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EL ENIGMA DE MACHUPICCHU
Historia, Arqueología, Estética, Ecología y Prospectiva
del Monumento Artístico-Arqueológico
más importante del Perú
© El Enigma de Machupicchu
Jose Tamayo Herrera
© Coordinación de Edición:
Walter Segundo Diaz Montenegro
© Editor Gráfico:
Moisés Bustincio Cahui
© Cuidado de Edición:
Walter Segundo Diaz Montenegro y Yessica Torres Salcedo
Prohibida la reproducción total o parcial de las características gráficas de este libro por
cualquier medio, salvo que lo acrediten fines académicos.
Libro no venal de carácter educativo y de difusión cultural.
Presentación
Introducción ...........................................................................................13
El siglo XX: el siglo de Machupicchu ........................................................25
El “estado de la cuestión”: referente a la aparición de la histórica de
Machupicchu
¿Qué fue en realidad Machupicchu)...........................................................55
Aspecto Numinoso y Sagrado de Machupicchu. ........................................69
El factor Estético y Artístico: La Arquitectura y el Paisaje en Machupicchu ...79
Lo Ecológico y la Bio-diversidad en Machupicchu: El cambio climático, el
calentamiento global, la deglaciación de los picos nevados ...........................97
La excitante y curiosa Historia Inmediata del tesoro arqueológico y científico
de Machupicchu a través de una fuente periodística del siglo XXI. .............111
La otra faz de la Historia Inmediata de Machupicchu a través de la
Tradición Oral y la Historia Oral. ...........................................................121
La catarsis existencial en la Maravilla del Mundo: cuatro experiencias
personales. ............................................................................................133
Machupicchu y la Literatura: los homenajes poéticos a la Maravilla del
Mundo. ................................................................................................141
La Arqueología y la Geografía de lo imaginario, las ciudades perdidas que
todavía persisten en la Selva cuzqueña. ....................................................149
Los Itinerarios históricos en torno a Machupicchu. El “Qapaq Ñan”.
El “camino inca a Machupicchu” y su redescubrimiento en 1968 ..............157
La futurología y la prospectiva, en las próximas décadas de Machupicchu ...163
Dedicatoria
1. [Las colcas, o qollqa, son edificios o espacios destinados a almacenar bienes. La política económica
incaica estableció la construcción de estos depósitos como uno de los puntos medulares de su admi-
nistración, de modo que cada asentamiento humano debía estar necesariamente acompañado de un
número adecuado de almacenes para proveer a sus pobladores de vestimenta y de alimentos para
suplir las carencias que se pudiesen dar por motivos naturales o sociales, por eso en Machu Picchu
hay colcas en diversas partes del santuario.]
13
anécdota inolvidable recuerdo que después de unos días de trabajo de excavación,
seguramente por mi falta de costumbre de profundizar en la tierra o por algún
microbio o bacteria del yacimiento explorado, sufrí una angina que me tuvo cinco
días en cama. Chávez Ballón que era “Machupicchólogo” y nos hablaba conti-
nuamente de las ruinas del monumento existente en la cuenca del río Willkanota,
que algunos de nosotros conocíamos muy bien por haber paseado por sus diver-
sos andenes y edificios durante varias visitas al monumento.
Chávez Ballón trataba de conquistarme para la Arqueología y gracias a él
conocí un documento importantísimo, apenas salió publicado en la Revista Uni-
versitaria de la UNSAAC en 1958. Era un artículo magistral de John H. Rowe
denominado: “Tiempo, estilo y proceso cultural en la Arqueología Peruana”, el
cual me causó gran impresión por su profundidad científica. Allí se establecía una
periodificación total de la época cerámica del mundo prehispánico, lo que reve-
laba que Rowe tenía, según Duccio Bonavia: “una gran preparación en la arqueo-
logía clásica, en filosofía clásica e historia del pensamiento occidental y fue él
quien estableció la necesidad de la investigación holística y no parcial”. (Arqueo-
logía y Vida Nº 1: “Duccio Bonavia”. Lima, 2007)
Rowe, siguió la escuela que creara Alfred Kroeber y que es sin duda la que
más influencia ha tenido en la Arqueología Peruana. Entre los discípulos de
Rowe, estuvo la que fue después su esposa: Patricia Lyon. El gran legado de
Rowe, fue definir claramente la periodificación de la Arqueología Peruana. En
ese sentido su trabajo antes citado: “Tiempo, estilo y proceso cultural en la
arqueología peruana” (1958) y “Stages and Periods in Archaeological Interpreta-
tion” (1962), fueron por muchos años los pilares de la arqueología peruana.
Otro aspecto con que Rowe contribuyó al conocimiento del pasado prehis-
pánico fue el estudio de la arqueología peruana y cuzqueña, desde un punto de
vista histórico, produciendo trabajos como: “Absolute chronology in the Andean
Area” (1945) y “Inca Culture at the time of Spanish Conquest” (1946).
En el caso del Cuzco, su trabajo fundamental fue el denominado: “An
Introduction to the Archaeology of Cuzco” (1944). En 1990 Rowe afirmaba:
“Mucha gente estuvo diciendo que los incas desaparecieron cuando llegaron los
españoles. Eso es ridículo. Por supuesto ellos no desaparecieron. Yo me dirigí al
arte inca para probarlo. Lo que hice fue encontrar los retratos de los Incas nobles
en el Museo del Cuzco, inclusive sometiendo a los rayos X, a las pinturas para
comprobar las fechas”. (Rowe, comunicación personal)
Respecto a Machupicchu, el trabajo de Rowe de 1987: “Machupicchu a
la luz de los documentos del siglo XVI” y el similar publicado en 19902, no sólo
trazan una historia completa de las ruinas sino que además demuestran la ver-
2. [John H. Rowe: “El plano más antiguo del Cuzco. Dos parroquias de la ciudad vistas en 1643”. Edit.
Histórica 14, 2 (Lima 1990)]
14
dadera naturaleza de la Willkallaqta. Los mayores aportes de Rowe están en
relación a la zona del Cuzco y la Costa Sur; además de ser un especialista en
etnobotánica editó, hasta su muerte, la mejor revista de estudios andinos: Ñaw-
pa-Pacha. (Arqueología y Vida Nº 1: “Duccio Bonavia”. Lima, 2007)
En 1978 publiqué mi libro: “Historia Regional del Cuzco Republicano”, en
la segunda parte del libro (en el acápite VIII y con el título de “El regalo del pasa-
do”), me ocupé de la significación de Machupicchu y de su descubrimiento tanto
por cuzqueños como por extranjeros y de su significación identitaria e histórica
tanto para el hombre del incario como para nuestra época. Premonitoriamente
comparaba Machupicchu con Chichén Itzá en la llanura de Yucatán en México,
la que conocí en 1960 y que 40 años después fueron declarados, ambos monu-
mentos (peruano y mexicano) como Maravillas del Mundo.
Muchos años después de haber leído el genial artículo de Rowe, en el
invierno de 1990 lo conocí personalmente. Él estaba de visita en el Cuzco y yo era
ya ducho en la entrevista oral y “en la conversación como fuente de conocimien-
to”, como afirma Gadamer, lo invité a almorzar en el Restaurant “Piazza”, en el
“Portal de Panes” en la Plaza de Armas del Cuzco. Tanto el diálogo como la
entrevista estuvieron fichadas por mí desde las 12 del día hasta las 5:30 de la tarde.
No sólo almorzamos juntos, sino que hasta tomamos el lonche, entonces él me
hizo algunas confidencias fundamentales sobre el Cuzco incaico y sobre todo
sobre Machupicchu, datos que no figuran en ninguno de sus artículos, aunque yo
había leído ya varios de ellos —recientes—. En ellos sostenía que los últimos
incas del Cuzco y sus coyas tenían “haciendas reales” en los valles cercanos y leja-
nos de la Ciudad Imperial, y que precisamente la zona que Valcárcel llamaba
“Tampu”, entre Ollantaytambo, Machupicchu y Willcabamba, era la “Hacienda
Real” de Pachacuti Inca Yupanqui.
Luego, gracias a una invitación suya, mi esposa y yo lo visitamos en su casa
de Berkeley, en California, en que con su esposa Patricia Lyon, nos ofrecieron un
almuerzo exquisito, de modo que durante muchas horas volvimos a hablar inten-
samente de los temas del Cuzco Inca y de Machupicchu en particular. En ambos
ágapes, tanto en el Cuzco como en Berkeley, me hizo revelaciones orales muy inte-
resantes, las mismas que yo iba fichando en mis notas de viaje siguiendo la Tradi-
ción Oral de Vansina, la Historia Oral de Davis y la Hermenéutica de Gadamer.
Luego de algunos meses, yo volqué parcialmente aquellas notas en mi libro en 3
tomos, denominado: “Historia General del Cuzco” y que escribí para la Munici-
palidad del Cuzco a pedido de su Alcalde, Daniel Estrada que no sólo era un
ardiente incaísta, sino un mecenas extraordinario.
Por eso es que conozco la arqueología de Machupicchu, pues me la han
revelado dos de los grandes “machupicchólogos”: John Rowe y Manuel Chávez
Ballón.
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Posteriormente, también en agosto de 1990, entrevisté en el mismo restau-
rante a Manuel Chávez Ballón y ello con el mismo método de conversación, es
decir fichando mucho de lo que me revelaba oralmente. Nos quedamos conver-
sando casi toda la tarde tan importantes temas, además visité su taller de la calle
Puputi para ver sus esquemas, sus láminas, sus dibujos y sus huacos. Allí pude leer
tres breves artículos sobre el Cuzco de Chávez Ballón y uno, también de él, acerca
de la cerámica de Machupicchu.
También pude entrevistarme con otro conocedor —entre profesional y
autodidacta— de la arqueología cuzqueña: el recientemente desaparecido Luis
Barreda Murillo, con quien conversamos sobre sus ideas y temas arqueológicos
respecto al pre-cerámico y al lítico cuzqueños, así como de los pretendidos hom-
bres y pinturas rupestres de cada zona del departamento.
En 1992, es decir, catorce años después de lo que escribí en mi libro “Histo-
ria Regional del Cuzco Republicano” sobre Machupicchu, volví a hacerlo en mi
obra “Historia General del Cuzco (Qosqo)”. Esta vez, el tema está tratado entre
las páginas 170 a 173 del tomo I, donde se aborda el tema de Machupicchu desde
una visión más moderna, una visión que incorporaba los aportes de Rowe de
1990, tanto escritos como orales, los de Manuel Chávez Ballón y el texto de
Marino Sánchez sobre “Machupicchu”, el mismo que acababa de salir y que fue
escrito hace más de veinte años3.
Quienes escriben sobre Machupicchu, deben tener en cuenta que hay dos
estrategias para tratar el tema: La estrategia monográfica y la ensayística. Se han
producido libros que son monografías sobre aspectos especializados de la Willka-
llaqta de Machupicchu, como por ejemplo, el magnífico trabajo elaborado sobre
los aspectos de ingeniería incaica por Kenneth R. Wright y Alfredo Valencia Zega-
rra4 (este último tempranamente desaparecido). Del mismo modo existen mono-
5
grafías sobre las técnicas de construcción inca como la de Gian Pierre Protzen o
6
la de Jesús Puelles Escalante (de la UNSAAC), sobre técnicas arquitectónicas o
de ingeniería civil o de hidráulica. Existen además biólogos, botánicos y zoólogos
que escriben exclusivamente sobre la flora y la fauna de Machupicchu, al publicar
el material investigado con sus nombres científicos lo que hacen es volver prácti-
camente ilegible el texto de sus escritos.
Frente a todo ello, el presente pretende ser un trabajo ensayístico.
3. [Marino O. Sánchez Macedo: “De las sacerdotisas, brujas y adivinas de Machu Picchu”. Edit. M. O.
Sánchez Macedo. Lima, 1989]
4. [Kenneth R. Wright, Alfredo Valencia Zegarra: “Machu Picchu: A Civil Engineering Marvel”.
Edit. American Society of Civil Engineers. 2000.]
5. [Jean Piere Protzen: “Arquitectura y Construcciones Incas en Ollantaytambo”. Edit. PUCP. Lima.
2008.]
6. [Jesús Puelles Escalante: “Qorikancha, construcción inka, Cusco”. Edit. J. Puelles Escalante. 2008.]
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Lamento que el libro clásico, Historia del Tahuantinsuyo de María Rostwo-
rowski de Diez Canseco (que es el que mayores ediciones ha vendido sobre el
Incario, entre 1988 y el 2009, miles de ejemplares), pese a su exquisita erudición
no diga una sola línea sobre Machupicchu. Lo que hace más lamentable aún, es
que el mayor machupicchólogo peruano: Manuel Chávez Ballón —cuya sabidu-
ría oral era indudable— no haya escrito jamás un libro completo en que volcara
sus conocimientos sobre Machupicchu, sino solamente algunos pequeños artícu-
los sobre el Cuzco y uno breve sobre la cerámica de la Willkallaqta.
Hay pues sobre este tema un vacío que llenar, algo que exige el gran público
que fluctúa entre los 30 y 45 años, así como la juventud universitaria de hoy.
Por eso, porque hace falta, nosotros, sin ser arqueólogos especializados,
sino sólo historiadores especialistas en la historia y las ideas científicas influyen-
tes en la Región Cuzco, presentamos este trabajo de síntesis breve y, en lo posible,
holístico, tal como quería el maestro John Rowe. Ese es el principal objeto del
presente libro: el ir más allá de la simple monografía parcial, y ello sin caer en la
categoría del Libro-Objeto, donde un mínimo de información escrita desaparece
en un mar de fotografías que, cuanto más bellas, más nos ciegan la mente. Por el
contrario, pretendemos un libro más modesto en fotografías, pero más rico en
ideas, una obra no parcial sino integral, porque se abordará a Machupicchu tal
como si se tratase de una joya: un brillante de muchas facetas. Se busca tocar los
aspectos más variados y posibles en los que se nos presenta este Santuario o Will-
kallaqta, descifrar el enigma que encierra su presencia y debelar sus efectos espi-
rituales y mágicos. Como se ve, se trata de lograr una visión holística que esté a la
altura de las expectativas del hombre del siglo XXI; vencer al especialismo y los
panoramas tecnológicos cada vez más inverosímiles y más bien apoyarnos en el
ansia del hombre por lo que siente como absoluto, es decir ante la presencia de la
Willkallaqta.
Recientemente en los últimos seis años se han escrito varios intentos de
libros que tocan diversos aspectos de Machupicchu. El primero es el libro “Ma-
chupicchu: Historia Sacralidad e Identidad”, trabajo editado por el Instituto
Nacional de Cultura del Cuzco, en el año 2005, cuando era su Director el Dr.
David Ligarte Vega Centeno. Este trabajo nos presenta la visión de algunos
arqueólogos modernos como Lumbreras además de otros textos que ya sólo tie-
nen valor histórico como los de Cosio, Valcárcel y Buse, también se registran
los artículos de varios intelectuales cuzqueños formando un total de 166 pági-
nas. Por otro lado, existe también un interesante artículo del antropólogo: Fer-
nando Astete Victoria, jefe del Parque Arqueológico Nacional de Machupic-
chu, asimismo un artículo de Jorge Flores Ochoa, que reivindica el papel de
Machupicchu para el turismo místico y su función como símbolo de identidad.
Posteriormente, en enero del 2011, la UNSAAC publica la revista “El Antonia-
no” (1° trimestre del 2011, tomo 21 N° 177), en que figuran varios artículos
tanto actuales como las reimpresiones de algunos artículos históricos sobre
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Machupicchu entre los que destaca “el descubrimiento de Machupicchu” de
Jorge Flores Ochoa. Lamentablemente el aspecto botánico, por su especia-
lismo y por el uso excesivo de nombres científicos, hace que sea difícil que este
trabajo cumpla el efecto de comunicación esperado. Destaca también el
artículo sobre el misticismo y la realidad urbano-arquitectónica de Roberto
Samanez Argumedo y la Historia Inmediata de Víctor Angles sobre el “Ca-
mino Inca” a Machupicchu y su redescubrimiento en 1968.
Posteriormente la Cerveza Cuzqueña, el poderoso monopolio extranjero
que produce la cerveza en el Perú, ha editado un libro-objeto llamado: “Machu-
Picchu: Canto de Piedra”, obra en la que figuran 11 colaboradores y donde pre-
dominan las fotografías, aunque los textos son suficientes para el turista común y
corriente, más no para el científico. Es el típico texto para regalar a los clientes de
una gran empresa. El artículo más notable es el de José Koechlin, titulado “La
apuesta empresarial”, pues allí se define el objetivo estratégico de las empresas del
turismo: “Nos estamos preocupando por la capacidad de carga (que puede sopor-
tar Machupicchu) cuando deberíamos estar atareados en aumentar el número de
visitantes y crear una cadena de valor. Tenemos menos del 10% de las visitas que
reciben la Torre de Pisa, el Coliseo de Roma o la Torre Eiffel”. (José Koechlin:
“La apuesta empresarial”. En: “Machu-Picchu: Canto de Piedra”. Lima, 2010)
A los que ahora escriben sobre Machupicchu tan solo hace algunos meses
o a lo más hace dos años y creen haber descubierto la pólvora, les diré humilde
pero enérgicamente, que éste quehacer de investigar y escribir sobre Machupicchu
es también algo que exige la labor de toda una vida de investigación en los temas
andinos y especialmente en los cuzqueños. Por nuestra parte podemos afirmar
que este libro parte de una larga labor heurística realizada a partir mis fichas per-
sonales tanto antiguas como nuevas, a las que puedo sumar una gran colección
personales de fotografías en gran parte nuevas y remotas sobre la ahora denomi-
nada Maravilla del Mundo. El nuestro, es un libro fruto de la reflexión y de calma-
das lecturas que siempre buscaron descubrir la memoria colectiva que encierran
los andes, de allí que su lectura no pueda ser objeto de la visión parcial, veloz y
momentánea del turista veloz. He escrito a lo largo de mi vida varios libros de sín-
tesis nacional, regional y local, premunido de ese capital intelectual y de su expe-
riencia ahora pretendo una verdadera labor de síntesis sobre Machupicchu, ojalá
lo haya logrado.
Como dice Alfred Schultz, “todos necesitamos la lucidez del forastero que
vive en una comunidad cultural distinta”, algo muy afín a lo que afirma Eduardo
Mallea: “La lejanía, da el punto de vista necesario para penetrar en un problema
científico”. En una frase, Gabriel García Márquez sintetiza mucha de nuestra
intención a la vez que muestra de las razones por la que a veces el escribir sobre
Machupicchu a veces resulta fallido: “En el mundo hay muchos hombres que tie-
nen talento, pero pocos los que tienen una auténtica vocación y son los más, los
que nunca llegan a articular su vida en torno a su verdadera vocación”.
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Yo dejé el Derecho y la Filosofía, que tocaron a mis puertas en mi juventud
y me fui a México a la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México),
sólo porque era un hombre que quería seguir su vocación. Puedo afirmar que a lo
largo de mi vida esta elección ha sido feliz, pues no he sido otra cosa que un sim-
ple trabajador de la cultura. Como catedrático, investigador y escritor puedo
decir: “Que lo que he hecho por mis libros, ha sido menos de lo que mis libros han
hecho por mí”, porque mis libros —hijos del espíritu—, me han ganado grandes
amigos, no sólo en el Cuzco sino también en el Perú y a lo largo de muchas partes
del mundo. Hasta podría decir que el libro honra a los lectores y a su vez,
mediante estos, honran también al autor.
Para realizar mi trabajo, he revisado una amplia bibliografía sobre Machu-
picchu (la que el lector verá al final del libro), de manera que el presente trabajo en
cierta forma está dotado de un aparato crítico que pretende ser riguroso. Hemos
hecho uso de citas exactas y fuentes tanto escritas como orales, las mismas que
hemos procurado señalar en detalle.
En julio del 2007, pude conseguir un ejemplar del Suplemento (en formato
revista) del gran periódico estadounidense: “New York Times” en el cual había
un artículo sobre Machupicchu del periodista norteamericano Arthur Lubow que
se titulaba “The Reconquest” (The New York Times Magazine del 24 de junio
del 2007, sección 6). Allí se consignaban datos que eran nuevos para mí, que
estaba acostumbrado a ver el tema de Machupicchu en revistas científicas o libros,
pero no en un Suplemento de uno de los periódicos más prestigiados del mundo.
Las intrigas en torno al tesoro de Machupicchu existentes en la Universi-
dad de Yale, los tratos y contratos que envolvían esta relación, así como el com-
portamiento de los burócratas peruanos, los arqueólogos norteamericanos y los
ejecutivos de Yale, surgían de esta publicación. Puedo afirmar que para un cuz-
queño esencial como yo, esto fue el chicotazo que me despertó el ansia de averi-
guar mejor el pasado y el presente del llamado “descubrimiento” de Machupic-
chu; indagar un poco más en la cadena de silencios, abusos (y hasta confabulacio-
nes) de algunos de los personajes protagónicos que intervinieron para que los res-
tos arqueológicos extraídos por Bingham fueran a parar por un siglo al museo Pea-
body de la Universidad de Yale, sin esperanza alguna —al menos hasta el 2007—
de volver al Perú.
En el año 2007, di en el Cuzco una primera conferencia sobre Machupic-
chu donde divulgaba las nuevas fuentes que había encontrado sobre el descubri-
miento de la antigua ciudad de los incas, entre ellas el artículo de José Uriel Gar-
cía publicado en “Cuadernos Americanos” en el año 1961, trabajo desconocido
en el Cuzco; el libro sobre Alberto Giesecke escrito por Marcial Rubio Correa; el
artículo de la revista “Tareas” y la información oral que había obtenido tanto de
John Rowe como de Manuel Chávez Ballón, además del Suplemento del “New
York Times” antes mencionado.
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Ampliando aquella conferencia sobre Machupicchu, en el año 2009 di otra
en el Club Cuzco de Lima, gracias a la invitación de su presidente, la ingeniera
Lida Marín de Galdo, la misma que obtuvo gran renombre.
No dejé de investigar el asunto de Machupicchu, esta vez inspirado en el
libro: “El toro de Minos”, donde que se narran las hazañas arqueológicas de algu-
nos los fundadores de la Arqueología moderna: Heinrich Schliemann, en la bús-
queda de Troya y Micenas y de Arthur Evans en el hallazgo de Gnosos, en la isla
de Creta, hazañas cumplidas hace ya 150 años. Anhelando la paciencia y la crea-
tividad de aquellos maestros fundadores de la arqueología y estando seguro de no
poder ser como ellos, percibo que ahora esa ciencia esté en gran parte en manos
de meros “especialistas”, hombres incapaces de realizar una síntesis totalizadora
porque ignoran que el hombre del siglo XXI es más proclive a entender la realidad
de modo integral, antes que en sus meros detalles y ello precisamente porque
quiere verlo todo en un solo instante. De allí también que hemos procurado que
este libro sea breve.
Yo admirador y amante de Machupicchu desde mi adolescencia y luego de
haber visitado el monumento incaico más de 8 veces, me he permitido escribir
este modesto opúsculo para que sirva de fuente de información a los cuzqueños y
a los peruanos en general que tanto admiran a Machupicchu.
Mi estilo de escribir siempre ha sido un estilo natural y quiera la Providen-
cia que sea también elegante, auténtico y original. Rehúyo todo barroquismo, por-
7
que con Ortega y Gasset pienso: “La claridad es la cortesía del filósofo” . Del
mismo modo puedo asumir como consigna la siguiente frase: “Barroco es aquel
estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda
con su propia caricatura. Barroco (Baroco) es el nombre de uno de los modos del
silogismo.— El siglo XVII lo aplicó a determinados abusos de la arquitectura y de
la pintura del siglo XVII; yo diría que es barroca la etapa final de todo arte,
8
cuando este exhibe y dilapida sus medios” .
Agradezco al Jefe Institucional del Archivo General de la Nación: doctor
Joseph Dager Alva y a la Directora Nacional de Archivo Histórico: doctora Ana
Cecilia Carrillo Saravia, por haber compartido conmigo el conocimiento de dos
documentos significativos que se hallan en sus fondos y que permiten probar dos
hipótesis importantes, las mismas que fueron proporcionados en copia mecano-
gráfica. La primera, es la referente al paraje denominado Piccho, en el Cañón de
Torontoy y cuyo documento tiene como fecha el 18 de marzo de 1561, es decir,
que prueba que sólo 28 años después de la ocupación del Cuzco por los españoles
en noviembre de 1533, estos ya conocían el paraje de Piccho. Es más: que su pro-
ducción de coca ingresaba con los impuestos correspondientes en las Cajas Rea-
les del Cuzco.
Hasta ahora se creía que los documentos más antiguos sobre Machupicchu
eran los de la Relación de Diego Rodríguez de Figueroa fechado en 1565 y el de la
copia realizada en 1790 o 1791 a partir de otro documento fechado en 1568, docu-
mento ubicado por Glave y Remy en 19839.
El otro documento referido, es el testamento del doctor José Mariano
Macedo Cazorla, de fecha 28 de diciembre de 1889, el cual prueba que este profe-
sional tenía un patrimonio de obras de arte pictóricas europeas en el Viejo Conti-
nente y en Estados Unidos, las que estaban depositadas en diversas ciudades de
Francia, Inglaterra y Norteamérica. Del mismo modo, también se hacía referen-
cia a una colección de objetos prehispánicos que dispuso en su testamento para
que se vendieran al Museo de Berlín, mediante el catálogo respectivo, a fin de obte-
ner una oferta ventajosa dirigida al Director del Museo, señor Bastian, por con-
ducto de un ciudadano probablemente alemán llamado Eker.
Anteriormente, consta que entre 1881-1883, Macedo vendió al Museo de
Berlín su magnífica colección de objetos prehispánicos que se exhibían en su casa
9. [“Estructura agraria y vida rural en una región andina: Ollantaytambo entre los siglos XVI-XIX”.
Edit. Centro de Estudios Rurales Andinos “Bartolomé de Las Casas”. Cuzco, 1983.]
21
ubicada en la Plaza de la Inquisición N° 209 (Lima), operación que realizó por
intermedio del Comerciante alemán Kruger al precio de 2000 libras esterlinas
para librarse de un cupo que le impuso el Ejército de Chile (Tamayo: “Historia del
indigenismo cuzqueño siglos XVI-XX”, 1980). Además, según parece, era socio
de la Compañía “Huacas del Inca”, una Sociedad Anónima formada por el
explorador y timador alemán Augusto R. Berns, según informa Mariana Mould
de Pease. (Mould de Pease: “Machupicchu antes y después de Hiram Bingham:
entre el saqueo de “Antigüedades”. Lima, 2008)
Agradezco también a mi hermano, el ingeniero civil, Roberto Tamayo
Herrera, por las fotografías de Machupicchu que me ha facilitado (tanto antiguas
como modernas) y por su valioso testimonio en las conversaciones que hemos sos-
tenido sobre los siete años de su permanencia en la ciudad como Ingeniero Civil
Supervisor de la construcción de la Central Hidroeléctrica de Machupicchu (1957
y 1964), obra que, en buena parte, puede decirse que es suya y que hoy constituye
la fuente fundamental de energía para el Cuzco, ahora cuando el petróleo ha tre-
pado a 112 dólares el barril.
También expreso mi gratitud a mi hijo Gonzalo Tamayo Flores por la
información sobre los diversos aspectos del desarrollo turístico-económico que
existen en el Cuzco y en Lima a partir del año 2007 hasta el presente 2011.
También merece mi gratitud, mi prima Caridad Herrera de González, des-
cendiente de mi tío abuelo el gran sabio botánico doctor Fortunato L. Herrera,
por los documentos inéditos de dicho gran hombre, sobre las plantas y la signifi-
cación botánica de la zona del Santuario de Machupicchu.
Asimismo, agradezco a mi esposa Sofía Flores de Tamayo, por su perma-
nente aliento y fe en mi obra y la corrección, ojalá perfecta, que ha hecho de este
libro. Igualmente mi gratitud especial para César Gutiérrez Muñoz por las foto-
grafías que me facilitó.
Para finalizar diré que Fernando Silva Santisteban y yo fuimos en la Uni-
versidad de Lima durante 30 años “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, con-
forme al concepto del gran José María Arguedas: ambos, Silva y yo, nacimos en
los Andes y vivíamos en Lima; México nos dio a ambos el espíritu de la UNAM
que Vasconcelos grabó en su escudo para siempre en letras de oro: “Por mi raza
hablará el espíritu” (José Tamayo Herrera: “Nuevo compendio de historia del
Perú”. Lima, 1995)
Por todo ello, Fernando Rosas Moscoso, dice que siendo Cuzco mi cuna,
fui después migrante en Lima, combinando los dos mundos, el costeño y el andi-
no, en una vida profesional rica en expresiones y matices. “No es pues la visión
del limeño ni tampoco exclusivamente del andino, la que se refleja en este libro,
porque junto con Fernando Silva Santisteban recordado amigo y verdadero
amante del Perú, ambos son: “EI zorro de arriba y el zorro de abajo” porque
nacieron en los Andes y vivieron en Lima. Gran ventaja, pues, aquella de la visión
22
pluridisciplinaria y humanística por excelencia, aquella que nos da la preciosa
oportunidad de estar entre dos mundos: El Ande y la Costa”. (Rosas Moscoso:
Prólogo a “Nuevo Compendio de Historia del Perú” de José Tamayo Herrera.
