tallos.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

103
Ejemplar joven, proveniente de germinación. Se observa que las hojas son de lámina simple.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

104
Nombres comunes: Voqui blanco, voquicillo, pil-pil.
Nombres indígenas: Pëllpëll-foqui, pilpilvoqui.
Nombre científico: Boquila trifoliolata (DC.) Decne.
Familia: Lardizabalaceae.
Distribución: Entre las regiones del Maule y Los Lagos.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es una enredadera de tallos volubles que se encuentra en matorrales y bosques. Sus


tallos son delgados, de no más de 5 cm de diámetro.

Las hojas son pequeñas (miden menos de 10 cm de largo) y pueden estar divididas en
un máximo de 3 folíolos. Los folíolos en su base tienen, en algunos casos, lóbulos. Las
hojas son discolóreas: verde claro opaco en el haz y verde plomizo en el envés.

Las flores son pequeñas (menos de 1 cm de diámetro), con las piezas florales en núme-
ros de 3, 4 y 5, y son de color verde claro. El fruto es una baya pequeña y oscura que no
mide más de 1 cm de diámetro.

Esta especie presenta mimetismo polimórfico: esto significa que sus hojas pueden ase-
mejarse a las de las plantas sobre las cuales trepa, por lo tanto, la morfología foliar puede
variar (en cuanto al largo, a los bordes de los folíolos y al desarrollo de lóbulos en estos).

Usos

En el sur, de acuerdo con la tradición etnobotánica, tiene usos mágicos y medicinales,


siendo usada como filtro amoroso y colirio.

Es una especie con gran potencial ornamental.

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Detalle de tallo y hojas.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Detalle de hoja discolórea.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

106
Hoja con folíolo central presentando un lóbulo incipiente.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

107
Flores de Boquila trifoliolata.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

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Nombres comunes: Copihue, voqui-copihue, copihuera.
Nombres indígenas: Copiu, copün, copihue.
Nombre científico: Lapageria rosea Ruiz et Pav.
Familia: Philesiaceae.
Distribución: Desde la Región de Valparaíso a la de Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Trepadora de tallos volubles que se desarrolla en bosques sombríos, buscando la luz en


la copa de los árboles.

Sus hojas son simples, con la punta aguda y las venas dispuestas de modo tal que hay
una vena central recta y algunas laterales recurvadas, estas últimas naciendo desde cer-
ca de la base de la central; hay una hoja por cada nudo.

Las flores son alargadas, con forma de campana, y pueden medir entre 7 y 12 cm de lar-
go. Lo más común es que sean de color rojo intenso; en menor proporción aparecen in-
dividuos con flores blancas y, en cultivo, se han generado variedades con otros colores.

El fruto corresponde a una baya de color verde amarillento, que contiene varias semillas;
la pulpa es clara y dulce, de sabor agradable.

Usos

Esta especie se usa en cestería, sus frutos son comestibles, para obtención de fibras para
amarras, como medicina (la raíz se usa para enfermedades venéreas, gota y reumatismo)
y ornamental (por sus flores). Sus frutos son comestibles.

Es la flor nacional de Chile.

109
Flor, vista lateral.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

110
Flores en las alturas del bosque.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Fruto.
Fotografía: Luis Soto-Cerda

111
Hoja de copihue.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

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Nombres comunes: Quilineja, azahar del monte, coral del monte.
Nombre indígena: Paupauhuén.
Nombres científicos: Luzuriaga polyphylla (Hook.) J.F. Macbr. &
Luzuriaga radicans Ruiz et Pav.
Familia: Luzuriagaceae.
Distribución: L. polyphylla: entre las regiones del Maule y Aysén.
L. radicans: entre las regiones de O´Higgins y Aysén.
Origen geográfico: L. polyphylla es endémica. L. radicans es nativa (también está
presente en Argentina).

Descripción

Se trata de dos especies de arbustos trepadores que se desarrollan en bosques húmedos


y sombríos. Son muy comunes en la zona sur de Chile, y en la Región del Maule su pre-
sencia está restringida a enclaves azonales, como los bosques higrófilos de quebradas.

Los tallos desarrollan pequeñas raicillas que se adhieren a las superficies por las que
trepan (troncos o rocas).

Las hojas son de color verde claro y su venación es paralela. En L. polyphylla miden hasta
3 cm de largo, tienen entre 5 y 7 venas y el margen es liso (sin dientes). En L. radicans
miden hasta 5 cm de largo, tienen entre 9 y 13 venas; son generalmente falcadas (o sea,
curvadas lateralmente) y el margen es finamente denticulado (con dientes muy peque-
ños).

Las flores son blancas y aromáticas. Los frutos son esféricos, de alrededor de 1 cm de
diámetro, y de color rojo-anaranjado.

Usos

Los tallos, que son delgados y resistentes, se usan para cestería y tejidos. También se
emplean en reemplazo de las crines de caballo para la confección de escobillas.

Los frutos de L. radicans son comestibles, aunque serían abortivos, por lo que no se re-
comienda su consumo durante el embarazo. También se usan para bajar la fiebre y, el
zumo, como colirio.

L. radicans forma parte de la cosmovisión de los pueblos del sur de Chile: en la mitología
chilota, el Trauco elabora su vestimenta con ramas de quilineja; los frutos son parte de
su dieta y sirven para los aros de la Fiura. También, en Chiloé y en Araucanía, de sus tallos
se obtienen fibras para elaborar cruces protectoras y con las semillas se prepara un elixir
para atraer el amor.

113
Envés de la hoja de L. polyphylla.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Flor de L. radicans.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

114
Fruto de L. radicans.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

115
Nombres comunes: Botellita, chilca, voquivoqui, vochi-vochi, boche-boche.
Nombres indígenas: Vochi vochi, pinda-foki, huechil-huechil.
Nombre científico: Mitraria coccinea Cav.
Familia: Gesneriaceae.
Distribución: Entre las regiones de Coquimbo y Magallanes.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es una trepadora que produce raíces adventicias para fijarse a los troncos. Las hojas son
de unos 3 a 4 cm de largo, de margen aserrado y de color verde oscuro.

Las flores son alargadas (4 a 5 cm) y de color rojo intenso. El fruto es una baya esférica
de color verde.

Usos

El tallo se usa en cestería, toda la planta se usa para la elaboración de jaulas artesanales
y se obtiene tinturas de color plomizo y negro de sus hojas, corteza y flores. También se
le da uso ornamental.

Usos medicinales: se emplea para preparar una pomada para la piel; el jugo de las hojas
se usa para la vista; las hojas se usan para abscesos e inflamaciones; hojas y corteza se
usan como purgante.

Usos mágicos: toda la planta sirve para elaborar remedios contra el susto, según la cul-
tura chilota.

116
Detalle de rama y flores.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

117
Nombres comunes: Medallita, votri, habaslahuén, canucán.
Nombres indígenas: Italahuén, fotrid.
Nombre científico: Sarmienta scandens (J.D. Brandis ex Molina) Pers.
Familia: Gesneriaceae.
Distribución: Entre las regiones de Coquimbo y Aysén.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es una planta que produce raíces adventicias para trepar sobre el tronco de los árboles.
Las hojas tienden a ser redondeadas, de unos 2 a 3 cm de largo, de borde liso y son
carnosas (detalle muy importante para distinguirla claramente de especies como la bo-
tellita), con la cara inferior blanca y con puntos.

Las flores son solitarias, de color rojo y miden hasta 3 cm de largo. El fruto es una cápsula
amarilla.

Usos

Medicinal (toda la planta se usa para golpes, apostemas y callos) y ornamental.

Detalle de hojas y flor.


Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

118
Tallos aferrados a un tronco.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

119
Nombres comunes: Voqui colorado, voqui arrastrado, zarzaparrilla, voqui negro,
pilpilvoqui, voqui.
Nombres indígenas: Cuduñ-foqui, colli-foqui, mahul.
Nombre científico: Cissus striata Ruiz et Pav.
Familia: Vitaceae (misma familia a la que pertenecen las vides o parras).
Distribución: Entre las regiones de Coquimbo y Aysén.
Origen geográfico: Nativa (presente también en Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y
Uruguay).

Descripción

Es una planta que trepa por medio de zarcillos. Las hojas son compuestas y tienen forma
palmada, con 5 folíolos más anchos hacia la punta y con el borde dentado hacia el ápice.

Las flores son verdes y pequeñas. El fruto es esférico, liso, de unos 5 mm de diámetro, de
color negro violáceo.

Usos

Los tallos se usan para elaborar artesanías decorativas y también para obtención de fi-
bras para amarras. En Chiloé, hojas y corteza se usan para obtención de tinturas.

Como medicinal, las hojas y corteza se emplean para curar heridas y erupciones cutáneas.

Se recomienda su uso como ornamental.

Hojas e inflorescencia en desarrollo.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

120
Brote con zarcillos.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

Detalle de frutos.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

121
Nombres comunes: Matarratones, huiqui, dehue-iahue, deó, veu, cailagüen.
Nombres indígenas: Dewü, deu, huique.
Nombre científico: Coriaria ruscifolia L.
Familia: Coriariaceae.
Distribución: Entre las regiones del Maule y Los Lagos.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un arbusto de tallos volubles y colgantes, de sección cuadrangular (esta característica


es muy importante para reconocer la especie).

Las hojas aparecen de a 2 o 3 por nudo y se pueden unir por la base, dejando al tallo al
medio. La venación consiste en 3 a 5 venas principales que recorren la lámina desde la
base hasta el ápice.

Las flores son pequeñas, numerosas y dispuestas en racimos péndulos, mientras que los
frutos son igualmente pequeños (miden menos de 0,5 cm), de color negro.

Usos

Si bien toda la planta es tóxica, solo los frutos se usan como raticida. Los frutos y el her-
vor de los tallos permiten obtener tintura negra. Las hojas se usan para curtiembre de
cueros.

122
Rama.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

123
Rama con frutos.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

124
Frutos.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

125
Nombre común: Quila.
Nombres indígenas: Quila, cüla.
Nombre científico: Chusquea quila Kunth
Familia: Poaceae (Gramíneas).
Distribución: Entre las regiones de O´Higgins y Aysén.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es una caña de tallos macizos que se ramifica desde la base. Posee tallos subterráneos
(rizomas), que le permiten regenerar vegetativamente y a distancia de la planta madre.

Las hojas miden entre 6 y 18 cm de largo; tienen una vaina, en su base, que envuelve el
tallo en los nudos. Las flores aparecen en racimos; son pequeñas y los frutos correspon-
den a cariopses poco notorios.

Sus cañas macizas la permiten diferenciar de otras gramíneas introducidas, que poseen
cañas huecas. Entre las especies de cañas macizas, puede confundirse con C. couleu, el
colihue, de la cual se diferencia porque C. quila se ramifica desde la base, produciendo
ramas en todas direcciones, mientras que C. couleu no se ramifica necesariamente desde
la base, y sus ramificaciones son siempre erectas.

Usos

Los tallos se usan para cortavientos, tutores, cercos y cestería. Las cañas se usan para cons-
trucción de viviendas (Chiloé). Se usa como forrajera y para elaborar jaulas artesanales.

Los granos (frutos) se emplean para hacer sopas y harina; los brotes basales se comen
asados y con sal.

En la medicina chilota, el zumo de los cogollos mezclado con leche materna se usa para
afecciones a la vista; también, el jugo de toda la planta se usa para la impotencia sexual.
Además, el zumo extraído de las varillas, aunque tóxico, se usa para el dolor de muelas
(diluido en agua).

Observaciones

La floración de la quila no se produce todos los años. Según se ha documentado, este


evento puede ocurrir en intervalos largos, entre 10 y 25 años. Los autores de este libro
pudieron presenciar una floración ocurrida en el verano de 2018.

Después de la floración, la quila produce sus frutos y se seca. Esto tiene dos consecuen-
cias: por un lado, atrae roedores, entre los cuales puede estar el ratón de cola larga (vec-
tor del virus hanta) y; por el otro, como la planta se seca, hay mayor disponibilidad de

126
material combustible en el bosque, lo que puede facilitar la propagación de incendios
forestales.

Es una especie que coloniza sitios degradados, por lo que se la considera como indica-
dora de intervenciones en el bosque.

Brotes.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

127
Detalle inserción hojas.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Floración de la quila.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

128
Fructificación de quila.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza

129
Nombres comunes: Chupalla, chupón.
Nombres indígenas: Puñeñe, calilla, poe, poyen.
Nombre científico: Fascicularia bicolor (Ruiz et Pav.) Mez
Familia: Bromeliaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule a la de Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Se trata de una planta que puede establecerse a ras del suelo (incluso sobre rocas), aun-
que es más común observarla como epífita, creciendo sobre árboles.

Lo primero que llama la atención de esta planta es que no tiene un tallo como el de los
árboles o las trepadoras.

Lo que siempre es visible es una gran roseta de hojas muy densamente dispuestas. Estas
hojas pueden medir hasta 1 m de largo y son muy angostas, coriáceas, con el borde dentado
a espinoso. Las hojas internas toman un color rojo intenso cuando se produce la floración.

La inflorescencia se ubica en el centro, es terminal y más o menos globosa. Las flores son
hermafroditas, con tres pétalos de color azul oscuro a claro.

El fruto es una baya de unos 8 cm de largo como máximo.

Usos

Los frutos son comestibles (se chupa la base).

Es una especie ornamental, aunque requiere de ambientes húmedos para su desarrollo.

Detalle inflorescencia.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

130
Aspecto general.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

131
4.3. Helechos

Vernación circinada en Parablechnum chilense.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

132
En el estrato inferior del bosque se encuentran los helechos. Generalmente se desarro-
llan cerca del agua y en lugares sombríos; algunos, incluso, son epífitos. Se trata de es-
pecies vasculares que no producen flores, y en sus hojas se encuentran los soros, zonas
especializadas donde se ubican grupos de esporangios que producen esporas.

Debido a que sus hojas cumplen función fotosintética y reproductiva, se les denomina
frondes, para diferenciarlas de las hojas de angiospermas y gimnospermas, que solo
cumplen función fotosintética. En algunos casos, ciertas especies de helechos presen-
tan frondes diferenciadas (dimorfas); así, en un mismo individuo se pueden observar
tanto aquellas que cumplen función fotosintética (frondes estériles) y otras que produ-
cen esporas (frondes fértiles). Muchas veces las frondes se encuentran divididas y cada
una de estas divisiones se denomina pinna.

Algunos helechos presentes en Chile desarrollan tallos aéreos, como Lomariocycas ma-
gellanica o Parablechnum chilense (y otros del Archipiélago de Juan Fernández).

En general, los helechos presentan tallos subterráneos (rizomas) y solo las frondes apa-
recen sobre el nivel del suelo. Cuando esto sucede, las frondes nuevas aparecen enros-
cadas como un mango de violín (vernación circinada) y, a medida que maduran, van
desplegándose completamente.

En muchos lugares forman densos sotobosques.

Nombres comunes: Costilla de vaca, palmilla.


Nombres indígenas: Quilquil, cül-cül.
Nombre científico: Parablechnum chilense (Kaulf.) Gasper & Salino. Sinónimos:
Blechnum cordatum (Desv.) Hieron.; Blechnum chilense (Kaulf.) Mett.
Familia: Blechnaceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo al sur, y en el Archipiélago de
Juan Fernández.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un subarbusto con estípite erecto; esta estructura, en ejemplares grandes puede al-
canzar hasta unos 50 cm de altura y 15 cm de diámetro. Por su parte, individuos bien
desarrollados pueden alcanzar hasta cerca de 3 m de altura, según lo observado en la
costa maulina.

Las frondes son coriáceas, lustrosas, pinnadas y dimorfas. Las estériles son de 0,5 a 1,5 m
de largo por 10 a 40 cm de ancho, con un pecíolo de 20 a 40 cm de largo; las pinnas son
de 5 a 20 cm de largo por 1 a 3 cm de ancho. Las frondes fértiles son un poco más largas
que las estériles, con pinnas de 0,3 a 1 cm de ancho.

133
Puede confundirse con Lomariocycas magellanica, pero la principal diferencia radica en
que las pinnas de Parablechnum son brevemente pecioluladas y su base es cordada, por
lo que solo se insertan al raquis en un único punto, mientras que en Lomariocycas las
pinnas no son pecioluladas (sésiles), uniéndose al raquis por la vena media y por una an-
cha base. Lomariocycas magellanica presenta pelos negros en el estípite, mientras que
Parablechnum chilensis, escamas café.

Usos

Se usa como planta ornamental en jardines cuyos suelos posean bastante humedad.

Observación

Es una especie que presenta una gran capacidad de rebrote luego de incendios fores-
tales.

Sotobosque con ejemplares de grandes dimensiones. En la imagen, Paulina Palacios.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

134
Ejemplar bajo el dosel de canelo.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

135
Rebrote después del incendio forestal.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

136
Nombres comunes: Katalapi, palmita, helecho palmita.
Nombre indígena: Kätälapi.
Nombre científico: Lomariocycas magellanica (Mett.) Gasper & A.R. Sm. Sinónimo:
Blechnum magellanicum (Desv.) Mett.
Familia: Blechnaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule hasta la provincia Antártica Chilena.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un subarbusto con estípite erecto y leñoso, que en casos de individuos maduros y


bien desarrollados puede generar un pequeño tronco de alrededor de 1 m de altura y
unos 30 cm de diámetro.

Las frondes son coriáceas, lustrosas, pinnadas y dimorfas. Las estériles pueden medir
hasta 1,5 m de largo, tienen lámina coriácea, con pinnas alternas o subopuestas que a
veces tienden a dividirse como una lámina bipinnatífida. Las frondes fértiles son erectas,
tan largas o un poco más cortas que las estériles, con pinnas angostas, de unos 5 mm
de ancho.

Usos

Se usa como planta ornamental, siempre que el suelo cuente con bastante humedad.

Observación

Es una especie que presenta una gran capacidad de rebrote luego de incendios fores-
tales.

137
Aspecto general.
Fotografía: Luis
Soto-Cerda.

Ejemplar con estípite erecto.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

138
Ejemplar con frondes fértiles (izquierda) y estériles (derecha).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Detalle de frondes estériles bipinnatífidas.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

139
Nombre común: Iquide.
Nombre indígena: Iquide.
Nombre científico: Blechnum mochaenum G. Kunkel
Familia: Blechnaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule hasta la provincia Antártica Chilena.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es una hierba perenne con rizoma corto. Las frondes son coriáceas, lustrosas, pinnadas
y dimorfas. Las estériles miden de 30 a 40 cm de largo por unos 4 a 10 cm de ancho; las
pinnas basales son semicirculares y las del medio son más alargadas. Las frondes fértiles
son un poco más largas que las estériles y sus pinnas son lineares, de 0,10 a 0,15 cm de
ancho.

Crece en lugares húmedos y sombríos; frecuente en las quebradas, cerca del agua.

Usos

Tiene potencial como especie ornamental para lugares húmedos.

Aspecto general.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

140
Detalle fronde estéril (izquierda) y fronde fértil (derecha).
Fotografías: Luis Soto-Cerda.

Nombres comunes: Arriquilquil, palmilla.


Nombres indígenas: Anü-cülcül, quilquil.
Nombre científico: Blechnum hastatum Kaulf.
Familia: Blechnaceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo hasta Chiloé, y en el Archipiélago
de Juan Fernández.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Hierba perenne con estípite erecto. Las frondes son pinnadas, monomorfas, de lámina
subherbácea a coriácea, base ancha a truncada y ápice alargado y agudo. La lámina
puede medir hasta 70 cm de largo.

Usos

En medicina popular, sus raíces se usan como emenagogo.

Observaciones

Crece en lugares abiertos, bajo arbustos, cerca de cursos de agua y muy rara vez en luga-
res pantanosos. Es la especie del género que, en Chile, exige menos humedad.

141
Detalle lámina.
Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

Aspecto helecho.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

142
Nombres comunes: Palmilla, palmita.
Nombre indígena: Ampe.
Nombre científico: Lophosoria quadripinnata (J.F. Gmel.) C. Chr.
Familia: Dicksoniaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule hasta Aysén.
Origen geográfico: Nativa (presente en varios países de América Central, el Caribe
y América del Sur).

Descripción

Es una hierba perenne con rizoma grueso. Las frondes son numerosas y de gran tamaño,
midiendo hasta 5 m de largo. Los pecíolos son gruesos, leñosos, de 0,5 a 2 m de largo
por 2 cm de diámetro. La lámina es tripinnada a cuadripinnada, de 2 a 3 m de largo, con
la cara superior de color oscuro brillante y la cara inferior de color glauco a blanquecino,
con pelos lanosos castaño claro (rojizos cuando juveniles).

Usos

Los pelos del pecíolo son hemostáticos. Es de gran atractivo ornamental y sus frondes
se usan en floristería. Para cultivarla, se requiere ubicarla en lugares considerablemente
húmedos.

Observaciones

Crece en lugares sombríos y muy húmedos, asociada a especies higrófilas.

Aspecto general.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

143
Detalle fronde.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

144
Detalle fronde.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

145
Nombres comunes: Palito negro, culantrillo, doradilla, patita negra.
Nombre indígena: Cudü-namún.
Nombre científico: Adiantum chilense Kaulf.
Familia: Pteridaceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo al sur.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Hierba perenne con rizoma rastrero de 0,2 cm de diámetro.

Las frondes miden de 15 a 40 cm de largo; el pecíolo es de 0,1 cm de diámetro, de color


café negruzco. La lámina es bipinnada a tripinnada. Los últimos segmentos son glabros,
con la base cuneada y el borde superior dividido en 4 a 7 lóbulos anchos y senos poco
profundos, suavemente denticulados. La venación es flabelada.

Usos

La decocción de las hojas con miel de abejas se usa como pectoral, aperitivo y emena-
gogo. Además, es una hermosa planta ornamental.

Observación

Crece en el margen y dentro del bosque, incluso a pleno sol, aunque siempre donde
exista disponibilidad de agua.

146
Frondes.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Nombre común: Yerba loza.


Nombre indígena: Huedahue.
Nombre científico: Sticherus squamulosus (Desv.) Nakai. Sinónimo: Gleichenia
squamulosa (Desv.) T. Moore
Familia: Gleicheniaceae.
Distribución: Entre las provincias de Talca (Región del Maule) y Capitán Prat
(Región de Aysén), también en la isla Robinson Crusoe del
Archipiélago de Juan Fernández.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es una hierba perenne con rizoma rastrero.

Las frondes miden hasta 1 m de largo, con ramificación tricótoma. En la primera ramifi-
cación hay una yema central que por lo general da origen a un tercer raquis con ramifi-
caciones laterales dicotómicas.

147
Usos

Tendría propiedades medicinales, aunque su principal uso radica en la colecta de las


frondes para la decoración de arreglos florales.

Observaciones

Se desarrolla en los márgenes del bosque, generalmente en paredes casi verticales, con
suelos muy húmedos.

Esta especie solo fue observada en la quebrada Los Coihues. Es muy probable que la
disminución de su presencia tenga relación con la intensa recolecta para su uso en flo-
ristería.

Detalle frondes.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

148
4.4. Arbustos

Follaje del ifelcón (Vestia foetida).


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

A medio camino entre las hierbas y los árboles, los arbustos se encuentran formando
parte de todos los bosques de quebrada. Este grupo, ramificándose desde el nivel del
suelo, ayuda en la estabilización del sustrato y da protección a la regeneración de espe-
cies.

Muchas especies de arbustos forman densos sotobosques en los cuales es difícil transi-
tar. Esto supone una barrera para el ingreso de especies invasoras al bosque y, a la vez,
ayuda a mantener la humedad del suelo. Del mismo modo, sirven como refugio y fuente
de alimento para diversas especies de fauna, desde insectos hasta moluscos y desde
aves a mamíferos.

Existen especies arbustivas con potencial ornamental o con frutos de gran interés para
el ser humano, y que son usadas como productos forestales no madereros. Otras son
especies no muy frecuentes en la región y, por lo tanto, poco conocidas.

149
Nombres comunes: Murta negra, arrayán negro, palo negro.
Nombres indígenas: Molfuelmamel, mollfüñ-mamëll, molfuenmamel.
Nombre científico: Rhamnus diffusus Clos
Familia: Rhamnaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule (Cauquenes) hasta la Región de
Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Arbusto siempreverde que no supera los 2 m de altura. A diferencia de otras ramnáceas


nativas, no posee espinas.

Las hojas son algo membranosas y con la venación notoria. Tienden a parecerse un poco
a las hojas de algunas mirtáceas (al igual que en esta familia, las venas secundarias no
llegan al borde de la hoja; la diferencia radica en que las hojas de la murta negra no pre-
sentan vena intramarginal, ya que las venas secundarias forman ojales).

Las flores son pequeñas, verdosas y poco notorias. El fruto es una baya negra, con pocas
semillas, y que mide unos 3 cm de diámetro.

Usos

Ornamental.

Detalle hojas, con las venas secundarias formando ojales.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

150
Rama con frutos.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Ramilla, con detalle de hojas de diferente tamaño.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

151
Nombres comunes: Ifelcón, porotillo.
Nombres indígenas: Huévil, ifelcón, echuelcún, huevíl, chuplí, chuplin, palqui,
echelcún.
Nombre científico: Vestia foetida Hoffmanns.
Familia: Solanaceae (misma familia a la que pertenecen el ají, las papas,
el tabaco y el tomate).
Distribución: Desde la Región de Valparaíso hasta la de Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un arbusto siempreverde, de hasta 3 m de altura. Las hojas son cortamente pecio-


ladas, alternas o fasciculadas, de base atenuada, ápice agudo y de color verde claro.
Desprenden un olor desagradable al tocarlas.

Las flores son solitarias, péndulas, amarillas, de unos 4 cm de largo. La corola es tubular
con 5 pétalos unidos hasta cerca del ápice. Florece a fines de primavera y comienzos del
verano.

El fruto es una cápsula con varias semillas, las que maduran en verano.

Usos

Ornamental y medicinal (se usa como vermífugo y para la fiebre tifoidea).

Observaciones

Crece en claros del bosque o en quebradas, en suelos húmedos y en semisombra. Apa-


rece en bosques de roble y en otros más húmedos.

Se la describe como una especie escasa con presencia de individuos aislados. En los
bosques de quebrada de la costa maulina referidos en este libro, se encontró en un solo
sector (Carrizal de Putú), formando una pequeña población compuesta de numerosos
ejemplares.

152
Follaje.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Rama con flor y yemas florales en desarrollo.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

153
Nombre común: Quebracho.
Nombres indígenas: Trasen-trasen, traftrafén, mayu.
Nombre científico: Senna stipulacea (Aiton) Irwin et Barneby
Familia: Fabaceae.
Distribución: Entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un arbusto siempreverde de hasta 2 m de alto, con ramas erectas, pubescentes y de


corteza grisácea.

Las hojas son de color verde claro, pinnadamente compuestas, con 10 a 20 folíolos de
forma ovalada a lanceolada. En la base de la hoja aparecen dos estípulas, ovaladas, ver-
des y muy notorias. La hoja siempre termina en dos folíolos (se dice que es paripinnada).

Las flores se disponen en una inflorescencia y son de color amarillo a anaranjado. Tienen
5 pétalos, son parcialmente zigomorfas, con 10 estambres. El fruto es una legumbre de
unos 4 cm de largo, que madura en otoño, liberando semillas de color negruzco.

Esta especie puede confundirse con las del género Sophora, que en Chile central está re-
presentado por pelu (S. cassioides) y mayo (S. macrocarpa), siendo esta última la más fre-
cuente. Los principales elementos para diferenciar Senna stipulacea de Sophora spp. son:

a. Hojas: las de Senna stipulacea tienen dos folíolos en el ápice, mientras que las de So-
phora terminan en un folíolo solitario (se dice que son imparipinnadas). Además, las
hojas de Sophora no poseen estípulas.

b. Flores: en Senna stipulacea son de color amarillo a anaranjado, parcialmente zigomor-


fas y con sus cinco pétalos libres, mientras que en Sophora son amarillas, papiliona-
das, con tres pétalos libres y dos soldados entre sí.

c. Frutos: en Senna stipulacea el fruto es una legumbre típica, y es dehiscente; en So-


phora el fruto también es alargado y posee varias semillas, pero entre cada semilla
el fruto se constriñe, haciendo muy notoria la localización de cada semilla (este tipo
de fruto recibe el nombre de lomento y es indehiscente). En Senna stipulacea miden
hasta unos 4 cm de largo, mientras que los de Sophora miden, generalmente, más de
4 cm (según el número de semillas que posean).

d. Semillas: las de Senna stipulacea son negras y las de Sophora son de color ocre.