2010)
23
Ingeniero Roberto Tamayo
H. con su hijo Jesús Roberto
Tamayo Pacheco.
Baruch Spinoza.
10. [Hazen: “The. Awakening of Puno: Government Policy and the. Indian Problem in Southern Peru,
1900-1955”. Tesis doctoral. Yale University, 1974]
32
Gabriel Cosio y Uriel García, quienes lo rodearon de inmediato y lo guiaron por
las bellezas artísticas de la Ciudad Imperial, llevándolo inclusive por el Valle
Sagrado de los Incas hasta Ollantaytambo.
Tal fue el interés y el entusiasmo que generó Riva Agüero en el Cuzco, que
connotados miembros de la llamada después “Escuela Cuzqueña”, le rindieron
pleitesía: Cosio lo hizo padrino de su hijo resultando su compadre, Luis E. Valcár-
cel le dedicó su primera tesis universitaria: “Kon, Pachacamac, Wiracocha”. Riva
Agüero se alojó en la casa de la linajuda familia Aguilar. Como pensaba que la
“naturaleza es puro pasado” como decía Novalis, parece que el gran maestro
limeño se desentendió un poco del presente, utilizando su memoria extraordina-
ria para reeditar los tiempos del Incario y la Colonia de la mano de las crónicas y
prestó poca atención al presente inmediato: a la historia del presente, a la tradi-
ción oral, a la historia inmediata, pues su compadre Cosio, parece que le comu-
nicó en sigilo la visita que hizo a Machupicchu en enero de 1912, sólo cinco
meses antes.
Nos encontramos ante un misterio curioso: ¿Por qué la mayoría de los jóve-
nes líderes intelectuales del Cuzco que ya eran incaístas, porque sabían lo de
Machupicchu, parecieron esconder el asunto de este fenómeno tan trascendental
para el Cuzco? ¿Por qué los periódicos locales que habían agitado tanto a la juven-
tud universitaria en 1909, ahora no decían casi nada sobre este descubrimiento
tan trascendental y que significaba la noticia de la década?
Con fecha 11 de octubre de 1912, José Gabriel Cosio, dirigió una tarjeta
desde Machupicchu a José de la Riva Agüero, haciéndole saber la grandiosidad
del monumento encontrado y limpiado de la maraña de la Selva por la comisión
científica de Yale. Le dice Cosio a Riva Agüero: “Al recorrer en el silencio calles
estrechas y respirar este ambiente de vejez y de ruina, recuerdo de usted mi que-
rido compadre, que ante los restos del Cuzco, que en comparación con éstas, no
son nada, sintió usted una exaltación que llegaba al asombro. ¿Qué no pensaría
usted por acá?” (Mould de Pease: “Machupicchu y el Código de Ética de la Socie-
dad de la Arqueología Americana”. Lima, 2003). Riva Agüero, le responde desde
Chorrillos, el 25 de enero de 1913, interesado en adquirir un informe histórico de
las antigüedades estudiadas por la Universidad de Yale. (Riva Agüero, 1997,
citado por Mould de Pease, 2003)
De otro lado, nos causa asombro que el genial historiador limeño, quien
recibió informaciones sobre Machupicchu de su amigo cuzqueño Cosio, por razo-
nes que desconocemos, las ignoró y no escribió nada de ello en sus “Paisajes
Peruanos”, cuando hubiera sido un gol de media cancha el haber escrito algún
artículo para la prensa limeña o para la Universidad de San Marcos, sobre un
hecho que era una verdadera “Noticia” para los historiadores y arqueólogos tanto
extranjeros como peruanos.
33
Como tercera hipótesis nos hacemos la pregunta: ¿Era tan grande el poder
de Bingham, de Yale y de los altos burócratas peruanos en Lima, que lograron
acallar y hasta llegar a un “pacto de silencio” con los intelectuales cuzqueños y
limeños sobre el hecho de la aparición de Machupicchu, al punto que ésta pasó
desapercibida en la Ciudad Virreinal, que prácticamente nadie se conmovió con
el asunto? Esto demuestra que realmente la Historia camina con pasos de torcaza
y que los procesos fundamentales nacen y crecen silenciosos y que sólo llegan a su
vigor histórico cuando ha pasado el tiempo.
Posteriormente, Valcárcel escribirá dos libros Incaístas: “Del Ayllu al Impe-
rio” y “De la Vida Incaica” publicados y editados por Giesecke en Lima en 1925,
además de su libro revolucionario: “Tempestad en los Andes”, editado por
Mariátegui en 1927. Con estos influirá decididamente en el Amauta quien utili-
zará en los “Siete Ensayos” el término “incaísmo” que en adelante designará y
definirá a nivel nacional esta simpatía de los cuzqueños por los incas, difundiendo
de este modo al universo de los peruanos esta devoción por el Imperio Incaico y
por sus realizaciones sociales y monumentales.
Luego, en 1934, Valcárcel, con motivo del IV Centenario de la Fundación
Española del Cuzco, llegará otra vez a Machupicchu para limpiarlo y ponerlo en
valor. Tarea más profunda realizó en Sacsayhuamán, al excavarlo, cumpliendo
así gran papel a favor del Patrimonio Cultural, antes totalmente abandonado por
el Estado.
Por los años 1943-1944 aparecerá un “incaísmo práctico y masivo” por la
iniciativa genial de nuestro maestro Humberto Vidal Unda, quien creará el día del
Cuzco y la primera realización del Inti Raymi en gran escala: Se reconstruyó,
masivamente, en la mentalidad cuzqueña de todas las clases sociales la presencia,
el recuerdo y la veneración por los incas a través de un fenómeno ritual, gestual,
visual y artístico, TOTAL —y todo ello en runasimi o quechua-popular. Fue el
Inti Raymi, el espectáculo histórico-folclórico e identitario que reemplazará al tea-
tro en quechua literario de ciertas minorías elitistas del Cuzco de habla quechua
(200 o 300 personas), el mismo que existió intensamente, entre 1880 y 1940, lle-
gando incluso a llevar su arte a la Argentina para representarlo en el Teatro Colón
de Buenos Aires (Itier: “El teatro Quechua en el Cuzco”, Volumen 2. 2000). El
antiguo teatro en quechua literario fue sustituido por éste ritual de masas, el Inti
Raymi no sólo era la obra epónima del incaísmo, sino un espectáculo multitudi-
nario que atraería la atención de 60,000 o 70,000 cuzqueños y de miles más de
turistas y visitantes, la como expresión de un incaísmo revivido e inspirador para
las masas cuzqueñas y para los turistas extranjeros.
Por eso, cuando empecé a aplicar la llamada “Historia de las Mentalida-
des” al tema del Cuzco en mi libro de 1980: “Historia del Indigenismo Cuzque-
ño”, analicé los orígenes de los conceptos de Incaísmo e indigenismo en su signifi-
cación original, antes y después de Valcárcel y Mariátegui. En cierta forma
amplié el “alcance” histórico del término para estudiar, tanto el incaísmo colonial
34
de Garcilaso como el incaísmo nacionalista de los curacas del siglo XVIII, este
último descubierto por John Rowe. Del mismo este método me sirvió para acer-
carme mejor a la simbiosis incaísmo-indigenismo de Túpac Amaru y ello sin nin-
gún complejo de Adán. Creo que he sido uno de los más modestos enriquecedo-
res del vocablo INCAÍSMO entre los años 1978 y 1980 —tal vez el primero en uti-
lizar este rasgo cultural presente en la psicología profunda y permanente de los
cuzqueños tanto del presente como del pasado. Considero que este pliegue o uti-
llaje mental es determinante en la Historia del Cuzco, siendo también uno de los
ingredientes esenciales que constituyen identidad cuzqueña, algo que, por ejem-
plo, nos diferencia radicalmente de los arequipeños, de manera que se trata de un
rasgo de la mentalidad cuzqueña, strictu sensu.
He estudiado al INCAÍSMO como un fenómeno intelectual, no como un
credo político o étnico, lo he asumido con cierta asepsia de investigador en el
ámbito académico, como el “homo universitarius” que soy y como alguien que
no pertenece a ningún partido ni está comprometido con nadie. Puedo afirmar
que he llegado a él con entera libertad para aplicarlo y juzgarlo estando muy lejos
de sentirme el inventor del mismo.
Después de mi trabajo, mediando ya la década de los 80 y forzando tal vez
un poco el brazo hacia lo telúrico, Jorge Flores Ochoa, sin duda el mejor antropó-
logo cuzqueño del siglo XX, ha elaborado el término “incanismo” (el mismo que
fue tomado de una tesis de Manuel Jesús Aparicio, sobre el clero cuzqueño en
1814). Flores lo ha defendido con gran fervor, espíritu proselitista y afán de autori-
dad intelectual: ha potenciando el concepto, buscando no sé si conscientemente o
no, reducir la mentalidad cuzqueña a un incanismo que defiende y que lo ha lle-
vado inclusive a realizar empresas museográficas en el Palacio del Almirante (Mu-
seo Inca de la Universidad). En la propuesta de Flores, el incanismo aparece
como el pensamiento oficial de todos los cuzqueños sin excepción alguna, lo cual
todavía estaría por estudiarse, pues hoy más que nunca en el Cuzco convergen cul-
turas, espíritus foráneos y corrientes internacionales que reflejan una multiplici-
dad de mentalidades que han hecho de ella la ciudad más cosmopolita del Perú,
es decir la que alberga más culturas foráneas.
Hoy no cabe ensayar en Cuzco cualquier “reduccionismo” que se halle
anclado en el utillaje mental que lo conocimos durante los primeros años del siglo
XX, y ello porque la realidad nos presenta una perspectiva por completo diferente.
Si bien es cierto que el Cuzco colonizado desde fuera, merece rearmar su “ego”, eso
tampoco significa que la actual noción de identidad tengamos que convertirla en
un credo uniforme por completo dependiente de una sola corriente ideológica.
Sin duda, en Cuzco actualmente existen diversas mentalidades, ahora mucho
más que en la época de la “aparición de Machupicchu”. Este sentido, no estaría
demás indicar por ejemplo que la famosa “teoría del mestizaje” de Riva Agüero,
expuesta en el discurso de homenaje a Garcilaso en 1916, surgió en la mente del
gran polígrafo limeño como una insinuación que le sugirió el Instituto Histórico
35
del Cuzco mediante una misiva para que hiciera un homenaje a Garcilaso en el
Tercer Centenario de su muerte. De modo que puede decirse que Valcárcel fue el
motor original para que el genio de Riva Agüero, del cual era gran amigo, gene-
rara su “teoría del mestizaje” en 1916. Es así que ni aún el más apasionado indige-
nista cuzqueño de la generación de 1909, dejaba de considerar otras posibilidades
de entender lo cuzqueño (y lo peruano) además del incaísmo que lo animaba.
El Instituto Histórico del Cuzco fue el primer motor del “Elogio de Garci-
laso”, quien se hallaba duramente criticado y vapuleado por sus adversarios histó-
ricos (González de la Rosa), hasta el punto que le colgaron el baldón de “plagiario
de Blas Valera”. De manera que puede decirse que fue Valcárcel, hombre insospe-
chable de conservadurismo, quien colaboró con el aporte teórico de Riva Agüero
en 1916, y hasta podemos decir que de una petición regional serrana, surgió la
posibilidad de una teoría indentitaria nacional y novedosa, la que muchos intelec-
tuales aceptaron durante gran parte del siglo XX.
Esto prueba que la “teoría del mestizaje” tuvo varios orígenes, no sólo en
Lima y en los intelectuales de la misma, como afirman algunos historiadores que
no conocen la historia intelectual del Perú profundo, sino que fue gestada en una
alianza sutil, pero tácita, entre la “Generación Cuzqueña” de 1909 (liderada por
Luis E. Valcárcel y Uriel García, el más profundo y complejo mesticista) y la “Ge-
neración del 900” representada Riva Agüero. Quizás también podemos agregar a
la generación arequipeña de don Jorge Polar, el filósofo y ministro de Instrucción
de José Pardo, con quien por ese entonces estaba vinculado el “enfant terrible” de
la élite intelectual limeña (Riva Agüero), pues en el propio texto del famoso dis-
curso sobre el Inca Garcilaso de la Vega, pronunciado el 22 de abril de 1916, dice
en el exordio: “Cumpliendo con tal deber y secundando con entusiasmo la invita-
ción del Instituto Histórico del Cuzco, que tomó la iniciativa del homenaje al más
famoso de los nacidos en esa ilustre y venerable ciudad, la Universidad de Lima
decidió rememorar el centenario con la sesión presente; y me ha encargado
hablar en ella a nombre suyo, tal vez por haber ocupado yo, parte de mi juventud
en la necesaria y minuciosa vindicación de tan amable como injuriado cronista;
porque Garcilaso no es sólo el primero de nuestros prosistas en tiempo y calidad,
sino la personificación más alta y acabada de la índole literaria del Perú. Todo en
el Inca Garcilaso desde su sangre, su carácter y las circunstancias de su vida, hasta
la materia de sus escritos y las dotes de imaginación y el inconfundible estilo con
que los embelleció concurre hacerlo representativo, perfecto, adecuado símbolo
del alma de nuestra tierra”. (Riva Agüero: “Por la verdad, la Tradición y la
Patria” (Opúsculos) Tomo II. Lima, 1938)
Sin embargo de esta fiesta de intelectualidad que fue en Lima el “Elogio de
Garcilaso” y del éxito que tuvo el discurso de Riva Agüero en el momento en que
se produjo (y a lo largo de la primera mitad del siglo XX), es que se constituyó el
mástil para defender el mestizaje por parte de un buen sector de la élite criolla
limeña pensante.
36
Pero me queda la duda y no me la guardo, porque aprendí de mi maestro
Basadre que: ni aún a los 70 años, el historiador, pierde su capacidad crítica, ni
tampoco construye mitologías o hagiografías. Ni siquiera cuando pronunció el
“Elogio de Garcilaso” en abril de 1916, cuatro años después de haber estado en
el Cuzco y haberse carteado con Cosio, Riva Agüero había dado la clarinada al
mundo sobre el descubrimiento de Machupicchu. Es más, aun después de 1913,
cuando la National Geographic ya había publicado toda su edición en su mayor
parte dedicada al tema de la recién descubierta joya inca, el gran Riva Agüero
nunca dijo nada acerca de Machupicchu: ¿Hechizo intelectual por las fuentes cro-
nísticas, bibliográficas y de archivo, o impericia de lo que podía aportar la
Arqueología de entonces, una disciplina que recién estaba haciendo sus pininos
en el Perú y en América, pero que ya tenía un pasado en Europa como lo prue-
ban los trabajos realizados en Pompeya y la obra de Schliemann y Evans en
Troya y en Creta? Como se vuelve evidente, en nuestro país la Arqueología era
una ciencia casi desconocida, aun para intelectuales tan avanzados como Riva
Agüero.
39
El “Estado de la cuestión”.
Referente a la aparición
histórica de Machupicchu
“No es quien obra, quien tiene conciencia,
sino quien observa”
Goethe
11 [Hermann Göhring, fue un ingeniero alemán que por encargo del gobierno peruano en 1874
elaboró una mapa en el que se identifican a las regiones “Macchu-Picchu” y de “Huainu-Picchu”.
El mapa está colgado en varias direcciones Web, entre ellos: http://www.kimmacquarrie.com/
machu-picchu-earliest-maps-and-19th-century-pre-hiram-bingham-visitors]
12 [Hiram Bingham: “Machu Picchu, a Citydel of the Incas: Report of the Explorations and
Excavations Made in 1911, 1912 and 1915 Under the Auspices of Yale University and the
National Geographic Society”. Edit. Yale University Press. 1930]
42
ria tradicional y ciencia natural. El trabajo que comentaremos es el denominado
“El “descubrimiento de Machupicchu”, a base de tradición oral y etnohistoria”,
realizado por el eminente antropólogo cuzqueño, Jorge A. Flores Ochoa. En él,
se examina cuidadosamente toda la historia del llamado “Descubrimiento” de
Machupicchu por el doctor Bingham, quien en los primeros tiempos 1912-1913,
no se atribuyó “el descubrimiento”; en los últimos años, especialmente en su libro
de divulgación denominado: “La Ciudad Perdida de los Incas” de 1922, hasta el
libro más científico y completo editado por la Universidad de Yale en 1930, deno-
minado “Machupicchu, una ciudadela de los Incas” (probablemente su obra más
importante, definitiva y científica), Bingham se atribuye plenamente ser el descu-
bridor material y científico de Machupicchu, borrando todas las huellas de los
anteriores visitantes esporádicos del monumento antes del 24 de julio de 1911.
Flores, en su cuidadoso estudio examina: documentos, tradiciones orales,
contratos coloniales, mapas y antecedentes históricos, así como referencias a los
informes de Göhring y los mapas de Wiener, de Berns, Von Hassel y Markham.
Flores, inclusive cita un pequeño fragmento del libro clave en este tema, el del Dr.
Marcial Rubio Correa, actual Rector de la PUCP, el cual considero el documento
más inobjetable y valioso, porque está basado en las fuentes del Archivo Personal
del Dr. Alberto Giesecke, quien narra con una exactitud admirable y con todo el
detalle, su propia participación en el proyecto de Bingham para encontrar
Machupicchu. El 14 de noviembre de 1910, Albert Anthony Giesecke Parthymueller, fue
nombrado Rector de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco, por el
Gobierno de Leguía, el cual ejerció hasta 1923.
43
un día en que no había dejado de llover ni un sólo instante. Decidieron parar allí e
instalar su carpa porque el señor Braulio Polo y la Borda, dijo que en ese lugar
podrían conseguir gente que les diera algo de comer y así, variarían un poco la
dieta monótona del viaje. Al mismo tiempo el parlamentario quería conversar
con la persona que estaba a cargo del puente que abastecía de comida a los viaje-
ros”. (Rubio Correa, 2007)
“Así lo hicieron. Cuando estuvieron instalados, el señor Braulio Polo y la
Borda, envió al encargado de las mulas a buscar al señor Arteaga, que era el
encargado de controlar el puente. Llegado éste, iniciaron la conversación mien-
tras comían, el señor Polo y La Borda y Arteaga conversaron largamente de diver-
sos asuntos que les concernían, así como de política y de la situación productiva
del valle. En un momento, el señor Braulio Polo y la Borda le preguntó: ¿Arteaga,
qué sabes de esa famosa leyenda del Paititi?” (Rubio Correa, 2007)
—“Bueno, lo único que conozco en relación a eso, son unas ruinas que están en la
parte alta de estas montañas —respondió Arteaga— y señaló directamente hacía el cenit.
Tengo una tierra a ese lado del cerro donde cultivo y voy dos o tres veces al año, porque subir
toma como cinco horas y es un camino sumamente peligroso lleno de víboras venenosas.
Tengo un par de familias indígenas que se encargan de realizar el ciclo productivo. Al cose-
char, ellos bajan la producción hasta una cueva que hay a medio camino y yo subo hasta allí
los productos que ellos necesitan de intercambio, tales como azúcar o sal”. (Rubio Correa,
2007)
“¿Vale la pena ir hasta allá? —preguntó el señor Braulio Polo y La Borda a
Arteaga —“No creo —contestó Arteaga— porque no hay nada que ver, todo está cubierto
por la maleza y además es difícil llegar allí en esta época. Sin embargo si usted está interesa-
do, venga en la época seca, alrededor de julio o agosto y yo lo puedo llevar hasta allá”. (Ru-
bio Correa, 2007)
De esta manera, Alberto Giesecke y el señor Braulio Polo y La Borda deci-
dieron regresar en dicha oportunidad para subir y ver las ruinas referidas (Giesec-
ke, dominaba perfectamente el español, de modo que entendió claramente y al
detalle toda la conversación con Arteaga).
Por ello, cuando Bingham llegó al Cuzco en los últimos días del mes de
junio de 1911, según acredita el Diario El Comercio del Cuzco (y cuyo dato nos
ha sido proporcionado en una comunicación personal por el profesor señor Ros-
sano Calvo), Bingham se puso en contacto con Giesecke de inmediato, quien le
hizo un relato detallado de toda esta historia del viaje a Echarati, seis meses antes
y le sugirió entrar en contacto con Arteaga en Mandor y en el Puente de San
Miguel. Además, por supuesto, puso a Bingham en contacto con algunos profe-
sores y alumnos que poseían tierras en el Valle de Willkanota para que le amplia-
ran las informaciones sobre ruinas incaicas (Rubio Correa, 2007). Pero esto no
quita que Giesecke le indicó a Bingham que debería buscar a Arteaga en el puente de San
Miguel o en el arriendo de Mandor, dándole exactamente el derrotero oral y certero del lugar
44
Vista general de la pirámide trunca del Intiwatana.
4.— Hoy 30 de marzo del 2011, día en que escribimos estas líneas, es un
día histórico para el Cuzco y para el Perú, porque han vuelto al país a bordo de un
avión carguero especial más o menos 363 ceramios y otros objetos extraídos de
Machupicchu, objetos hasta hoy en poder de la Universidad de Yale. Eso es alta-
mente positivo y puede marcar un nuevo sentido en la Historia, cuando todo el
patrimonio cultural e histórico sustraído por las grandes potencias pueda volver a
sus países de origen —y cuando Yale devuelva todo lo que Bingham se llevó. La
llegada de éste material arqueológico nos llenará de alegría y esperanza pero tam-
bién de cierto temor: ¿Seremos capaces de encontrar el lugar apropiado y seguro
para su mantenimiento y su perennidad? ¿Estamos preparados para montar en el
Cuzco un museo moderno, seguro, antisísmico y dotado de todos los artificios
necesarios para exhibir estos especímenes a nacionales y extranjeros, sobre todo
en condiciones de máxima seguridad? ¿Será también el momento de recordar la
pérdida de los libros y documentos de nuestra Biblioteca Nacional que acaba de
49
denunciar su flamante director Ramón Mujica Pinilla? ¿La Casa Concha, un
viejo monumento del siglo XVIII, si bien ya restaurado será suficiente para alber-
gar el tesoro de Machupicchu y sobre todo, al pasar al dominio de la UNSAAC,
ésta será capaz de velar por su mantenimiento y seguridad plenamente?
El conocimiento de Machupicchu durante la Colonia no dejó de tener cier-
tos antecedentes como los que a continuación indicamos.
A partir de 1565, según Marino Sánchez, la ciudad fue abandonada por sus
últimos pobladores: el antiguo “Cañón de Torontoy”, empezó a ser menos fre-
cuentado y casi clausurado para los viajeros, porque en 1690 llegaron al Cuzco los
Padres Betlemitas, que recibieron de herencia la hacienda Sillki del cura Centeno.
Una vez en posesión del bien, los Padres llegaron a controlar totalmente el territo-
rio de la hacienda que comprendía también Machupicchu, no dejando entrar ni
salir a nadie por el “Cañón del Torontoy”, su poder era tan grande que los propios
frailes nombraban al predio como “El Condado”, según dicen Glave y Remy
(1983). El hecho de que ésta vía, quedó casi abandonada hasta hacerse intransita-
ble, salvó a Machupicchu de ser conocido y saqueado por esos “caballeros margi-
nales españoles” que recorrían el territorio en busca de tesoros, porque la difícil
“muralla verde” de la ceja de selva, resultó a la larga, positiva y salvadora.
Es a partir del siglo XVI, que aparecen las primeras noticias sobre Machu-
picchu, así en la “Relación” que escribió Diego Rodríguez de Figueroa, acerca de
su embajada ante el Inca Titucusi Yupanqui, en el año 1565, existe el siguiente tex-
to: “Esta noche dormí al pie de un cerro nevado en un pueblo despoblado: “Kon-
dormarca”, donde había un puente de tipo antiguo que pasaba el río de Vitcos,
para ir a Tampu, a Sapamarca y a Picho, que es la tierra de la paz”. (Rodríguez de
Figueroa13, mss, fojas 206, 1910)
Posteriormente Glave y Remy, en 1983, encontraron un documento de
1790 o 1791, que era una copia de otro documento del siglo XVI (de 1568), que
aludía a un paraje llamado Piccho, pero se trataba de una copia de dos siglos des-
pués.
Nosotros publicamos ahora el documento más antiguo con una referencia
a Piccho, (es decir a Machupicchu) que tiene como fecha el 18 de marzo de 1561
y se refiere al pago de cestos de coca a las Cajas Reales del Cuzco en el antiguo
repartimiento de Kalka, que fue de Hernando Pizarro y con lo cual se demuestra,
como ya dijimos en la introducción, que sólo a 28 años de la ocupación del Cuzco
en 1533, Piccho, era ya conocido por los españoles y producía un impuesto para
la Corona. (Ver anexo documental)
José Uriel García, encontró en los registros del Notario Ambrosio Arias de
Lira, del Cuzco, una escritura manuscrita inédita, que corre a fojas 20 del Proto-
52
Visión de la coordillera oriental con el nevado Illahuamán y el nevado Chicón, y el niño Gonzalo Tamayo
Flores (1967), hoy director gerente de MACRO-CONSULT.
¿Qué fue en realidad
Machupicchu?
Necesitamos empezar este capítulo con una digresión indispensable de tipo lin-
güístico-filosófico. Así por ejemplo comprendemos que en nuestro país los nom-
bres son muy importantes, el rótulo cobra mucho valor entre nosotros, como afir-
maba José Carlos Mariátegui, y yendo a lo más profundo podemos decir sin
reservas, lo que dijo Heidegger: “El poeta nombra a los dioses y a todas las cosas
en lo que son, la poesía es la instauración del SER por la palabra y la belleza es un
14
modo de ser de la verdad” .
1.— Aquí contraponemos cómo, en la creación literaria, algunos usan una
disciplina que emplea Vargas Llosa por confesión propia, basada en el trabajo
rigurosamente planificado y en el tiempo rigurosamente controlado y medido
mediante cronogramas, así como del uso de fichas en que se anotan las ideas, las
experiencias y los textos escritos, para después armar el rompecabezas, revelando
así el “metier” (profesión) de nuestro novelista quien tanto éxito ha tenido con
ello. De otro lado tenemos a otro grupo de mortales que creen en el llamado de las
Musas, en la obra del hado o el hálito del Espíritu, lo que brinda al poeta, al escritor,
al historiador y al artista en general, momentos de inspiración realmente tangibles
y perceptibles para quienes los padecen.
En una tesis que hice en la UNAM en México, denominada “Fenomeno-
logía de la Creación Poética”, me propuse tratar de responder a la pregunta de
Nietzsche: “¿Tiene alguien a fines del siglo XIX, una noción clara de lo que los
poetas de una edad más fuerte entendían por inspiración?”. La respuesta a esta
pregunta me llevó a encontrar, en mi investigación, siete formas de inspiración
involuntarias y cinco formas de inspiración voluntarias, todas ellas estrictamente
descritas con el método fenomenológico de Husserl, de allí que me fuera posible
14. [Martin Heidegger: “Hölderlin y la esencia de la poesía”. Anthropos Editorial. Madrid, 1989]
55
probar, por lo menos a mi Jurado y a mí mismo, que existía un fenómeno que el
hombre padecía y que se llamaba inspiración y que no era ni la fantasía de Platón,
ni la originalidad de Nietzsche, los que hicieran que esta clase de fenómenos exis-
tieran en la creación poética y que había que vivirlos para comprobar su realidad.
Es más, que yo mismo he vivido este fenómeno, muy al margen de la opinión de
aquellos que jamás los habían sentido ni padecido y que, por ello mismo, los nega-
ban en bloque por pensar que concebir poemas era como manejar una máquina
electrónica o cibernética.
Aquél modesto (y poco conocido) trabajo, no pasó de la publicación de dos
capítulos en la Revista Universitaria de la UNSAAC del año 1963 y en una sepa-
rata que pasó desapercibida en el Perú, excepto, para la conciencia zahorí de
Sebastián Salazar Bondy, quien escribió una hermosa crítica positiva de este tra-
bajo en el Suplemento Dominical del diario “El Comercio” de Lima, en febrero
de 1963, publicación con la que me inicié en el campo literario nacional.
Husserl, reconoce el valor de la sensibilidad artística en el Tercer Libro de
15
sus Investigaciones Lógicas y la mirada admirativa propia de la actitud estética
es la capacidad movilizadora de poetas e historiadores (Casallo, comunicación
personal).
“Heidegger y su discípulo Gadamer, señalan las características del saber
hermenéutico e histórico y que están basados en facultades y sensibilidades
como: El gusto, el genio, el “tacto”, el criterio”. (Julio Quesada Martín: “Heideg-
ger de camino al Holocausto”. Madrid, 2008)
Los intelectuales más importantes de Europa han escrito, sobre este tema,
sobre libros tan importantes como “La Fenomenología de la Percepción” de Mer-
leau Ponty, “Asco, soberbia, odio” (una verdadera Fenomenología del asco) de Aurel
Kolnai, el ensayo “La Caricia” de José Gaos (trabajo a partir de la cual Alain Guy
escribiría su La Fenomenología de la Caricia y de la muerte de José Gaos), “La Poesía
pura” del Abate Bremond (Un famoso discurso sobre la Plegaria y la Poesía) y
“La Poesía” de Johannes Pfeiffer.