Usos

Se le da uso ornamental por su abundante y llamativa floración.

154
Hoja de Senna stipulacea.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

155
Detalle estípulas de Senna stipulacea.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Fruto y semillas de Senna stipulacea.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

156
Detalle de fruto y hoja de Sophora macrocarpa, el mayo. A diferencia de Senna stipulacea, las especies del
género Sophora tienen por fruto un lomento (con las semillas separadas por constricciones del fruto) y las
hojas terminan en un folíolo solitario (imparipinnadas).
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

157
Nombres comunes: Sauco del diablo, sauco cimarrón.
Nombres indígenas: Trarumamëll, treumún (= enceguecido), voqui del traro.
Nombre científico: Raukaua laetevirens (Gay) Frodin. Sinónimo: Pseudopanax
laetevirens (Gay) Franchet
Familia: Araliaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule al sur.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Árbol hemiepífito de hasta 8 m de altura, de corteza lisa y gris. Las hojas son palmada-
mente compuestas, constituidas por 5 folíolos alargados (3 a 8 cm), de ápice agudo,
borde aserrado y de color verde claro brillante. El pecíolo es de hasta 8 cm de largo.

Las flores se organizan en umbelas y están formadas por 5 pétalos carnosos de color
verde. El fruto es una baya de color verde azulado a azul oscuro, con 4 a 5 semillas.

Esta especie puede comportarse como epífita, en cuyo caso el crecimiento se hace más
lento.

Existe otra especie del género, Raukaua valdiviensis, el curaco, que es un arbusto estric-
tamente trepador; sus hojas poseen entre 3 y 5 folíolos, y estos son desiguales y gene-
ralmente ovalados (no son alargados). Es endémica de Chile y se encuentra entre las
regiones del Maule y Los Lagos. Se incluye una fotografía de la hoja de esta especie,
como referencia.

Usos

Es una especie ornamental recomendada para lugares húmedos.

158
Rama de Raukaua laetevirens con fruto en desarrollo.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

159
Hoja de Raukaua valdiviensis.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

160
Nombres comunes: Taique, chapico, michay blanco.
Nombres indígenas: Trau-trau, chapico (= agua de ají).
Nombre científico: Desfontainia fulgens D. Don. Sinónimo: Desfontainia
spinosa Ruiz et Pav.
Familia: Desfontainiaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule a Magallanes.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un arbusto siempreverde que alcanza hasta 2,5 m de altura. Las hojas son verde os-
curo, brillantes, coriáceas, elípticas, de hasta unos 6 cm x 3 cm, de base cuneada y bor-
de dentado-espinoso. Una característica relevante para reconocer la especie es que las
venas secundarias entran directamente a los dientes del borde de la hoja, formando la
espina.

Las flores son solitarias, alargadas y axilares, de unos 4 a 5 cm de largo, de color rojo in-
tenso hacia la base y amarillo en el ápice, que es más ancho. El fruto es una baya globosa
de color amarillento, con varias semillas.

En los bosques de quebrada de la costa maulina existe una especie muy parecida, con
la cual se la puede confundir; se trata de Griselinia jodinifolia. Las principales diferencias
con Desfontainia fulgens radican en que G. jodinifolia posee hojas de color verde claro
opaco, la lámina generalmente aparece torcida (rara vez la hoja se ve extendida, como
sí sucede con el taique), las venas secundarias son muy poco aparentes y las flores son
pequeñas (miden menos de 0,5 cm), aparecen agrupadas en racimos pequeños y son
de color verde claro.

Usos

Por follaje y floración, es una especie de gran valor ornamental, y ha sido usada tradi-
cionalmente en senderos de acceso a viviendas. De esta especie se obtiene, también,
tintura amarilla.

Observaciones

Se encuentra formando parte del sotobosque o en el borde del bosque. Crece en sue-
los húmedos e incluso en lugares inundables, formando parte de los bosques australes
lluviosos.

161
Flor.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Flores y detalle de la venación secundaria de las hojas.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

162
Detalle hojas y fruto en desarrollo.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

163
Nombres comunes: Tribillo, patagua marina.
Nombres indígenas: Lilinquén, lamulahuén.
Nombre científico: Griselinia jodinifolia (Griseb.) Taub.
Familia: Griseliniaceae.
Distribución: Entre las regiones del Maule y Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un arbusto siempreverde de hasta 2,5 m de alto. Las hojas son verde opaco, coriáceas,
torcidas y con dientes espinosos.

Las flores son pequeñas (menos de 0,5 cm), verdes y se disponen en racimos pequeños.
El fruto es una drupa negro violáceo.

Usos

Especie de uso ornamental.

Observaciones

Crece en suelos ricos en materia orgánica, con cierta humedad y buen drenaje. Es habi-
tual en bosques y matorrales de la zona costera.

Tribillo, hojas e inflorescencia.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

164
Ramilla con frutos en desarrollo (izquierda) y ramilla con frutos maduros (derecha).
Fotografías: Luis Soto-Cerda.

Nombre común: Arrayán macho, espino blanco, espino negro, repu (= corte),
arrayán de espino.
Nombres indígenas: Huayún, liq-huayún.
Nombre científico: Rhaphithamnus spinosus (Juss.) Moldenke
Familia: Verbenaceae (misma familia a la que pertenece el cedrón,
Aloysia citrodora).
Distribución: Desde la Región de Coquimbo a la de Aysén.
Origen geográfico: Nativa (presente también en Argentina y Perú).

Descripción

Arbusto o pequeño árbol de 6 a 7 m de altura como máximo, con corteza agrietada, de


color pardo. Las ramas adultas e inferiores son espinosas, pero no las superiores.

El follaje es denso. Las hojas miden menos de 3 cm de largo, son coriáceas, opuestas, de
color verde oscuro brillante en la cara superior y verde claro en la inferior. En individuos
adultos son de borde entero; se ha observado que en plántulas y rebrotes las hojas pue-
den presentar dientes esporádicos. En la axila de las hojas aparecen espinas de color
amarillo pálido en grupos de 2 o 3.

Las flores son alargadas y de color violeta; no miden más de 2 cm. Los frutos son drupas
brillantes de color azul a violeta metálico y contienen dos semillas duras.

Por la forma de la hoja, a esta especie se la puede confundir con el arrayán (Luma apicu-
lata), por lo que es importante recordar que el arrayán es un árbol que posee corteza de
color rojizo a anaranjado, flores blancas y frutos de color negro violáceo. También se la
podría confundir con otras especies de mirtáceas, frente a lo cual es conveniente tener
presente que las especies chilenas de esta familia no presentan espinas.

165
Usos

Es una especie ornamental, por su follaje y frutos, adecuada para jardines sombríos y
húmedos.

Rama con espinas.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

166
Rama con frutos.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Hojas juveniles con dientes esporádicos.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

167
Nombre común: Nalca, pangue.
Nombres indígenas: Panque, pangke, pangue, nalca.
Nombre científico: Gunnera tinctoria (Molina) Mirb.
Familia: Gunneraceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo al sur.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina)

Descripción

Esta especie no corresponde a un arbusto, sino a una hierba perenne de grandes di-
mensiones, que alcanza 2 a 3 m de altura. Sus tallos son subterráneos (rizomas) y en la
superficie se aprecian sus hojas provistas de largos pecíolos.

Las hojas son de forma redondeada y de gran tamaño (la lámina puede tener un diáme-
tro superior a 1 m), son ásperas, de bordes dentados, arrugadas y con la venación muy
sobresaliente. Los pecíolos son carnosos, gruesos, largos (pudiendo medir alrededor de
1 m) y cubiertos por verrugas que terminan en puntas.

En primavera aparecen inflorescencias alargadas (de unos 30 cm) y voluminosas, de co-


lor rojizo.

Usos

Es una especie de valor ornamental, recomendada para lugares húmedos.

Sus pecíolos son comestibles y se comercializan en el mercado informal, denominándo-


seles nalcas. Se consumen pelados como ensaladas, aderezados con sal y merkén.

Las láminas de las hojas se usan para cubrir los ingredientes del curanto.

La decocción de las hojas genera una bebida similar a la limonada.

Finalmente, con el rizoma se elabora una tintura de color negro. Esta parte de la planta
también es comestible.

Observación

Es una especie que siempre aparece en lugares húmedos y muy húmedos a orillas de
cursos de agua.

168
Nalca, aspecto general.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Inflorescencia, detalle.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

169
Inflorescencia
con frutos madu-
ros, detalle.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

Pecíolo, detalle.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

170
4.5. Especies emblemáticas de los bosques costeros

Rama de pitao (Pitavia punctata) con frutos en crecimiento.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Existen casos simbólicos y muy representativos de especies amenazadas por la activi-


dad humana en la costa de Chile central. Cuatro de ellas están presentes en la Región
del Maule: una trepadora y tres árboles. Estas especies son claros ejemplos de cómo, a
través de la historia del bosque nativo, la gestión irresponsable de la naturaleza pone en
peligro a distintas formas de vida.

El michay rojo es una especie que se desarrolla en lugares rodeados por una matriz de
plantaciones forestales, donde el ramoneo por parte del ganado vacuno es otra gran
amenaza. Así, sería probable que poblaciones aisladas y menos accesibles tengan ma-
yores posibilidades de prosperar. Afortunadamente, durante los últimos años se han
descubierto nuevos enclaves en la Región del Biobío, lo que mejora, en parte, las expec-
tativas para la conservación de la especie.

El pitao, por otro lado, debe su compleja situación a la destrucción de su hábitat con el
fin de establecer plantaciones forestales comerciales, siendo una clara víctima del pro-
ceso de sustitución del bosque nativo costero. También, entre los factores relacionados
con la desaparición de sus poblaciones, se ha documentado el uso de su madera para
leña y la habilitación de sitios para caminos en donde se desarrolla la especie.

El queule tiene una historia similar a la del pitao, aunque, en este caso, se debe sumar el
hecho de que ha sido de gran complejidad lograr la germinación de las semillas (se han

171
planteado diversas hipótesis para explicar esta situación, pero aún no hay una respuesta
satisfactoria).

En el caso del ruil, la explotación irracional, debido a la excelente calidad de su madera,


lo ha llevado al borde de la extinción. Tratándose de un endemismo regional, que se en-
cuentra únicamente en la costa maulina, los pocos bosquetes que aún existen están su-
jetos a una gran presión, incluyendo el desastroso impacto de los incendios forestales.

Todas estas plantas son endémicas de los bosques costeros de la zona centro-sur de
Chile, y todas tienen el límite norte de su distribución en la Región del Maule. Así, la
desaparición de estos bosques costeros implicaría la extinción de estas especies.

En las siguientes páginas se presentan antecedentes generales acerca de estas especies.


Información relevante para este apartado fue tomada de Hechenleitner et al. (2005),
González (1998a), González (1998b), Donoso (2013) y Barstow et al. (2017).

Nombres comunes: Michay rojo, coralillo.


Nombres indígenas: Voqui fuco, voqui pilfuco.
Nombre científico: Berberidopsis corallina Hook. f.
Familia: Berberidopsidaceae (antiguamente en Flacourtiaceae).
Distribución: Por la cordillera de la costa, desde Cauquenes (Región del
Maule) hasta Llanquihue (Región de Los Lagos).
Origen geográfico: Endémica.
Estado de conservación: En peligro (EN), rara.

Descripción

Es una trepadora de tallos volubles que puede alcanzar hasta 15 m de altura. Sus ramas
son péndulas y sus hojas alternas, lustrosas, con el borde dentado, de color verde oscuro
y con la venación notoria.

Las flores son péndulas y de color rojo a escarlata. El fruto es una baya de color morado
oscuro, y madura entre enero y marzo.

Usos

Tradicionalmente se ha usado para cestería y para obtención de fibras para amarrar cer-
cos, cerchas o techos, sogas y cordeles.

Por su condición de especie amenazada, se recomienda su uso como ornamental.

172
Observación

A lo largo de su distribución se encuentra en poblaciones fragmentadas, siempre en


lugares húmedos, como los fondos de quebradas.

Detalle de hojas y flores.


Fotografía: Javier Urzúa Baeza.

Flores.
Fotografía: Carlos Reyes González.

173
Ramas con flores y un visitante.
Fotografía: Carlos Reyes González.

174
Nombres comunes: Pitao, canelillo.
Nombres indígenas: Pitrán, pitao.
Nombre científico: Pitavia punctata (Ruiz & Pav.) Molina
Familia: Rutaceae (misma familia a la que pertenecen los cítricos
y la ruda).
Distribución: Por la cordillera de la costa, entre el río Maule (Región del
Maule) hasta Nahuelbuta (Región de La Araucanía).
Origen geográfico: Endémica.
Estado de conservación: En peligro (EN).

Descripción

Es un arbolito siempreverde que puede medir hasta unos 15 m de altura. Su tronco es


café plomizo y se ramifica desde baja altura.

Las hojas son verde claro, midiendo entre 5 y 8 cm de largo y poseen dientes redon-
deados en todo el borde. Cuando están expuestas al sol, tienden a hacerse coriáceas y
revolutas.

Para reconocer la especie se debe observar dos elementos: las hojas aparecen en grupos
de 3 por nudo (filotaxia verticilada) y las estructuras verdes (hojas, tallos tiernos y frutos)
poseen puntos traslúcidos (se deben observar a contraluz en el caso de las hojas); estos
puntos corresponden a cavidades secretoras que le dan a la hoja del pitao un caracterís-
tico olor, similar al de los limoneros.

Las flores son blancas y aparecen en grupos. El fruto corresponde a una drupa, de color
verdoso a amarillo a la madurez.

A esta especie se la puede confundir con el canelo (Drimys winteri), pero se diferencia de
él por los siguientes atributos:

a. Filotaxia: el pitao posee 3 hojas por nudo (en el canelo hay una o dos).

b. Borde de la hoja: el pitao tiene dientes redondeados (el canelo tiene borde liso).

c. Puntos traslúcidos (el canelo no los tiene).

d. Color de la hoja: en el pitao es verde claro y en el canelo es verde oscuro en el haz y


plomizo en el envés.

e. Aroma (el canelo no posee olor cítrico).

f. Fruto: el del canelo es pequeño, oscuro y contiene varias semillas pequeñas.

175
Usos

La madera de pitao se usó antiguamente para elaboración de utensilios menores.

La infusión preparada con sus hojas tiene propiedades antihelmínticas y antioxidantes.


También se ha documentado que la especie tiene propiedades abortivas. Investigacio-
nes adicionales respaldan las propiedades medicinales de la especie (Castro et al., 2018;
Soto-Cerda et al., 2018).

Es una especie con un gran potencial ornamental.

Observaciones

El pitao es el único representante de las rutáceas que es originario de Chile continental


(otra rutácea chilena es Zanthoxylum mayu, que se encuentran en el Archipiélago de
Juan Fernández).

La destrucción de su hábitat ha sido la principal causa de la desaparición de sus pobla-


ciones. La especie está protegida en las Reservas de Los Ruiles y de Los Queules.

A lo largo de su distribución se presenta en poblaciones fragmentadas, siempre asocia-


do a lugares húmedos, como los bosques higrófilos de quebradas.

Ramilla con hojas de filotaxia verticilada.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

176
Flor.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Rama con frutos.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

177
Follaje expuesto al sol.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Plántula de pitao.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

178
Nombres comunes: Keule, queule.
Nombres indígenas: Queuli, queule, queli, hualhual.
Nombre científico: Gomortega keule (Molina) Baill.
Familia: Gomortegaceae.
Distribución: Por la cordillera de la costa, entre Cauquenes (Región del
Maule), hasta Arauco (Región del Biobío).
Origen geográfico: Endémica de la costa entre las regiones del Maule y del Biobío.
Estado de conservación: En peligro (EN).

Descripción

Es un árbol que puede alcanzar hasta 30 m de altura; la copa es piramidal en ejemplares


jóvenes. El tronco es café grisáceo con múltiples marcas de color café. Puede generar
varios troncos (multifustal); esto se ha observado en varios individuos antiguos, en don-
de la regeneración vegetativa es una estrategia importante para la sobrevivencia de la
especie.

Las hojas son de borde entero y discolóreas, de color verde oscuro en el haz y verde claro
en el envés. La venación es muy poco notoria; las venas secundarias son más evidentes
en la cara superior que en la inferior.

Las flores miden menos de 1 cm de largo, son de color verde amarillento, y poco noto-
rias.

El fruto mide entre 3 y 6 cm de largo, es carnoso, de color amarillo a la madurez (se pa-
rece a los nísperos). Generalmente contiene una semilla envuelta en un carozo pétreo
(extremadamente duro).

A esta especie se le puede confundir con el canelo (Drimys winteri), pero se puede dife-
renciar de él porque el queule tiene hojas de color verde y verde claro (el canelo tienen
el envés plomizo) y por los frutos (el del canelo es pequeño y oscuro).

Usos

Debido a sus problemas de conservación, se recomienda su uso como ornamental.

Sus frutos son comestibles, y con ellos se elaboran mermeladas y un licor artesanal (el
“queulao”).

Observación

A lo largo de su distribución se encuentra en poblaciones fragmentadas, cerca de luga-


res húmedos o con influencia oceánica.

179
Es la única especie de su género (Gomortega) y de su familia (Gomortegaceae). Por lo
tanto, la extinción de esta especie implicaría la desaparición de la familia completa.

Hojas de queule.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Regeneración vegetativa a partir de restos de un árbol antiguo.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

180
Ejemplar de queule creciendo en un bosque de hualo.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

181
Nombre común: Ruil.
Nombre científico: Nothofagus alessandrii Espinosa. Sinónimo: Fuscospora
alessandri (Espinosa) Heenan & Smissen
Familia: Nothofagaceae (antiguamente en Fagaceae).
Distribución: Cordillera de la costa de la Región del Maule, entre Curepto
y Pelluhue, en poblaciones fragmentadas. Forma parte del
tipo forestal Roble-Hualo, dando origen al subtipo
“Bosquetes de ruil”. Generalmente no se asocia a bosques
higrófilos de quebradas.
Origen geográfico: Endémica de la costa de la Región del Maule.
Estado de conservación: En peligro (EN), rara.

Descripción

Es un árbol caducifolio que puede alcanzar hasta 30 m de altura. El tronco es de color


gris claro con grietas irregulares.

Las hojas miden entre 7 y 13 cm de largo, son ovadas, su margen es dentado-espinuloso


y tienen más de 10 pares de venas secundarias, El seno principal, en el margen, se ubica
por encima de las venas secundarias. La venación es prominente. En otoño, antes de
caer, las hojas adquieren tonalidades naranjas.

Las flores son pequeñas y poco notorias. El fruto es seco (nuez), mide entre 6 y 7 mm
de largo, envuelto en una cúpula que se divide en cuatro valvas. Cada cúpula contiene
hasta 3 frutos; el del medio es aplanado, y los demás son de sección triangular.

Usos

Esta especie posee una madera de muy buena calidad, lo que no es de extrañar, debido
a que está emparentada con otros árboles nativos de interés forestal (roble, hualo, raulí,
lenga). A causa de esto, durante el pasado fue intensamente explotada. Ello, sumado a
la destrucción de su hábitat, la ha llevado a ser catalogada como una especie en peligro
(Decreto Supremo N° 75, 2005).

Debido a su estado de conservación, se recomienda su uso como especie ornamental.

Observaciones

El ruil se encuentra protegido en el SNASPE, solo en la Reserva Nacional Los Ruiles.

Existen iniciativas privadas de protección desarrolladas, principalmente, por empresas


forestales en cuyo gran patrimonio a nivel regional se encuentran distintas poblaciones
de la especie. Algunos de estos fragmentos fueron afectados por los incendios foresta-
les del verano de 2017, como el Área de Alto Valor de Conservación de los Ruiles de El
Porvenir, perteneciente a Forestal Arauco y ubicada en el sector de Empedrado.

182
Entre las actividades de conservación de la especie, destacan el establecimiento de
pequeñas plantaciones en la Reserva Nacional Laguna Torca, ubicada en la costa de la
provincia de Curicó (y administrada por CONAF) y en el predio Costa Azul, localizado
en Constitución y perteneciente a la Universidad Católica del Maule.

Al ruil se lo ha considerado como el árbol más amenazado de Chile.

Hoja.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

183
4.6. Árboles de los bosques templados

Vegetación en la parte alta de la Reserva Nacional Los Ruiles.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Debido a que los bosques de quebrada de la costa maulina son ecosistemas especia-
les, en ellos se desarrollan especies que son comunes y abundantes en el sur de Chile,
ya que en estos sitios se presentan condiciones ambientales distintas a las del bosque
maulino típico y semejantes a las de aquellas zonas donde prosperan los bosques val-
divianos australes.

En la Región del Maule se encuentra el límite norte de la distribución de diversas espe-


cies arbóreas cuyos más grandes bosques están en el sur del país. Ejemplo de ello son
el tineo (Weinmannia trichosperma) y el mañío de hojas cortas (Saxegothaea conspicua);
para estos árboles, la costa maulina representa el punto más septentrional donde es po-
sible encontrarlos. Particular importancia tiene el río Maule, que cumple el rol de límite
natural para muchas plantas.

El caso del ñirre (Nothofagus antarctica) es destacable. Por la cordillera de los Andes, su
límite norte se encuentra en la región de O´Higgins, mientras que por la costa aparece

184
en comunidades discretas, teniendo al río Maule como límite norte. Para especies como
esta, los bosques higrófilos de quebrada son hábitat y refugio en la costa maulina. ¿Re-
presentan estas reducidas poblaciones, alejadas de los bosques australes, una reminis-
cencia viviente de biotas de otras épocas?

Árboles como los señalados, a los que habría que agregar el coihue, forman parte de
los bosques húmedos de la costa maulina, mientras que hacia el sur forman bosques de
grandes extensiones. En el Maule, por su limitada presencia, restringida a los bosques
de quebrada, se les considera como vegetación azonal, mientras que hacia el sur forman
parte de la vegetación zonal.

Por lo señalado, se puede postular que la Región del Maule es una zona de transición
en términos biogeográficos, y en las siguientes páginas se describen algunas especies
arbóreas típicas de los bosques del sur de Chile y que forman parte de los bosques de
quebrada de la costa maulina.

Nombre común: Lingue.


Nombres indígenas: Lingue, linge.
Nombre científico: Persea lingue Ness.
Familia: Lauraceae.
Distribución: Desde la Región de Valparaíso hasta la de Los Lagos.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol siempreverde que puede alcanzar hasta 30 m de altura. En ejemplares adul-


tos la corteza es gruesa, rugosa y con pequeñas protuberancias similares a verrugas.

Las hojas son alternas y coriáceas. Pueden medir entre 6 y 12 cm de largo por unos 4 a
6 cm de ancho; son de borde entero y el pecíolo es corto (alrededor de 1 cm). Al sol, se
hacen revolutas. La venación es muy notoria al tacto por el envés. La lámina es de color
verde plomizo y al secarse se torna rojiza.

Las flores son pequeñas y poco notorias. El fruto es una drupa ovalada, verde cuando
joven y negro violáceo a la madurez. Tiene el aspecto de una palta pequeña, que mide
hasta 3 cm de largo.

Esta especie pertenece al mismo género que los paltos, por lo que sus hojas, en muchos
casos, son similares a las de estas especies…, así es que no es de extrañar que en algu-
nas visitas al bosque nativo aparezcan árboles que, sin serlo, tengan aspecto de palto.

185
Usos

La corteza es rica en taninos, por ello se la utilizó en curtiembres.

La madera fue utilizada en mueblería y el pueblo mapuche usa las hojas para curar heridas.

Detalle hojas.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

186
Nombres comunes: Olivillo, palo muerto, aceitunillo.
Nombres indígenas: Tique, teque.
Nombre científico: Aextoxicon punctatum Ruiz et Pav.
Familia: Aextoxicaceae.
Distribución: Desde la región de Coquimbo hasta la de Los Lagos.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Árbol siempreverde de grandes dimensiones. Puede alcanzar hasta 25 m de altura. El


tronco es de color café oscuro.

Las hojas son alargadas, pudiendo medir entre 5 y 7 cm. El haz es de color verde oscuro
opaco y el envés es verde claro. Una característica importante para reconocer la especie
es que hojas, ramillas, yemas florales y frutos en desarrollo presentan puntitos peque-
ños de color café (en las hojas son apreciables en la cara inferior).

Las flores son pequeñas y de color café amarillento, poco notorias. El fruto es una drupa
de 1 cm de largo, de color café oscuro.

Usos

Su madera es de buena calidad, por lo tanto, es una especie atractiva desde el punto de
vista forestal, siendo usada para construcción y leña.

Observaciones

Es la única especie del género Aextoxicon y de la familia Aextoxicaceae, por lo tanto, su


extinción implicaría la desaparición de la familia completa.

Es una especie muy antigua. Un análisis filogenético (Savolainen et al., 2000) sugirió que
esta familia formaría un grupo hermano con la familia Berberidopsidaceae. Así, a causa
de su aislamiento morfológico, Aextoxicon y Berberidopsis podrían representar relictos
provenientes de una flora muy antigua (posiblemente Gondwánica), cuyos parientes
más cercanos ya han desaparecido.

187
Rama con yemas florales.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Puntos café oscuro en las hojas.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

188
Nombres comunes: Avellano, avellano chileno.
Nombres indígenas: Gevuin, Güevin, Ngefu.
Nombre científico: Gevuina avellana Molina
Familia: Proteaceae.
Distribución: Desde la Región de O´Higgins hasta la de Aysén.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol siempreverde de grandes dimensiones, que forma parte de los bosques


templados del centro-sur de Chile. El tronco es de color café grisáceo claro, generalmen-
te liso. Muchos individuos presentan varios troncos (multifustales).

Las hojas son grandes y de tamaño variable, con la lámina dividida en varios folíolos,
de textura coriácea, borde irregularmente aserrado y de color verde oscuro brillante. La
organización de la lámina también es variable, pudiendo ser monopinnada o bipinna-
da, aunque siempre imparipinnada. Debido al gran tamaño de las hojas, pueden dar la
impresión de que se trata de ramas.

Las flores son de color amarillo blanquecino y atraen a las abejas. Tanto los pedúnculos
florales como los brotes vegetativos poseen pilosidad ferrugínea.

El fruto es la avellana, que botánicamente corresponde a una nuez, y durante su desa-


rrollo pasa de color rojo a negro. Su proceso de maduración demora dos años.

El fruto contiene una sola semilla, que es comestible. Es importante notar que estas ave-
llanas no son las que se usan en los chocolates con avellanas; estas corresponden a una
especie originaria del hemisferio norte, Corylus avellana.

Usos

Hojas y ramas del avellano se usan con fines ornamentales en floristería y las avellanas se
comercializan en el mercado informal, pudiendo ser consumidas de distintas maneras.

La especie tiene potencial melífero, por lo que se recomienda su uso en actividades de


apicultura.

Es una especie con gran potencial ornamental, aunque debe considerarse su uso para
ciudades desde la Región del Biobío al sur. Tolera temperaturas superiores a 30°C, siem-
pre que cuente con humedad atmosférica y en el suelo.

Se debe tener en cuenta que es una especie sensible a la contaminación urbana e indus-
trial (Alvarado et al., 2013), por lo que su integración en el arbolado urbano en ciudades
contaminadas es riesgosa.

189
Brotes nuevos pilosos.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

190
Hoja.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

191
Inflorescencias y avellanas en desarrollo.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

192
Nombres comunes: Mañío de hojas cortas, mañío, mañío macho (en Chiloé), mañío
hembra (en el resto del país), lleuque (en bosques costeros de
las regiones de Los Ríos y Los Lagos).
Nombre indígena: Mañíu.
Nombre científico: Saxegothaea conspicua Lindl.
Familia: Podocarpaceae.
Distribución: Desde el río Maule hasta la Región de Aysén.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol siempreverde con copa piramidal cuando adulto. El tronco es café, ligera-
mente rojizo y con desprendimientos de corteza en forma de tiras longitudinales. Las
ramillas tienden a ser verticiladas u opuestas.

Las hojas son cortas y delgadas; miden entre 1 y 2 cm de largo y unos 0,3 cm de ancho,
y poseen un mucrón pinchador.

Es la única podocarpácea chilena que produce conos, por lo que esta característica es
muy útil para diferenciar a Saxegothaea de todas las demás especies de la familia. En
ausencia de estructuras reproductivas puede confundirse con el lleuque (Prumnopitys
andina), pero este se diferencia de Saxegothaea porque sus hojas no son clavadoras y
sus ramillas tienden a ser alternas. En Prumnopitys andina, por lo demás, las semillas,
solitarias, van envueltas en arilos carnosos, lo que les da el aspecto de un grano de uva
(de ahí el otro nombre común para esta especie: “uva de cordillera”).

Usos

La madera es de buena calidad, aunque no es muy usada, probablemente debido a las


sinuosidades de los troncos. Se ha usado para pisos, puertas, ventanas, escaleras, reves-
timientos interiores y muebles, entre otros.

Es una especie con gran potencial ornamental.

193
Ramillas verticiladas.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Ramilla de Saxegothaea
conspicua con cono en
desarrollo.
Fotografía:
Christian Valdés-Reyes.

194
Prumnopitys andina, el lleuque: ramilla con semilla y arilo carnoso. Se puede apreciar, también, que las hojas
no tienen el ápice agudo como Saxegothaea.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

195
Nombres comunes: Mañío de hojas largas, mañío.
Nombre indígena: Mañiu.
Nombre científico: Podocarpus saligna D. Don
Familia: Podocarpaceae.
Distribución: Desde el río Maule hasta Osorno.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un árbol siempreverde que alcanza grandes dimensiones y copa piramidal cuando


adulto. El tronco es de color café rojizo con capas de corteza desprendiéndose en forma
de tiras de distintos anchos. Las ramas de la parte inferior del árbol son péndulas.

Las hojas son alargadas y falcadas (se curvan en forma de C), miden entre 5 y 9 cm de
largo por 1 cm de ancho.

Las semillas se disponen en pares, sostenidas por un pedúnculo que remata en una es-
tructura carnosa (epimacio), que es rojizo mientras que las semillas son de color violeta.
Muchas veces una de las semillas del par aborta.

Usos

A pesar de la buena calidad de su madera, no es de gran uso forestal.

Es una especie apreciada como ornamental en jardines y plazas. Se usa profusamente


en arreglos florales.

Semillas maduras sostenidas por el epimacio.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

196
Nombres comunes: Fuinque, romerillo, helecho arbóreo, ramadilla (en Cauquenes).
Nombres indígenas: Huinque, fuinque, piune, moré.
Nombre científico: Lomatia ferruginea (Cav.) R. Br.
Familia: Proteaceae.
Distribución: Desde la Región del Maule al sur.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol siempreverde pequeño que puede llegar a 8 o 10 m de altura. El tronco es recto


y poco ramificado; ramillas y brotes nuevos están cubiertos por vello ferrugíneo afelpado.

Las hojas de esta especie son muy características. Son grandes y compuestas, imparipinna-
das y bipinnadas, de color verde oscuro. Cuando se secan y caen toman un color ferruginoso.
Por su aspecto, parecen hojas de helecho (de ahí toma uno de sus nombres comunes).

Las flores aparecen en racimos y son de color amarillo verdoso por fuera y anaranjado rojizo
por dentro. El fruto es un folículo café oscuro, con 12 a 17 semillas aladas en su interior.

Usos

Del extracto de sus hojas y corteza hervidas, mezclado con madera de Archidasyphyllum
diacanthoides, se preparan medicinas contra cólicos y problemas hepáticos.

La madera es hermosa y apreciada en carpintería.

Su uso más frecuente es como especie ornamental, siendo recomendada para sectores
húmedos y sombríos. Se le utiliza, también, en arreglos florales.

Ramificaciones.
Fotografía:
Christian Valdés-Reyes.

197
Hoja.
Fotografía:
Christian Valdés-Reyes.

Brotes nuevos con tomento ferrugíneo.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

198
Nombres comunes: Ñirre, Ñire, Nirre, Nire, ñiré, anís, roble negro (en Cauquenes).
Nombre indígena: Ñirre, que deriva de Ngërü (zorro en mapudungún).
Nombre científico: Nothofagus antarctica (G. Forst.) Oerst.
Familia: Nothofagaceae (antiguamente en Fagaceae).
Distribución: Desde la Región de O´Higgins al sur; por la costa, el límite norte
de su distribución se encuentra al sur del río Maule.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol caducifolio típico de los bosques fríos australes; en la alta cordillera y en mu-
chos sectores de su distribución (en Patagonia, por ejemplo) se desarrolla como arbusto
achaparrado (de baja estatura) y en otras condiciones crece con hábito arbóreo.

El tronco puede presentarse tanto recto como tortuoso. En ejemplares jóvenes la corte-
za es lisa con puntitos de color claro, mientras que en individuos adultos es fibrosa, con
la apariencia de hilachas delgadas que se disponen una junto a la otra.

Las hojas son simples, membranosas a coriáceas, y de borde aserrado. Poseen menos
de 7 pares de venas secundarias y, por el borde, entre dos venas secundarias consecuti-
vas, hay varias cúspides agudas (esta característica permite diferenciarlo de Nothofagus
pumilio, la lenga, ya que esta especie presenta, en el borde de la hoja entre dos venas
consecutivas, dos dientes redondeados).

Las flores femeninas presentan una estructura extrafloral denominada cúpula, la que se
abre en cuatro valvas escamosas pequeñas, liberando tres nueces de menos de 1 cm de
largo (en la lenga, la cúpula se abre en dos valvas y encierra solo una nuez).

Esta especie puede confundirse con otros árboles del género Nothofagus, con los que
comparte distribución en los bosques de quebrada de la costa maulina:

a. Nothofagus obliqua (Sinónimo: Lophozonia obliqua): es el roble, hualle, walle, pellín o


coyám. Se diferencia del ñirre porque la hoja del roble posee entre 7 y 10 pares de ve-
nas secundarias y entre dos venas consecutivas hay un seno principal muy notorio, la
hoja es más alargada y su base es oblicua. También, en individuos adultos, la corteza
del roble es agrietada (no fibrosa).

b. Nothofagus glauca (Sinónimo: Lophozonia glauca): es el hualo, roble colorado o roble


maulino. Se diferencia del ñirre porque la hoja del hualo es áspera al tacto (como len-
gua de gato), porque su lámina es mucho más ancha, porque posee entre 7 y 10 pares
de venas secundarias y porque la corteza del árbol se desprende en capas papiráceas,
como si fuera una torta de mil hojas. También, el hualo produce nueces grandes (de
alrededor de 1,5 cm de largo).

199
c. Nothofagus alpina (Sinónimos: Lophozonia alpina, Nothofagus nervosa, N. procera): es
el raulí o roblí. Se diferencia del ñirre porque sus hojas tienen más de 10 pares de
venas secundarias y porque su corteza, en individuos maduros, posee grietas longi-
tudinales.

d. Nothofagus alessandrii (Sinónimo: Fuscospora alessandri): es el ruil. Se diferencia del


ñirre porque sus hojas poseen más de 10 pares de venas secundarias y porque su
corteza no es fibrosa.

e. Nothofagus dombeyi: es el coihue. Se diferencia del ñirre porque sus hojas son peren-
nes, de color verde oscuro, su venación es muy poco notoria (comparativamente), su
ramaje es estratificado y su corteza no es fibrosa.

Usos

Su madera es de excelente calidad, sin embargo, solo se usa como leña. Además, es una
especie atractiva como ornamental debido al tono rojizo que toma el follaje en otoño.

Detalle de la corteza de ñirre adulto.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

200
Ramilla.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

201
Hoja de ñirre en otoño.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Rama de ñirre con cúpulas en desarrollo.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

202
Ñirres de hábito tortuoso en el bosque higrófilo.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

203
Nombres comunes: Tineo, palo santo, teñío, tarco.
Nombres indígenas: Teñíu, mëdehue, madén.
Nombre científico: Weinmannia trichosperma Cav.
Familia: Cunoniaceae.
Distribución: Desde la costa de la Región del Maule hasta Aysén.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol siempreverde que puede alcanzar 30 m de altura. La corteza es de color gris


claro, con rugosidades y líneas horizontales suaves.

Las hojas de esta especie son inconfundibles y de gran belleza. Son compuestas impari-
pinnadas, con extensiones alares triangulares entre folíolos consecutivos. El conjunto es
lustroso, de color verde oscuro en el haz y verde claro en el envés.

Las flores son pequeñas y de color blanco, mientras que los frutos son cápsulas de color
café-rojizo que poseen semillas muy pequeñas.

Usos

Su madera es de buena calidad, de color rojo con vetas pardas, de gran dureza. Su leña
es de regular calidad.

Su corteza se usa para curar heridas provocadas por las monturas a los caballos. En me-
dicina indígena se usa para curar heridas, tumores y diarreas crónicas.

Se recomienda su uso como ornamental. Es una especie de gran belleza y que actual-
mente se encuentra en peligro por sustitución del bosque nativo.

204
Hojas del tineo.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

205
Nombres comunes: Tayú, palo santo, palo blanco.
Nombres indígenas: Trevo, tevo, tayo.
Nombre científico: Archidasyphyllum diacanthoides (Less.) P.L. Ferreira,
Saavedra & Groppo. Sinónimo: Dasyphyllum diacanthoides
(Less.) Cabrera.
Familia: Asteraceae (Compuestas).
Distribución: Desde Curicó hasta Chiloé.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol siempreverde que puede alcanzar 20 m de altura. Su tronco es recto, con


corteza de color grisáceo o violáceo. Una característica relevante de esta especie es la
presencia de pares de espinas de alrededor de 1 cm de largo en ramas jóvenes, cerca del
punto de inserción de las hojas.

Las hojas son simples, coriáceas, de pecíolo corto, alternas, de 6 cm de largo por 2 cm de
ancho, sin pilosidad y de borde entero amarillento, con un mucrón en el ápice.

Las flores son blancas y suavemente perfumadas, dispuestas en capítulos solitarios. Los
frutos son aquenios cilíndricos pubescentes.

Esta especie puede confundirse con el tayú del norte (Archidasyphyllum excelsum), de la
que se diferencia, principalmente, porque esta última presenta los capítulos agrupados
en racimos o espigas.

Usos

No existen antecedentes de uso forestal comercial para esta especie. Pese a ello, su ma-
dera se emplea como leña y sus raíces para elaboración de artesanías.

Es, también, una especie melífera y de uso medicinal para el pueblo mapuche (como
antitusivo y para curar infecciones de piel y úlceras).

Observación

De acuerdo con los investigadores Luis Felipe Hinojosa y Carolina Villagrán (1997), esta
especie, una de las dos asteráceas arbóreas que se desarrollan en el cono sur de Suda-
mérica, es un elemento muy antiguo de la flora sudamericana, anterior a la formación
de la Cordillera de Los Andes.

206
Rama de tayú con espinas.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Detalle hojas de tayú con mucrón apical.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

207
Inflorescencia de tayú.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

208
Nombres comunes: Coihue, coigüe.
Nombre indígena: Coihue.
Nombre científico: Nothofagus dombeyi (Mirb.) Oerst.
Familia: Nothofagaceae (antiguamente en Fagaceae).
Distribución: Desde la Región de O´Higgins a la de Aysén.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un árbol siempreverde de tronco grueso y recto que puede alcanzar más de 4 m de


diámetro a la altura del pecho y una altura máxima que ronda los 40 m. En ejemplares
adultos, las ramificaciones tienden a organizarse de forma estratificada (en distintos ni-
veles), por lo que, desde lejos, el aspecto del árbol recuerda a un bonsái.

Sus hojas son perennes, coriáceas, miden hasta 3,5 cm de largo, de forma relativamente
rómbica y borde aserrado. Las hojas tienen 5 a 6 pares de venas secundarias, con 1 a
2 venas basiscópicas y entre 0 y 2 venas intersecundarias. Ambos lados de los dientes
del borde son rectos (este detalle lo diferencia de las otras dos especies de coihues que
existen en el sur del país).

Al igual que en otras especies del género, las flores son pequeñas, provistas de una cú-
pula extrafloral, y los frutos corresponden a nueces.

Usos

Su madera es apreciada, dada su fácil trabajabilidad cuando seca, para construcción,


revestimientos, pisos, carpintería y leña.

También, es una especie valorada como ornamental en parques, plazas y grandes espa-
cios.

Observación

Es una especie generalmente asociada a condiciones húmedas, por lo que en la Región


del Maule aparece vinculada a los bosques ribereños, ya sea en quebradas o junto a cur-
sos de agua mayores, siendo parte de la vegetación azonal. En el sur, al ser imperantes
las condiciones más húmedas, forma parte de la vegetación zonal.

209
Ramilla de coihue
con frutos en desa-
rrollo.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

Ejemplar joven de
coihue.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

210
Bosque de coihues maduros en invierno.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

211
4.7. Especies esclerófilas y del bosque maulino presentes en los bosques de quebrada

Bosque maulino en otoño.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

El bosque maulino se encuentra principalmente representado por el hualo (Nothofagus


glauca). Junto con el roble (Nothofagus obliqua), definen el tipo forestal Roble-Hualo.
Es, además, un tipo forestal rico en endemismos. Con el paso de los años, la extracción
irracional y la sustitución, entre otros procesos, terminaron por disminuir considerable-
mente su superficie y afectar su continuidad. Actualmente, este bosque se encuentra
reducido y fragmentado, especialmente en la zona costera.

Por otro lado, en la Región del Maule también es posible encontrar especies asociadas
al bosque y matorral esclerófilo, que se caracterizan por ser capaces de subsistir en con-
diciones semiáridas (donde otras especies no lo hacen); pertenecen a estos ecosistemas
el boldo (Peumus boldus), el litre (Lithrea caustica) y el peumo (Cryptocarya alba). Sus
hojas son muy duras, estando adaptadas para minimizar la pérdida de agua por evapo-
transpiración. Estos ecosistemas también han sido objeto de una intensa explotación y
destrucción; a ello se suma el hecho de que, actualmente, en la zona central, las forma-
ciones esclerófilas se ven amenazadas por problemas graves asociados a la disponibili-
dad de agua.

Los bosques de quebrada, con sus reducidas dimensiones, sirven de hábitat para es-
pecies provenientes de otros ecosistemas, generalmente destruidos por la actividad
humana (u otros factores). Ejemplo de ello son las especies del bosque esclerófilo y
del bosque maulino que han sido eliminadas para establecer asentamientos humanos,
cultivos agrícolas, zonas ganaderas, plantaciones forestales y proyectos inmobiliarios,

212
encontrando en las quebradas un último refugio para desarrollarse, ya que han sido
desplazadas del que solía ser, originalmente, su hogar.

Las especies de estos grupos más comúnmente observadas en las quebradas costeras
son las que se muestran en las próximas páginas.

Nombre común: Peumo.


Nombres indígenas: Pengu, peumu.
Nombre científico: Cryptocarya alba (Molina) Looser
Familia: Lauraceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo a la de La Araucanía.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un árbol siempreverde que puede alcanzar hasta 20 m de altura. Su follaje es denso y


la corteza es de color pardo (y, a veces, agrietada).

Las hojas miden entre 3 y 8 cm de largo y 2 a 4 cm de ancho. Son coriáceas, simples,


glabras, de bordes a veces ondulados (cuando están al sol), otras veces lisas (a la som-
bra), verdes en el haz y plomizas en el envés. Cuando se parten, desprenden un intenso
aroma muy característico.

Las flores son pequeñas y aparecen agrupadas. El fruto es una drupa de color rojo a ro-
sado claro (a veces blanquecino), de unos 2 cm de largo.

Usos

Su madera es dura y resistente a la humedad, aunque poco utilizada. La corteza es rica


en taninos, por lo que se usa en curtiembres.

Las hojas contienen alcaloides y taninos, pudiendo ser usadas para trastornos hepáti-
cos, reumatismo, hemorragias vaginales y otros problemas de salud.

Los frutos son comestibles y con las semillas molidas se elabora una pomada para el
tratamiento del catarro vaginal.

Es una especie melífera y también se le cultiva como especie urbana en calles, parques
y plazas.

213
Observación

Es una especie de gran capacidad invasora, ya que coloniza fácilmente distintos hábi-
tats, estableciéndose exitosamente en diferentes comunidades, lo que implica un cam-
bio en la composición futura del bosque y en la química del suelo.

Regeneración de peumo.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Hoja de peumo.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

214
Nombre común: Litre.
Nombre indígena: Litre.
Nombre científico: Lithrea caustica (Molina) Hook. et Arn.
Familia: Anacardiaceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo a la de La Araucanía.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un árbol siempreverde muy ramificado y frondoso, que muchas veces se desarrolla


como arbusto. Puede medir entre 5 y 15 m de altura.

Las hojas son simples, muy coriáceas, alternas, de borde entero y con la venación muy
marcada. Un par de detalles relevantes para reconocer la especie son los siguientes:

a. Las venas secundarias, antes de llegar al borde de la hoja, se dividen en Y.

b. Las venas y el borde de la hoja son de color amarillo.

Las flores son pequeñas, amarillentas y poco notorias, agrupadas en racimos. El fruto
es una drupa relativamente globosa y comprimida lateralmente, de menos de 1 cm de
diámetro. El pericarpio es papiráceo, amarillento o beige, liso y brillante.

Usos

Uno de los usos más comunes para el litre es la producción de leña y carbón.

Los frutos son alimento de aves y zorros, que dispersan las semillas.

Es una especie con buenas aptitudes como ornamental, aunque no se utiliza mucho
para este fin, debido a que produce alergias cutáneas en algunas personas.

Se recomienda su uso para recuperación de suelos degradados, ya que la especie resiste


el establecimiento a pleno sol, con poco riego y en suelos pobres, los que ayuda a me-
jorar.

Observación

Forma parte, principalmente, del bosque esclerófilo, habitando sitios áridos y expuestos
al sol. Es una especie que también aparece en sectores más húmedos. Como ya se dijo,
produce alergias, que, a veces, pueden ser severas. Por esto último es importante que
las personas que suelen ir de caminata por los cerros de Chile central aprendan a reco-
nocerlo sin tocarlo.

215
Detalle de la hoja del litre.
Fotografía:
Luis Soto-Cerda.

Rama con frutos.


Fotografía:
Christian Valdés-Reyes.

216
Nombres comunes: Boldo, boldu.
Nombre indígena: Folo.
Nombre científico: Peumus boldus Molina
Familia: Monimiaceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo (por la costa) y desde la Región
Metropolitana (por los Andes), a la de Los Lagos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un árbol siempreverde que en el límite norte de su distribución puede alcanzar los


6 m de altura, mientras que hacia el sur puede llegar a 20 m. Es de tronco corto, grueso,
agrietado y muy ramificado, de follaje denso.

Las hojas son coriáceas, simples, de elípticas a ovadas, de borde entero, algo discolóreas,
con la cara superior áspera (posee gran cantidad de glándulas) y aromáticas (al triturar-
las se libera la fragancia característica). Cuando están expuestas al sol directo, se hacen
revolutas.

Las flores, pequeñas y de color blanco cremoso, se disponen en racimos. El fruto es una
drupa amarilla de alrededor de 1 cm de diámetro, con la superficie densamente glandu-
losa; es comestible y de agradable sabor.

Usos

Su madera se usa para elaborar carbón y leña.

Su principal valor radica en las propiedades que poseen sus hojas, corteza y frutos. Las
hojas se usan en infusión para afecciones hepáticas; por ello, la cosecha de hojas es la
actividad comercial más relevante que se lleva a cabo con esta especie.

La especie es rica en boldina, precursor de moléculas orgánicas y de aplicaciones medi-


cinales. La corteza posee taninos que se usan en curtiembres y para teñir lanas de color
amarillo. Los frutos contienen proteínas, minerales y se usan para elaborar la chicha de
boldo.

El boldo es una especie adecuada para ser usada como ornamental, a pesar de su lento
crecimiento.

Observaciones

Es un árbol que forma parte del bosque esclerófilo, creciendo principalmente en el área
de influencia del clima mediterráneo, aunque extendiéndose a las regiones semiáridas
del Norte Chico.

217
Resiste la escasez de agua, pero no las bajas temperaturas, el exceso de humedad ni
mucha sombra.

Detalle hojas revolutas.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Rama con frutos.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

218
Nombres comunes: Maqui, clon.
Nombres indígenas: Koelon, maquei, queldrón.
Nombre científico: Aristotelia chilensis (Molina) Stuntz
Familia: Elaeocarpaceae.
Distribución: Desde la Región de Coquimbo a la de Aysén. También en el
Archipiélago de Juan Fernández, formando parte del bosque
y matorral esclerófilo.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Especie que puede alcanzar los 10 m de altura, siendo multifustal o con ramificaciones
desde baja altura, por lo que se lo describe, también, como arbusto. La corteza es plomi-
za y blanda; las ramillas suelen ser rojizas. Puede perder follaje parcialmente.

Las hojas son simples, coriáceas, péndulas, con el pecíolo y la venación de color rojo
vinoso. Se ha observado que los individuos que se desarrollan en la costa presentan
pilosidad en las hojas; en otras condiciones, las hojas son glabras.

Las flores son pequeñas y de color verde amarillento. Existen individuos masculinos,
femeninos y hermafroditas. Solo los dos últimos producen frutos. Se ha observado, tam-
bién, que individuos de un solo sexo pueden desarrollar estructuras reproductivas del
sexo contrario.

El fruto es una baya carnosa de color rojo violáceo a negro violáceo brillante, de menos
de 1 cm de diámetro, conteniendo hasta 4 semillas.

Usos

La especie posee propiedades medicinales y alimenticias. Es antiinflamatoria y analgé-


sica, se usa para curar heridas y quemaduras, ya sea por la aplicación directa de tallos y
hojas o por la elaboración de ungüentos e infusiones. Tiene efecto sobre afecciones a la
garganta, intestinos y úlceras bucales.

Los frutos, por la gran cantidad de taninos, ayudan con las colitis y disenterías. La corteza
alivia el dolor de cabeza. Se ha probado su uso para controlar enfermedades en cultivos.

Sus frutos se consumen de distintas maneras (frescos, mermeladas, helados, jugos); po-
seen antioxidantes y fibra dietaria, siendo adecuados para el desarrollo de productos
nutracéuticos. Existe un creciente mercado exportador de frutos de maqui, por ser repu-
tados como antioxidantes, y diversas iniciativas de investigación y desarrollo asociadas
a la especie.

Es una especie de gran importancia para los pueblos originarios.

219
Observación

Es una especie pionera, lo que significa que es de las primeras en colonizar sitios altera-
dos o dañados. Por tal motivo, puede ocupar el hábitat de otras especies, comportán-
dose como invasora.

Ramillas y hojas de maqui.


Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

Flores femeninas de maqui.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

220
Nombre común: Hualo, roble maulino, roble colorado.
Nombre indígena: Hualo.
Nombre científico: Nothofagus glauca (Phil.) Krasser.
Sinónimo: Lophozonia glauca (Phil.) Heenan & Smissen.
Familia: Nothofagaceae (antiguamente en Fagaceae).
Distribución: Desde la Región Metropolitana a la del Biobío.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un árbol caducifolio de grandes dimensiones que puede alcanzar 30 m de altura y un


diámetro a la altura del pecho de 2 m.

La corteza del árbol es única y permite diferenciarlo de todas las otras especies del bos-
que nativo: se desprende en capas papiráceas delgadas de colores cálidos a terrosos
(café rojizo a amarillo), como si fuera de mil hojas.

Las hojas son simples, de membranosas a coriáceas, ásperas en la cara superior (como
lengua de gato), discolóreas, de borde aserrado, con la base acorazonada y tienen entre
7 y 10 pares de venas secundarias.

Las flores masculinas aparecen sobre pedúnculos pequeños y las femeninas van inser-
tas dentro de la cúpula (estructura extrafloral). Las cúpulas se abren en cuatro valvas, al
interior de las cuales se aprecian tres nueces de alrededor de 1,5 cm de largo (son las
nueces más grandes entre las especies del género Nothofagus en Chile).

Usos

Su madera se destina a construcción, leña y carbón.

Observación

Debido a la excelente calidad de su madera, los bosques dominados por esta especie
(el “bosque maulino”) han sido explotados intensamente. Actualmente, la superficie
cubierta por bosques de hualo es muy reducida y los individuos adultos son escasos,
existiendo principalmente en zonas de altas pendientes, a salvo de la sustitución, prote-
gidos por las restricciones legales impuestas para las actividades forestales.

221
Hoja.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Corteza.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

222
Ejemplar maduro.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

223
Nombres comunes: Tabaco del diablo, tupa, trupa.
Nombres indígenas: Tupa, trupa.
Nombre científico: Lobelia tupa L.
Familia: Campanulaceae.
Distribución: Desde la Región de Valparaíso a la de Los Lagos.
Origen geográfico: Nativa (también presente en Argentina).

Descripción

Es un arbusto caducifolio, con gran capacidad de rebrote, que mide hasta 4 m de altura
y produce un látex blanco que es tóxico. Toda la planta está cubierta de vellos densos.
Las hojas son membranosas, alternas y con la venación notoria.

Las flores aparecen en racimos terminales, y miden unos 5 cm de largo, son rojas y labia-
das, apareciendo en primavera y verano. Los frutos son cápsulas que contienen nume-
rosas semillas.

Usos

Es una especie de gran valor ornamental.

Observaciones

Aparece en sitios abiertos, a pleno sol o en sitios parcialmente sombríos; en el caso de


las quebradas exploradas, se la observó hacia la periferia del bosque.

Aspecto general de la planta.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

224
Detalle inflorescencia.
Fotografía: Christian Valdés-Reyes.

225
Flor de tupa con un visitante.
Fotografía: Luis Soto-Cerda.

Nombre común: Teresa.


Nombre científico: Scutellaria valdiviana (Clos) Epling
Familia: Lamiaceae (Labiadas).
Distribución: Entre las regiones del Maule y Los Ríos.
Origen geográfico: Endémica.

Descripción

Es un arbusto que puede medir hasta 1,5 m de altura. Las hojas son coriáceas, con forma
de corazón, de 4 x 3 cm, con el borde entero o ligeramente denticulado. La cara superior
es verde brillante y la inferior es blanca y tomentosa.

Las flores son tubulares y de color rojo púrpura. Los frutos están compuestos por cuatro
nueces pequeñas.

226
Usos

Se recomienda darle uso ornamental para favorecer su conservación.

Observaciones

Para comenzar, es importante precisar que esta especie no pertenece a los bosques de
quebrada, sino que aparece en el borde de bosques sombríos y húmedos.

La única población de esta especie observada por los autores de este libro se encuentra
protegida en el predio Costa Azul, que pertenece a la Universidad Católica del Maule y
se ubica en Constitución.

La especie se describió originalmente para la Región del Maule y para la zona de Valdivia;
sin embargo, en el tramo sur de su distribución no ha sido observada desde hace varios
años. De corroborarse esta información, la especie vería reducidas sus poblaciones a las
de la costa maulina y podría terminar convirtiéndose en un nuevo endemismo regional.

Individuo creciendo en un claro del bosque.


Fotografía: Luis Soto-Cerda.

227
4.8. Resumen de los inventarios vegetacionales

En términos globales, se contabilizó un total de 168 taxa, incluyendo 144 nativos (de los
cuales 53 son endémicos) y 24 introducidos. En la mayor parte de los sectores se obser-
vó la presencia de canelo y mirtáceas como especies dominantes (lo que se corresponde
con el criterio de selección inicial de los bosques, según el estudio fitosociológico de la
década de 1980). En algunos sectores estos taxa ya no están presentes o se encuentran
reducidos a especies acompañantes (Camino a Toconey, Porvenir).