2.— Hecha esta digresión, procederemos como historiadores a pasar
revista a un conjunto de teorías e hipótesis que se han elaborado sobre lo que era
Machupicchu, o lo que es Machupicchu para nosotros ahora, ideas que son tan
numerosas como las tan diversas formas de inspiración que he encontrado a lo
largo de mi trabajo.
Antes, deberemos introducir al lector en algunos secretos de la lengua que-
chua y ello para comprender mejor las denominaciones que usan los diversos
15. [Recordemos que las Investigaciones Lógicas (Logische Untersuchungen) 1900-1901, fueron publica-
das en Madrid en 4 volúmenes por la Revista de Occidente en el año de 1929. En aquella época la
dirección de aquella famosa casa editorial española estaba a cargo de José Ortega y Gasset.]
56
arqueólogos y machu-picchólogos. Repasaremos algunas informaciones dadas
en algunos de los diccionarios más calificados del Runasimi.
Hace cerca de una década, don Emilio Mendizábal Losack, estudioso cuz-
queño de las Letras y de la Arqueología y docente en algunas universidades de
Lima, utilizó el nombre de “llaqta” para designar al monumento incaico del cual
nos ocupamos. De él, lo tomó hace un lustro, Jorge Flores Ochoa, quien empezó
a difundir la denominación de “llaqta” para Machupicchu, seguramente para
mantenerse fiel a su incanismo radical. De Flores, lo han tomado Mariana Mould
de Pease y otros que escriben sobre Machupicchu, de modo que con ese nombre
suelen ellos designar a la Maravilla del Mundo. (La doctora Mould, traduce llaqta
por “centro urbano”)
Para resolver lo que implica esta denominación, hay que sumergirse en los
diccionarios coloniales y republicanos del idioma quechua: llegar a encontrar el
vocablo más apropiado, superando así el erróneo de “Ciudadela”, que fue como
la llamó Bingham y quien, quizás por ello mismo, confesó que: “La Arqueología
quedaba fuera de mi campo y sabía muy poco de los Incas”. (Hiram Bingham:
“Inca land, Explorations in the Highlands of Peru”. Boston, 1922)
Con cierta deformación de abogado, averigüé qué es lo dice la ley peruana
sobre Machupicchu, así pude saber que inscribió en 1992 el Gobierno del Perú
con el nombre de “Santuario Histórico de Machupicchu” una extensión de más
de 32,332 hectáreas, dentro de las cuales se hallaban las ruinas incaicas de
Machupicchu y un área periférica llamada de amortiguamiento, conformante de
una propiedad estatal denominada: “Santuario Histórico de Machupicchu”, en el
Registro de la Propiedad Inmueble del Cuzco, con la ficha N° 16999, a nombre
del Ministerio de Agricultura que aparecía como propietario.
Pero esta denominación no es suficiente, porque no obedece a un criterio
arqueológico e histórico, sino sólo es comprensible para el lenguaje jurídico, es
decir como una mera convención, porque Santuario está planteado como un nom-
bre jurídico y no como un concepto de las Ciencias Sociales, de modo que tal
denominación sólo fue utilizada por los abogados del Estado. La denominación
que hace más o menos 50 años Valcárcel había puesto de moda, (1964), era la que
el negocio turístico había adoptado con facilidad.
Contra esto, diremos que Machupicchu, plantea desde su nombre un miste-
rio mucho más complejo de lo que se cree, algo solo comparable con el misterio de su sen-
tido numinoso. Otra pregunta fundamental, sería saber quién lo construyó,
¿Cuándo y para qué sirvió este prodigio de arquitectura perdido en la Selva
agreste del Cañón de Torontoy y que con el tiempo se convirtió en “Maravilla
del Mundo”?
El vocablo de ciudadela usado por Bingham y por tantos otros en el pasado
y aún en el presente, es erróneo: ciudadela en el lenguaje castellano significa fortifi-
cación, fortaleza, recinto, alcázar, castillo. Machupicchu, nunca fue un centro militar
57
para defenderse de alguien, ni para concentrar un ejército, ni para defenderse de
algún sitio, mucho menos para ocupar militarmente un territorio.
Quizás porque no era arqueólogo, ni conocía bien el castellano, en su libro
máximo titulado “Machupicchu: La Ciudadela Incaica” y publicado 1930, Bing-
ham cayó en el desacierto de designar a Machupicchu como Ciudadela, con lo
cual contribuyó a fortalecer un concepto erróneo y se engañó así mismo al bauti-
zar a Machupicchu como “ciudadela”. (Mould de Pease, 2008)
Igualmente, cuando el distinguido pensador y artista de la palabra escrita,
don José Uriel García, llamó a Machupicchu un falansterio o gineceo, o lugar de resi-
dencia de mujeres semi-esclavizadas y dedicadas al trabajo textil obligatorio y refutó la
acepción de Santuario, que postulaba su émulo y amigo Luis E. Valcárcel, come-
tió un error y sostuvo algo que a la larga sería refutado por la ciencia arqueológica
y médica.
Si tomamos el vocablo llaqta y lo estudiamos con los diccionarios clásicos
de la Lengua Quechua: el de González Holguín, el de Jorge A. Lira y el de la Aca-
demia de la Lengua Quechua, veremos que para Lira, “llaqta”, es equivalente a
pueblo, país, lugar donde uno nació, nación, ciudad, patria, es decir que es un vocablo
polisémico. Para González Holguín, “llaqta” tiene una sola significación que es la
de pueblo. Para el Diccionario de la Academia, “llaqta” es igual a ciudad, pueblo,
comunidad, villorrio, comarca, es decir otras formas distintas de polisemia.
Nos damos cuenta de inmediato que no podemos aceptar el simple nom-
bre de “llaqta”, que equivale a pueblo o villorrio, al tratar un monumento tan
excelso como Machupicchu, sino que hay que ponerle un adjetivo a este sustanti-
vo, para lograr un nombre más preciso, porque el llamarlo simplemente “llaqta”,
es empobrecerlo peligrosamente.
La palabra Willka, según Jorge Lira, corresponde al ídolo de este nombre
que representa a la divinidad tutelar del Valle del Willkanota, Valle que se
extiende desde La Raya, hasta Atalaya, en Ucayali: Willkamayu o Willkanota, es
el río que da nombre a la extensa cuenca denominada Sagrada por los Incas, por
16
haber estado consagrado al dios Willka .
Es decir, Willka para la Academia y para Lira, se traduce por sagrado a par-
tir de los diccionarios republicanos. Pero en el diccionario de González Holguín,
lo sagrado con el nombre de Willka desaparece y sólo se señala en español a lo
sagrado con una palabra híbrida en “quechuañol”: “Diospa-huacin”17. Aquí cons-
tatamos la obra de la Inquisición, la cual obligó a los traductores jesuitas a no
poner la palabra Willka, porque aquél era el nombre de un dios muy popular y
16. (P. Jorge Lira: “Diccionario Kkechuwa-Español”. Editora Guadalupe. Bogotá 1982)
17. [Diego González Holguín: “Vocabulario de la lengua general de todo el Perú llamada llanada lengua
qquichua o del Inca” [1608], Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 3° Edición, 1989. Lima]
58
reverenciado. Precisamente Machupicchu y el Huayna-Picchu se hallan en la
cuenca del Willkanota o Willcamayo, los que están rodeados como por un anillo
de acero por el río de ese nombre, algo totalmente omnipresente que los aísla, los
encierra y los eleva hacía lo sagrado. Utilizaremos el concepto de llaqta en el sen-
tido de pequeña ciudad, pero precedido por el adjetivo o prefijo de Willka o sagra-
do, con lo que el nombre de Machupicchu queda como “Willkallaqta”. (Ciudad
Sagrada)
Con la palabra Willkallaqta, hemos encontrado el nombre lingüísticamente
exacto en quechua, y además un vocablo eufónico, poético y altamente
significativo.
3.— Para entender a cabalidad lo que fue Machupicchu, tenemos que acer-
carnos a las hipótesis y las teorías de los científicos sociales que durante el siglo
XX y XXI, se pronunciaron acerca de Machupicchu.
He aquí los principales:
3.1.— Hiram Bingham, en sus libros afirmaba que los fundadores del
Estado Inca salieron del templo de las Tres Ventanas de Machupicchu y que este
era el legendario “Tampu-Toqo” y por lo tanto era anterior a los Incas. Luego rea-
lizó una variante afirmando que Machupicchu era un Aqllahuasi, al final de su
periplo como investigador, se pronunció de que la última capital de los Incas des-
pués de la conquista había sido Machupicchu y que tenía originalmente el nom-
bre de “Vitcos”.
3.2.— Víctor Angles Vargas, afirma en uno de sus libros sobre “Machupic-
chu”, que éste no fue conocido por los últimos Incas del Cuzco y que, por lo tanto,
era anterior a ellos y ello basándose en el hecho de que los españoles pareciera que
nunca lo ubicaron, permaneciendo escondido para los dominadores hispánicos
durante todo el período de la Colonia. (Víctor Angles Vargas: “Historia del Cusco
Incaico”, Tomo III. Lima, 1988)
3.3.— El incaísta español Juan Larrea, quien llamó a Machupicchu: “La
ciudad de la última esperanza”, creía que esta había sido construida como un
“Estado de refugio” después de la conquista española y que allí se habrían refu-
giado las élites incas, lugar donde habrían reunido a los mejores ingenieros y
arquitectos para construir la Willkallaqta después de 1550 o 1560, habiéndose
refugiado en ella hasta extinguirse mucho tiempo después. (Juan Larrea: “Ma-
chupicchu: ciudad de la última esperanza”. Cuzco, 1960)
3.4.— José Uriel García, en un sobretiro de la Revista “Cuadernos Ameri-
canos”, publicada en México en el año 1961 (el N° 4), lanza una teoría y la hipó-
tesis basada en el hecho de que el número mayoritario de esqueletos que habían
sido encontrados en Machupicchu eran de mujeres (109 sobre un total de 142
esqueletos). De aquí concluye que Machupicchu era un falansterio o gineceo, un
centro de trabajo textil femenino forzado, una especie de obraje incaico, (parecido
59
Micro Inka en el sector civil de Machupicchu En el sector derecho el cañón del urubamba (vista desde
la altura)
El Ingeniero Leonidas Aguilar director de la CRIF; Ingeniero Roberto Tamayo H. y el Ingeniero francés Marcel
Chastagnon de “ELECTRICITÉ DE FRANCE” y ademas el Ingeniero francés Perigord.
18
a lo que Carlos Núñez Anavitarte denominó “esclavismo patriarcal” ), algo simi-
lar a los beaterios de Mutkapucyo, Nazarenas, o San Blas hacia 1920, donde exis-
tían 30 o 40 beatas tejedoras, consagradas también a la oración.
3.5.— Con este mismo fundamento de la mayoría de esqueletos femeni-
19
nos, el arqueólogo Marino Sánchez Macedo, en un libro que publicó en 1989 ,
afirmaba que en Machupicchu habitaban sacerdotisas, hechiceras y adivinas que
en forma mayoritaria eran de sexo femenino y que conformaban un aqllahuasi de
mujeres, dedicadas a la magia, a la adivinanza y a la contemplación. Lo que
resulta más sorprendente de su teoría, era que afirmaba que un buen número de
estas féminas eran mujeres enanas. Todo este mundo mágico de brujas y hechice-
ras, habría durado sólo hasta el 6 de mayo de 1565, en que la mayoría de estas
mujeres y los poquísimos hombres que habían sobrevivido en Machupicchu, deja-
ron la Ciudad de la Paz (así llamaba Sánchez a la Willkallaqta) y luego la Selva
devoró a las construcciones incaicas.
Analicemos más profundamente estas cinco hipótesis. Como en el mundo
desarrollado hay un progreso tecnológico, incesante y rápido, la Osteología, tam-
poco se ha detenido en las teorías y técnicas de 1916 y ha conquistado nuevos
territorios. Como informa el Suplemento Cultural de la revista “Reconquest” del
New York Times en junio del 2007: Un nuevo osteólogo, John Verano, de la Universi-
dad de Tulane, haría su entrada triunfal por conocer verdaderamente el sexo, la edad y la ali-
mentación de los 142 esqueletos encontrados, quien realizó nuevos estudios más rigurosos
según Arthur Lubow, y llegó a la conclusión final de que el osteólogo de Bingham, George
Eaton, estuvo totalmente equivocado. No había tal disparidad en el sexo de los esqueletos:
Había 50% de mujeres y 50% de hombres. Como ocurre en el avance de la ciencia,
cuando se aportan nuevas verdades, esto derrumbó totalmente y para siempre las
teorías de Bingham, de José Uriel García, de Marino Sánchez y todas las demás
que se basaban en estos hechos.
3.6.— Propuesta en 1964 y reeditada en el 2009, se empezó a imponer la
hipótesis y la teoría de don Luis E. Valcárcel, sobre el “más famoso Monumento
Arqueológico del Perú: Machupicchu”.
Para Valcárcel, Machupicchu, tuvo un carácter mágico-religioso, favore-
cido por el entorno físico montañés que refuerza su sacralidad y si bien no es
exclusivamente un santuario, es en gran parte un lugar sacralizado. Para este
autor esta portentosa obra arquitectónica incaica, es la muestra máxima de una
arquitectura de pasmo, única en el mundo la que definitivamente es incaica y de la
época imperial, y no anterior al siglo XV, ni posterior a la conquista. (Luis E. Val-
cárcel: “Machupicchu”. México, 2009)
18. [Carlos Núñez Anavitarte: “Teoría del desarrollo incásico: interpretación esclavista-patriarcal de su
proceso histórico-natural”, 1955.]
19. [“De las sacerdotisas, brujas y adivinas de Machu Picchu”. Lima, 1989.]
61
Valcárcel, habla de la región “Tampu”, la cual habría sido un territorio que
Pachacuti utilizó para penetrar contra los Chancas por el Apurímac. Y por eso
Pachacuti tomó para sí la región Tampu como propia. Todo lo construido tiene
un carácter religioso: el agua, el río (sobre todo), la piedra, los árboles, eran hiero-
fanías, así como el despliegue violento de las fuerzas naturales (tempestades, dilu-
vios, terremotos, conformaban Kratofanías20). En la Willkallaqta de Pachacuti, se
revela el espíritu creativo del arquitecto inca quien supo dominar el paisaje del
Antisuyo. Por eso, el prologuista de la reedición de la obra de Valcárcel, Jorge Flo-
res, dice: “que dado el éxito de la ingeniería inca, Machupicchu ha ganado la
denominación de “Obra Maestra de la Hidráulica Mundial” otorgada por la Aso-
ciación de Ingenieros Civiles de Estados Unidos”. (Jorge Flores Ochoa: “Prólo-
go”, escrito para la segunda edición de “Machu Picchu”, del Dr. Luis E. Valcár-
cel. México, 2009) Queda además demostrado como conclusión para Valcárcel
que Machupicchu fue una ciudad sagrada, pero no exclusivamente un Santuario
o un Monasterio, sino que también ha debido tener funciones políticas, económi-
cas y hasta esotéricas, pues probablemente era Willkabamba la Vieja, es decir la
Universidad de la Idolatría (Vitcos) el que sería su verdadero nombre y del cual
procede por adulteración el de “Picchu”. Para finalizar, Valcárcel se apoya en van
der Leeuw, para quien en todo lo que existe el hecho “primitivo” (o primordial)
percibe lo sobrenatural de allí que en el mundo de la naturaleza, lo profano y lo
sagrado conviven, estando Machupicchu embargado de sacralidad. (Valcárcel,
2009)
El Sol era el dios particular de los incas y de su estirpe, y este era nombrado
de tres formas: “Anti”, cuando estaba saliendo del Oriente; “Inti”, cuando estaba
en el cenit; “Cunti”, cuando estaba en el poniente, aquel que se hundía en el
mar”.
El Valle y el río del Willkamayo proceden de la casa del Sol: Willkan-Uta,
en aymara y Willkanota, río sagrado en quechua, dios del agua, que preside la
cuenca hasta la Amazonia.
Valcárcel da por sentado que fueron los incas quienes construyeron
Machupicchu con su ingeniería, arquitectura e hidráulica superiores, de modo
que hoy en el 2011, nadie puede dudar con validez científica de que Machupicchu
es un monumento incaico del siglo XV, monumento construido por el inca
Pachacuti de la dinastía de los Hanan, Inca histórico y no mítico, real y existente y
cuya momia se encontró en el Cuzco y parece que la vio Garcilaso antes de que
estas momias reales fueran enviadas a Lima.
3.7.— En 1990, el gran arqueólogo norteamericano John H. Rowe publicó
un artículo en separata denominado: “Machupicchu a la luz de documentos del
20. [Kratofanía, es la manifestación de lo religioso como poder. (Mircea Eliade: Tratado de historia de las
religiones [1964], 2007, pág. 47. México.]
62
siglo XVI” (Histórica” vol. XIV, 1, julio: 139-154). Utilizando a Valcárcel, quien
cita a Sarmiento de Gamboa, dice que: “Pachacuti, tomó para su recámara, el
Valle del Tampu sin ser suyo” (Valcárcel, 2009). Rowe afirma por eso que todos
los terrenos de quebrada desde Torontoy para abajo fueron de propiedad de
Pachacuti, parte de la “Hacienda Real” cuando conquistó Vitcos y entró por el
Cañón del río Urubamba (Murúa, Libro I, cap. 19, 1962: 64 y 1: 45,46) (Cabello
de Balboa, III parte, cap. 14, 1951: 300-301), fue desde allí que Pachacuti utilizó
Vitcos para combatir a los Chancas por el flanco izquierdo del hábitat de esa
etnia, usando el Valle del río Apurímac. Pachacuti tomó la quebrada de Picchu
para su propiedad particular como recuerdo y memorial de su campaña de pene-
tración a Vitcos. Las Haciendas reales pertenecían al patrimonio privado del
monarca propietario y a su cuerpo o momia después de su muerte. No contri-
buían con nada al Estado. Machupicchu no es una instalación del Estado, sino la
hacienda particular de Pachacuti Inca Yupanqui (John H. Rowe: “El plano más
antiguo del Cuzco. Dos parroquias de la ciudad vistas en 1643”. Lima 1990),
Machupicchu, tiene por eso edificios para residencia del rey y de su corte, pero sus
construcciones sugieren más bien funciones religiosas. Su topografía: peñas, picos
cónicos, cuevas, vistas de nevados eran los elementos importantes para la religión
de los incas. El sitio de Machupicchu debió ser elegido por Pachacuti porque
debió impresionar profundamente al organizador del culto reformado. (Rowe,
1990)
3.8.— Manuel Chávez Ballón, que no tiene mucha bibliografía, como sabe-
mos, excepto tres artículos breves sobre el Cuzco incaico y uno sobre la cerámica
de Machupicchu, declara que él confirma la hipótesis de Rowe, en el sentido de
que Machupicchu era una Hacienda Real de Pachacuti, y que fue construida por
el mismo entre 1450 y 1470, en el camino a las cabeceras de la Selva con rumbo al
Chinchaysuyo. Según este gran conocedor del cuzco antiguo, Machupicchu fue un
enclave de sentido religioso y mágico: y su significación religiosa estaba dada por
la piedra (por la roca) elemento divino de la Pachamama para los incas (Chávez
Ballón, comunicación personal, 11-08-1990). Los baños mismos al pie de la Will-
kallaqta, habrían tenido un sentido mágico, porque curan el reumatismo y la artri-
tis; nuestro maestro Chávez Ballón, consideraba que en Machupicchu habría
habido influencia ecuatoriana, Chinchaysuyana. (Chávez Ballón, comunicación per-
sonal, 11-08-1990.)
3.9.— Posteriormente, en 2005, el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras,
ha enunciado la teoría de que Machupicchu o más precisamente una zona de él
denominada “El Torreón”, sería el mausoleo que el inca Pachacuti, habría hecho
construir para su eterno reposo después de su muerte, de este modo para conser-
var su mallqui o momia: el mausoleo de Pachacuti con un espacio muy lujoso en
un edificio especial al que se conoce ahora como “torreón”. Lumbreras identifica
Machupicchu como el Patallaqta del que dan cuenta algunos documentos históri-
cos. (Lumbreras, 2005)
63
Según Jorge Flores y su equipo, el Patallaqta de los documentos, se encon-
traría en la vecindad de la Ciudad del Cuzco; según la opinión de Donato Ama-
do, historiador que conoce muy bien el Archivo Regional del Cuzco y maneja la
documentación escrita, en el Patallaqta se habría encontrado la momia de Pacha-
cuti y el joven Garcilaso la habría visto y reconocido por el resto de una fractura
que tenía en el cráneo, antes de que fuera enviada a Lima y poco antes de que Gar-
cilaso viajara a España.
3.10.— Luego los arqueólogos norteamericanos a quienes Lubow, identi-
fica como “el consenso académico”, han refutado también la suposición de Bing-
ham de que Machupicchu era el lugar donde se originó el Imperio Inca y al que
luego se retiró tras la invasión española. Más bien parece que se trataba de un
retiro invernal en un valle más cálido, donde Pachacuti podía escapar del riguroso
clima cuzqueño.
Según los arqueólogos Richard Burger y Lucy Salazar, ellos reunieron evi-
dencia arqueológica, que apoya la idea de que Machupicchu era, en palabra de
Salazar, “una especie de “Camp David” para una cultura en la que el gobernante
se permitía el gusto de ayunar mientras contemplaba la montaña en lugar de qui-
tar la maleza o trotar por el campo”21.
Esta teoría no pasa de ser un anacronismo, porque si Pachacuti dominaba
el Valle Sagrado de los Incas (Písaq) donde podía ir a refugiarse del invierno cuz-
queño (que dudo mucho que lo molestara a un hombre tan recio como él), resulta
innecesario tener que ir por caminos de montaña y Selva hasta Machupicchu, en
una caminata de varios días. Esto no es sino el tomar el modelo norteamericano
de las mansiones estatales de la Casa Blanca en Washington y de Camp David en
Maryland, para las breves horas de descanso del presidente de la primera potencia
de la tierra. Esto no es más que un etnocentrismo propuesto por una arqueóloga
de origen peruano, por lo demás muy cuidadosa con el tesoro y los restos históri-
cos de Machupicchu en la Universidad de Yale.
3.11.— En el año 2005, el doctor Federico Kauffmann Doig, Miembro de
la Academia de la Historia, publicó en Lima su trabajo: “Machu-Picchu, Tesoro
Inca”, posteriormente ha respondido a un interrogante propuesta por la revista
Somos: “¿Qué fue Machupicchu?”. El doctor Kauffmann contestó: “que Machu-
picchu no habría sido únicamente un santuario, sino más bien un centro de admi-
nistración de la producción de alimentos, además de centro de culto y ceremo-
nial, dirigidos a propiciar buenas cosechas y a exorcizar las inclemencias climáti-
cas. Sólo una necesidad imperiosa podía haber desplazado a los cuzqueños a la
alta Amazonia porque la tala de áreas boscosas demandaba una cuota de labor
adicional”. (Kauffmann, 2005)
21. [Burger, Richard L. y Salazar, Lucy C. Edits: “Machu Picchu: Unveiling the Mystery of the Incas”,
New Haven, CT: Yale University Press, 2004]
64
La mano de obra para construir Machupicchu debió provenir de la Institu-
ción conocida como Mitmaq. En un documento de 1576, los informantes decla-
ran que el Valle de Amaybamba había estado poblado por más de 1500 indios,
todos “Mitmaq” andinos llevados a la Selva por los funcionarios incas. Para el
doctor Kauffmann, los extensos campos de cultivo en andenes que ocupan la
mayor parte del sitio arqueológico y confirman su misión de centro de produc-
ción agraria prueban esto. En segunda instancia eran centros de culto y de ritua-
les, por el importante papel que jugaba la religiosidad para ampliar por medios
mágicos la producción. (Kauffmann, 2005)
Pero: ¿Por qué el objetivo de ampliar la frontera agraria? La respuesta sólo
puede ser una: la demanda cada vez mayor de alimentos a la que obligaban la cre-
ciente tasa demográfica, la limitación de tierras y la presencia del Fenómeno del
Niño.
Los estimados de Alfredo Valencia y Arminda Gibaja en relación a la pro-
ducción alimenticia de Machupicchu no son nada halagüeños: apenas cubrirían
el sustento para unas 55 personas. No habría bastado para alimentar a la propia
población de Machupicchu, unas 300 personas. Ann Kendall concluye que para
calcular la población de Machupicchu, es preciso tomar en cuenta que las terrazas
de cultivo de Machupicchu se extienden por sus alrededores en partes todavía
ocultas por la densa vegetación como lo comprueban los trabajos de Fernando
Astete y Rubén Orellana. (Kauffmann, 2005)
La tesis fundamental del doctor Kauffmann, respecto a que los incas se
expandieron a la Amazonia para obtener mayores alimentos, permite sin
embargo con ánimo de colaboración para tan distinguido colega, contribuir con
la afirmación de que fue recién a partir del fin de la Colonia que los cuzqueños
ocuparon la frontera Nororiental de la Selva de La Convención, introduciendo en
sus Valles de Ceja de Selva, el cultivo de la caña de azúcar, para producir cañazo y
el cacao, el café, el té, pero sólo a partir de los siglos XVIII y XX. De modo que el
único producto prehispánico que se cultivaba debajo de los 2,000 metros s.n.m,
era la coca y sólo en determinados lugares y microclimas y principalmente en Qos-
ñipata, en el Antisuyo que está situado en la cuenca del río Madre de Dios y sus
afluentes y totalmente al Este del Valle del Willkanota.
3.12.— En el año 2007, los autores Jorge Flores Ochoa, Elizabeth Kuon
Arce, Roberto Samanez Argumedo, Luis Barreda Murillo y Katerine Jullien, han
escrito un Libro-Objeto para el Banco de Crédito, que contiene también una inte-
resante aportación sobre Machupicchu.
Coincidiendo con Rostworowski (200522) y el documento de Pedro Terry
García, sobre las tierras de Amaybamba, pertenecientes a Pachacuti, se indica
que éste conquistó el referido Valle y luego las provincias de Vitcos y de Willka-
22. [“Obras completas: “Ensayos de historia I. Élites, etnias, recursos.”, Volumen 5, IEP, Lima, 2005.]
65
bamba; luego Glave y Reny dieron a conocer un documento sobre la visita de
Diego Rodríguez de Figueroa al pueblo de Picho. Todos los terrenos subtropica-
les a lo largo del Urubamba eran parte de la propiedad de Pachacuti y este tenía
las siguientes haciendas reales: Amaybamba, Huamanmarca, Chuñobamba y
Pisiway, Patallaqta, Mollepongo, Ollantaytambo hasta Machupicchu y Vitcos,
Chuquibamba y Huayopata. (Flores y otros, 2007)
Pero en realidad esa área se reduce sólo a la pequeña cuenca del río
Lucumayu y no a toda La Convención, ni mucho menos a la cuenca del río
Apurímac.
Se entiende que la gran producción que recababan las haciendas reales de
Pachacuti y de los otros incas, no eran para comercializarlas ni se puede entender
a éstas como una mercancía, sino más bien como reservas reales para la redistri-
bución y la reciprocidad: a cambio de granos de maíz de primera clase, se conse-
guía la obediencia y la ayuda de los curacas aliados, de los enemigos potenciales y
de los súbditos un tanto indómitos. Sin entender esto, no se puede entender en
absoluto la agricultura del maíz que practicaban los monarcas incas en tierras pri-
vilegiadas de los andenes ubicados en los valles interandinos.
Los historiadores que comentamos, Flores y otros, coinciden con Rowe, en
considerar a Machupicchu una “Hacienda Real” de Pachacuti y que el conjunto
de la Willkallaqta reúne todas las características de una Hacienda Real que podría
hospedara la corte del inca y cuya población podía llegar a mil personas. Como en
ningún otro asentamiento, la monumentalidad de las edificaciones y el trata-
miento de los espacios abiertos sugieren usos religiosos vinculados a la naturaleza
circundante, donde el inca inspirador del nuevo culto al Sol podía meditar. En
otro texto (en su prólogo al libro de Valcárcel) Flores Ochoa reconoce la vocación
mística de Pachacuti. (Flores Ochoa, 2009)
3.13.— Donato Amado, historiador que trabaja hace algunos años con los
documentos del Archivo Regional del Cuzco, dice que en realidad Machupicchu
sería un centro administrativo del Imperio y que el nombre de Machupicchu y
Huayna picchu recién surgen en la documentación histórica en 1702, pues antes
se designaba el lugar sólo con el nombre de Picchu. Igualmente nos dice que en
los andenes de Machupicchu cultivaban sólo rocoto, ají, maní, maíz menudo y
frutas de la tierra como la chirimoya, lúcuma, etc.; que el Patallaqta, donde estaba
la momia de Pachacuti, estaba en el barrio de Toqocachi o San Blas, cerca del
lugar llamado “La Calera”, en el Cuzco, y que no correspondería a Machupicchu
como denominación. Donato Amado, dice que el sitio de Patallaqta está ubicado
en el distrito de San Blas en el Cuzco, por el sector denominado “La Calera” y
que en el cañón de Torontoy, al frente del mismo, hay otro lugar que algunas fuen-
tes llaman Patallaqta, pero que este no es el nombre de Machupicchu. (Comuni-
cación personal y simposio 2011. Ver Amado González en Bibliografía a la pre-
sente edición)
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3.14.— El extinto profesor Luis Barreda Murillo, no sólo se ha expresado
en el libro colectivo de Jorge Flores, sino también en la revista de la Web
VALICHA, donde ha manifestado que toda la información arqueológica del
Perú se basa en la cronología de los arqueólogos norteamericanos y que los incas
no son sino una denominación que los “Killki” dieron a sus jefes, fabricando una
sucesión de incas anteriores a Pachacuti que son incas míticos. Sólo cuando llega-
ron los españoles se empiezan a dar cuenta los cuzqueños de su abuelo Pachacuti:
Barreda Murillo arremete contra lo que él llama una “arqueología teórica” de
gente que nunca ha excavado en ningún sitio del Cuzco. Del mismo modo, afirma
que él aprendió más del incario en K'ero, y eso lo llevó a la conclusión de que en
Machupicchu no vivía ninguna persona, pues era un centro administrativo y un
mero depósito, ocupado solamente en las fiestas y los cambios de autoridades,
siendo además un centro de almacenamiento en Qolcas y que las ¿140? (sic) tone-
ladas de maíz que se calcula se cosechaban cada año en los andenes de Machu-
picchu: “¿Dónde se guardaban? Bingham no encontró nada, puesto que yo he
excavado en Machupicchu y Huánuco-pampa, que es cinco veces más grande
que Machupicchu y conozco la arquitectura inca y puedo asegurar que Machu-
picchu era un conjunto de depósitos y Qolcas. En K'eros aprendí que los Incas no
construían ciudades sino llaqtas que no equivale a ciudad alguna, pues en ellas no habitaba
nadie”.