Con los inventarios realizados en cada sitio, se pudo determinar indicadores de bioca-
lidad, que permiten organizar prioridades de conservación en cada caso. Estos indica-
dores corresponden a las proporciones de especies endémicas (índice de endemismo o
IE) y de especies introducidas (especies invasoras o EI) con respecto a la riqueza total de
especies de cada sitio. IE > 50 indica lugares altamente relevantes para la conservación
de la biodiversidad y EI > 50 indican lugares altamente perturbados.

Cuadro 4.1. Resumen de resultados de los inventarios vegetacionales e


indicadores de biocalidad.

Sector Nativas Endémicas Introducidas Total IE (%) EI (%)


Agua buena 19 8 3 30 27 10
Camino a Toconey 11 10 8 29 34 28
Canelillos 24 16 4 44 36 9
Carrizal de Putú 18 14 8 40 35 20
Costa Azul 16 11 5 32 34 16
Cruceros 17 6 3 26 23 12
La Aguada 29 19 3 51 37 6
Loma Limpia 17 11 3 31 35 10
Los Coihues 29 16 5 50 32 10
Los Tepúes 21 13 4 38 34 11
Manquimávida 24 13 1 38 34 3
La Matanza 27 12 6 45 27 13
Nini - Piragua 20 7 4 31 23 13
Paso Mora 26 17 4 47 36 9
Pellines 13 4 5 22 18 23
Porvenir 7 7 1 15 47 7
Tregualemu
(Reserva Nacional 28 19 1 48 40 2
Los Queules)
Reserva Nacional
Los Ruiles 31 18 3 52 35 6
Río Curanilahue 27 13 10 50 26 20

228
Es interesante que los sectores con IE más altos se concentran hacia el sur de la región
(Porvenir, Tregualemu, Paso Mora, Canelillos, La Aguada, Reserva Nacional Los Ruiles) lo
que concuerda con el hecho de que la cordillera costera maulina, al sur del río Maule,
es un punto relevante para la diversidad de flora. La excepción la constituyen Carrizal
de Putú y Loma Limpia, en el sector Gualleco, lo que es un indicador de que también
otros sitios, a pesar de los distintos grados de intervención y degradación que presen-
tan, conservan la condición de hábitat y refugio para especies endémicas, poniendo de
manifiesto la importancia de los bosques costeros de Chile central para la conservación
de la biodiversidad.

Del mismo modo, se destaca Camino a Toconey porque, a pesar de tener uno de los EI
más altos, también tiene un IE elevado, producto de la colonización del sitio por espe-
cies de distintas formaciones vegetacionales.

En los anexos se presenta el listado completo de taxa registrados para los bosques de
quebrada de la costa maulina descritos en este libro.

229
5. DIVERSIDAD DE HONGOS: EL REINO INEXPLORADO, EL REINO FUNGI

Por Christian Valdés-Reyes (texto y fotografías)

El mundo de los hongos, o Reino Fungi, es uno de los conjuntos de seres vivos menos
investigados hasta el día de hoy. Del potencial número de hongos existentes en todo el
planeta apenas el 7% se ha descrito, a diferencia de otros reinos como Animalia (12%),
Plantae (72%), Protozoa (22%) y Chromista (47%) (Mora et al., 2011), haciendo que este
grupo sea, indudablemente, el menos explorado y con la mayor diversidad por descu-
brir.

En tal contexto, este capítulo muestra una parte de la diversidad fúngica de los bosques
de quebrada de la costa maulina, específicamente macrohongos, que son aquellos hon-
gos y mixomicetos que forman cuerpos fructíferos de un tamaño superior a los 2 mm y
que se pueden observar a simple vista (Senn-Irlet et al., 2007). Por ende, en esta sección
se señalan las características generales que los distinguen de otros organismos y algu-
nos elementos relevantes para comprender el mundo de los hongos y su importancia,
tanto ecológica como cultural. Cabe destacar que solo se mostrarán 3 grupos de macro-
micetos: Ascomycetes y Basidiomycetes (para el caso de hongos) y Myxomycota.

Mycena cyanocephala (hongo azul), una seta nativa que puede encontrarse desde la
zona central hasta el extremo sur.

230
5.1. Características de los hongos

Hay algunas particularidades que distinguen al Reino Fungi de los otros: 1) los hongos
no poseen clorofila, y por lo tanto; 2) su nutrición es heterótrofa, además que; 3) su
pared celular está compuesta de quitina (Gamundi & Horak, 1993). Este conjunto de
características es lo que diferencia a este Reino de los demás, pues si solo fueran sepa-
rados, por ejemplo, por poseer una pared celular compuesta de quitina, compartirían
el mismo grupo que la gran mayoría de las especies del Phylum Arthropoda (insectos,
arácnidos, crustáceos y miriápodos) (Borror et al., 1989), que poseen en su exoesqueleto
este compuesto, el cual les otorga gran resistencia. Esto es exactamente lo mismo que
si en el Reino Animalia, se agrupara a moscas, mariposas, murciélagos y aves solo por
poseer alas, ¿sería el criterio más adecuado?

Lo que sí está claro, en términos generales, es que los hongos presentan dos fases, una
vegetativa y otra reproductiva (Campbell & Reece, 2004). En la fase vegetativa están
formados por células alargadas y tubulares llamadas hifas que son como pequeños
hilos de unas pocas micras de diámetro, aunque pueden llegar a medir kilómetros en
longitud. Al conjunto de hifas se le conoce como micelio y permanece sobre el sustrato
todo el año, siendo las setas y otras formas existentes solamente la fructificación del
organismo (Furci, 2007). Una excepción son los hongos unicelulares no filamentosos,
como las levaduras, que no forman micelio.

Con solo remover hojarasca, puede observarse toda la estructura vegetativa de los hongos,
el micelio, encargado de conectar y comunicar todo el bosque.

231
En la fase reproductiva, los hongos forman más de un centenar de estructuras muy
llamativas, de diversos tamaños y colores, que pueden medir desde unos pocos milí-
metros hasta casi un metro de diámetro; estas estructuras son las que se conocen como
setas o callampas, del quechúa “k’allampa”, que básicamente significa hongo.

La seta o cuerpo fructífero es solo la estructura reproductiva del hongo, encargada de dispersar las esporas y,
por ende, la que mantiene vivo este ciclo interminable.

Los hongos poseen un alto contenido de agua, siendo, en algunos casos, hasta el 90%
(Cano & Romero, 2016); por ello, necesitan vivir en ambientes preferentemente húme-
dos, aunque también hay hongos en los desiertos, con adaptaciones especiales para re-
sistir a la sequía como, por ejemplo, los hongos con morfología gasteroide, que protege
las esporas al interior de la estructura reproductiva.

En la actualidad, algunos grupos son excluidos del Reino Fungi por no presentar algunas
de las características mencionadas, pero anteriormente se incluían en él. Algunos de
ellos son los mixomicetes. A diferencia de los hongos, efectúan la nutrición mediante fa-
gocitosis; sin embargo, por el parecido de algunas de sus estructuras reproductoras con
las de los hongos, son estudiados por los micólogos y tratados como “hongos análogos”
(Kirk et al., 2008).

232
Comatricha nigra en formación. Es un mixomiceto muy común en restos de madera.

5.2. Clasificación taxonómica

La taxonomía es la ciencia que se dedica a clasificar a los seres vivos a través de una
ordenación jerárquica, yendo desde lo más general a lo más específico: Reino, División
o Phylum, Clase, Orden, Familia, Género y Especie. El avance de la biología molecular ha
estado dejando casi obsoleta la clasificación “tradicional” de los seres vivos; en el caso de
los hongos, el estudio “habitual” se basa en las estructuras tanto macroscópicas como
microscópicas, las cuales están sujetas a discusión, por lo que no existe una clasifica-
ción definitiva y aceptada por toda la comunidad científica. Debido a lo anterior, este es
un tema complicado para muchos investigadores que se especializan en esta rama, ya
que existe un constante cambio o actualización de géneros, familias, hasta órdenes, e
inclusive algunos especímenes quedan sin una jerarquía taxonómica, debido a que hay
carencia de información sobre el parentesco u otro carácter entre los distintos taxones
y son catalogados como “incertae sedis” (casos en que no es posible ubicar un individuo
dentro de un taxón). Sin embargo, a pesar de las complicaciones que implica el estu-
dio de estos organismos, los avistamientos de las setas y el definirlas en base a sus
características macroscópicas siempre serán validados como un primer paso para
comprender el mundo de los hongos.

El Reino Fungi tiene más de 100 órdenes, sobre 500 familias, alrededor de 5.000 géneros
y más de 100.000 especies descritas hasta la fecha. En su división se encuentran 6 clasi-
ficaciones principales: Ascomycota con 64.163 especies (la más abundante); Basidiomy-

233
cota con 31.515; Blastocladiomycota con 179; Chytridiomycota con 706; Glomeromycota
con 169; y Neocallimastigomycota con aproximadamente 20 especies (Kirk et al., 2008).

El Phylum Ascomycota es el grupo más grande y diverso, representando el 60% de las es-
pecies y el 72% de los géneros descritos (Medel et al., 1999; González & Hanlin, 2008; Kirk
et al., 2008). A grandes rasgos microscópicos, este grupo tiene sus esporas contenidas en
“ascas”, que son estructuras similares a unos sacos y su reproducción es sexual; mientras
que también pueden poseer esporas asexuales denominadas “conidios”. En su mayoría
son setas con forma de pequeñas tacitas o copas; algunos de estos ejemplos en Chile
son los géneros Peziza, Aleuria, Bisporella. También hay en forma de colmenillas como el
género Morchella, los dihueñes con forma de esfera gelatinosa y las cotizadas trufas que
en el país solo son cultivadas. En este grupo también se encuentran las levaduras.

Peziza violacea (copa de hada violeta), seta perteneciente al Phylum Ascomycota,


frecuente en suelos quemados.

El Phylum Basidiomycota, u hongos en clava, se distingue por la presencia de estructuras


microscópicas llamadas basidios, que son células en forma de mazo o bastón. La diver-
sidad de formas de esta división es tan grande que se pueden encontrar de tipo repisa,
estrellas de tierra, nidos de ave, agaricales (la típica seta con pie y sombrero) y coralinos,
entre otros (Tortora et al., 2007). Algunas de las especies más conocidas que crecen en el
país, tanto nativas como introducidas, son el changle (Ramaria flava), loyo (Butyriboletus
loyo), las callampas del pino (género Suillus), el género Cortinarius, asociado en Chile a la

234
familia Nothofagaceae, los hongos con forma de oreja de palo (Trametes, Stereum, etc) y
la clásica Amanita muscaria, entre miles de otros.

Gymnopilus junonius (hongo de la risa), seta perteneciente al Phylum Basidiomycota,


muy común en tocones y bases del tronco de eucaliptos.

Por otro lado, los Myxomycetes, aunque también son incluidos en algunos estudios y
libros sobre hongos, tienen morfología y tipos de vida distintos. Desde el punto de vista
taxonómico se ubican en el Reino Protista, Phylum Amoebozoa y reciben el nombre co-
mún de hongos mucilaginosos o mixomicetos (también conocidos como slime molds en
inglés). A pesar de que constituyen una parte importante de la biota, son obviados con
frecuencia en los estudios ecológicos, probablemente por ser considerados de presen-
cia esporádica y dispersa (Lado, 2001). Actualmente se reconocen cerca de 1.000 espe-
cies de mixomicetos, divididas en seis órdenes principales: Ceratiomyxales, Cribrariales,
Echinosteliales, Trichiales, Physarales y Stemonitidales (Lado & Rojas, 2020).

235
Arcyria oerstedii (caramelo de carnaval) del Orden Trichiales.

5.3. Importancia ecológica

Se desarrollan en lugares húmedos y oscuros, pues no necesitan luz para sobrevivir, a


diferencia de las plantas que son organismos autótrofos y necesitan de la energía lumí-
nica. Es debido a su forma de nutrición que los hongos están más emparentados a los
animales que con los vegetales.

Son organismos que, esencialmente, necesitan de material orgánico para cumplir sus
ciclos de vida, o sea, necesitan nutrirse de materia vegetal o animal, viva o muerta y bajo
esta dependencia de carácter nutritivo se los puede clasificar como saprótrofos, parási-
tos o simbiontes micorrízicos (Cuesta, 2003).

Saprótrofos: constituyen los principales descomponedores de la materia orgánica.


Habitan sobre madera (cortezas, troncos, tocones, ramas, ramillas, restos carbonizados,
etc.) y restos vegetales muertos, contribuyendo al reciclado de la materia en el ecosis-
tema y a la generación de suelo. Estos hongos toman la materia orgánica muerta trans-
formándola en moléculas sencillas que absorben a través de sus paredes y membranas.
Esta continua degradación de los desechos y restos orgánicos de otros organismos,
hace que los nutrientes esenciales puedan estar nuevamente biodisponibles para ser
absorbidos por otros organismos del ecosistema (Cuesta, 2003; Donoso, 2008).

236
Marasmius sp., hongo saprotrófico que puede encontrarse en hojas y madera.

Parásitos: se alimentan de otros organismos vivos causándoles algún nivel de daño, e


incluso la muerte. Se desarrollan en diversos tejidos, como maderas, hojas y hasta en
insectos, además, son capaces de crecer y desarrollarse sobre materia orgánica muerta
(Valenzuela 1998; Cuesta, 2003). Desde este punto de vista nutritivo con el hospedante,
los hongos parásitos pueden ser:

a. Parásitos biotróficos, cuando obtienen su sustento directamente de las células vivas;


se les llama también “parásitos obligados” debido a que requieren que su huésped
esté vivo. Es el caso de la familia Cyttariaceae, a la que pertenecen los dihueñes s.l.

b. Parásitos necrotróficos, cuando primero destruyen la célula parasitada y luego ab-


sorben sus nutrientes; a estos hongos se los llama también “parásitos facultativos”, ya
que pueden cambiar su grupo trófico de parásito a saprófito (desde el punto de vista
nutritivo), y seguir viviendo. Algunos de estos hongos son los del género Ganoderma
(yesqueros) y Fistulina (lenguas de vaca).

237
Cyttaria espinosae (dihueñe) un parásito biotrófico de la familia Nothofagaceae.

Micorrízicos: son uno de los tipos de simbiosis (entre planta y hongo) más abundantes
de la biosfera. Esta asociación mejora la absorción de agua y nutrientes de la raíz, per-
mitiendo que las plantas colonicen los suelos más pobres. El principal beneficio para
ambos organismos es el intercambio de nutrientes (Read & Pérez-Moreno, 2003). Los
hongos reciben principalmente carbohidratos y las plantas obtienen elementos como
fósforo, nitrógeno y agua a través de las hifas asociadas (Smith & Read, 1997). Se estima
que el 80% de las plantas vasculares se encuentran asociadas a hongos, sin los cuales no
resistirían eventos climáticos como la sequía, la falta de nutrientes en el suelo, o serían
atacadas con mayor fuerza por ciertos patógenos. Actualmente se reconocen siete tipos
de simbiosis micorrícicas: arbuscular (endomicorriza), ectomicorriza (micorriza forma-
dora de setas), ectendomicorriza, arbutoide, monotropoide, ericoide y de orquídeas
(Bethlenfalvay & Linderman, 1992; Smith y Read, 1997).

238
Stephanopus azureus, seta ectomicorrícica nativa que se asocia a árboles de la familia Nothofagaceae,
principalmente coigüe (Nothofagus dombeyi).

5.4. Importancia cultural

Los hongos han despertado el interés y la curiosidad desde las civilizaciones más anti-
guas y, como no se conocía muy bien su naturaleza, siempre fueron objeto de múltiples
leyendas e historias. Los egipcios los utilizaban como alimento (para elaboración de pan
y cerveza). Si bien no comprendían el proceso biológico que ocurría (fermentación, pro-
ducida por hongos microscópicos llamados levaduras), sin embargo sabían muy bien
lo que pasaba al dejar pasar horas o días los alimentos a la intemperie: un cambio de
texturas y sabores.

También los griegos y los romanos usaron los hongos como alimento y medicina; cono-
cían tanto la comestibilidad como la toxicidad de muchas setas y desde entonces han
quedado registros trágicos y curiosos. Una seta célebre es la Amanita caesarea y se llama
así porque se la consideraba un manjar propio de los césares (se la llamaba también
“Amanita de los Césares” o “Huevo del Rey”). Según los registros, era tal la afición que
tenía el emperador Claudio por esta seta, que su sobrina Agripina le cambió el plato de
Amanita caesarea por Amanita phalloides (considerada la seta más mortal), y sin darse
cuenta Claudio se las comió y falleció. Todo esto parte de su plan para que su hijo Nerón,
quien era el sucesor de Claudio, ascendiera más rápido al trono.

239
Amanita phalloides (Hongo de la muerte) [No avistado en las quebradas].

También, al otro lado del mundo, en Centroamérica, hacia el 3.000 a.C., ya eran utilizadas
las setas con fines mágicos, terapéuticos y religiosos, por diversas culturas precolombi-
nas y así lo demuestran diversas evidencias arqueológicas, etnohistóricas y etnográficas
encontradas en México, Costa Rica, Honduras, El Salvador, entre otras.

En cuanto a las leyendas, una de las más intrigantes eran los círculos que formaban las
setas, llamados hasta hoy en día como “anillos de hadas” o “corros/círculos de brujas”.
Se decía que en esos círculos las hadas bailaban por la noche y los sapos se acercaban
a verlas; si los sapos eran venenosos, las setas se volvían tóxicas, pero si los sapos eran
inofensivos, las setas eran comestibles. Otro dato interesante sobre estos anillos es la de-
nominada Noche de Walpurgis (Walpurgisnacht, en alemán), celebrada entre las noches
del 30 de abril al 1 de mayo en el continente europeo, una celebración pagana atribui-
da y arraigada a los antiguos brujos que realizaban sus danzas y rituales al interior del
bosque y que al terminar la ceremonia dejaban estos anillos de setas en los claros del
bosque, los que hoy se denominan círculos de brujas en recuerdo de este rito.

240
Mycena leptocephala en plantaciones de Pinus, formando una figura elipsoidal.

Hoy en día las fructificaciones de los hongos, o en rigor las setas, se asocian más a juegos
y a la literatura infantil, sirviendo de hogar a seres fantásticos (como gnomos, duendes o
hadas) e inspiración para series animadas de televisión, como “The Smurfs (Los Pitufos)”
donde cierto hongo ha ganado fama y quedado marcado en el inconsciente colectivo,
por ser la casa de estos seres: la conocida Amanita muscaria, misma seta que ha servido
de inspiración para la imagen navideña que hoy se conoce como “Santa Claus”.

Amanita muscaria (falsa oronja), posiblemente, la seta más conocida de todas.

241
El reconocimiento de los hongos alucinógenos, tóxicos, comestibles y aquellos que no
tienen algún valor culinario fue una actividad muy compleja para las antiguas civiliza-
ciones, ya que este conocimiento se obtenía solo a base de prueba y error. En la actua-
lidad hay muchas fuentes de información donde consultar cuáles son las setas que no
se deben consumir en ninguna circunstancia. Es muy importante tener presente que no
existe ningún único indicador fiel de que una seta es comestible o venenosa: ni el
color, ni la presencia de un anillo y/o volva, ni la oxidación al corte, ni la textura, ni
la viscosidad, entre otras características. Si no se está seguro sobre la comestibilidad
de una seta cualquiera, esta no se debe consumir por ningún motivo y lo más sensato es
preguntar siempre a personas que estén adecuadamente informadas del tema.

Agaricus xanthodermus (champiñon silvestre), especie tóxica.

En Chile, los hongos han servido como bases alimenticias para algunas culturas ancestra-
les, como es el caso de los Mapuche. Algunos de los hongos consumidos por esta etnia
son Amanita diemii y A. merxmuelleri, comúnmente llamados “piojento” y “piojento negro
(rau-rau)”, respectivamente, así como también hongos del género Ramaria y Cyttaria.

El reconocimiento de las especies comestibles de Amanita se basa en las características


macromorfológicas que les han sido enseñadas por sus antepasados, así como también
la época y por el hábitat donde suelen localizarse (bajo árboles del género Nothofagus,
como: hualle, hualo, coigüe, lenga, entre otros, a mediados de otoño e invierno). Una

242
vez recolectadas, las setas son frecuentemente colocadas encima de una estufa a leña,
apoyadas sobre su sombrero; a sus láminas se le adiciona sal, aceite y otros aliños, se
espera a que se cocinen y una vez listas solo se come el sombrero. Su carne es blanca,
con sabor agradable y suave.

Amanita merxmuelleri (piojento negro).

243
Durante estos meses también hacen la recolección de hongos del género Ramaria, co-
nocidos como changle, usualmente consumidos en empanadas y guisos, y de sabor muy
agradable. Por otro lado, en primavera la recolección de hongos se basa en el ñengm o
diweñe, que se conoce científicamente como Cyttaria. La fructificación de estos se da en
árboles del género Nothofagus, pero al ser parásitos salen en las ramas o tumores que
ocasionan en los troncos. Estos se consumen en forma de pebre con verduras o fritos
con huevos.

Ramaria flava (changle).

244
Cyttaria berteroi.

Marasmiellus alliodorus (hongo oloroso), seta utilizada como condimento al sur del país
por su característico olor a ajo.

245
A fin de cuentas, ¿cuál es la importancia de los hongos? Pueden ser muchas las acotacio-
nes sobre su papel fundamental, sin embargo, las más rescatables y ahondadas en este
capítulo son las siguientes:

a. Son recicladores fundamentales de la materia e intervienen en la mayoría de los pro-


cesos de descomposición; esto por parte de los saprótrofos.

b. Son capaces de controlar las poblaciones tanto de plantas como animales (por parte
de los parásitos), evitando que exista una especie dominante sobre otra. El equilibrio
en la naturaleza es fundamental; un claro ejemplo de esto se da en zonas tropicales
donde existe mayor diversidad de hongos entomopatógenos de la familia Cordyci-
pitaceae, siendo el género Cordyceps el más conocido. Sus esporas se introducen en
gran variedad de insectos (principalmente hormigas), apoderándose de estos orga-
nismos y controlando sus movimientos, por lo que se les conoce comúnmente como
“hongos zombies”. Una vez que toman el control de sus cuerpos, los conducen a la
parte más alta posible, a nivel de bosque, donde al cabo de unos días crece un cuer-
po fructífero que disemina nuevamente esporas para atacar a otros insectos. En la
mayoría de los bosques del mundo los parásitos son los encargados de que no exista
dominio de una o más especies: sin ellos posiblemente no existiría la diversidad ac-
tual.

c. Mantienen la salubridad de todos los ecosistemas terrestres, esto por las complejas
relaciones simbióticas que se dan entre las raíces de las plantas y el micelio de los
hongos: las micorrizas, que proveen nutrientes que las plantas no pueden sintetizar
fácilmente y viceversa, las protegen de agentes patógenos, otorgándoles mayor re-
sistencia frente a factores abióticos, solo por mencionar algunas funciones.

d. Tienen importancia ancestral para diversos pueblos originarios:


i. Proveen medicina (como el caso de la penicilina).
ii. Algunos hongos microscópicos son la base alimentaria principal de varias cul-
turas del mundo, como los que intervienen en la elaboración del pan, el vino, la
cerveza y variedades de quesos (las conocidas levaduras).

e. Además, las setas u hongos macroscópicos son fuentes de energía, antioxidantes y


nutrientes. También, muchos de ellos tienen propiedades medicinales anticanceríge-
nas, como Trametes versicolor, Hericium (melena de león), Ganoderma lucidum (reishi),
Lentinula edodes (shiitake), etc.

f. Por último, se han empezado a utilizar los hongos como los nuevos “biomateriales
del futuro”, esto debido la gran plasticidad que tiene el micelio para transformarse en
diversos objetos, desde zapatos hasta infraestructuras de construcción.

Toda la importancia que se describe es solo posible de comprender y ejercer mediante


el conocimiento y el estudio de la diversidad de hongos que existen en el mundo. Para
contextualizar esto en la realidad local, se presentan en las próximas páginas algunos

246
de los macromicetos más comunes encontrados en bosques de quebrada de la costa
maulina, indicando principalmente su naturaleza (grupo trófico), origen biogeográfico,
ubicación del registro, una descripción morfológica y algunos antecedentes ecológicos.

Rickenella fibula, seta que fructifica sobre musgos y en zonas muy húmedas.

247
Lactarius deliciosus a orillas de los cursos de agua en las quebradas.

248
Nuevamente, es preciso destacar que conocer esta diversidad de estos organismos es
de gran importancia, ya que permite describir el estado de un bosque (tanto a nivel de
salubridad como de alteraciones), contribuir al aprovechamiento sostenible de produc-
tos forestales no madereros (PFNM), mejorar planes de reforestación, mediante el uso
de macromicetos formadores de micorrizas que confieren a su huésped mayor proba-
bilidad de germinación y sobrevivencia. Lo anterior es un tema relevante en la palestra
contemporánea, ya que se necesitan impulsar nuevos protocolos considerando la ve-
getación autóctona para disminuir los efectos del “cambio climático” y micorrizándolas
ex-situ a las que ya se les conoce su relación simbiótica. Por ello, se debe estudiar este
mundo tan poco explorado de los hongos, ya que son un factor clave para entender y
comprender el funcionamiento de los ecosistemas forestales.

Cortinarius austroturmalis, especie comestible poco conocida y micorriza


de árboles del género Nothofagus.

249
5.5. Descripción de hongos

Se han seleccionado 18 agrupaciones de hongos y mixomicetos en base a una especie,


género o familia de un total de 348 que fueron encontrados en 17 bosques de quebrada
durante el periodo comprendido desde mediados del 2017 hasta finales del 2019 (Val-
dés, 2020). De los hallados, 9 son parásitos, 9 endófitos, 98 simbióticos y 232 saprófitos
y desde una perspectiva taxonómica, se encontraron 29 especies de Ascomycota, 310
especies de Basidiomycota y 9 especies de mixomicetos.

Casi el 50% de hongos saprótrofos muestran especifidad por el sustrato leñoso, siendo
las especies Myrceugenia exsucca, Aextoxicon punctatum, Drimys winteri, la familia No-
thofagaceae y las especies esclerófilas donde es más frecuente hallarlos. Los parásitos
tienen principalmente dependencia por el sustrato leñoso como Nothofagus dombeyi,
mientras que los endófitos no tienen preferencia exacta sobre qué planta habitan. Los
simbiontes micorrízicos fueron hallados con mayor frecuencia bajo el dosel de las No-
thofagáceas, y que, en rigor, es la única familia arbórea nativa que presenta esta asocia-
ción simbiótica.

Los géneros más comunes para cada grupo trófico fueron: Cortinarius (simbiótico), My-
cena (saprófito), Ganoderma (parásito) y Xylaria (endófito). Por otro lado, los géneros
más comunes para los ascomicetos fueron Bisporella y Chlorociboria, para los basidiomi-
cetos Cortinarius y Mycena, y para mixomicetos Fuligo y Ceratiomyxa.

Mycena galericulata, una seta saprotrófica muy común en todo tipo de bosques.

250
También se hallaron ectomicorrizas introducidas de los géneros Amanita, Suillus, Lacta-
rius, Russula y Laccaria en varias quebradas. Hay especies de Amanita, Laccaria y Russula
nativas que se asocian a Nothofagus, sin embargo Lactarius y Suillus no son micorrizas
de Nothofagus, una situación alarmante, pues es “común” verlas fructificando dentro de
bosques nativos, lo que puede generar un problema a futuro sobre si el micelio de estos
hongos introducidos compite fuertemente con los nativos, y por ende terminar despla-
zando a estas especies y que aunque sea solo una hipótesis en opinión de este autor,
ya hay estudios en los que se ha reportado Amanita muscaria asociada a Nothofagus
cunninghamii (especie que no corresponde a su huésped natural) en Australia (Dunk
et al., 2012) y sobre su alto potencial invasor (Dickie & Johnston, 2008).