3.15.— Dos importantes arqueólogos cuzqueños jóvenes: Fernando Aste-
te, antropólogo Jefe del Parque Arqueológico de Machupicchu y el importante
arqueólogo y antropólogo Julinho Zapata, que ha realizado estudios y excavacio-
nes en el sitio arqueológico de la Willkallaqta dan su opinión.
Para Fernando Astete, Machupicchu fue un centro religioso político y adminis-
trativo. Fue lo que hoy sería una capital provincial cuya función era el nexo entre
los Andes y todo lo que es la Selva Alta. Se eligió el sitio por la gran diversidad de
elementos que había alrededor. Así de la Sierra se intercambiaban los tubérculos y
la carne de los camélidos sudamericanos. La Selva daba coca, chonta, plantas
medicinales. Además a Machupicchu llegan entre 6 y 8 caminos, es un nudo de
caminos del Qapaq Ñan.
En relación a las investigaciones falta mucho por esclarecer: ¿De dónde
viene la cerámica? ¿Se ha elaborado cerámica en Machupicchu o ha sido llevada
para allá? Ya se sabe que allí se hacían objetos de metal, ¿Cómo llegaba ese metal?
¿Era traído por comercio o explotado en el lugar?... en realidad queda mucho por
estudiar. El famoso Julinho Zapata, dice que Machupicchu era un Santuario reli-
gioso y un espacio de intercambio comercial. El primer punto se evidencia en el hecho
de que allí existen 32 huacas. Además el lugar está rodeado por Apus tutelares y la
Paqarina que es un nevado de la cadena del Salcantay. El segundo punto tiene que
ver con que allí se establecían relaciones entre la Sierra y la Selva, se intercambia-
ban por ejemplo, hachas de piedra y un conjunto de otros utensilios que se fabri-
caban en la Sierra por coca, mujeres, plumas de aves exóticas, tabaco y otros tan-
67
tos productos de la Amazonia. Había un intercambio muy fluido entre ambos
espacios.
Creo que una tarea pendiente es usar las nuevas tecnologías para investigar
todo el patrimonio allí reunido, sin duda las técnicas microscópicas y analíticas tie-
nen mucho que decir. La metodología que se usa hasta el momento no nos
explica el sitio arqueológico, con tecnología moderna se podrían obtener pruebas
de las relaciones entre la Sierra y la Selva. Podríamos hacer una investigación de
la gente que vivía allí en base al análisis de los huesos, del ADN, y mucho más.
Todavía falta mucho camino por recorrer en ese aspecto. (Fernando Astete y
Julinho Zapata, declaraciones a El Comercio de Lima, con motivo del Centena-
rio de Machupicchu, Junio del 2011)
¿Acaso la tribu de los Piros, no venían navegando desde la Amazonia, los
meses de agosto, atravesando el pongo de Mainique y llegaban hasta Maranura a
comerciar y a hacer trueque con los productores andinos, hasta más o menos
1840? (José M. Valdez y Palacios: “Viaje del Cuzco a Belén en el Gran Pará: por
los ríos Vilcamayo, Ucavali y Amazonas (1844-1846)”. Lima, 1971)
68
Aspecto Numinoso y Sagrado
de Machupicchu: los aportes de
Alexis Carrel, Rudolf Otto,
Mircea Eliade, Federico Kauffmann Doig
y Johan Reinhard
“Urge reavivar en nosotros, aquellas actividades mentales,
que tanto o más que la inteligencia, dan fuerza a la personalidad.
La más ignorada de ellas es el sentido de lo sagrado”
Alexis Carrel
Premio Nobel de Fisiología y Medicina: 1912
1.— Para aquél científico social que aún en el siglo XXI, esté todavía uncido al
23
pensamiento positivista de Langlois-Seignobos de principios del siglo XX, época
en que se menosprecio lo espiritual, exaltándose el materialismo al concebir a
Machupicchu como un recinto exclusivamente militar, el que pudiera manifes-
tarse en él lo sagrado, le resultará ciertamente incómodo.
Hecha esta constatación invocaremos para estudiar lo sagrado en la Will-
kallaqta, no a un teólogo tradicional, ni a un sacerdote más o menos estándar,
sino que por el contrario convocaremos a un médico cirujano que obtuvo en
1912, el Premio Nobel de Fisiología y Medicina: Alexis Carrel, famoso por sus
investigaciones en el trasplante de órganos en animales. Es decir un hombre insos-
pechable de ser un personaje comprometido con la religión o con un credo más o
menos unilateral.
¿Qué decía Alexis Carrel?: “Nosotros los hombres de occidente tenemos la
razón en más alta estima que la intuición. Preferimos en mucho la inteligencia
antes que el sentimiento. Por ir en pos de Descartes, abandonamos a Pascal. Así
nos aplicamos antes que nada a desarrollar nuestra inteligencia. Tanto que las acti-
vidades no intelectuales del espíritu tales como el sentido moral, el de la belleza y
sobre todo el sentido de lo sagrado, son desechadas en forma casi completa. La
23. [Tanto Charles Victor Langlois (1863-1929) como Charles Seignobos (1854-1942), son considera-
dos como los positivistas franceses por excelencia]
69
atrofia de estas actividades fundamentales convierte al hombre moderno en un ser espiritual-
mente ciego y por eso el descalabro de nuestra civilización debemos atribuirlo a la deficiente
calidad del individuo. La verdad es que el espíritu es tan indispensable al éxito en la
vida, como lo es el intelecto y la materia. Urge por lo tanto reavivar en nosotros las
actividades mentales, que, tanto o más que la inteligencia, dan fuerza a la persona-
lidad. La más ignorada de todas ellas es el sentido de lo sagrado o el sentido reli-
gioso” (Carrel: “La Oración”, 1958).
Carrel, a propósito es el autor de uno de los más famosos libros del siglo
XX, el mismo que tuvo gran lectura en muchos idiomas: “La Incógnita del hom-
bre”; y quien tuvo gran experiencia como cirujano, clínico y fisiólogo que realizó
profundos estudios de laboratorio sobre la regeneración de tejidos y cicatrización
de llagas a que se dedicó durante años, lo cual contribuyó que mereciera el Pre-
mio Nobel de Fisiología y Medicina.
Pero también surge un filósofo, pensador y científico que fue el primero en
aplicar el método fenomenológico de Husserl al estudio de lo sagrado. Se trata de
Rudolf Otto, filósofo y teólogo alemán, casi contemporáneo, nacido en 1869 y
que se doctoró en Teología y fue Privat Dozent en la Universidad de Gotinga y
luego profesor ordinario. Desde el punto de vista fenomenológico, Rudolf Otto,
ha estudiado la experiencia de lo sagrado y ha acuñado un término para designar-
lo: El de la numinosidad o de lo numinoso, introducido por él en la etnología reli-
giosa para designar e indicar la conciencia de cualquier cosa misteriosa y terrible
que inspira temor y veneración y se halla en la base de la conciencia religiosa de la
humanidad (Rudolf Otto, en Nouvisima Enciclopedia Generale de Agostini, con-
cepto de lo Numinoso, tomo VII: 5039, en Enciclopedia de Agostini, 1998, Nova-
ra, Italia.)
24
La principal obra de Rudolf Otto , ha sido publicada en español, bajo el
título de: “Lo Santo, lo racional y lo irracional en la idea de Dios”, este trabajo
nos habla acerca de los aspectos de lo Numinoso, del Misterio y del Mysterium tre-
mendum, del aspecto fascinante y de lo Santo como valor numinoso y los medios
de expresión de lo numinoso y la intuición divinatoria en el cristianismo primitivo
y en el cristianismo actual.
Todo ello ha contribuido a que el concepto de lo Numinoso es decir de lo
Sagrado, sea un elemento importante en el análisis y la investigación
humanística.
2.— Volviendo a Machupicchu, luego de este indispensable escarceo teóri-
co, narraremos cómo el más grande arqueólogo que ha estudiado Machupicchu,
24. [“Das Heilige - Über das Irrationale in der Idee des Göttlichen und sein Verhältnis zum Rationalen”
(Lo Santo: Acerca de lo irracional en la idea de lo divino y su relación con lo racional). Breslau,
1917]
70
John Rowe nos reveló lo siguiente: “el valor de Machupicchu, para los incas,
habría sido religioso y mágico y sobre todo paisajístico, porque el paisaje para los
Incas Hanan, tenía una fascinación especial: los cerros, cumbres, nevados, abis-
mos, bosques, conformaron en Machupicchu, un paisaje hermoso, porque el pai-
saje fue para los Incas, un componente fundamental de su religión. Por eso Pacha-
cuti, habría elegido a Machupicchu, por lo excepcional de su paisaje montañoso,
fluvial y biodiverso, porque lo hermoso de ese paisaje natural, los empujó a cons-
truir allí la Willkallaqta, aportando a la hermosura natural del paraje cordillerano,
la belleza artística de lo mejor de su arquitectura tan original”. (John Rowe, comu-
nicación personal, Cuzco, 14-VIII-1990)
Manuel Chávez Ballón, confirma y matiza esta observación tan profunda
de Rowe e insólita en él, porque el rigor del maestro norteamericano se humaniza
con sus palabras, de un contenido estético y humano. Chávez Ballón en su confi-
dencia a nosotros dice: “Los Incas miraban y admiraban el paisaje, para distraerse
y elevar la calidad de su espíritu, en lugar de mirar la televisión como nosotros los
hombres del siglo XX. Miraban en el paisaje como una presencia religiosa, porque
en ella estaban el río, los Apus de las montañas y el bosque siempre verde de
Machupicchu, como una comprensión mística del cosmos y la naturaleza, y esta
inmersión en el paisaje les servía para profundizar su religión e identificarse con el
ecosistema” (Manuel Chávez Ballón, comunicación personal, Cuzco, 16 de
agosto de 1990).
Por todo esto, un hombre que sintió al Cuzco como nadie y cuyo verbo fue
inigualable decía que: “para captar el paisaje se necesita una disposición especial,
sentimiento, ímpetu emocional, el paisaje no se entrega al que lo capta como una
cámara fotográfica, sino al que lo siente, y allí está la cuestión, en sentirlo” (Ve-
lazco Aragón: Anteprólogo a “Leyendas del valle sagrado de los Incas y otros
estudios”, 1960). Los Incas sabían sentir el paisaje y por eso, lo absoluto, se reve-
laba a ellos en su contemplación íntima y cercana.
Si hoy tenemos en cuenta que el Santuario Sagrado de Machupicchu, la
Willkallaqta, es buscada por hombres de todas las latitudes que hallan en ella valo-
res místicos además de turísticos, valores que sólo se encuentran en otras Maravi-
llas del Mundo tradicional, como el Coliseo Romano, el Taj Mahal de la India,
Angkor Wat en Camboya, el Castillo de Chichén Itzá en Yucatán, México y la Acró-
polis de Atenas, joyas realmente incomparables de la humanidad y del sentido cós-
mico que allí converge.
3.— Federico Kauffmann, en su ya citado ensayo, nos indica “que el pan-
teón de dioses prehispánicos particularmente entre los Incas, era politeísta,
había dos dioses principales que se relacionaban con el alimento siempre
escaso para sostener a las poblaciones andinas en medio de los fenómenos cli-
matológicos: el Dios del Agua, que era temido por su carácter demoníaco pues
al controlar a su antojo los fenómenos atmosféricos, solía desatar azotes climá-
71
ticos que afectaban negativamente la producción de alimentos y hacían que aso-
mara el fantasma del hambre. El Dios del Agua era representado utilizando
una “cresta de ola” (recordemos la terrible cresta de ola, especie de tsunami que
cayó sobre Machupicchu-Pueblo (Aguas Calientes) los días 28 y 29 de enero
del 2010).
“El otro dios, era el símbolo arquetípico, de la Gea25, la Tierra o Pachama-
ma, que era un tema o una imagen simbolizada con un motivo escalonado que en
alguna forma imitaba los andenes o terrazas de cultivo, a diferencia del Dios del
Agua que fue muy retratado en la iconografía prehispánica, la Diosa Tierra fue
representada con moderada frecuencia”.
“Junto a estos dos dioses más encumbrados del Panteón Andino: El Dios
del Agua y la Diosa Tierra o Pachamama, pululaban una infinidad de criaturas
divinas menores que se consideraban sagradas o “huacas”. Como en la historia
prehispánica sobrevenían inveteradas crisis alimentarias por las anomalías climá-
ticas que se suponía eran desatadas por el Dios del Agua y que hoy sabemos, se
deben a causas como la presencia del Fenómeno del Niño y de la Niña; por eso
aparece el relato mítico del “Qhoa”, que es el “felino volador” y que según Valcár-
cel, representaba el “mayupuma o nutria del río” que era anfibia y era el símbolo
de los malos y buenos tiempos, respecto a la lluvia. El Dios del Agua, se materiali-
zaba en los Apus o cimas cordilleranas y donaba el agua mediante la escorrentía
de los nevados y los ojos de aguas o “Pucyos”. De esta manera los Apus, en otras
palabras, el Dios del Agua, ofrecía a la humanidad, el líquido elemento que ali-
mentaban a las lagunas, y las quebradas, y hacia llover y permitía el riego de las
chacras”. (Kauffmann, 2012) (Valcárcel, comunicación personal de 1976).
Como ya Garcilaso dijo que: “en el Perú eran escasas las tierras de pan”,
veremos que por eso los incas se dedicaron a la construcción de andenes o terra-
zas de cultivos en las empinadas laderas que flanquean los valles interandinos. A
la vez inventaron procedimientos para preservar alimentos y convertirlos en char-
qui, chuño, moraya, q'aya etc. El desafío de contar con la cuota indispensable de
comestibles, fue también el móvil para que los antiguos peruanos forjaran una
compleja estructura socioeconómica.
“Parece ser que el Dios del Agua, (era por lo menos en la Costa, la más
encumbrada deidad del antiguo Perú). Así Pachacámac parece haber sido una
representación del Dios del Agua que debía ser fecundante pues fertilizaba a la
Diosa Tierra o Pachamama. Kauffmann, cita a Miguel de Estete (1533), cuando
comenta que Pachacámac sostiene a la gente y cría los mantenimientos, sin tra-
25. [Gea (del latín Gæa) o Gaya alternativamente Gaia griego antiguo: Γαῖα, literalmente: «Tierra» es
la diosa primigenia que personifica la Tierra en la mitología griega. Es una deidad primordial y ctó-
nica en el antiguo panteón griego, considerada la Tierra Madre, de lo que la referencia más antigua es
el griego micénico ma-ka. (DE: Giuseppina Sechi Mestica (1998). Diccionario de mitología univer-
sal. Ediciones AKAL. p. 260.]
72
tarse de un Dios creador, puesto que la humanidad habría tenido lugar, al haber
sido expulsada del vientre de la Diosa Tierra o Pachamama a través de grutas o
lagunas. Entre los muchos nombres que recibía el Dios del Agua en tiempos del
Incario, el más popular era el de “Illapa”, este calificativo no era aplicado tan sólo
al rayo, ni al trueno, sino que incluía los diversos fenómenos atmosféricos que
acompañan a las tempestades”. (Kauffmann, 2012).
En cuanto al Sol, discrepamos del doctor Kauffmann en que no era ado-
rado como un dios, por lo menos entre los incas. Pachacuti, antes príncipe Cusi,
derrotó a los Chancas ayudado por el Sol e hizo una reforma religiosa, haciendo
que en el Incario se le adorara como a la máxima divinidad, porque precisamente
gracias a la ayuda del Sol, Pachacuti venció a los Chancas y se produjo el milagro
de los “Pururaucas”.
Sin embargo después de la conquista, el Sol ya no recibe culto, el culto al
Sol se esfumó poco después de la llegada de los españoles y ahora la Diosa que
recibe el mayor número de ofrendas hoy en el siglo XXI, es la Pachamama o
Diosa Tierra. Por algo el cronista Martín de Murúa, da a entender que las nubes
podían opacar y hasta borrar la presencia del Sol: “Pero la “Diosa fundamental”,
fecundadora de la vida y de la tierra era la Pachamama a la cual se le hacían y
hacen aún “pagos”, “tinkas” y diversas ceremonias que protagonizaban los alto-
mesayoq que brindaban a la Diosa pidiéndole sus favores e impetrando su ayuda
26
en las cosechas” . También el culto a los Apus, las cumbres de las montañas, era
frecuente en la época del Incario, cuando estaba vivo y existiendo en toda su mag-
nificencia Machupicchu y a esas cumbres según el arqueólogo explorador Johan
27
Reinhard , se les hacían sacrificios humanos en forma de Capacochas, en donde,
según Kauffmann, Capac significaría superior o supremo y cocha recipiente mayor
de agua, laguna o el mar. (Kauffmann, 2012) Precisamente Johan Reinhard, des-
cubrió a la dama de Ampato, llamada Juanita, ofrecida en sacrificio de Capaco-
cha a los 15 o 16 años de edad, en la cima de esa montaña en Arequipa.
Las investigaciones del arqueólogo andinista Johan Reinhard, han dado un
vuelco a lo que se llama hoy la “Geografía Sagrada”, el “Centro Sagrado” y el “es-
cenario Geográfico Sagrado”, mostrando cómo el culto a las cumbres más altas o
montañas más importantes, morada de los Apus, estaba en la esencia de la reli-
gión cósmica de los incas. (Johan Reinhard: “Machupicchu el Centro Sagrado”.
Edit. National Geographic Soc Childrens books, 1998)
“La Diosa Tierra o Pachamama, no era concebida como el mundo en el
sentido occidental. Su alcance se limitaba a los suelos cultivables y a los campos
en que prosperaban los frutos comestibles y los pastos que nutrían al ganado. La
Pachamama era considerada un ente viviente de sexo femenino, como hembra
26. [“Historia general del Perú”, 1962. Ver Bibliografía a la presente edición.]
27 [“Discovering the Inca Ice Maiden”, 1998. Ver Bibliografía a la presente edición.]
73
Vista parcial del sector de la gran caverna (Templo de la Luna)
ubicada en la parte posterior de la montaña Waynapicchu.
no tenía por sí sola la capacidad de generar los alimentos, sólo si contaba con el
aporte de su contraparte masculina, el Dios del Agua. Así juntos conformaban la
pareja divina de la que provenían los alimentos. El alimento que prefería el Dios
del Agua era el Mullu o Spondylus, de allí su comercio entre la Costa del Ecuador
y el Sur Andino”, (Kauffmann, 2012).
“Los dioses actuaban para los incas en dos planos: en el celeste y en el
terrestre y la Diosa Tierra, era representada principalmente mediante un
emblema conformado por tres escalones. Este diseño, es ciertamente universal y
que seguramente en el Perú aludía a los andenes. Las pacchas, eran utilizadas en
los rituales para propiciar la fertilidad de la Diosa Tierra, especialmente con chi-
cha “agha”. Como la Pachamama era una vagina simbólica de los humanos,
cada comunidad habría salido de lagunas o de grutas de la tierra y cada comuni-
dad rendía culto a su propia “paqarina” o lugar de procedencia de sus primeros
padres. De ahí que los incas procedían de Tampu-Toqo”, (Kauffmann, 2012)
La Tierra era para los Incas, junto con el Sol, la Diosa fundamental, puesto
que el Sol era el tótem de la dinastía incaica y ellos vivían en la cuenca del Willkan
Uta, (la Casa del Sol en aymara) y el Sol era un Dios protector, iluminador y vita-
lizador de la Tierra, de la Pachamama y del Cosmos.
Con esto dejamos las ideas del doctor Kauffmann para indicar que la divi-
nidad más antigua de los incas cuzqueños, parece haber sido Apu Kon Teqse Wira-
kocha Pachaya-chachiq. En esta primera etapa, el Sol, estuvo en una clara depen-
dencia de Wirakocha: “por ejemplo el antiguo Qoricancha se dedicaba a Wirako-
cha. Desde la victoria de Pachacuti sobre los Chancas, se dedicará al Sol y la
divulgación de este culto formará parte del nuevo culto estatal”. (Franklin Pease:
“El dios creador andino”. Lima, 1973)
Wiracocha, después de la Conquista, fue transformado por los misioneros
en patrono de Tinta, donde se situaba el templo del gran Dios Andino, con la
vocación cristiana de: San Bartolomé, que según la tradición apostólica, vino a
América hace 2000 años, para bautizar a los hombres de este Continente. Hay
cuadros coloniales que representan a Wiracocha con el rostro, el vestido y los sím-
bolos de San Bartolomé y del Dios Andino.
Con Pachacuti, Wirakocha pasa a un segundo plano, quedando oficial-
mente el Sol, como cabeza de un nuevo mundo, de un nuevo panteón andino. Es
el Sol el que inviste a Pachacuti para vencer a los Chancas, y desplaza simbólica-
mente a Wirakocha, al inca reinante ya viejo, e indirectamente al Dios del mismo
nombre.
Espinoza añade: “el Dios privativo de la etnia inca, era el Sol del que se
28
creían descender” .
28 [“Los incas. Economía, Sociedad y Estado en la Era del Tahuantinsuyo”, 1987. Ver Bibliografía a la
presente edición.]
75
El Sol era un Dios fertilizador de la tierra, se le adoraba por ser eterno y
estaba representado por el ídolo Punchao. Pachacuti se convierte en dios, “intiq
churin”, hijo del Sol, como resultado de su victoria militar y política. Creemos
que Pease tiene razón cuando apunta claramente, “hacia una solarización de la
divinidad primigenia: Wirakocha y al ascenso de la efectiva preeminencia reli-
giosa del inti. “Por eso Pachacuti es la efectiva imagen del Sol. Hijo del Sol, intiq
churin y mediador permanente con las divinidades locales”. (Pease, 1973)
Ramos lo confirma: “con la reconstrucción del Cuzco, se da la recupera-
ción incaica del culto al Sol, con el sintomático complemento religioso de cubrir
con oro el Templo del Sol. La construcción del propio templo de oro es la conse-
cuencia del cambio religioso y del símbolo solar, el oro”. (Carlos Ramos Núñez:
“La Pluma y la Ley: Abogados y Jueces en la Narrativa Peruana”. Edit. Universi-
dad de Lima, 2007)
Yo razono ahora como un hombre del siglo XXI. No era un extravío que
los incas adoraran al Sol, cuando la ciencia y la astronomía moderna, han demos-
trado que la Tierra y los hombres vivimos en la atmósfera del Sol y que los rayos
solares tanto los de onda perceptible como los ultravioletas y los infrarrojos, hacen
posible y pueden ser peligrosos para la salud de los humanos, pero también son el
origen de la vida a través de la fotosíntesis, en una Tierra azotada permanente-
mente por el viento solar. Los incas de Machupicchu, testigos de la luminosidad
del Sol en la Willkallaqta, en un ambiente frío de montaña, donde el Sol da el
calor y la vida misma, para una cultura panteísta como la andina, era natural que
les impresionara en lo más hondo y los hiciera adorar a su padre natural: el Sol.
Con la conquista, el culto al Sol un tanto artificial y político, obra de los
Hanan, se esfumó en menos de una generación. Hacia 1560, ya nadie adoraba al
Sol y los templos de su culto languidecieron.
4.— Entonces Machupicchu era una atalaya situada en un lugar excepcio-
nal de la Cordillera Andina, rodeado en la base como por un círculo por el río
Willkanota, río sagrado, que a su vez era un dios, el Dios del Agua, con la atmósfera
límpida de un invierno y una primavera soleadas en que podían adorar a su
tótem, su dios particular: El Sol y al que tributaban un permanente culto y luego
con los pagos a la Tierra, a la Pachamama, que alimentaba a Machupicchu y a
todo el imperio, asegurando el alimento. Sólo quien comprenda que los hombres
del Incario vivían en un mundo coexistía lo sagrado y lo profano, como decía Mir-
29
cea Eliade , y en que lo sagrado significaba para ellos mucho más que para noso-
tros y que desde ese balcón en los Andes podían ver y captar a los Apus de los
grandes nevados de la Cordillera de Willkabamba, y de la Cordillera de Willka-
nota o Urubamba. Percibir una atmósfera entre hermosa y sublime, en que
29. [“Lo sagrado y lo profano”, 1998, especialmente la Introducción, donde también nos habla de Rudolf
Otto. Ver Bibliografía a la presente edición.]
76
podían rendir culto a todos sus dioses con sólo mirar el paisaje que los fascinaba
con su hermosura.
Johan Reinhard, ha establecido, utilizando dos disciplinas en realidad nue-
vas y heterodoxas como la Arqueología de Alta Montaña y la Arqueología Paisa-
jística, que Machupicchu es la zona arqueológica más importante de América del
Sur, porque se relaciona con uno de los escenarios naturales más espectaculares
de los Andes: “Más allá de la majestuosidad de su entorno, existe un aire de mis-
terio que envuelve a Machupicchu y que estimula la imaginación de todo aquel
que lo visita. [Machupicchu] ocupa un lugar especial en la geografía sagrada de
los incas y si bien fue mucho más que un centro religioso sabemos que sus cons-
trucciones tuvieron una significación ritual”, (Reinhard, 2002).
El término “Geografía Sagrada” se refiere a las características geográficas:
montañas, ríos, lagos, grandes rocas, cuevas o manantiales, que según las creen-
cias populares poseen poderes sobrenaturales; en los Andes las elevadas monta-
ñas comúnmente denominadas Apus en la región del Cuzco se consideraban y se
siguen considerando entre las deidades tradicionales más poderosas y activas. Los
ríos, en especial el Willkanota cumplió a su vez un papel en la geografía sagrada
de la región pero es la accidentada orografía de las montañas que rodean a
Machupicchu, la que juega un papel preponderante. (Reinhard, 2002).
“El Ausangate y el Salcantay, son también dos de las montañas más altas
de la cuenca amazónica: Sus nieves y deshielos alimentan a infinidad de torrentes
que desembocan en las selvas tropicales. La asociación del Salcantay con la Cruz
del Sur no habría pasado desapercibida a los ojos de los incas. Desde Machupic-
chu se puede ver la salida de la Cruz del Sur hacia el Este del Salcantay y su puesta
hacia el Oeste. El Salcantay no sólo domina la región de Machupicchu, sino que
también forma el centro de un patrón de cumbres en forma de U, con dos cum-
bres orientadas hacia el norte. La cadena de montañas llamada La Verónica, la
Cordillera de Urubamba, en muchos mapas domina el horizonte, al Este de
Machupicchu. Su cumbre más alta llega a 5750 m.s.n.m y es llamada también
“Huacay Willka” con la voz quechua huaca, que significa lugar u objeto sagrado
y Willka que también significa sagrado”. (Reinhard, 2002)
“Hay creencias de que las grandes montañas controlan el clima y conse-
cuentemente, la fertilidad de la tierra y de los animales. Esto se basa en una reali-
dad ecológica, puesto que los fenómenos meteorológicos (nubes, rayos, truenos,
nieve, granizos) con frecuencia se originan en las montañas”. (Reinhard, 2002)
“El Huayna Picchu se ubica exactamente al norte del Intihuatana de
Machupicchu. Domina el complejo (pues es 200 metros más alto) y disfruta de
una vista magnífica: la cumbre del Salcantay al Sur, los principales picos de la
cadena Verónica al Este y los picos nevados de la cordillera de Pumasillo al Oeste.