5.5.1. Phylum Ascomycota

 Chlorociboria aeruginascens (Nyl.) Kanouse ex C.S. Ramamurthi, Korf & L.R. Batra

Clasificación taxonómica

Clase: Leotiomycetes.
Orden: Helotiales.
Familia: Chlorociboriaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita


Rol ecológico: Saprotrófico
Registros: Tregualemu (Reserva Nacional Los Queules); Paso Mora;
Los Coihues (Santa Olga).

Descripción

Esta seta con forma de tachuela o copa, e intenso color turquesa, no pasa desapercibida
entre los restos podridos de madera del género Nothofagus principalmente, aunque en
las quebradas se observó su presencia en troncos caídos de Gomortega keule y otras
especies arbóreas. Descrito por primera vez en 1868 bajo el nombre de Peziza aeruginas-
cens, este hongo, aunque es pequeño y difícil de avistar, deja un rastro muy característi-
co: un manchón verdeazulado que indica que la seta estuvo ahí. Este color tan llamativo
es producido por el compuesto llamado xylindein (en inglés) o xylindeina (Maeda et al.,
2003), que está presente en la estructura interna del hongo. Siglos atrás (del XVIII al XIX)
esta madera teñida fue muy apreciada en la carpintería del Reino Unido por sus magní-
ficos acabados y tonalidades (Blanchette et al., 1992).

Sus nombres comunes son tachuela verde, “green oak” o “green elf cup”, traducido, este
último, como “copa de duende verde”; además es posible encontrarlo durante todo el
año en algunas quebradas de la Región del Maule, a veces con sus cuerpos fructíferos y
otras dejando su rastro de madera podrida coloreada.

251
Chlorociboria aeruginascens en tronco de Nothofagus dombeyi.

Rastro azul verdoso característico de Chlorociboria aeruginascens.

252
 Sowerbyella rhenana (Fuckel) J. Moravec

Clasificación taxonómica

Clase: Pezizomycetes.
Orden: Pezizales.
Familia: Pyronemataceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Rol ecológico: Ectomicorrízico / Saprotrófico.
Registros: La Aguada.

Descripción

El género Sowerbyella tiene alrededor de 18 especies. En Chile se encuentra Sowerbyella


rhenana, especie que puede confundirse con Aleuria aurianta, pero la principal caracte-
rística diferenciadora entre estas dos es su color y pie. S. rhenana es de color amarillento
limón, mientras de A. aurianta es anaranjada; además, esta seta no tiene pie y S. rhenana
sí lo posee.

Se trata de una especie clasificada como rara o poco común en otras partes del mundo
y que prefiere lugares con musgos, bajo coníferas o helechos. En el caso de Chile se des-
conoce su estado de conservación y se puede avistar bajo árboles de la familia Notho-
fagaceae donde, al parecer, establece asociaciones simbióticas, aunque también se la
clasifica como saprófita (Hobbie et at., 2001; Tedersoo & Smith, 2013; Hubregtse, 2019).

Tiene una forma de copa muy regular cuando se encuentra en crecimiento, pero al lle-
gar a la madurez los bordes se vuelven irregulares y tienden a irse hacia el interior de la
copa. Hay reportes de que su carne es insípida, por lo que no presenta interés gastro-
nómico, y su nombre común o popular es “Aleuria del Rin”; aleuria” = relativo a la harina,
por su pruína harinosa, “rhenana” = a orillas del Rin (donde se descubrió).

253
Sowerbyella rhenana entre hojarasca de lingues y hualles.

Aleuria aurianta, ascomiceto que se confunde por su forma de copa con S. rhenana.

254
5.5.2. Phylum Basidiomycota

 Amanita muscaria (L.) Lam.

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Agaricales.
Familia: Amanitaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Introducido.


Grupo trófico: Ectomicorrízico.
Registros: Camino a Toconey, Paso Mora, La Matanza, La Aguada,
Nini-Piragua.

Descripción

Posiblemente sea el hongo, o seta en estricto rigor, más reconocido del mundo, por su
sombrero color rojizo con escamas blancas, su aparición en el famoso videojuego Mario
Bros., por ser el ícono sagrado para pueblos originarios de Estados Unidos, Rusia y Me-
soamérica (Lee et al., 2018), así como también su no tan alejada relación con la leyenda
de “Santa Claus”.

De nombres comunes falsa oronja, matamoscas, seta de los enanitos, agárico de las
moscas, etc., es un hongo de naturaleza ectomicorrícica que se asocia comúnmente a
los árboles del género Fagus, Abies, Betula (en el hemisferio norte) y a plantaciones de
Pinus y Eucalyptus en Chile (Valenzuela et al., 1998; Daniele et al., 2005). El epíteto espe-
cífico “muscaria” proviene del latín musca, mosca, y hace referencia a la interacción que
se produce entre este hongo y los insectos, pues los paraliza temporalmente.

La mayor fama se la lleva por ser una seta empleada por diversas culturas en el mundo
con fines ceremoniales (Hinojosa & Marín-Gutiérrez, 2017). Tiene un componente llama-
do muscimol, potente psicoactivo que al consumirlo actúa sobre el sistema neurológico
provocando somnolencia y/o alucinaciones. Además, es un hongo altamente peligroso
que contiene muscarina, una sustancia tóxica que provoca principalmente dolores gas-
trointestinales, por lo que el llamado es a no consumir este tipo de hongos, ya que en el
peor de los casos (aunque muy raro) puede ocasionar la muerte (Johnston et al., 1968;
Curtis & Félix, 1971; Woo-Sik et al., 2014).

255
Amanita muscaria en crecimiento: tiene el sombrero hemisférico.

Amanita muscaria en estado adulto: el sombrero se aplana.

256
 Familia Cortinariaceae

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Agaricales.
Familia: Cortinariaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Amplio, las que se encuentran en Chile son nativas, ya que se
asocian a Nothofagus.
Grupo trófico: Ectomicorrízico.
Registros: Paso Mora, La Matanza, La Aguada.

Descripción

Esta familia de hongos corresponde a una de las más numerosas del mundo, con alrede-
dor de 2.100 especies aceptadas a la fecha. La familia toma su nombre de su género más
grande: Cortinarius. Son de naturaleza ectomicorrícica y se asocian con varios árboles,
en el hemisferio norte con: Betula, Alnus, Fagus, Quercus, Picea y Abies (Niskanen et al.,
2012; Stensrud et al., 2014), por mencionar algunos, mientras que, en el hemisferio sur,
especialmente en Chile, con árboles de la familia Nothofagaceae (Moser & Horak, 1975).

Cortinariaceae es una familia tan grande que se hace bastante difícil de identificar; por
ello, a menudo se utilizan subgéneros para hacer una separación macroscópica entre
los cuerpos fructíferos. Los subgéneros más comunes (aunque hay más clasificaciones)
son: Cortinarius (el pie y sombrero son secos, de tamaño apreciable); Myxacium (el pie y
sombrero son viscosos, pegajosos); Phlegmacium (solo el sombrero es viscoso, el pie es
seco) y; Dermocybe (son secos y de tamaño pequeño), por lo que, Cortinarius magella-
nicus sería: Cortinarius sub. Myxacium, entre otros (Moser & Horak, 1975).

Cortinarius presenta una gran variedad de colores y formas (tanto agarical como secotioi-
de), y también cuenta con especies tóxicas y otras comestibles. Una de las características
macroscópicas para la identificación del género es que las setas producen un velo entre
el sombrero y el pie al momento de su crecimiento, una especie de cortina que recubre
esta zona, de ahí el nombre del género (Orton, 1955). A medida que crecen, la cortina se va
perdiendo poco a poco, pero deja su rastro en las orillas del sombrero, como también un
resto en el pie formando a veces un anillo, que en la mayoría de los casos es de tonalidad
marrón. En Chile la especie más conocida del género es Cortinarius magellanicus, una seta
de color violeta intenso con una capa mucilaginosa (babosa) que recubre toda la seta.

Se ha estimado que más del 80% de las especies del género Cortinarius presentes en
Chile son endémicas de los bosques de Nothofagaceae del sur de Sudamérica (Moser &

257
Horak, 1975; Horak, 1980; Garrido, 1988). Las fotografías muestran variedades de Corti-
narius como también la característica de la cortina típica de este género.

Cortinarius sp. en crecimiento. Se ve claramente la cortina entre el


borde del píleo y el pie.

258
Cortinarius sp. con restos de cortina de color marrón dorado en el pie.

Cortinarius magellanicus (subgénero Myxacium), el Cortinarius más conocido


de los bosques andinopatagónicos de Chile.

259
Cortinarius sp. del subgénero Dermocybe, caracterizado por setas de pequeño tamaño
y de colores rojizos, amarillentos y verdes.

 Género Ganoderma

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Polyporales.
Familia: Ganodermataceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Parásito facultativo.
Registros: Paso Mora, La Matanza.

Descripción

Ganoderma es un género de hongos poliesporosos que crecen en madera, e incluye cer-


ca de 80 especies, muchas de origen tropical (Kirk et al., 2008). En Chile, las Ganoderma
más comunes son G. australe y G. applanatum. Se pueden encontrar parasitando árboles
de la familia Nothofagaceae; de hecho, es muy común verlas en coihues (Nothofagus

260
dombeyi). Pueden generar una o diversas fructificaciones en los árboles, en los cuales
segregan una serie de compuestos que degradan la madera poco a poco. Si el árbol
muere, los ejemplares de esta especie pueden seguir su ciclo de vida actuando como
saprófitos (desde el punto de vista nutritivo), de aquí es que viene la terminología de
facultativo: es decir, que cambia su forma de alimentación o rol ecológico (Turner, 1981;
Pilotti et al., 2004; Thawthong et al., 2017).

Tiene una forma semicircular, es de color marrón y tiene un peso considerable. Carece
de pie; su parte inferior (el himenio), por donde caen las esporas, es blanquecino y con
múltiples tubos parecidos a los que tienen las maderas de latifoliadas y coníferas. Un
dato interesante sobre el uso de estos hongos, es en las antiguas culturas que usaban
estos ejemplares como “yesqueros”, es decir una especie de mecha o antorcha para ca-
minar en la oscuridad de la noche y para tener de iluminación dentro del hogar (Sán-
chez et al., 2017; Berihuete-Azorín et al., 2018). Hoy en día, este género es de uso exten-
sivo en la medicina tradicional asiática, como Ganoderma lucidum por su gran cantidad
de polisacáridos anticancerígenos (Kao et al., 2013; Sohretoglu & Huang, 2018) y para
biorremediación (Rigas et al., 2007; Kuhar, 2013).

Ganoderma sp. en la base de un ejemplar de Nothofagus dombeyi.

261
 Guepiniopsis alpina (Tracy & Earle) Brasf.

Clasificación taxonómica

Clase: Dacrymycetes.
Orden: Dacrymycetales.
Familia: Dacrymycetaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Endémica de los bosques de Nothofagaceae del sur


de Sudamérica.
Grupo trófico: Saprotrófico.
Registros: Paso Mora, La Matanza.

Descripción

El género Guepiniopsis tiene alrededor de 10 especies, distribuidas ampliamente en el


mundo. En Chile se encuentra Guepiniopsis alpina (antes llamada Heterotextus alpinus),
que se halla en ramas muertas de Nothofagus, comúnmente en coihues y lengas (Horak
& Gamundi, 1993). Son pequeñas, de apenas 1 cm de diámetro, de colores blanqueci-
nos, amarillentos, naranjas y rojizos, con una forma de cono o copita. Su aspecto gelati-
noso y rígido hace que la mayor parte de las personas piense que son comestibles, pero
desde el punto de vista gastronómico no tienen ningún interés (son insípidas).

Aparecen frecuentemente, y en abundancia, durante los meses de primavera descom-


poniendo ramas y ramillas, tanto de especies caducifolias como siempreverdes. Esta
seta tiene muchos nombres comunes, como “hongo gelatinoso”, “taza de jalea”, “jalea
cono alpino”, “pastilla de goma de los pobres” y la más común: “gomita del bosque”. Se
ha documentado además que es consumido por un escarabajo de la familia de los tene-
briónidos, de hábitos nocturnos, Heliofugus sp.

262
Guepiniopsis alpina de coloración rojiza en ramas de Nothofagus dombeyi.

Guepiniopsis alpina de coloración amarillenta en ramas de Nothofagus dombeyi.

263
 Género Hygrocybe

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Agaricales.
Familia: Hygrophoraceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Incierto (clasificado como saprotrófico y ectomicorrícico).
Registros: Tregualemu (Reserva Nacional Los Queules), La Aguada.

Descripción

Se trata de un género de hongos agaricales conocidos a nivel mundial como “waxcaps”,


que en su mera traducción sería algo como “sombreros de cera”. Se hallan tanto en el
hemisferio norte como sur y son muy frecuentes de encontrar en praderas o pastizales
(Boertmann, 2010; Halbwachs et al., 2013).

Los cuerpos fructíferos de estas especies son a menudo muy brillantes, viscosos y de
colores vivos como verdes, rojos, amarillos y anaranjados. Como son tan frecuentes de
ver en el otro hemisferio su preocupación de conservación es menor; en el caso de Chile,
no hay mucha información y tampoco son muy frecuentes o abundantes. Se pueden
encontrar tanto en el borde como en el interior de bosques y a veces en parques y pra-
deras. Actualmente en la base de datos del MMA hay una especie llamada Hygrocybe
striatella en estado vulnerable por las pocas localidades donde se ha observado.

No se sabe con certeza la naturaleza de este género: hay reportes de que son saprófi-
tos y otros micorrícicos (Griffith et al., 2002; Seitzman et al. 2011; Knudsen & Vesterholt,
2012), sin embargo, una investigación hecha a base de firmas isotópicas demostró que
ciertas especies de este género son endófitas (Silva-Flores, 2011), es decir, hongos que
viven dentro de la planta y son capaces de moverse en el interior de esta sin ocasionar
daño ni beneficio y se sospecha que todo el género pueda serlo.

Este género contiene alrededor de 150 especies descritas y las más comunes en Chile
son: Hygrocybe conica e Hygrocybe coccinea. Hygrocybe conica se conoce comúnmente
como “sombrero de bruja”, es de sombrero color amarillo anaranjado a rojo brillante con
pie amarillo verdoso y al poco tiempo ennegrece gradualmente; por otro lado, Hygro-
cybe coccinea es de color rojizo brillante tanto el sombrero como el pie con tonos ama-
rillentos.

264
Hygrocybe conica (sombrero de bruja) en la Reserva Nacional los Queules.

Hygrocybe cf. coccinea (higróforo escarlata), fructificando sobre musgos.

265
 Lactarius deliciosus (Fr.) Pat.

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Russulales.
Familia: Russulaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Introducido


Grupo trófico: Ectomicorrízico.
Registros: Camino a Toconey, Paso Mora, La Matanza, La Aguada,
Manquimávida.

Descripción

Se trata de una especie de excelente comestibilidad y una de las más reconocidas en


el mundo. Es muy común en Europa, sobre todo en España, donde crece en pinares y
bosques mixtos, y tiene varios nombres comunes: mízcalo, níscalo, rebollón, robellón,
guíscano, hongo royo, etc (Fajardo et al., 2013). En Chile, se le conoce comúnmente
como “callampa rosada” y crece bajo plantaciones forestales de Pinus radiata, formando
ectomicorrizas (Valenzuela, 2002) y se aprovecha mayormente con fines comerciales.

A grandes rasgos, su sombrero es aplanado al inicio, luego con forma deprimida en el


centro asemejándose a un embudo, y es de color anaranjado pálido con líneas o ban-
das concéntricas con un pie céntrico y cilíndrico. Es muy fácil de identificar por esta
forma que tiene y su asociación y además, porque al cortarlo exuda un líquido lechoso
anaranjado como un látex; de hecho, Lactarius deriva del latín lac, que significa “leche”
(Knudsen & Vesterholt, 2012; Verde et al., 2015), además se oxida por entrar en contacto
con el aire a un color verdoso, cuando se corta, frota o madura (Fajardo et al., 2003). La
seta se puede preparar asada, guisada, como complemento de los guisos de carne, o en
conservas.

Aparece de forma masiva luego de las primeras lluvias intensas de otoño bajo los pina-
res y se puede encontrar hasta inicios de primavera o casi en el verano si las condiciones
son adecuadas, principalmente la humedad.

266
Oxidación verdosa en los bordes de Lactarius deliciosus.

Detalle de las láminas de Lactarius deliciosus.

267
 Género Marasmius

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Agaricales.
Familia: Marasmiaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Saprotrófico – Lignícola/Foliícola/Humícola.
Registros: La Aguada, Camino a Toconey, La Matanza, Paso Mora.

Descripción

Es un género relativamente numeroso, con alrededor de 1000 especies (Grace et al.,


2019), algunas de ellas, como Marasmius oreades, se consideran comestibles, sin embar-
go, la mayoría de las especies de este género son muy pequeñas y difíciles de apreciar.
Poseen un píleo membranoso a carnoso, las láminas son acostilladas o profundamente
surcadas, con un pie cartilaginoso y rígido que soporta la torsión (Gilliam, 1976; De Ma-
drignac et al., 2013).

Son especies saprótrofas, encontrándose en diversos hábitats (Cannon & Kirk, 2007), en
el caso de las quebradas es común verlos en ramillas y hojas de variadas especies vege-
tales. Además, son setas de difícil putrefacción, por lo que se pueden desecar adecuada-
mente, recuperándose al volver a hidratarlas; de hecho, esta característica es la que llevó
a Elias Magnus Fries (micólogo sueco) a separarlo del género Collybia, donde estaban
insertas antiguamente, de ahí su nombre que viene del griego marasmo, refiriéndose a
que se “desecan” o “marchitan” y que al género lo clasifiquen como “tipo marasmioide”
por esta característica (Lodge et al., 1995; Noordeloos & Antonín, 2008; Kuo, 2013).

268
Marasmius sp. creciendo sobre hojas.

Marasmius cf. nothomyrciae creciendo sobre ramas y hojas.

269
 Género Mycena

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Agaricales.
Familia: Mycenaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Saprotrófico - Lignícola/Foliícola.
Registros: Todas las quebradas.

Descripción

El género es bastante numeroso, llegando a tener más de 600 especies aceptadas a la


fecha (He et al., 2019). En su mayoría son pequeñas, lo que hace que su observación,
guardado y clasificación sea complicada, por lo que obligatoriamente se requiere de
microscopía.

El sombrero de las especies que conforman este género es acampanado a cónico, de


variados colores, estriados y muy frágiles. El pie es hueco, delgado, fibroso y rayado a
veces. Las láminas, por lo general, son libres, pero en algunas ocasiones son escotadas
hasta adherentes y todas las especies tienen esporada blanca (Kuo, 2010; Aronsen &
Læssøe, 2016). La etimología del género proviene de la palabra griega “myces”, que bá-
sicamente significa “hongo” (Rea, 1922).

Para el caso de Chile, es el principal género dominante saprotrófico de los bosques de


Nothofagus (Valenzuela et al., 1998), siendo las especies más características del bosque
nativo:

1) Mycena cyanocephala, hermosa seta de píleo color azul celeste, pie blanquecino con
un disco basal azulado y crecimiento sobre troncos, tocones y ramas en descomposi-
ción;

2) Mycena subulifera, tiene el píleo glutinoso de color blanco, con estípite marrón ama-
rillento;

3) Mycena chusqueophila, de crecimiento en plantas del género Chusquea, tanto el píleo


como el estípite son amarillos, pero el sombrero es más claro;

4) Mycena epipterygia, similar a M. chusqueophila, la diferencia es la viscosidad que tie-


ne, con píleo generalmente blanquecino y pie de un fuerte color amarillo;

270
5) Mycena galericulata, una Mycena de gran tamaño caracterizada por su píleo grisáceo
pardo, con pie muy rígido de color blanco a gris; y

6) Mycena pura, una Mycena de hábito humícola con cutícula higrófana, y de coloración
blanca a rosada y liliácea.

Mycena cyanocephala creciendo sobre tronco en descomposición de


Nothofagus glauca.

271
Mycena epipterygia entre hojarascas de Nothofagus.

Mycena pura creciendo entre hojarascas del bosque esclerófilo.

272
Mycena galericulata creciendo sobre tronco en descomposición.

 Familia Nidulariaceae [Agaricaceae]

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Agaricales.
Familia: Nidulariaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Saprotrófico – Lignícola/Humícola/Coprófilo.
Registros: Camino a Toconey, Paso Mora, La Matanza.

Descripción

Esta familia de hongos descrita en 1822 por Barthélemy Dumortier (botánico belga)
comprende 5 géneros a los que se les llama comúnmente “nidos de aves” o en inglés
“bird’s nest fungi” (por su forma de vasija que se asemeja a estas estructuras).

273
Son hongos saprófitos que fructifican en madera, suelo y estiércol. Los cinco géneros
que lo componen son: Crucibulum, Cyathus, Mycocalia, Nidula y Nidularia, cada uno de
estos se diferencia por la estructura del nido, el tamaño y el color de los peridiolos (Diehl,
2000; Kuo, 2014).

Tienen un cuerpo fructífero gasteroide, es decir, que las esporas se desarrollan de mane-
ra interna o cerrada; a modo de ejemplo, es como si estuvieran contenidas en un globo y
que técnicamente esta estructura es llamada gleba (Dios et al., 2011). Para el caso de Ni-
dulariaceae, es denominada peridiolo, tiene forma similar a una lenteja y dentro de esta
se encuentran las esporas, las cuales son dispersadas por acción de lluvia (Poinar, 2014).

Aparecen desde otoño a primavera y su distribución geográfica es muy amplia, sobre


todo en zonas templadas.

Nidula niveotomentosa (maduro) sobre ramas de Pinus radiata.

274
Cyathus sp. (inmaduro) sobre rama de Quillaja saponaria.

 Pluteus jaffuelii (Speg.) Singer

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes
Orden: Agaricales
Familia: Pluteaceae

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Nativo.


Grupo trófico: Saprotrófico – Lignícola.
Registros: La Aguada, Camino a Toconey.

Descripción

Esta especie tiene un rasgo muy distintivo: su píleo tiene una ornamentación venosa de
coloración parda negruzca con el centro más oscuro a medida que crece; esta caracterís-
tica facilita su identificación, además de otras como, el margen sulcado o con rugosidad
muy leve, láminas libres de color rosa que se oscurecen al madurar y un estípite cilíndri-
co, fibriloso de color comúnmente verde oliva a grisáceo (Horak, 1980; Lazo, 2016).

275
Al pertenecer al género Pluteus, todas estas especies son saprófitas y en su mayoría lig-
nícolas (Singer, 1986). En los bosques de quebrada, ha sido avistada sobre madera en
descomposición de Peumus boldus y Drimys winteri, siendo más común en árboles de la
familia Nothofagaceae y fructificando principalmente entre periodos otoñales e inver-
nales, aunque puede encontrarse en otras estaciones según las condiciones climáticas.

La distribución de esta especie es muy amplia, encontrándose desde la Región de Val-


paraíso hasta Magallanes, pero las poblaciones no son muy numerosas, encontrándose
hasta un máximo de 6 cuerpos fructíferos por localidad (MMA, 2020).

Detalle del píleo con ornamentación venosa.

276
Pluteus jaffuelii creciendo sobre tronco de Peumus boldus.

 Género Ramaria

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Gomphales.
Familia: Gomphaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Ectomicorrícico/Saprotrófico.
Registros: Camino a Toconey, La Aguada, Tregualemu.
(Reserva Nacional Los Queules).

Descripción

Los hongos del género Ramaria se caracterizan por tener una estructura típicamente
ramificada, comprende más de 500 especies distribuidas en varias partes del mundo y
se les denomina “corales terrestres” (Exeter et al., 2006). Sus especies poseen una gran
gama de coloraciones (blanco, amarillo, naranjo, rojo, violeta, marrón hasta con man-
chones azules verdosos) (Exeter et al., 2006; Grase, 2012; Lazo, 2016). Para Chile se han

277
descrito 15 especies y es común verlas en bosques templados y templados lluviosos,
desde la zona central hasta el extremo austral (Leal, 2015).

Pueden fructificar durante todo el año si las condiciones son adecuadas, pero es en otoño
e invierno cuando son más abundantes. Son hongos principalmente ectomicorrízicos y
en el caso de Chile, las especies nativas crecen bajo árboles de la familia Nothofagaceae
estableciendo una asociación simbiótica (Valenzuela, 2003), aunque hay avistamientos
de Ramaria fructificando entre quilas y arbustos del género Gaultheria, plantas que no
establecen esta asociación ectomicorrízica, por lo que se podría pensar que son saprófi-
tas, aunque tampoco sería raro, pues en otras partes del mundo sí se ha detectado que
cumplen este rol ecológico (Christan & Hahn, 2005; Christan, 2008; Agerer et al., 2012).

La especie más común y por lejos la más reconocida en el país es el changle, chandi o
pike (en mapudungún). De nombre científico Ramaria flava y un color amarillento vivo,
es sin dudas un hongo de excelente comestibilidad, que se puede preparar en una di-
versidad de platos en el sur del país, aunque el uso más frecuente es consumirlo en
empanadas con queso. Sin embargo, no todas las especies de Ramaria son comestibles:
algunas son tóxicas, por lo que siempre conviene consultar a personas que sepan dife-
renciarlos. Una confusión común que ocurre es con Phaeoclavulina flaccida (=Ramaria
flaccida), una seta catalogada como incomestible (McKnight et al., 2021), conocida como
falso changle dentro del país, de estructura mucho más delgada que el changle común y
un color amarillento más opaco y blanquecino, en la mayoría de los casos.

Ramaria flava (Changle), fructificación en otoño bajo bosque nativo.

278
Phaeoclavulina flaccida (Falso changle), de ramificaciones más rectas
y color más pálido que Ramaria flava.

279
 Género Russula

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Russulales.
Familia: Russulaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Ectomicorrízico.
Registros: Camino a Toconey, Paso Mora, La Matanza.

Descripción

Descrito por primera vez por Christian Hendrik Persoon en 1796 y manteniéndose hasta
la fecha, este género pertenece a un grupo considerable de hongos formadores de ec-
tomicorrizas, son de amplia distribución e incluyen a más de 750 especies aceptadas a
la fecha (Pearson, 1950; Kirk et al., 2008). Son muy parecidas al género Lactarius, pero se
distinguen de estas, porque no exudan látex (Kränzlin, 2005).

En Chile se pueden encontrar especies introducidas como R. sardonia que es la más co-
mún en las plantaciones forestales de Pinus (Garrido, 1982), de sabor muy picante, que la
hace incomestible. Y especies nativas solo existen 4 descritas y todas asociadas al géne-
ro Nothofagus, estas son: R. austrodelica; R. fuegiana; R. major y R. nothofaginea (Singer,
1969; Garrido, 1988), ninguna reportada como comestible.

Por lo general, tienen el píleo de coloración rojiza o burdeo; de hecho, el nombre de este
género viene del latín “russulus” que significa “rojizo”. Las láminas son libres o ligeramen-
te decurrentes, de colores claros y un pie de consistencia no fibrosa y un poco selenitosa
(como yeso), no tienen anillo ni volva (Hesler, 1961; Kibby, 2017) y un dato interesante
tiene relación con la estructura de estas setas: son muy quebradizas y al romperlas emi-
ten un sonido característico que permite determinar este género.

280
Russula sardonia, especie introducida asociada a Pinus radiata.

Russula fuegiana, especie nativa asociada a Nothofagus.

281
 Género Suillus

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Boletales.
Familia: Suillaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Introducido.


Grupo trófico: Ectomicorrízico.
Registros: Camino a Toconey, Paso Mora, Matanza, La Aguada, Nini-Piragua.

Descripción

Este género se distribuye principalmente en los bosques templados del hemisferio nor-
te, comprende casi 100 especies y se trata de hongos formadores de ectomicorrizas con
coníferas, especialmente con la familia Pinaceae (Kuo, 2004). En Chile, se hallan bajo
plantaciones forestales de Pinus radiata y fructifican luego de intensas lluvias en otoño,
periodo en el que también la gente de zonas rurales y adyacentes sale a recolectarlas
con fines principalmente económicos (y alimenticios en menor cantidad).

Macroscópicamente, las especies del genero Suillus tienen el sombrero de color marrón,
de textura babosa y seca, poros de color amarillento y pie con puntos granulares (Singer,
1986). En el país se pueden encontrar principalmente dos y que son las más frecuentes
en pinares: Suillus luteus y Suillus granulatus. A grandes rasgos, S. luteus tiene sombrero
muy viscoso con un anillo membranoso en el pie, a diferencia de S. granulatus, que es
seco y no tiene anillo. Ambas especies son conocidas como “callampas del pino”, aunque
tienen otros nombres como “boleto anillado” o “babosillo” (S. luteus) y “boleto granulado”
(S. granulatus) (Valenzuela et al., 1992; Valenzuela 2003). Ambos son de buena comesti-
bilidad y son los principales hongos deshidratados encontrados en los supermercados.

Para consumir estas setas se recomienda retirar la cutícula que tienen en el sombrero,
ya que se ha reportado que esta capa tiene un efecto laxante. Una vez retirada, se lavan
bien, se corta el pie y solo se consume el sombrero, que se puede preparar salteado, en
guisos, como conservas, deshidratado, en sopas, etc.

282
Suillus luteus (boleto anillo), bajo plantación de Pinus radiata.

Suillus granulatus (boleto granulado), bajo plantación de Pinus radiata.

283
 Tetrapyrgos alba (Berk. & M.A. Curtis) E. Horak

Clasificación taxonómica

Clase: Agaricomycetes.
Orden: Agaricales.
Familia: Marasmiaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Nativo.


Grupo trófico: Saprotrófico – Lignícola.
Registros: Camino a Toconey.

Descripción

Anteriormente llamado Campanella alba, es una especie relativamente fácil de recono-


cer por su hábito pleurotoide (crecimiento en repisa con himenio laminado), tiene una
coloración blanquecina casi transparente, es viscosa en húmedo, puede o no tener pie y
tiene láminas anastomosadas (es decir, que se unen entre ellas o bifurcan) y el himenio
tiene la apariencia de ser poroide o alveolar (Honan et al., 2015; Lazo, 2016). Fructifica
comúnmente en ramas de Chusquea, Nothofagus y algunas especies esclerófilas. Es una
especie nativa del continente americano con registros en Argentina, Perú, Colombia y
Brasil (Soto & Bolaños, 2013; Lazo 2016).

Dentro de los bosques de quebrada se ha avistado en maderas de especies esclerófilas,


principalmente Peumus boldus (boldo) y Lithrea caustica (litre) y su tamaño es de entre 1
a 3,5 cm. Las fructificaciones se dan entre otoño e invierno.

284
Tetrapyrgos alba en ramas de Lithrea caustica.

285
5.5.3. Phylum Amoebozoa (Intrafilo Myxomycota)

Estos extraños organismos no son hongos, sino mixomicetos, se les denomina común-
mente ‘’mohos mucilaginosos’’ y pertenecen a un reino totalmente distinto a las plantas
y hongos: el Reino Protista.

Un aspecto interesante y distintivo de estos organismos es que son capaces de reptar,


es decir, se pueden desplazar fagocitando principalmente bacterias y hongos que van
encontrando en los sustratos donde crecen. La fagocitosis (del griego phagein, “comer” y
kytos, ‘célula’), es un tipo de transporte, en el cual las células de estos organismos rodean
con su membrana citoplasmática partículas que encuentran, las introducen en su inte-
rior, las desintegran y expulsan los desechos o residuos (Kirk et al., 2008; Bellido, 2017;
Blanco et al., 2017).

 Ceratiomyxa fruticulosa Fr.

Clasificación taxonómica

Clase: Myxogastrea.
Orden: Ceratiomyxales.
Familia: Ceratiomyxaceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Saprotrófico.
Registros: Camino a Toconey.

Descripción

Ceratiomyxa es un género de mohos mucilaginosos, descrito por primera vez por Pier
Antonio Micheli, con solo 4 especies aceptadas y de amplia distribución (Lado & Rojas,
2020). Comúnmente habitan en restos de madera en descomposición, aunque también
en hojas. Tienen forma de un pequeño coral, que es compuesto por columnas simples
o ramificadas, de coloración blanca y translúcida principalmente (Carter 1967; Bellido,
2017), como si fueran pequeños dedos, de textura muy delicada y húmeda al tacto.

La especie más común es Ceratiomyxa fruticulosa (las otras especies de Ceratiomyxa ha-
bitan principalmente en los trópicos). Aparecen prácticamente en cualquier época del
año si las condiciones son favorables, pero es más común avistarlo luego de las primeras
lluvias, ya que actúan como descomponedores principales en los bosques, al igual que
los hongos saprotróficos.

286
Ceratiomyxa fruticulosa en madera y hojas de Peumus boldus.

Detalle de las esporóforos simples y ramificados.

287
 Fuligo septica (L.) F.H. Wigg.

Clasificación taxonómica

Clase: Myxogastrea.
Orden: Physarales.
Familia: Physaraceae.

Características ecológicas

Origen biogeográfico: Cosmopolita.


Grupo trófico: Saprotrófico.
Registros: Paso Mora.

Descripción

Genera un tipo de fructificación llamada etalio, una estructura redondeada o semiesfé-


rica en el que las esporas salen por dehiscencia (Lado & Rojas, 2020). En Fuligo es más
bien irregular, de textura espumosa y esponjosa, coloración amarilla a ocre blanquecina
y que se extiende por el sustrato a medida que madura (Bellido, 2017).

El fuerte color amarillento que posee lo hace muy atractivo para insectos voladores,
quienes diseminan sus esporas. Es llamado en inglés como: “vómito de perro” o “hue-
vos revueltos” (Young, 2005), pero en Chile, específicamente en la zona sur es conocido
como “caca de duende” o “caca de trauco”, lo que ha generado diversas reacciones por
los habitantes de estos sectores al encontrar esta estructura de la noche a la mañana.
Este mixomiceto se puede encontrar durante todo el año dentro de los bosques de que-
brada, principalmente en maderas podridas y semisumergidas, como también sobre
herbáceas y hojarascas.

288
Fuligo septica en formación sobre madera semisumergida.

Fuligo septica, ejemplar de de forma diseminada y expandiéndose.

289
6. IMPACTOS ANTRÓPICOS Y PROPUESTAS DE MITIGACIÓN

Por Ursula Doll & Luis Soto-Cerda

6.1. Principales impactos sobre los bosques de quebrada

Los principales impactos antrópicos observados en las quebradas costeras son floreo
(La Matanza), destrucción del bosque de quebrada (La Aguada, Paso Mora, Nini-Pira-
gua), uso de las quebradas como basural (Camino a Toconey), desvío de las aguas (Man-
quimávida) y establecimiento de especies introducidas, tanto en el bosque de quebrada
como en la matriz circundante (Agua Buena, Cruceros, Porvenir, Manquimávida).

Los impactos no necesariamente antrópicos tienen relación con condiciones ambienta-


les generales observadas en distintos lugares. Se trata principalmente del estrés hídrico
en especies dominantes (Nini-Piragua, La Matanza) y escasa regeneración de especies
arbóreas higrófilas (RN Los Ruiles, La Matanza).

6.2. Jerarquización de amenazas

Basados en la información recopilada en terreno, los impactos sobre los bosques de


quebrada se jerarquizaron en una escala de 1 a 5, donde 1 representa la menor amenaza
y 5 la mayor amenaza. Así, en bosques con índices de amenaza con menor valor, las acti-
vidades de mitigación requeridas serían menores, mientras que en bosques con valores
cercanos a 5 serán necesarias estrategias activas de restauración.

Para la generación del índice de amenaza (IA), se definieron distintas categorías de


acuerdo con cada atributo a valorar, según se indica en el cuadro 6.1.

290
Cuadro 6.1.
Valorización de diferentes parámetros cuantificados en los bosques de quebrada,
utilizados para el cálculo del Índice de Amenaza.

A B C D E F G H I J K L

Índice de endemismos [%]


Pendiente del cauce [%]

Índice de invasoras [%]


¿Agua superficial todo

Cobertura arbórea [%]

esclerófilas nativas/m2
Ancho del bosque [m]

Pendiente laderas [%]

Plántulas de especies

Plántulas de especies
introducidas /m2
Valor del suelo
Orientación**

el año?
Matriz*
valor

1 > 50 Bn <5 E-SO > 40 Sí 1 > 80 <5 <5 < 0,1 < 0,5
2 50-40 Bn+P 5-10 E 30-40 2 60-80 5-10 5-10 0,1-0,2 0,5-1
3 40-30 P 10-20 O/NE 20-30 3 40-80 20-10 10-15 0,2-0,3 1-5
4 30-20 Pc/q 20-30 NO 10-20 4 20-40 20-30 15-20 0,3-0,4 5-10
5 <20 V/G/R > 30 N < 10 No 5 < 20 >30 >20 >0,4 >10

* Bn: bosque nativo; P: plantación de especies exóticas; Pc/q: plantación cosechada o quemada;
V/G/R: viviendas, ganadería o caminos.
** E-SO: este a sudoeste; E: este; O/NE: oeste o noreste; NO: noroeste; N: norte.

La situación de los atributos de cada bosque de quebrada que se valoraron y pondera-


ron para la obtención del índice de amenaza es la siguiente:

a. Ancho del bosque: a mayor ancho del bosque, la superficie es mayor, lo que maximi-
za el área donde se generan y mantienen las condiciones microclimáticas adecuadas
para las especies higrófilas. Esto significa una ocupación suficiente del suelo para mi-
nimizar la erosión, favorecer la infiltración y conservar la estructura y composición del
bosque.

b. Matriz: una matriz circundante que conserva su estructura y composición original


(bosque nativo) representa la situación ideal para la protección de los bosques de
quebrada. Por lo tanto, usos de suelo diferentes generan impactos desfavorables so-
bre las quebradas. En este caso, las situaciones que se han considerado extremas son:

i. Las plantaciones forestales quemadas y/o cosechadas, porque dejan al suelo des-
provisto de vegetación y al bosque de quebrada sin protección frente a su entor-

291
no. Debido a ello, se favorece la escorrentía superficial por sobre la infiltración,
creando condiciones para que se generen procesos erosivos, además del ingreso
de especies invasoras a las quebradas.
ii. El establecimiento de viviendas, zonas de ganadería y caminos, que facilitan el
acceso a humanos y otros animales invasores a los bosques de quebrada, aumen-
tando las posibilidades de que se generen perturbaciones en el bosque higrófilo,
o su eventual destrucción.

c. Pendiente del cauce: cursos de agua con mayores pendientes implican situaciones
más complejas, debido a la velocidad que adquiere el agua en estos casos, lo que
aumenta su capacidad para generar erosión, especialmente en invierno.

d. Orientación del cauce: para la zona central de Chile, ecosistemas con exposición
norte suelen ser los más secos y calurosos. Por otro lado, considerando que las espe-
cies higrófilas se benefician de la humedad ambiental generada por las nieblas cos-
teras, bosques de quebrada con orientación oeste se ven muy favorecidos, mientras
que los situados con orientación este, no se benefician del mismo modo. Por ello, los
bosques de quebrada que requieren mayor atención son aquellos situados, espacial-
mente, hacia el norte.

e. Pendiente de las laderas de las quebradas: el criterio usado en este caso corres-
ponde a que laderas con mayores pendientes favorecen la mantención de las con-
diciones microclimáticas para la subsistencia del bosque, a la vez que dificultan el
acceso para humanos y otros animales invasores. En contraste, sectores con menores
pendientes presentan los mayores valores para el índice de amenaza.

f. Presencia de agua superficial durante todo el año: debido a que estos bosques
están estrechamente vinculados con la presencia de agua, su ausencia, aunque sea
estacional, es un limitante crítico para la sobrevivencia de las especies. Por tal razón,
para este atributo solo se admiten dos categorías posibles.

g. Valor del suelo: este indicador se obtiene a partir del análisis de suelo realizado a
cada bosque de quebrada. En el cuadro 6.2. se indican los atributos evaluados y su
categorización.

i. Suelos arenosos son los más complejos para la subsistencia de estos bosques, ya
que son menos estables, retienen menos humedad y son más pobres en nutrien-
tes.
ii. Menor capacidad de intercambio catiónica (CIC) implica menor capacidad de rete-
ner nutrientes disponibles para las plantas (este valor suele ser un indicador de la
fertilidad del suelo).
iii. La saturación de bases da una idea de la acidez (cuando el H+ ha desplazado a las
otras bases de los coloides del suelo) o alcalinidad del suelo.

292
Cuadro 6.2.
Valorización de diferentes parámetros del suelo de los bosques de quebrada,
utilizados para el cálculo del valor del suelo.

I II III IV V VI VII

CIC estrato 10-20 cm

CIC estrato 20-30 cm

estrato 10-20 cm [%]

estrato 20-30 cm [%]


Saturación de bases

Saturación de bases

Saturación de bases
CIC estrato 0-10 cm

estrato 0-10 cm [%]


[cmol(+)/Kg]

[cmol(+)/Kg]

[cmol(+)/Kg]
Textura*
Valor

1 F > 40 > 40 > 40 > 40 > 40 > 40


2 Fa 30-40 30-40 30-40 30-40 30-40 30-40
3 Af 20-30 20-30 20-30 20-30 20-30 20-30
4 A 10-20 10-20 10-20 10-20 10-20 10-20
5 < 10 < 10 < 10 < 10 < 10 < 10

* F: franco; Fa: Franco arenoso; Af: areno francoso; A: arenoso.

h. Cobertura arbórea: una mayor cobertura garantiza la mantención de las condicio-


nes microclimáticas de los bosques de quebrada. Así, la disminución de la cobertura,
producto de la extracción de árboles y de la escasa regeneración de las especies ar-
bóreas, genera inestabilidad dentro del bosque.

i. Índice de endemismos: este indicador de biocalidad es relevante para la definición


de prioridades de conservación de sitios en atención a su biodiversidad. En el contex-
to de la definición del índice de amenaza, sitios con mayor proporción de especies
endémicas se catalogan dentro de los que requieren más atención en términos de
actividades de conservación y/o restauración.

j. Índice de invasoras: este indicador de biocalidad es relevante para la definición de


prioridades de conservación de sitios en atención a su biodiversidad. En el contexto
de la definición del índice de amenaza, sitios con mayor proporción de especies in-
troducidas se catalogan dentro de los que requieren más atención en términos de
actividades de conservación y/o restauración, debido a que la presencia de estas es-
pecies es una amenaza para la mantención de las condiciones microclimáticas de los
bosques de quebrada.

293
k. Número de plántulas de especies introducidas: mayor número de plántulas de es-
pecies introducidas por unidad de superficie es un indicador de cambios en la com-
posición de los bosques de quebrada debido, entre otros factores, a modificaciones
en las condiciones microclimáticas, al efecto de las intervenciones en la matriz cir-
cundante y al arrastre de propágulos de especies invasoras desde el exterior. Por ello,
sitios con mayor regeneración de especies introducidas reciben mayor ponderación
en el índice de amenaza.

l. Número de plántulas de especies esclerófilas nativas: mayor número de plántulas


de especies esclerófilas nativas por unidad de superficie es un indicador de cambios
en la composición de los bosques de quebrada debido, entre otros factores, a modi-
ficaciones en las condiciones microclimáticas (lo que puede considerarse como un
indicador de aridización del entorno de las quebradas), al efecto de las intervencio-
nes en la matriz circundante y al arrastre de propágulos de especies invasoras desde
el exterior. Por ello, sitios con mayor regeneración de especies esclerófilas reciben
mayor ponderación en el índice de amenaza.

Una vez categorizados y ponderados todos estos atributos, se generó un índice de ame-
naza para cada bosque de quebrada, que corresponde al promedio de los valores asig-
nados para cada uno de los atributos observados por quebrada (cuadro 6.3.).

294
Cuadro 6.3.
Índice de Amenaza de los bosques de quebrada inventariados.

Índice de endemismos

Plántulas introducidas
Plántulas esclerófilas
Pendiente del cauce

¿Agua todo el año?

Índice de invasoras
Cobertura arbórea
Ancho del bosque

Pendiente laderas

Valor del suelo


Orientación
Matriz Índice de
Quebrada A B C D E F G H I J K L Amenaza
(IA)
Camino a Toconey 5 5 1 5 5 5 2 5 5 5 1 5 4,1
Río Curanilahue 4 5 3 3 4 5 3 2 4 4 5 3 3,8
Loma Limpia 5 3 2 4 3 5 5 2 5 4 3,8
Porvenir 5 3 5 3 1 5 3,7
Nini-Piragua 2 (Junco) 4 3 1 5 3 5 4 3 4 3,6
Agua Buena 4 4 2 4 4 5 4 2 1 5 3,5
Carrizal de Putú 5 5 1 1 5 1 3 5 4 2 5 3,4
Los Coihues (Coihues) 5 5 1 2 5 1 3 5 3 3,3
Nini-Piragua 1 4 3 1 4 3 5 3 2 4 2 5 3 3,3
Los Cruceros 5 3 1 4 1 5 4 3 3,3
La Aguada 4 5 2 3 4 1 4 5 1 3,2
La Matanza (Ñirre) 5 3 1 4 5 1 4 3 4 3 2 2 3,1
Los Coihues (Aromos) 5 5 2 1 3 1 4 5 2 3,1
Pellines 4 4 1 1 5 1 3 3 5 5 1 3
La Matanza (Saxegothaea) 5 3 1 4 4 1 4 2 3
Paso Mora 1 3 1 4 5 1 4 2 5 2 5 2 2,9
Manquimávida 5 4 2 5 2 1 3 1 5 1 3 2 2,8
Costa Azul 5 3 4 2 4 1 3 1 5 4 1 1 2,8
Los Tepúes 5 3 2 1 3 1 4 1 5 3 1 2 2,6
Canelillos 1 1 3 5 1 1 3 1 5 2 5 2 2,5
Los Coihues (Canelos) 4 3 1 1 3 1 3 1 5 2 3 3 2,5
R.N. Los Ruiles (Reserva) 5 1 3 3 4 1 3 1 5 2 1 1 2,5
R.N. Los Ruiles (Cascada) 5 1 2 2 2 1 4 2,4
La Aguada (Queule) 4 1 5 3 1 1 3 1 5 2 1 1 2,3
Tregualemu
1 1 2 3 1 1 2 1 5 1 1 1 1,7
(R.N. Los Queules)

295
La quebrada Camino a Toconey, que en terreno se observó como la más deteriorada,
arrojó el mayor Índice de Amenaza. Le siguen Río Curanilahue, Loma Limpia y Porvenir,
que presentan un curso de agua intermitente durante el año.

En el extremo opuesto se ubicó Tregualemu (Reserva Nacional Los Queules), la cual,


alejada de todo asentamiento humano, presenta un buen estado de conservación. Le
siguen La Aguada (Sector Bosque de Queules), Reserva Nacional Los Ruiles, Los Coi-
hues (Canelos) y Canelillos, todas ellas con bosque nativo como matriz circundante (a
excepción de Los Coihues), alto porcentaje de cobertura arbórea y baja proporción de
especies invasoras. Manquimávida, Costa Azul y Los Tepúes también presentaron altos
porcentajes de cobertura arbórea.

En general, las quebradas rodeadas por una matriz con mayor intervención, como es el
caso de Camino a Toconey, Curanilahue, Carrizal de Putú, Los Coihues (Sectores Aromos
y Coihues), La Aguada y Pellines, presentaron un alto índice de especies invasoras y/o
número de plántulas de especies introducidas.

La presencia de plántulas de especies pertenecientes al bosque esclerófilo, indica una


clara tendencia de condiciones de mayor aridez a nivel global, cuyo efecto se acentúa
en las quebradas con mayor intervención.

El bosque de quebrada de Tregualemu (Reserva Nacional Los Queules) es una clara ex-
cepción a esta situación general, ya que al interior del bosque higrófilo no se localizaron
plántulas de especies introducidas, ni de especies pertenecientes al bosque esclerófilo.

6.3. Propuestas de mitigación

Sobre la base de las observaciones realizadas en terreno y a la información recopilada y


generada, se proponen las siguientes medidas de mitigación de impactos:

a. Generación de áreas de protección en Cauquenes. Esta provincia es abundante en


bosques relevantes para la conservación de la biodiversidad. Por ello, se propone ge-
nerar un área de preservación en los bosques de Matanza y La Aguada. El primero de
ellos contiene poblaciones de ñirre (Nothofagus antarctica) y mañío de hojas cortas
(Saxegothaea conspicua), mientras que el segundo alberga distintas comunidades,
incluyendo bosquetes de queule (Gomortega keule), junto con la presencia de tayú
(Archidasyphyllum diacanthoides) y pitao (Pitavia punctata), además de una gran di-
versidad de especies fúngicas, que se desarrollan en condiciones de severas pertur-
baciones antrópicas en la matriz circundante y en algunos tramos de los bosques de
quebrada.

b. Generación de cordones externos a los bosques de quebrada con vegetación


nativa. Para bosques de quebrada insertos en zonas de plantaciones forestales, se
propone establecer o mantener un cordón externo al bosque higrófilo, formado por

296
vegetación nativa, idealmente del bosque originario (ya sea de Nothofagus o escleró-
filo), para ayudar a mantener las condiciones microclimáticas de las quebradas en los
períodos de cosecha y establecimiento de plantaciones, lo que, además, minimizaría
el ingreso de especies invasoras, disminuiría los procesos de erosión y sedimentación
y favorecería la retención de agua y la infiltración. Estas medidas, por otro lado, limi-
tarían el impacto de las faenas de cosecha sobre las quebradas (caída de desechos,
impactos sobre el suelo, ingreso de especies invasoras). Las dimensiones de este cor-
dón externo deben evaluarse en términos ecológicos (deben ser lo suficientemente
anchos para permitir la regeneración natural de las especies vegetales, de los polini-
zadores y fauna en general).

c. Ampliación de las zonas buffer. Se considera que las dimensiones de las zonas de
protección de exclusión de intervención y de protección de manejo limitado estipu-
ladas en el reglamento de suelos, aguas y humedales de la ley de bosque nativo, son
insuficientes para generar las condiciones microclimáticas propicias para mantener
la composición, estructura y función del bosque nativo. Deben considerarse criterios
ecológicos para redefinir estas dimensiones teniendo en cuenta, entre otros, el tama-
ño real de cada bosque higrófilo, la estrategia de regeneración de las especies, ade-
más de evitar el ingreso de especies foráneas invasoras y permitir la libre circulación
de fauna silvestre. Esto favorecería la persistencia de los bosques de quebrada y de su
rol protector de suelo y agua.

d. Habilitación de las quebradas como corredores biológicos. Las actividades anterio-


res pueden contextualizarse dentro de un plan mayor de “desfragmentación” del bos-
que maulino, recurriendo al uso de los bosques de quebrada como corredores biológi-
cos, ya que estos cuentan con condiciones climáticas permanentemente moderadas,
mayor disponibilidad de agua que otros bosques y árboles de mayores dimensiones
que otros ecosistemas (y esto es importante porque árboles vetustos son usados como
refugio por distintas especies de aves). Además, los bosques de quebradas limitan con
zonas anegadas, donde habitan y se reproducen distintas especies de insectos que
pueden actuar como polinizadores. A tal fin, además de ampliar las zonas buffer y ge-
nerar cordones externos, deben conectarse fragmentos aislados de bosques de que-
brada, asistiendo la regeneración y/o replantando los corredores entre fragmentos.

e. Apoyo a la regeneración y a la recuperación de cobertura de dosel. Se debe re-


cuperar la capacidad del bosque para autorregularse. Para ello es relevante restaurar
la cobertura y favorecer la regeneración. Para favorecer la regeneración se requiere
conocer las estrategias básicas de reproducción y propagación de las especies (el
caso de temu (Blepharocalyx crukshanksii) es importante, ya que se observó escasa re-
generación por semilla). Además, en bosques con cobertura baja, esta debe suplirse
para favorecer la regeneración, estableciendo sombreaderos artificiales con monito-
reo constante. Es importante el establecimiento de ensayos de campo y de laborato-
rio de regeneración de especies clave. Se debe tener en consideración la capacidad
de rebrote de distintas especies nativas y el rol de otras como nodrizas (como en el

297
caso de pitra (Myrceugenia exsucca)) o proveedoras de nutrientes (leguminosas y pro-
teáceas).

f. Control de especies introducidas. Estas especies son muy competitivas, especial-


mente en el caso de bosques quemados (Pellines, Porvenir), por lo que su control es
imperativo para favorecer el desarrollo y establecimiento de una cubierta vegetal for-
mada por especies nativas higrófilas. Por lo tanto, es necesario, no solo controlar su
proliferación al interior del bosque de quebrada, sino también en las inmediaciones
de este, para evitar su ingreso al bosque higrófilo.

g. Control de herbivoría. Durante las primeras etapas de una plantación o regenera-


ción del bosque se debe evitar el ingreso de herbívoros y porcinos. Los primeros ra-
monean y los segundos remueven el suelo, por lo que generan impactos diferentes
sobre el medio, aunque siempre negativos para la regeneración.

h. Control del acceso humano. Bosques con menor presencia humana son bosques
mejor conservados. Esto implica diseñar estrategias para proteger los bosques de la
acción deterioradora de personas, por ejemplo: separar áreas de acceso restringido
de áreas de libre acceso, además de ampliar la superficie de las reservas y parques
nacionales.

i. Prevención de incendios forestales. Generalmente es difícil combatir un incen-


dio forestal declarado, por lo que es muy importante la arista preventiva. Para ello,
se recomienda tomar en consideración las indicaciones de FSC (Forest Stewardship
Council o Consejo de Administración Forestal) de restauración a escala de paisaje
en la gestión territorial; esto permitiría abordar los aspectos ambiental y social de la
sustentabilidad.

j. Actualizar y hacer cumplir leyes, reglamentos y sanciones por daños ambienta-


les. Para ello se requiere reforzar la facultad fiscalizadora de los organismos estatales,
mejorando su capacitación, dotación y recursos.

k. Articulación entre actores relevantes (universidades, empresas, directivos de Conaf,


guardaparques, pequeños y medianos propietarios). Es importante que el conocimien-
to generado en investigaciones como la que ha dado origen a este libro llegue a la
mayor cantidad posible de actores y estimular la discusión a su respecto para evitar
asimetrías informacionales que distorsionen la percepción y toma de decisiones.

l. Consecuencia de lo anterior, es de suma importancia hacer partícipe a la comuni-


dad, en su conjunto, de las distintas actividades de conservación, protección y pre-
servación de recursos naturales. El primer paso para ello es la educación. Se debe dar
a conocer este tipo de ecosistemas, su singularidad, su importancia y los riesgos a los
que están expuestos. Para ello se debe recurrir a charlas, material visual y audiovisual
y actividades en terreno.

298
7. CONCLUSIONES

Por Ursula Doll & Luis Soto-Cerda

A partir de los diferentes temas abordados a lo largo de los capítulos del libro, es posible
formular las siguientes conclusiones:

a. Los bosques de quebrada de la costa maulina son ecosistemas parcialmente antropi-


zados que aún conservan una importante fracción de su biodiversidad original. Los
impactos antrópicos observados, y que son de distinta naturaleza, ponen en riesgo la
continuidad espacial y temporal de estos ecosistemas, implicando la disminución o
pérdida de los servicios ecosistémicos que proporcionan.

b. Estos bosques se han visto afectados por la destrucción y sustitución de la matriz


circundante, que los expone a las condiciones ambientales imperantes en la zona
mediterránea, alterando las dinámicas internas del bosque higrófilo y facilitando el
ingreso de especies invasoras.

c. Actualmente, muchos de estos bosques siguen siendo destruidos por el hombre, con
diversos fines.

d. Estos bosques son especialmente relevantes para la conservación de agua y suelo,


por lo tanto, de su mantención dependen, en parte, la minimización de la erosión y la
continuidad del ciclo de agua a nivel local. Esto implica la mantención de la estructu-
ra del suelo, permitiendo el establecimiento de especies vegetales.

e. Estos bosques son el límite norte de la distribución de diversas especies del sur de
Chile y de varios endemismos con problemas de conservación. Por tales motivos,
además de su rol en la conservación de agua y suelo, son relevantes en términos de
biodiversidad y biogeográficos.

f. Estos bosques son hábitat y refugio para una gran diversidad de especies. En ellos no
solo se encuentran taxa higrófilos, sino también especies esclerófilas y del bosque
maulino que, dada la destrucción de su hábitat para la habilitación de plantaciones
forestales (y otros usos de suelo), encuentran en las quebradas un nuevo hábitat. Así,
los bosques de quebrada se constituyen en un variado mosaico donde el acantona-
miento de especies de diversos orígenes les da el rol de “último refugio costero de la
biodiversidad”.