Igual que en el caso del Huayna Picchu es probable que el cerro Machupicchu
haya sido considerado como una deidad protectora local”. (Reinhard, 2002)
77
“La arqueóloga Ann Kendall considera que Pachacuti pudo haber tenido
la intención de convertir a Machupicchu en un centro ceremonial para reempla-
zar el importante emplazamiento de Písaq, al Noreste del Cuzco, que fue cons-
truido y posteriormente abandonado”. (Reinhard, 2002)
78
El factor Estético y Artístico:
La Arquitectura y el Paisaje
en Machupicchu, Miguel Bueno, los antiguos
griegos, Immanuel Kant y la Estética del siglo XXI
1.— André Malraux decía: que lo que más dura de las sociedades, lo más perma-
nente es el arte. Los hombres pasan como un soplo del viento. Las costumbres
cambian con los nuevos tiempos. La mentalidad pese a ser una estructura histó-
rica de “larga duración”, también se transforma. Los sistemas políticos y sociales
perecen. Nada hay tan cambiante como la economía, sacudida por el juego ince-
sante de las coyunturas: ciclos de Juglar30 y de Kondrátiev. Sólo el arte permanece
invicto y lo que caracteriza al templo, al centro ceremonial, o a la ciudad, o al cua-
dro, o a la estatua, es su siempre imperecible perennidad. El arte sobrevive siem-
pre, sobre todo el arte del espacio, por excelencia: La Arquitectura, la cual testi-
monia como ninguna otra fuente, con vitalidad y autenticidad, el espíritu y la
mentalidad de los tiempos y hombres del pasado.
30. [El ciclo de Juglar postula que las crisis económicas no son sucesos casuales o debidos a contingencias,
sino parte de una fluctuación cíclica de la actividad comercial, industrial y financiera y que los
períodos de prosperidad y crisis se seguían unos a otros. Se ha dado este nombre al ciclo medio —de
ocho años y medio de duración en promedio— al básico de la actividad económica en el capitalis-
mo. Debe su nombre al médico y economista francés Joseph Clément Juglar (1819–1905). Las
ondas de Kondrátiev, también llamadas ciclos largos de la actividad económica, son descritas como
fluctuaciones cíclicas de largo plazo, con forma sinusoidal, de la moderna economía mundial capita-
lista. Debe su nombre al economista ruso Nikolái Kondrátiev (1892–1938). DE: Zimmermann,
Christian 1997: “International real business cycles among “Heterogeneous Countries”; European
Economic Review 41 (2): 319–356; Garvy, George 1943: “Kondratieff Theory of the Long Cycles”;
The Review of Economic Statistics XXV (4): 203–220.]
79
El arte de Machupicchu, un desconocido a comienzos del siglo XX; es hoy
un fenómeno ampliamente estudiado y documentado, no sólo por la escritura y la
retórica sino por el arte de la fotografía y la filmación, hoy que vivimos en el siglo
de la imagen y en que vemos más, pero leemos menos.
En 1959 terminé mis estudios de Letras, y obtuve la “contenta” de la Uni-
versidad, por mi récord de notas por lo cual me dieron una ayuda económica para
estudiar en el extranjero lo que quisiera. Por este hecho nimio, pero importante
para mi vida, yo fui el único cuzqueño que estudió la Estética Teórica y la Estética
del Espacio que abarca la Arquitectura, la Pintura y la Escultura, además de la
Estética del Símbolo y de la Estética del Tiempo. Por un simple accidente del azar
y por una fidelidad a mi propia vocación, (una vocación definida en la juventud,
vale más que el mayor talento sin vocación), renuncié a la vicepresidencia de la
FUC y me fui a México a la UNAM, en enero de 1960, que era la universidad,
más importante de Latinoamérica y una de las mejores del mundo. Allí me matri-
culé como “alumno especial” en los cursos de Estética neokantiana de don
Miguel Bueno y seguí otro de Estética con el gran esteta marxista Adolfo Sánchez
Vásquez exiliado de la República Española; el gran discípulo de Ortega y Gasset,
don José Gaos, Ministro de la República, me enseñó de su maestro “La Estética
de la Razón Vital”, y junto con Horacio Flores Sánchez, Adolfo Sánchez Vás-
quez, Emilio Uranga y Miguel Bueno, participé de un Seminario sobre la Estética
de Hegel al tiempo que me inscribí también en el Instituto de Investigaciones Esté-
ticas de la UNAM, para utilizar su formidable biblioteca. Fue en aquella Biblio-
teca donde preparé mi tesis: “Fenomenología de la Creación Poética”, la que sus-
tenté en el Cuzco en diciembre de 1960, habiendo estudiado dos ciclos en la
UNAM. Yo resulté así el único peruano y cuzqueño que estudió esta materia tan
exótica y poco práctica como la Estética, mientras mis condiscípulos latinoameri-
canos estudiaban Ciencia Política, Desarrollo Económico, Administración de
Empresas, Economía y Sociología, todas ellas disciplinas entonces de moda. Mi
paisano Edgar Chuquimia Cervantes, que había ido a México conmigo y con su
propia “contenta”, estudió Derecho Procesal, Penal y Civil, con el gran Jurista
español Niceto Alcalá Zamora, ex presidente de la República Española.
Yo tenía esta vocación por la Estética porque alguien dijo alguna vez que es
más importante tener una vocación que una disposición intelectual para algo, por-
que hay muchos hombres de letras en el mundo, pero que carecen de una voca-
ción definida en su vida o que la descubren demasiado tarde y resultan haciendo
en el mundo todo lo contrario de aquello que es su verdadera vocación.
Alguien dijo que la verdadera patria de uno es la infancia y ello es real-
mente así. Mi vocación por el arte y las letras arrancaba del hecho de que en mis
primeros seis años de vida, yo me crié en un lugar de hermosura excepcional: La
quinta Tarabamba, situada sobre el río Willkanota; en ella se formaba un lago
verde y cristalino donde yo desde niño, por ser casi hijo único (pues mi hermano
me llevaba casi once años), gocé de la compañía de los hijos de los campesinos de
80
la quinta y que eran de mi misma edad. Con ellos aprendí a dominar el quechua
hasta captar el genio de la lengua, el cual pese a mi larga estancia en Lima, nunca
he perdido. Con los niños quechuas, que jugaban conmigo, practicábamos el
paca-paca (escondidas) en los maizales de la quinta, la caza con honda de pajari-
tos y palomas, pescábamos las huitas del río Willkanota, por medio de la intro-
ducción en el agua de pequeñas y casi inefectivas atarrayas. Gozábamos de las flo-
res y los frutos de la quinta, así como de la bellísima visión de los pequeños terne-
ros Brown Swiss, que retozaban en medio de los campos de alfalfa, simulando jue-
gos y luchas, con su apariencia de príncipes de algodón, por lo blancos y tiernos
que eran.
Quiero decir con esto que mi vocación por la Historia, el Arte, las Letras y
por la Belleza, nacieron en mí como un producto natural y por efecto del nicho
ecológico en que viví mi primera infancia (período que determina la formación, la
inteligencia y la creatividad) El medio ecológico de uno de los valles más hermo-
sos del Perú, circundado de nevados tan famosos como el Yllahuamán, la Veróni-
ca, el Chicón y el Pucyupata (y poblados de bosques naturales, de capulíes, taras,
molles y sauces; el infaltable eucalipto australiano, así como de pinos y casuarinas
de diversas especies), habían logrado hacer de este pedazo de 25 hectáreas de
terrenos agrícola, un verdadero “paraíso en la tierra por la policromía de sus jardi-
nes” como dice la escritora Alfonsina Barrionuevo en su libro: “Cuzco Mágico”31.
De modo que mi acceso a las Letras en el Colegio La Salle del Cuzco, fue
sumamente fluido y fácil, y desde el año del kindergarten intervine en el teatro
que patrocinaban los Hermanos de La Salle, donde éramos personajes principales
Federico García Hurtado y yo. Gracias a la Biblioteca del Colegio, posterior-
mente no sólo había leído todas las obras de Verne y de Salgari, sino también
libros de poesía por lo cual, bajo la égida del hermano boliviano Enrique Ernesto,
empecé a escribir versos muy modestos y humildes a los 12 años.
A finales de la Secundaria bajo la dirección del hermano Francisco, (quien
era en realidad Guillermo Dagnino, el mayor sinólogo, peruano) escribí dos obras
de teatro —la segunda con la ayuda de mi tío Germán Bausch Bedoya— que
tuvieron buen éxito en el Teatro Colón y en el Teatro Municipal, al tiempo que un
grupo de alumnos de La Salle y otros colegios del Cuzco, a los 17 años, formamos
el Ateneo Literario Carlos Augusto Salaverry, con énfasis en la poesía. Yo vivía
también enamorado, secretamente, de algunos libros de Historia, particularmente
de los de Riva Agüero y Basadre de modo que a los 18, pude leer: “Perú, pro-
blema y posibilidad” y los “Paisajes Peruanos” apenas salieron, en su primera edi-
ción completa de 1955. Ambos libros me conmocionaron intelectual y artística-
mente. De este Ateneo destacaron Juan Incháustegui Vargas, político, ministro y
promotor de la enseñanza tecnológica en el Perú y Federico García Hurtado,
cineasta.
32. [Recordemos que la obra de Burke, Una Indagación filosófica acerca del origen de nuestras ideas de lo sub-
lime y hermoso (“A Philosophical Enquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and Beauti-
ful”), fue publicada en 1757, mientras que la Crítica del juicio (Kritik der Urteilskraft) de Kant fue
publicada en 1790.]
83
Umberto Eco, dice: “de tres cosas depende la belleza, en el primer lugar de
la integridad o perfección, en el segundo lugar, de la justa proporción y en el terce-
ro, por último de la claridad y de la luz” (“El nombre de la rosa”. 2010) y la subli-
midad es un grado Nevadísimo de belleza, excelencia y magnificencia (“Novis-
sima enciclopedia general”, De Agostini) (Tomo 10: 6853)
3.— Kant en la “Crítica del Juicio” dice: “que lo bello coincide con lo sub-
lime en que ambos gustan por sí mismos, pero que sin embargo saltan a la vista
diferencias notables entre ambos; lo bello de la naturaleza afecta a la forma del
objeto; lo sublime, en cambio, puede encontrarse también en un objeto informe,
en cuanto se representa en él lo ilimitado. Lo sublime de la naturaleza se circuns-
cribe siempre a las condiciones de la coincidencia con la belleza natural, es como
si se violentara con ella la imaginación, y no obstante, tanto más sublime se juzga.
Denominamos sublime lo absolutamente grande. Pero ser grande y ser una mag-
nitud, son conceptos totalmente distintos. La cualidad del sentimiento de lo subli-
me, estriba en ser un sentimiento de temor, por ejemplo: ante las rocas enhiestas
que como una amenaza vemos encima de nosotros, las nubes tempestuosas que
se acumulan en el cielo, los rayos y truenos, las elevadas cataratas de un río pode-
roso y otros objetos grandes y bellos por el estilo, reducen al contemplador a una
pequeñez insignificante, comparadas con su potencia y nuestra pequeña capaci-
dad de resistir. Lo cual no impide que su aspecto nos resulte tanto más atractivo,
cuanto más temible sean, a condición de que podamos contemplarlos en seguri-
dad y los llamamos sublimes porque exaltan las fuerzas del alma, más allá de su
medida o media corriente, permitiéndonos descubrir en nosotros una capacidad
de resistencia de índole totalmente distinta que nos da valor para poder enfrentar-
nos con la aparente omnipotencia de la naturaleza”. (Immanuel Kant: Crítica del
Juicio, Libro Segundo, 2007)
Si contemplamos Machupicchu en sus cambiantes horas de sol y lluvia, de
día y de noche y subimos los escarpados senderos del Huayna Picchu o llegamos
por el “Camino Inca” a su parte sur, encontraremos que hay una serie de motivos
para calificar como sublimes: los abismos, la violencia del río, lo escarpado del
Huayna Picchu y los abismos que se proyectan casi en círculo alrededor del Pica-
cho Joven. De modo que el conjunto de Machupicchu, no es de una belleza deli-
cada, rococó, ni es una mera belleza romántica, a lo siglo XIX, sino que es una
belleza aún por descubrir, y a la que podemos denominar como “inóspita” pese a
lo moderno del transporte actual. Porque la grandeza de su naturaleza, lo incon-
mensurable y grandioso de lo sublime, nos rodea por todas partes empequeñe-
ciendo nuestras humildes existencias humanas; existencias que creemos impor-
tantes en otras partes del mundo, pero que ante la Willkallaqta, reconocemos
como la de simples hormigas. Tal es el efecto que produce aquél grandioso anfi-
teatro de la Naturaleza; lo contundente, sublime y bellísimo de la arquitectura
construida por el hombre inca en el siglo XV. Quizás el adjetivo que convenga a
Machupicchu, no sólo sea el de bello o bonito —o energético—, sino simple-
mente el de sublime, y de allí el efecto que causa en los visitantes.
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4.— La existencia de una serie de vocablos quechuas que expresan matices
de lo estético, prueban la riqueza de la sensibilidad del hombre andino. Hurgando
en el runa-simi podemos encontrar toda una variedad de conceptos en la aprecia-
ción de lo bello.
La maduración de la conciencia estética de Occidente derivada de la heren-
cia greco latina, produjo la diferenciación entre lo bello, lo útil y lo agradable,
entre lo bonito y lo hermoso. Lo sorprendente es que en el quechua, el hombre
andino alcanzó los mismos matices, las mismas sutiles diferencias que solo en un
largo proceso descubrió el hombre occidental.
Encontramos así en el runa-simi el concepto estético de lo bello, bajo la
palabra ACNU; de lo bellísimo como ACNUPO. Hallamos asimismo, el con-
cepto de lo agradable: ACHALAU, de lo exquisito como SUMAQ, de lo bonito
como MUNAICHA y de lo atemorizante y desmesurado, es decir lo sublime,
como ATITAPYA (Tamayo, “Algunos Conceptos Filosóficos de la Cosmovisión
del Indígena quechua”. En Allpanchis, vol. II. Cuzco, 1970.)
5.— Recién hacia el siglo XVI, Francesco Da Holanda, consiguió acuñar la
expresión “Bellas Artes” entendiendo por ellas a las Artes Visuales, es decir, a las
que componen la Estética del Espacio, al final se generalizó la idea de Batteux,
quien identificó a las Bellas Artes, adjudicando esa categoría a la Pintura, la Escul-
tura y sobre todo a la Arquitectura (“Constructivismo (Concepts of Modern
Art)”. Nikos Stangos, ed., 1974.) Otras Artes Visuales como la Fotografía, el
Diseño Gráfico, el Diseño Industrial, las historietas, las telenovelas y los documen-
tales, surgidas todas ellas de la Revolución Industrial del siglo XX, hasta hoy pade-
cen cierta discriminación y no son plenamente aceptadas como artes de la Estética
del Espacio, siendo también sólo en alguna medida parte de las Bellas Artes.
“Como la memoria y el olvido son igualmente inventivos”, como decía
Borges y por eso precisamente por ser el arte un inapelable vínculo con lo sagrado,
una obra de arte desde que el arte existe, nace a partir de la estructura axiológica
de lo bello y el sistema axiológico se organiza integrando también lo sagrado33.
Estas informaciones nos hacen ver la intensa relación entre el arte y lo
sagrado, entre el arte y la historia, y eso se muestra claramente en el caso de
Machupicchu, en que la Estética del monumento, ha sido diseñada para servir la
Estética del paisaje natural y convertir su hermosura en una integración con la
belleza creada (por el arquitecto incaico, por el hombre concreto con la hermo-
sura de la Naturaleza y de lo Cósmico) (“Alvar Aalto houses”34, Independent
Publishing Group, 2005)
33. [Siegfried Kracauer: “The Mass Ornament: Weimar Essays”. Traducción, edición y estudio intro-
ductorio a cargo de Thomas Y. Levin. Harvard University Press, Cambridge Mass, and London
1995]
34. [Ver Bibliografía a la presente edición.]
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El papel de la historia en el descubrimiento científico es muy antiguo, por-
que la palabra heurística es de origen griego y significa “lo relativo a la invención”,
pero por su etimología desciende de “heurisco”: que significa yo hallo, yo descu-
bro y en el arte arquitectónico la visión del arquitecto descubre las formas que va a
dar a su creación. Los arquitectos incas, como dice Samanez Argumedo, tuvieron
una visión y un trazo genial, de lo que llegaría a ser la Willkallaqta de Machupic-
chu. Pero es fácil caer en el criterio superficial e ideológico de que el Incario fue
una civilización absolutamente igualitaria, en que no habían jerarquías y todo era
colectivo, llegando a confundir tanto las cosas, que se cree que el arte popular es el
único arte progresista por excelencia y el único genuino, puro, libre y auténtico.
Por el contrario, el diseño de Machupicchu y del Cuzco, revela siempre una duali-
dad: Hanan y Urin y en Machupicchu se nota la mayor perfección de la zona alta,
donde probablemente moraba la élite, los sacerdotes, los administradores y los
ingenieros y los arquitectos, donde se utilizaba un arte de élite y en cambio en la
zona baja con paredes de inferior acabado era donde moraban los “yanas” o “ya-
naconas” que servían a Pachacuti de por vida, con lo que de inmediato notamos
una estratificación social. Hoy que bajo el nombre de lo folclórico, lo telúrico y lo
vernáculo, propiciamos como única expresión estética popular, andina o incaica,
la danza y el baile de los cargos y fiestas religiosas y civiles; nos damos cuenta de
acuerdo a lo que dicen Hobsbawm35 y Hroch, que todavía nuestras masas popula-
res del siglo XXI, están en el estadio folclórico de su desarrollo proto-nacional y
por eso las supuestas diez o doce nacionalidades bolivianas creadas en la Consti-
tución Boliviana del 2009, no pasan de ser expresiones folclóricas, inviables, polí-
tica y económicamente y cuando las instituciones académicas en lugar de crear
ciencia, crean grupos folclóricos, están revelando que todavía no se han elevado a la alta
creación intelectual, es decir a la invención de nuevos paradigmas y nuevas tecnologías.
6.— Los incas fueron inmensos creadores, sus arquitectos e ingenieros con-
forme lo prueban las ideas de Samanez Argumedo, las de Kenneth R. Wright,
Alfredo Valencia Zegarra y Jean-Pierre Protzen, demuestran que tuvieron una
arquitectura, una ingeniería civil y una ingeniería hidráulica realmente inventivas,
creadoras y extraordinarias. Que la élite tecnológica incaica podía competir con
la de cualquier otra cultura o civilización, sea americana o europea, y que además
—como lo ha señalado Jorge Flores Ochoa— que sus obras arquitectónicas e inge-
nieriles han ganado el reconocimiento más significativo por parte de la ingeniería
civil durante un certamen recientemente realizado en los Estados Unidos, como
anota este autor en el prólogo al libro de Luis E. Valcárcel, “Machupicchu” en el
año 2009. (Flores Ochoa, 2009)
Insistimos que se trata del arte y ciencia de una élite compuesta por estos
formidables arquitectos e ingenieros Incas, hombres capaces de encontrar solu-
35. [Hobsbawm: “Nations et nationalisme depuis 1780”, 1992; Hroch: “Social preconditions of natio-
nal revival in Europe”, 1985]
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ciones técnicas y al mismo tiempo bellas y prácticas, y cuya tecnología desapare-
ció en gran parte como consecuencia la conquista. Las fuentes etnológicas actua-
les nos muestran hasta cierto punto (en la artesanía de nuestros campesinos, here-
deros de esos técnicos Incas) que antes que la creación, prima la mimesis, la imita-
ción o identificación, que según Platón se considera comúnmente sólo como el
reflejo del arte, como copia de lo existente, para lo cual este filósofo señaló que “el
imitador es aquel que produce cosas irreales”. Hay naturalmente en toda regla,
excepciones extraordinarias, en esto de la artesanía, tenemos así grandes artesa-
nos creadores a quienes debería llamarse artistas, como lo demuestran las obras
de: Edilberto Mérida, Santiago Rojas, Olave y los Mendívil, que tienen una gran
capacidad innovadora y expresiva en sus artesanías, hasta llegar a lo bello y aún a
lo sublime, pero que son distintas a la obra mimética del artesano común, que
sólo las modela para comerciar, siendo este arte superior que hemos indicado, en
realidad excepcional y ejemplar.
“Igualmente para captar lo incaico sobre todo la arquitectura, la tradición,
la música, etc., es necesario admitir que una parte importante, no desdeñable de
humanidad, está poco dotada para la audición musical y que nadie considera un
deshonor no gustar ni comprender la música, todo el mundo rechaza en cambio
la idea de que el dominio de lo visual le esté vedado. No hay duda, sin embargo de
que en este campo de lo visual constituye uno de los grandes ámbitos de actividad
del espíritu humano, que posee su innegable especificidad y al cual todos los indi-
viduos no tienen por naturaleza igual acceso”.
“Por una singular paradoja, nuestra época, que se aleja día a día del pensa-
miento racional y de la escritura, se esfuerza por identificar las actividades del pen-
samiento plástico y figurativo con las del espíritu informador, porque nuestra
época está enamorada de la idea del signo, pero que si bien acepta el signo mate-
mático, rechaza la idea de que el signo artístico sea de otra naturaleza que el ver-
bal hablado o escrito”. (Pierre Francastell: “Ensayos sobre Sociología Del Arte”,
1972)
Intelectuales que no han escrito ni una línea sobre Machupicchu, ni han
percibido el mensaje de su arquitectura maravillosa, ni su paisaje dionisíaco, ni
sus obras de alta ingeniería, han dicho, por el contrario, que sus constructores, los
incas, eran totalitarios y que constituían una sociedad en extremo organizada y
planificada, hasta el punto de ser totalmente fría y deshumanizada y que de ellos
proviene la tristeza de los peruanos de los tiempos actuales. Estos señores jamás
han publicado una línea sobre Machupicchu e ignoran que estos “tristes incas”
celebraban sus victorias cantando, “los Haillis” de la guerra en el Hawkaypata, fes-
tejando por más de un mes, con convites y bebidas, sus victorias, en forma multi-
tudinaria y alborozada”.
Ahora se acostumbra elaborar libros sobre Machupicchu repletos de foto-
grafías, (digámoslo bien, de bellas fotografías). Sobre ellos dice Roland Barthes:
“Ahora bien, la condición puramente denotativa de la fotografía, la perfección y
87
plenitud de su analogía en resumen su objetividad (esas son las características que
el sentido común atribuye a la fotografía) es algo que corre el riesgo de ser mítico,
pues de hecho existe una elevada probabilidad de que el mensaje fotográfico, o al
menos el mensaje de prensa esté también connotado. Esta connotación, no sería
fácil, ni captable, ni inmediata en el nivel del propio mensaje (se trata en cierto
modo de una connotación invisible a la vez que activa, clara a la vez implícita
pero si es posible inferirla a partir de ciertos fenómenos que tienen lugar en el nivel
de la producción y la recepción del mensaje): Por una parte, una fotografía de
prensa es un objeto trabajado, escogido, compuesto, elaborado, tratado de
acuerdo con unas normas profesionales, estéticas o ideológicas que constituyen
otros tantos factores de connotación; por otra parte esa misma fotografía no sola-
mente se percibe, se recibe, sino que se lee”.
“El público que la consume la remite, más o menos conscientemente, a una
reserva tradicional de signos; ahora bien, todo signo supone un código, y este códi-
go, el de la connotación, es el que habría que establecer. Cuando uno quiere ser
neutro, objetivo, se esfuerza en copiar minuciosamente lo real, como si la analo-
gía fuese un factor de resistencia ante el asedio de los valores. Entonces: ¿Cómo es
que la fotografía puede ser a la vez objetiva y “asediada”, natural y cultural?”36,
“También es verdad que hay artes tanto nuevas como tradicionales, que se carac-
terizan por un objetivo básico de responder satisfactoriamente a necesidades muy
marcadas primarias y cotidianas. La Arquitectura, el Diseño Gráfico e Industrial,
tienen menos posibilidades de apelar a la presencia de lo feo. Ciertamente la
misma persona que ve malas películas o lee pésimas novelas light, reclamará y
reclama espacios dignos para vivir y productos de diseño utilizables, modernos y
37
placenteros” .
7.— Con estos conceptos instrumentales trataremos de comprender cuál
es el valor estético de la Willkallaqta enclavada sólo a 86 kilómetros de distancia
del hermoso Tarabamba. Así como el estilo es el hombre mismo, como decía el natu-
ralista Buffon, el misterio es el elemento clave de toda obra de arte como afirmaba igual-
mente Lessing. Como a la naturaleza sólo se la domina obedeciéndola, es necesa-
rio dejar lo pragmático con aquella alegría del hombre que sabe que es feliz ale-
jado de los negocios.
Para poder ver Machupicchu, es necesario utilizar algunos instrumentos
estéticos y precisamente para los que se enorgullecen de la precisión y exactitud
de las ciencias modernas, le será útil saber que los nombres de técnica y tecnolo-
gía, derivan de la palabra griega: “Techne” (que equivale a afirmar que algo está
hecho con habilidad) concepto que al ser traducido al latín por los romanos, lo
cambiaron con la palabra ARS, de cuyo vocablo derivan todas las artes que
requieren ser hechas con la máxima habilidad, como las Bellas Artes, las Artes
36. [Roland Barthes: “La cámara lucida. Nota sobre la fotografía”. Edit. Paidós, 2005]
37. [Andrew Dudley: “Las principales teorías cinematográficas”. Barcelona, Gustavo Gili, 1978]
88
Liberales y las Artes Útiles, todo lo cual nos indica que no hay una diferencia radi-
cal entre la técnica y el arte, entre la ciencia que crea la inteligencia y la intuición
que crea la obra de arte, el hombre es una totalidad que sólo por la necesidad de
análisis solemos dividir.
En Machupicchu es posible utilizar varias categorías de lo estético: primero
lo HERMOSO, para calificar la belleza natural del paisaje: montañas, bosques,
ríos, flores, plantas, frutos y todo el ambiente de nicho ecológico, verde y exube-
rante de la Willkallaqta. Esta constituye geográficamente un anfiteatro o atalaya
gigantesca sobre todo un gran pedazo de las cordilleras de Willkabamba y Willka-
nota, allí se puede apreciar toda la hermosura de la naturaleza; del nicho ecoló-
gico en que se implanta la Willkallaqta y que se combina con el deslumbrante sol,
la visión de los picos nevados y toda la hermosura del Río Sagrado que encierra
su curso en un anillo en torno al Santuario de Machupicchu.
Asimismo es necesario utilizar el concepto de lo BELLO para juzgar la
belleza de la arquitectura, del diseño tan genial de Machupicchu y del conjunto
armonioso de sus componentes: sus espacios, sus escalinatas, sus pasajes y sus pla-
zas y áreas libres. Sin duda entre las artes de la Estética del Espacio, la Arquitec-
tura es la que se lleva la palma sobre la Pintura y la Escultura; puesto que los
monumentos arquitectónicos sobreviven en la “larga duración” por decenas de
siglos, porque su propio tamaño y majestuosidad se impone sobre lo reducido y
frágil de los objetos pictóricos o escultóricos. Precisamente el arquitecto Roberto
Samanez Argumedo en su artículo sobre Machupicchu resalta, “el impresionante
Marco Natural que caracteriza al lugar escogido para edificar Machupicchu”.
(Roberto Samanez Argumedo: “Misticismo y Realidad Urbano-Arquitectónica
De Machupicchu”. En: “El Antoniano”, tomo 21, 1° Trimestre 2011, N° 117).