299
g. En términos de biodiversidad, todos los bosques son distintos entre sí, presentando
diferentes comunidades y asociaciones. En algunos casos, se encontraron especies
aún no señaladas para determinados sectores.

h. Los incendios forestales generan gran daño a estos bosques, aunque la capacidad de
regeneración de las especies higrófilas es alta y debe ser considerada para las activi-
dades de restauración.

i. Junto con lo anterior, para efectos de restauración de ecosistemas de quebradas, es


importante considerar especies nodrizas y otras proveedoras de nutrientes.

j. Los impactos antrópicos son relevantes en los bosques de quebradas, por lo tanto, el
desarrollo de medidas de mitigación de ellos es importante para conservarlos.

k. La tendencia generalizada de un aumento de las condiciones de aridez a consecuen-


cia del cambio climático global, también han afectado a los bosques de quebrada,
generando situaciones de estrés en la vegetación. Ello, sumado a los impactos antró-
picos que influyen en deforestación, disminución de la superficie y cobertura, impo-
ne condiciones adversas para la regeneración y establecimiento de especies higrófi-
las.

l. En una zona como el secano interior, donde la disponibilidad de agua es una limitan-
te creciente, la conservación de estos ecosistemas debe ser prioritaria como política
de estado.

300
8. EPÍLOGO

Por Luis Soto-Cerda

8.1. Bosques olvidados

Los bosques de quebrada de la costa maulina son ecosistemas especiales. Se insertan


en una zona del país que, debido a sus condiciones generales, es considerada como
transicional. En ella es posible encontrar el límite sur de la distribución de especies del
norte de Chile; especies australes que presentan en el Maule sus poblaciones más sep-
tentrionales y; una gran diversidad de elementos florísticos propios de la zona medi-
terránea, muchos de ellos endémicos y relictuales, catalogados en distintas categorías
de conservación. Esto último, atendiendo a las variadas amenazas a las que sus hábi-
tats, comunidades y poblaciones se encuentran expuestos a causa de la acción humana
(principalmente) y del cambio climático, entre otros factores.

Los bosques de quebrada representan hábitat y refugio para especies que cuentan con
una larga historia evolutiva y son reminiscencias vivientes de climas y paisajes que ya
no existen (o no son comunes) en la Región del Maule. Estos pequeños fragmentos de
biodiversidad son verdaderas ventanas al pasado del bosque nativo. Su importancia,
en términos biogeográficos y como patrimonio vivo, debe ser reconocida y valorada,
mientras sigan existiendo.

Debido a las condiciones edafoclimáticas particulares que estas comunidades requieren


para su existencia, se sitúan en lugares específicos de la intrincada topografía costera,
donde los afloramientos de las napas y los anegamientos del terreno generan ambien-
tes distintos a los del bosque maulino típico (o de lo que queda de él). En estos enclaves,
la humedad ambiental es permanentemente elevada y la temperatura generalmente
moderada, permitiendo que estos bosques, usualmente frescos y sombríos, alberguen
especies que no corresponden a los del patrón climático general de la Región del Maule.
Por estos motivos, y gracias también a la influencia oceánica, en estos bosques es po-
sible encontrar especies que son abundantes en las biotas valdivianas del sur de Chile.

Estas singularidades ambientales no se dan con gran frecuencia ni continuidad, razón


por la cual los bosques de quebrada son ecosistemas naturalmente fragmentados, po-
niendo de manifiesto su situación de vulnerabilidad frente a cambios en el medio. Así, la
disponibilidad de agua es uno de los elementos críticos para su conservación.

Tales características ponen de manifiesto la naturaleza compleja y dinámica de estos


bosques, dado que su permanencia no depende únicamente de factores internos, sino,

301
también, de sus relaciones e interacciones con el medio externo (y, lógicamente, lo que
suceda al interior de estos bosques tiene consecuencias afuera). Entre los elementos
externos, uno de los más relevantes es la matriz circundante.

El entorno inmediato de los bosques de quebrada (o matriz circundante) tiene un di-


recto impacto sobre la situación de aquellos. Una matriz constituida por bosque nativo
cumple la función de proporcionar amortiguación térmica permanente a las quebradas,
filtrando la radiación solar y estabilizando las temperaturas. Además, es una barrera que
limita la introducción de especies invasoras, reduce los procesos de erosión y sedimen-
tación (que terminan depositando materiales en los fondos de las quebradas) y, final-
mente, colabora en el proceso de infiltración del agua hacia las napas freáticas, desde las
cuales emergen las aguas que dan forma a estas microcuencas, manteniendo el sistema
en equilibrio.

De lo anteriormente expresado es posible inferir que todas las alteraciones producidas


sobre la matriz circundante generan impactos en los bosques de quebrada. Este supues-
to ha sido comprobado al observar su situación actual frente al escenario de sustitución
del bosque nativo por plantaciones comerciales. Así, las consecuencias de los daños
causados a los bosques de quebrada se expresan en la desaparición de corredores bio-
lógicos para plantas, animales, hongos y otras formas de vida; y esto, de un modo u otro,
termina afectando a los seres humanos: menor disponibilidad de agua (a consecuencia
de la menor infiltración a nivel local); pérdida de suelos; menor producción de frutos,
hongos y otros productos forestales no madereros; cambios en el comportamiento de
animales silvestres; desaparición de especies y; cambios a nivel de clima. Y todos estos
efectos se expresan en distintas escalas temporales. En otras palabras, si estos bosques
desaparecen, lo que se pierde es mucho más que plantas. Es importante recalcar
que, a diferencia del bosque nativo, las plantaciones son cosechadas en su totalidad
para iniciar una nueva plantación, alterando en forma significativa cada 15 a 20 años el
ambiente que rodea los bosques de quebrada.

El proceso de sustitución del bosque nativo ha sido particularmente intensivo en la zona


mediterránea de Chile, donde el pino radiata se establece y desarrolla exitosamente,
aunque con un costo ambiental y social elevado, poniendo en duda el carácter susten-
table del modelo forestal chileno. El gran impacto de los incendios forestales del verano
de 2017 sobre las coberturas forestales (como bosques, matorrales y plantaciones) y los
poblados (con Santa Olga como un desafortunado manifiesto) debería marcar un antes
y un después en la reflexión acerca de cuáles son las prioridades en la gestión del terri-
torio bajo el prisma del desarrollo sustentable.

Entonces, según lo señalado, la eliminación de la matriz circundante original y el esta-


blecimiento intensivo y extensivo de plantaciones de rotaciones cortas genera diversos
impactos negativos sobre los bosques de quebrada:

302
a. El bosque pierde, durante el establecimiento, crecimiento y cosecha de las planta-
ciones, el cordón externo que amortigua las temperaturas, generando desbalances
térmicos en su interior.

b. Se facilita el ingreso de especies invasoras a las quebradas, incluyendo, además de es-


pecies introducidas, plantas nativas y endémicas cuyos hábitats han sido destruidos
y que encuentran, en las quebradas, los últimos refugios para su establecimiento.

c. Aumentan las probabilidades de generar impactos en el ciclo hidrológico, al aumen-


tar la escorrentía superficial, y con ello la erosión (en las partes altas) y la sedimen-
tación (en los fondos de quebradas), produciéndose pérdida de suelo y cambios en
los caudales de las microcuencas (junto con la consecuente merma en la recarga de
acuíferos).

d. Todos estos factores influyen en la capacidad de reproducción y establecimiento de


las especies higrófilas, generándose disminución de la producción de semillas y pro-
blemas a nivel de reclutamiento; lo que se terminará traduciendo en cambios en la
estructura y composición futura de estos bosques.

Para el caso de la actividad ganadera, impactos relevantes sobre el medio son la com-
pactación y remoción del suelo, así como el ramoneo. Todo ello afecta, también, los pro-
cesos de estabilización de suelos e infiltración del agua.

A todo lo anterior debe sumarse el impacto directo observado sobre los mismos bos-
ques de quebrada, consistente en disminución de su ancho, extracción de individuos
arbóreos, contaminación (como en el caso de Camino a Toconey, convertida en basu-
ral clandestino) y evidencias de estrés en algunas especies (como lo observado en los
canelos de La Matanza), producto, probablemente, de la exposición a las condiciones
ambientales generales, así como de la disminución de los caudales y de la cobertura
de dosel. Estas situaciones cobran especial relevancia en el actual escenario de cambio
climático, que plantea nuevos desafíos para la forma en que la sociedad se vincula con el
medio ambiente y la manera en que se debe entender el desarrollo sustentable. Autores
como Yuval Noah Harari (2018) señalan que es preciso dejar de observar a otras formas
de vida como “recursos” que están a libre disposición del Homo sapiens; esta falacia sus-
tenta la explotación, el abuso y la destrucción de la biosfera a cambio de beneficios de
corto plazo para unos pocos.

Otro aspecto relevante observado en bosques de quebrada rodeados por plantaciones


es la presencia, en las inmediaciones de los cauces, de cuerpos fructíferos de hongos
micorrícicos que se asocian con especies leñosas introducidas. Esto permitiría plantear
la hipótesis de que la red fúngica subterránea sustrae agua desde las quebradas para
abastecer a las plantaciones. Considerando las posibilidades de extensión e interco-
nexión de estas redes, el desvío de agua desde los bosques de quebrada hacia las plan-
taciones comerciales podría ser significativo, especialmente en la época estival, cuando

303
los caudales tienden a disminuir. Se requiere realizar investigaciones aplicadas acerca de
este tema para refutar o validar la hipótesis, con el fin de diseñar y aplicar medidas de
mitigación apropiadas, según corresponda.

Por los motivos expuestos, las medidas de mitigación de impactos sobre estos bosques
que han sido propuestas en este libro, apuntan a la observación de las condiciones ge-
nerales de la matriz circundante, a la mantención de caudales y al apoyo a la regenera-
ción de las especies higrófilas, ya que de ellas depende, en parte importante, la conser-
vación de aguas y suelos, junto con la generación de condiciones ambientales mínimas
para la supervivencia de las demás formas de vida que completan el rico mosaico de
estos ecosistemas.

Para dar cumplimiento a lo anterior, es preciso transformar el discurso en acciones con-


cretas que involucren a la mayor cantidad posible de actores sociales en la conservación
de estos frágiles ecosistemas, y de todo el patrimonio natural de este vasto y hermoso
país. Sin la concientización de toda la comunidad y sin el compromiso de todas las enti-
dades que deban involucrarse, esta tarea no será posible.

Para lograrlo, la educación es el primer paso, y este libro se enmarca en esa visión, po-
niendo al alcance de los lectores la belleza, diversidad e importancia de estos pequeños
bosques olvidados y desapercibidos. Sin embargo, es imperativo avanzar mucho más.
Un aspecto básico es comprender que la protección del bosque nativo no es una mi-
sión envuelta en un halo de romanticismo ambientalista. Es una cruzada idealista, por
supuesto, pero sustentada en principios científicos concretos que hablan de la interde-
pendencia entre las distintas formas de vida que habitan este planeta.

Esta vinculación puede entenderse como una compleja red interconectada de proce-
sos en el que la introducción de impactos dañinos, aunque puedan considerarse como
pequeños o aislados, genera un efecto acumulativo que termina por desequilibrar al sis-
tema en su conjunto. Makarieva y Gorshkov (2006), por ejemplo, postulan la teoría de
la bomba biótica forestal, que describe la relación positiva entre los bosques nativos
de hoja ancha con las precipitaciones; así, de acuerdo con este modelo, en ausencia
de bosque, las lluvias disminuyen drásticamente. Algunos estudios en esta línea se
han desarrollado en Amazonía (Bunyard & Herrera, 2012). Sabiendo que en Chile sigue
disminuyendo la superficie de bosque nativo (Echeverria et al., 2006; Altamirano & Lara,
2010), ¿podría ser esta una explicación para la disminución de precipitaciones en la zona
central de Chile? Sea cual sea la respuesta a esta interrogante, en todos los casos la vi-
sión sistémica es fundamental para comprender y abordar estas problemáticas.

8.2. Pueblos olvidados

Un claro ejemplo de esta sistémica complejidad es el problema de la disponibilidad de


agua en muchos sectores del país, incluyendo las pequeñas localidades del secano in-
terior de la Región del Maule, lugar en el que se encuentran muchos de los bosques de

304
quebrada descritos en este libro. La situación es dramáticamente explícita al mostrar
qué tan necesaria es la presencia de agua en estado líquido para todas las formas de
vida, desde los musgos hasta los animales de granja, desde el pudú hasta los changles
y desde los grandes árboles del bosque nativo hasta las familias que habitan los peque-
ños poblados de Toconey Alto, Carrizal de Putú y Forel, solo por nombrar algunos.

En estas localidades, a solo un par de horas desde Talca en automóvil, la realidad es


completamente diferente a la que se vive en la capital regional. No hay semáforos y la
iluminación pública es escasa; no hay señaléticas ni estación de bomberos; no hay su-
cursales bancarias ni grandes tiendas; difícilmente hay conexión a internet y, más difícil
aun es encontrar un kiosko de diarios para conseguir algo de información.

En esta realidad, los servicios básicos son insuficientes y ante emergencias médicas las
expectativas no son las mejores. Los caminos son precarios y levantan mucho polvo
durante el verano, mientras que durante el invierno el agua que se acumula y escurre
por estas rutas las hace resbaladizas y prácticamente intransitables, por lo que muchas
localidades quedan aisladas. Es el caso de Quebrada de Pichamán, donde la alternativa
es caminar a través de varios cerros, hasta llegar a la ribera sur del río Maule y esperar
que alguien envíe una balsa desde el otro lado, para aguardar el tren en los restos de la
estación de Pichamán.

Los caminos, corredores antrópicos que conectan estos pueblos olvidados, son angos-
tos y generalmente se encuentran rodeados por plantaciones de pinos; así, cuando hay
temporales, algunos troncos terminan bloqueando las rutas y, en época de incendios
forestales, los caminos no prestan gran utilidad, ya que no son vías de escape seguras y
tampoco funcionan, eficientemente, como barreras cortafuegos.

Estas personas, sus historias, sus necesidades y sus tradiciones han sido sistemáticamen-
te ignoradas por cualquier idea de “desarrollo” o “progreso” y deliberadamente puestas
en el olvido. Y la solución de fondo, para ellos, no es una capacitación que les enseñe a
hacer y vender artesanías con restos de árboles que se encuentren por ahí.

Ya no se trata solo de bosques olvidados. Ya no solo las especies esclerófilas y del bos-
que maulino caducifolio han sido desplazadas. También las comunidades rurales, los
campesinos y los herederos de la historia que le da identidad a las tierras maulinas.

En consecuencia, el bosque nativo no es el único que se ha visto envuelto en un proce-


so de fragmentación. También lo han sufrido las comunidades rurales y los lugareños
aislados cuyas casas, desprovistas de agua potable y de una taza de baño conectada a
un sistema de alcantarillado, están rodeadas de precariedad y de soledad. Si las napas
dejan de entregar agua y las quebradas dejan de distribuirla, estas personas (sus fami-
lias, sus plantas y sus animales) serán los grandes perjudicados (en primera instancia).

A dos horas de distancia de la capital maulina, la historia de la cotidianeidad es otra, con


otros escenarios, otros actores, otros conflictos, y forma parte de un relato silenciado por

305
la costumbre, por la exaltación romántica de la adversidad, por la naturalización del olvi-
do y, finalmente, por la indiferencia de los citadinos que toman las grandes decisiones.

Además de la que ha debilitado al bosque nativo, existe una profunda fragmentación


social que afecta la forma en que se percibe la realidad. Al parecer, en pleno siglo XXI,
la Región del Maule sigue nutriéndose de la añeja dinámica de la época de los antiguos
terratenientes que se repartían la tierra.

¿Quién habla por estas comunidades? ¿Quién busca solución a sus problemas? ¿Quién
saca del olvido a estas familias del Maule profundo y pone atención a sus demandas, a
sus sueños y a sus esperanzas?

Con estos ejemplos, se hace patente que la dimensión ética es un sustento relevante
para las propuestas de mitigación sugeridas en este libro y que buscan mantener la
provisión de servicios ecosistémicos fundamentales de los que se encargan, entre otros,
los bosques higrófilos de quebrada. Pero esto es solo una parte de algo mucho mayor.

8.3. Un legado para no olvidar

Esta fragmentación de la realidad ha sido muy eficiente, permitiendo ocultar la gran


deuda que existe en Chile en cuanto a gestión territorial, y el manejo integral del bosque
nativo es tan solo una de sus aristas. ¿Cuántas catástrofes ambientales y sociales deben
acumularse para que estas necesidades sean abordadas? ¿Qué tan profundos deben
ser los pozos para comprender la importancia de la lluvia, de los ríos, de las quebradas,
de las vegas y de los acuíferos? ¿Cuántos pueblos deben quemarse por completo para
reflexionar acerca de la relevancia de un territorio planificado y ordenado de manera
respetuosa con todos sus habitantes? ¿Cuántos animales deben morir de sed y cuántos
bosques deben secarse para que el agua sea un tema relevante? ¿Cuántos humedales
costeros deben drenarse con fines inmobiliarios para hacer visible el rol de las barre-
ras naturales contra marejadas y tsunamis? ¿Cuántas hectáreas de bosque nativo deben
quemarse, florearse o sustituirse para dejar de ignorar que algunos procesos son prác-
ticamente irreversibles?

Si de procesos irreversibles se habla, uno de los más dramáticos es la extinción de una


especie.

A lo largo de la historia de la Tierra, se registran cinco grandes eventos globales de este


tipo, que han sido denominados “extinciones masivas”, y que significaron la desapari-
ción, para siempre, de más de la mitad de las formas de vida del planeta. Una de las
más famosas es la que acabó con los dinosaurios y que favoreció, a la larga, el desarrollo
de otros animales, como los mamíferos. Y todas estas tragedias ambientales sucedieron
mucho antes de que la especie Homo sapiens viera la luz del día.

La aparición y proliferación de Homo sapiens, por su parte, puede ser relacionada con
grandes cambios en el planeta, y no siempre para mejor. Volviendo a Yuval Noah Harari,

306
según una de las hipótesis señaladas en “De animales a dioses” (2016), Homo sapiens
“podría ser” responsable de la desaparición de otras especies del género Homo. Las sos-
pechas se harían consistentes al tener en cuenta que la extinción de la megafauna de
muchos lugares del mundo coincide con la colonización de estos territorios por parte
del ser humano; así, la acumulación de eventos de esta naturaleza, a lo largo de la his-
toria de esta especie, en palabras de Harari, “hace que Homo sapiens aparezca como un
asesino ecológico en serie”.

Hacia la actualidad, eventos como la extinción del dodo en la isla Mauricio, del rinoce-
ronte negro de África occidental o de la vaca marina de Steller, en Kamchatka, confirman
lo que ya se sospechaba: Homo sapiens es una especie que cuando se establece fuera
de su hábitat original, se convierte en una fuerza que modela el paisaje y que cambia
el entorno, provocando perturbación y destrucción…, y estas características son las
que definen a una especie invasora. Así, las actividades humanas estarían relaciona-
das con lo que algunos círculos denominan “la sexta extinción”.

¿Y qué sucede al aterrizar este relato a la realidad chilena?

Chile también ha sido escenario de la extinción de diversas formas de vida. Es célebre el


caso del sándalo de Juan Fernández (Santalum fernandezianum), arbusto cuya desapari-
ción se debe a la corta indiscriminada para comercializar su perfumada madera.

Desde la vereda de los animales, se puede mencionar a la ranita de Darwin del norte
(Rhinoderma rufum) y las poblaciones chilenas del sarapito boreal (Numenius borealis).
En el primer caso, no se producen avistamientos de la especie desde 1981 (aún no se
declara extinta) y, en el segundo, la causa de la extinción de las poblaciones locales es
estrictamente antrópica, ocasionada por la caza indiscriminada (Bourke et al., 2012).

Un caso especial es el del toromiro de Rapa Nui (Sophora toromiro), arbusto que se de-
claró extinto en la isla debido a factores relacionados con Homo sapiens (Ricci & Eaton,
1997). El hallazgo de un ejemplar cultivado en el jardín botánico de Bonn, en Alemania,
salvó a la especie de la extinción y ha permitido generar iniciativas para reintroducirla
en su hábitat original. No corrió la misma suerte la palma de Rapa Nui (Paschalococos
disperta), explotada hasta la extinción por los pascuenses, y de la cual solo quedan algu-
nos dibujos (Delhon & Orliac, 2010).

Si árboles, aves y ranitas no resultan ser lo suficientemente impactantes, tal vez sí lo sea
un oscuro capítulo de la historia de Chile y Argentina, ocurrido en la Terra Incognita Aus-
tralis, y que se refiere al genocidio olvidado de un pueblo aborigen: la desaparición de
los selk’nam. Esta carnicería fue llevada a cabo entre fines del siglo XIX y comienzos del
XX, por orden de los terratenientes de la Isla Grande de Tierra del Fuego, debido a que
los aborígenes interferían con el pujante negocio ovejero (que fue establecido precisa-
mente en territorio selk’nam, sin consultar ni pedir autorización a sus legítimos dueños).
Los gobernantes de la época, al tanto de la matanza, no movieron un solo dedo en favor
del pueblo fueguino. Los que no fueron asesinados en la isla grande murieron poco

307
a poco, debido principalmente a enfermedades infecciosas contraídas después de ser
deportados al campo de concentración de isla Dawson (un lugar cuyo nombre resuena
varias veces en el relato del Chile del siglo XX). Solo algunos sobrevivieron en las islas
australes. Gracias al testimonio de dos heroicas mujeres, entregado poco antes de que
sus vidas se apagaran, se hizo posible que parte de la historia y costumbres del pueblo
selk’nam fueran documentadas: ellas son Lola Kiepja y Ángela Loij. Sus nombres no de-
ben permanencer en el olvido (Martinic, 1989; Chapman, 2002).

Estas historias, ocurridas en las tierras del fin del mundo, son buenos motivos para re-
flexionar. A veces da la impresión de que en Chile se profesa un profundo desprecio ha-
cia lo autóctono, lo originario, lo nativo (o hacia lo que se considera como tal). Expresio-
nes de ello son comunes: la discriminación hacia los pueblos originarios, las burlas hacia
los campesinos debido a su vestimenta o su modo de hablar, los limitados esfuerzos por
enseñar acerca del patrimonio natural del país y el poco interés por la protección del
bosque nativo son parte de esta arraigada idiosincrasia que parece fomentar la valora-
ción de los apellidos extranjeros y el culto a los grandes capitales.

¿Cuánto saben las personas en la ciudad acerca de plantas, animales y hongos nativos?
¿Se fomenta la enseñanza del mapudungún con el mismo ahínco que el aprendizaje de
los idiomas inglés o alemán? ¿Se respeta el patrimonio de los pueblos originarios, su te-
rritorio y su cosmovisión? ¿Se valora la diversidad de paisajes, historias y mitologías que
se entretejen a lo largo de la loca geografía nacional? ¿Qué evento resulta más cercano
para el común de los chilenos, la llamada “Pacificación” de la Araucanía o el Holocausto
Judío?

Para responder estas interrogantes, se requiere observación y reflexión previas. Tal vez
las extinciones y las especies invasoras, como han sido planteadas, pueden aportar al-
gunas perspectivas, en todo contexto. Desde ese punto de vista, y considerando a Homo
sapiens como una especie invasora, los impactos antrópicos sobre los bosques de que-
brada adquieren nuevos matices. Por lo demás, se hace más evidente el rol del ser hu-
mano y sus actividades en la desaparición de especies y ecosistemas, por lo que surge
la necesidad de preguntarse acerca de qué tan justificadas pueden ser las acciones de
una especie que, en busca de algún concepto debatible de bienestar, termina atentando
contra su hábitat y contra la biosfera…, especialmente si esta especie tiene conciencia
de sí misma y de su proceder.

Para el caso de los bosques de quebrada, es conveniente recordar sus funciones, según
lo define la ley 20.283: son bosques de conservación y protección ya que se encuen-
tran vinculados con la estabilización de suelos y la mantención de los cursos de agua;
y son, también, bosques de preservación, en los casos que sean hábitat de especies
incluidas en alguna categoría de conservación.

Por lo tanto, además de la conservación de aguas y suelos, el rol de estos bosques en


la protección de la biodiversidad es un atributo crítico. Entonces, ¿cuáles son los me-
jores cursos de acción a tomar? El espacio para los cuestionamientos queda abierto:

308
el planteamiento de hipótesis y el debate son necesarios y bienvenidos. Las posibles
interpretaciones que se hacen de la legislación, los conflictos de intereses, los recursos
insuficientes para investigar y proteger son solo algunos de los elementos que deben
discutirse.

A pesar de todos los impactos producidos sobre las tierras maulinas, esquilmadas, pero
aún diversas, es crucial comprender que persisten destellos señalando rutas por las cua-
les es posible transitar en busca de cambios y mejoras, partiendo por las alternativas
que permitan generar y compartir el conocimiento.

Muchas veces, estos destellos suelen estar más cerca de lo pensado. Afortunadamente,
en este caso, se encuentran en el mismo origen de esta investigación. En medio de esta
convulsionada historia recorrida, de todos los conflictos, de todas las dificultades y ame-
nazas, de los intereses creados y de los ambientes intervenidos y usados como basural,
hay algo que entrega paz: allí donde se unen las laderas de los lomajes costeros, donde
comienza y finaliza este viaje lleno de aprendizajes, se encuentran, ocultos y olvidados,
los bosques higrófilos de quebrada, cumpliendo con sus roles de protección de suelos,
de proveedores de agua y de guardianes de la biodiversidad, entre tantos otros.

Resulta inspirador, reconfortante y esperanzador, por partes iguales, pensar que esos
bosques olvidados fueron explorados, hace algunos años, por los botánicos Alejandro
Troncoso y José San Martín, maravillándose ante la belleza, complejidad y diversidad
de estas biotas, de estos pequeños mundos azonales que tanto tienen por enseñar a
través del estudio de sus habitantes y sus interacciones, desde los inmensos árboles que
filtran la luz solar hasta los más pequeños hongos que reintegran, cíclicamente, los nu-
trientes al sistema. En estos bosques, las formas de vida más pequeñas son tan valiosas
como los coihues centenarios. En estos bosques, las huellas dejadas por los botánicos,
por los maestros del bosque maulino, son las que retomó el equipo de trabajo del pro-
yecto de los bosques de quebrada de la costa maulina, tres décadas después, para
redescubrir la riqueza de especies y de ambientes, además de la resiliencia de estos hu-
mildes rincones, de estas pequeñas ventanas vivientes a los bosques del pasado y que
se proyectan, a pesar de la adversidad, hacia el futuro, rebrotando cuando el fuego se ha
ido y desplegando sus hojas mientras otras plantas se encuentran en receso vegetativo.
Así luchan por sobrevivir estos pequeños ecosistemas, para que nuevas generaciones
de ciudadanos, de estudiantes y de exploradores del bosque nativo tengan el mismo
derecho a sorprenderse por su diversidad de colores, formas, texturas y aromas a través
de la contemplación y de nuevas formas de vincularse con la naturaleza.

En la protección de este legado viviente descansa la clave de una idea subyacente, pro-
funda y primordial que no debe ser ignorada, porque solo así será posible hacer realidad
la promesa incumplida del desarrollo sustentable: que sea, de una buena vez, en bene-
ficio de todos.

309
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10. ANEXOS

Por Luis Soto-Cerda, Ursula Doll & Christian Valdés-Reyes

Anexo 1. Relación de los bosques de quebrada

En la publicación de 1988, los botánicos hacen referencia, tanto en el texto como en el


mapa, a 25 bosques de quebrada, pero en el listado correspondiente individualizan solo
23 sectores, con nombre y coordenadas.