Señala asimismo, que las edificaciones se integran al entorno natural por
su original concepción tridimensional de volúmenes jerarquizados. A pesar de
que el empleo de andenes, transforma el ambiente natural en cultural y que la
composición arquitectónica y paisajística esta resulta con tanto acierto, los visi-
tantes extasiados contemplan el conjunto como si los muros y recintos siempre
hubiesen sido parte de ese lugar, al igual que las montañas, los farallones pétreos y
las rocas”. (Samanez Argumedo, 2011)
Jean Piere Protzen, un destacado investigador de la tecnología constructiva
de los incas, dice que la íntima integración de la forma construida y su entorno
natural es maravillosa. La unidad de su arquitectura posee una insuperable armo-
nía y la perfección de su sillería es extraordinaria. En resumen, es una obra maes-
tra de arquitectura y planificación urbana que rivaliza con los mayores logros de
los griegos, romanos o de cualquier otra civilización (Jean Piere Protzen: “Arqui-
tectura y Construcciones Incas en Ollantaytambo”, 2008)
El arquitecto Samanez opina “que los incas con procedimientos que
podríamos llamar rudimentarios en comparación con nuestras actuales herra-
89
mientas de trabajo, pero dotados de intensa energía espiritual, sus especialistas fue-
ron capaces de llevar adelante el proceso creativo de composición arquitectónica
y diseño de las soluciones funcionales y constructivas que permitieron materiali-
zar esa obra digna de admiración como decía Platón: “La forma alcanza su pleni-
tud, cuando todos los elementos participantes alcanzan la unidad”. (Samanez
Argumedo, 2011)
Para este autor el proceso de la concepción mágico religiosa de Pachacuti
que instituyó el culto estatal que daba más importancia a la imagen del Astro rey
que a Wirakocha, influyó en la concepción urbanística de espacios y sectores edi-
ficados y en la propia arquitectura del complejo de edificios sagrados, viviendas y
otras edificaciones, siguiendo un proceso mental de gestación creativa en el que
se determinó un esquema de ordenamiento, una idea rectora de zonificación y
distribución. En suma, un proyecto de hondo significado religioso que vinculaba
al sol con un sistema cosmológico-geográfico compuesto por sus altas montañas,
y con alineamientos astronómicos como el que refleja la ubicación geografía de
Machupicchu, un hecho que demandó no solamente una ardua labor de selec-
ción, sino también una cuidadosa planificación para que la idea rectora se cum-
pliera en todos sus alcances. Tampoco quedó librado al azar el equilibrio de
masas, la direccionalidad de líneas y el ritmo de las sucesiones volumétricas que
podemos admirar en el conjunto. El proceso mental de composición debió ser
plasmado en maquetas, cuyo empleo está bastante documentado para otros sitios
incas. (El Inca Garcilaso de la Vega, escribe que los incas sabían pintar y hacer
modelos y maquetas de sus pueblos y ciudades) (Samanez Argumedo, 2011)
“El proceso de diseño y construcción de Machupicchu, no podemos dejar de
vincularlo con la frase de Le Corbusier: La Arquitectura es el juego sabio, correcto y
magnifico de volúmenes ensamblados bajo la luz”. (Samanez Argumedo, 2011)
“En el lugar escogido por el inca Pachacuti para crear Machupicchu hace
más de medio milenio se hallaron los factores geográficos, cosmológicos y ecoló-
gicos buscados en una conjunción realmente sorprendente. Eso nos hace com-
prender el misticismo de los incas que en su visión intuitiva creían firmemente en
la comunicación del hombre con lo sobrenatural y que les deba alegóricamente
una energía capaz de generar una enorme fuerza creadora expresada en la arqui-
tectura de la Willkallaqta”. (Samanez Argumedo, 2011)
“Uno de esos factores, el río Willkanota que fluye de sureste a noroeste, reprodu-
ciendo la trayectoria del sol, el Dios y el tótem propio de los incas y que se pone detrás de los
picos nevados que eran otras tantas deidades. La Cruz del Sur conjunto de estrellas de
la vía láctea, la constelación a la que pertenece a la Tierra, el río celestial en el pen-
samiento andino, puede ser observado encima del Nevado Salcantay (el pico sal-
vaje) una de las montañas más veneradas por los incas. El lugar en que se halla
Machupicchu, según Reinhard, está ubicado al centro de montañas sagradas
orientadas en torno a sus dos ejes, permitiendo la apreciación de los cuatro puntos
cardinales. Por eso Reinhard señala que se trata de Axis Mundi, un centro
91
sagrado que une conceptualmente la tierra con el cielo, tomando estas ideas de
Valcárcel que a su vez proceden de Mircea Eliade”. (Samanez Argumedo, 2011;
Reinhard, 2002)
“La arqueóloga norteamericana Katherine Julien, que buscaba conocer la
significación que Machupicchu tuvo para sus constructores, elaboró un trabajo
denominado: “La metáfora de la montaña” donde logró encontrar la imagen de
una montaña cónica de contornos fragosos y escarpados, rematada por un coro-
namiento curvo conocido como la cúpula: el admirado templo de las tres venta-
nas que destaca por lo perfecto de Mampostería y de piedra construida por los
incas. Al parecer de Julien el lugar de origen de los incas (Tampu-Toco) inspiró las
ventanas de Machupicchu, la relación con la cúpula se explica por la veneración
de las rocas que se proyectan de la tierra hacia las alturas, una forma de manifesta-
ción de la Pachamama, la Diosa Femenina de los Incas, asociada a la fertilidad de
la tierra y cuyo culto como hemos visto en el pensamiento del arqueólogo Fede-
rico Kauffmann, sería una deidad andina milenaria anterior a los incas y una
Diosa de la alimentación y el sustento junto con el Dios del Agua”. (Samanez
Argumedo, 2011)
“Pero el papel fundamental lo seguía teniendo el Sol, cuyo culto instituyó
revolucionariamente Pachacuti y era un culto exclusivo de la nobleza cuzqueña
de sangre y de privilegio y que no tenía un carácter absolutista y no excluía a los
otros dioses que veneraban, un sinnúmero de huacas pertenecientes a localidades
y regiones” (Samanez, 2011).
“En la construcción de Machupicchu, que tenía carácter de Willkallaqta,
es decir Santuario místico y espiritual, las construcciones y el diseño planificado
de la Willkallaqta seguían los principios de simetría o posición y repetición como
también el de cuatripartición, de modo que algunos investigadores identifican con
el Hanan o parte alta al sector donde habitaba la élite más importante y en el Urin
a gente de carácter más popular; y dentro de las zonas marcadas como la agrícola
y la urbana estaban divididas por un foso seco que ingeniosamente se hizo coinci-
dir con una falla geológica. En la zona urbana se observa también una marcada
separación entre los espacios ceremonial y residencial, ambos separados por la
explanada o Plaza Principal”. (Samanez Argumedo, 2011)
“Además estaban vinculados por caminos y escaleras, el Torreón, la Resi-
dencia Real, el Inti Watana y el Centro Ceremonial. El Torreón era una clara
manifestación de la Arquitectura, empleada como medio de expresión cosmogó-
nica en la parte inferior de la roca se ubica el mausoleo real, ricamente elaborado
cubriendo el espacio natural de la cueva con aretes y hornacinas de fina cantería
junto a una roca esculpida originado en culturas de épocas más antiguas que los
incas”. (Samanez Argumedo, 2011)
Para finalizar se encuentra “El Templo del Cóndor”, obra que sin duda sin-
tetiza el espíritu inca impregnado de simbolismo y gran capacidad para crear con
92
sus técnicas constructivas, edificaciones que complementaban las formas natura-
les porque había en el lugar dos grandes rocas de granito, que debieron dar la
impresión de alas abiertas y labrando en el piso el cuello, la cabeza y el pico del
cóndor, demostrando la capacidad de extracción que tenía la arquitectura de los
incas. (Samanez Argumedo, 2011)
“Caos, proviene de la palabra griega Khaos y significa “abismo”, “espacio
inmenso y tenebroso que existía antes de la creación del mundo” entre tanto, la
palabra Cosmos quiere decir: “mundo, el universo” orden y estructura, (Coromi-
nas). Abismo versus orden, infinito versus finitud, lo inmenso aún amorfo, previo
a la creación, versus a la estructuración posterior. El artista (en este caso el arqui-
tecto y el ingeniero en Machupicchu), miraron hacía el caos y hacia el cosmos y
su cuerpo-existencia, en su alma-mente, con su gesto creativo, articularon ambos
en la obra maestra de la arquitectura mundial que es la Willkallaqta de Machupic-
chu toda la fuerza espiritual que poseían”38.
8.— Todo Machupicchu, define un espacio que es como un gran mirador sobre un
sector privilegiado de los Andes, donde se hallan altos “picachos” de gran altitud e impo-
nente belleza hacia el Sureste, se yergue la pirámide nevada de La Verónica (5750
m.s.n.m.); hacia el Suroeste, el extraordinario pico Salcantay (o montaña salvaje, de 6,271
m.s.n.m.) y hacia el Oeste el nevado Pumasillo (de 6075 m.s.n.m.), además de otros picos
de la cordillera como los nevados Marconi, Huajiwilca y el Bonanta, todos por encima de
los 5300 m.s.n.m. (Flores Ochoa y otros, 2007). Este gran puente entre dos picos, el
Machu y el Huayna-picchu, ha sido diseñado por los incas, en plataformas y
andenes ascendentes, que culminan en la parte alta con un USNU o edificio cere-
monial. La composición del espacio urbanístico, ha sido lograda a través de alter-
nar los espacios abiertos con las construcciones, todo dentro de un concepto de
armonía, apolíneo, sereno, como queriendo satisfacer una ignorada aunque
intuida “divina proporción” helénica. Todo este conjunto visto de Sur a Norte,
revela no sólo un uso maravilloso del espacio y la planificación urbanística, sino
una originalidad asombrosa que no sabemos si resulta de la perfección del tra-
bajo arquitectónico o de la misteriosa armonía entre este y el paraje orográfico y
cósmico en que se asienta, en que las cumbres, los picachos, las montañas y las
nubes, conforman un espectáculo de unión total, entre la obra del hombre y la
creación de la naturaleza.
Para los científicos sociales cuzqueños: Flores, Barreda y Kuon “Machu-
picchu comprende dos grandes áreas: la zona agraria y la zona urbana. La pri-
mera está conformada por andenes o terrazas agrícolas y las diversas plataformas
se regaban con el agua de un manantial, cuyas aguas discurrían por un canal y
además servía para el suministro de los pobladores y el uso ritual y ceremonial.
En esos andenes que no son muy grandes y mucho menores que los de Yucay, se
38. [Guillo Dorfles: “Naturaleza y antinaturaleza”. En: “Actas Arte y Naturaleza, dir. Javier Maderuelo”.
Huesca. 1995]
93
cultivaba el maíz, pero no se cultivaba la coca, porque los 2400 metros en que se
halla el Santuario, ya no son aptos para el cultivo de esta planta mágica. Como
Machupicchu, era la “hacienda real” del Inca Pachacuti, el maíz producido era
para alimentar a la población que habitaba el Santuario, que estos científicos
sociales estiman en (1,000 habitantes) Además, el Santuario estaba dedicado a
ser la tumba definitiva del Inca Pachacuti y para él, parece que construyeron un
mausoleo, que para Lumbreras se trata de una obra ciertamente equivalente a las
que levantaron otras civilizaciones, para sus héroes sagrados (Lumbreras, 2005)
Se trata de una cueva natural agrandada, con un trabajo de cantería de piedra de
exquisita calidad, cubierta por una enorme roca, sobre la cual se edificó el torreón
de planta circular y se ubica en el corazón de la zona urbana de Machupicchu”.
(Flores Ochoa, Jorge; Elizabeth Kuon Arce, Roberto Zamanes Argumedo, Luis
Federico Barrera, etc.: “Cuzco, del mito a la historia”. Banco de Crédito, 2007)
La zona urbana, se divide en dos partes también, la sagrada y la residencial,
diferenciadas por áreas abiertas, bajo la forma de plazas, en la parte más alta de
dichas plazas, se levanta una forma pétrea bellísima y piramidal, con plataformas
escalonadas, en cuya cumbre, está una roca sagrada: el Inti Watana, desde el que
se hacían estudios astronómicos y se establecían los solsticios. Machupicchu, en
total, pese a su complejidad, sólo tiene 200 habitaciones y nos parece exagerado
que pudo tener, una población aproximada de un millar de habitantes, en zonas
divididas en Hanan y Urin. El muro de Machupicchu y el templo semicircular,
eran tan finos, como los más finos trabajos en piedra que se conocen en el mundo,
una obra sublime de campeones de la cantería mundial. (Flores y otros, 2007)
9.— Desde un punto de vista estrictamente estético, en Machupicchu coe-
xisten, unimismados, la hermosura de la naturaleza, la belleza de la arquitectura y
lo sublime del paisaje total, que conmociona al hombre, siendo por lo tanto una
obra maestra digna de ser considerada, junto a las demás maravillas del mundo,
como parte de lo universal y cósmico, al que denominamos como sublime.
Machupicchu y el efecto estético que causa en sus visitantes, es la contra-
dicción viva y total de todos aquellos poetas que piensan que la poesía es sólo un
ejercicio verbal de la inteligencia, totalmente liberado del phatos (el sentimiento) y
que basta el ansia de originalidad y el despliegue de un lenguaje caprichoso, para
desencadenar el efecto poético, haciendo abstracción del phatos. En Machupic-
chu encontramos no sólo algo que halaga nuestro sentido de la belleza, sino que
nos conmueve y hace surgir de nosotros el phatos, aquello que el abate Brémond
llamaba: “ánima”, es decir la parte sensitiva y emocional de la existencia humana
y así comprendemos realmente lo que enseñaba nuestro sabio maestro Miguel
Bueno: “El arte es la expresión intuitiva del sentimiento”39 y despojado de éste,
una pieza poética o literaria, puede ser lo original que se quiera, pero no revelará
el estro poético auténtico, porque no accederá al phatos profundo del inconsciente.
39. [Bueno, Miguel: “Conferencias”. Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General
de Publicaciones, 1959.]
94
Pasaje lateral del conjunto del Templo del
Sol. Se evidencia uno de los muros de mejor
calidad en la Llaqta de Machupicchu
1.— “La Ecología ha sido definida como la ciencia que se ocupa de las relaciones
de los organismos con su medio, es una ciencia del porvenir y es posible que
dependa de ella y de su aplicación, la supervivencia del hombre sobre la superficie
del planeta” (Dreux, Philippe: “Introducción a la ecología”, 1975.)
El biólogo alemán Haeckel, fue el primero que utilizó el término Ecología
en 1869. El danés Eugen Warming, escribió en 1895 la obra fundadora de esta
40
nueva ciencia . Hoy la ideología ecologista es una fuerza actuante en la política
del mundo, no sólo en los Partidos Verdes, que luchan contra la contaminación,
políticamente en Europa y ya no son los únicos en utilizarla. En nuestro país los
habitantes de la Selva y de la Sierra en nuestra época, han descubierto toda la
fuerza de su conciencia ecológica, para luchar contra aquellos agentes que destru-
yen o contaminan su medio ambiente, su región, su pueblo y su provincia, todos
están de pie por el medio ambiente. Hoy ya no es posible una Época del Caucho,
con sus abusos sin cuento, porque hoy día todos los habitantes del Perú luchan
política y públicamente por conservar su medio ambiente, frente a la agresión de
las compañías mineras, gasíferas, petroleras y auríferas que han lotizado y se han
repartido la Selva y la Sierra del Perú.
40. [Johannes Eugenius Bülow Warming: “Plantesamfund — Grundtræk af den økologiske Plantegeo-
grafi. Kjøbenhavn, 1895. (Comunidad Vegetal — Los fundamentos de la geografía de la ecología de
las plantas. Copenhague, 1895)]
97
¿Cómo transmitir al lector peruano y al turista de Machupicchu y al inmi-
grante extranjero los resultados científicos de la Ecología, la Biogeografía y la
Geobotánica, junto con la vivencia existencial del paisaje de Machupicchu; la evo-
cación histórica de su diacronía, tanto prehispánica como colonial y republicana?
Ya sabemos que el eruditismo frio, puramente datístico de la historia con-
vencional y la arqueología de campo, demasiado materialista, no resulta apro-
piada como pensaba Alain Schnapp. Hay que encontrar un género literario histó-
rico, capaz de expresar con verdad lo ocurrido y capaz también de captar la her-
mosura del medio natural, uniendo la reflexión del filósofo con la evocación del
historiador y la inspiración aunque sea poco infrecuente del poeta, puesto que
este libro no está escrito sólo para los científicos sociales sino para toda persona
culta de clase media que viva en Lima, en el Cuzco o en el extranjero y que al lle-
gar a Machupicchu pueda gozar de su magia, su paisaje sagrado y su belleza sub-
lime. Mediante este medio recargar su mente no con la hipotética energía del
nuevo Himalaya de los orientalistas, sino con la energía vital y natural de los incas
creadores de una Maravilla del Mundo.
Por eso hemos elegido el ensayo histórico como vehículo de nuestro men-
saje. El ensayo histórico se nutre del dato, de la inspiración, de la evocación histó-
rica y del buceo en la mentalidad y de la pincelada literaria, incluida la anécdota,
revalorizada por Carlos Araníbar Zerpa.
Lo ecológico es el gatillo que dispara el ensayo histórico. La evocación his-
tórica, el disparo que perfora el dato y da en el blanco. Este ensayo histórico es un
instrumento literario propio de la “Sociedad Abigarrada” (Carlos Zavaleta41) que
existe en el Perú de hoy. En este sentido estamos de acuerdo con Nelson Osorio
que en país plural y diverso sólo puede utilizar una “Literatura Alternativa”
(Lienhard42), una Literatura Diglósica (Ballón43), una escritura transcultural (Ra-
44 45
ma ) o una Literatura Otra (Bendezú ). (“Antonio cornejo Polar: contribución a
una crítica latinoamericana de nuestra literatura”, (1999).
2.— “No es la primera vez que el género humano se enfrenta a graves crisis
ambientales, pero es la primera que se extiende, en una dimensión planetaria, la
percepción de una crisis ecológica. El efecto invernadero, el fenómeno de la lluvia
ácida, la disminución y los agujeros en la capa de ozono, la sobreexplotación de
41. [El pensamiento de Carlos Zavaleta lo encontramos resumido en su brillante ensayo “Las masas en
noviembre” (trabajo incluido en el libro “Bolivia, hoy”, editado en 1983) y en su libro póstumo —e
inconcluso— “Lo nacional–popular en Bolivia” de 1986.]
42. [“Las huellas de las culturas indígenas o mestizas–arcaicas en la literatura escrita de Hispanoaméri-
ca”, 1984.]
43. [“Tradición oral peruana: literaturas ancestrales y populares”, 2006.]
44. [“Transculturación narrativa en América Latina”, 1982.]
45. [“La Otra Literatura Peruana”. Edit. Fondo de Cultura Económica, 1986.].
98
las aguas subterráneas y superficiales, la deforestación de extensas zonas de Sel-
vas tropicales, la contaminación provocada por la agricultura química y las activi-
dades industriales y mineras, la amenaza radioactiva, el agotamiento de los recur-
sos naturales, la alarmante reducción de la biodiversidad silvestre y agrícola del
planeta, la escasez del agua, son manifestaciones de una crisis que no distingue
clases, razas, religiones, naciones o estados”. (Ayer N° 11: “Historia y Ecología”,
1993)
“Esta crisis no es sólo ambiental, sino constituye también una crisis civili-
zatoria que sacude cada uno de los fundamentos sobre los que se asienta la actual
Civilización Occidental. Alcanza también al propio mito del crecimiento econó-
mico, generador de “bienestar”, como a la propia teoría económica que lo susten-
ta; afecta a una sociedad cada vez con mayores desequilibrios y desigualdades
sociales, con mayores niveles de marginación y violencia estructural; afecta a los
dos pilares fundamentales de organización del mundo moderno: a los Estados-
Nación y a los Sistemas de Democracia Formal y afecta la Cultura Occidental,
incapaz de escapar a los valores del consumo y del hedonismo utilitarista y antro-
pocéntrico; afecta igualmente a la Ciencia, con el derrumbe de los paradigmas tra-
dicionales basados en el conocimiento especializado y parcelario. Produce pro-
blemas ambientales originados en aumento de la población humana, en la desi-
gualdad y en un estilo peculiar de producir orientado no a la satisfacción de las
necesidades básicas sino a producir para el mercado y para la generación de bene-
ficios crematísticos para unos pocos. Este modelo productivo se basa en el con-
sumo ilimitado de energía y materiales que no son renovables y que genera resi-
duos perjudiciales para la estabilidad de los ecosistemas”. (Ayer N° 11: “Historia
y Ecología”, 1993)
3.— El hombre peruano ha estado presente en Machupicchu probable-
mente desde 1440 hasta 1565. Luego la Selva Alta devoró a la Willkallaqta, pero
el hombre ya había dejado la huella de su cultura en el territorio a través de un
siglo humanizando el paisaje natural y sumando a la hermosura del “wilderness”
la belleza artística de andenes, palacios incas, mausoleos y un amplio territorio
perfectamente diseñado de acuerdo a la mejor arquitectura. Luego la ciudad se
perdió durante casi cuatro siglos y hoy, después de su aparición “histórica” en
1911, la acción humana no puede significar siempre un plus estético para esta
re–descubierta joya, sino que también puede traer un minus. El hombre en su afán
dionisíaco de la codicia económica, puede también afear e inclusive destruir el pai-
saje natural y las propias ruinas sagradas de la Willkallaqta.
Allí está precisamente el peligro ecológico para Machupicchu: la destruc-
ción del “nicho ecológico” donde se encuentra la Willkallaqta, y cuyo daño está
considerado por el Código Penal como delito. Ahora con el neoliberalismo globa-
lizador, con el auge de un capitalismo irrefrenable y con el clímax de una explo-
sión demográfica y turística en Machupicchu–Pueblo (automotores, ruidos,
basura y demás elementos perturbadores de la salud), se pueden llegar a destruir
99
Vista de un segmento de una de las plazas
y el conjunto de los espejos de agua.
46. [“Mankind and Mother Earth: A Narrative History of the World” (La Humanidad y la Madre Tie-
rra: Una Historia Narrativa del Mundo. Obra póstuma (Oxford University Press 1976)]
47. [“The Myth of the Machine”, obra en 2 partes: “Technics and Human Development” (Técnica y
evolución humana) 1967 y The Pentagon of Power (El pentágono del poder) 1970)
48. [“Mediterranee et le monde mediterraneen a I’epoque de Philippe II” (El Mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe II). Paris, 1949; segunda edición, revisada y aumentada en 2
vols., Paris 1966)]
104
“La recolección: el período más largo de la historia humana, ha discurrido
en el modelo recolector de utilización de los recursos, durante el cual los pilares
fundamentales de la subsistencia fueron la caza de animales salvajes y la recolec-
ción de vegetales y podemos incluir también bajo este epígrafe las sociedades que
practican la agricultura itinerante y que tienen una economía natural, en la
medida que obtiene todos sus recursos directamente de la naturaleza.
El pastoreo: con la domesticación de las plantas y los animales finalizó el
largo pedido de la historia en el que los seres humanos eran exclusivamente reco-
lectores. Este hecho coincidió, hace diez mil años con la retirada de las glaciacio-
nes. Es posible que el cambio climático y de vegetación empujará a las poblacio-
nes humanas a intensificar la utilización de los recursos y a iniciar la agricultura y
la domesticación de los animales. Los pastores tienen acceso a la energía muscu-
lar de los animales, una importante fuente de energía adicional, especialmente
para el transporte, a su vez los animales son una fuente de alimentos de la cual se
puede disponer con flexibilidad.
“El cultivo sedentario: las sociedades humanas aprendieron a cultivar plan-
tas y a domesticar animales más o menos al mismo tiempo. Este proceso se inició
hace unos diez mil años. La continuidad del cultivo de un pedazo de tierra
depende de lo que se le devuelva a la misma lo que se le ha quitado; esto se logra
por medio de largos períodos de barbecho o la aplicación de sedimentos fluviales
o abonos orgánicos o fertilizantes minerales. En las sociedades campesinas, los
cereales se pueden almacenar y trasladar especialmente a lomo de los animales o
en carros a distancias largas. En la sociedad campesina, la división sexual del tra-
bajo es muy pronunciada. Los hombres se limitan a las operaciones como arar.
Las mujeres asumen el peso de las tareas más tediosas como deshierbar y tras-
plantar y a la recolección de combustible, forraje y agua. Las familias individuales
controlan habitualmente, pero no siempre las tierras cultivadas. Los bosques, los
pastos y el agua, son normalmente tenidos en común por el pueblo.
El modo industrial, el último modo de utilización de los recursos, apare-
cido en la historia humana, la industria en gran escala ha surgido hace sólo unos
doscientos años. Pero su impacto ecológico ha sido profundo, sobrepasando con
mucho, todos los que procedieron a ésta revolución. La principal razón de ello es
el salto al uso de energía fósil como el carbón y el petróleo y hasta a la energía
nuclear. El hacha y el carro de bueyes son al modo campesino, lo que la sierra arti-
culada encadena y lo que la locomotora y el automóvil son al modo industrial.
Durante los últimos dos siglos, las sociedades industriales han tenido una expan-
sión constante de sus recursos básicos” (Ayer N° 11. “Historia y Ecología”, 1993:
Los hábitats en la Historia de la Humanidad, por R. Guha y M. Gadgil)
6.— Machupicchu, el Cuzco y el Tahuantinsuyo han pasado todas las eta-
pas arriba mencionadas, pero la última sólo surge en la Willkallaqta con la insta-
lación del ferrocarril en el siglo XX (entre 1919 y 1940) donde, de ser un área
marginal meramente recolectora y de agricultura itinerante, en la segunda mitad
105
del siglo XX se entra bruscamente a la Era Industrial con la afluencia masiva del
turismo y de los automotores. Actualmente, es decir durante la primera década
del siglo XXI, en Cuzco se vive, aceleradamente, una etapa neoliberal cuyo
cuyas consecuencias económicas y medioambientales son el crecimiento explo-
sivo, metastásico, informal y anárquico de Machupicchu–Pueblo. Dentro de
este contexto, la decisión de la UNESCO de que Machupicchu sea retirado del
rango de Patrimonio Mundial de la Humanidad se vuelve comprensible. Según
esta entidad, el desorden y el caos existente en la capital del distrito de Machu-
picchu, es un peligro para la seguridad y permanencia del mismo, un monu-
mento protegido por las Naciones Unidas, como parte del Patrimonio Mundial
de la Humanidad.
En el caso del monumento arqueológico de Machupicchu, podía hablarse
de que éste ha dado un terrible salto dialéctico en 70 años de historia, pues de ser
una ruina marginal olvidada por el hombre contemporáneo y dominada por un
Selva casi inhóspita —desconocida por la Ciencia y por casi toda la gente—, ha
dado un salto a la actual era: Electro–turística, sin que haya ocurrido una transición
gradual normal como dicen los teóricos hindúes R. Guha y M. Gadgil en su tra-
bajo de 1993. Se ha sufrido una inmigración revolucionaria que ha alterado el
hábitat natural que fue Machupicchu antes de su aparición histórica en 1911, fenó-
meno que se ha acelerado a partir de 1975 hasta constituir un contraste terrible
entre una Willkallaqta aparentemente serena y tranquila en su grandeza apolínea,
y la fealdad y el arcaísmo que son producto de la informalidad y el caos que
actualmente impera en Machupicchu–Pueblo, expresión este del desborde popu-
lar y la economía negra que ahora define al pueblo que se ubica a menos de dos
kilómetros del mencionado monumento arqueológico.
Por eso, como anota el “El Comercio” en su número de mayo del 2011:
“Machupicchu podría ser considerado Patrimonio en riesgo por la UNESCO y si
bien no ha llegado todavía una comunicación oficial de dicho organismo, El
Comercio tuvo acceso al expediente que servirá a los 23 delegados de los países que
tendrán a su cargo discernir, si confirman o no el riesgo para nuestra “Maravilla
del Mundo”, justamente en su centenario y cuando se da por descontada la total
ocupación hotelera en el Cuzco, para los días de la fiesta correspondiente. Según
el expediente técnico aún existe largo trecho para cumplir con las recomendacio-
nes de la UNESCO a favor de salvaguardar nuestro Patrimonio: La Unidad de
Gestión de Machupicchu no se reúne con frecuencia para monitorear los trabajos
en la zona y en el centro poblado colindante, no se han concluido las obras que
garanticen la seguridad de los pobladores y eviten la contaminación del complejo
arqueológico. Oscar Valencia, Alcalde de Machupicchu–Pueblo, detalló que su
comuna ha conseguido que el Gobierno Central destine tres millones de soles
para colocar dos puentes de 30 y 120 metros en el distrito, y para renovar fachadas
y techos en el centro poblado urbano y rural y el tratamiento de 12 toneladas de
residuos sólidos”. (El Comercio, de Lima, 24 de mayo del 2011)
106
Por otro lado el presidente de CANATUR, Carlos Canales, dice que
Machupicchu requiere una inversión de 50 millones de dólares para garantizar su
seguridad y la del ferrocarril que le da acceso. (El Comercio, de Lima, 24 de mayo
del 2011)
7.— Pero Machupicchu no es sólo un territorio de piedra y misterio, es tam-
bién un espacio maravilloso de flores, así don Fortunato L. Herrera en 1933 afir-
maba que el paisaje vegetal de Machupicchu era de una belleza extraordinaria y
que la naturaleza parecía haber desplegado su máximo poder creador en la base
de los cerros y también en laderas inaccesibles situadas a gran altura, donde se
alzan bosques de árboles de las más diversas especies y que “en cada árbol se alo-
jan plantas epífitas y parásitas y a su sombra se desarrollan y prosperan una canti-
dad infinita de especies ombrófilas del más variado aspecto” (“Machu Picchu:
Apuntes sobre la flora de la quebrada”. En Revista Universitaria, UNSAAC.
1933).
Decía también Herrera: “en el curso de mis expediciones botánicas he des-
cubierto algunas especies y variedades nuevas para la ciencia entre las cuales se
encuentran la macha-macha y el montecapuli. En la misma población de
Machupicchu constaté la presencia de una pequeña planta herbácea denomi-
nada botánicamente como “Hieracium-neo-Herrerae”, así como la “Cleome
Herrerae”, “Nectandra Herrerae”, “Moconia Herrerae” y “Stevia Herrerae”
(Herrera, 1933)
“En la margen izquierda compuesta en parte por bosques pluviales, que
ocupan la base del cerro Machupicchu en forma de una faja de 150 a 200 metros
de ancho, he podido constatar la existencia de árboles de las más diversas espe-
cies, entre ellas: la Erythrina Lorenoi y Cedrela Herrerae y en los bosques pluvia-
les muchas especies que sería muy largo enumerar ahora, pero que demuestran
una flora y una fauna muy ricas” (Herrera, 1933)
En otro documento Herrera establece formas de transición vegetal en la
zona de Tanqaq y en el Cañón de Torontoy pues afirma que al llegar al paraje de
Piscca–quchu, el paisaje cambia súbitamente, presentando un aspecto agreste,
apenas interrumpido por pequeñísimas chacras y las familias botánicas que cuen-
tan con mayor número de especies son las leguminosas y las gramináceas y luego
en la zona de Selva entre Santa Rita y el puente que da acceso al monumento de
Machupicchu, está constituido por tupidos bosques de árboles de diversas espe-
cies, entre las cuales se distinguen la Erythrina falcata (pisonae) de flores en raci-
mo, de rojo intenso, la Mutisia bipontina de tallos colgantes, con hermosas flores,
el piper angustifolium de notables propiedades médicas y la Cleome Herrerae que
crece a orillas del río junto con los Helechos. El botánico Herrera, realizó una
expedición completa e identificó varios centenares de especies (“Formaciones
Vegetales del Cañón de Urubamba”. En: Revista Universitaria, UNSAAC.