Con la información de estas 23 localizaciones, el equipo de trabajo del proyecto de los


bosques de quebrada de la costa maulina realizó el reconocimiento de sitios, entre 2016
y 2017.

Para los sectores Quebrada Nini y La Piragua, las coordenadas originales eran muy simi-
lares, por lo cual se las consideró como un único sector, denominado Nini-Piragua.

El Sector Pangalillo, durante el reconocimiento, fue encontrado completamente que-


mado, y sin evidencia de existencia previa de vegetación nativa de ningún tipo (todo el
sector correspondía a plantaciones de pino radiata), por lo tanto, fue descartado.

El sector Camino Chovellén, identificado durante los reconocimientos, se encontró sin


restos de vegetación nativa y poblado de plantaciones, por lo que no fue considerado
para el trabajo de campo.

El sector Camino Empedrado-Chanco fue localizado durante los reconocimientos de si-


tio, observándose restos de vegetación higrófila insertos en una matriz de plantaciones
de pino radiata y de bosque esclerófilo fragmentado. No fue posible contactarse con los
propietarios del sitio, por lo tanto, no se realizaron mediciones en este sector.

En resumen, de los 23 sectores originalmente identificados, finalmente se consideró un


total de 19. Y en estos bosques se concentró la investigación. La relación de estos puntos
se muestra en la siguiente tabla.

326
Identificación sectores (1988) Identificación sectores (2016)
Nombre Coordenada S Coordenada O Nombre Coordenada S Coordenada O
1 Quebrada Nini 35°07’ 72°05’
1 Nini-Piragua 35°06’37’’ 72°05’10’’
2 La Piragua 35°07’30’’ 72°05’
3 Los Cruceros 35°09’30’’ 72°05’ 2 Los Cruceros 35°09’24’’ 72°05’15’’
4 Carrizal Solo 35°15’ 72°14’ 3 Carrizal de Putú 35°15’1,23’’ 72°14’28,98’’
5 Loma Limpia 35°16’ 72°09’ 4 Loma Limpia 35°16’17,09’’ 72°09’9,77’’
6 Agua Buena 35°17‘ 72°09’30’’ 5 Agua Buena 35°17’5,43’’ 72°09’35,35’’
7 Camino a Toconey 35°21’ 71°54’ 6 Camino a Toconey 35°21’35,5’’ 71°53’12’’
8 Manquimávida 35°22’ 72°5’ 7 Manquimávida 35°22’22,93’’ 72°6’11,36’’
9 Costa Azul 35°21’ 72°26’34’’ 8 Costa Azul 35°21’20’’ 72°26’25’’
10 Quebrada Los Coihues 35°26’ 72°20’ 9 Los Coihues 35°26’28’’ 72°20’02’’
11 Sector Pangalillo 35°30’ 72°17’ Pangalillo 35°29’60’’ 72°17’00’’

327
12 Sector Pellines 35°32’30’’ 72°17’30’’ 10 Pellines 35°32’28,2’’ 72°17’4,6’’
13 Camino Empedrado-Chanco 35°35’ 72°20’ Camino Empedrado-Chanco 35°35’40,87” 72°19’56,12”
14 Porvenir 35°40’ 72°20’30” 11 Porvenir 35°40’45,15” 72°20’28,52”
15 Matanza 35°49’ 72°27’ 12 La Matanza 35°49’46,37’’ 72°27’2,54’’
16 La Aguada 35°50’15’’ 72°28’ 13 La Aguada 35°49’56’’ 72°28’4’’
17 Paso Mora 35°50’30´´ 72°28’30’’ 14 Paso Mora 35°50’30´´ 72°28’30’’
18 Quebrada Los Tepúes 35°50’ 72°29’ 15 Los Tepúes 35°49’53’’ 72°29’7,3’’
19 Reserva Los Ruiles 35°50’ 72°29’30’’ 16 Reserva Nacional Los Ruiles 35°49’59,68’’ 72°30’35,43’’
20 Río Curanilahue 35°50’ 72°20’30” 17 Río Curanilahue 35°54’22,06” 72°27’0,64”
21 Camino Chovellén 35°56’ 72°39’ Chovellén 35°56’ 72°39’
22 Canelillos 35°57’30” 72°39’ 18 Canelillos 35°58’10” 72°39’19”
Tregualemu (Reserva Nacional
23 Tregualemu 35°58’ 72°43’ 19
Los Queules) 35°58’45,1’’ 72°41’21,8’’
Anexo 2. Inventario vegetacional

Tregualemu (Reserva Nacional Los Queules)


Reserva Nacional Los Ruiles

Camino a Toconey
Río Curanilahue

Carrizal de Putú

Manquimávida
Nini - Piragua
Loma Limpia
Agua Buena

Los Coihues
La Matanza
Los Tepúes
La Aguada
Costa Azul

Paso Mora

Canelillos
Porvenir

Pellines
Especie Origen*
Acacia caven  N 
Acacia dealbata    I 
Acacia melanoxylon   I 
Acaena argentea  N 
Acrisione cymosa  N 
Acrisione denticulata  N 
Adiantum chilense          N 
Aextoxicon punctatum          N 
Alstroemeria sp      N 
Amomyrtus luma       N 
Aristotelia chilensis                  N 
Avena barbata  I 
Azara integrifolia               E 
Azara serrata          E 
Baccharis concava N 
Baccharis racemosa  N 
Baccharis sp   N 
Berberidopsis corallina  E 
Berberis actinacantha  E 
Blechnum chilense
(actualmente              N 
Parablechnum chilense)
Blechnum hastatum               N 
Blechnummagellanicum
(actualmente Lomariocycas      N 
magellanica)
Blechnum mochaenum     N 
Blepharocalyx
        E 
cruckshanksii
Bomarea salsilla            E 
Boquila trifoliolata               N 

328
Budldeja globosa  N 
Calceolaria sp     N 
Campsidium valdivianum    N 
Cestrum parqui  N 
Chloraea sp   N 
Chusquea coleou     N 
Chusquea quila               E 
Cirsium vulgare      I 
Cissus striata          N 
Citronella mucronata   E 
Colletia ulicina  E 
Colliguaja dombeyana   E 
Colliguaja salicifolia  E 
Conanthera bifolia  E 
Convolvulus arvensis  I 
Coriaria ruscifolia N 
Crataegus monogyna  I 
Crinodendron patagua  E 
Cuscuta sp  N 
Cryptocarya alba            E 
Cyperus sp  N 
Archidasyphyllum
    N 
diacanthoides
Desfonainia fulgens     N 
Digitalis purpurea I 
Dioscorea sp    N 
Discaria serratifolia  N 
Drimys winteri               N 
Elytropus chilensis  N 
Embothrium coccineum  N 
Equisetum bogotense      N 
Escallonia illinita  E 
Escallonia pulverulenta       E 
Escallonia rubra  N 
Escallonia sp           N 
Eucalyptus globulus      I 
Euphorbia lathyris  I 
Fascicularia bicolor  E 
Fuchsia magellanica      N 
Galega officinalis    I 
Galium hypocarpium             N 
Gaultheria insana       N 
Gaultheria mucronata  N 
Gaultheria sp  N 

329
Gaultheria sp aff tenuifolia   N 
Gavilea araucana  N 
Geranium core-core     N 
Gevuina avellana           N 
Gleichenia squamulosa  E 
Gomortega keule   E 
Greigia sphacelata         E 
Griselinia jodinifolia    E 
Griselinia scandens  E 
Gunnera tinctoria       N 
Herreria stellata  E 
Hydrangea serratifolia    N 
Jovellana punctata    E 
Juncus sp           N 
Kageneckia oblonga E 
Lactuca serriola   I 
Lapageria rosea              E 
Lardizabala biternata            E 
Lathyrus sp  N 
Laurelia sempervirens E 
Lithrea caustica            E 
Lobelia tupa         N 
Lomatia dentata    E 
Lomatia ferruginea     N 
Lomatia hirsuta  N 
Lophosoria quadripinnata  N 
Luma apiculata               N 
Luma chequen               E 
Luzuriaga polyphylla        E 
Luzuriaga radicans      N 
Luzuriaga sp  N 
Maytenus boaria      N 
Mentha pulegium      I 
Mitraria coccinea    N 
Muehlenbeckia hastulata              N 
Mutisia sp.   N 
Myoschilos oblonga      N 
Myrceugenia exsucca             N 
Myrceugenia lanceolata  E 
Myrceugenia obtusa  E 
Myrceugenia parvifolia   N 
Myrceugenia pinifolia       E 
Nertera granadensis    N 
Nothofagus alessandrii   E 

330
Nothofagus antarctica  N 
Nothofagus dombeyi    N 
Nothofagus glauca       E 
Nothofagus obliqua       N 
Nothoscordum bivalve   N 
Otholobium glandulosum   E 
Persea lingue           N 
Peumus boldus        E 
Pinus pinaster  I 
Pinus radiata                I 
Pitavia punctata      E 
Plantago lanceolata  I 
Podanthus ovatifolius    E 
Podocarpus saligna  E 
Polystichum chilense  N 
Populus nigra I 
Proustia cuneifolia  N 
Proustia pyrifolia  E 
Prunella vulgaris  I 
Quillaja saponaria    N 
Raukaua laetevirens   N 
Retanilla ephedra  E 
Rhamnus diffusus      E 
Rhaphithamnus
spinosus         N 
Ribes punctatum     N 
Rosa rubiginosa      I 
Rubus ulmifolius            I 
Salix humboldtiana  N 
Salix viminalis  I 
Sarmienta scandens  E 
Saxegothaea conspicua  N 
Schinus polygamus   N 
Senna stipulacea    E 
Sisyrinchium striatum   N 
Solanum crispum  N 
Solanum sp  N 
Solenomelos pedunculatus  N 
Sophora macrocarpa    E 
Sopohora cassioides  N 
Stellaria media  I 
Taraxacum officinale   I 
Teline monspessulana           I 
Tepualia stipularis   N 

331
Trevoa trinervis  N 
Tristerix corymbosus   N 
Tropaeolum cilliatum E 
Tropaeolum sp   N 
Tropaeolum tricolor E 
Ugni candollei      E 
Ugni molinae             N 
Verbascum thapsus  I 
Vestia foetida  E 
Vicia sp  N 
Viola portalesia          E 
Weinmannia trichosperma     N 
Total 32 51 52 38 15 50 47 45 29 30 44 40 31 38 31 22 48 50 91 53 24
168
Nativas 16 29 31 21 7 27 26 27 11 19 24 18 17 24 20 13 28 29
Endémicas 11 19 18 13 7 13 17 12 10 8 16 14 11 13 7 4 19 16
Introducidas 5 3 3 4 1 10 4 6 8 3 4 8 3 1 4 5 1 5
Total 32 51 52 38 15 50 47 45 29 30 44 40 31 38 31 22 48 50

IE** 34 37 35 34 47 26 36 27 34 27 36 35 35 34 23 18 40 32
EI*** 16 6 6 11 7 20 9 13 28 10 9 20 10 3 13 23 2 10
Nativas % 50 57 60 55 47 54 55 60 38 63 55 45 55 63 65 59 58 58

*N: nativas; E: endémicas; I: introducidas.


** IE: índice de endemismos; ***EI: índice de invasoras

332
Anexo 3. Carac terización físico-química de suelos de los bosques de quebrada *

Suma
Quebrada Profundidad N P K M.O. pH de CIC Saturación Clase textural
bases de bases
[cm] [mg/Kg] [%] [cmol(+)/Kg] [%]

Nini-Piragua1 0-10 9 6 57 1,78 5,54 3,76 11,76 31,97 Franco arenoso


10-20 8 5 18 1,07 5,48 1,77 7,77 22,78 Franco arenoso
20-30 6 5 23 1,83 5,26 1,67 11,67 14,31 Franco arenoso

Carrizal de 0-10 20 9 168 12,25 5,45 10,51 47,01 22,36 Franco


Putú 10-20 8 3 70 3,84 5,50 2,56 20,56 12,45 Franco
20-30 5 4 45 2,54 5,65 2,81 18,81 14,94 Franco arcilloso

Camino a 0-10 8 6 85 2,70 6,09 12,21 23,21 52,61 Franco arenoso


Toconey 10-20 2 5 75 1,69 5,94 9,88 17,88 55,26 Franco arenoso
20-30 3 5 41 1,42 5,98 9,99 17,99 55,53 Franco arenoso

Manquimávida 0-10 14 15 84 8,78 5,24 6,88 28,38 24,24 Franco arenoso


10-20 7 9 52 4,94 5,32 2,47 17,47 14,14 Franco arenoso
20-30 1 7 23 3,19 5,60 2,36 13,36 17,66 Franco arenoso

Costa Azul 0-10 16 5 70 4,87 5,35 4,70 16,70 28,14 Franco arenoso
10-20 11 5 69 5,46 5,27 3,59 16,59 21,64 Franco arenoso
20-30 13 6 84 5,24 5,31 5,25 18,75 28,00 Franco arenoso

Los Coihues 1 0-10 2 6 71 8,69 5,49 5,54 27,54 20,12 Franco arenoso
(Sector 10-20 3 6 41 6,06 5,46 3,57 20,57 17,36 Franco arenoso
Canelos) 20-30 2 6 33 3,71 5,53 2,56 16,56 15,46 Franco arenoso

Los Coihues 2 0-10 5 5 31 2,76 5,17 0,99 11,99 8,26 Franco arenoso
(Sector 10-20 3 2 22 2,09 5,47 0,80 9,80 8,16 Franco arenoso
Aromos) 20-30 4 2 29 1,50 5,35 0,42 7,42 5,66 Franco arenoso

Los Coihues 3 0-10 3 8 89 9,36 5,14 2,78 30,78 9,03 Franco


(Sector 10-20 5 6 45 5,98 5,21 1,25 26,25 4,76 Franco
Coihues)

Pellines 0-10 11 10 99 4,44 5,64 4,68 19,66 23,80 Franco


10-20 6 4 7 2,36 5,94 3,16 16,16 19,55 Franco
20-30 5 5 6 2,44 6,01 3,32 16,32 20,34 Franco

La Matanza 1 0-10 9 4 21 3,22 5,17 0,58 12,58 4,61 Franco arenoso


(Ñirre) 10-20 3 11 7 1,88 5,17 0,29 8,29 3,50 Areno francoso
20-30 6 3 1 1,77 5,19 0,41 7,41 5,53 Franco arenoso

La Matanza 2 0-10 15 4 14 3,83 5,03 0,49 10,49 4,67 Arenoso


(Mañío) 10-20 25 5 24 5,58 4,77 0,97 16,97 5,72 Arenoso
20-30 16 5 32 6,38 4,75 1,06 16,06 6,60 Areno francoso

333
La Aguada 1 0-10 21 12 136 11,23 4,73 2,05 26,05 7,87 Franco arenoso
(Origen de la 10-20 4 4 66 7,63 4,79 1,68 17,68 9,50 Franco arenoso
quebrada) 20-30 2 3 10 5,70 4,83 0,65 13,65 4,76 Franco arenoso

La Aguada 2 0-10 7 5 147 9,40 5,61 7,64 33,14 23,05 Franco arenoso
(Bosquete de 10-20 6 4 132 6,29 5,53 4,44 26,44 16,79 Franco arenoso
Queule) 20-30 8 3 142 4,81 5,49 4,13 26,13 15,81 Franco arenoso

Paso Mora 0-10 13 5 78 4,86 4,93 1,40 20,40 6,86 Franco


10-20 13 4 78 4,97 4,98 1,04 20,04 5,19 Franco
20-30 11 4 55 2,88 4,91 0,87 13,87 6,27 Franco

Los Tepúes 0-10 11 5 82 7,90 4,91 2,61 17,61 14,82 Franco arenoso
10-20 9 3 60 3,65 5,09 1,76 12,76 13,79 Franco arenoso
20-30 8 3 44 5,20 5,01 1,68 14,68 11,44 Franco arenoso

R.N. 0-10 10 4 100 6,53 5,12 3,27 18,27 17,90 Areno francoso
Los Ruiles 1
(Sector
Reserva)

R.N. 0-10 3 2 42 3,18 4,70 0,73 11,23 6,50 Areno francoso


Los Ruiles 2 10-20 12 1 60 2,92 5,07 0,97 11,47 8,46 Areno francoso
(Sector 20-30 10 2 60 2,76 5,02 0,74 10,24 7,23 Areno francoso
Cascadas)

Río 0-10 2 16 61 10,90 5,37 5,18 32,17 16,10 Franco arenoso


Curanilahue 10-20 2 19 49 6,24 5,55 2,89 21,89 13,20 Franco arenoso
20-30 2 16 17 4,13 5,64 2,06 16,05 12,83 Franco arenoso

Canelillos 0-10 38 9 107 13,55 5,33 4,83 42,83 11,28 Franco arenoso
10-20 15 9 81 11,55 5,22 2,09 37,09 5,63 Franco arenoso
20-30 23 8 64 10,54 5,25 1,65 34,65 4,76 Franco arenoso

* N, P, K: contenido de nitrógeno, fósforo, potasio en mg por kilogramo de suelo; M.O.: porcentaje de materia
orgánica del suelo, CIC: Capacidad de intercambio catiónico del suelo.

334
Anexo 4. Glosario

Abiogénesis: Hipótesis que sostiene que el surgimiento de la vida ocurrió a partir de


materia inorgánica.

Agalla: Excrecencia o tumor formado por algunas plantas como respuesta a picaduras
de insectos o infecciones. En algunos casos, permite encapsular patógenos.

Antihelmíntico: Medicina contra los gusanos intestinales.

Antioxidantes: Compuestos químicos que bloquean la acción de los radicales libres,


controlando los efectos del desgaste físico y protegiendo la integridad celular.

Antitusivo: Que previene o reduce la tos.

Apostema: Absceso que se inflama y acumula pus.

Aquenio: Fruto seco que no elimina la única semilla que posee (p.e.: maravilla).

Basiscópica: Estructura orientada hacia la base o parte inferior de algún órgano.

Baya: Fruto carnoso que posee más de una semilla.

Bipinnada: Dicho de una hoja compuesta, que los folíolos se disponen en los flancos de
un raquis secundario.

Caducifolia: Especie vegetal que pierde sus hojas en otoño.

Caldo primigenio: Líquido rico en elementos orgánicos expuesto a radiación y energía


del que se dice surgió la vida.

Cáliz: Verticilo floral estéril compuesto por sépalos, que constituye el verticilo más ex-
terno de la flor. Sus piezas son de color verde.

Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC): Suma total de cationes intercambiables


que un suelo puede adsorber. Está dada por cargas negativas repartidas en la superficie
de las partículas del suelo, en las cuales pueden ser retenidos cationes, que a su vez son
fácilmente reemplazables por otros cationes contenidos en la solución del suelo. Se ex-
presa en centimoles de carga positiva por kilogramo de suelo.

Cápsula: Fruto seco que contiene varias semillas y se abre para liberarlas (p.e.: amapola).
Carpóforo/Seta: Fructificación resultante del hongo.

Celulosa: Biopolímero (carbohidrato) compuesto de moléculas β-glucosa.

335
Clase textural: Son nombres usados para dar una idea de la naturaleza textural de un
suelo, es decir de la distribución del tamaño de las partículas minerales que lo compo-
nen.

Colirio: Solución usada para limpiar o hidratar los ojos.

Coriáceo: De consistencia similar al cuero. Una hoja coriácea se quiebra al doblarla (p.e.:
peumo, gomero).

Corola: Verticilo floral estéril compuesto por pétalos, generalmente dispuesto al interior
del cáliz y por fuera de los antófilos fértiles (androceo y gineceo).

Cosmopolita: De amplia distribución global.

Discolórea: Dicho de una hoja, en la que sus dos caras presentan diferencias en su co-
loración.

Drupa: Fruto carnoso que posee una semilla (p.e.: ciruela).

Emenagogo: Elemento facilitador del flujo sanguíneo al útero, estimulando la mens-


truación.

Envés: Cara inferior de la hoja (cara abaxial).

Epimacio: Estructura carnosa que acompaña o recubre semillas de algunas gimnosper-


mas. Debido a que no se origina de la modificación de un ovario, no corresponde a un
fruto.

Erosión: Proceso de desgaste de la superficie terrestre, que arrastra suelo y produce


efectos negativos sobre su fertilidad.

Escorrentía: Agua que fluye sobre la tierra sin infiltrarse al subsuelo.

Estagnícola: Que crece sobre musgo.

Estambre: Pieza floral que produce los gametos masculinos, contenidos en los granos
de polen.

Estípula: Apéndice de textura membranosa que se dispone en la base de las hojas.

Etnobotánica: Estudio de las relaciones entre los grupos humanos y las plantas.

Ferrugíneo: Con aspecto de óxido ferroso, oxidado.

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Flabelada: Venación abierta, en forma de abanico.

Foliícola: Que crece sobre hojas.

Folíolo: Cada una de las subunidades en las que se divide la lámina de una hoja com-
puesta.

Glabro: Sin pilosidad.

Hábito: Dicho de una planta, hace referencia a su tamaño y aspecto exterior. No confun-
dir con hábitat (lugar).

Haz: Cara superior de la hoja (cara adaxial).

Hemostático: Que puede detener hemorragias.

Himenio: Parte fértil del carpóforo, la cual contiene las esporas.

Hoja compuesta: Hoja en que la lámina se encuentra dividida en unidades menores,


denominadas folíolos (p.e.: avellano).

Hoja simple: Hoja en que la lámina no se encuentra dividida en unidades menores (p.e.:
boldo).

Humícola: Que crece en suelos ricos en humus y/o materia orgánica.

Imparipinnado (a): Dicho de una hoja compuesta, que tiene un solo folíolo en su ex-
tremo apical.

Legumbre: Fruto seco, alargado, que contiene numerosas semillas. Es típico de legumi-
nosas.

Levadura: Hongo microscópico unicelular que puede ser clasificado como ascomiceto
o basidiomiceto.

Lignícola: Que crece sobre madera.

Micelio: Conjunto de hifas.

Micra: Unidad de longitud equivalente a la milésima parte de 1 milímetro.

Monopinnada: Dicho de una hoja compuesta, que los folíolos se organizan en los flan-
cos de un raquis primario.

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Mucrón: Punta corta bien diferenciada, a veces clavadora.

Napa: Acuífero; formación geológica permeable susceptible de almacenar agua en su


interior y ceder parte de ella a la superficie.

Nuez: Fruto seco que no se abre por sí solo y que contiene una sola semilla.

Oomycetes: Clase del Reino Protista.

Ovario: Estructura femenina de la flor. En su interior están contenidos los óvulos que,
una vez fecundados, se transforman en semillas.

Panspermia: Hipótesis según la cual el origen de la vida es extraterrestre.

Paripinnado (a): Dicho de una hoja compuesta, que presenta dos folíolos en su extre-
mo apical.

Pecíolo: En la hoja, rabillo que une la vaina o el tallo con la lámina.

Pedicelo: Rabillo por el cual las flores se unen a los raquis de la inflorescencia.

Perennifolia: Especie vegetal que no pierde sus hojas en otoño.

Pericarpio: Parte del fruto, que envuelve a la o las semillas.

Pétalos: Piezas florales que forman la corola. No tienen función reproductiva.

pH: Se refiere al potencial de hidrógeno del suelo e indica el grado de acidez o alcalini-
dad del mismo.

Pluricelular: Organismo constituido por dos o más células.

Podsol: Suelo de regiones templadas húmedas con buen desarrollo del horizonte lixi-
viado. Tienen baja fertilidad, baja capacidad para retener humedad y alta permeabilidad.

Podzolización: Proceso de génesis de suelos podzoles, que incluye la descomposición


de la regolita y la formación de perfiles del suelo.

Pratícola: Que crece sobre pastizales, céspedes, etc.

Queratina: Proteína de estructura fibrosa, componente principal de la epidermis de los


vertebrados.

Quitina: Carbohidrato que forma parte de las paredes celulares de los hongos y del
exoesqueleto de los artrópodos.

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Racimo: Inflorescencia alargada, en la cual las flores poseen pedicelo.

Revoluta: Hoja cuyas láminas se enrollan desde el borde hacia la cara inferior.

Rizoma: Tallo subterráneo que crece en dirección horizontal.

Saturación de bases: Indica el porcentaje de la Capacidad de Intercambio Catiónico de


un suelo ocupado por cationes de calcio, magnesio, potasio y sodio, que son los catio-
nes responsables de reducir la acidez del suelo.

Sépalos: Cada una de las unidades que componen el cáliz.

Sésil: Se dice de cualquier órgano vegetal que no posee soporte.

Suma de bases: Es la suma de cationes calcio, magnesio, potasio y sodio retenidos en


las cargas negativas repartidas en las superficies de las partículas de un suelo. Se expre-
sa en centimoles de carga positiva por kilogramo de suelo.

Vena intersecundaria: Vena intermedia entre secundaria y terciaria, y paralela, o casi


paralela a las secundarias. Se origina generalmente de la vena media.

Vena intramarginal: Vena paralela al borde foliar; en ella se fusionan las secundarias
que nacen de la vena media.

Vena: Corresponde a los haces vasculares, acompañados de tejidos mecánicos, que re-
corre el limbo foliar. Por ellas circulan agua, sales y nutrientes orgánicos.

Vermífugo: Que elimina lombrices intestinales.

Vernación circinada: Enrollamiento de la hoja en el sentido de la vena media cuando la


hoja nueva aún no se despliega. El ápice es el que se dobla espiraladamente.

Zigomorfa: Flor que posee un único eje de simetría.

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Anexo 5. Breve reseña de los autores

Luis Soto-Cerda es Ingeniero Forestal y Magíster en Educación de las Ciencias, Mención


Biología, de la Universidad de Talca, Chile. Sus áreas de interés son la diversidad de flora
del bosque nativo, la sistemática vegetal y la conservación de la biodiversidad.

Ha participado en proyectos de investigación asociados al bosque nativo maulino en


la Universidad de Talca y en la Universidad Católica del Maule. Ha realizado actividades
de docencia en las mismas instituciones, así como en el Centro de Formación Técnica
Estatal del Maule y en la Universidad Autónoma de Chile – Sede Talca.

Ha sido expositor en congresos nacionales y eventos afines. Cuenta, además, con publi-
caciones vinculadas a temáticas del bosque nativo.

Ursula Doll es Ingeniera Agrónoma de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, y Doc-


tora en Ciencias Forestales de la Georg-August-Universität de Göttingen, Alemania. Su
carrera profesional la ha desempeñado en la Universidad de Buenos Aires, Argentina; en
la Universidad Católica del Maule y en la Universidad de Talca, Chile, donde ejerce desde
1994. Sus áreas de investigación son la ecofisiología vegetal, la relación suelo-planta, la
domesticación de plantas nativas, el bosque nativo y el manejo sustentable.

Ha participado en numerosos proyectos de investigación relacionados con flora chilena


y bosque nativo, como directora y coinvestigadora. En la Universidad de Talca ha des-
tacado como cofundadora del Centro de Plantas Nativas de Chile, dependiente de la
Facultad de Ciencias Agrarias, donde ha formado parte de iniciativas de domesticación
de maqui (Aristotelia chilensis) y manejo sustentable de bosque nativo.

Es autora de libros y publicaciones científicas contando, además, con diversas ponen-


cias en congresos, eventos de difusión científica y de transferencia tecnológica.

Christian Valdés-Reyes es Ingeniero Forestal de la Universidad de Talca, Chile. Sus áreas


de interés son la micología, la conservación del bosque nativo y la hidrología forestal.

Ha participado en proyectos de reforestación y levantamiento de información vegetal.


Se ha desempeñado en proyectos de investigación del bosque nativo maulino con la
Universidad de Talca, en bosques australes con la Fundación Huilo Huilo y en la Región
Metropolitana con Celeo Redes.

Es miembro de la ONG “Micófilos” y ha sido expositor en congresos nacionales e interna-


cionales (XXII y XXIII Congreso Latinoamericano de Estudiantes de Ciencias Forestales,
I Congreso de Micología Chileno, VI Congreso Nacioal de Flora Nativa de Chile, VII Con-
greso Nacional de Ciencias Forestales).

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