1929.)
107
Vista general de la Pirámide trunca del Intiwatana y la Casa de Inka.
109
La excitante y curiosa historia
inmediata del tesoro arqueológico y
cientíco de Machupicchu a través
de una fuente periodística del siglo XXI
“La Ego Historia y la Historia de vida, son un material excitante
para los lectores del futuro, porque revelan el secreto resorte del “metier”
del historiador.
Pierre Nora
49. [“Caminos Rituales del Valle del Cusco y los Ceq’ues”. Conferencia pronunciada en la PUCP el 17
de Junio 2011.]
115
momento de su bendición máxima— a más de 250,000 personas en un rito de
emoción colectiva, un hecho casi casi sobrenatural? Y es que este Señor, en el
oculto sentido del tiempo, en la “larga duración” y en lo más profundo de la evo-
cación histórica humana, reproduce al viejo Señor de Pachacamaq, aquél que
dominaba los sismos, enviaba los terremotos y aquietaba la furia de la tierra.
Ahora que vivimos un período patético de furor sismológico que se ha ensañado
con Haití, Chile, Japón, etc., resulta inconcebible que el pueblo cuzqueño andino
no sienta en su culto centenario y en su bendición, cierta garantía de auxilio de
este Señor de los Sismos: que descubra una proyección telúrica y la vez personal
ante el rostro obscuro del Señor de los Temblores. ¿Cómo comprender entonces a
Machupicchu y al aspecto numinoso que despierta el mismo, algo que don Luis
E. Valcárcel señalaba como esencial, aun cuando su mente era la de un agnóstico,
y hasta dirímanos insensible ante lo sagrado que es también la hermosura del
Ande?
3.— Otro aspecto en lo referente al turismo, es que Lubow nos muestra las
ideas de un empresario peruano culto, el señor José Koechlin, que escribe libros y
que tiene a su favor haber mejorado Machu-Picchu Pueblo a partir de 1976. Es él
quien ha construido el “Hotel Inkaterra, Machu-Picchu Pueblo Hotel”, un esta-
blecimiento ubicado en Aguas Calientes, con un magnífico jardín con 300 o más
variedades de orquídeas.
Koechlin cuando escuchó decir que Pablo Neruda había manifestado:
“Quiero caminar y estar sólo” y a Hernán Crespo Toral, arquitecto ecuatoriano y
funcionario de UNESCO afirmar que “iba a Machupicchu para estar sólo”, mani-
festó que todo ello resultaba en extremo elitista, porque Machupicchu no es un lugar
sagrado como los sitios sagrados que tienen los americanos. Es más una cosa poética. (Lu-
bow, 2007)
En cambio Lubow dice respecto a Machupicchu: “El manifiesto cuidado y
la sensibilidad de su construcción, la forma en la que se trazaron las calles y se ubi-
caron las edificaciones y los altares y se cortaron y unieron las piedras, dan testi-
monio de una veneración por el mundo natural que parece fuera de este mundo
pragmático. Claro que sentir la aureola espiritual de Machupicchu no significa
necesariamente una conversión a prácticas religiosas incas”. (Lubow, 2007)
En este mundo tan original “La persistencia de lo antiguo” de la que
hablaba Valcárcel se muestra más evidente que nunca, “por eso la Primera Dama
del Perú se encontraba fascinada por el último bastión inca” (Lubow, 2007) Estos
símbolos arquitectónicos ayudaban a mantener la resistencia viva (Lubow, 2007).
Para los arqueólogos de Yale que el periodista Lubow llama eufemística-
mente: “El consenso académico”, la suposición de Bingham en el sentido de que
Machupicchu era el lugar donde surgieron los incas para fundar el imperio legen-
dario (El Tampu–Toqo) no era exacto, así como tampoco que era el lugar de
retiro de las aqllas o escogidas después de la conquista española.
116
Más parece que Machupicchu era una especie de retiro invernal en un valle
más cálido donde Pachacuti Yupanqui podía escapar del riguroso clima cuzque-
ño. Esta teoría ha surgido de un documento español del siglo XVI (que no indican
cual es, ni acompañan su texto) y está basado en los estudios científicos que orga-
nizaron en torno a objetos descubiertos n el lugar. Bingham, Burger y Salazar reu-
nieron evidencia arqueológica que apoyaba la idea de que Machupicchu era en
palabras de Salazar: “Una especie de Camp-David”. El Camp-David originario,
es usado por el Presidente de los Estados Unidos, para sus vacaciones y su des-
canso y se halla ubicado en el Estado de Maryland, para una cultura en la que el
gobernante se permite el gusto de ayunar, mientras contemplaba las montañas en
lugar de quitar la maleza o trotar por el campo. (Salazar, citado por Lubow, 2007)
Otro aspecto importante de esta fuente es que se hace evidente el interés y
la presencia de Terry García (Vicepresidente Ejecutivo de National Geographic)
de intervenir para un arreglo legal favorable al Perú en esta disputa por el tesoro
arqueológico de Machupicchu, de este modo lograr una convergencia entre el
Perú y Yale. La National Geographic había cofinanciado las expediciones de
Bingham de 1912 y 1915, parece que sin recibir nada en cambio, salvo el derecho
de informar a la humanidad en su revista internacional sobre el hallazgo de
Machupicchu, creo que gran parte del mérito de la solución final al problema
abierto por las cosas que llevó Bingham a Yale se está logrando gracias a la actitud
realmente amplia y generosa de dicha organización.
Posteriormente, en el gobierno de Alan García (año 2006) se nombró al
Ministro Hernán Garrido Leca para negociar con Yale el retorno de los objetos de
Machupicchu. En el propio campus de la Universidad de Yale se anunció que se
había llegado a un acuerdo, acuerdo que después las partes negaron quedando
todo posible acuerdo en nada. Luego, con intervención del embajador peruano
en Washington, Eduardo Ferrero, se inició un proceso judicial contra la Universi-
dad de Yale.
Estas diferencias entre Yale y el Gobierno peruano duraron varios años y
lo único importante que se logró durante el período de Alan García fue el informe
preparado, entre otros, por Mariana Mould de Pease: una comisión peruana de
expertos nacionales viajó a Yale, al Museo Peabody en 1908 y encontró que el
inventario registraba 46,332 objetos procedentes de Machupicchu, más o menos,
dicho informe fue remitido al Gobierno del Perú. Pero luego se sucedieron actos
políticos comerciales y diplomáticos que alteraron radicalmente la situación a
favor del Perú, porque en primer lugar se firmó el Tratado de Libre Comercio
entre Estados Unidos y el Perú, las relaciones con Washington mejoraron y sobre
todo, entró de presidente un hombre liberal, de una minoría postergada y una
amplia concepción de los derechos de los pueblos: Barack Obama. Alan García,
el Presidente peruano, a quien nadie le niega inteligencia y astucia, organizó
varios movimientos de masas, reclamando el retorno de los objetos del Museo
Peabody: se dirigió directamente a Obama en nombre de la nueva democracia
117
Placa Conmemorativa calificando a Machupicchu como Monumento Histórico de Ingeniería Civil en el mundo,
otorgado por el Instituto Nacional de Cultura, la Academia Nacional de la Historia y la American Society Civil
Ingeniers, y otorgada a Machupicchu el año 2000.
119
Vista panorámica de la
Llaqta de Machupicchu. Se
observa el trazo de la zona
urbana y zona agrícola.
La otra faz de la Historia Inmediata de
Machupicchu a través de la Tradición Oral,
la Historia Oral, la Demografía y
la Realidad Hotelera del siglo XXI
“La conquista de su propio siglo y del presente mismo
por el historiador constituye uno de los avances
de la disciplina en los últimos decenios”.
Pierre Nora
1.— Para escribir este capítulo vamos a utilizar algunas fuentes escritas y otras pro-
venientes de la tradición oral y de la historia oral, combinando ambos elementos
para lograr una visión histórica lo más completa posible de la historia del distrito
de Machupicchu y de su capital, la localidad de Machupicchu-Pueblo, mal lla-
mada Aguas Calientes.
Cuando la Willkallaqta apareció en 1911 el sitio de Machupicchu-Pueblo
no era más que una pascana del camino a La Convención y naturalmente no
estaba nada poblado, sino habitado circunstancialmente por un puñado de arren-
dires.
La primera referencia sobre cómo era este Machupicchu-Pueblo hacia
1930 y antes de ser distritalizado, nos la da Ramiro Olazábal Gibaja en el “Boletín
de Lima”, edición especial del 2010, año 32 y que nos ha sido facilitado por nues-
tro distinguido colega Rossano Calvo. Según este documento se inició con el cam-
pamento del ferrocarril, cuyos terrenos cedió don Miguel Maldonado Saponara
en los terrenos de su hacienda Mandor, para que se estableciera el campamento
del ferrocarril, a fines de la década de 1930, cesión que se hizo por un precio sim-
bólico, mediante escritura pública, para evitar posibles conflictos futuros. En ese
momento se le puso a ese lugar el nombre (en quechuañol) de “Maquinachayoq”,
porque en ese sitio existían los restos de una máquina de aserrar madera abando-
nada (Aunque hay quienes sostienen que se trata de una rueda de moler caña que
fue dejada en el camino a La Convención) y que estaba ubicada al final del Cañón
de Torontoy, en la intersección de los ríos Willkanota y del arroyo Aguas Calien-
tes, que es perpendicular al mismo.
121
En esa época (1930) la población de este pequeño villorrio constaría apro-
ximadamente de unas 200 personas, para cuyos niños había una escuela elemen-
tal y más de la mitad de la población se componía de empleados del Ferrocarril
Cuzco a Santa Ana. El resto de la población eran aserradores que extraían
madera para los durmientes del ferrocarril o leña que servía de combustible para
las locomotoras. Había tres o cuatro tiendas comerciales que vendían productos
de primera necesidad.
Fidel Álvarez era el encargado del cuidado de las ruinas de Machupicchu y
había dos aserraderos para producir madera, uno de propiedad del señor Vuce-
tich y otro de un súbdito japonés el señor Nauchi, que se hallaban en el lugar lla-
mado Punta-Rieles. Frente a la Estación del Ferrocarril, estaba la zona social más
importante del villorrio, pues allí se ubicaba el hotel que administraba don César
Soto Díaz, el famoso “chino” Soto, que era el anfitrión y el guía de los poquísi-
mos viajeros (o turistas) que llegaban a Machupicchu trabajosamente. Muchos
años después de 1934, se construyó el pequeño hotel cerca de las ruinas siendo
siempre el anfitrión de muchos visitantes ilustres, entre ellos personajes del arte y
escritores, el popular “chino” Soto, a quien el poeta Martín Adán, le dedicó unos
sentidos versos.
En esa época los turistas ascendían a las ruinas montados en mulas y en
grupos pequeñísimos y los trenes circulaban sólo dos veces por semana: para los
turistas había dos autocarriles y para los pasajeros de primera clase, un auto-
vagón extra.
Posteriormente el pueblo de Machupicchu, para diferenciarse de las ruinas
de la Willkallaqta, tomó el nombre de Aguas Calientes y más adelante el de
Machupicchu–Pueblo, la población se incrementó y con el aumento del turismo
empezaron a instalarse pequeños restaurantes y alojamientos (Olazábal Gibaja,
Ramiro, “Boletín de Lima”, edición especial, 2010, año 32)
La totalidad de las casas estaban construidas con palos partidos por la
mitad. Esto se hacía con un árbol mediano llamado Toroc. El interior del tronco
de este árbol es hueco como el carrizo, con un diámetro promedio de 10 centíme-
tros. Las varillas eran amarradas con bejuco que abundaba en el lugar. A la pared
construida de esta manera se le denominaba “millica”, el interior de algunas
casas se tapizaba con periódicos. Las oficinas y el almacén de la empresa del
ferrocarril estaban enlucidas con arcilla traída del Cuzco o de las cercanías.
Políticamente este villorrio o anexo, llamado ya entonces Machupicchu,
pertenecía al distrito de Ollantaytambo y la principal autoridad era el Teniente
Gobernador señor Contreras. Otra autoridad era el jefe de Estación, el señor
Zuzunaga y era el que administraba el movimiento de trenes, pasajeros y cargas.
El servicio de correos y telégrafos estaba a cargo del señor Bueno y la sanidad
tenía como encargado al botiquero señor Cáceres. Los baños termales estaban a
una distancia cerca de 200 metros en la orilla izquierda del río Aguas Calientes,
122
quebrada arriba (Olazábal Gibaja, Ramiro, “Boletín de Lima”, edición especial,
2010, año 32)
2.— Cuando Machupicchu apareció históricamente en 1911 se hallaba en
las tierras de la hacienda Cutija, que era un anexo de la Hacienda Sillqui de la
familia Iberico y después pasó, en 1944, a propiedad de la familia Abril Ferro, al
poco tiempo, pasó a la de la familia Zavaleta. Todo esto ocurría en la margen
izquierda del río Willkanota, donde estaba ubicada la Willkallaqta de Machupic-
chu. Por la margen derecha del río Willkanota estaban las tierras de la familia
Ochoa Pacheco, entre ellas la hacienda Collpani y su anexo Mandor, las que fue-
ron originalmente de Justo Zenón Ochoa Guevara y que fueron asignadas, en
1926, a tres de sus hijas: A Estela le tocó Pampacahua y Cedrobamba, Collpani y
Mandor les correspondieron a Ernestina e Yldaura Ochoa Pacheco respectiva-
mente. Según el antropólogo Jorge Flores Ochoa, hijo de Yldaura, a ésta le tocó
en herencia, la hacienda Mandor, contigua a la que es hoy la población de la capi-
tal del distrito: Machupicchu-Pueblo.
Esta hacienda Mandor fue vendida por Yldaura Ochoa Pacheco de Flores
el 29 de enero de 1937, ante el notario del Cuzco don Emilio Muñiz, al hombre de
negocios Miguel Maldonado Saponara, (nacido en Ica el 10 de julio de 1907 y
muerto en la misma ciudad, el 21 de julio de 1971 y a la vez hermano del famoso
médico Leoncio Maldonado, tronco de una importante familia cuzqueña)
Don Miguel (que fue funcionario —y luego Administrador— de la Sucur-
sal del Banco Gibson de Arequipa en el Cuzco y luego Administrador del Ferro-
carril del Cuzco a Santa Ana, cargos que ejerció con gran eficiencia por ser un
hombre dotado para los negocios), resultó propietario del predio Mandor. Este
comprendía toda la pampa entre Aguas Calientes y el Puente San Miguel y todos
los cerros hacia el Este que estaban llenos de bosques y que separaban, como Cor-
dillera Oriental, la cuenca del río Willkanota de la del río Lucumayu. Mandor,
estaba situado entre el kilómetro 110 y 118 del ferrocarril Cuzco a Santa Ana, que
incluía la población del distrito de Machupicchu y los baños termales de Aguas
Calientes, con un total de 3,482 hectáreas. En ella Maldonado, que como reitera-
mos era un buen emprendedor, hizo plantaciones de té en ciertas mesetas al Este
de la pampa de Mandor, que resultaron en bastantes hectáreas de ese producto,
los llegaron a constituir lo llamados teales de Mandor y que Maldonado empezó
a explotar aproximadamente en la década de 1940. El producto tealero por ser de
altura de 2200 m.s.n.m, era de gran calidad y tuvo un buen mercado (Maldonado
Luna, Susana: comunicación personal)
Muerto Miguel Maldonado Saponara el año 1971 y aún producida la
Reforma Agraria la propiedad no fue afectada, seguramente por estar conside-
raba como Reserva Histórica. De modo que la propiedad de Mandor, ni expro-
piada para el sector urbano de Machupicchu, como mandaba la ley N° 9396, ni
para el llamado Santuario Histórico de Machupicchu, que se extendía sobre una
superficie de 32,592 hectáreas.
123
Muchos años después de la muerte de Miguel Maldonado Saponara y
estando el predio en condominio de sus herederos y casi abandonado, una de las
hijas de don Miguel, Adriana Maldonado Luna, vendió este predio al empresario
limeño Raúl Peschiera, el mismo que ya ha fallecido y cuyos herederos serían los
actuales propietarios de Mandor. Hecha la salvedad de que el territorio donde se
hallan los monumentos incaicos y las tierras anexas sobre la cuenca del río Will-
kanota y sus pequeños arroyuelos afluentes (incluido el territorio de Mandor), ha
sido inscrito en los Registros Públicos de la Propiedad Inmueble del Cuzco en
1992 en la ficha N° 16999 con el nombre de Santuario Histórico de Machupic-
chu, a nombre del Ministerio de Agricultura del Perú, el predio pudo ser vendido
a Raúl Peschiera, pues no había sido expropiado legalmente por el Estado. Poste-
riormente todo este espacio de Machupicchu y su área colindante fue declarado
Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1983. En diciembre de 1983, el Santua-
rio Histórico y natural de Machupicchu incluido Mandor, fue inscrito en el regis-
tro N° 54 por la UNESCO en la lista del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural.
(Martorell Carreño: “Machu Picchu, patrimonio cultural en peligro”, 2000)
Posteriormente, en 1995 se promulgó el Decreto Supremo 26-95-ITINCI
que aprueba el Reglamento de uso turístico y la conservación de los Recursos
Naturales en el “Camino Inca” dentro del Santuario Histórico de Machupicchu.
Anteriormente, el 8 de enero de 1981, siendo presidente Fernando Belaúnde
Terry, se declara el “Santuario Histórico, área ubicada en el distrito de Machupic-
chu”, mediante Decreto Supremo 001-81-AA. (Martorell, 2000)
3.— La creación del distrito de Machupicchu y de su capital Machupic-
chu–Pueblo, tiene también una interesante historia:
El distrito de Machupicchu fue creado el 1 de octubre de 1941, siendo pre-
sidente don Manuel Prado Ugarteche, mediante la ley N° 9396. El proyecto de
ley correspondiente fue presentado, el 25 de diciembre de 1939, por el diputado por Uru-
bamba, doctor Francisco Tamayo Pacheco. En dicho proyecto se elevaba a la categoría
de distrito, el paradero de Machupicchu y se declaraba en su artículo 2°, la decla-
ración de expropiación por causa de utilidad pública de los terrenos circundantes
a la Estación de Machupicchu, en un radio de un kilómetro, destinando esta área
a la edificación de la futura población de Machupicchu–Pueblo, capital del dis-
trito del mismo nombre. La Comisión del Senado, aprobó el proyecto, propuesto
por su Comisión de Demarcación Territorial con el informe favorable de la Socie-
dad Geográfica de Lima, con fecha 18 de agosto de 1941. La Comisión de Obras
Públicas de la Cámara de Diputados, encontró plausible la iniciativa del Dipu-
tado por Urubamba, doctor Francisco Tamayo Pacheco, quien preveyendo el
futuro desarrollo de la zona de Machupicchu, de gran valor arqueológico, estimó
conveniente que los terrenos que circundan a la Estación del mismo nombre, sean adquiri-
dos por el Estado, a fin de que sea planeada, en forma adecuada, la futura ciudad que tendrá
que desarrollarse en el indicado sitio y que, a no dudarlo, será uno de los centros más
importantes del turismo en el Perú, para lo cual declaró de utilidad pública los
124
terrenos circundantes a la actual Estación de Machupicchu del Ferrocarril del
Cuzco a Santa Ana, que están comprendidos en un área horizontal de un kilóme-
tro de radio alrededor de dicha Estación. El Poder Ejecutivo, de conformidad con
las disposiciones de la ley N° 9125, expropiaría los terrenos de que trata el artículo
anterior. (Lima 19 de setiembre de 1941, Biblioteca del Congreso de la República)
EL nuevo distrito por acuerdo de la Sociedad Geográfica de Lima y la
Cámara de Diputados, tendría el nombre de Machupicchu y tendría además por
capital a la población de ese mismo nombre, que se ha formado alrededor de la
actual Estación del Ferrocarril en Machupicchu. (29 de agosto de 1941, Biblio-
teca del Congreso de la República)
La ley N° 9396, fue aprobada por la Cámara de Diputados y el Senado
entre el 23 de setiembre de 1941, y el 19 de setiembre del mismo año y la Autó-
grafa de la ley N° 9396, fue firmada el 30 de setiembre de 1941, por Ignacio Brandariz,
Presidente del Senado; Gerardo Balbuena, Presidente de la Cámara de Diputados; Carlos
A. Barreda, Senador Secretario y Leopoldo García, Diputado Secretario, siendo promul-
gada por don Manuel Prado y Ugarteche, Presidente de la República el 1 de octubre de
1941.
En diciembre de 1941, se realizó en Machupicchu–Pueblo una ceremonia
al final de la vía férrea, que llegaba al puente que iba a las ruinas, para festejar la
distritalización de Machupicchu y en que yo, que tenía cinco años, acompañé a
mis padres a la ceremonia y junto con mi nana, exploré los túneles situados un
poco más abajo de Puente Ruinas. Después fui llevado trabajosamente a las rui-
nas de Machupicchu, pero debido a mi escasa edad, casi no recuerdo nada de lo
que vi en ellas. Volvería después, a los 14 años, en 1951, con la Comisión Hud-
gens, presidida por su Director Robert W. Hudgens, de la Asociación Internacio-
nal Americana para el Desarrollo Económico Social, en compañía de mi padre
que era Senador por el Cuzco y de varios expertos extranjeros y nacionales.
4.— Un caso extraordinario de explosión demográfica e inversión masiva y
acelerada es la que se ha producido en el distrito de Machupicchu creado en octu-
bre de 1941. En los 70 años transcurridos desde entonces, pocas poblaciones del
Perú han sufrido tan explosivo crecimiento de su población y su economía. Yo
recuerdo que cuando visité de niño Machupicchu en 1941, la población que exis-
tía en la Estación del Ferrocarril era mínima, los empleados y auxiliares, sus fami-
lias y sus niños llegarían a unas 200 personas y el personaje fundamental de este
pequeño villorrio, era el famoso “Chino Soto” que no era asiático, pero era un
hombre muy dinámico, puesto que tenía el papel de factótum de la última esta-
ción del Ferrocarril y que servía para orientar a los escasos viajeros (no turistas)
que, hace 70 años, llegaban a Machupicchu. Machupicchu, que tenía 200 habitan-
tes en 1940 y cuya población no fue censada en el Censo de 1940, tiene ahora en el
distrito 5,286 pobladores y como población urbana: 4,446 habitantes. ¡Una mons-
truosa explosión demográfica! Porque todos, absolutamente todos, son inmigran-
tes. La forma informal y caótica —hasta agregaríamos casi teratológica—, en que
125
Montaña Huch'uypicchu vista a través del vano del recinto adyacente a la Escultura Monolítica del Intiwatana,
lado este.
127
Hostales en Machupicchu–Pueblo
— El Místico — Angie’s
— Las Rocas — Inkatambo
— Plaza Andina — Chalana
— Goleen House — Plaza
— Ima Sumac — Machupicchu
— Aguas Calientes — Miski Pacha
— El Tumi — Ollantay
— Quilla — Eco Inn
— Imperio de los Incas — Inti Quilla
— Guiller — Las Orquídeas
— Mirador — Rimaq Apu
— Qory Anka — Rumi Llanta
— El Rumi Punku — El Inca
— Sayacmarca — Pirwa
— Varayoc — Chaski
— Adela’s — Marquéz de Oropesa
— Oro Verde — Pachamama Inn (2 estreerllas)
— La Pequeña Casita — Miski Pungí
— Posada Ollantay — Margarita’s House
— Joe Inn — El Paraíso de Mandor
— Number One — Chaska
— Number Two — Opalo Andino
— Mosoq Inti — Ñusta Wasi
— Manco Inca — John
— Terrazas del Inca — Los Caminantes
— Muyurina — Sinchi Roca.
130
no hubiera existido la interconexión al Sistema Interconectado de Energía Eléc-
trica Nacional, con las centrales de Charcani en Arequipa, San Gabán en Puno y
Tintaya en el Cuzco.
La Central de Machupicchu fue enterrada y sepultada por tal aluvión —o
3
lloclla— bajo millones de m de piedras, lodo, agua y barro, y se hubiera quedado
así ante la incuria del Estado Central, si no fuese por la acción de los ingenieros
cuzqueños de Electro-Sureste y EGEMSA que lograron recuperarla, en poco
más de dos años y medio de trabajo, al 65% de su capacidad instalada. De este
modo se logró devolver a la Central de Machupicchu su rol fundamental en la
energía de la Región, labor que se hizo solamente con financiamiento de la eco-
nomía de Electro-Sureste.
Técnicos y profesionales cuzqueños de la Región Cuzco y expertos inge-
nieros electricistas extranjeros encargados de la parte electromecánica, lograron
recuperar la Central, terminando la obra (e inaugurándola) en junio del 2001.
Hasta hoy, aquél ha sido el desastre natural y electromecánico más grave
ocurrido en el distrito de Machupicchu y en el Cañón de Torontoy. Gestor en
parte de esta obra de reconstrucción extraordinaria fue el ingeniero Armando
Gallegos Guevara.
Ante los problemas pluviales del 2010, la Cámara Regional de Turismo del
Cuzco, estima en 78 millones de dólares, la inversión necesaria para la construc-
ción de cuatro rutas alternativas para llegar a Machupicchu.
* * *
50
Ya en 1978, escribimos : “Nunca un lugar más pequeño tuvo efectos económi-
cos, sociales y espirituales más grandes para una región olvidada y empobrecida”,
sin embargo ahora podemos ampliar diciendo que estos mismos efectos hoy en
día lo son para todo el país, pues con Machupicchu, el Perú prácticamente vio
nacer el turismo masivo desde finales del siglo XX y principios del XXI, es decir
casi un siglo después de habérsenos revelado el Santuario de Machupicchu.
Lo asombroso es que, para el Cuzco, Machupicchu no significa una ruina
incaica más, como parecen pensar los arqueólogos. Podemos afirmar que es antes
que nada el imán que atrae al Perú la atención mundial, la capital de la industria
turística peruana, atracción de valor universal que no necesita propaganda sino
que más bien es ella quien revalora a todos los demás centros turísticos del país en
su lugar propio, y esto por el significado esencial que posee. Algo sencilla y humil-
demente: Incomparable.
132
La catarsis existencial en
la Maravilla del Mundo:
cuatro experiencias personales
135
Vista parcial de la Llaqta de Machupic-
chu con el sector de las Qolqas en pri-
mer plano, por donde hoy es el ingreso
Vista general de la Llaqta de Machupicchu
tomada desde la montaña Waynapicchu. Nótese
la carretera Hiram Bingham a la izquierda.
5.— José Tamayo Herrera
Ahora describo las vivencias y hechos de una experiencia catártica que viví
hace 60 años, en febrero de 1951, cuando visité Machupicchu en compañía de los
miembros de la Misión Hudgens, asesores ellos de la Junta de Reconstrucción y
Fomento del Cuzco, que integraban el propio señor Hudgens, su presidente, el
ingeniero Lilian Paterson, el embajador boliviano al servicio de la ONU, don Enri-
que Sánchez de Lozada, padre del futuro Presidente de Bolivia, González Sán-
chez de Lozada y por mi padre, Senador por el Cuzco.
La comitiva, estaba además compuesta por el ingeniero jefe de la Dirección
de Caminos del Cuzco y por un ingeniero de la Junta de Reconstrucción del Cuz-
co. Además se había invitado al grupo a una señorita limeña de 21 años, hija de
uno de los ingenieros de la Junta que funcionaba en Lima; yo acompañaba a mi
padre, el Senador por el Cuzco, doctor Francisco Tamayo Pacheco, tenía casi 15
años de edad y estaba disfrutando de mi período de vacaciones, de enero a marzo.
Como en esa época no había hoteles decentes en Quillabamba, nuestro
cuartel general de toda la misión fue un hotelito situado junto a las Ruinas de
Machupicchu y que pertenecía a la Compañía Hotelera del Perú. Como el viaje
hasta Puente Ruinas (frente de Machupicchu) se realizó en autovagón, subimos al
hotelito en automóviles y una vez instalados en el mismo, quienes dirigían la
misión y que debían partir al día siguiente a Qoribeni, decidieron dejarnos a los
más jóvenes en el hotel durante los siete días que duraría el viaje, porque la trocha
infernal que conducía al Alto Urubamba era altamente peligrosa. Para este tiem-
po, Qoribeni ya era un punto navegable del Alto Urubamba, sin embargo para
nuestros mayores, en época de lluvias y en medio de un febrero “loco” era aún
peligroso porque el camino era una seudo carretera llena de derrumbes, malos
pasos, puentes y cunetas precarios. Y así, mientras los mayores iniciaron la aven-
tura a Qoribeni por siete días, nosotros los jóvenes, nos quedaríamos en el hoteli-
to, al cuidado del administrador del mismo: “el chino” Soto.
Entonces ambos nos dedicamos a recorrer las ruinas que empezaban cerca
a las respectivas ventanas de nuestros dormitorios, una y otra vez, hasta conocer
su último detalle. Los turistas extranjeros que había en el hotel eran escasos. Des-
pués de innumerables recorridos por la Willkallaqta, la camaradería de esta pareja
que componíamos, empezó a ahondarse con un par de “Cuba libres” que obtuvi-
mos después de dar una propina al barman y los dos jovencitos, casi solos en la
Willkallaqta, empezamos por los juegos de naipes y terminamos en un platónico
enamoramiento, pese a nuestra diferencia de edades.
Machupicchu era un lugar remoto e ignoto y el hotelito de las ruinas, un
lugar cómodo aunque pequeño, para constituir un escenario de amor.
Pero esta pasión juvenil me traía problemas religiosos, porque yo era un
alumno disciplinado y católico de un colegio confesional como el La Salle, insti-
tución de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y donde el tema amoroso o
138
sexual era tabú. Además, aunque no quisieran reconocerlo algunos de mis com-
pañeros de aula, yo era un buen alumno: ocupaba los primeros puestos en algu-
nas materias y aun en el record semanal de notas que los hermanos nos entrega-
ban con la libreta. Más de uno no simpatizaba conmigo y eso me dolía, porque
era injusto, la evaluación era meritocrática... Ambos sentimientos alteraban mi
espíritu al amanecer de mi última noche en Machupicchu, antes de que los mayo-
res volvieran.
Desperté antes de las 5:45 de la mañana, con un complejo de culpa y una
cólera interna contra esos pocos compañeros y salí de mi habitación apresurada-
mente y empecé a vagar sólo por las ruinas, casi sin rumbo, perseguido por mi
desazón íntima, recorriendo los diversos senderos de Machupicchu, para
librarme de esta crisis psicológica y espiritual.
Felizmente para mí, empezaba entonces el amanecer. Hacia las 6:10 de la
mañana comenzó a salir el Sol por el Sureste, detrás de la cumbre de La Verónica,
y de pronto, me vi en el Intihuatana, mirando desde esa gran altura el amanecer y
experimenté lo que la frase de Pascal había tallado en mágicas palabras: “que no
había otra manera de probar la verdad de los sentimientos y las ideas que percibir-
las en el propio corazón”.
Ante la contemplación del paisaje espectacular de Machupicchu, desde
arriba y en cierto modo desde lejos, sentí, después de una brevísima oración, una pro-
funda catarsis que me inundaba la conciencia, con una sensación de perdón y con un senti-
miento de amor a todos los hombres, como un verdadero huayco de amor por toda la huma-
nidad, especialmente por algunos pocos, que alguna vez habían intentado herirme con su
emulación. Sentí como el Intihuatana se iluminaba con los rayos de un sol esplén-
dido, ensimismado por la magia del paisaje de Machupicchu. Amaba a todos ¡sin
excepción alguna! a través de la hermosura del paisaje y lo sublime del ambiente
montañoso y bellísimo que me rodeaba; el hechizo parecía descender sobre mí
desde la altura de los picos nevados que se adivinaban más que se veían en lonta-
nanza.
Así, sentí que Machupicchu, a través de la llave de su paisaje arquitectónico
natural y esplendoroso, me abría el camino al corazón de las gentes; comprendí
por primera vez lo que quiso decir Jesús cuando habló del amor a lo Divino y a
todos los hombres. Fue así como entendí, al fin, que los antiguos incas tenían
razón: que el antiguo Piccho, Machupicchu, era sin duda la ciudad de la paz.
139
Machupicchu y la Literatura,
los homenajes poéticos
a la Maravilla del Mundo
“Los poetas creadores y sus obras son como las altas montañas:
Nadie las ignora, sin embargo pocos subieron hasta ellas”
Fernando Diez de Medina
Alturas de Machupicchu
141
Esta fue la morada, éste es el sitio:
Aquí los anchos granos de maíz ascendieron
Y bajaron de nuevo como granizo rojo
Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
A vestir los amores, los túmulos, las madres
El rey, las oraciones, los guerreros.
La mano desasida
Pero tu Machu-Picchu
Te yergues sobre mí, porque vacilas
Ante esta roca, que te está mirando
Y que te vé;
Tremenda por un solo ojo
De mil pies
Cuando todo sea verdaderamente
Machu-Picchu, tú ven a buscarme
Ser, sólo ser y siempre ser
Uno sólo ante el Universo
¡Lejos del otro!, ¡lejos del tiempo!
142
Machu-Picchu olvido y presencia
Muerte que murió y otra vida
¡Exactitud sublime!,
¡Expresión tremenda!
¡Machu-Picchu, si lo discurro, no existes!
Victoria desalada y vencida
¡Hay, Machu-Picchu! el de la lección
De la desesperación y su delicia
Poesía es esto, lo que eres en mi verdad
Y desatino
¿Machu-Picchu, que diré sobre tu edad?
¿Qué diré sobre tu río?
¡Toda cosa es un secreto!
Es una cosa y figura
Todo es verdad y la muerte
Si se muere Machu-Picchu
Aquí en ti Machupicchu
Donde la nada, es una mole tangible
Gris y verde
A donde golpea mi mano desasida.
(Martín Adán: “La Mano Desasida”. Editorial Juan Mejía Baca, Lima,
1964.)
3.— El poeta cuzqueño, Gustavo Pérez Ocampo, nació en el Cuzco el 19
de noviembre de 1926 y murió en el Cuzco el 17 de marzo del 2003.
El Cuzco, ha sido injusto con un poeta, escritor y periodista de la alta cali-
dad de Gustavo Pérez Ocampo, quien ya al final de su vida escribió el poemario:
“Distancia y Soledad de Machupicchu”, obra que se publicó en 1991 siendo su
última obra poética poco antes de morir.
146
La hierba que levanta,
Su tiempo de subsuelos, hasta el cielo
Soy la cal calcinada entre tus huesos
Tu sed ajena
Tus piedras rencorosas de estos días
(Colmillos de hechizados comensales
Gruñendo sus destiempos turisteros)
Mírame Machupicchu
Para mi eres la llaga que llevo en las espaldas
Los días salpicados de castigos
Para mi eres la tierra
Donde desollaron hasta mi sombra
147
La Arqueología y la Geografía de
lo imaginario, las ciudades perdidas que
todavía persisten en la Selva cuzqueña
152
Vista parcial de los conjuntos de Tres Portadas y de Espejos de
Agua del sector urbano bajo, asociados a la plaza principal.
Vista parcial de la montaña Putukusi a la izquierda, al medio la montaña
Yanantin y a la derecha se aprecia parte de la montaña Machupicchu
En la hacienda Laq’o según la señora Margarita Mendizábal de Roel, exis-
tían algunas andenerías y casas de piedras semienterradas bajo una espesa capa
de tierra y hojas secas. También pudo ver en Bellavista, anexo de Laq'o, varias
chullpas en medio de las plantaciones de coca. Hace varios años fugó de la
hacienda Iberia, propiedad de los Lámbarri, un peón que dijo llamarse: Feliciano
Huanca y en su fuga declaró haber atravesado una ciudadela antigua, cuya ubica-
ción exacta no recordaba en absoluto. Don Benjamín Mendizábal a comienzos
del siglo XX, realizó un estudio geográfico de esas tierras.
4.— Lo notable es que a veces las leyendas coinciden con la realidad histó-
rica y el Paititi que es un sueño mitológico es sin embargo un objetivo largamente
acariciado. El investigador francés: Thierry Jamin, quien ha hecho algunos “des-
cubrimientos” arqueológicos en los últimos años asegura estar cerca de convertir
la leyenda del Paititi en una realidad. Él se declara “francés de sangre, peruano de
corazón y cuzqueño de alma” y anda buscando el Paititi hace 13 años. Ya ha rea-
lizado 15 expediciones desde 1998 y tiene la certeza de que este año, aquellas expe-
diciones darán fruto.
En una reciente publicación se lee: “Estamos muy cerca de hallar una ciu-
dad enorme en la zona de Megantoni”. “Nuestros informantes nos han dicho que
el sitio es más grande que Machupicchu y podría ser el Paititi y que existen cerca
de 30 complejos arqueológicos en la zona de Laq'o y que para llegar a ellos hay
que tomar un vehículo que demora 12 horas desde el Cuzco y después caminar a
veces más de 10 días”. Desde el año 2004, ha recibido amenazas de muerte e innu-
merables procesos legales. Cansado del acoso, Thierry Jamin acudió a la Emba-
jada Francesa, para pedir protección y para él Laq'o es un valle prodigioso, toda
una revelación pues dice que: “en los últimos dos años hemos hallado ciudades
completas, con edificios, calles, plazoletas y otros escenarios variados. Este valle
es tal vez diez veces más rico que el Valle Sagrado de los Incas”. ¡Una evidente
exageración de este “arqueólogo” aventurero!” (Thierry Jamin, Somos, N° 1269,
2 de abril de 2011)
“Hemos encontrado un conjunto arqueológico a cada kilómetro, todos uni-
dos por el Qapaq Ñan, con grandes tambos al costado del camino. Creemos que
esta gran infraestructura estaba dirigida hacia una gran ciudad perdida, cita una
carta que en el año 2001, el arqueólogo italiano Mario Polia, descubrió en los
Archivos del Vaticano que contiene un informe escrito alrededor del año 1600,
del jesuita Andrea López, haciendo alusión directa al reino del Paititi y que últi-
mamente la estudiosa italiana Laura Laurencich ha divulgado dos grabados ori-
ginales, supuestamente elaborados por el cronista mestizo Blas Valera, en ¿1618?,
(sic) donde se describe el Paititi con vista de la Selva y la Sierra” (Thierry Jamin,
Somos, N° 1269, 2 de abril de 2011).
“En el informe que Thierry Jamin entregó al INC, recomienda modificar
un poco el trazo del ducto que va a realizar la empresa Kuntur, para trasladar el
gas de Camisea al Cuzco y al Sur peruano. Están planeando que pase por las altu-
155
ras del Valle de Laq'o, donde el explorador francés ha encontrado una serie de
notables complejos arqueológicos. Como está planeado el ducto, va a destruir
sitios invalorables, antes de que la ciencia los conozca y el turismo los aproveche.
Nunca los arqueólogos han ido a la zona pese a los ofrecimientos de Jamin para
llevarlos” (Thierry Jamin, Somos, N° 1269, 2 de abril de 2011).
156
Los Itinerarios históricos en torno
a Machupicchu. El “Qapaq Ñan”.
El “Camino Inca a Machupicchu”
y su redescubrimiento en 1968
1.— En su interesante libro, Alberto Martorell Carreño, nos habla de dos formas
de entender el patrimonio cultural en relación a la perspectiva turística tan relacio-
nada con el Cuzco: las “Rutas Patrimoniales” (Heritage Routes) y otra denomi-
nada: (Cultural Routes) traducido al español como Itinerarios Culturales.
Las directrices prácticas de ICOMOS que definen con el concepto de
Rutas Patrimoniales, los caminos históricos han demostrado ser ricas y fértiles, ya
que ofrecen un marco privilegiado en el que pueden operar conjuntamente, el
entendimiento mutuo, un enfoque plural de la historia y la cultura de la paz.
Una ruta patrimonial se compone de elementos tangibles cuyo significado
cultural proviene de intercambios y de un diálogo multidimensional entre países,
regiones y que ilustra interacción del movimiento a lo largo de la ruta en el espa-
cio y el tiempo. (Martorell, 2010)
Los Itinerarios Culturales o Itinerarios Patrimoniales, parten de una distin-
ción fundamental: cuando hablamos de “vías de comunicación” y “cultura”, esta-
mos hablando de recorridos que implican un contenido histórico, un vínculo cul-
tural demostrable y una utilización determinada del territorio que se refleja en un
recorrido físico. Estos factores son prácticamente los únicos que pueden diferen-
ciar lo que son rutas con valor patrimonial determinado, de los recorridos del
turismo, inclusive de los propiamente llamados: “Turismo Cultural”. (Martorell,
2010)
Estos conceptos son importantes para darnos cuenta que en el Perú existe
como Itinerario Cultural Patrimonial Histórico, el llamado: “Qapaq Ñan”. Reali-
zada está comprensión cultural básica, nos damos cuenta de que en lo que era el
157
antiguo Tahuantinsuyo, existía el llamado: “Qapaq Ñan”, que con diversos rama-
les iba desde Quito al Cuzco y desde Cuzco al río Maule en el Valle Central de
Chile y del cual quedan algunos trechos de este camino en la geografía actual.
Pero más como recuerdo de un pasado lejano, que como vías de comunicación
utilizadas actualmente. Inclusive los países del Pacto Andino, se comprometieron
a restaurar y poner en valor el “Qapaq Ñan” y en un acierto del Gobierno Transi-
torio de Valentín Paniagua, éste dedicó legalmente parte de la renta del boleto
turístico, para dedicarla a estudiar y poner en valor el Qapaq Ñan en el Perú. Pero
en realidad este propósito de poner en valor el Qapaq Ñan, es muy reciente, pues
no viene sino desde el año 2001.
Este Qapaq Ñan —o itinerario histórico— era uno de los grandes caminos
del mundo: “Semejante al Camino de Santiago de Compostela en España, al
Camino de la Seda en el Asia Central y al Camino del Incienso en el Mediano
Oriente, (Jordania, Egipto, etc.) y a la Carretera Oriental Trans-Balcánica, ade-
más de la vía férrea, turística e histórica del departamento del Cuzco: el ferrocarril
Cuzco a Santa Ana construido en más de un siglo y que hoy se ha convertido en
una vía de lujo para los turistas que van a Machupicchu con altos precios de nivel
internacional”. (Martorell, 2010)
2.— Pero para nosotros el camino realmente interesante es el llamado: “Ca-
mino Inca”, que parte del kilómetro 82 del ferrocarril Cuzco a Santa Ana y que
llega al Santuario de Machupicchu después de varias jornadas a pie de tres o cua-
tro días. El “Camino Inca”, es un gran atractivo mundial para los turistas extran-
jeros porque constituye indudablemente una parte del “Qapaq Ñan”, el que unía
Ollantaytambo con Machupicchu, pues, como dice Donato Amado, hay otras
rutas del “Qapaq Ñan” que pasan por Chinchero, Maras, Pachar y Ollantay-
tambo y que llegan a Machupicchu a lo largo del Cañón de Torontoy por dos vías
diferentes: la explotada por los turistas a partir del kilómetro 82 y la que corre para-
lela al río entre ese mismo kilómetro y la base de la montaña de Machupicchu.
(Amado Donato, comunicación personal).
Otra vía alterna era la que salía del Cuzco y pasaba por la laguna de Huay-
po, Huarocondo, hasta las punas de Anapahua y Chillipahua, pasando por la cor-
dillera de Willkabamba hasta alcanzar Machupicchu por las cumbres y las que-
bradas. (Amado Donato, comunicación personal)
Entonces Machupicchu, quedaba comunicado con el resto del Tahuantin-
suyo y más aún con la zona norte de Vilcabamba, por varios caminos que eran
parte del fabuloso “Qapaq Ñan” de los Incas.
Sin embargo, la historia moderna del “Camino Inca” a Machupicchu,
redescubierta y puesta en valor por Víctor Angles Vargas para el turismo, surgió
de su viaje por esa ruta en compañía de un grupo de alumnos de la UNSAAC. El
camino se inicia a partir del kilómetro 82.4 de la línea férrea, contado desde el
Cuzco y se desplaza por los monumentos arqueológicos de Llaqtapata, Wuaylla-
158
bamba, Runtur’aqay, Puyupatamarca, Sayaqmarca, Wiñayhuayna e Intipata, los
que son parte del Santuario Histórico de Machupicchu. Ese es el camino que
cruza el “Qapaq Ñan”, redescubierto por el doctor Angles en 1968 y que él deno-
minó “Camino Inca” y de quien el turismo tomó el nombre comercial con el cual
ahora se conoce.
Sobre esta historia de veras apasionante (el re-descubrimiento de “Qapaq
Ñan”), recientemente Angles ha escrito un hermoso artículo en la Revista “El
51
Antoniano” y que se titula precisamente el “Camino Inca”, allí señala que este
camino pasa por 34 localidades, todas de construcción antigua y que fue limpiado
y desforestado, entre 1912 y 1915, por Bingham. Posteriormente, hacia 1941, la
expedición al mando de Paul Fejos volvió a limpiar aquel camino y todo el Par-
que durante cuatro meses. Entre 1940-1942, Julio C. Tello trabajó en Wiñay-
wayna a cinco kilómetros del Santuario principal y también contribuyó a limpiar
el Camino Inca. A partir de esa fecha, el camino quedó abandonado y se enmon-
tó, ya nadie caminaba por él pues tampoco estaba poblado.
Fue entonces que Angles, como joven profesor de Historia de la Facultad
de Letras y Ciencias Humanas de San Antonio Abad, organizó una expedición
con 39 alumnos, para los cuales consiguió suero antiofídico y antiarácnido del
Ejército y también 60 mochilas entrando luego en contacto con el doctor Manuel
Chávez Ballón, quien les dio una charla sobre el croquis del “Camino Inca” que
había hecho el doctor Luis E. Valcárcel años atrás, además de ofrecerles él mismo
acompañarles en su aventura.
En ese momento, yo era miembro titular del Consejo de la Facultad de
Letras y Ciencias Humanas de la UNSAAC y la mayoría de los miembros, lo con-
fieso, vimos con escepticismo el entusiasmo por esta aventura de Angles. Consi-
derábamos que era realmente exponer a los alumnos a un riesgo desconocido y a
un peligro potencial; venciendo nuestra resistencia con su entusiasmo, Angles par-
tió del Cuzco el sábado 8 de junio de 1968.
Angles narra que llegaron en tren a Qoriwayrachina, que corresponde al
kilómetro 88.4 y pasaron el río Willkanota por el puentecito colgante que años
atrás había hecho construir la familia Zavaleta; pasaron por el caserío de Q'ente y
venciendo tres kilómetros llegaron al conjunto de Llaqtapata.
Angles afirma que en su mencionado libro: “Machupicchu”, publicado en
52
1972 , ha pormenorizado todos los datos de los dos primeros viajes inaugurales
por aquella ruta del Camino Inca.
El autor narra que pese a las dificultades y a la poca ayuda que le dio el doc-
tor Chávez Ballón, lograron avanzar trabajosamente en su camino a Machupic-
51. [“Camino Inca”. En: “El Antoniano”. Revista Universitaria N° 117, 2011”.]
52. [“Machu Pichu. Enigmática ciudad Inca”. Lima. 1972.]
159
chu, pasando por el abra de Warmi-Wañusqa y el cuarto día de viaje, el martes 11
de junio, llegaron a Machupicchu encabezados por el estandarte peruano que
enarbolaba Victoria Tania Angles, hija del doctor Víctor Angles. Ese fue el final
de este aventurado y heroico viaje.
Dicho “camino inca”, ha sido posteriormente limpiado por personal del
Instituto Nacional de Cultura, debidamente arreglado y ahora no hay peligro de
desbarrancamiento, ni de incendio, ni de luxación de los tobillos, nadie lleva
suero antiofídico, porque no es necesario y existe personal de auxilio. Angles
afirma que el segundo viaje por el camino inca, lo realizó con auxilio del
SINAMOS, presidido por el general Luis Uzátegui Arce y que se realizó en
setiembre de 1970, con ocho estudiantes de último año de la Facultad de ingenie-
ría de la UNSAAC, cuatro funcionarios del Patronato Departamental de Arqueo-
logía y diez peones porteadores del equipo. (Angles, 2011)
Esto último, es lo más importante socialmente, pues la conversión del olvi-
dado “Camino Inca” en un atractivo turístico de calidad internacional ha hecho
que se inscriba este periplo en los “tours” internacionales a América Latina y ha
aparecido una nueva forma de trabajo y de ingreso para los campesinos pobres de
las comunidades circunvecinas del distrito de Ollantaytambo, pues numerosos
campesinos desocupados y jóvenes, se han convertido en porteadores del
Camino Inca y llevan las cargas, las provisiones, el auxilio médico indispensable
y los materiales, para cocinar, dormir y descansar, durante este periplo que reali-
zan los turistas, relativamente bien pagados. Numerosos campesinos de la puna
de lo que fue la hacienda “Compone”, denominada Patacancha, sirven de portea-
dores en el “Camino Inca” y han mejorado mucho su comunidad, llegando
inclusive a tener televisión por satélite y teléfonos celulares. Ahora numerosos
jóvenes campesinos de Urubamba, Ollantaytambo y lugares vecinos han encon-
trado un trabajo remunerado y digno dentro de condiciones más o menos bue-
nas, solucionando un problema de desocupación habitual entre los campesinos.
Aunque es necesario recalcar que algunas Agencias de Turismo informales que
viven un capitalismo salvaje, explotan a los porteadores quechuas del “Camino
Inca”.
Hoy por hoy, es necesario hacer constar que este “Camino Inca” es un
atractivo, que sin dejar de ser adicional al de la Willkallaqta, constituye un tour de
aventura y de streking, que tiene su propio valor en el mercado turístico mundial.
160
Vista general del sector urbano de la Llaqta de Machu-
picchu. Vista del suroeste al norte de la Llaqta
La Futurología y la Prospectiva,
en las próximas décadas
de Machupicchu
“El viaje de la imaginación a un lugar remoto,
es un juego de niños, comparado con un viaje a otra época”
Thornton Wilder
170
“La elección de Machupicchu como nueva Maravilla del Mundo, generará
un Shock de turistas al más breve plazo, por lo tanto hay que estar preparados
para evitar un impacto negativo, porque hay un plan maestro que existe, pero que
no se pone en práctica, tras el retiro de la Maravilla del Mundo, de la lista de patri-
monios en peligro de la UNESCO. El Director del INC, dijo que se ha conside-
rado como objetivo, no limitar exclusivamente a 2,500 personas por día para que
conozcan la Maravilla del Mundo, pero sí respetar la capacidad de carga. Esta-
mos evaluando desarrollar circuitos previos a los grupos que llegan hasta el San-
tuario, antes de ingresar a la misma ciudad, de esa forma podremos agilizar la
visita y permitir que más personas conozcan Machupicchu, sin que todas a la vez
se encuentren dentro del recinto” ¡Esto nos parece un trabalenguas inentendible que
sólo sirve para evadir el problema!, y que demuestra que realmente, en la práctica
informal ya se ha superado este límite de 2,500 turistas por día, malogrando para
eso el contómetro.
A propósito sabemos ahora que no existe contómetro de ingreso de perso-
nas a Machupicchu y el colmo es que hace seis meses, no funciona el sistema de
control de ingreso a la Willkallaqta, porque los contómetros se malograron, anun-
ció el Director del INDECI Guido Bayro. Por su parte al INRENA, no se le ocu-
rrió mejor idea que volver a autorizar los vuelos de helicópteros en la Willkallaq-
ta, estableciendo tres nuevas salidas en Machupicchu, para evitar la congestión de
turistas en temporada alta: la primera, se ubicará, en los andenes nororientales de
la Willkallaqta, parte del sector del Templo del Cóndor, la segunda, partirá del sec-
tor de las Kallankas hasta el Museo de Sitio, la tercera, va desde el cerro Huayna
picchu por un camino que conduce al Templo de la Luna, luego al sitio de Inka
Racay y una pasarela para cruzar el río hasta Aguas Calientes.
Evidentemente, Machupicchu puede ser declarado: “Patrimonio en Peli-
gro”, por la UNESCO, por los problemas que existen y que no han sido resueltos.
7.— Reflexión final
a. Hemos estado ocupados a todo lo largo de este libro en estudiar el
pasado de Machupicchu y recién hemos dedicado este capítulo a su
futuro. Esta distorsión de la estrategia investigatoria nos ha llevado a
preguntarnos si todos aquellos que hemos estado interesados en el pro-
blema y no necesariamente en la conmemoración del “Centenario de
Machupicchu”, hemos sido encaminados a estos problemas de Bing-
ham y su azarosa vida. Si éste es descubridor o no de la Willkallaqta,
precisamente para hacernos olvidar de la Prospectiva, es decir, de ver y
otear el futuro de Machupicchu, por eso en estas últimas páginas voy a
introducirme en el camino que le aguarda a la Willkallaqta hasta la
mitad del siglo XXI.
b. La UNESCO, está a punto de declarar a Machupicchu, “Patrimonio
Monumental en peligro”, basado principalmente en el hecho de que
171
Machupicchu Pueblo, constituye una población informal, imperfecta,
donde no se cumple la ley y que indirectamente daña al monumento
incásico, con su presencia caótica y metastásica.
c. Hoy el problema capital es la carga de turistas que se está introdu-
ciendo en el Santuario de Machupicchu, quizás por encima de los
2,500 que fijaron los técnicos y ante la ambición de quienes quieren
introducir en el Santuario cinco mil o diez mil personas por día y abrir
nuevas puertas por todos los sectores posibles para permitir esta “ex-
plosión turística” que podría ser lamentable para la conservación del
monumento y que podría significar el matar a la gallina de los huevos
de oro, perjudicando por un lucro momentáneo, el futuro de la econo-
mía del Cuzco.
Actualmente con motivo de las Fiestas Patrias del 2011 ya se ha roto el
equilibrio y se ha permitido entrar a miles de turistas por turnos que
cuanto más rápido caminan, más daño causan.
d. Comparar Machupicchu con el Foro Romano, la Torre Eiffel, Chichen
Itzá y las Pirámides de Egipto y con otros monumentos universales,
para quienes conocemos estas Maravillas del Mundo resulta imposible.
Todas éstas se hallan en llanuras de clima continental o ligeramente tro-
pical y el acceso a ellas por carretera o por automóvil es perfectamente
posible, mientras que el acceso a Machupicchu supone un trayecto
ferrocarrilero peligroso como ya lo hemos visto en enero y febrero del
año 2010 y además hay que subir a la montaña y pisar una construc-
ción que está altamente humedecida y que se halla en una región de
clima tropical impredecible.
e. Los proyectos de los cuzqueños de la Cámara de Turismo del Cuzco,
son sugestivos, llaman la atención es cierto, pero no tienen en cuenta la
fabulosa inversión en vías de comunicación, hoteles, puentes y edificios que
supone la puesta en valor de esta área de dos millones de hectáreas. No creo
que los capitalistas locales tengan dinero suficiente para cubrir ni
siquiera el 1% de la inversión necesaria, tendría que ser el Estado o las
grandes empresas del turismo internacional, las que construyan —en
su beneficio— estos enormes tramos de infraestructura. El realizar este
majestuoso proyecto que ahora solo concebimos, es decir: no sobrecar-
gar el número de turistas a Machupicchu por encima de los 2,500, es
algo que actualmente se presenta como un objetivo regional encomia-
ble y verdaderamente digno de cualquier estudio y consulta.
f. El Proyecto de los cuzqueños, el de la Cámara de Turismo del Cuzco,
ha sido presentado en medio de un proceso electoral muy reñido y que
con la victoria del Comandante Ollanta Humala, todavía no puede
esperar definición estatal rápida, antes de conocer la política de su Pri-
172
mer Ministro, de su Ministro de Economía y de sus Ministros de Pro-
ducción, Cultura y Comercio Exterior y Turismo. Sin embargo es de
aplaudir que jóvenes emprendedores del Cuzco propongan proyectos
sobre nuestro futuro y los hagan llegar al Gobierno Central.
g. Ahora el problema inmediato para la realización del sueño de un Pro-
yecto Macro es que no está financiado y que se requerirá por lo menos
de seis u ocho años de maduración para preparar los proyectos de pre
factibilidad y factibilidad, y ello teniendo en cuenta que ahora el Vice Minis-
terio de Turismo, promueve la Ruta Moche y no precisamente el turismo
cuzqueño que, como hemos visto, representa la locomotora de todo el
ferrocarril que significa el futuro de todo el turismo en el Perú. Lástima
que muchos de los técnicos de Lima hagan a un lado la situación
urgente que actualmente enfrenta en turismo cuzqueño por el peligro
en que se encuentra expuesto Machupicchu, lo que refleja un descono-
cimiento completo de lo que significa este centro histórico para el Perú
y América.
La lectura rápida del libro reciente de Tom Zuidema: “El Calendario Inca
y La Idea del pasado”, me ha confirmado aún más, que dado el misterio de la cos-
movisión inca, he hecho bien en denominar a mi libro, sólo como “El Enigma de
Machupicchu”, porque seguramente las generaciones futuras descubrirán
muchos significados más en la Willkallaqta, todavía llena de misterio.
Para concluir con esta reflexión prospectiva, éste libro dedicado a los cinco
siglos de Historia de Machupicchu, voy a utilizar las palabras de un gran etnohis-
toriador y sabio investigador que murió joven, pero que dejó una huella en el exte-
rior y en el país y quien fue: Franklin Pease G. Y., quien dijo en 1998, poco antes
de morir: “Machupicchu, no es sólo un monumento, sino un conjunto ecológico
y cultural que llegó casi intacto hasta el siglo XX, lo cual permite entenderlo
mejor y explicarlo más ampliamente. Es nuestra responsabilidad entregarlo así a
las nuevas generaciones”.
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